JW Broadcasting: Septiembre de 2023

¡Saludos!

Les damos una cálida bienvenida a JW Broadcasting®.

Hoy nos está acompañando mi amigo Donald Gordon.

Don, cuéntanos qué vamos a ver en el programa de este mes.

Está claro que todos queremos vernos bien.

Pero ¿pudiéramos estar demasiado preocupados por nuestra apariencia?

Tony y Samantha nos hablarán de este tema.

Hace algunos años, Janice encontró el consuelo y el valor que necesitaba para afrontar unas circunstancias muy difíciles.

Veremos cómo está ahora en un episodio de la serie “¿Qué ha sido de ellos?”.

Y también estrenaremos una serie que les dará vida a las historias de personajes bíblicos.

Bueno, pues comencemos.

Este es el programa de septiembre de 2023 de JW Broadcasting.

El título del discurso de este mes es: “Jehová nos ama sea cual sea nuestra apariencia y a pesar de nuestra imperfección”.

Como habrán notado, hablaremos de dos puntos en concreto: nuestra apariencia y nuestra imperfección.

¿Por qué es importante hablar de estas dos cosas?

Bueno, pues porque hay algunos siervos fieles de Jehová que dudan de que Jehová realmente pueda quererlos debido a una de estas dos razones o a las dos.

En primer lugar, vamos a hablar sobre la apariencia.

Cuando te levantas por la mañana y te arreglas y te vistes bien y ahora te miras en un espejo de cuerpo entero, ¿cómo te sientes?

¿Te gusta lo que ves?

¿Te gustaría cambiar algunas cosas, pero no puedes?

Muchas veces, algunos de nosotros nos comparamos con otros humanos imperfectos y nos dejamos llevar por lo que piensa la mayoría.

Las películas y la televisión ciegan a muchos a la realidad.

Les hacen pensar que para verse bien o ser atractivos tienen que parecerse a las maravillosas estrellas de cine o tener el físico de los deportistas famosos.

Sin embargo, compararnos con estas personas puede resultar muy decepcionante.

Además, tratar de parecerse a ellas puede llevarnos muchísimo tiempo y hacer que gastemos una gran cantidad de dinero.

Es verdad que algunas personas han nacido con alguna discapacidad física.

Muchas veces se notan a simple vista, y puede que algunos hagan comentarios hirientes o crueles, o se burlen de esas personas.

Esto puede hacer que se sientan acomplejadas o que desarrollen sentimientos de baja autoestima o falta de amor propio.

Estos sentimientos pudieran llegar a ser tan fuertes que alguien podría incluso empezar a pensar que nadie lo quiere.

Y a veces esa manera de pensar tan equivocada puede afectar a la persona hasta el punto de que llegue a creer que ni siquiera Jehová la quiere.

No obstante, recordemos esto: sea cual sea nuestra apariencia, Jehová nos ama a todos.

Como dicen por ahí, “La belleza es pasajera y superficial”.

Desaparece con el tiempo.

Miren una foto de cuando tenían, digamos, 17 años, y compárenla con una de ahora que tienen 80.

Dirán, “Ese no soy yo”.

¡Sí, sí que lo eres!

Algunas veces damos demasiada importancia a nuestro aspecto físico.

No es que queramos hacerlo, pero tal vez podríamos caer en esa trampa.

Eso fue lo que le pasó a un profeta fiel de Jehová de la antigüedad.

¿Recuerdan cuando Jehová le dijo a Samuel que ungiera al siguiente rey de Israel?

En 1 Samuel 16:3, Jehová le dijo a Samuel que fuera a Belén a ver a Jesé.

Allí Jehová le dijo: “Debes ungir para mí al que yo te diga”.

¿Se fijaron en qué le dijo exactamente Jehová?

“Samuel, debes ungir para mí al que yo te diga”.

¿Y qué pasó?

Pues que Samuel cayó en el error de juzgar a otras personas por su apariencia.

Vamos a ver qué pasó.

Leamos lo que dice 1 Samuel 16:6.

Dice: Samuel no conocía para nada a Eliab.

Pero se dejó impresionar por su apariencia.

Era muy alto y, probablemente, superguapo.

Vamos a leer ahí en la pantalla el versículo 7.

Recuerden que Jehová mide el valor de las personas de una manera muy distinta.

El versículo 7 dice: [Y fíjense en lo que sigue] Jehová y el hombre ven la belleza de modo distinto.

Por favor, cierren los ojos un momento y piensen en un pajarito precioso.

Ahora abran los ojos.

¿En qué pajarito pensaron?

¿Fue un colorín azul, un cardenal, una calandria de Baltimore…?

Esas aves son hermosas.

Pero ¿prefiere Jehová a unos pajaritos antes que a otros solo por su belleza o su apariencia?

¿De qué ave habló Jesús para enseñarles a sus discípulos una lección muy valiosa sobre Jehová?

De un gorrión, un pajarito más bien feíto, muy chiquito y de muy poco valor.

Leamos juntos en la pantalla lo que dice Mateo 10:29-31: Ahí Jesús estaba hablando sobre cómo ve Jehová a todas las personas que han dedicado su vida a él y que se están esforzando por permanecer leales.

Piensen en esto.

Seguro que Jehová sabe, o se da cuenta, de cuando un colorín azul, un cardenal, o una calandria de Baltimore cae a tierra.

Pero qué interesante es que Jesús usara un gorrión, y no otro pájaro, para hacer esta comparación.

A Jehová no le impresiona en absoluto ni la belleza ni la apariencia de nadie.

Jehová ama muchísimo a todos y cada uno de sus siervos fieles, sin importar su apariencia.

De hecho, Jesús enfatizó este punto cuando dijo: “Ustedes valen más que muchos gorriones”.

Usted no es un simple pajarito.

Es una persona muy valiosa que ha llegado a conocer y a amar a Jehová.

Jehová lo ama, y no le importa su físico.

Le da igual que sea guapo o común y corriente, bajito, gordito, flaco, calvo, lindo, no muy lindo, con verrugas, si cojea o le falta una extremidad, si es bizco… A él no le importa el color de su piel ni la forma de sus ojos.

No, Jehová lo ama a usted por lo que hay en su corazón.

¿Recuerda lo que Jehová le dijo a Samuel?

“El hombre ve lo que tiene ante los ojos, pero Jehová ve el corazón”.

Cuando Jehová se fija en usted, lo que ve es “la persona secreta del corazón”, esa persona que llegó a amarlo a él, el Soberano universal.

Lo que hay en el corazón nunca pasa desapercibido a los ojos de Jehová.

Si usted lo ama como Jesús dijo que había que hacerlo, él lo amará a usted sea cual sea su aspecto físico.

Probablemente se acuerden de lo que Jesús dijo en Marcos 12:30: Y nada más.

Él no dijo “Ama a Jehová con todo tu atractivo”.

No, cuando hablamos del amor que le tenemos a Jehová y el que él nos tiene a nosotros la apariencia física no importa.

Pero quizá diga: “Estoy cojo de ambos pies.

Me cuesta caminar.

Me siento muerto por dentro”.

Pues no es el primer siervo de Dios que se siente de esta manera.

Por lo visto, Mefibóset se sintió así.

Él también estaba lisiado de ambos pies.

El rey David le acababa de prometer que le daría algunas propiedades y que tendría el honor de sentarse a comer a la mesa del rey.

Fíjense en lo que pensaba Mefibóset de sí mismo.

Leamos 2 Samuel 9:8: No tenía muy buena opinión de sí mismo.

Parece que tenía muy baja su autoestima, ¿verdad que sí?

Si usted tiene algún defecto físico o discapacidad, no está muerto.

Puede estar seguro de que para Jehová está muy vivo.

Escuche lo que le dice Jehová en Malaquías 4:2: Haga por Jehová todo lo que pueda dentro de sus posibilidades y no olvide que Jehová lo ama y pronto eliminará sus problemas físicos.

Cuando lo haga, podrá vivir eternamente sin preocuparse nunca más por su apariencia.

Ahora pasemos al segundo punto: Jehová nos quiere a pesar de nuestra imperfección.

Si usted es humano, usted es imperfecto.

Lo siento, pero esto es un hecho.

Adán nos transmitió la imperfección a todos nosotros.

Somos imperfectos; todos cometemos errores.

Y, cuando digo todos, es todos.

A veces metemos la pata y nos sentimos muy avergonzados.

Pero esas cosas pasan.

Jehová sabe que somos imperfectos.

Él tiene muy presente la herencia que Adán nos ha dejado.

Aun así, nos ama, a pesar de nuestra imperfección.

Él sabe que, en el fondo, la culpa no es nuestra.

¿Cómo puede Jehová seguir amándonos cuando cometemos errores, cuando tomamos malas decisiones, o incluso cuando cometemos un pecado grave (claro, si es que nos arrepentimos)?

Pues es gracias al sacrificio de su Hijo, Jesucristo.

Así lo explica Marcos 10:45, que dice: Jesús absorbe nuestros pecados.

Esto es posible porque él entregó su vida humana perfecta para rescatarnos del pecado que Adán nos transmitió y para que podamos vivir para siempre.

Leamos juntos 1 Corintios 15:22: ¡Qué impresionante!

Jehová no deja de amarnos, aunque cometamos errores.

Pero él espera que los reconozcamos y que nos arrepintamos.

Si lo hacemos, no los tendrá en cuenta y nos seguirá amando a pesar de nuestra imperfección.

Apocalipsis 21:1-5 dice que Dios muy pronto secará toda lágrima de nuestros ojos y eliminará la tristeza, el llanto, el dolor e incluso la muerte.

Todas las cosas que nos causan tanto dolor son culpa del pecado de Adán.

Pero pronto desaparecerán para siempre.

Esto significa que las personas obedientes habrán alcanzado la perfección, como al principio de la historia humana en el jardín de Edén.

No solo su fe y su amor serán perfectos, sino que ellos también serán perfectos en el sentido de que se habrán liberado del pecado.

En ese momento, estarán totalmente a la altura de las justas normas de Dios para los humanos.

¿Pueden imaginarse ese maravilloso futuro?

Obviamente, la perfección no significará para nada el fin de la variedad, como algunas personas creen.

Piensen en el reino animal.

Forma parte de la creación perfecta de Jehová, y ¿no es cierto que está repleto de variedad?

En nuestro hermoso planeta también vemos una gran diversidad, y muchos contrastes y cambios.

Tenemos lo sencillo y lo complejo, lo simple y lo sofisticado, lo amargo y lo dulce, lo áspero y lo suave, los prados y los bosques, las montañas y los valles.

Disfrutamos del aire fresco de la primavera, de la calidez del verano, de los impactantes colores del otoño y de la belleza pura de la nieve recién caída.

Los humanos perfectos no serán todos iguales, no tendrán la misma personalidad ni talentos ni habilidades.

Lo bonito de todo esto es que, independientemente de la apariencia, las habilidades o la personalidad que tengamos, ya nadie será imperfecto nunca más.

Pueden estar seguros de que, como hemos visto hoy con la Biblia, Jehová nos ama a cada uno de nosotros sin importar nuestra apariencia ni nuestra imperfección.

¡Demostrémosles nuestro agradecimiento a nuestro Padre, Jehová, y a su Hijo, Jesucristo, amándolos con todo el corazón!

Gracias, hermano Herd, por estos recordatorios tan animadores.

Sabemos que a los jóvenes les gusta verse bien, pero ¿cómo pueden evitar obsesionarse con su apariencia?

Ese es el tema del siguiente episodio de “Cuando eres adolescente”.

Claro que me daba vergüenza.

Por ejemplo, no me vestía como todos los demás.

Y, bueno, el pelo también.

No me peinaba como ellos, ni usaba lo último en calzado deportivo.

Es superfácil obsesionarse con las redes sociales y estar pendiente de las últimas tendencias y de cómo se ven los demás: “¿Debería verme como ellas?

¿Por qué no me veo así?

¿Qué hago para verme así?”.

Y pagué un precio tan alto tratando de tener el cuerpo que quería...

Pero la verdad es que esa imagen que yo quería tener era imposible de alcanzar, y terminé teniendo un trastorno alimenticio.

Estar tan pendiente de mi apariencia me afectó en sentido espiritual.

Cuando iba a predicar o cuando estaba en las reuniones o incluso cuando hacíamos la adoración en familia, estaba distraído.

Estaba pensando en la ropa que me iba a poner al día siguiente.

Mis papás me ayudaron mucho.

Se tomaron el tiempo para escucharme de verdad y para tratar de entender lo que me estaba pasando.

Y no tenía por qué ser una conversación formal.

En realidad, hablábamos en cualquier momento: cuando íbamos en el auto o cuando estábamos sentados en el sofá viendo televisión...

Entonces mi papá se ponía a hablar conmigo para saber si estaba bien y si había tenido un buen día.

Un día mi papá se sentó a hablar conmigo y me mostró dos textos muy importantes.

Uno de ellos fue 1 Pedro 3:3, 4, que dice: “Que su adorno no sean cosas externas”.

No hay que estar demasiado pendientes de nuestra imagen, de nuestra apariencia, de cómo se nos ve por fuera, y la razón está en Proverbios 31:30, que dice que la belleza puede ser pasajera.

Así que, bueno, a lo mejor nos esforzamos mucho por cuidar nuestra imagen, por tener buena apariencia, pero al final con el tiempo eso va a cambiar.

Algo que me ha ayudado mucho es estar todos los días un rato sin entrar a las redes sociales, sin usar internet, y no dejar que pase ni un solo día sin sacar tiempo para Jehová.

También dejé de seguir a influencers y a modelos que me estaban haciendo perder la confianza en mí misma.

Y empecé a leer sobre las vidas de siervas de Jehová del pasado, como Abigaíl, Sara, Rut… Dejarme influenciar por estas mujeres fue un antes y un después para mí.

Aprendí que lo que las hizo más bonitas a los ojos de Jehová fueron sus cualidades, la manera de tratar a otros, su personalidad y lo leales que eran sirviendo a Dios.

Cuando analicé esos textos, sentí que algo hacía clic en mi cabeza.

Estar guapo o tratar de ser atractivo ya no era tan importante para mí.

Lo primero que hacía cada día era orarle a Jehová.

Así aprendí a confiar en él de verdad.

Y, además, mis oraciones también mejoraron.

Recuerdo que los ancianos me apoyaron mucho.

Algunos de ellos llegaron a ser mis mejores amigos.

La verdad es que los ancianos me ayudaron mucho a dejar de estar tan centrado en mí mismo y pensar más en cómo podía ayudar a otros.

Saber que Jehová se pone feliz cuando ayudo a otras personas a conocerlo y a servirle es lo que me hace feliz ahora.

Y, además, en marzo de 2021 pude asistir por primera vez a la escuela de precursores.

Y fue increíble.

Fue un regalo maravilloso de parte de Jehová.

Ahora me esfuerzo por ser más abierto con los hermanos, prestarles más atención y pasar más tiempo con ellos.

Y, ¡en serio!

Ha valido la pena porque al final me dieron muchas más responsabilidades en la congregación.

Eso me dio la oportunidad de hacer diferentes trabajos en la organización de Jehová.

Pero, sobre todo, ¡logré ser más feliz!

Les agradecemos a Tony y Samantha esos comentarios tan sinceros.

Cultivar cualidades como la bondad nos hace más felices, fortalece nuestras amistades y nos acerca más a Jehová.

En una adoración matutina reciente, el hermano Turner explicó que las cualidades internas no solo nos hacen bellos a los ojos de Jehová, sino también muy valiosos para él.

¿Qué cosas hacen que seamos valiosos para Jehová?

¿Podrían ser nuestras habilidades?

¿O que llevemos tiempo sirviendo a Jehová?

¿O que seamos betelitas?

Acompáñenme, por favor, a 1 Pedro, capítulo 3.

Aquí veremos la respuesta que da Jehová en su Palabra a esta pregunta.

1 Pedro 3:4: “Que sea la persona secreta del corazón con el adorno incorruptible de un espíritu tranquilo y apacible, que es de gran valor a los ojos de Dios”.

Claro, si vemos el contexto de este versículo, sabemos que Pedro se estaba refiriendo a las mujeres cristianas.

Pero ¿qué hay de esta expresión que usa aquí Pedro: “la persona secreta del corazón”?

Esto se refiere a todos, hombres y mujeres, porque se refiere a quiénes somos cada uno en realidad: lo que pensamos, lo que creemos, lo que sentimos.

Jehová examina nuestro corazón para ver quiénes somos, y eso es lo que realmente valora, la clase de personas que somos.

Por eso David le pidió en el Salmo 51:10 que creara en él “un corazón puro”.

Y todos nosotros queremos servirle así, con un corazón puro.

Y lo bonito es que, cuando Jehová ve que nos esforzamos por servirle con un corazón puro, no solo nos considera personas valiosas, sino que nos da todo lo que necesitamos para cumplir cualquier asignación que nos den, sea la que sea.

Para demostrarlo, examinemos tres relatos, tres momentos diferentes a lo largo de la vida de David.

Todos tienen que ver con una asignación: guerrear.

El primer relato se encuentra en 1 Samuel, capítulo 17.

Cuando David recibió el permiso del rey para pelear contra Goliat, le pusieron la armadura de Saúl, ¿lo recuerdan?

Bueno, llevar la armadura del rey en la batalla era un gran privilegio.

Pero veamos en el versículo 39 lo que David le dijo a Saúl después de probarse la armadura.

Le dijo al rey: “No me puedo mover con estas cosas”, “no estoy acostumbrado a usarlas”.

Así que se las quitó.

Era una armadura muy valiosa, pero a David no le servía.

Por una parte, no le quedaba bien.

Y tampoco era lo más apropiado para sus circunstancias.

Pero, como saben, David no utilizó eso como excusa para irse.

Él fue y buscó algo adecuado para él.

Encontró cinco piedras lisas y, con la ayuda de Jehová, eso fue más que suficiente para cumplir con su asignación.

Tal vez conozcamos a hermanos o hermanas aquí en Betel o en las congregaciones que en algún momento pensaron que no serían capaces de dirigir un curso de la Biblia o de participar en cierta faceta de la predicación, tal vez porque no tenían las habilidades de un precursor con experiencia.

Pero aun así lo hicieron muy bien.

Jehová bendijo sus esfuerzos.

Ellos no dejaron que eso los detuviera.

Aprovecharon lo que tenían —su amor por Jehová, su sinceridad—, y Jehová los ayudó.

La idea es que, aunque por nuestras circunstancias no tengamos la experiencia ni la preparación que requiere una asignación —no tengamos la armadura del rey, por decirlo así—, no debemos rendirnos.

Eso no debe impedir que sigamos esforzándonos por servir a Jehová.

Trabajemos con lo que tenemos.

Puede que por algún tiempo sintamos que estamos trabajando con unas cuantas piedras lisas, por así decirlo.

Pero Jehová dice que esto es más que suficiente para cumplir con nuestra asignación.

Hablemos ahora del segundo relato.

Ha pasado un tiempo, David se ha entrenado y es un tremendo guerrero.

Y ahora, en 1 Samuel 18:4, a David se le ofrece otro privilegio: llevar la armadura del hijo de Saúl, Jonatán.

Y tiene éxito.

Gana muchísimas batallas.

Tantas gana que, según el versículo 7, las mujeres cantan: “Saúl ha derrotado a miles, y David, a decenas de miles”.

¿Y qué ayudó a David a tener éxito?

Una Atalaya comenta que sin duda David necesitó valor para pelear, y añade que “repetidamente […] preguntó a Jehová […] si entraba en la batalla o no, mostrando que estaba siendo guiado por la voluntad divina y no solo por el amor a la conquista”.

¿Y esto qué significa?

Que, sin importar cuántos privilegios de servicio recibamos en la organización, nunca debemos permitir que nuestro puesto, nuestra autoridad, lo que hemos aprendido, nuestras habilidades… eviten que primero acudamos a Jehová por ayuda.

Buscar su ayuda nos mantendrá humildes, y eso nos hace valiosos para Jehová.

La Atalaya también dice que una de las razones por las que las mujeres pudieron decir que David había derrotado a decenas de miles fue que, por su actitud, había inspirado a los hombres que iban con él.

Podemos estar seguros de que David sabía colaborar con sus compañeros.

Los animaba, los motivaba, sacaba a relucir lo mejor que tenían.

Y fue trabajando juntos que lograron alcanzar todas esas victorias en nombre de Jehová.

¡Qué buen consejo para los cabezas de familia, los ancianos, y los superintendentes y quienes tienen personas a cargo aquí en Betel!

Si mantenemos la actitud correcta, Jehová nos puede utilizar para inspirar, para animar y para motivar a quienes trabajan con nosotros.

Y así, juntos, haremos un buen trabajo que dé gloria a Jehová.

Veamos el último de los relatos, ahora en 2 Samuel.

Para este entonces David ya es un poco mayor, ha ganado muchas batallas…, pero noten ahora lo que le sucede.

Aquí David y sus hombres están luchando de nuevo contra los filisteos.

2 Samuel 21:15: “Una vez más, estalló la guerra entre los filisteos e Israel.

Así que David bajó con sus siervos y peleó contra los filisteos, pero empezó a sentirse muy cansado”.

Esta vez, David, ya con su propia armadura, se ve en una situación en la que su vida peligra.

No le faltaba la valentía, pero sí las fuerzas.

Estaba agotado.

En el versículo 17 vemos que Abisái estaba muy atento, pendiente del estado de David, y enseguida acude en su ayuda.

¡Qué agradecido debió estar David!

Un par de capítulos antes, en el capítulo 18, versículos 3 y 4, los hombres de David ya le habían pedido que no saliera a pelear.

Si examinamos estos versículos, nos damos cuenta de que no es que los hombres le estén diciendo que no haga nada, lo que quieren es que haga cosas adecuadas a sus circunstancias.

Y en el versículo 4 vemos que David sabiamente accede a su petición.

¿No nos hace pensar esto en nuestros queridos hermanos mayores de aquí, de la familia?

Los queremos muchísimo; son muy valiosos para nosotros.

Y estamos seguros de que Jehová también los quiere y de que son valiosos para él, porque ve su corazón.

Él ve que, aunque ya no tienen las mismas fuerzas que antes —que cuando eran más jóvenes—, su fe, su valentía, su amor, su entusiasmo no han cambiado; siguen igual de fuertes.

¡Qué bonito es ser parte de esta hermandad, de esta familia Betel, en la que hay hermanos como Abisái!

Es un verdadero privilegio para todos poder cuidarlos y hacer por ustedes todo lo que podamos.

Y pueden estar seguros de que Jehová valora mucho que estén dispuestos a hacer cualquier trabajo adecuado a sus circunstancias.

Así que, qué bueno es saber que lo que nos hace valiosos para Jehová no son nuestras fuerzas ni nuestras habilidades, sino “la persona secreta del corazón”.

Un corazón puro, eso es lo que nos acerca a Jehová.

Y, cuando le servimos con un corazón puro, no importa cuáles sean nuestras circunstancias o cuál sea nuestra situación, él nos dará todo lo que necesitamos para servirle como él quiere.

Lo que dijo el hermano Turner es cierto.

Jehová nos valora mucho y nos dará lo necesario para que podamos predicar, incluso si sentimos que no somos capaces o nos faltan las fuerzas.

El video musical de este mes se titula Él no lo hará. Nos asegura que, cuando estamos desanimados, cansados o asustados, Jehová nos comprende porque nos conoce.

♪♪ Si, cuando eras solo un embrión, Jehová ya vio latir tu corazón, ¿qué puede haber de ti que él no pueda ver con su poder?

Él te conoce muy bien.

Si ríes, si lloras, si amas, si odias, si sientes que ya nadie más confía en que serás capaz, si pierdes, si ganas, si gritas, si callas...

Si el mundo entero te olvidó, él no lo hará, él no.

Como un padre, él te va a guiar a cada paso que quieras dar.

Él sabe bien quién tú puedes ser, y no solo quién tú fuiste ayer.

Él te conoce muy bien.

Tus días, tus noches, tus llantos, tus voces, tus ganas de servir a Dios, de darle siempre lo mejor, tus luchas, tus miedos, tus planes, tus sueños...

Si el mundo entero te olvidó, él no lo hará, él no.

Y puedes confiar en él, pues todo lo que te dice es por tu bien tu bien.

Abre tu corazón, Jehová escuchará tu oración.

Mantente cerca de él, ya no hay nada que temer.

Si ríes, si lloras, si amas, si odias, si sientes que ya nadie más confía en que serás capaz, si pierdes, si ganas, si gritas, si callas...

Si el mundo entero te olvidó, él no lo hará.

Tus días, tus noches, tus llantos, tus voces, tus ganas de servir a Dios, de darle siempre lo mejor, tus luchas, tus miedos, tus planes, tus sueños...

Si el mundo entero te olvidó, Jehová no lo hará, él no. ♪♪ ¡Qué hermosa!

Es bonito saber que Jehová lo conoce y me conoce a mí; nuestras luchas, nuestros miedos… Y qué letra tan animadora.

Creo que de ahora en adelante vamos a cantar esta canción muchas veces.

El desánimo es un gran enemigo.

En la ¡Despertad! del 22 de abril de 2001, Janice Adams nos contó cómo Jehová la ha ayudado a superar el desánimo y a mantener una actitud positiva a pesar de las pruebas.

Vamos a ver qué ha sido de ella.

Soy sorda de nacimiento, y asistí a una escuela para sordos.

Años más tarde, fui a la universidad.

Allí me di cuenta de que estaba perdiendo la vista, y no sabía por qué.

Me dijeron que me iba a quedar ciega, y eso me dejó en shock.

También me dieron un artículo para leer, y había una frase que decía: “ [Los sordociegos] son las personas que se sienten más solas del planeta”.

Me quedé destrozada.

La vida de una persona sorda y ciega es muy difícil.

Aprendí a hacer las cosas por mí misma, sin la ayuda de los demás.

Pero lo más importante es que he aprendido sobre Jehová, el Dios verdadero.

Algunos pueden pensar que una persona sordociega no puede hacer mucho en el servicio a Jehová.

Pero no hay nada más lejos de la realidad.

Les cuento algunas cosas que yo he podido hacer.

Apoyo a la congregación de varias formas: por ejemplo, asistiendo a las reuniones, predicando de forma regular, ayudando a otros para que puedan ser mejores maestros...

También acompaño a muchos hermanos a sus cursos de la Biblia.

Y he sido precursora durante muchos años.

Eso es algo que me ha hecho muy feliz.

A lo largo de los años, mi esposo y yo hemos podido predicar en muchos países.

En algunos de ellos, hacía muy poco que habían empezado a predicar a las personas sordas.

Por ejemplo, fuimos a Honduras, en Centroamérica.

Allí solo había dos grupos pequeños.

Primero nos quedamos solo unos meses, pero después volvimos y estuvimos un año entero.

Fue maravilloso predicar allí y ver el crecimiento que hubo.

La pandemia fue un duro golpe para mí.

Antes no dependía de nadie para hacer las cosas.

Por ejemplo, podía salir yo sola con mi perro guía, íbamos al Salón del Reino, nos encontrábamos con los hermanos...

Pero, cuando llegó la pandemia del COVID-19, me vi atrapada en casa.

Me quedé aislada.

Aunque podíamos utilizar Zoom para las reuniones y para la predicación, para mí no era nada fácil.

Ahora solo había una persona que podía interpretarme: mi esposo; nadie más.

Para ambos fue muy duro.

Él estaba muy cansado, y yo también.

Aquello fue un gran obstáculo.

Con el tiempo, cuando ya no había tantas restricciones, algunos hermanos y hermanas se ofrecieron para venir a casa a interpretarme.

Y eso me animó; lo necesitaba.

Por fin podía tener contacto directo con mis amigos.

Estaba feliz.

Los hermanos de la congregación me ayudan mucho.

Un gran número de ellos se ofrecen para interpretarme las reuniones.

¡Qué buenos son!

Cuando tengo algún problema, sé que puedo expresarles lo que pienso y cómo me siento.

Ellos siempre me escuchan y me apoyan.

No importa lo que pase en el futuro.

Yo siempre recuerdo lo que dice Isaías 41:10.

Dice: “No tengas miedo, porque estoy contigo”.

Tengo claro que Jehová siempre me animará, me apoyará.

No tengo nada de qué preocuparme.

Es cierto, soy sorda y ciega, pero no me siento sola para nada.

Soy una persona feliz.

Tengo muchísimos amigos.

Ayudo a otras personas a conocer a Dios.

Y tengo el mejor amigo que pueda existir: Jehová.

Ejemplos de fe como el de Janice, así como el de personajes bíblicos que amaron a Jehová, nos ayudan a fortalecer nuestra propia fe.

Cuando leemos la Palabra de Dios, es importante que tratemos de imaginar cómo era la vida de estas personas fieles; que tratemos de ver lo que ellos vieron, de oír lo que oyeron y de sentir lo que sintieron.

Tenemos que meternos en la historia.

Por eso nos complace presentar una nueva serie de videos que se ha preparado para que cumplamos ese objetivo.

Disfruten del primer episodio de la serie “Ejemplos de fe”.

Abrán, Sem, la cena ya está casi lista.

Ya vamos, mamá.

Espera, Abrán, antes de irnos, déjame que termine la historia.

Yo era muy joven en aquel entonces.

Jehová le pidió a mi padre que construyéramos el arca, pero nos tomó muchos años terminarla.

Luego tuvimos que almacenar la comida y reunir a todos los animales.

No sabíamos cuánto tiempo íbamos a estar ahí dentro.

Pero, cuando Jehová cerró la puerta del arca, ya estábamos listos.

¿Y tuviste miedo?

Abrán, aún eres un niño, pero seguro que alguna vez habrás sentido miedo, ¿verdad?

Ajá.

Yo era mayor que tú, pero estaba asustado.

Cuando estábamos construyendo el arca la gente creía que estábamos locos.

Pero entonces, pasó exactamente lo que Jehová dijo que iba a pasar.

Solo sobrevivimos ocho personas: mis padres, mis hermanos y nuestras esposas.

Estar vivos demostraba que las promesas de Dios nunca fallan.

Jehová le prometió a mi padre que jamás destruiría la Tierra de nuevo con un diluvio.

Claro que tenía miedo, pero confiaba en Jehová.

Cuando él promete algo que nunca hemos visto, necesitamos una cualidad muy especial.

¿Sabes cuál es?

La fe.

Abrán y Sarái vivían en Ur, una ciudad llena de gente que adoraba a dioses falsos.

Pero igual que Noé y Sem, Abrán y Sarái adoraban a Jehová.

Abrán.

Abrán, sal de tu país, deja tus parientes y vete al país que yo te mostraré.

¿Dónde vamos a vivir?

Estaremos muy lejos de la familia.

Estoy seguro de que, si hacemos lo que Jehová nos pide, todo va a salir bien.

Bueno, sea donde sea, yo estaré a tu lado.

Sabes bien que haría cualquier sacrificio por Jehová.

Lo sé.

Lo sé.

Abrán y Sarái salieron de Ur y vivieron en Harán durante un tiempo, pero Jehová le dijo a Abrán que reanudaran el viaje.

Vivir en tiendas de campaña no era fácil, pero Abrán, Sarái y los que iban con ellos se acostumbraron a ir de un lado a otro.

Lot, el sobrino de Abrán, era como un hermano para él.

Pero, al crecer sus rebaños, también aumentó la tensión entre sus ganaderos.

Por favor, no debería haber peleas entre tú y yo.

Somos hermanos.

Tienes a tu disposición cualquier parte del país.

Separémonos, por favor.

Si tú vas a la izquierda, yo iré a la derecha.

Finalmente se separaron, aunque eso debió dolerles muchísimo.

Lot se mudó al este, al distrito del Jordán, donde estaban las ciudades de Sodoma y Gomorra.

Cuando Lot se había ido, Jehová le hizo una promesa a Abrán sobre su futuro.

Levanta la vista, por favor.

Desde donde estás, mira al norte y al sur, al este y al oeste.

Toda la tierra que estás mirando te la voy a dar a ti y a tu descendencia, y será de ustedes de forma permanente.

Haré que tus descendientes sean tan numerosos como las partículas de polvo que hay en la tierra.

Abrán.

Abrán.

No tengas miedo, Abrán.

Yo soy tu escudo.

Tu recompensa será muy grande.

Señor Soberano Jehová, ¿qué me vas a dar, si todavía no tengo hijos?

Sal de la tienda.

Por favor, mira al cielo y cuenta las estrellas, si es que puedes contarlas.

Así de numerosa llegará a ser tu descendencia.

Después, Jehová le cambió el nombre a Abrán y lo llamó Abrahán, que significa “padre de una multitud”.

Y a Sarái la llamó Sara, que significa “princesa”.

Estos nuevos nombres les recordarían todos los días la promesa de Jehová.

Pero Jehová hizo algo más.

Para fortalecer la confianza de Abrahán en su promesa, envió a tres ángeles que le dieron muy buenas noticias.

En menos de un año, él y Sara tendrían un hijo.

Pero los ángeles también traían otro mensaje.

Mediante uno de ellos, Jehová le dijo: Los gritos de queja contra Sodoma y Gomorra son muy fuertes, y sus pecados son muy graves.

¿Vas a destruir a personas justas junto con la gente malvada?

Supongamos que en la ciudad hay 50 hombres justos.

¿Aun así destruirás a toda la gente?

¿No perdonarás a la ciudad por los 50 hombres justos que hay en ella?

Sería imposible que hicieras algo así.

¿El Juez de toda la Tierra no hará lo que es justo?

Si encuentro a 50 hombres justos en Sodoma, por ellos perdonaré a toda la ciudad.

Jehová, perdona que insista.

Sé que solo soy polvo y ceniza.

Supongamos que faltan 5 para los 50.

¿Destruirás a toda la ciudad porque faltan 5?

Abrahán sabía que el Juez de toda la Tierra siempre hace lo que es justo.

Pero saber algo no es lo mismo que confiar en algo.

No la voy a destruir si hay 20.

Jehová, no te enojes, pero, por favor, déjame hablar solo una vez más: ¿y si encuentras solo a 10?

No la destruiré si encuentro a 10.

A lo largo de mi vida he visto que todo lo que Jehová promete siempre se cumple.

Puedes estar completamente seguro de que Jehová siempre hará lo que es justo.

¿Les gustaría ver la segunda parte de la historia de Abrahán?

¡A mí también!

Pero tendremos que esperar hasta el próximo mes, así que no se pierdan el programa.

En el 2008 comenzó a publicarse en La Atalaya una serie de artículos que a los hermanos les encantó.

Se tituló “Ejemplos de fe” y luego se continuó en internet.

Fíjense en lo que dice la introducción del libro Ejemplos de fe, basado en esta serie: Le rogamos a Jehová que esta serie los ayude a fortalecer su fe para poder hacer frente a cualquier prueba.

¡Cuánto hemos disfrutado del programa de hoy!

Aprendimos que Jehová nos quiere pese a nuestra apariencia y nuestras imperfecciones.

Si hacemos todo lo que podemos al servirle, seremos preciosos para él.

En el episodio de “Cuando eres adolescente” vimos que obsesionarse con la idea de belleza que promueve el mundo solo hace que nos sintamos mal con nosotros mismos.

En cambio, cultivar las cualidades que a Jehová le agradan nos hará verdaderamente felices.

Y en el video musical recordamos que, cuando nos sentimos mal o cuando pasamos por situaciones difíciles, podemos tener la seguridad de que Jehová nos entiende y de que sabe lo que necesitamos.

Gracias, hermano Herd, y gracias también al Cuerpo Gobernante por habernos preparado la nueva serie de videos “Ejemplos de fe”.

La videopostal de este mes nos llega desde un lugar con paisajes espectaculares: Japón.

En la isla más grande, Honshu, encontramos la región de Tohoku, conocida por sus manantiales de agua caliente, sus fríos y nevados inviernos, y sus deliciosos platos con arroz, pescados y mariscos.

La costa de Sanriku, en el Pacífico, abarca más de 250 kilómetros (o 155 millas).

Algunos de sus acantilados se elevan más de 200 metros (o 650 pies).

Quien quiera disfrutar de las espectaculares vistas de esta costa puede hacer el trayecto en tren.

Pero quienes deseen ejercitar sus piernas y verse rodeados de hermosos paisajes naturales pueden optar por la ruta Michinoku, que se extiende por más de 1.000 kilómetros (o 620 millas), entre la prefectura de Aomori hasta la de Fukushima.

Fue justo en Fukushima donde hubo un desastre nuclear después del terrible terremoto y el tsunami de marzo de 2011.

Miles de personas perdieron familiares, hogares, su medio de vida...

De hecho, todo Japón sufrió por esta tragedia.

En la zona afectada por el tsunami había 155 congregaciones.

Y, a pesar de las difíciles condiciones de vida, 277 ancianos acudieron a la zona para prestar ayuda y consuelo.

Los hermanos tenían muchas ganas de consolar a los demás y volver a predicar formalmente.

Así que, tan solo un mes después, ya estaban enseñándoles a sus vecinos el mensaje de esperanza que da la Biblia.

Además, en la predicación encontraron a muchos hermanos inactivos que con el tiempo volvieron a reunirse.

Doce años después, los hermanos de este lugar siguen buscando a personas con cualidades de oveja.

Visitemos tres congregaciones de la región de Sanriku.

Aunque cada una tiene menos de 60 publicadores, siguen dando un gran grito de alabanza a Jehová.

El tsunami y el desastre que conllevó tuvieron un gran impacto en las personas del territorio.

Muchos comenzaron a darse cuenta de que las cosas espirituales son más importantes que las cosas materiales.

Nuestros hermanos han hecho todo lo posible por devolverles la esperanza a quienes la han perdido, y lo han hecho llevándoles el mensaje de la Biblia.

Desde el año del desastre, 20 estudiantes se han dedicado a Jehová y se han bautizado.

Las congregaciones de Kamaishi, Ofunato y Rikuzentakata les mandan todo su amor cristiano.

Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.

 

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