Per Christensen: Una enseñanza esencial que fortalece nuestra fe (1 Cor. 15:17)

Sin duda, no siempre es fácil ser un cristiano en el mundo en que vivimos.

Para seguir siendo leales a Jehová, necesitamos una fe fuerte.

Sobre todo necesitamos tener fe en la resurrección de Jesús.

Esta es la base de todas las cosas en las que creemos.

Si no creemos en la resurrección de Jesús, no podemos confiar en otras promesas de la Biblia.

Y Pablo lo dijo claramente en 1 Corintios 15:17: “Además, si Cristo no fue resucitado, la fe de ustedes es inútil; todavía están en sus pecados”.

Si Jesús no fue resucitado, no tenemos esperanza para el futuro.

Y, si Cristo no resucitó, nunca volvió al cielo.

Entonces, nunca se presentó ante su Padre para entregarle el valor de su sacrificio.

Entonces, nunca se pagó el rescate.

Y, como dijo Pablo, todavía estamos en nuestros pecados.

Es decir, nuestros pecados no se perdonan; y, entonces, no habrá resurrección.

No va a haber vida, o vida eterna, para ninguno de nosotros.

“Si Cristo no fue resucitado, la fe de ustedes es inútil”.

Por eso, está claro que tener una fe firme en la resurrección de Jesús es clave para seguir andando fieles en la verdad.

Así que ¿por qué podemos estar tan seguros de que Jesús resucitó?

Si todavía tienen su Biblia abierta en 1 Corintios 15, en los versículos 3 a 8 encontramos una de las razones.

No lo vamos a leer todo, pero en el versículo 3 dice que “Cristo murió”; en el versículo 4 dice que “fue resucitado al tercer día”; en el 5 dice que “se le apareció a Cefas y después a los Doce”; en el 6 dice que “se les apareció a más de 500 hermanos a la vez” —la mayoría de ellos seguían vivos, aunque algunos habían muerto—; en el 7, “se le apareció a Santiago”, y en el 8 dice que también se le apareció al apóstol Pablo.

Entonces, sí hubo testigos.

Hubo muchos testigos: los Doce, los 500 hermanos, Santiago y también Pablo.

¿Pero de verdad son confiables estos testigos?

Después de todo, no podemos hablar con ellos.

Me hubiera encantado traerlos aquí y poder entrevistar a cada uno de ellos.

Mi primera pregunta sería: “¿Pudiste ver con tus propios ojos a Jesús resucitado?

¿Cuán cerca estabas?

¿Pudiste oír su voz?

¿Pudiste tocarlo?

¿Estás completamente seguro de que viste a Jesús resucitado?”.

Bueno, eso no va a pasar porque no podemos preguntarles nada.

Pero ¿hay algo que podamos hacer para estar realmente seguros de que ellos de verdad vieron a Jesús resucitado?

Sí, lo hay: analizar la vida que ellos llevaron después de la resurrección de Jesús.

Estaban convencidos de que Jesús había resucitado y de que lo habían visto.

Por ejemplo, después de la muerte de Jesús los apóstoles fueron perseguidos, y algunos hasta ejecutados.

O sea, ¿hubieran estado dispuestos a aguantar persecución e incluso la muerte si hubieran tenido dudas?

No.

Pasaron por todo eso porque estaban seguros de que habían visto a Jesús resucitado.

¿O qué hay de los 500?

Pablo dijo que, al momento de escribir esto, la mayoría todavía estaban vivos.

Y sabemos que algunos años más tarde pasaron por una intensa persecución.

Muchos murieron en espectáculos romanos, a otros los quemaron vivos...

Pero ¿hubieran aguantado todo eso si hubieran tenido dudas?

Estuvieron dispuestos a aguantar porque habían visto a Jesús resucitado.

También se menciona a Santiago.

Probablemente este sea el medio hermano de Jesús.

Y, por supuesto, como menciona Juan 7:5, los hermanos de Jesús no demostraron fe en él.

Y, en Marcos 3:21, leemos que hasta llegaron a decir que se había vuelto loco.

Así que los hermanos de Jesús no pusieron su fe en él.

Luego Jesús se le apareció a Santiago, y él cambió de parecer.

Ahora tenía fe en él, y sus hermanos también.

En Hechos 1:14 se dice que los hermanos de Jesús estaban reunidos con la congregación, estaban orando con ellos.

Pasaron de no tener fe a creer en Jesús, a tener fe en él, después de que se le apareciera a Santiago.

Y luego tenemos a Pablo.

Él habla de su caso en 1 Corintios 15:8: “Al final se me apareció a mí como a alguien nacido prematuramente”.

Entonces, ¿qué pensaba Pablo?

¿De verdad creía Pablo que había visto a Jesús resucitado?

Sí, claro que sí.

Solo piensen en cómo cambió su vida.

Su vida dio un giro de 180 grados.

Podríamos decir que, antes de esto, Pablo era un hombre prominente, un hombre importante en la sociedad de aquellos tiempos, que viajaba en primera clase.

Hasta que vio a Jesús resucitado, y le cambió la vida.

Podemos leer sobre este gran cambio en 2 Corintios 11:23-27.

No vamos a leer el relato completo, solo resaltar algunas cosas.

Por ejemplo, él dijo que estuvo muchas veces en prisión, recibió muchos golpes, estuvo a punto de morir varias veces.

Cinco veces recibió 40 golpes menos uno, tres veces lo golpearon con varas, fue apedreado, naufragó, estuvo en peligro por ríos, por ladrones, por parte de su pueblo, por las naciones, en peligro en la ciudad, en el desierto, en el mar, entre falsos hermanos; trabajó sin descanso y con mucho esfuerzo; pasó muchas noches sin dormir, pasó hambre y sed, se quedó muchas veces sin comer, pasó frío y se quedó sin ropa.

Siendo sinceros, ¿quién elige una vida así?

¿Ustedes creen que Pablo quería eso?

Cambió una vida cómoda por una vida llena de sacrificios.

¿Hubiera estado dispuesto a hacerlo si hubiera tenido dudas?

Claro que no.

Él pasó por eso porque había visto a Jesús resucitado.

Así que estos testigos son confiables, podemos creer en lo que dicen.

La vida que llevaron después de ver a Jesús resucitado es una prueba de que estaban completamente seguros de la resurrección de Jesús.

¿Es importante saber esto?

Es fundamental.

Si recordamos las palabras que Pablo escribió en 1 Corintios 15:17, ¿qué vemos?

Pues que está claro que nuestra fe no es inútil.

Jesús sí resucitó.

Volvió al cielo, se presentó delante de su Padre y le entregó el valor de su sacrificio.

Se pagó el rescate.

Así que Jehová puede perdonar nuestros pecados.

Así que habrá una resurrección.

Así que habrá un nuevo mundo.

Así que podremos tener vida, vida eterna.

Sí, todo esto va a ocurrir.

La resurrección de Jesús es una garantía de que todo esto va a pasar.

Y de que podemos seguir firmes en la verdad sin importar las pruebas que pasemos.

Ya vimos lo que les sucedió a los Doce y a los 500 hermanos.

Pero, gracias a que tuvieron una fe firme en la resurrección de Jesús, pudieron aguantar incluso hasta la persecución.

Esperamos no tener que pasar por todo lo que pasó el apóstol Pablo, pero sabemos que nos esperan días difíciles.

Sin embargo, por nuestra fe firme en la resurrección de Jesús, podemos seguir sirviendo fielmente a Jehová.

Y, al igual que nuestros hermanos y hermanas del primer siglo, podremos aguantar persecución —y hasta la muerte— porque sabemos que va a haber una resurrección.


Per Christensen: Una enseñanza esencial que fortalece nuestra fe (1 Cor. 15:17) [9:21]







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