Leamos Malaquías 3:16.
De hecho, solo leeremos la primera parte.
Malaquías 3:16: “En ese tiempo, los que temían a Jehová se pusieron a hablar entre ellos, cada uno con su compañero, y Jehová siguió prestando atención y escuchando”.
¿Se fijaron en que Jehová está “prestando atención” a cómo hablamos entre nosotros?
¿Y por qué dice después que Jehová lleva un registro de los nombres de los que se hablan entre ellos como a él le gusta?
¿Por qué los anotaría en “el libro de la vida”?
Porque lo que decimos refleja lo que hay en nuestro corazón.
Todos sabemos lo que dijo Jesús: “Una persona buena saca cosas buenas del tesoro […] de su corazón; pero una persona mala saca cosas malas de su tesoro de maldad.
Porque su boca habla de lo que abunda en su corazón”.
Esto es profundo.
Lo que decimos refleja cómo somos en realidad.
Y es que es más fácil decir cosas negativas de los demás que decir cosas positivas.
Todos sabemos que es mucho más fácil destruir que construir.
Y todos tenemos defectos.
El rey Salomón dijo que “en la tierra no hay nadie justo que siempre haga el bien y nunca peque”.
A todos nos cuesta mucho darnos cuenta de las cosas buenas que tienen los otros, pero no nos cuesta tanto darnos cuenta de sus debilidades.
Tenemos que cuidar nuestra manera de hablar con otros y de hablar de otros.
Algo que nos puede ayudar es ver a las personas como las ve Jehová: para él son valiosas.
Todos recordamos palabra por palabra lo que Jesús dijo en Juan 6:44: “Nadie puede venir a mí a menos que el Padre, que me envió, lo traiga”.
Todos los que están en el pueblo de Jehová están ahí porque él los ha traído, con sus rarezas y con sus peculiaridades.
O, más bien, deberíamos decir: con nuestras rarezas y peculiaridades.
Porque todos tenemos nuestras cosas que molestan, pero Jehová ve cosas buenas en todos nosotros, hasta en aquellos que nos parece que tienen una personalidad complicada.
Intentar con todas nuestras ganas buscar lo bueno en los demás nos ayudará a hablar de manera positiva con ellos y de ellos.
Es muy fácil hablar de alguien de manera negativa.
Imaginemos que tenemos que decirle a alguien lo que hemos dicho de él a sus espaldas.
Pensar en eso nos motivará a intentar ver lo bueno en los demás.
Pero esto no quiere decir que no tengamos que ofrecer consejo cuando sea necesario.
No se trata de si damos consejo o no, sino de cómo lo damos.
Veamos lo que dice la Biblia en Santiago 1:26.
Lo hemos leído muchas veces, pero lo que dice es muy importante.
Aquí Santiago dice: “Si alguien piensa que adora a Dios”, así que no les está hablando a los de fuera, sino a los de dentro de la congregación.
Si pensamos que adoramos a Dios, pero no mantenemos bajo control nuestra lengua, ¿qué dice ahí?
Que engañamos a nuestro propio corazón, y nuestra adoración “no sirve de nada”.
Así que a Jehová le importa la manera en que usamos nuestra lengua.
A él no le gustaría nada que habláramos de manera bondadosa y amable en las reuniones y en la predicación, pero con dureza en otros momentos.
Ahora volvamos, por favor, a Malaquías 3:17.
Notemos lo que Jehová dice sobre las personas que tienen cuidado al hablar: “Y ellos serán míos —dice Jehová de los ejércitos— el día en que los convierta en mi propiedad especial”.
Esto es muy bonito.
Los padres tienen un vínculo especial con sus hijos.
Un hombre soltero estaba con un amigo casado y sus dos niños.
Vio lo que estaba haciendo la niña.
Tenía cinco años y estaba todo el tiempo tratando de llamar la atención de su padre.
El otro hijo era un niño de tres años que no paraba de correr y de hacer ruido.
Y el hombre soltero dijo: “¿Por qué amas a tus hijos?”.
El padre lo pensó durante unos segundos y dijo: “Porque son míos”.
Es cierto: los padres tienen un vínculo especial con sus hijos y les pasan por alto ciertas cosas porque son sus hijos.
El vínculo que Jehová tiene con quienes le sirven es mucho más fuerte que el de un padre humano con sus hijos.
El versículo 17 continúa así: “Les tendré compasión, igual que un hombre le tiene compasión al hijo”.
Jehová les tiene compasión a personas imperfectas porque son suyas.
Así que, cuando hablamos con otros o de otros, también deberíamos mostrarles compasión y pensar que nosotros también somos imperfectos y Jehová no para de perdonarnos.
La Biblia es realista al decir: “Todos tropezamos muchas veces [no una vez, sino muchas veces].
El que nunca tropieza con sus palabras es perfecto”.
Y hoy no hay nadie perfecto, como bien sabía este escritor de la Biblia.
Pero lo que diferencia al pueblo de Jehová es que nos esforzamos por hablar de forma positiva.
Leamos ahora Malaquías 3:18: “Ustedes de nuevo verán la diferencia entre alguien justo y alguien malvado, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve”.
Pensémoslo.
Este texto es como si Jehová felicitara a su pueblo por el esfuerzo que hacen por decir cosas buenas, cosas que animen.
Y sería bueno que todos tuviéramos esto presente y de vez en cuando todos nos hiciéramos un autoexamen.
Y, si tenemos cierta autoridad, ya sea en la congregación o en nuestro trabajo, deberíamos tener especial cuidado con cómo hablamos con los demás y de los demás.
Vivimos en un mundo en el que tratar mal a las personas, ser bruscos y cortantes, interrumpir a otros… es algo normal.
Es por eso que el folleto Vivamos —dirigido a los miembros de la familia Betel—, el folleto Vivamos juntos en unidad, dice esto: “En estos tiempos de tanta maldad, necesitamos prestar más atención de la acostumbrada a las Escrituras para no dejarnos llevar por las costumbres y el espíritu de este sistema malvado”.
Y después aparecen dos textos, 1 Corintios 2:12 y Hebreos 2:1-3.
Es interesante que en la revista La Atalaya, en la de abril de 2022, aparece el subtítulo “A Jehová le importa lo que decimos”.
Y el artículo incluye estas tres imágenes que vemos ahora en pantalla, que muestran situaciones en las que podríamos usar mal nuestra capacidad de hablar.
La descripción de las imágenes dice para la primera: “Un hermano reacciona de mala manera cuando otra persona le habla mal”.
Para la imagen del centro dice: “Un hermano canta sin entusiasmo en la reunión”.
¡Qué curioso que salga en un artículo sobre nuestra manera de hablar!
Y para la última dice: “Una hermana cuenta un chisme”.
Está claro que el esclavo fiel y prudente nos da muy buenos consejos sobre este tema.
Así que es bueno que todos nos esforcemos por hablar y tratar a las personas como Jehová lo hace.
Y eso nos acercará a él y también nos acercará a nuestros hermanos.