Se ha escogido Efesios 4:30 como texto temático para el discurso de este mes. Efesios 4:30 dice, También no estén contristando el Espíritu Santo de Dios, con el cual han sido sellados para un día de liberación por rescate. ¿Qué significa contristar el Espíritu Santo de Dios? Antes de explicar esto, hablemos de lo que no es entristecer el Espíritu Santo.
Entristecer el Espíritu no es lo mismo que blasfemar contra el Espíritu. Tampoco es lo mismo que cometer un pecado grave. Entonces, ¿Cuál es la diferencia entre estas tres expresiones? Marcos 3:29 habla de blasfemar contra el Espíritu Santo de Dios.
Noten lo que dice al respecto. Sin embargo, cualquiera que blasfema contra el Espíritu Santo no tiene perdón jamás, sino que es culpable de pecado eterno. Blasfemar contra el Espíritu Santo es un pecado eterno.
De ahí que nuestras publicaciones a menudo usan las expresiones blasfemar contra el Espíritu y pecar contra el Espíritu para referirse a lo mismo. Mateo 12:31, 32 amplía nuestra comprensión de lo que significa blasfemar o pecar contra el Espíritu. En dichos versículos, esta clase de pecado se define como un pecado imperdonable, algo muy grave.
Mateo 12:31, 32 dice, Pero a cualquiera que hable contra el Espíritu Santo no le será perdonado, no, ni en este sistema de cosas ni en el venidero. ¡Qué trágico futuro para quien peque contra el Espíritu Santo! Pero, ¿Qué es pecar contra el Espíritu Santo? Bueno, para empezar, note lo que dijo Jesús en el versículo 31. Toda suerte de pecado será perdonado, así que hasta un pecado grave puede ser perdonado.
Entonces, si en el pasado usted cometió una falta grave, hay esperanza. No todo está perdido. Jehová es misericordioso.
Si pecamos, pero nos arrepentimos, aunque recibamos una fuerte disciplina, podemos obtener el perdón. De ahí que el versículo diga que toda suerte de pecado será perdonado. De hecho, ¿notaron lo que Jesús dijo más adelante? Mencionó que incluso quien hablara contra Él podría ser perdonado, mientras que quien blasfemara contra el Espíritu Santo nunca sería perdonado.
¿Por qué? La razón es que Jehová es la fuente de dicho Espíritu, y al usarlo, refleja su forma de ser. Así que hablar en contra del Espíritu o negar su existencia equivale a hablar en contra de Jehová. Claro, aquí Jesús se refería a los que deliberadamente se oponen a que actúe el Espíritu Santo.
¿Tenemos algún ejemplo de alguien que haya actuado así, que blasfemara o pecara contra el Espíritu Santo? Analicemos en qué circunstancias dijo Jesús las palabras de Mateo 12. Él acababa de valerse del poder del Espíritu Santo para curar a un hombre. Noten cómo los líderes religiosos judíos hablaron en contra de una clara demostración del uso del Espíritu Santo.
Mateo 12: 22 dice, Entonces le trajeron un endemoniado, ciego y mudo, y lo curó. De modo que el mudo hablaba y veía. Ese milagro fue una clara muestra del Espíritu Santo de Jehová en acción.
Para la mayoría resultó evidente, pero para los fariseos, no. Veamos lo que añaden los versículos 23 y 24. Pues, simplemente se embelesaron todas las muchedumbres y se pusieron a decir, ¿acaso no será este el hijo de David? Al oír esto, los fariseos dijeron, Este no expulsa a los demonios sino por medio de Belzebú, el gobernante de los demonios.
En vez de reconocer que aquel milagro era obra del Espíritu Santo de Dios, muchos fariseos dijeron todo lo contrario. Aseguraron que la curación de este hombre era obra de Satanás el diablo. ¿Y qué hay de Judas Iscariote, quien traicionó a Jesús por 30 piezas de plata? Pensemos en esto.
Que Jesús viniera a la tierra fue una manifestación del poder del Espíritu Santo. Y Judas planeó la muerte de Jesús. Por eso en Juan 17: 12, se lo llama el hijo de destrucción.
Judas pecó contra el Espíritu. Destruyó por completo su relación con Jehová. Cometió un pecado imperdonable.
No había vuelta atrás. Así que blasfemar contra el Espíritu Santo está más relacionado con los motivos, la condición de corazón y el grado al que se actúa a propósito, y no tanto con el pecado que se comete. Pero nosotros no somos jueces.
Sólo Jehová sabe quién merece resucitar y quién no. Aún así, a nadie le gustaría hacer algo que pudiera llevarlo a pecar contra el Espíritu Santo, como hicieron Judas y algunos líderes religiosos del primer siglo. Pasemos ahora a la siguiente expresión, pecados graves.
¿En qué consisten? ¿Equivalen a pecar contra el Espíritu? ¿Y son los pecados graves lo mismo que entristecer el Espíritu? Bueno, la mayoría de las veces, un pecado grave consiste en violar una ley de Dios. Pecados como, por ejemplo, la inmoralidad sexual, la idolatría, el robo, la extorsión, el asesinato, el espiritismo. Si una persona comete uno de estos pecados y no se arrepiente, pudiera ser expulsada de la congregación.
De ahí que los llamemos pecados graves. Sin embargo, a diferencia de pecar contra el Espíritu, un pecado imperdonable, la persona que comete un pecado grave puede regresar a Jehová y a su organización siempre y cuando se arrepienta de corazón y cambie su modo de actuar. La bondad de Jehová puede cubrir hasta el pecado más grave si ya se ha atendido al pecador.
Se puede alcanzar el perdón. Recordemos que Jesús dijo, Toda suerte de pecado será perdonado. Bueno, ya hemos hablado de lo que es pecar contra el Espíritu, negar deliberadamente la manifestación del Espíritu Santo, un pecado imperdonable.
También explicamos qué es un pecado grave. Como seres humanos imperfectos, podemos llegar a violar una ley divina. Aunque es algo grave, puede haber perdón.
Ahora vayamos de nuevo a nuestro texto temático. Efesios 4.30 dice, También no estén contristando el Espíritu Santo de Dios, con el cual han sido sellados para un día de liberación por rescate. Entristecer el Espíritu no es igual a pecar contra el Espíritu ni a pecar gravemente.
Nuestro lema es, Sigue la guía del Espíritu, no hagas que se ponga triste. Ilustrémoslo así. Usted va de vacaciones a un centro turístico paradisíaco, y está siguiendo otro vehículo porque no sabe exactamente cómo llegar.
Pero no hay problema. El vehículo que va adelante es del centro turístico y lo va a guiar todo el camino. Al principio, todo va bien.
Usted va siguiendo el otro vehículo muy de cerca. Cuando cambia de carril, usted cambia de carril. Cuando acelera, usted acelera.
Pero, ¿qué pasaría si dejara de poner atención? Podría quedarse atrás. Tal vez notara que el vehículo que va siguiendo se ha cambiado al carril izquierdo, pero usted se queda en el derecho. Cuando menos lo espera, su carril lo lleva a una salida, y de repente, usted ya va rumbo a otro lugar.
De igual manera, nosotros vamos en el camino de la santidad. Nos dirigimos hacia el cumplimiento de las promesas divinas. Seguimos la guía del Espíritu Santo.
Al principio, entristecer el espíritu no necesariamente implica cometer un pecado grave. Un pecado grave puede compararse a manejar en la misma autopista, pero en sentido contrario. ¡Ah, y en el mismo carril! Así que un pecado grave nos lleva directo hacia una colisión con el Espíritu Santo de Dios.
Pero entristecer el espíritu, al principio no es tan obvio. Aún vamos en la misma dirección que el espíritu, pero en un carril que nos desviará hacia una salida. Al principio, dicho carril quizás solo nos haga desviarnos ligeramente del camino en el que va el automóvil que vamos siguiendo.
¿Pero qué pasa después? La desviación se hace más obvia y el carril lleva hasta un cruce. ¿Ahora qué? Solo podemos doblar a la izquierda o a la derecha. Nos hemos alejado del espíritu y ya vamos por un camino diferente.
En Efesios 4:30 hay una nota que menciona que la palabra contristar significa entristecer, en este caso, al espíritu. Esto quiere decir que al principio Jehová no está enojado con nosotros, más bien se pone triste por lo que hacemos. ¿Cómo qué cosas podrían entristecer el espíritu? Veamos algunos versículos previos al 30, donde se ubica la expresión que estamos analizando.
El versículo 25 dice así. Por lo cual, ahora que han desechado la falsedad, hable verdad cada uno de ustedes con su prójimo, porque somos miembros que nos pertenecemos unos a otros. ¿Notaron la expresión somos miembros que nos pertenecemos unos a otros? Todos somos hermanos.
Las palabras y acciones poco honradas perturban la unidad de la congregación. Si mentimos, dejamos de seguir la guía del espíritu. Decepcionamos a Jehová y podemos estar en camino a cometer un pecado grave.
Efesios 4:26 habla de otra cosa que entristece el Espíritu de Dios. Efesios 4:26 dice, Estén airados, y no obstante, no pequen, que no se ponga el sol estando ustedes en estado provocado. Este versículo deja claro que el pecado no es enojarse.
Hasta Jehová se enoja. El problema es cuando nos quedamos enojados. Eso es lo que entristece el Espíritu.
En cierta ocasión, un hermano comentó que él y su esposa habían tomado muy en serio el consejo de no acabar el día enojados, pero reconoció que hubo ocasiones en las que sentía que los atardeceres eran eternos. Por eso, ¿qué hacer si estamos enojados? Oremos a Jehová y pidámosle autodominio. Cambiemos de carril y sigamos la guía del Espíritu.
¿Habrá algo más que pueda entristecer o contristar el Espíritu? Si no corregimos una ligera desviación, podemos salirnos del camino. Efesios 4:28 dice, El que hurta, ya no hurte más, sino, más bien, que haga trabajo duro, haciendo con las manos lo que sea buen trabajo, para que tenga algo que distribuir a alguien que tenga necesidad. Robar descaradamente, como robar un banco, es más que solo contristar el Espíritu.
Es un pecado grave. Vamos directo a estrellarnos contra el Espíritu. Pero ¿Qué hay sobre seguir al Espíritu en cosas más pequeñas? Por ejemplo, Hebreos 13:18 dice, Deseamos comportarnos honradamente en todas las cosas.
¿Nos tomamos libertades al trabajar? ¿Tomamos cosas prestadas de la compañía? ¿Trabajamos la jornada completa sin robarle tiempo a nuestro jefe? Ser honrados es lo mejor. Así seguiremos la guía del Espíritu, en el carril correcto y a la velocidad indicada, dentro del camino de la santidad. Pero ¿habrá otra salida que debamos evitar en el camino de la santidad? Efesios 4:29 dice, No proceda de la boca de ustedes ningún dicho corrompido.
Sí, lo que decimos puede entristecer el Espíritu. Sino todo dicho que sea bueno para edificación según haya necesidad, para que imparta lo que sea favorable a los oyentes. El Espíritu de Dios nos ayuda a cuidar nuestras palabras.
Cuando nos sentimos frustrados o bajo presión, ¿recurrimos a expresiones inapropiadas, como los eufemismos? Usar un eufemismo implica sustituir una palabra vulgar u ofensiva con una que significa lo mismo, pero que suena más suave. Si hablamos de esa manera, entristecemos el Espíritu. ¿Y qué hay de Mateo 5:28? Ahí Jesús afirmó, Yo les digo que todo el que sigue mirando a una mujer a fin de tener una pasión por ella, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
Al expresar que ya se había cometido adulterio en el corazón, Jesús no lo decía en sentido literal, lo que sería un pecado grave. Más bien, se refería al hecho de mirar a una mujer a fin de tener una pasión por ella. Por ejemplo, ver pornografía entristece al Espíritu Santo.
Quien lo hace pone triste a Jehová y llega un momento en que termina siendo desagradable a sus ojos. Tal como dijo Jesús, esto puede llevar a cometer un pecado grave. De hecho, el tipo de pornografía y la frecuencia con la que se ve puede ser en sí un pecado grave.
Entonces, ¿Qué más podemos hacer para no entristecer el Espíritu Santo? No esparcir chismes, apoyar a los ancianos y no causar divisiones en la congregación. Así, demostraremos que seguimos la guía del Espíritu. Leamos de nuevo Efesios 4:30. Dice, También no estén contristando el Espíritu Santo de Dios, con el cual han sido sellados para un día de liberación por rescate.
Hagamos un repaso. Vamos a pedir a dos hermanos que pasen. Traen algunos artículos que vamos a usar.
Ellos son Brett Cox y Michael Banks. Por si se lo están preguntando, no sirven como meseros en Bethel. Son secretarios en la oficina del Comité de Enseñanza, pero les hemos pedido que nos ayuden el día de hoy.
Muchas gracias. Solo por si acaso, les aclaro que este no es un programa de cocina de la Watchtower, pero vamos a utilizar algunas ayudas visuales para repasar lo que hemos aprendido acerca de entristecer el espíritu. Aquí tenemos tres panes que se ven deliciosos.
Esto es ajo en polvo. Esto es lodo. Esto representa veneno.
Y, por último, tenemos un bote de basura. Los panes representan la relación que tres personas tienen con Jehová. 1 Samuel 16: 7 dice que el simple hombre ve lo que aparece a los ojos, pero en cuanto a Jehová, él ve lo que es el corazón.
Sí, Jehová ve nuestro interior, sabe cómo está nuestra relación con Él. Bueno, como pueden notar, los tres panes están limpios, sin ningún tipo de impureza. Esto representa la relación pura que en un principio Adán tenía con Jehová.
Y que todos los humanos iban a heredar. El pecado de Adán manchó nuestra relación con Jehová. El ajo en polvo representa el pecado y la imperfección que heredamos al nacer.
Obviamente, el ajo en polvo no es venenoso. El pan todavía se puede comer, pero ya no sabe igual. De manera similar, aunque tenemos la mancha del pecado, Jehová no nos tira la basura.
Nos permite tener una relación con Él gracias al sacrificio de Jesús. Entonces, repasemos. Primero, pecar contra el Espíritu.
Lo que tengo en mis manos representa veneno. Cuando los fariseos negaron deliberadamente la manifestación del Espíritu Santo, hablaron en contra de Jehová. Fue como si, con sus acciones, echaran veneno al pan.
Ahora tiene veneno. Ya no se puede comer. Cuando Jehová determina que alguien ha pecado contra el Espíritu, ya no hay perdón.
La relación con Dios queda arruinada para siempre. Él desecha a la persona, como si fuera basura, igual que hizo con Judas, el hijo de destrucción. Bien, ahora veamos a qué podemos comparar los pecados graves.
Si metemos el pan en el lodo, lógicamente se ensucia. Se comete un pecado grave al pasar por alto las normas de Jehová, al cometer actos como los descritos en 1 Corintios 6:10. Los pecados graves ensucian o dañan nuestra relación con Jehová. Tal vez nuestra primera reacción sería tomar el pan y tirarlo a la basura.
Bueno, es cierto que un pecado grave mancha la relación que alguien tiene con Jehová. ¿Pero es lo mismo pecar contra el Espíritu que cometer un pecado grave? ¿Habrá que tirar el pan? No. Una persona sí puede arrepentirse de un pecado grave.
Si deja de hacerlo malo, le pide perdón a Jehová, habla con los ancianos y da los pasos necesarios para regresar a Jehová. Entonces Dios corta el pedazo manchado, es decir, toma el pecado cometido y lo olvida, como si lo tirara a la basura. No vuelve a pensar en el asunto.
¿Con qué se queda? Con el pan que aún tiene ajo en polvo. Sí, todavía somos imperfectos, tenemos una mancha, pero sí podemos volver a tener una buena relación con Jehová. Por último, ¿Cómo podemos ilustrar lo que significa entristecer el Espíritu? Recordemos que entristecer el Espíritu es alejarse de la guía de dicho Espíritu.
Efesios 4:25-29 menciona prácticas que llevan a eso, como la falta de honradez, permanecer enojados y usar habla vulgar. Así que entristecer el Espíritu no es como el veneno de pecar contra el Espíritu. Tampoco es igual que el lodo del pecado grave.
Entristecer el Espíritu se puede comparar a echar más ajo en polvo sobre el pan. No daña nuestra relación con Jehová inmediatamente. Pero si seguimos alejándonos de la guía del Espíritu, entristecemos a Jehová, contristamos el Espíritu.
¿Qué tenemos que hacer entonces? Abandonar la mala conducta. Pedir perdón a Jehová y dejar atrás cualquier rastro de malas actitudes. Aunque sigamos siendo imperfectos, podemos volver a tener una sana relación con Jehová.