JW Broadcasting: Mayo de 2025

JW Broadcasting: Mayo de 2025


 ¡Bienvenidos!

En el programa de este mes conoceremos a un hermano que tuvo una infancia muy difícil, marcada por la violencia, pero que encontró amor verdadero y paz dentro del pueblo de Jehová.

Veremos cómo los matrimonios pueden tomar buenas decisiones y trabajar en equipo, incluso cuando no estén de acuerdo en algo.

Y el video musical de este mes nos recordará lo importante que es agradecer y no dar por sentado cada minuto que pasamos con las personas que más amamos.

¡Disfruten del programa de este mes de JW Broadcasting®!

Sabemos muy bien lo que va a pasar en el futuro.

Las profecías de la Biblia muestran claramente que vivimos en “los últimos días”.

Y sabemos qué cosas tienen que pasar para que comience Armagedón y llegue el nuevo mundo.

Pero, claro, lo que no sabemos es qué cosas nos van a ocurrir a cada uno de nosotros.

Por ejemplo, tal vez nos preguntemos: “¿Me tocará pasar por un desastre natural?

Y, si es así, ¿qué tipo de desastre?

¿Qué pasará conmigo cuando llegue la persecución?

¿Terminaré en prisión?”.

O quizás alguna vez haya pensado: “¿Quién me cuidará cuando sea mayor?”.

¿Se ha preguntado alguna vez algo parecido?

¿Le produce ansiedad o miedo pensar en estos asuntos?

Preocuparnos por esas cosas puede impedirnos pensar con claridad.

Pero, cuando nos damos cuenta de lo bien preparados que estamos, podemos hacer desaparecer esos sentimientos.

Por ejemplo, ¿recuerdan la producción audiovisual “Pon tu camino en manos de Jehová”, que se presentó en la asamblea regional de 2023?

Nos mostró que seguir las instrucciones de la organización puede salvarnos la vida cuando hay disturbios e inestabilidad política.

Pero ¿será que hay algo más que podamos hacer para estar bien preparados para el futuro?

Claro que sí.

Todos los días hacemos cosas que nos preparan para lo que está por venir.

Repasemos juntos qué cosas ya estamos haciendo y veamos por qué no tenemos razones para sentir miedo o ansiedad.

El apóstol Pedro escribió sus cartas en tiempos de dificultad e inestabilidad política.

Los hermanos y hermanas del siglo primero sabían muy bien que estaban viviendo en los últimos días del sistema judío.

Como Jesús se lo había advertido, sabían que pasarían por problemas.

Lo que no sabían era qué dificultades tendrían ni en qué momento llegarían.

Era imposible para ellos prever todas y cada una de las posibilidades.

Además, Pedro, que ya no era un jovencito, quizás se preguntaba quién cuidaría de él y de otros hermanos mayores cuando llegara el momento.

Quizás había observado que el envejecer o el tener problemas de salud había generado preocupación en algunos.

Eso es muy parecido a lo que nos ocurre hoy en día, ¿verdad?

Veamos algunas sugerencias que dio el apóstol Pedro para superar estas inquietudes.

En 1 Pedro 1:13, él dijo: ¿Estaba Pedro aconsejando que acumularan dinero o cosas materiales?

¡No!

Más bien, animó a los hermanos a fortalecer su fe y a confiar en Jehová.

No había por qué dudar.

Jehová tenía todo bajo control.

Él había prometido proteger a los cristianos del siglo primero, y cumpliría su promesa.

Volvamos al versículo 13.

¿Cuáles son las tres cosas que les dijo Pedro a los cristianos que tenían que hacer?

1) “Preparen su mente para actuar”, 2) “mantengan por completo su buen juicio” y 3) “pongan su esperanza en la bondad inmerecida”.

Analicemos cada punto y veamos cómo nos pueden ayudar a estar mejor preparados para el futuro.

En primer lugar, Pedro nos dice que preparemos nuestra mente para actuar.

Tenemos que estar preparados, listos para hacer algo.

¿Y qué es lo que hay que hacer?

Tenemos que hacer varias cosas, pero veamos una que menciona Pedro en su primera carta, en el capítulo 2, en el versículo 9: En el siglo primero, los cristianos estaban muy ocupados contándoles a otros las buenas noticias acerca de Jesús.

Y nosotros hoy hacemos lo mismo.

Estamos muy ocupados en la predicación, diciéndoles a todos que Jesús es Rey en los cielos y que tenemos una esperanza maravillosa para el futuro.

Entonces, ¿cómo nos ayuda la predicación a estar preparados para lo que pueda pasar en el futuro?

Cuando les hablamos a otros acerca de nuestra esperanza, se fortalece nuestra fe en las promesas de la Biblia.

La predicación nos mantiene enfocados en el servicio a Jehová y vemos cómo mejora la vida de la gente.

Además, al predicar se profundizan nuestros sentimientos de gratitud por pertenecer a la familia de Jehová.

¿Lo motiva la gratitud a participar con ganas en la predicación?

Tal vez sus circunstancias incluso le permitan participar en el servicio de tiempo completo.

Al estar activo, ocupado en la predicación, usted le demuestra a Jehová que el Reino es lo primero en su vida.

Y Jehová ha prometido que cuidará de todos aquellos que pongan el Reino en primer lugar.

Estamos en las manos de Jehová.

Él nos va a proteger, nos va a cuidar; no hay por qué sentir ansiedad ni miedo.

Así que estar ocupados en la predicación es el primer paso que nos ayudará a estar preparados para el futuro.

En segundo lugar, el apóstol Pedro nos recomienda mantener por completo nuestro buen juicio.

Esto significa pensar de manera equilibrada.

Cuando pensamos de esta manera, evaluamos bien los asuntos, llegamos a las conclusiones correctas y tomamos buenas decisiones.

¿Y no es ese nuestro objetivo?

¿Cómo podemos tomar buenas decisiones, especialmente cuando nos toca pasar por situaciones inesperadas?

Podremos mantener nuestro buen juicio si cultivamos cualidades cristianas.

Por ejemplo, Pedro menciona una cualidad muy importante en su segunda carta, capítulo 2, versículo 9: Entonces, ¿qué cualidad nos ayuda a mantener el buen juicio y a tomar buenas decisiones?

Es la devoción a Dios, que consiste en ser leales a Jehová y hacer todo lo que nos pide.

¿Y no es eso lo que prometimos cuando le dedicamos nuestra vida a él y nos bautizamos?

Claro que sí.

Y desde entonces hemos tomado muchísimas decisiones siguiendo su guía, que a menudo nos llega por medio de su organización.

Hacer caso a veces es fácil, otras veces no tanto, especialmente cuando no entendemos las instrucciones o no estamos de acuerdo con ellas.

¿Recuerda alguna ocasión en la que se le hizo difícil obedecer a Jehová?

¿Se dio cuenta después de que por haber hecho caso tuvo buenos resultados?

Fue su amor a Jehová y su profunda devoción lo que lo motivó a obedecer y a tomar buenas decisiones.

¿Qué nos enseña eso?

Obedecer las instrucciones que Jehová nos da hoy no solo nos beneficia ahora, sino que también nos prepara para el futuro.

De esta manera, cuando el día de mañana nos toque pasar por situaciones difíciles, lo más natural para nosotros será obedecer a Jehová.

¿Verdad que esta es la mejor manera de prepararnos para lo que viene?

Por ejemplo, tal vez recuerden a la hermana Margaret Wyrick, quien tuvo que huir de su hogar por causa de los incendios.

La organización de Jehová le enseñó lo importante que era obedecer a quienes dirigían el tráfico.

Aunque ella quería ir por cierto camino, fue obediente y siguió las instrucciones.

Eso la protegió.

Ella demostró que tenía devoción a Dios.

Esa cualidad la preparó para lo que estaba por venir y le salvó la vida.

Entonces, Pedro dijo que mantengamos nuestro buen juicio.

¿Cómo?

Cultivando cualidades cristianas como la devoción a Dios.

Hacer eso nos permitirá tomar buenas decisiones y sentir el cuidado de nuestro Padre, Jehová.

¿Cuál es el tercer punto que menciona 1 Pedro 1:13?

El apóstol nos aconseja que pongamos nuestra “esperanza en la bondad inmerecida”.

¿Qué nos estaba queriendo decir Pedro?

¿Cómo pueden estas dos cosas —la esperanza y la bondad inmerecida— ayudarnos a prepararnos para el futuro?

En primer lugar, pensemos en cómo la esperanza nos ayuda a mantener la estabilidad.

La Biblia compara la esperanza al ancla de un barco, que lo ayuda a mantenerse estable durante la tormenta.

Cuando comenzamos a inquietarnos por lo que quizás podría pasarnos en el futuro —persecución, desastres naturales, problemas de salud—, ¿no parece que estamos en medio de una tormenta?

Sin esperanza, es muy fácil que acabemos perdiendo el equilibrio.

Pedro nos anima a que no nos centremos en lo que quizás pueda pasar, sino a enfocarnos en lo que es seguro, firme, en lo que sí sabemos.

Nuestra esperanza, lo que esperamos para el futuro, es realmente lo que nos da estabilidad.

¿Por qué escribió Pedro que había una relación entre la esperanza y la bondad inmerecida?

Porque la esperanza que tenemos es un regalo de Jehová, y la resurrección de Jesús es la base de nuestra esperanza.

Mientras más meditemos en esto, más agradecidos seremos y más fuerte será nuestra esperanza.

Ser personas agradecidas tiene un efecto en nuestras decisiones.

¿De qué manera?

Por ejemplo, notemos la actitud que Pedro nos recomienda que tengamos en 1 Pedro 2:11: Las decisiones que tomamos cada día demuestran que no somos parte del mundo y que no buscamos la protección que nos ofrece.

Somos ciudadanos del Reino de Dios.

Y Pedro nos recuerda que tenemos que ser diferentes.

En nuestro caso, la forma en la que vemos las cosas materiales es muy distinta a la del mundo.

El materialismo es un deseo egoísta que ha afectado a las personas que nos rodean, y muchas de ellas darían lo que fuera por tener más cosas.

Por ejemplo, a muchos les preocupa demasiado tener suficiente dinero para asegurarse el futuro.

Claro, es verdad que es sabio y prudente hacer planes para el día de mañana.

Pero preocuparse demasiado por las necesidades materiales que quizás surjan puede poner una presión muy grande sobre nuestros hijos y otros familiares y hacer que centren su vida en acumular dinero.

En algunas culturas, esto es muy común.

Y, si no tenemos cuidado, se nos puede pegar ese punto de vista.

Quizás nos sintamos obligados a hacer lo mismo que los demás.

Esto podría afectar no solo nuestra amistad con Jehová, sino también la amistad que tienen nuestros familiares con él.

En la siguiente entrevista veremos qué decisiones tomaron unos padres que pertenecen a una cultura como la que recién mencionamos.

Hong Kong es una ciudad muy moderna, y se sabe que aquí encontrar un lugar donde vivir es muy caro.

Yo era profesor y, cuando daba clases, les decía a mis alumnos que tenían que estudiar mucho y que estudiaran algo que les permitiera tener un trabajo bien pagado, que les trajera mucho dinero, y así pudieran tener una vida cómoda y estable.

Antes de conocer la verdad yo pensaba que, para que mis hijos tuvieran el futuro asegurado, necesitaban un muy buen trabajo que además les permitiera ayudarnos económicamente.

Como somos testigos de Jehová, no queríamos que nuestros hijos descuidaran sus estudios, pero también queríamos que conocieran muy bien la Biblia.

Así que empezamos a darles clases bíblicas, y los llevábamos a las reuniones y los ayudábamos a predicarles a las personas.

Desde que eran pequeños, me esforcé por enseñarles que todas las cosas buenas vienen de Jehová y que por eso siempre hay que darle las gracias.

Así que, cuando uno de mis hijos me dijo que quería ser precursor, me alegré muchísimo y le dije “Claro que sí.

¡Qué buena meta!”.

Cuando me enteré de que quería ser precursor y trabajar a tiempo parcial, me preocupé porque pensé que no nos alcanzaría el dinero.

Pero nunca tuvimos ningún problema.

Jehová siempre nos bendijo.

Siempre tuvimos más dinero del que en realidad necesitábamos, así que pude ver cómo nos cuidaba Jehová y nos daba lo que nos hacía falta.

Cuando mi hijo mayor me dijo que quería dejar sus estudios y aprender un oficio relacionado con la construcción, no me gustó para nada.

Yo pensaba que ese trabajo era más para los que no eran buenos estudiantes, y además sería un trabajo físicamente exigente.

Pero nos explicó que pensaba que un trabajo de construcción sería útil en la actualidad y también para siempre en el nuevo mundo.

Aunque al principio me costó, al final terminé respetando su decisión.

Les enseñamos a nuestros hijos que hay que poner a Jehová en primer lugar en la vida, así que, cuando mi hijo puso en práctica ese consejo, yo debía respetar esa decisión.

Para que todos en nuestra familia pudiéramos ser precursores, necesitábamos simplificar nuestra vida.

En nuestra adoración en familia, hablamos de cómo podríamos colaborar entre todos para reducir nuestros gastos.

Me di cuenta de que en realidad no nos faltaba nada y de que entre todos podíamos aportar lo suficiente para cubrir nuestras necesidades.

Nuestros hijos ya son mayores y todos sirven felizmente a Jehová.

Le estoy muy agradecido a Jehová porque todos mis hijos han llegado a amarlo con todo su corazón.

¡Somos tan felices en mi familia!

Y cada vez que veo sus rostros sonrientes le doy muchas gracias a Jehová.

He visto con mis propios ojos que Jehová siempre cuida de sus siervos.

Es como dice Mateo 6:33: si seguimos “buscando primero el Reino y la justicia de Dios”, él nos cuidará.

Y, si nuestras oraciones están en armonía con la voluntad de Jehová y nos esforzamos al máximo, él sin duda bendecirá nuestros esfuerzos.

Así que estoy convencido de que el futuro que nos espera será maravilloso.

Ser diferente puede ser muy difícil, pero ¿verdad que nos animó ver cómo este matrimonio no se dejó influir por las expectativas de la gente de su entorno?

En lugar de eso, se alegraron mucho cuando vieron que sus hijos tenían metas espirituales y decidieron apoyarlos para que las alcanzaran.

La mejor manera de prepararnos para el futuro es fortaleciendo nuestra amistad con Jehová.

Y, bueno, puede que Jehová use a los hijos para que cuiden de sus padres o también puede que la ayuda venga de otro lugar.

Sea como sea, Jehová cumplirá su promesa: él va a cuidarnos.

Para estar completamente preparados, con un corazón agradecido ponemos nuestra esperanza en Jehová, el Dios en quien confiamos.

Después de escuchar este discurso, ¿se dio cuenta de que ya está haciendo todas estas cosas?

Seguramente.

Pues, si es así, no hay ningún motivo para estar inquietos, preocupados o asustados por las pruebas que quizás tengamos que pasar.

Así que ¿cómo miramos nosotros al futuro?

Con confianza, porque estamos bien preparados para lo que venga.

También estamos bien preparados para la predicación.

Recibimos herramientas y capacitación para hablar con todo tipo de personas, incluso con aquellas que no son religiosas.

¿Qué podemos hacer para llegar al corazón de estas personas cuando les predicamos?

Lo veremos en el siguiente episodio de “El hierro afila el hierro”.

¡Bienvenidos, hermanos!

Soy Akihiro.

Y esto es “El hierro afila el hierro”.

¿Les ha pasado esto?

Al iniciar una conversación, la persona los detiene y ahora les dice: “No me interesa la religión”.

Si es así, ¿recuerda cómo reaccionó?

Quizá se puso nervioso y se quedó sin saber qué decir.

Confieso que también me ha pasado.

En este episodio de “El hierro afila el hierro” veremos cómo llegar al corazón de personas que no están interesadas en la religión siguiendo tres sugerencias.

Pero, antes de eso, ¿en qué piensan cuando alguien les dice “No me interesa la religión”?

Quizá lleguemos a la conclusión de que la persona no cree en Dios.

Pero en realidad, aunque no pertenezca a una religión, puede que la persona sí crea en Dios o en alguna fuerza superior.

Así que no demos por hecho que sabemos lo que cree la persona.

La lección 9 del folleto Una obra de amor dice: “Cuando mostramos empatía, nos preocupamos por las personas y no solo por dar a conocer nuestro mensaje”.

¿Qué implica eso?

Que primero tenemos que dejar que la persona se exprese con libertad y luego mostrarle empatía.

¿Cómo podemos lograr esto con personas a las que no les interesa la religión?

Veamos tres ideas: 1) seamos positivos, 2) escuchemos y seamos comprensivos y 3) usemos información que le sea útil a la persona.

Ahora, veamos cómo se podrían poner en práctica estos puntos.

Con tantas cosas terribles que pasan a diario en el mundo, muchas personas creen que la paz mundial es algo imposible de alcanzar.

¿Qué piensa usted al respecto?

Si me van a hablar de religión, no me interesa para nada.

Cada uno es libre de creer lo que quiera.

Eso es lo que pienso yo.

Lo importante es creer en Dios y hacerlo de corazón, no solo seguir normas y rituales de las Iglesias.

Lo entiendo.

Muchas gracias por darme su opinión.

Para mí también es muy importante creer en Dios de corazón.

Si no le importa, ¿podría preguntarle por qué no le interesa la religión?

Antes sí pertenecía a una religión, pero cuando vi que había tanta hipocresía y falsedad decidí no pertenecer a ninguna.

Lamento mucho que haya tenido una experiencia tan triste.

Claro, ahora entiendo por qué ya no confía en la religión.

Y, si usted considera que la religión no es de mucha ayuda, ¿dónde busca guía para hacer frente a estos tiempos tan difíciles?

Hummm… ¿Se dieron cuenta de cómo nuestras hermanas pusieron en práctica las dos primeras sugerencias?

En la conversación, ellas mantuvieron una actitud positiva, incluso cuando la persona les dijo que no le interesaba la religión.

Eso les permitió poner en práctica la segunda sugerencia: escucharon con atención y fueron comprensivas.

Dejaron que el hombre se expresara.

Y, cuando comprendieron cómo se sentía, pudieron ponerse en su lugar y después continuar con la conversación de forma natural.

¿Pero qué podemos hacer si nos encontramos con alguien que nos dice que no cree en Dios?

Veamos el siguiente video.

Para mí esta época del año es la mejor.

El parque se llena de flores y está muy bonito, ¿verdad?

Oh, sí, a mí también me encantan.

El color que tienen es hermoso.

Es cierto.

Tienen un color espectacular.

¿Sabes? Para mí, las flores son uno de los mejores regalos que Dios nos ha hecho.

¿Te has preguntado alguna vez si Dios existe?

No sé.

¿Dios?

Bueno, supongo que sería lindo que existiera.

Pero no, yo no creo en Dios.

Entiendo lo que dices.

La verdad es que hoy en día hay muchas personas que piensan como tú.

Pero ¿te has preguntado por qué hay otras que sí creen en Dios?

Sí, me lo he preguntado algunas veces.

Pero, siendo sincera, no le encuentro una respuesta lógica.

¿Se fijaron?

La hermana lo hizo muy bien, fue positiva, no se desanimó cuando la joven con la que hablaba le dijo que no creía en Dios.

En vez de eso, se esforzó por escuchar con atención y comprender mejor a la joven.

Le hizo una pregunta directa y sencilla que la dejó pensando: “¿Por qué piensas que algunas personas creen en Dios?”.

¿Notaron que la joven se relajó cuando percibió que la hermana de verdad trataba de comprenderla?

Por eso ella quiso continuar con la conversación, porque sintió que la estaban escuchando.

Entonces, si vemos que la persona está dispuesta a conversar y surge la oportunidad, apliquemos el tercer consejo: usemos información que le sea útil a la persona.

Bueno, ¿qué publicaciones podríamos ofrecerle a la joven con la que estuvo hablando nuestra hermana?

Quizás podríamos ir al kit de enseñanza y ofrecerle alguno de los folletos que habla de la creación.

También, si está disponible en el idioma de la persona, tal vez podríamos mostrarle videos, por ejemplo, de la serie “Opiniones sobre el origen de la vida” o de la serie “¿Lo diseñó alguien?”. Por eso, ¿qué les parece si nos ponemos la meta de conocer mejor las herramientas que nos ha dado Jehová?

Todos los años, personas a las que no les interesaba la religión se hacen testigos de Jehová.

Por esa razón, cuando hablemos con personas que piensan de esa forma, esforcémonos por tener una actitud positiva, escuchémoslas y seamos comprensivos.

Y, si lo vemos apropiado, ofrezcámosles información que les sea práctica.

Estos consejos nos serán muy útiles para llegar al corazón de las personas a las que no les interesa la religión.

Estas ideas me han ayudado mucho en la predicación.

Y, como ya saben que “el hierro afila el hierro”, seguramente también les ayudarán a ustedes.

Nunca olvidemos que las personas pueden sentirse atraídas a la verdad cuando las escuchamos con empatía y nos preocupamos por ellas.

Quizás pensemos que algunas personas que conocemos nunca escucharán el mensaje, pero la Palabra de Dios y nuestro amor sincero pueden llegarles al corazón.

Eso es justo lo que le pasó a un joven llamado Lucas Lakra.

Esta es su historia.

Siempre me estaba metiendo con otros.

Les robaba y sentía mucha mucha rabia.

Quería desquitarme; yo buscaba venganza.

Me crie en una pequeña ciudad de la India.

Mi familia era muy pobre.

Mi padre y mi madre bebían mucho.

Siempre se estaban peleando.

Mi padre le pegaba a mi madre con un palo, y a veces también nos pegaba a nosotros.

Así que mis hermanos y yo nos íbamos corriendo y nos escondíamos afuera, donde estaban los baños, y esperábamos allí hasta que dejaban de gritar y de pelear.

Un día vi que mi padre estaba muy borracho.

Yo era muy pequeño, tendría unos seis años, y estaba jugando al lado de mi casa.

Entonces vino mi tío y entró en casa gritándole a mi padre.

Fui corriendo a ver lo que estaba pasando.

No pude hacer nada.

Delante de mis propios ojos, vi cómo mataban a mi padre.

Más tarde, me separaron de mi madre para que trabajara de sirviente.

Allí me trataban muy mal, me pegaban, me daban patadas.

Una vez me agarraron del cuello y casi me estrangulan.

Extrañaba a mi madre.

Me sentía tan solo… Mi madre estaba enferma, tenía cáncer.

Les dije muchas veces que quería ir a verla, pero no me dejaban.

Un día me puse a llorar y les dije que quería irme a casa.

Pero ellos me dijeron: “¿Para qué vas a ir ahora?

Tu madre ya lleva cuatro días muerta”.

Lloré muchísimo.

No me pude despedir de ella.

Por todo esto, estaba lleno de rabia.

Lo único que hacía era pelear, robar y meterme con otros.

Al final, me echaron de aquella casa.

Esta vez me fui a vivir con un familiar.

Vi que su hija iba a algún lugar todos los domingos, y me entró la curiosidad.

Entonces le pregunté adónde iba, y me dijo: “A unas reuniones de la Biblia”.

También me dijo que todos los viernes venía un matrimonio a estudiar la Biblia con ella y que, si quería, podía unirme.

Así que decidí hacerlo.

Me impresionó mucho cómo eran estos hermanos.

Eran tan amables… Se preocupaban mucho por nosotros y demostraban un amor que no había visto en ninguna iglesia.

Un día, me puse a correr como cuando era un niño.

Pero esta vez iba corriendo al Salón del Reino para ver a mi nueva familia.

Estaba a unos 10 kilómetros (6 millas).

Y, como no tenía dinero para el transporte, fui a pie.

Pero cada paso que di valió la pena, porque el amor que me mostraron los hermanos en la reunión me hizo sentir que Jehová me amaba de verdad.

Al ir aprendiendo más de Jehová, empecé a darme cuenta de que no soy huérfano, porque Jehová está conmigo; él es mi Padre.

Con el tiempo, pude arrojar todas mis cargas sobre Jehová, mi Padre, y empecé a sentir paz interior.

Por eso le dediqué mi vida a Jehová.

Me bauticé el 26 de diciembre de 1998.

A partir de ese momento, quise darle a Jehová lo mejor de mí.

En la actualidad, mi esposa, Julian, y yo estamos muy felices de servir juntos a tiempo completo.

Y, gracias a Jehová, hemos podido disfrutar como matrimonio de diferentes asignaciones.

No puedo cambiar mi pasado ni evitar que a veces me vengan a la mente algunos de esos recuerdos.

Pero Jehová le dio un giro a mi vida.

Ya no siento rabia en mi interior ni la necesidad de vengarme.

No tienes por qué sentirte huérfano.

Confía en Jehová, lánzate a sus brazos.

Él es tu Padre.

Él te va a cuidar.

Él nunca te dejará.

La historia del hermano Lakra nos recuerda que conocer la verdad puede cambiarnos la vida.

Y que hasta sentimientos de odio y venganza pueden terminar convirtiéndose en verdadera paz.

Al igual que Lucas, seguro que todos agradecemos la manera en la que Jehová nos ayuda a afrontar los problemas, incluso los que surgen en la familia.

Si usted está casado, ¿le ha pasado alguna vez que al tratar cierto asunto con su pareja le parecía imposible que se pusieran de acuerdo?

Si es así, no es el único, y seguro que le gustará mucho el siguiente episodio de “Secretos para un matrimonio feliz”.

¡Por fin encontraron a su media naranja!

No pueden creerlo.

Parece que están hechos el uno para el otro.

Pero pronto descubrirán que eso no significa que piensen igual en todo.

La Biblia dice que el esposo y la esposa se complementan, no que compiten, es decir, que uno pone lo que al otro le falta.

Así que, en realidad, las diferencias pueden fortalecer el matrimonio.

Pero, como los dos son imperfectos, no siempre van a estar de acuerdo.

Pero no tienen que acabar discutiendo.

Si no ven un asunto de la misma manera —por ejemplo, cómo gastarán el dinero—, ¿qué pueden hacer?

¿Deberían insistir e insistir hasta salirse con la suya?

¿O deberían dejar de hablarse?

Hay una mejor manera de solucionar las diferencias antes de que se conviertan en una pelea.

La Biblia dice: Quizás tenga que dejar de lado su manera de ver las cosas, por mucho que le guste, y esforzarse por valorar la opinión de su pareja.

Recuerden: busquen siempre el beneficio del otro.

Atiendan los asuntos uno por uno.

Los dos pueden aprender a ceder, y así resolverán la mayoría de sus diferencias.

Con la práctica, en vez de atacarse el uno al otro, atacarán los problemas.

Esta es una habilidad que hay que seguir desarrollando durante toda la vida, porque todos cambiamos con el tiempo.

Por ejemplo, ¿y si no piensan lo mismo sobre cómo cuidar a los padres?

Hablen primero de las cosas en las que concuerdan.

Luego hablen de cómo esa decisión afectará su bolsillo, su salud, su tiempo, su relación de pareja y su relación con Dios.

Admitan que el punto de vista del otro tiene ventajas.

Incluso, si no pueden resolver el problema llegando a un punto medio, ceder y apoyar la decisión hará más fuerte su matrimonio.

Pero también se puede volver a hablar del tema más adelante o cuando cambien las circunstancias.

No siempre van a estar de acuerdo, pero siempre pueden ser un equipo.

Las opiniones diferentes les abren la mente, le dan color a su matrimonio y, al final, hacen que estén más unidos.

Estas tres preguntas les ayudarán cuando tengan alguna diferencia de opinión.

Si lo ven oportuno, pausen el video y conversen con sinceridad.

¡Qué consejos tan buenos y tan prácticos para superar las dificultades y lograr que el matrimonio sea más fuerte y más feliz!

Estemos solteros o casados, seguro que conocemos a alguien que está sufriendo quizás por una enfermedad grave o por un problema emocional.

¿Verdad que en lo más profundo de su corazón siente el deseo de ayudarlo y animarlo?

En el siguiente programa de adoración matutina, el hermano Harold Corkern resalta lo importante que es que consolemos a los demás.

El texto de hoy destaca la importancia de consolar a otros.

“Consolar” transmite la idea de calmar, animar, edificar y fortalecer.

También nos anima a apoyar a los débiles.

Esta expresión, “apoyar a los débiles”, también puede significar “aferrarse” o “apegarse” a quienes necesitan ayuda.

Y, cuando hacemos eso, estamos imitando a Jehová.

El Salmo 34:18 dice: “Jehová está cerca de los que tienen el corazón destrozado; salva a los que están hundidos en el desánimo”.

Jehová anima a los deprimidos.

¿Y qué nos puede ayudar a imitar a Jehová al consolar y apoyar a otros, y además a hacerlo con paciencia?

Algo que es importante es la relación entre la persona que da ese consuelo y la que lo recibe.

Ayuda mucho ser buenos amigos, porque quien recibe el consuelo se siente cómodo.

Puede que tenga que hablar de algo delicado o vergonzoso, y hacerlo con un buen amigo en quien confía lo hace más fácil.

Y, si el que da consuelo también es un amigo, no actuará como si lo estuviera interrogando o como si fuera un detective; al contrario, se interesará por él de verdad.

Además, también nos ayudará mucho entender qué cosas ha vivido la otra persona.

Eso es ser un buen amigo.

Los buenos amigos se conocen bien, ¿no es cierto?

Por ejemplo, ¿qué nos podría motivar a consolar y animar a otra persona, y además a hacerlo con paciencia?

Conocer su historia.

Hay situaciones que quizás marcaron la vida de la otra persona y que es importante que sepamos.

Veamos algunas.

¿Creció en una familia con muchos problemas?

Quizá uno de sus padres era alcohólico.

¿Lo abandonó su padre o su madre cuando era pequeño?

O puede que algún familiar se alejara de la verdad y ahora está en contra de ella.

Puede haber muchas situaciones.

Pensar en todo esto no solo nos motivará a ayudarlo, sino que también sabremos cómo hacerlo de la mejor manera.

Pero debemos tener en cuenta otro factor.

Se menciona en Romanos 8:22.

Y es algo que no queremos olvidar.

Busquemos, por favor, Romanos 8:22.

Lean conmigo lo que dice aquí.

Esto nos ayudará a ver que, sea cual sea el problema, siempre hay una causa común.

En este versículo, Pablo nos habla de las terribles consecuencias del pecado de Adán.

Dice así: “Sabemos que toda la creación junta sigue lamentándose y sintiendo dolor hasta ahora”.

Este lamento y dolor son consecuencia del pecado, que nos causa problemas físicos: diabetes, cáncer, problemas cardiacos… Pero no solo sufrimos problemas físicos.

Como somos descendientes de Adán, también sufrimos problemas emocionales y mentales.

Cuando alguien tiene una enfermedad física no lo menospreciamos ni lo condenamos, así que tampoco haríamos lo mismo con alguien que sufre de depresión, algún problema emocional o una enfermedad mental.

Si queremos ayudar a quienes están pasando por alguna de estas situaciones, debemos usar la Biblia para darles consuelo.

Las hermanas pueden ayudar a las hermanas.

Los amigos, a sus amigos.

Y, claro, los ancianos deben ayudarlos a todos.

Pero hay algo que debemos recordar cuando ayudamos a nuestros hermanos.

Lo encontramos en Proverbios 12:18.

Les invito a buscar Proverbios 12:18.

Queremos ayudar, queremos consolar, pero no queremos herir.

Lean conmigo, por favor: “Las palabras dichas sin pensar son como los golpes de una espada, pero la lengua de los sabios cura las heridas”.

Lo que queremos es consolar, animar, hacer sentir mejor a la otra persona, no hacerla sentir peor.

Así que pensar antes de hablar es clave.

Para ver el daño que puede causar no pensar antes de hablar, veamos lo que le sucedió a una de nuestras hermanas que pasó por una depresión.

Ella dijo: “Hay una lección que jamás olvidaré… Aprendí a tener empatía.

Antes, creía que todo lo que uno tenía que hacer era ser positivo y seguir adelante, así que nunca me compadecí mucho de los enfermos.

Ahora los entiendo.

Varios amigos me dijeron que tratara de superarlo, y eso era lo que yo más quería, pero en aquel momento no era capaz.

Esos comentarios me hacían daño”.

¡Qué triste sería que, tratando de ayudar, le hiciéramos daño a la otra persona por hablar sin haber pensado primero!

¿Qué nos ayudará a no caer en ese error?

Bueno, podríamos hacernos estas preguntas basadas en principios bíblicos: “Esto que le voy a decir, ¿es cierto, amable, necesario?

¿Cómo me sentiría si me lo dijeran a mí?

¿Es respetuoso?

¿Es el momento adecuado para hablar del tema?”.

Si pensamos antes de hablar, no haremos daño; al contrario, haremos que la persona se sienta mejor.

Para ayudar a los deprimidos necesitamos algo más: tener paciencia.

Quizás nos ha pasado esto: alguien que está deprimido nos cuenta cómo se siente y se desahoga con nosotros.

Lo escuchamos, lo animamos, y poco tiempo después otra vez nos cuenta los mismos sentimientos, las mismas preocupaciones…, como si no lo hubiéramos ayudado antes.

Hace falta paciencia para no cansarnos y seguir consolándolo.

Si hacemos eso, estaremos imitando a Jehová.

En Lamentaciones 3:22, 23, se dice esto sobre nuestro Dios: “Es gracias al amor leal de Jehová que no ha llegado nuestro fin, porque sus muestras de misericordia nunca se acaban.

Son nuevas cada mañana; grande es tu fidelidad”.

Él nos ayuda todos los días con paciencia.

Y todos nosotros, aunque no nos resulta tan fácil, tenemos que hacer lo mismo: ser pacientes y seguir consolando.

Puede que a veces escuchemos a la persona y le demos algún consejo bíblico.

Y, claro, la Biblia es muy poderosa.

Pero tal vez, si tiene depresión, le haga falta algo más.

¿A qué nos referimos?

En Lucas 5:31, Jesús dijo: “Los que están sanos no necesitan un médico, pero los enfermos sí”.

A veces podemos sentirnos deprimidos porque estamos decepcionados o estamos desanimados porque nos pasó algo.

Pero otras veces es un tema médico.

Podríamos tener depresión porque la hemos heredado, por genética.

Y, aunque la Biblia da muy buenos consejos, quizá se necesite algo más.

En ocasiones, lo mejor es buscar atención médica, y eso puede incluir tener que medicarse.

Bueno, si una persona se encuentra así, ¿qué debería hacer?

Ha recibido ayuda, pero quizás necesita más.

Es bueno que sea humilde, modesta y que reconozca sus limitaciones.

Y entonces que busque ayuda, tanto espiritual como médica.

Como vivimos en los últimos días, seguro que todos pasaremos por algún mal momento y, por eso, vamos a necesitar ánimo.

Puede que hoy nos toque a nosotros animar y, otro día, que nos animen.

Es por eso que el apóstol Pablo en 1 Tesalonicenses 5:11 dijo: “Sigan animándose unos a otros y edificándose unos a otros, como ya lo están haciendo”.

Si lo hacemos, nos ayudaremos unos a otros a seguir aguantando en estos últimos días, hasta que se cumpla lo que dijo Isaías.

Nadie dirá “Estoy enfermo” en sentido espiritual, mental, emocional o físico.

Por eso, no olvidemos hacer lo que dice el texto de hoy, como seguro que ya lo estamos haciendo: “Consuelen a los deprimidos, apoyen a los débiles y sean pacientes con todos”.

¡Qué bendición es tener hermanos y hermanas con los que animarnos y edificarnos unos a otros en estos últimos días!

El video musical de este mes, que se titula No lo deje para mañana, trata justo de eso.

♪♪ No sé mañana qué pasará, esta vida es un sueño fugaz, y se va, te arranca sin compasión a quienes llevas en tu corazón, sin un adiós.

Aprovecho cada instante, no hay tiempo que perder, cada día que se va no volverá.

Y me centro en lo importante, no me dejo distraer, porque no lo quiero luego lamentar.

No dejaré para mañana lo que puedo hacer hoy.

Al oír el susurro del mar, al sentir cada rayo de sol, quiero hacer cuanto pueda por Jehová, demostrar cuánto aprecio su amor, tanto amor.

Aprovecho cada instante, no hay tiempo que perder, cada día que se va no volverá.

Y me centro en lo importante, no me dejo distraer, porque no lo quiero luego lamentar.

No dejaré para mañana lo que puedo hacer hoy.

Puedo ver que el Paraíso viene ya, eso sí será vivir.

Pero aún es momento de esperar y de mostrar que estoy ahí.

Aprovecho cada instante, no hay tiempo que perder, cada día que se va no volverá.

Y me centro en lo importante, no me dejo distraer, porque no lo quiero luego lamentar.

No dejaré para mañana lo que puedo hacer hoy. ♪♪ En este programa hemos visto qué podemos hacer para tener lista, por así decirlo, nuestra mochila de emergencia espiritual.

Esto nos ayudará a estar bien preparados para el futuro.

Prediquemos con entusiasmo a todo tipo de personas, cultivemos cualidades que contribuyan a la paz de nuestro hogar y fortalezcamos nuestra confianza en Jehová reflexionando en todas las bendiciones que nos da.

Una de esas bendiciones es nuestra hermandad mundial.

Y todos los meses conocemos un poquito más de esta hermandad a través de nuestra videopostal.

Y este mes viajamos al oeste de Europa, al archipiélago de las islas Azores.

Las islas Azores son un grupo de nueve islas volcánicas que se encuentran a unos 1.600 kilómetros (o 1.000 millas) al oeste de Portugal.

En ellas encontramos viñas, plantaciones, montañas de color verde esmeralda, lagos y aguas termales.

En la tierra, hay unas grietas llamadas fumarolas por donde salen vapor y gases volcánicos.

En la isla de São Miguel, este hermano prepara un plato típico en una fumarola, dejando que se cocine durante siete horas.

Las islas Azores tienen un clima subtropical y, gracias a eso, producen grandes cantidades de piñas, naranjas, bananas y té.

A nuestros hermanos les encanta utilizar los recursos de la zona, como las escamas de pescado, para realizar trabajos artesanales.

Y les gusta mucho preparar comidas regionales como estos panes llamados bolo lêvedo, que pueden acompañar cualquier comida.

Las primeras semillas de la verdad se plantaron a principios del siglo veinte, cuando algunas personas que habían conocido la verdad en Estados Unidos regresaron a las islas Azores y les contaron a amigos y familiares lo que habían aprendido.

Aunque durante décadas la Iglesia promovió el odio hacia los Testigos, nuestros hermanos siempre encontraron personas de buen corazón.

En la actualidad, hay 15 congregaciones en las islas Azores, y en ellas se reúnen más de 800 publicadores.

Nuestros hermanos dirigen más de 500 cursos bíblicos, y la asistencia a la Conmemoración fue de más de 1.600 personas.

La predicación se lleva a cabo tanto en portugués como en lengua de señas portuguesa.

Esta es la congregación Santa Cruz das Flores.

En ella se reúnen 17 publicadores.

Su territorio incluye las islas Flores y Corvo.

Desde las islas Azores, nuestros hermanos y hermanas de la congregación Santa Cruz das Flores les envían sus saludos y su amor cristiano.

Y nosotros también les enviamos nuestro cariño a ustedes.

Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.





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