JW Broadcasting: Agosto de 2023

Estamos muy contentos de estar aquí de nuevo en JW Broadcasting®.

En este programa, vamos a hablar de cómo ser mejores maestros de la Palabra de Dios.

También conoceremos a Dilan e Isaac.

Ellos nos contarán cómo hicieron frente a la presión de sus compañeros de clase.

También conoceremos a Maria Kaloyanoff.

Durante los años sesenta ella introdujo a escondidas, en la Europa comunista, cientos de publicaciones bíblicas.

¿Por qué estuvo dispuesta esta joven madre a arriesgarse una y otra vez a que la metieran en la cárcel?

Y, por último, disfrutaremos de un hermoso video musical que nos mostrará lo mucho que Jehová valora los sacrificios que hacemos por él, aunque no podamos hacer tanto como nos gustaría.

Este es el programa de agosto de 2023 de JW Broadcasting.

¿Es importante usar comparaciones al enseñar?

¿O piensa usted que son solo paja?

Algo de poca importancia o insustancial, algo que solo utilizamos para rellenar, para divertir o para entretener a nuestros oyentes.

¿Qué piensa: son o no son importantes?

Por favor, lean conmigo el texto temático de este discurso.

Es Mateo 13:34: Solemos llamar a Jesús el Gran Maestro.

Y él usaba comparaciones para ayudar a la gente a entender lo que quería enseñarle.

Hoy no nos vamos a centrar en lo que se debe o no se debe hacer cuando usamos comparaciones.

En la obra Perspicacia, bajo la entrada “Ilustraciones”, se habla mucho sobre este tema.

Y la lección 8 del folleto Seamos mejores lectores y maestros nos da sugerencias muy prácticas.

También recordarán que el hermano Splane, del Cuerpo Gobernante, dio un discurso sobre este tema en la asamblea regional del 2020.

Se titulaba “Mejoremos nuestras habilidades: Enseñemos con ejemplos y comparaciones”.

No voy a repetir ahora todas las sugerencias tan buenas que él dio, pero quizás ustedes desean repasarlas en su siguiente adoración en familia. A veces, la Biblia dice claramente que Jesús estaba usando una comparación.

Pero la mayoría de las veces no lo dice.

Sencillamente, era la manera que él tenía de hablar.

Las comparaciones le salían de forma natural.

¿Y cómo se le ocurrían con tanta facilidad?

Pues porque Jesús siempre observaba lo que pasaba a su alrededor.

Nosotros también podríamos hacer lo mismo.

Así se nos ocurrirán comparaciones y ejemplos de manera natural.

Por ejemplo, en su última cena Jesús usó el pan y el vino para representar de forma magistral su cuerpo perfecto y su sangre, que él entregaría por la humanidad.

Podemos aprender mucho sobre cómo usar las comparaciones analizando todo lo que Jesús tuvo en cuenta en aquella ocasión.

Fíjense.

Jesús había celebrado la Pascua muchas veces, así que sabía muy bien lo que iba a haber sobre la mesa esa noche.

Por eso, pudo haber pensado de antemano en usar el pan y el vino como símbolos.

Claro, no podemos estar seguros.

Pero lo que sí sabemos es que esa comparación sencilla y clara causó una honda impresión en sus discípulos, y sigue siendo fácil de recordar ahora, 2.000 años después.

Cuando vamos a dar un discurso o a hacer una demostración en la reunión, ya sabemos de qué vamos a hablar, así que podemos darnos el lujo de pensar con tiempo en algún ejemplo.

Pero ¿si estamos dando un curso bíblico y el estudiante lanza una pregunta inesperada?

Es posible que se ponga a pensar en ese momento en lo que sabe de su estudiante, en qué trabaja, sus pasatiempos, lo que ha vivido…, y se le ocurra algún ejemplo o alguna comparación allí mismo.

Bueno, vamos a ver qué hizo Jesús en un caso similar a este, en una situación inesperada.

Y tratemos de entender por qué se le ocurrieron a Jesús estas comparaciones que dieron tan buenos resultados.

En Juan, capítulo 4, encontramos el relato de la mujer samaritana en el pozo.

En el versículo 34 Jesús habló de algo muy común: el alimento.

Dijo: ¡Qué ejemplo tan sencillo y eficaz!

¿Por qué usó una expresión tan amplia como “mi alimento”, en vez de decir algo más específico como “mi vino” o “mi pan es hacer la voluntad del que me envió”?

Analicemos el contexto.

Es curioso que, en poco tiempo, Jesús usó dos comparaciones diferentes y, en ambos casos, como se ve en el contexto, hizo referencia a cosas que estaban pasando en ese momento.

Juan 4:7 dice: Eso preparó el escenario para que Jesús usara el agua como ejemplo.

Ahora el versículo 8: Eso le permitió a Jesús usar el alimento como ejemplo.

A ver, Jesús no planeó con tiempo todo esto, fue algo que ocurrió en el momento.

Una mujer se le acercó con un jarro de agua, y él le pidió que le diera de beber.

Jesús en ese momento pensó en cómo podía usar el tema del agua para poner una comparación.

El versículo 10 dice: El ejemplo fue espontáneo, y le sirvió para explicarle a la mujer quién realmente era él.

El segundo ejemplo lo encontramos en el versículo 27.

Jesús seguía hablando con la mujer cuando los discípulos regresaron de la ciudad.

Recuerden que el versículo 8 decía que sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos.

Y ahora regresan y le traen algo de comer a Jesús.

En el versículo 28 leemos que la mujer se va, y lo que los discípulos le dicen a Jesús ahora prepara el terreno para una segunda comparación.

La comida, y no el agua, se convierte en el tema de conversación.

Versículo 31: La palabra “come” hace que Jesús piense en un ejemplo que ahora citamos con mucha frecuencia.

Versículo 32: Los discípulos se quedan confundidos.

Versículo 33: Y “Jesús [aprovechando que estaban hablando de la comida] les dijo: ‘Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y completar su obra’ ”.

Obviamente, Jesús no planeó que pasara todo esto, pero aprovechó las circunstancias de ese momento para pensar en ejemplos que fueran claros y eficientes.

¿Por qué lo decimos?

¿Qué parecido hay entre la comida y hacer la voluntad de Dios?

Bueno, comer es algo agradable que disfrutamos mucho.

¿El punto?

A Jesús le encantaba hacer la voluntad de Dios.

Lo disfrutaba, como una comida bien sabrosa.

Y, además de todo esto, la comida le da energía a una persona.

Y hablar con la mujer samaritana también le dio energías a Jesús.

Echemos un vistazo a los versículos 3-6.

Ahí dice que Jesús “salió de Judea” caminando.

El versículo 6 dice: Sin embargo, después de hablar con la mujer en el pozo, Jesús recuperó las fuerzas.

Incluso dio a entender que aquella conversación le había dado más energía que una comida.

¿Qué hemos aprendido hasta ahora sobre las comparaciones?

Si sabemos de antemano de lo que vamos a hablar, entonces podemos pensar en alguna comparación o ejemplo que podamos utilizar.

Pero si surge una conversación inesperadamente, entonces podemos usar lo que vemos o lo que ya sabemos para pensar en alguna comparación.

Tal vez diga: “Mmm…, yo no soy muy creativo que digamos.

De por sí, me toma mucho tiempo pensar en un ejemplo, incluso cuando ya sé el tema del que voy a hablar, como en una asignación… ¡Imagínense improvisar!

No creo que yo pueda hacer algo así.

No creo que mi cerebro dé para tanto”.

¿Hay alguna manera de entrenar el cerebro para que nos vengan ejemplos de manera natural?

Sí, claro.

Una forma de hacerlo es observando la creación o los inventos del ser humano, aunque no tengamos que dar un discurso o no estemos con nuestros hijos.

Medite en lo que observe y piense en cómo puede usarlo para enseñar una lección en el futuro.

Luego, tome nota para que pueda recordarlo.

Un hermano me contó lo que hacía, incluso cuando no estaba con sus hijos.

Él observaba la creación y de allí tomaba algunas ideas que más adelante podía usar con ellos.

Y me dio un ejemplo.

Una vez vio a dos gatitos jugando juntos.

Y pensó lo que les podría decir a sus hijos: “¿Se les ve felices? Sí.

Pues si Jehová sabe lo que necesitan dos gatitos para ser felices, ¿no sabrá también lo que necesitas tú para ser feliz?”.

Bueno, obviamente, un niño diría que sí.

“Así que, si Jehová sabe lo que tú necesitas para ser feliz, ¿qué deberías hacer si Jehová te pide que hagas algo de cierta manera?”.

¡Bien por el papá!

¡Qué buen ejemplo para enseñar algo tan importante!

Lo más interesante de todo esto y lo mejor es que, un día, con uno de sus hijos, vieron a dos ardillitas jugando en un árbol, así que usó el mismo razonamiento, pero con el ejemplo de las ardillas que estaban allí.

Hasta el día de hoy, décadas después, su hijo recuerda la lección.

Jesús a menudo usaba su imaginación y era muy creativo.

Para ver un ejemplo, podemos leer Juan 1:42.

Jesús le cambió el nombre a Simón así, de repente.

Juan 1:42 dice: ¿Por qué le cambió Jesús el nombre y lo llamó Cefas o Pedro?

En realidad, Jesús estaba siendo creativo.

La palabra griega para Pedro es pétros, no pétra. Pétra significa “masa rocosa”, y se refiere a Jesús, la piedra angular, la cabeza de la congregación.

En cambio, pétros significa “trozo de roca”.

¡Qué bien describe este nombre cómo era Pedro!

Aunque a veces Pedro no parecía muy confiable, Jesús vio sus buenas cualidades y por eso lo llamó Pedro (Pétros, Trozo de Roca).

Con ese nombre, Jesús estaba diciendo que Pedro llegaría a ser tan estable como una roca.

Y eso fue exactamente lo que pasó.

¡Qué buena imagen usó Jesús para referirse a Pedro!

En Apocalipsis 1:1, Jehová inspiró al apóstol Juan a escribir que ese libro de la Biblia era “una revelación de Jesucristo, que Dios le dio”.

La obra Perspicacia dice: ¿Recuerdan lo que dice Mateo 13:34?

“Nunca les hablaba sin utilizar alguna comparación”.

Otro ejemplo de esto lo encontramos en el famoso Sermón del Monte.

En Mateo 7, el último capítulo de este sermón, Jesús usó al menos 10 comparaciones diferentes.

Así es, “nunca les hablaba sin utilizar alguna comparación”.

Mateo 7:28 describe el efecto que tuvo este sermón.

Dice: 1 Pedro 2:21 dice que Jesús nos “puso el ejemplo” para que siguiéramos “fielmente sus pasos”.

Eso incluye su manera de enseñar y la gran habilidad que tenía para usar ejemplos y comparaciones.

Eran sencillos y al grano.

Mejoremos nuestras habilidades como maestros pensando constantemente en ejemplos y comparaciones que podamos usar.

Cuando enseñaba, Jesús llegaba al corazón, no solo porque era muy buen maestro, sino porque tenía unas cualidades excepcionales, por ejemplo, su empatía.

Como era compasivo y se preocupaba por los demás, atraía a la gente como si fuera un imán.

Mostrar empatía y comprensión en este mundo sin amor puede ayudarnos a predicarles a las personas.

Veamos un ejemplo en el siguiente video.

Un sándwich de jamón y queso y un café.

Son 8,50 €.

—Es que no encuentro mi billetera.

—No es mi problema.

¿En serio?

Si vengo todos los días y llevo mucho rato esperando.

Sigue sin ser mi problema.

Pero, por favor, puedo traerte el dinero después del trabajo.

¡Siguiente!

Disculpa, ¿cuánto es lo de ella?

8,50 €.

OK, yo lo pago.

¿Y puedes añadir un café con leche mediano?

Está bien. Son 11,50 €.

¿Nos conocemos?

No, solo era por ayudar.

—Gracias.

—De nada.

¿Y cómo te devuelvo el dinero?

No tienes que devolverme nada.

Bueno, gracias.

Gracias.

Mira, me gustaría darte algo que tiene un mensaje muy bonito.

Quizás te guste.

Yo no creo en Dios.

¿Puedo preguntar por qué?

No creo y punto.

Pero gracias por todo.

Eres muy amable.

OK.

¿Cuántos años llevas en el campo de refugiados?

11 años.

¿Y algún otro miembro de tu familia va a solicitar la reubicación?

No.

¿Por qué?

Están todos muertos.

Los mataron.

Necesito una copia de tu documentación.

Hola, vi que buscan a alguien… ¡No! ¡No queremos extranjeros!

¡Arruinaron su país, no vengan aquí a arruinar el nuestro!

¡Fuera!

¡Nunca subestimemos el poder de la empatía!

Incluso el más pequeño gesto de bondad puede hacer que alguien quiera saber más de la verdad.

El video también nos enseñó otra cosa.

Todos los métodos de predicación pueden tener un efecto acumulativo en una persona y, poco a poco, hacer que se ablande su corazón y acepte la verdad.

Claro, no solo mostramos empatía en la predicación, también se la mostramos a nuestros hermanos, y eso incluye a los jóvenes.

Ellos se enfrentan todos los días a la presión de sus compañeros, y eso es muy duro.

Escuchemos a Dilan y a Isaac.

Ellos nos contarán su historia en “Cuando eres adolescente”.

Fui a una escuela en la que pude aprender un oficio en poco tiempo.

No me lo esperaba para nada, pero fui una de las mejores de mi clase.

Me di cuenta de que, desde ese momento, tanto mis profesores como mis compañeras de clase empezaron a esperar mucho más de mí.

Me decían: “Lo estás haciendo genial.

Eres el orgullo de nuestra escuela.

Dalo todo y lograrás muchas cosas.

Sigue así y llegarás muy lejos”.

Estaban todo el día presionándome para que siguiera estudiando y fuera a la universidad.

En el instituto había una chica, una chica que era de mi edad, simpática, atenta conmigo, agradable que, además, me parecía guapa.

Los compañeros de clase decían: “Pues ve, habla con ella” o “Oye, Isaac, ¿sabes que le gustas?”.

Estaba superconfundida, no sabía qué hacer.

No había elegido esta escuela pensando en ir a la universidad.

Mi idea era aprender rápido un oficio para empezar a trabajar pronto y así poder ganar un sueldo y tener mi propio dinero.

Ese era mi plan.

La verdad es que fue un momento muy muy difícil para mí.

Recuerdo muy bien aquellos días.

Pasé muchas horas orándole a Jehová, llorando.

Tampoco busqué ayuda en otros amigos, en personas de confianza, en mis padres… Esto hizo que fuera cediendo poco a poco más a la presión de grupo que, que yo sentía con esa chica, ¿no?

Empezamos a tontear un poco y podíamos chatear, mandarnos mensajes… Cuando le hablaba a Jehová, no me sentía del todo cómodo.

Pensaba: “Si no estoy haciendo lo que Jehová me pide, si no estoy actuando como Jehová espera de mí, ¿cómo puedo esperar que él escuche mis oraciones o que él las tenga en cuenta?”.

Mi familia nunca me dijo que fuera o que no fuera a la universidad, pero sí que me recordaron lo que piensa Jehová sobre este tema.

Mi padre me leyó Proverbios 27:11.

Y me ayudó a ver que lo que yo estaba haciendo era un estorbo entre mí y entre Jehová, que las decisiones que yo tomo como joven afectan a Jehová.

En ese momento había muchos videos, artículos y publicaciones que hablaban sobre este tema, así que leí experiencias de hermanos que pasaron por algo parecido, también investigué y estudié mucho y, además, salí a predicar con hermanos maduros y les pedí consejo.

Todo eso me ayudó un montón.

Algo que hicieron mis padres y que me ayudó mucho fue que, en el estudio de familia, utilizaron el libro Los jóvenes preguntan. Y hay un capítulo que habla justo sobre la presión de grupo.

Y después pude afrontar la presión de grupo con éxito.

Lo que más me ayudó fue algo que escuché en una asamblea de circuito.

Un hermano dijo: “Sabemos que nuestros jóvenes se enfrentan a grandes desafíos todos los días y, quizás sus compañeros y sus profesores los estén presionando para que vayan a la universidad.

Pero, querido joven (y aquí sentí como si me estuviera hablando a mí directamente), recuerda que lo más probable es que ellos no sean parte de tu vida en el futuro, pero, si quieres que Jehová forme siempre parte de tu vida, entonces tienes que tomar decisiones que lo demuestren”.

Cuando escuché eso, fue como si se encendiera una luz en mi cabeza.

Y ahí lo vi claro.

Me puse muy contenta porque por fin sabía lo que tenía que hacer.

Me tocó hablar con la chica.

Entonces un día me armé de valor, hice una oración a Jehová, le dije que no podíamos seguir teniendo la relación que teníamos… Explicarles mi decisión a mis profesores y compañeros fue un poquito difícil, o sea, a ellos les costaba mucho entenderlo y, claro, yo se lo explicaba, pero ellos me decían: “¿Cómo no vas a ir a la universidad?”.

Quien se vea en la misma situación o quien esté en una situación parecida a la que yo pasé, pues, lo más sabio, lo mejor es hablar con alguien de confianza, explicar cómo uno se siente y buscar ayuda.

Jehová, nuestro Creador, es la persona que más me quiere y la que más piensa en mí.

La verdad es que no me he perdido nada bueno por hacerle caso.

Él siempre ha estado a mi lado y me ha ayudado mucho.

Por eso estoy superagradecida a Jehová.

Tanto Dilan como Isaac reconocieron que la presión que sufrieron fue tan fuerte que casi ceden, casi se rinden.

¿Qué les ayudó a resistir?

Isaac dijo que hablar del tema y pedir ayuda.

Si tú estás pasando por una situación parecida, no te lo guardes.

Habla con alguien de confianza.

Si le abres tu corazón, podrás recibir la ayuda que necesitas.

Ahora vamos a mostrarles algo muy especial: un descubrimiento reciente que nos enseña algo nuevo de nuestra historia moderna.

Veamos en el siguiente video qué sucedió hace más de 80 años.

Los testigos de Jehová aman la Biblia.

Mucho antes de que comenzaran con la enorme tarea de traducir la Biblia, los Testigos compraron licencias para imprimir traducciones que ya existían.

Y luego, en la década de los 50, la Watchtower Bible and Tract Society imprimió la primera Biblia traducida por los testigos de Jehová, la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras. Bueno, eso creíamos.

Pensábamos que era la primera traducción que los Testigos habían hecho.

Exacto.

En septiembre de 2017, el Departamento de Museos de la central mundial recibió una Biblia donada por un hermano de Alemania.

El hermano, además, adjuntó una carta en la que hablaba sobre una peculiar Biblia impresa en 1934 en Magdeburgo, que es donde se encontraban la sucursal y la imprenta de la Watchtower Bible and Tract Society en Alemania.

Esta Biblia no la conocía casi nadie, y los pocos que la conocían creían que era una obra hecha sin la autorización del presidente de la Sociedad en aquel tiempo, el hermano Rutherford.

Para 1934, Hitler ya estaba persiguiendo a los testigos de Jehová de Alemania.

Las autoridades nazis habían prohibido nuestra obra, habían confiscado y quemado 65 toneladas de nuestras publicaciones y ya habían clausurado en varias ocasiones nuestra imprenta y nuestra sucursal de Magdeburgo.

Quizás eso explique por qué la Biblia de Magdeburgo no tenía la página de editores típica con la información sobre quién la publicó, quién la tradujo, y dónde y cuándo se había impreso.

Pero en la parte de abajo de una de las últimas páginas se puede leer lo siguiente, en letras pequeñas: “Impresión: Watchtower Bible and Tract Society, Magdeburgo”.

Es interesante que, el 13 de septiembre de 1934, el Ministerio del Interior alemán le dio permiso a la sucursal de Magdeburgo para que volviera a imprimir y a distribuir biblias.

Ahora bien, todo el mundo sabía que en cualquier momento podían volver a cerrar la sucursal, quizá permanentemente.

¿Qué pudieron hacer los hermanos en el poco tiempo que tuvieron?

La sucursal de Magdeburgo le informó a Rutherford que tenía en su poder un manuscrito del Nuevo Testamento listo para imprimir, y que casi se había terminado de traducir el Viejo Testamento.

En octubre de 1934, Rutherford aprobó la impresión de 100.000 ejemplares.

Pero el tiempo se estaba acabando.

El 6 de agosto de 1935, el hermano Rutherford recibió esta carta.

Les leo: “El 10 de julio por la tarde, aparecieron algunos agentes de la policía secreta de Berlín y de Magdeburgo, y clausuraron la fábrica, las habitaciones y las oficinas de Magdeburgo.

Cerraron todas las estancias de la fábrica y confiscaron la propiedad y el dinero de la Sociedad.

Varios miles de biblias se estaban encuadernando y el resto ya estaban impresas”.

Es una lástima que solo unas pocas biblias sobrevivieran a aquel ataque de los nazis.

Finalmente, en noviembre de 2017, después de buscar y buscar, conseguimos tres ejemplares de la Biblia de Magdeburgo.

En ese momento todavía no comprendíamos la importancia que tiene esta Biblia en la historia de la traducción y la impresión que ha hecho nuestra organización.

No se trataba de una simple copia de otras traducciones, sino de una traducción fresca, original y muy moderna.

El nombre de Jehová aparece muchas veces en las Escrituras Hebreas y también en las notas de las Escrituras Griegas Cristianas.

Además, las Atalayas en alemán citaban de esta Biblia de Magdeburgo.

Ha pasado casi un siglo, pero el lenguaje que usa sigue siendo fácil de entender para los lectores alemanes.

Esta traducción de la Biblia tiene una historia increíble.

Comparada con otras Biblias, se imprimieron muy pocas copias y se distribuyeron todavía menos.

Además, se produjo en muy poco tiempo y en circunstancias muy peligrosas.

A pesar de ser un gran tesoro, su historia permaneció oculta durante muchas décadas.

Que sepamos, la Biblia de Magdeburgo es la primera Biblia traducida y editada por los testigos de Jehová, y es incluso anterior a la Traducción del Nuevo Mundo. Esta Biblia sobrevivió a la época de la persecución nazi y ahora forma parte de nuestro museo de la Biblia en Warwick.

Esta traducción es un ejemplo vivo de las palabras que se registran en Isaías 40:8: “Aber Jehovas Wort bleibt ewiglich!”. La amenaza de la opresión nazi no pudo impedir que los hermanos de Alemania hicieran todo lo posible por distribuir la Biblia.

¿Por qué?

Pues porque los testigos de Jehová amamos la Biblia, y nos encanta hablar de ella con otros.

¿Qué se necesita para ser un buen maestro de la Palabra de Dios?

En la siguiente adoración matutina, el hermano Geoffrey Jackson nos habla de lo que podemos aprender del apóstol Pablo y de cómo llegaba al corazón de sus oyentes.

¿Qué es para ti un buen maestro?

Qué buena pregunta, ¿verdad?

Quizás muchos de nosotros respondamos diciendo lo que creemos que es un buen orador.

Puede que digamos: “Este hermano usó muy buenos ejemplos en su discurso”, o “Explicó un texto que yo había leído muchas veces, pero mencionó algo interesante que era totalmente nuevo para mí”.

O puede que digamos: “Su discurso duró una hora, pero se me pasó volando”.

Bueno, hay muchas cosas diferentes que pueden hacer de alguien un buen maestro.

Y, claro, el mejor cumplido que alguien podría recibir es que su forma de enseñar es muy parecida a la de Jesús, porque él puso un magnífico ejemplo para todos.

Ya que estamos hablando de qué define a un buen maestro, vamos a fijarnos en algo que dijo el apóstol Pablo.

Vamos a buscar, por favor, 1 Tesalonicenses 2:7, 8.

Vamos a ver que, además de las cosas de las que ya hemos hablado, hay otros aspectos o cualidades que hacen falta para que alguien sea realmente un buen maestro.

1 Tesalonicenses 2:7, 8: “Al contrario, los tratamos con amabilidad, como cuando una madre amamanta y cuida con ternura a sus hijos.

Así que, por el tierno cariño que les teníamos, estábamos decididos a darles no solo las buenas noticias de Dios, sino también nuestras vidas”.

El apóstol Pablo mencionó algunas cualidades o características que son muy importantes para ser un buen maestro.

En el versículo 8 mencionó el “tierno cariño”.

Así que el amor es fundamental si queremos llegar a ser buenos maestros.

De hecho, para llegar al corazón del estudiante tenemos que tratarlo con amor, ¿verdad?

Si no llegamos al corazón de las personas… Es como disfrutar de una comida en un sueño.

Eso no nos sirve de nada.

Si le enseñamos, pero no tocamos el corazón del estudiante, eso, en realidad, le va a servir de poco a él.

Y más adelante, Pablo dice que estaba decidido no solo a darles las buenas noticias, sino también, su vida.

Es decir, Pablo ponía el corazón cuando enseñaba a otros.

Y al principio del 7, estoy seguro de que ninguno de nosotros pensaría que esta cualidad es importante para ser un buen maestro.

¿Cómo empieza?

“Los tratamos con amabilidad”.

Bueno, claro, esta no es la primera cualidad que nos viene a la mente cuando pensamos en un maestro.

Pero ¿qué envuelve esta expresión, ser amables?

Un experto en temas bíblicos dijo que la palabra original para “amabilidad” fue “frecuentemente usada por los escritores griegos para caracterizar a una nodriza con niños difíciles, o a un maestro con alumnos poco aplicados”, es decir, un maestro con estudiantes que son rebeldes, personas que son indisciplinadas, desobedientes, incontrolables, perezosas.

Qué detalle tan interesante, ¿verdad?

Esta amabilidad es una cualidad firme y estable, que no desaparece fácilmente cuando el estudiante responde de manera negativa.

¡Qué cualidad tan interesante!

Y, sin duda, todos hemos tratado de ser así de amables cuando le estamos enseñando algo de la Biblia a alguien y nos damos cuenta de que la persona no quiere aceptar esa enseñanza.

Quizás se la explicamos, le leemos de la Biblia, pero la persona sigue sin aceptarla.

¿Qué haremos en ese caso?

Si pretendemos que la acepte simplemente porque nosotros lo decimos, o porque la Biblia lo dice, y no razonamos con la persona, no estaríamos mostrando esa amabilidad a la que se refería el apóstol Pablo.

Pero, si somos amables bajo presión, podremos, con amor y cariño, ayudar a alguien a aceptar algo que, al principio, le costaba.

¿Verdad que es una cualidad a tener en cuenta si queremos ser buenos maestros?

Por otro lado, en 1 Tesalonicenses 2:5, 6, el apóstol Pablo hace un contraste y menciona las cosas que no queremos hacer cuando enseñamos.

Leámoslo.

Versículos 5 y 6: “De hecho, ustedes saben que nunca hemos recurrido a los halagos ni hemos dado una falsa apariencia para ocultar deseos codiciosos. […] Tampoco hemos buscado las alabanzas de los hombres —ni las de ustedes ni las de otros—, aunque podríamos ser una carga económica por ser apóstoles de Cristo”.

Así que ¿cuáles son esas cosas negativas que debemos evitar si queremos ser buenos maestros?

Fíjense en la primera: “los halagos”.

Esto nos recuerda otro versículo.

Busquémoslo.

Proverbios 28:23.

Aquí hay algo que no queremos olvidar.

Dice: “Quien corrige a un hombre [o corrige su manera de pensar] será más apreciado que quien usa la lengua para halagar”.

¿Entendemos cuál es la lección?

Que para ganarnos la confianza de alguien no tenemos que recurrir a los halagos, sino ser sinceros y tratar de corregir su manera de pensar.

Con nuestros estudiantes de la Biblia, o en cualquier otra faceta de nuestra enseñanza, debemos recordar que parte del proceso de enseñar incluye aconsejar y corregir puntos de vista equivocados.

Si no corregimos con cariño a la persona, en realidad, estamos demostrando que no la queremos de verdad, porque nos da igual que esté equivocada.

Es importante que no seamos aduladores.

Volvamos a 1 Tesalonicenses, capítulo 2.

¿Cuál es la segunda cosa que menciona Pablo?

“Falsa apariencia para ocultar deseos codiciosos”.

Una falsa apariencia, aparentar ser algo que uno no es.

No queremos dar la apariencia de que somos superiores a los demás.

No queremos que piensen que somos mejores personas que ellos.

Eso sería dar una “falsa apariencia”.

Y luego menciona “deseos codiciosos”.

Hay una referencia marginal que nos lleva a Hechos 20:33.

Allí el apóstol Pablo dijo: “No he deseado la plata ni el oro ni la ropa de nadie”.

Desde luego, como maestros de las buenas noticias, no esperamos recibir algo a cambio, ni ninguna compensación o beneficio económico por lo que enseñamos.

En eso, el apóstol Pablo fue un magnífico ejemplo.

Y luego, en el versículo 6, dijo que no estaba buscando la alabanza de los hombres.

O, como otra traducción dice, no buscaba “ningún reconocimiento”.

Y pudiera pasar que, como maestros, pensemos que merecemos cierto grado de respeto o que estamos un poquito por encima del estudiante.

Pero, si de verdad nos sentimos de esa manera, va a ser muy difícil que tratemos con amabilidad al estudiante, porque, si él cuestiona lo que decimos, o no nos da el reconocimiento que pensamos que merecemos, cuando tratemos de corregir su manera de pensar, va a ser difícil hacerlo con amabilidad.

Bueno, al pensar en todas las cosas que hacen falta para ser un maestro eficaz, quizás te des cuenta de que hay mucho que mejorar.

A mí también me pasa.

Es una lucha constante la de esforzarse por ser un buen maestro.

Pero hay un pensamiento animador en la Carta a los Filipenses.

Vamos a verlo.

Filipenses 2:13: “Porque Dios es el que, tal como a él le agrada, los llena de energías dándoles [noten] tanto el deseo [sí, el deseo de transmitirles la verdad de manera cariñosa a otros] como las fuerzas para actuar”.

En conclusión, para ser un maestro eficaz, hace falta algo más que técnicas.

No lo olvidemos: un buen maestro trata con amabilidad a su estudiante y, cuando está equivocado, lo corrige con cariño.

Igual que Jesús, Pablo ponía todo su corazón cuando enseñaba.

Su interés por los demás lo impulsaba a predicar a tantas personas como podía.

En tiempos modernos, muchos han demostrado esa misma actitud, por eso han seguido predicando a pesar de la fuerte oposición.

Una de esas personas es Maria Kaloyanoff.

Mi mamá nació en Bulgaria en 1922 y, a principios de los años cincuenta, mi familia emigró de Alemania a Estados Unidos.

Nos quedamos a vivir en Nueva York, y ahí fue donde mi mamá conoció la verdad.

Esa fue la primera vez que abrí una biblia.

La abrí en Apocalipsis, capítulo 21.

Lo que más me impactó fue saber que ya no habrá más enfermedades ni tristeza ni muerte.

Nunca más.

Cuando una persona conoce la verdad, quiere compartir lo que ha aprendido con su familia.

Tenía muchas ganas de enseñarles la verdad, de explicarles lo que tenían que hacer para poder vivir sin injusticias, enfermedades y muerte.

Es por eso que ella deseaba tanto y vio que era tan necesario tener publicaciones en búlgaro.

Habló con los hermanos del Betel de Brooklyn y se ofreció a traducir algunas de nuestras publicaciones al búlgaro.

Los hermanos le dieron permiso para que lo hiciera y le dijeron que comenzara traduciendo algunos de los tratados.

En ese tiempo, Bulgaria era un país comunista, así que las publicaciones sobre Dios o sobre la Biblia estaban prohibidas.

Y, claro, no se podían mandar por correo.

Por eso, cuando alguna publicación estaba lista, alguien tenía que introducirla en el país.

Mi familia fue una de las familias que se ofrecieron para hacerlo.

Para ir a Bulgaria viajábamos en tren.

Cada vez que íbamos a Bulgaria llevábamos un montón de equipaje porque nos quedábamos dos meses y medio.

Pasábamos todo el verano ahí.

En las maletas, en diferentes lugares, escondíamos las publicaciones.

Viajar a un país llevando publicaciones prohibidas tiene sus riesgos, es peligroso.

Llevábamos los tratados en el equipaje, y ellos sabían que llevábamos algo.

Mi mamá se dio cuenta de que iban a registrar nuestras cosas.

Así que, rápidamente, sacamos todas las publicaciones que habíamos escondido en el equipaje y las pusimos en una maleta pequeña.

Y las publicaciones que no pudimos meter ahí, como los tratados sin doblar, las pusimos en nuestros brazos y las cubrimos con los abrigos.

Quería que las publicaciones quedaran bien escondidas para que el guardia no las encontrara porque, si las encontraba, habría consecuencias.

Cuando los guardias revisaron nuestras maletas, lo revolvieron todo y lo dejaron muy desordenado.

Entonces a mi mamá se le ocurrió preguntarles: “¿Me dejan ir para allá y arreglar todo ese desorden?”.

Y ellos contestaron: “Está bien”.

Así que tomé los tratados que tenía en mi brazo, debajo del abrigo, y los puse en la maleta que los guardias ya habían revisado.

Ya solo les quedaba revisar mi maleta pequeña.

Recuerdo que uno de los guardias dijo: “Esto es tan pequeño que aquí no cabe nada”, y entonces nos la devolvió.

Vi que el guardia se estaba poniendo cada vez más nervioso, porque él sabía que llevábamos algo, pero no era capaz de encontrarlo.

En otra ocasión, años más tarde, mi mamá viajó sola a Bulgaria.

Pero, esta vez, en la frontera, los agentes encontraron las publicaciones que ella llevaba.

La detuvieron, la metieron en prisión y la interrogaron todos los días durante dos semanas o más.

Pero al final las autoridades búlgaras cambiaron de opinión y decidieron que, como ella vivía en otro país, la deportarían.

Hasta el día de hoy, mi mamá sigue muy activa en la verdad.

Ella mantiene su rutina espiritual, asiste a las reuniones, se prepara para ellas, lee la Biblia y predica con entusiasmo.

Servir a Jehová me ayuda cada minuto de mi vida.

Y quiero usar hasta mi última gota de energía para hablar de su propósito.

Cuando la hermana Kaloyanoff escuchó el mensaje de la Biblia, quiso que las personas de su país de origen también lo escucharan.

Al hacerse mayor, sus circunstancias cambiaron, pero no su entusiasmo.

Aún quiere darlo todo, o como ella dice, quiere usar hasta su “última gota de energía” para hablar del propósito de Dios.

¿Le recuerda el ejemplo de la hermana Kaloyanoff a alguien de su congregación?

Pues piense en él mientras ve el video musical de este mes.

La canción se titula Jehová lo ve. ♪♪ Nunca miró a su alrededor.

Solo echó dos moneditas de poco valor.

Y los demás daban mucho, mucho más.

Se sentía igual que una gota de agua en el mar.

Lo que haces por Dios tiene mucho valor.

Aunque creas que no es así.

Jehová lo puede ver, es precioso para él.

Aun si no lo viera nadie más, él lo ve.

Tal vez pensó que antes era mejor.

Tenía vigor, plena juventud y buena salud.

Las deja caer, apenas se oye un rumor, pero para Dios el ruido es ensordecedor.

Lo que haces por Dios tiene mucho valor.

Aunque creas que no es así.

Jehová lo puede ver, es precioso para él.

Aun si no lo viera nadie más, él lo ve.

Sus ojos están atentos a ti.

No hay sacrificio trivial para él.

¡No se olvida de ti!

Lo que haces por Dios tiene mucho valor.

Aunque creas que no es así.

Jehová lo puede ver, es precioso para él.

Aunque no las vea nadie más, Jehová las ve, tus “monedas” de gran valor. ♪♪ ¡Cuánto nos tranquiliza saber que, sin importar las limitaciones que tengamos, nuestros sacrificios son muy valiosos a los ojos de Jehová!

Veamos la videopostal de este mes.

Nos llega de un país de increíble belleza: Nueva Zelanda.

Nueva Zelanda está formada principalmente por dos grandes islas que se encuentran a 1.600 kilómetros (más de 1.000 millas) al sureste de Australia.

En estas islas hay cordilleras con cumbres nevadas, lagos cristalinos, kilómetros de playas y una preciosa costa llena de puertos y fiordos.

También es una zona de mucha actividad geotérmica.

Tiene volcanes activos, géiseres, piscinas de lodo caliente y una de las fuentes termales más grandes del mundo, el lago Frying Pan, que en español significa “la sartén”.

A los habitantes de Nueva Zelanda a menudo se les llama “kiwis”, que es el nombre de una de las aves autóctonas más singulares del país.

Esta ave tiene un pico largo y no puede volar.

Las buenas noticias llegaron por primera vez a Nueva Zelanda a finales de la década de 1890, cuando un lector de las publicaciones de la Watch Tower empezó a predicar por su cuenta.

Unos años después, llegaron colportores de Australia y Estados Unidos, y el mensaje empezó a difundirse.

Los primeros Testigos de Nueva Zelanda eran valientes.

Para predicar en zonas apartadas, viajaban por terrenos muy difíciles a pie, a caballo y en bicicleta.

Uno de los neozelandeses que empezó a predicar con mucho entusiasmo fue William Barry.

Después de leer los seis volúmenes de Estudios de las Escrituras en 1909, se dio cuenta enseguida de que había encontrado la verdad.

Se esforzó por enseñársela a sus hijos.

Y, en 1975, su hijo Lloyd Barry llegó a formar parte del Cuerpo Gobernante.

Los maoríes, que son un pueblo indígena de Nueva Zelanda, también han aceptado la verdad.

La primera asamblea en el idioma maorí tuvo lugar en 1928.

Hoy día tenemos muchos hermanos maoríes, y les encanta mostrarles a otros su fascinante cultura.

En Nueva Zelanda, hay más de 15.000 publicadores que predican en 18 idiomas, entre ellos, la lengua de señas neozelandesa.

En la isla Sur se encuentra el pueblo costero de Picton, donde está la congregación Picton.

El pueblo tiene un paseo marítimo y una terminal de ferry por donde pasan trabajadores y turistas de todo el mundo, así que es un buen lugar para la predicación pública.

Para llegar a las personas que viven en las diferentes bahías de Picton, los hermanos utilizan sus propios botes.

Los 39 publicadores de la congregación Picton les envían su amor y sus saludos.

Desde la central mundial de los Testigos de Jehová, ¡esto es, sí, esto es JW Broadcasting!

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