Hermanus van Selm: Grabemos en nuestro corazón los pensamientos de Jehová (Sal. 119:97)

En el comentario de hoy hay dos expresiones clave, son “nuestro corazón” y “los pensamientos de Dios”.

Pensando en estas dos ideas, respondamos las siguientes preguntas: ¿Qué es el corazón?

¿Cuánto deben influir en nuestro corazón los pensamientos de Dios?

Y ¿cómo podemos absorber esos pensamientos?

Para empezar, ¿qué es el corazón?

Bueno, en la Biblia, la palabra corazón aparece alrededor de 1.000 veces y, aunque eso es mucho, en muy pocos casos se refiere al corazón literal.

Todos los demás versículos se refieren al corazón simbólico.

Entonces, ¿qué es el corazón simbólico?

Quienes somos por dentro.

¿Se refiere a nuestras emociones?

Sí, las emociones son parte de nuestro corazón.

¿Se refiere a nuestra capacidad de pensar, a nuestra mente?

Sí, también incluye la mente.

¿Se referirá también a nuestros motivos?

Sí, los motivos son parte del corazón.

¿Y cómo se relacionan entre sí todas estas partes que forman nuestro corazón?

Para contestar esta pregunta, imaginemos que nuestro corazón es un libro.

Un libro está formado por muchos capítulos.

De la misma manera, nuestro corazón está formado por varias cualidades y habilidades.

Por eso, igual que todos los capítulos juntos forman un libro, todas las cualidades que hay en nuestra persona interior forman nuestro corazón.

Entonces, ¿cuántos capítulos puede tener nuestro corazón?

Muchísimos.

No solo incluye nuestras emociones, nuestros motivos y nuestros pensamientos, sino también nuestra actitud y nuestros deseos, nuestra disposición, nuestras metas y muchas otras cosas.

Así pues, si muchos capítulos forman el corazón, ¿cuántos capítulos, por decirlo así, habrá en nuestro corazón?

Nuestro corazón está formado por todas las cualidades de nuestra persona interna, las que nos hacen únicos, las que nos hacen ser quienes somos.

Ahora, ¿cuánto deben influir los pensamientos de Jehová en nuestro corazón?

Bueno, la Biblia contesta esta pregunta con una comparación, y encontramos esa comparación en Proverbios 7:1-3.

Léanlo conmigo, por favor.

Proverbios 7:1, 3: “Hijo mío, pon en práctica mis palabras y atesora mis mandamientos”.

Y la última parte del 3: “Escríbelos en la tablilla de tu corazón”.

¿Por qué usó Salomón la palabra tablilla al referirse al corazón?

Bueno, hoy en día no usamos tablillas, pero sí usamos tablets, que son dispositivos electrónicos portátiles.

Pero, en tiempos bíblicos, cuando los israelitas escucharon “escríbelos en la tablilla de tu corazón”, seguramente se acordaron de las dos tablas de piedra en las que Jehová escribió los Diez Mandamientos.

Y, si lo pensamos, en cierto modo esas tablas eran como nuestras tablets, pero mucho más pesadas.

La primera vez que aparece la palabra tablas en la Biblia es en Éxodo 24.

Allí Jehová le dijo a Moisés que escribiera sus mandamientos en tablas de piedra.

Y luego, en Éxodo 32:16, la Biblia describe el método de escritura que Jehová usó: “Las tablas eran obra de Dios, y la escritura era la escritura de Dios grabada sobre las tablas”.

Así pues, ¿qué sabían los israelitas sobre el método de escritura que Jehová había usado?

Bueno, ellos sabían que Dios no había escrito sus leyes en la superficie de las tablas con una tiza.

No, porque si hubiera sido así se habrían borrado fácilmente.

Ellos sabían que los mandamientos de Dios estaban grabados en las tablas de piedra.

Entendían que las leyes de Dios estaban bien talladas en ellas.

Ahora eran parte de la piedra.

Nadie las podía ni quitar ni borrar; eran permanentes.

Entonces, ¿por qué comparó Salomón el corazón a una tablilla o tabla?

Para enseñarnos algo importante sobre la relación entre los pensamientos de Jehová y nuestro corazón.

¿Qué cosa?

Que, igual que los mandamientos estaban grabados en las tablas, las leyes de Jehová deben estar grabadas en nuestro corazón, en nuestra persona interior.

Deben formar parte de nosotros de manera permanente.

¿Y qué podemos hacer para asegurarnos de que nuestro corazón absorbe los pensamientos de Dios?

El salmista David nos ayuda a responder esa pregunta en el Salmo 19:14.

Leámoslo juntos y notemos con qué relacionó David el corazón.

Salmo 19:14: “Que las palabras de mi boca y las reflexiones de mi corazón sean de tu agrado, oh, Jehová, mi Roca y mi Redentor”.

Así que este salmo relaciona el corazón con la meditación.

Y está claro que, cuando meditamos en la Biblia, dejamos que el corazón absorba los pensamientos de Dios.

Pero tenemos que meditar de la manera correcta.

¿Cuál es esa manera?

Pongamos una comparación.

Estudiar la Palabra de Dios y tomarse el tiempo para meditar es parecido a preparar una taza de té.

¿Una taza de té?

¿Y eso qué tiene que ver?

Bueno, para preparar una taza de té necesitamos una taza, agua y una bolsita o saquito de té.

Podemos decir que la taza es como nuestra persona exterior y el agua en la taza es como nuestra persona interna o nuestro corazón.

Y ahora tenemos la bolsita de té.

Pero no es cualquier té.

No.

Es el mejor té que se puede encontrar.

Ese té no solo es sabroso, sino que tiene muchas propiedades beneficiosas para la salud.

Y podemos decir que esta valiosa bolsita de té es como un pasaje de la Biblia.

Ahora bien, antes de poner la bolsita de té, ¿qué es lo primero que tenemos que hacer?

Pues lo primero es preparar el agua, es decir, tenemos que calentarla para que tenga la temperatura correcta y así poder echar la bolsita de té.

De igual manera, antes de leer la Biblia, primero tenemos que preparar nuestro corazón para que esté en las condiciones apropiadas para absorber las palabras y los pensamientos de Dios.

¿Y cómo preparamos el corazón?

O lo que es lo mismo, ¿cómo calentamos el agua?

Orándole a Jehová y pidiéndole que nos ayude a tener un corazón receptivo para escuchar su Palabra.

Ahora estamos listos para el siguiente paso: meter la bolsita de té en el agua.

De igual forma, después de orar, estamos listos para el siguiente paso: comenzar a leer la Biblia.

Bueno, después de dar todos estos pasos, surge una pregunta muy importante: ¿durante cuánto tiempo dejamos la bolsita de té en el agua?

Pues, si tenemos prisa, dejamos la bolsita unos segundos en la taza, la metemos y la sacamos del agua un par de veces, y luego la retiramos.

¿El resultado?

Un té aguado e insípido.

De igual forma, si leemos la Biblia deprisa y pensamos solo unos segundos en lo que acabamos de leer y enseguida nos vamos a hacer otras cosas, ¿cuál será el resultado?

Pues que no le daremos tiempo a nuestro corazón de absorber los pensamientos de Dios.

Pero, si dejamos la bolsita de té mucho más tiempo en el agua, le permitimos a esta absorber el té.

El té se volverá parte del agua, y tendremos una buena taza de té intenso.

De manera parecida, si después de leer con calma un pasaje de la Biblia pausamos y dedicamos tiempo a meditar en lo que leemos, le estaremos dando a nuestro corazón la oportunidad de absorber las valiosas verdades de la Palabra de Dios.

¿Y cuál será el resultado?

Que los pensamientos de Jehová formarán parte de nuestro corazón para siempre.

En resumen, ¿qué tres ideas hemos analizado?

Primera: nuestro corazón está formado por todas las cualidades de nuestra persona interna, las que nos hacen seres únicos.

Segunda: los pensamientos de Jehová deberían influir en nuestro corazón hasta el punto de llegar a formar parte permanente de nosotros.

Y tercera: para que nuestro corazón absorba los pensamientos de Jehová, tenemos que tomarnos el tiempo para meditar en lo que leemos en la Palabra de Dios.

Entonces, cuando meditamos, ¿cuál es la meta?

Queremos ser una buena taza de té intenso.

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