Bienvenidos a JW Broadcasting®.
En el programa de este mes aprenderemos que, aunque somos humanos imperfectos, podemos imitar la forma de pensar de Jehová.
Jim McCabe pasó de poner a prueba las enseñanzas de los testigos de Jehová a convertirse en uno de ellos.
En un nuevo episodio de “¿Qué ha sido de ellos?”, Jim nos explicará cómo ha defendido legalmente el nombre de Jehová.
Hace años, cientos de hermanos jóvenes en Sudáfrica fueron enviados a prisión por mantenerse neutrales.
Veremos qué riesgos tomaron para poder seguir alimentándose en sentido espiritual.
Y el video musical de este mes mostrará el amor que les tenemos a nuestros hermanos y hermanas.
Esto es JW Broadcasting.
¿Qué opina usted?
¿Será posible para un ser humano imperfecto elevar su forma de pensar para que esté en armonía con la de Jehová?
Y, si es posible, ¿cómo podemos lograrlo?
Para responder esas preguntas, vamos a analizar varios versículos del libro bíblico de Isaías.
Primero, leamos juntos Isaías 40:12-14: ¿Qué nos enseñan estos versículos?
Que la forma de pensar de Jehová —su sabiduría, su comprensión del planeta Tierra y de cómo funcionan sus procesos, y su profundo conocimiento de cada ser humano que existe— es muy elevada, tanto es así que pudiera parecernos inalcanzable.
Pero las buenas noticias son que sí podemos acercarnos a Jehová y podemos llegar a pensar como él.
¿Cómo lo sabemos?
Lo sabemos gracias a lo que dice una hermosa profecía que encontramos en el libro de Isaías.
En cumplimiento de esta profecía, Jehová atrae hacia él a millones de humanos imperfectos.
Como resultado, nos acerca más a él y eleva nuestra forma de pensar.
Por favor, lean conmigo lo que dice Isaías 2:2, 3.
Al leer en estos versículos la profecía, veremos que Isaías describe una imagen sencilla pero muy bonita.
¿Qué representa “la montaña de la casa de Jehová”?
La adoración pura.
Según Isaías, “en los últimos días” sería evidente cuál sería la adoración pura; se destacaría y estaría disponible para todos los que buscaran la verdad.
La profecía indica que personas de corazón sincero de todas las naciones subirían a la montaña de la adoración pura.
¿Por qué lo harían?
Veamos lo que sigue diciendo el versículo 3: Como vemos, en los últimos días subirían a la montaña de la adoración pura personas de todas las naciones.
Subirían para que Jehová les enseñara sus instrucciones.
¿Y se fijaron en lo decididas que suenan estas personas?
Ellos dicen: “Nosotros andaremos en sus sendas”.
¡Qué profecía tan bonita!
Pero ¿cómo responde esto la pregunta que hicimos antes?
¿Qué tiene que ver con elevar nuestra forma de pensar para que esté de acuerdo con la de Jehová?
Bueno, ¿qué pasa cuando uno sube una montaña?
Hay que esforzarse.
Puede ser agotador.
Quizás nos tropecemos o hasta suframos alguna herida mientras vamos subiendo.
Pero, si no nos rendimos, ¿con qué nos encontramos cuando llegamos a la cima?
Estamos tan arriba que tenemos una vista que jamás habríamos disfrutado si no hubiéramos llegado allí.
Vivir eso hace que valga la pena todo el esfuerzo.
En sentido figurado, podemos decir lo mismo de la adoración verdadera.
Si estamos dispuestos a hacer el esfuerzo de subir a ella, es decir, de aprender las normas de Jehová y ponerlas en práctica en nuestra vida, la adoración pura nos eleva.
¿Por qué?
Porque las leyes y principios de Jehová son muy elevados, superiores.
Si aprendemos a amar las normas de Jehová, nuestra forma de pensar se eleva.
Nuestros pensamientos se parecen más a los de nuestro Padre, Jehová.
Esto es lo que le pasó a una joven.
Fíjense en lo que escribió: “Llevaba una vida muy inmoral y bebía demasiado.
Contraje enfermedades de transmisión sexual.
Además de todo eso vendía drogas, y la verdad es que ya no me importaba nada”.
Pero esta joven empezó a estudiar la Biblia y así comenzó a subir la montaña.
Fue haciendo cambios en su vida para obedecer las normas de Jehová.
Como resultado, la adoración pura la elevó.
Miren lo que dice la hermana: “Ahora tengo serenidad, autoestima, una esperanza para el futuro, una verdadera familia y, lo mejor de todo, una relación con nuestro Padre, Jehová”.
Así es, al subir a la montaña de la adoración pura, elevó su forma de pensar para que armonizara con la de Jehová, y al hacer eso la adoración pura la elevó a ella.
¿Qué hemos aprendido hasta ahora?
Que podemos elevar nuestra forma de pensar para que armonice con la de Jehová.
Y lo logramos subiendo a la montaña de la adoración pura.
Pero, claro, es la montaña de la adoración pura la que nos eleva.
No nos elevamos por nuestros propios méritos.
Jehová bendice los esfuerzos que hacemos para subir.
Recordar eso nos ayuda a mantenernos humildes mientras ayudamos con cariño a otros a que también suban a la montaña de Jehová.
Otra cosa importante: si no seguimos obedeciendo las normas de Jehová, nuestra forma de pensar y de actuar deja de ser elevada.
Así que aferrémonos con todas las fuerzas a las elevadas normas que nos da nuestro Padre, Jehová, aunque no siempre nos resulte fácil obedecerlas.
Pero ¿y qué pasa cuando cometemos un error, por ejemplo, cuando cometemos un pecado grave?
Perdemos altura.
Es como si cayéramos, en sentido figurado.
Quizás cuando escuchó el título de este discurso se le vino a la mente otro versículo de Isaías.
Leamos Isaías 55:9: Así que Jehová nos dice claramente que sus pensamientos son más altos que los nuestros.
¿Cuál es el contexto de estas palabras que dijo Jehová?
Fijémonos en los versículos que vienen antes del que acabamos de leer.
Empecemos desde el 7: Cuando Jehová dice que sus pensamientos son más altos que los nuestros, está hablando de su capacidad de perdonar.
Él perdona generosamente a los pecadores que se arrepienten.
La verdad es que la misericordia de Jehová es tan grande que para nosotros es difícil entenderla.
Si lo pensamos, cuando nosotros perdonamos a alguien, en realidad es un pecador perdonando a otro pecador.
Y todos sabemos que tarde o temprano vamos a necesitar que alguien nos perdone a nosotros.
Pero Jehová, aunque nunca necesita que lo perdonen, perdona generosamente.
Es tan misericordioso que abre “las compuertas de los cielos” y derrama muchas bendiciones sobre los que vuelven a él con todo el corazón.
¡Qué elevada es su forma de pensar!
Seguro que todos queremos imitarla.
La Atalaya de agosto de 2024 en su edición de estudio nos ayudó a entender mejor la forma elevada de pensar que tiene Jehová.
En el artículo se hablaba de su misericordia y de su disposición a perdonar a los pecadores que se arrepienten, incluso a los que han cometido pecados graves.
Y se daba un ejemplo.
Se mencionaba el caso de un pecador de la congregación de Corinto que no se había arrepentido.
Pablo describió esa situación como “un caso de inmoralidad tan grave que ni siquiera se da entre los no creyentes”.
Claramente, este hombre había dejado de obedecer las elevadas normas de Jehová.
Como no se arrepentía, Pablo les dijo a los ancianos que tenían que sacarlo de la congregación.
Pero, al parecer, solo unos meses después de lo ocurrido, Pablo les dijo a los ancianos: “Deben perdonarlo bondadosamente y consolarlo”.
Y añadió: “Les aconsejo que le confirmen que lo aman”.
¿Por qué les dio esas instrucciones?
Porque la disciplina había dado buenos resultados y este hombre se había arrepentido.
Así que lo recibieron nuevamente en la congregación como un hermano.
¡Qué bonito!
¡Y qué excelente ejemplo de la forma de pensar tan elevada de Jehová!
Este ejemplo también les confirma a los cristianos que han cometido un pecado grave que con la ayuda de Jehová pueden levantarse, sacudirse el polvo y seguir subiendo la montaña de la adoración pura.
La Atalaya también reconocía que, al parecer, a algunos hermanos de la congregación les costó recibir a este pecador arrepentido con los brazos abiertos.
¿Por qué?
Porque tal vez todavía estaban resentidos con él.
Es como lo que le ocurrió al hermano del hijo pródigo de la parábola que mencionó Jesús en Lucas 15:28-30.
Hoy sucede algo parecido.
Cuando los ancianos determinan que un pecador arrepentido puede volver a la congregación o, en otros casos, seguir formando parte de ella, es posible que a algunos de nosotros nos resulte difícil darle la bienvenida, especialmente cuando lo que esa persona hizo nos afectó personalmente.
Si ese es nuestro caso, tal vez sintamos que se han olvidado de nosotros o que no han tomado en cuenta lo que sentimos, o que a Jehová no le importa el daño que esa persona nos causó con su pecado.
Hasta podríamos sentir que Jehová nos ha fallado.
¿Qué puede ayudarnos a tener el punto de vista elevado de Jehová?
Pensemos en un ejemplo de la Biblia.
David cometió un pecado muy grave al tener relaciones con Bat-Seba, la esposa de Urías.
No solo tomó a la esposa de otro hombre y de esta forma cometió adulterio, sino que además empeoró las cosas al mandar a matar a Urías.
Adulterio y además asesinato.
Por supuesto, Jehová vio cómo se desarrolló esta tragedia.
¿Y qué decidió hacer con David?
Hizo que Natán fuera a hablar con él.
Y Natán usó una comparación muy conmovedora que le tocó el corazón.
Como resultado, David se arrepintió.
Y ¿qué hizo Jehová?
Según la Ley mosaica, David tendría que haber sido ejecutado.
Pero fíjense en lo que dice 2 Samuel 12:13: Jehová fue muy misericordioso con David: le perdonó la vida y hasta le permitió seguir siendo rey.
Pero ¿qué hay de la víctima?
¿Qué pasó con Urías?
¿Será que Jehová se olvidó de él?
Por favor, veamos juntos dos versículos.
Uno es 1 Reyes 15:5: El otro versículo es Mateo 1:6: ¿Qué aprendemos?
¿Perdonó Jehová a David?
Sí, pero Jehová no se ha olvidado en ningún momento de Urías.
En el nuevo mundo, Jehová se va a encargar de que Urías reciba justicia al devolverle la vida.
¡Y qué ganas tenemos todos de estar ahí para darle la bienvenida!
¿Qué nos enseña este ejemplo?
Tenemos que elevar nuestra forma de pensar para que esté de acuerdo con la de Jehová.
Si lo imitamos, podemos disfrutar de la alegría de dar al perdonar a los demás.
De hecho, uno de los mejores regalos que podemos hacer es perdonar.
Y confiamos en que Jehová reparará cualquier daño que hayamos sufrido, sea este físico, emocional o espiritual.
Estamos convencidos de que cumplirá la maravillosa promesa que nos hace en Isaías 65:17: Se acerca rápidamente el día en que cualquier dolor, o incluso cualquier recuerdo de algo doloroso que vivimos, habrá quedado olvidado en el pasado.
Esos recuerdos tristes ni siquiera vendrán a nuestra mente.
¡Qué maravilloso será ese día!
¿Puede verse ahí?
Entonces siga subiendo, no se rinda.
La vida eterna será maravillosa.
Y esa es una vista que solo podremos disfrutar si subimos a la montaña de la adoración pura.
Jim McCabe buscaba la adoración pura, pero no la encontraba, hasta que aceptó un curso de la Biblia y se hizo Testigo.
Hoy trabaja defendiendo el nombre de Jehová.
Y lo que ha visto le demuestra que Jehová siempre protege a su pueblo.
Cuando pienso en la época en la que conocimos la verdad mi esposa y yo, recuerdo que, por así decirlo, queríamos poner a Jehová a prueba.
Pero ahora creo que era al revés: Jehová nos estaba poniendo a prueba para ver cuánto lo amábamos, cuán fuerte era nuestro deseo de servirle.
Si no hubiera puesto el Reino en primer lugar en mi vida, si no hubiera confiado en que Jehová nos iba a cuidar, no hubiera vivido esas experiencias.
Jehová está ahí, ayudando a su pueblo.
Y, cuando trabajas en asuntos legales, lo ves todos los días.
Crecí en una familia grande, de ocho hijos.
Mis padres les daban mucha importancia a los estudios.
Así que me mudé a San Diego y empecé a estudiar Derecho.
Ese mismo año conocí a Melinda, y empezamos a salir.
Para esa época ninguno de los dos estábamos muy involucrados en la religión católica.
Nunca se preocuparon por fortalecer nuestra fe.
Una de las cosas que nos hizo querer aprender de Jehová es que veíamos lógica, hechos, evidencias que nos ayudaban a tener fe.
Jesús enseñó que, si ponías primero el Reino, de todo lo demás se encargaría Jehová.
Lo que necesites.
Así que trabajaba como abogado a tiempo parcial y me hice precursor.
Nosotros confiamos en esa promesa, y llegamos a ser mucho más felices gracias a eso.
Primero salíamos a predicar, y todo lo demás lo hacíamos después.
Y así fue siempre, incluso cuando tuvimos a nuestros niños.
Eso fue lo que tratamos de enseñarles.
Predicábamos con hermanos divertidos, que se interesaron en nuestros hijos y les mostraron cariño.
Teníamos varios amigos, matrimonios de precursores, que influyeron mucho en la vida de nuestros hijos.
Nuestros amigos llegaron a ser sus amigos.
Más o menos en 1985, la sucursal mandó una carta a todas las congregaciones de Estados Unidos pidiendo voluntarios para trabajar en Betel.
Nos alegró que llamaran a Jim para trabajar en construcción.
Pero justo se dañó la lavadora y surgieron otros problemas a la vez.
Así que, de nuevo, Mateo 6:33: “Sigan buscando primero el Reino”.
Jehová siempre siempre nos cuidó.
La invitación que recibí era para trabajar en Betel por dos semanas.
Pero, el tercer día, el superintendente de construcción, el hermano Gil Nazaroff, me llamó por teléfono y me dijo: “Ahora vas a trabajar en el Departamento de Asuntos Legales”.
Después de que Jim colaborara con Betel en varias ocasiones, nos invitaron a todos a quedarnos allí por dos semanas.
Así que fuimos con nuestros hijos y disfrutamos un montón.
Después de eso, los hermanos me preguntaron si podría mudarme con mi familia a Nueva York, para vivir en Betel y trabajar a tiempo completo.
Aceptamos, pero, al poco tiempo de llegar a Betel, me pidieron que atendiera unos asuntos en otro país, así que Melinda se quedó con los tres niños.
Eso fue algo muy duro para mí.
La verdad es que fue un cambio difícil, porque en el sur de California se vivía mucho mejor y más cómodo que en Brooklyn.
Pero fueron muchas más las bendiciones que recibimos que los sacrificios que tuvimos que hacer.
Nuestro hijo mayor empezó a trabajar en la imprenta a los 16 años.
Y nuestros otros dos hijos, Jesse y Ryan, trabajaban conmigo en la lavandería en la mañana y después iban a la escuela.
Esta experiencia tuvo un impacto muy positivo en nuestros hijos.
Pasar tanto tiempo con betelitas jóvenes —de 19 o 20 años— fue una bendición para ellos.
Con el tiempo volvimos a California, pero sigo colaborando con el Departamento de Asuntos Legales.
En una ocasión, tuve la oportunidad de ayudar a los hermanos de Francia.
El motivo fue que, en 1998, el Gobierno francés exigió un impuesto a la sucursal del 60 % de todas las donaciones que se habían recibido entre 1993 y 1996.
Poco después, a eso le añadieron una multa, así que el total que nos pedían era el 108 % de las donaciones.
¡Era algo imposible de pagar!
Así que fuimos a juicio.
Uno de nuestros abogados, que no era Testigo, no quería usar la Biblia en el juicio ni explicar quiénes somos los testigos de Jehová.
Pero es por eso por lo que vamos a juicio.
No vamos solo para ganar casos.
Lo hacemos por lo que dijo Jesús en Mateo 10:18: para dar testimonio.
Así que en nuestra defensa teníamos que explicar quiénes somos.
Y al final el abogado estuvo de acuerdo.
En el 2011, cuando ganamos el caso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, quedó claro que los impuestos que nos exigían eran una violación de la libertad religiosa de los testigos de Jehová.
Jehová se encargó de que esta victoria destacara nuestra libertad religiosa.
En realidad, esa fue su victoria, no la nuestra.
Poner el Reino de Dios en primer lugar ha cambiado por completo nuestras vidas.
Pero creo que para mí, como madre, lo más importante es que nuestros hijos, junto con sus familias, están todos sirviéndole a Jehová.
Y eso es gracias a que ellos también ponen el Reino de Dios en primer lugar.
Nuestra familia no es perfecta, pero las bendiciones han sido tantas que hasta nos cuesta creerlo.
Jehová ha cumplido todas sus promesas.
Si quieren hacer más por Jehová pero no saben cómo, ¿por qué no leen la biografía de Jim en la revista ¡Despertad! del 8 de febrero de 1987?
Verán que probar a Jehová, como dice Malaquías, a menudo trae bendiciones.
Una bendición de la que todos disfrutamos son las reuniones.
Son de vital importancia.
Lamentablemente, en la década de los setenta y los ochenta, a cientos de hermanos jóvenes sudafricanos les fue arrebatada esta bendición.
Pero no del todo.
Veamos los riesgos que tomaron para cubrir esta necesidad espiritual.
En los años sesenta, Sudáfrica comenzó a involucrarse en conflictos armados en algunos países vecinos.
Por eso, a muchos hermanos jóvenes los llamaron para hacer el servicio militar.
Pero, por su neutralidad, fueron enviados a prisión.
Al principio, cuando enviaban a los hermanos a la prisión, les exigían ponerse el uniforme militar, cosa que ellos se negaban a hacer.
Los hermanos pensaban que con esa ropa los iban a confundir con soldados que estaban presos, y ellos no querían dar esa impresión.
Usaban uniformes azules, y por eso los llamaban “los chicos de azul”.
Todo el mundo sabía que los chicos de azul eran testigos de Jehová.
Al principio, encerraban a los hermanos en celdas individuales donde cumplían toda su condena, así que se les hacía muy difícil juntarse para las reuniones.
Uno de esos hermanos fue David Carikas.
Hace poco, David y yo nos reunimos y hablamos de lo que vivimos en la prisión.
Cuando yo llegué a la prisión, no nos dejaban comunicarnos entre nosotros.
Era como si estuviéramos en celdas de aislamiento.
Querían que traicionáramos nuestra fe; eso nos dijeron.
Había 64 celdas, 32 en cada lado.
Hacíamos una especie de minihamacas y nos colgábamos de los barrotes que estaban encima de la puerta.
Y entonces, cuando todo estaba tranquilo, hacíamos las reuniones.
Teníamos un programa espiritual muy completo, con el discurso público y la Escuela del Ministerio Teocrático.
Hablábamos bajito, pero lo suficientemente alto como para escucharnos.
Los hermanos que estuvieron encarcelados en la década anterior a la mía nos dejaron un gran ejemplo.
Ellos nos marcaron el camino.
Estos hermanos salían de la prisión con una fe más fuerte.
Se les veía felices.
Eran una inspiración para los más jóvenes como yo que nos estábamos preparando para cuando nos tocara ir a la cárcel.
Aunque estuve en la misma cárcel que tú, las cosas eran un poquito diferentes.
Los fines de semana no estábamos encerrados, y nos dejaban en paz.
Podíamos sacar nuestras sillas o les dábamos vuelta a los baldes o cubos que teníamos allí y nos sentábamos en grupos para celebrar nuestras reuniones; incluso cantábamos las canciones.
Algunos hermanos hasta habían hecho sus propios instrumentos musicales.
Así que los soldados estaban acostumbrados a oírnos cantar.
Además, los fines de semana, con mucho cuidado podíamos conseguir toda la información para las asambleas de circuito… ¡Guau!
… y las de distrito también.
Mira, en una de estas fotos se ve a los hermanos disfrazados para el drama.
Los presentábamos a las seis de la mañana porque así era más difícil que nos descubrieran.
A los hermanos les encantaba y se metían en la historia del relato bíblico.
Claro, no queríamos que los soldados vieran todo eso.
¡Es increíble cómo Jehová nos siguió dando el alimento espiritual incluso tras los muros de aquella prisión!
Sí.
Las reuniones eran muy importantes para nosotros, dijeran lo que dijeran las autoridades.
Era algo en lo que no íbamos a ceder.
Sí, es verdad.
Nos mantuvimos fuertes gracias al alimento espiritual y al cariño y al ánimo que nos dábamos unos a otros.
Así que los hermanos hacían todo lo posible por organizar las reuniones.
Y un buen ejemplo de eso era la Conmemoración.
Cuando estaba en prisión, les rogamos a las autoridades que nos permitieran celebrar la Conmemoración.
Pero su respuesta fue un rotundo no.
Así que decidimos hacerlo sin su permiso, aunque les seguimos preguntando.
De repente, el día de la Conmemoración —un martes por la tarde—, nos dejaron salir de las celdas y nos dieron permiso para ducharnos, algo que no nos permitían hacer a esa hora.
Y nos dijeron: “Arréglense para su reunión de esta noche”.
¿En serio?
Sí, y como a las siete de la noche, en una pequeña capilla que había allí, tuvimos la Conmemoración.
Cuando empezamos a cantar —por cierto, cantamos a todo pulmón; seríamos unos 125—, a casi todos se nos llenaron los ojos de lágrimas.
Después de la Conmemoración salimos, y todavía recuerdo aquella luna llena saliendo por el este, por encima del cuartel militar de Sudáfrica.
Lo sentimos como una victoria.
Si Jehová quería que celebráramos la Conmemoración, nadie podía impedirlo.
La verdad es que jamás olvidaré aquella Conmemoración.
¡Qué increíble, David!
Las reuniones en la cárcel hicieron que me diera cuenta de que reunirnos con nuestros hermanos no es un regalo que nosotros le demos a Jehová, sino un regalo que él nos da a nosotros.
Sin duda.
—Y es algo que nos une —Sí, de una manera muy especial.
la verdad que sí.
Necesitamos las reuniones.
Nos dan mucha fuerza.
Desde entonces veo las reuniones como un regalo valiosísimo.
No nos las perdemos por cualquier cosa y tratamos de estar allí en persona.
Escuchar a los hermanos expresar su fe y a la vez poder hacer tú lo mismo —expresar tu propia fe— es una fuente de ánimo muy necesaria.
Las reuniones no son solo un grupo de personas aprendiendo lo mismo.
Ahí encontramos una familia.
Y Jehová sabe que necesitamos estar unidos y animarnos unos a otros, “sobre todo [como dijo Pablo] al ver que el día se acerca”.
Sigamos el ejemplo del hermano Martin y hagamos todo lo posible por asistir a las reuniones.
Nos dan el ánimo que necesitamos mientras “el día se acerca”.
Y no solamente hacen eso.
Las reuniones nos preparan para la persecución al elevar nuestra forma de pensar para que sea como la de Dios.
Si pensar en la persecución le provoca ansiedad, téngalo por seguro: usted puede mantenerse fiel.
Jehová lo cuidará con ternura y le dará su espíritu santo, igual que lo hizo con el hermano Leo Liang.
En 1958, alguien golpeó muy fuerte mi puerta.
Cuando abrí, la policía entró con sus pistolas, y me esposaron de inmediato.
Debido a la oposición del Gobierno, a los testigos de Jehová cada vez nos era más difícil predicar. Queríamos estar preparados por si nos arrestaban, así que decidimos aprendernos textos de memoria.
Si los copias una y otra vez, se te graban en la mente.
Y, con la ayuda del espíritu santo, los recuerdas cuando más los necesitas.
El día que me arrestaron le dije a Jehová en oración: “Jehová, voy a serte fiel hasta la muerte”.
Sabía que estaba en la cárcel por la verdad, así que Jehová me protegería.
Mi caso nunca fue presentado ante un tribunal.
Nunca tuve un juicio.
La comida que nos daban en prisión era horrible.
Nos daban arroz rancio; la mitad era arroz y la otra mitad, agua.
Los primeros días no podías comerlo, estaba malísimo.
Pero, después de un tiempo, te daba hambre y entonces te lo comías.
En las celdas dormíamos como sardinas.
Metían a cinco personas en un espacio muy pequeño.
Me mandaron a trabajar al taller de arte.
Era mejor que estar encerrado todo el día en la celda. Eso me ayudó a sobrevivir.
Recopilé textos bíblicos para armar mi propio folleto Examinemos. Y cada día me concentraba en uno de ellos para mantener mi fe fuerte. Tenía unos 200 y esos los repasaba una y otra vez.
Pero necesitaba más, así que le pedí a Jehová: “Por favor, dame más textos, si es posible”.
Un día, en el medio de la cárcel, vi muchos libros, revistas y fotografías allí amontonados.
Y pensé: “¡Guau, una Biblia en chino!
Eso responde mi oración.
¡La necesito!”.
Pero había cuatro policías haciendo guardia, así que le dije a Jehová: “Por favor, haz que se vayan a almorzar y dejen el lugar solo”. A mediodía, volví allí.
Me fijé y no había policías.
Se habían ido a almorzar.
Me aseguré de que no hubiera nadie escondido viéndome por las ventanas.
Y entonces hice algo muy peligroso: tomé lo que pude, lo guardé entre mi ropa y le di gracias a Jehová por tener más textos bíblicos.
Cuando miré lo que había recogido… ¡Guau!
Eran todas las cartas de Pablo.
¡Qué regalo tan bonito de Jehová!
Entonces le oré y le pregunté: “¿Cómo las voy a guardar?”.
Y es que en la cárcel, como te sientes solo, hablas con Jehová todo el tiempo.
Eso te acerca más y más a él, y con el tiempo te da las respuestas.
En este caso me ayudó a entender que la solución era escribir los textos en sábanas.
Corté las sábanas en trozos del tamaño de una hoja de papel.
Y, cuando mis cuatro compañeros de celda se quedaban dormidos, yo me ponía a copiar los textos.
Una noche, el guardia estaba haciendo sus rondas de vigilancia y se detuvo justo frente a mi celda.
Yo no me detuve y seguí copiando delante de él.
Él miró en el cartelito los nombres de los cinco presos que estábamos en esa celda y dijo: “Ah, Leo Liang.
Él es el supervisor del taller de arte.
Debe estar trabajando horas extra.
Muy bien, muy bien”.
Pero yo estaba copiando los textos. Hubo un texto que me ayudó muchísimo cuando estuve en prisión.
Fue 1 Pedro 5:7: “Mientras echan todas sus inquietudes sobre él [es decir, sobre Jehová], porque él se preocupa por ustedes”.
Al principio, claro, aún sentía mucha ansiedad.
Después de orar, tal vez aún sentía un 60 %.
Entonces seguí orando.
Y, al siguiente mes, ya era un 50 %.
Al siguiente, 40 %, y, luego, 30 %.
Con el tiempo, llegué al 0 %.
Y entonces dejé de sentir ansiedad.
Me tomó un año entero asimilar aquella situación y dejar de sentir ansiedad.
Claro, no es fácil.
Pero, cuando uno se esfuerza por lograrlo, finalmente lo acaba consiguiendo.
Un día le prediqué a uno de los artistas con los que trabajaba.
Él me dijo que, cuando saliera, en 20 años, iba a matar a este y a este y a aquel… Yo le dije: “¿Sabes lo que dice la Biblia?
Dice que tienes que orar por los que te persiguen”.
Pero, al final, él me delató.
El guardia le preguntó: “Tú trabajas con Leo.
¿De qué hablan tanto?”.
“Él me predica”, le dijo.
Pero después mi compañero vino, se arrodilló y me dijo: “¡Lo siento, Leo!
¡Perdóname!
¡Perdóname!”.
Entonces el director de la cárcel me llamó y me dijo: “¡Rompiste las reglas!”.
Y yo dije: “Sí, pero, si supiera lo que predico, estaría feliz.
¿Quiere saber lo que le dije?”.
“Sí”.
Y se lo conté.
“¡Ahora estás predicándome a mí!”.
“No, no, no, no estoy predicando; le estoy confesando lo que le dije a él.
No es lo mismo.
Estoy confesándole”.
Y le dije: “No les estoy enseñando a odiarlo a usted, sino que les enseño el amor cristiano”.
Como en prisión yo era muy trabajador, el director me dijo que lo mejor para mí sería que fuera trasladado a un campo de trabajos forzados en vez de ser liberado en la ciudad.
Eso era porque en cualquier momento podían matarme ya que era considerado enemigo del Estado.
Así que me enviaron al campo.
Además de té, sembrábamos trigo, sembrábamos arroz… Tenía que estar agachado 16 horas cortando plantas.
Y después las ataba con un material muy duro.
Al final del primer día me sangraban las manos.
Y al día siguiente fue peor porque ahora tenía que trabajar con todas las heridas.
En el campo, oraba todos los días.
Y podía ver millones de estrellas. ¡Guau! Era algo hermoso.
Le pedía a Jehová todo el tiempo que me diera la sabiduría, el valor y las fuerzas para permanecer fiel.
Y, después de seis años, le hice una oración a Jehová y le dije: “Si me quedo aquí un año más, creo que voy a morir.
Por favor, resucítame en el nuevo mundo”.
Fui liberado al cabo de 21 años y medio: 15 años en prisión, 6 años y medio en el campo de trabajo.
Aguanté gracias a Jehová Dios.
Servimos a Jehová en tiempos buenos, servimos a Jehová en tiempos malos y serviremos a Jehová en tiempos muy difíciles.
Él nos está preparando desde ahora para la gran tribulación.
Yo no he pasado por eso, así que también será difícil para mí.
Pero sé que con la ayuda de nuestro Dios, con su espíritu santo, yo podré aguantar; ustedes podrán aguantar; todos podremos aguantar si nos apoyamos completamente en él.
¿No está de acuerdo en que el hermano Leo Liang no fue aplastado?
Más bien, fue elevado.
La experiencia de Leo nos enseña la importancia de confiar en Jehová ahora, para así confiar totalmente en él en tiempos más difíciles.
El profeta Amós fue un excelente ejemplo de alguien que confió completamente en Jehová.
Mientras descubrimos más tesoros en el libro de Amós, pensemos en cómo proclamó con valor los mensajes de juicio de Jehová en contra de aquellos que maltrataban a los demás.
Podemos aprender mucho con el libro de Amós en nuestra adoración en familia, ¿no te parece?
La verdad que sí.
Es tan interesante leer sobre cómo Jehová vio el potencial de este pastor tan humilde y trabajador… Y decidió encargarle que predicara con valor un mensaje muy importante.
Y hay muchas más cosas que aprender del libro de Amós.
Está lleno de tesoros espirituales.
Oye, qué bien, ¿por dónde empezamos?
Mira, encontré una Atalaya del año 2019 que da muy buenas sugerencias para conocer mejor a los profetas y sus mensajes.
¡Buenísimo!
Sí, hablaba de que deberíamos cultivar el deseo de conocer mejor lo que el profeta escribió.
Aparecían preguntas muy buenas que nos podíamos hacer, y nos animaba a investigar qué actitudes o prácticas quería corregir Jehová mediante el profeta.
¡Qué buenas ideas!
Sí.
Bueno, a ver, lo primero: Jehová envió a Amós al reino del norte, el de las 10 tribus.
Él comenzó dando un mensaje de juicio contra las naciones enemigas de alrededor, como Siria, Filistea, Edom y otras más.
Al mirar el mapa me imagino que al principio a los israelitas les encantaría ese mensaje.
Sí, y me pregunto en qué momento se dieron cuenta de que el mensaje también los incluía a ellos.
Bueno, y es que el mensaje no solo los incluía, sino que era para ellos desde el principio.
Y es muy interesante saber por qué Jehová les mandaba este mensaje: estaban adorando a dioses falsos y trataban muy mal a los demás.
¿Y sabes que la expresión “debido a” aparece muchas veces en los primeros dos capítulos de Amós?
Así que para llevar la cuenta y entenderlo tomé unas notas.
Sí, a mí también me gusta tomar notas en papel.
Y, aunque yo normalmente las anoto en el teléfono o en la tablet, veo que cuando las escribo en papel se me graban más en la mente y las recuerdo mejor.
Es verdad.
Así que Jehová iba a castigar a las naciones vecinas —y también a Israel— porque, entre otras cosas, entregaron a los desterrados, no recordaron el pacto de hermanos, persiguieron a sus hermanos con la espada, se negaron a mostrar misericordia, les rajaron el vientre a las embarazadas y vendieron al justo por plata y al pobre por un par de sandalias.
O sea, maltrataban a la gente.
Así que Jehová quería que corrigieran esa actitud que los estaba llevando a maltratar a los demás.
Eso nos dice tanto de cómo es Jehová… Él envió a Amós a dar ese mensaje porque le importa muchísimo cómo se les trata a las personas.
¡Qué idea tan bonita!
Y podemos aprender algo más de este relato.
Nos enseña qué clase de gobernante es Jehová.
Él no es un Dios frío, distante o insensible.
Él veía el trato que se le daba a cada persona.
Oye, yo también lo pensé.
Por eso, cuando estaba leyendo, empecé a fijarme en los detalles que me mostraban cuáles eran los sentimientos de Jehová.
Los encontré en Amós 5:21-23.
Jehová dice: Guau, qué palabras tan fuertes, ¿no?
Es como si Jehová dijera: “Me da asco verlos tratando de adorarme”.
La verdad es que Jehová no solo veía cómo trataban a la gente; eso afectaba sus sentimientos y emociones.
Jehová se dio cuenta, le llegó al corazón.
Pero hizo algo más.
Les dio esperanza a los que estaban siendo maltratados.
El video de introducción decía que Jehová prometió “levantar la cabaña de David”.
Jehová les estaba asegurando que el Mesías iba a venir y que se acabaría el maltrato.
¡Qué detalle tan bello de la personalidad de Jehová!
¿Pero cómo nos puede ayudar esto a nosotros?
Pues, como Jehová se preocupa tanto por cómo tratamos a los demás, yo me preguntaría: “¿Qué ve Jehová cuando se fija en mí?
¿Qué piensa?
¿Me ve como alguien amable, paciente, compasivo…, o todo lo contrario?”.
La manera como tratamos a las personas es un reflejo de lo que sentimos por ellas.
La gente de esas naciones no amaba al prójimo, por eso trataban tan mal a los demás.
Así que sí importa lo que siento por otros.
¿Entonces qué pasa si alguien me ofende o me trata injustamente?
Claro, no lo voy a golpear, pero ¿cómo me siento por dentro?
¿Sigo pensando en lo que me hicieron, les guardo rencor, me alejo de ellos?
Jehová no solo ve lo que hago; también ve lo que siento.
¡Qué buena lección!
También pensé en si cuando voy a las reuniones me fijo en aquellos que están desanimados o en esos que tienen circunstancias especialmente difíciles.
Quizás están solitos en una esquina.
¿Tomo la iniciativa y les muestro compasión como hace Jehová?
Excelente.
Y Jehová también se fija en cómo reaccionamos cuando alguien está sufriendo.
Así que me pregunté: “¿Soy un poco insensible?
¿Digo simplemente ‘Bueno, es lo que hay; es que este sistema es así’?”.
Jehová no hace eso.
Le duele ver sufrir a los demás.
¿Soy así yo también?
¡Es increíble lo que aprendimos haciendo estas cosas tan sencillas!
Usar La Atalaya del año 2019, identificar qué actitudes o prácticas quería corregir Jehová, tomar notas breves y, sobre todo, tratar de entender cómo se sentía Jehová.
Y podemos aprender mucho más del libro de Amós.
Por ejemplo, esa frase que se repite varias veces: “Pero ustedes no volvieron”.
¿Qué nos enseña sobre Jehová?
¿Cómo nos ayuda el ejemplo de Amós a ser valientes cuando nos amenacen?
¿Y qué hay de la visión que tuvo cuando vio a Jehová “de pie en una muralla”?
¿Qué nos enseña eso sobre las normas de Jehová?
Vamos a seguir estudiando.
Apenas empezamos a descubrir los tesoros del libro de Amós.
¡Qué agradecidos estamos de que nuestro sabio Dios, Jehová, haya hecho algo para que pronto ya no haya más sufrimiento!
¿Cómo podemos agradecer la sabiduría de Jehová?
El hermano Harold Corkern nos lo explicará en la siguiente adoración matutina.
Cuando vean buenos resultados al aplicar la sabiduría divina, ¿Qué es “la verdadera sabiduría”?
Ser sabio es actuar con buen juicio.
Es usar el conocimiento y el entendimiento para tomar decisiones, para alcanzar objetivos, para dar consejo y evitar el peligro.
Está relacionado con ser sensato, prudente y práctico.
Y, cuando pensamos en Jehová Dios, vemos que demuestra todas esas cualidades que mencionamos de manera perfecta.
Pero nosotros debemos tener cuidado porque queremos demostrar “la sabiduría de arriba”, la sabiduría de Jehová, y no dejarnos engañar por la supuesta sabiduría de este mundo.
¿Y cómo podemos saber si algo es sabio o no?
Fijándonos en los resultados.
¿Funcionó o fue un fracaso?
¿Las cosas mejoraron o empeoraron?
Ahora, ¿qué características tiene la sabiduría de arriba?
Veamos juntos lo que dice Santiago 3:17.
Aquí vamos a ver algunos de los resultados que produce la sabiduría de arriba.
Leámoslo. Versículo 17: “Pero la sabiduría de arriba es en primer lugar pura, luego es pacífica y razonable, está lista para obedecer y llena de misericordia y buenos frutos, es imparcial y no es hipócrita”.
Así que cuando usamos la sabiduría de arriba pasan cosas buenas.
Los resultados son que tenemos paz y tenemos éxito.
Por eso, vamos a dedicar unos momentos a hablar de lo importante que es que usemos el tipo correcto de sabiduría en nuestras actividades diarias y al cumplir con nuestras responsabilidades cristianas.
Hermanos, queremos asegurarnos de nunca darles más importancia a las habilidades, a la sabiduría de este mundo, que a la sabiduría de Jehová.
La sabiduría divina siempre es la mejor.
Fíjense en lo que dice el Perspicacia sobre este tema en la entrada “Sabiduría”: “Por consiguiente, sin importar cuánta sabiduría del mundo pudiera tener alguien en el sentido de destreza en ciertos oficios, sagacidad en el comercio, habilidad administrativa o conocimientos científicos o filosóficos, la regla era: ‘Si alguno entre ustedes piensa que es sabio en este sistema de cosas, hágase necio, para que se haga sabio’”.
Ahí termina la cita del Perspicacia que incluye la cita de 1 Corintios 3:18.
Bueno, ¿qué aprendemos de esto?
Hay hermanos que sirven en Betel o que sirven en otros lugares que tienen excelentes habilidades, algunas muy específicas, y los valoramos mucho; Jehová los está usando.
Pero nunca deberíamos creer que eso es lo más importante para tener éxito.
Para entender mejor este punto, vamos a ver algo que sucedió en el siglo primero.
Este relato nos ayudará a ver qué cualidades son las más importantes a la vista de Jehová para tener éxito al cumplir con nuestras responsabilidades.
Busquemos en nuestras biblias el libro de Hechos, capítulo 6, y aquí vemos que surgió un problema entre los hermanos.
Los judíos de habla griega se estaban quejando de que, cuando se repartía la comida, se estaba pasando por alto a sus viudas.
¿Cómo resolvieron esta situación los apóstoles?
¿Qué tipo de sabiduría usaron?
Al leer este relato no vemos que los apóstoles hayan dicho: “Necesitamos encontrar a alguien que tenga muchos estudios sobre comida o que tenga mucha experiencia transportando comida de un lugar a otro”.
No.
¿En qué se centraron?
Miren el versículo 3: “Por eso, hermanos, elijan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación que estén llenos de espíritu [el espíritu de Dios] y sabiduría [sabiduría divina] para que los pongamos a cargo de esta tarea necesaria”.
Así que se centraron en las cualidades espirituales.
Y, después de orar y elegir a estos hermanos, se pudo resolver el asunto de la mejor manera, no por sus habilidades o experiencia, sino porque usaron sabiduría divina.
Veamos otro ejemplo que muestra el error de poner nuestra confianza en la sabiduría de este mundo al resolver problemas.
Y vamos a hacer una comparación entre los métodos que funcionan y los que no funcionan.
Esta vez los invito a que busquemos juntos el libro de 2 Crónicas.
Aquí vamos a leer sobre algo que ocurrió durante el reinado del rey Asá de Judá.
En general, podríamos decir que Asá fue un buen rey.
De hecho, en cierta ocasión, un millón de etíopes vinieron a luchar contra Asá y Judá.
Y Asá y todo el pueblo acudieron a Jehová en oración y le dijeron: “Confiamos en ti.
Nos apoyamos en ti, no en las personas”.
Bueno, más tarde, como leemos en el capítulo 16, Baasá, el rey de Israel —es decir, el reino del norte—, se puso a fortificar la ciudad de Ramá.
Esto era una amenaza para el rey Asá y para Judá.
¿Entonces qué hizo Asá?
¿Fue sabio o todo lo contrario?
Esta vez, como leemos en los versículos 2 y 3, acude al rey Ben-Hadad de Siria y le dice: “Ben-Hadad, quiero hacer un acuerdo contigo.
Te voy a pagar mucho oro y plata, y quiero que ataques a Baasá y al reino de Israel para detener esta amenaza”.
Ben-Hadad aceptó la oferta.
Y, según los versículos 4 al 6, ¿qué pasó?
Pues que el rey Baasá dejó de fortificar Ramá.
¡Ah, entonces funcionó el plan!
En realidad, no.
Si seguimos leyendo desde el versículo 7, notamos que un vidente que se llamaba Hananí vino a ver al rey Asá y le dijo algo como esto: “¿Qué estás haciendo?
Cuando vinieron los etíopes, tú te apoyaste en Jehová.
Y ahora, con la amenaza del rey Baasá, ¿acudes al rey de Siria?”.
Ahora miren el versículo 9.
En la parte final de este versículo, fíjense en lo que le dijo Hananí a Asá.
Versículo 9: “Esta vez te portaste como un tonto; de ahora en adelante habrá guerras contra ti”.
¿Qué aprendemos de este relato?
Usar la sabiduría de este mundo o la sabiduría humana para enfrentarse a los problemas tal vez parezca que funciona.
Por ejemplo, Baasá dejó de fortificar Ramá.
Y parecía que se había acabado el problema.
Pero el resultado final fue que Asá tuvo más problemas que al principio, porque no usó la sabiduría de arriba, la divina, ni tampoco confió en Jehová.
Ahora veamos otra diferencia que hay entre usar la sabiduría de este mundo y usar la sabiduría de arriba, la divina.
La Biblia nos enseña, como leemos en Proverbios 11:2, que “la sabiduría está con los modestos”.
Los modestos reconocen sus limitaciones.
No creen que tengan todas las respuestas.
Disfrutan trabajando en equipo.
Y, sobre todo, se apoyan en Jehová.
Pero ¿cómo ve el mundo a las personas modestas?
Lo que dijo William Hazlitt, un escritor inglés del siglo diecinueve, resume muy bien lo que la gente —o lo que este mundo— piensa de la modestia: “Es la virtud que menos vale y es una confesión de la deficiencia que esta indica.
Es justo que la persona que se subestima a sí misma sea subestimada por otras”.
O sea, el mundo te dice: “Confía en ti mismo.
Tú tienes las respuestas.
No seas modesto ni dejes que te hagan dudar de ti mismo”.
En contraste, miren qué bonito lo que dijo La Atalaya del 1 de diciembre de 1999.
Ahí dice: “Las aptitudes también pueden convertirse en debilidades si, debido a ellas, nos formamos una opinión exagerada de nosotros mismos, lo que revelaría falta de modestia.
Es obvio que la persona de talento, así como quienes lo adulen, pudieran olvidar que Jehová ‘no considera a ninguno de los que son sabios en su propio corazón’, aunque tengan algunas aptitudes […].
‘La sabiduría está con los modestos’”.
Y eso es muy cierto, ¿verdad?
Porque quien es modesto va a ser razonable, va a fomentar la paz, va a estar listo para obedecer, se va a comunicar bien con sus compañeros, va a disfrutar de su trabajo y va a hacer que trabajar con él sea más fácil.
La sabiduría de arriba siempre es la mejor.
recuerden darle gracias a Jehová por haberlos guiado.
Al darle las gracias, alegramos su corazón.
Jehová también se siente feliz cuando les mostramos amor a nuestros hermanos y hermanas, y eso se ve en el video musical de este mes, que se titula Regalos de Jehová. ♪♪ Cuántas veces escuché que no importa dónde estés, sirviendo a Dios aquí o allá, los hermanos son tu hogar.
De dónde vienes o adónde vas, eso qué más da, lo que nos une en realidad es hacer su voluntad.
Es un milagro ser parte de su pueblo y tener amigos que son familia.
Miles de hermanos, miles de hermanas, para ayudarte en las buenas y malas.
Jamás te dejarán, son regalos de Jehová.
Padres y madres que te protegen, que te dan fuerzas y que te quieren.
Te cuidan de verdad, son regalos de Jehová, regalos de Jehová.
Las promesas de Jehová siempre se hacen realidad, aunque dejes mucho atrás, él te da cien veces más.
No se mide el amor por la sangre o por la edad, lo que importa es alabar todos juntos a Jehová.
Aunque pasemos pruebas, nunca estaremos solos, ya que Jehová nos regaló esta familia.
Miles de hermanos, miles de hermanas, para ayudarte en las buenas y malas.
Jamás te dejarán, son regalos de Jehová.
Padres y madres que te protegen, que te dan fuerzas y que te quieren.
Te cuidan de verdad, son regalos de Jehová, regalos de Jehová, son regalos de Jehová.
Todos necesitamos amigos a nuestro lado que nos escuchen y nos tiendan una mano.
Si lo pruebas, ya verás que no importa el lugar donde sirvas a Jehová, los hermanos son tu hogar.
Yo lo sé, tú también, tu familia pueden ser.
Miles de hermanos, miles de hermanas, para ayudarte en las buenas y malas.
Jamás te dejarán, son regalos de Jehová.
Padres y madres que te protegen, que te dan fuerzas y que te quieren.
Te cuidan de verdad, son regalos de Jehová. ♪♪ En el programa de este mes vimos que nuestra forma de pensar puede elevarse si contamos con que Jehová nos ayudará, si no nos perdemos nuestras reuniones y si confiamos en él cuando pasemos por pruebas.
En la videopostal de este mes, viajaremos a un hermoso país que está ubicado entre el océano Pacífico y el mar Caribe: Nicaragua.
En este país hay 68 tipos de ecosistemas en los cuales viven muchas plantas y animales.
Algunos creen que el nombre de este país proviene de Nicarao, un jefe indígena de finales del siglo quince que vivía a las orillas del que hoy se conoce como lago Cocibolca o lago de Nicaragua cuando llegaron los conquistadores españoles.
Hay otro dato interesante sobre este lago.
Se cree que originalmente era una bahía conectada al océano Pacífico, pero que, cuando ocurrió una erupción volcánica, se formó una barrera que convirtió la bahía en dos lagos.
Los peces atrapados en el lago más grande se fueron adaptando a medida que el agua salada se iba transformando en agua dulce.
Por eso este lago es tan especial, porque es el único lago de agua dulce en todo el mundo en donde viven animales que solo habitan el océano, lo que incluye tiburones, peces espada y sábalos o tarpones.
En tierra firme, hay una cadena de volcanes que atraviesan el país de norte a sur.
El Cerro Negro es un volcán muy visitado; tiene más de 700 metros (2.297 pies) de altura y toma como una hora subirlo.
Claro, si practicas volcano boarding, puedes bajarlo mucho más rápido deslizándote en una tabla.
La verdad llegó a Nicaragua en 1934.
Pero la predicación cobró fuerza en 1945, cuando llegaron Francis y William Wallace, que eran hermanos y que se habían graduado de la primera clase de la Escuela de Galaad.
Estos hermanos utilizaron un gramófono portátil para reproducir grabaciones bíblicas.
Durante el primer mes, más de 700 personas los escucharon.
Ese mismo año, llegaron cuatro misioneros más para predicar las buenas noticias del Reino.
Hoy día, la gente de Nicaragua sigue aprendiendo las verdades bíblicas.
En las zonas rurales, las personas suelen ser hospitalarias, aceptan las publicaciones bíblicas y están dispuestas a volver a recibir a los hermanos para seguir conversando.
En muchos trabajos, se exige que las personas apoyen un partido político, por eso nuestros hermanos tienen que rechazarlos.
Para poder tener la conciencia tranquila, los hermanos buscan trabajos en los que, aunque se les paga menos, les permiten mantenerse neutrales y estar unidos.
Aunque esta situación puede ser difícil, los hermanos siguen predicando con entusiasmo.
Por ejemplo, en octubre de 2024 se alcanzó un máximo histórico: de los casi 29.000 publicadores en el país, 5.458 sirvieron como precursores regulares.
No hay duda de que Jehová está bendiciendo la lealtad, el espíritu de sacrificio y el estilo de vida sencillo de nuestros hermanos en Nicaragua.
Está claro que la adoración pura eleva al pueblo de Jehová.
Los 39 publicadores de la congregación Brig Bay Misquito les envían sus saludos y su amor cristiano.
Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.
https://tv.jw.org/#es/mediaitems/StudioMonthlyPrograms/pub-jwb-131_1_VIDEO
