Nicholas Ahladis: Nada puede frenar el avance de la Palabra de Dios

Jesús dijo que el apóstol Pablo era “un vaso escogido”.

Fue uno de los ministros más productivos de la historia.

Pero, cuando escribió su segunda carta a Timoteo, estaba en la cárcel y, obviamente, no podía hacer todo lo que deseaba para difundir las buenas nuevas.

A pesar de su situación, Pablo no se desanimó.

En su carta se concentró en lo que otros estaban haciendo.

Por ejemplo, Lucas estaba allí en Roma, pero en libertad.

Áquila y Priscila seguían muy activos en Éfeso.

Marcos podía ir a ayudarlo en su ministerio.

Y Timoteo, que era como su hijo, podía encargarse de otros asuntos.

Ahora observen lo que Pablo dijo en 2 Timoteo 2:8, 9.

Segunda a Timoteo 2:8, 9: “Acuérdate de que Jesucristo fue levantado de entre los muertos y fue de la descendencia de David, según las buenas nuevas que yo predico; con relación a las cuales estoy sufriendo el mal hasta el punto de cadenas de prisión como malhechor.

Sin embargo, la palabra de Dios no está encadenada”.

Sí, Pablo estaba en prisión y eso limitaba lo que podía hacer; sin embargo, “la palabra de Dios” —el mensaje que él y sus compañeros proclamaban— seguía libre.

La palabra seguía viva en los corazones de miles de personas que la habían escuchado y, con el tiempo, también quedaría registrada en incontables copias de las Escrituras.

Aquel mensaje ya había salido a la luz, y nada podría detenerlo.

Noten que las palabras iniciales de Hebreos 4:12 expresan algo similar.

Allí dice: “Porque la palabra de Dios es viva, y ejerce poder”.

Nuestra Biblia interlineal traduce el texto griego usado aquí con los términos “viviente” y “enérgica”.

De hecho, la palabra “energía” viene de la misma expresión griega que se usa en Hebreos 4:12.

Ahora bien, el contexto de las citas que acabamos de leer indica que en ambos casos la expresión “palabra de Dios” se refiere al mensaje o propósito revelado de Dios.

Y dicho mensaje está estrechamente vinculado con el contenido de la Biblia, donde hoy día encontramos lo que Jehová quiere comunicarnos.

Por siglos, los enemigos de Dios han tratado de restarle poder, o energía, a la Biblia de tres formas: 1) borrando de las Escrituras el nombre de Dios; 2) destruyendo las copias disponibles de la Biblia y, en épocas más recientes, obstaculizando su distribución en muchos idiomas, y 3) traduciéndola de forma inexacta y con lenguaje arcaico.

De estas tres maneras han provocado un corto circuito, por decirlo así, que le ha impedido a la Palabra de Dios transmitir toda su energía.

La organización de Jehová se ha esforzado por repeler esos ataques.

Y hoy hablaremos de lo que la “Traducción del Nuevo Mundo” ha hecho para garantizar que el poder de la Palabra de Jehová fluya con total libertad: 1) dar a conocer el nombre de Dios por toda la Tierra; 2) hacer disponible la Biblia a todo el mundo, y 3) transmitir el mensaje de Dios de manera exacta, clara y natural.

Además, hablaremos de la valiosa ayuda que dan los betelitas para lograr todo esto.

Para empezar, analicemos lo que ha hecho la “Traducción del Nuevo Mundo” para difundir el nombre de Dios por todo el planeta.

Antes de que el esclavo comenzara a preparar la “Traducción del Nuevo Mundo” en los años cuarenta, algunas versiones de la Biblia en inglés, como la “American Standard Version” y la de “Rotherham”, ya habían restituido el nombre divino en las Escrituras Hebreas porque aparece en numerosos manuscritos.

Otras, como “The Emphatic Diaglott”, hasta lo incluyeron en las Escrituras Griegas.

Pero estas traducciones fueron como el león muerto de Eclesiastés 9:4; no sirvieron de mucho, pues en los años cuarenta la gente seguía leyendo la versión del rey Jacobo, una traducción viejísima en donde el nombre de Dios solo aparece cuatro veces.

En 1952 se publicó la “Revised Standard Version”, que fue la primera en disputar la supremacía de la versión del rey Jacobo.

Sin embargo, los encargados de esta versión no quisieron usar el nombre divino, como sí lo había hecho la “American Standard Version”, y en su lugar pusieron “Señor”.

En la actualidad, la mayoría de las versiones en inglés omiten el nombre de Dios; solo algunas respetan su lugar.

De hecho, estas son las cinco versiones en inglés de mayor venta según la Asociación de Libreros Cristianos.

En la versión del rey Jacobo, el nombre “Jehovah” solo aparece cuatro veces.

Y, en la “Nueva Traducción Viviente”, el nombre “Yahweh” solo aparece siete veces.

Pero no aparece en ninguna de las otras tres: la “Nueva Versión Internacional”, la nueva versión del rey Jacobo y la “English Standard Version”.

De modo que todas estas versiones populares de la Biblia dicen algo como: “Yo soy el Señor; ese es mi nombre” y “El nombre del Señor es una fortaleza firme”.

Fíjense en cómo se tradujo Éxodo 6:3 en la “Nueva Versión Internacional”, una edición muy popular que ha superado en ventas a la versión del rey Jacobo: “Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob bajo el nombre de Dios Todopoderoso, pero no les revelé mi verdadero nombre, que es el SEÑOR”.

En este relato hay cuatro nombres: Abrahán, Isaac, Jacob y el Tetragrámaton (Jehová).

Una de las principales razones que se han dado para poner “SEÑOR” tanto en la “Revised Standard Version” como en muchas otras versiones es que “Jehová” no es la pronunciación original del nombre divino y que, en todo caso, debería ser Yahveh.

Pero la realidad es que tampoco pronunciamos los nombres de Abrahán, Isaac y Jacob tal y como lo hacían los judíos.

De hecho, nadie conoce con exactitud la pronunciación original, pues pudo haber variado a través del tiempo.

Si se aplicara de manera congruente su criterio, el texto de Éxodo debería decir esto: “Me aparecí a tu antepasado y a su hijo y a su nieto bajo el nombre de Dios Todopoderoso, pero no les revelé mi verdadero nombre, que es el SEÑOR”.

¿No les parece que se trata de una forma ilógica de traducir los primeros tres nombres?

Sin embargo, ¡eso es exactamente lo que han hecho con el cuarto!

Dicen: “Ya que no sabemos cómo se pronuncia exactamente, no lo usamos”.

Es más: si tanto les preocupa que “Jehová” no sea la pronunciación exacta del nombre divino, ¿por qué no aplican el mismo criterio al nombre de Jesús?

En vista de que Hechos 4:12 dice que “no hay otro nombre [...] mediante el cual tengamos que ser salvos”, ¿por qué no son igual de rigurosos con la pronunciación del nombre de Jesús?

Los expertos ni siquiera saben si Jesús y sus discípulos hablaban hebreo o arameo, lo que de seguro influiría en su pronunciación.

En hebreo sería algo como “Yeschúa”, y en arameo, “Yeshú”, o algo así.

¿Y qué se puede decir de los cristianos griegos, cuya lengua no tenía el sonido “sh”?

Ellos decían “Iesous”, y así fue como quedó en las Sagradas Escrituras.

Y, claro, como lo pronunciamos hoy no tiene nada que ver con la manera en que se decía en el siglo primero.

No obstante, eso no impidió que se usara el nombre de Jesús más de 900 veces en todas las ediciones que ya mencionamos.

Por lo tanto, la decisión de omitir el nombre de Dios no está justificada.

En lenguaje jurídico, esto se llamaría un delito de omisión.

En otros idiomas ocurre lo mismo con el nombre de Dios, y hasta se dan casos peores.

Si se preguntan qué podría ser peor, les diré que en ocasiones se reemplaza el nombre de Dios por el de un dios local.

Así se hizo en una edición en chichewa de Malaui.

Tengo aquí una publicación llamada “The Bible Translator”, en donde se establecen normas que deben seguir los traductores de las Sociedades Bíblicas Unidas en todo el mundo.

Allí se explica por qué se reemplazó el nombre de Jehová por el nombre del dios Chauta.

La razón que dan es la siguiente: “A este respecto, la importante revelación para los chewa de hoy es que el dios extranjero ‘Yehova’ es en realidad ‘Chauta’, ese Dios al que siempre habían conocido y adorado, y al que imploraban ayuda sus antepasados cuando tenían problemas”.

¿No les parece un argumento totalmente ridículo?

¡Con razón nuestros hermanos de habla chichewa no quisieron usar esa versión de la Biblia, aunque empleaba un lenguaje más sencillo que la anterior!

Esa fue una de las supuestas soluciones que se propusieron para traducir los “nombres” de Dios en este número especial de “The Bible Translator”, publicado en octubre de 1992.

Por cierto, hoy muchos traductores siguen rigiéndose por estas normas.

En su introducción, el editor de dicha revista nos da una idea del criterio que se quiere imponer: “En años recientes ha quedado claro [...] que no existe una solución única para los problemas que conlleva traducir los nombres de Dios”.

¿Se fijaron?

Por lo que dicen, pareciera que Dios tiene más de un nombre.

Además, estos llamados expertos consideran que traducir el nombre divino es un “problema”, pues para ellos lo es.

Saben perfectamente que “Jehová” es el nombre más común en la Biblia.

Se puede encontrar miles de veces en el texto hebreo.

Y saben también por qué se utiliza en otras versiones.

De hecho, en la página 409 de la misma revista, encontramos una cita del prólogo de la “American Standard Version”, que dice: “Este nombre personal [Jehová], con su caudal de asociaciones sagradas, se restaura ahora al lugar al que tiene derecho indiscutible en el texto sagrado”.

Eso fue lo que hizo esta versión, y era lo más lógico.

Pero ahora vean lo que dice la revista más adelante: “No puede negarse que ese criterio [el de la “American Standard Version”] influyó en la manera de pensar de muchos misioneros evangélicos enviados a África, Asia y América Latina. [...] Por tal razón, el nombre ‘Jehová’ se ha presentado equivocadamente como una traducción del nombre de Dios.

Tal nombre gozó de gran aceptación y se consideró irremplazable durante muchos años”.

Así que piensan que usar “Jehová” es un error.

Pero no piensan que usar “Jesús” también lo sea, aunque podrían emplearse los mismos argumentos.

Ahora bien, este supuesto error produjo un resultado interesante.

Como vimos, los misioneros publicaron numerosas ediciones, en las que usaron el nombre divino miles de veces.

Sin embargo, muchos de aquellos misioneros no traducían a su lengua materna, así que esas traducciones solían ser difíciles de entender.

Entonces, en la segunda mitad del siglo veinte, ciertos traductores, entre ellos Eugene Nida, encabezaron un movimiento para promover la revisión de aquellas traducciones y hacerlas más comprensibles.

El periódico “The New York Times” incluso llamó a Nida “el padre de la traducción bíblica moderna”.

Pero vean lo que opinó este señor sobre el nombre divino en su libro “La traducción: teoría y práctica”.

Él afirmó: “Se da una especie de ambigüedad divina al aplicar el mismo término unas veces a Dios y otras a Jesucristo”.

¿Ambigüedad?

Sí.

¿Divina?

¡Para nada!

Declaraciones como esta se hallan en otras publicaciones —como las de la alianza Wycliffe— y revelan la verdadera razón por la que tantos traductores supuestamente cristianos se atreven a omitir el nombre de Dios, a saber: para que no se vea claramente la diferencia entre Jehová y su Hijo, Jesucristo.

Debido a todo esto, los hermanos que hablan chichewa, hindi, tai y otras lenguas no tenían más remedio que elegir entre una versión difícil de entender pero que respetara el nombre divino y una que se leyera con más facilidad pero que lo omitiera.

¿Cuál creen que elegían los hermanos?

Casi siempre una con lenguaje difícil, aunque les costara trabajo entenderla, porque usaba el nombre de Dios.

Es muy frustrante usar una Biblia que omite el nombre de Jehová.

Imagínense a lo que se enfrenta esta hermana de la India mientras trata de explicar por qué nos llamamos testigos de Jehová.

Quizás lea Isaías 43:10.

Pero si su Biblia dice “ustedes son mis testigos —afirma el Señor—”, tal vez deba explicar que en hebreo hay cuatro letras ahí que deberían traducirse “Jehová”.

La señora podría preguntar: “¿Qué es eso de hebreo y qué tiene que ver con lo que me está diciendo?”.

Y después podría preguntar: “¿Y usted habla hebreo?”.

Algunos hermanos se sienten tan frustrados que leen “Jehová” donde en realidad dice “Señor”.

Pero si alguien se da cuenta de ese cambio, puede sentir cierta desconfianza.

Hablando de la India, quisiera mencionar un detalle interesante.

El mismo número de “The Bible Translator” contiene un artículo que habla sobre la reacción de la cristiandad —no de nuestros hermanos— cuando el nombre de Jehová se sustituyó por la palabra “Prabhú” (o “Señor”) en las traducciones en hindi y nepalés.

El artículo, titulado “¿Cuál es su nombre?

La traducción de los nombres divinos en lenguas de la India”, explica: “No todos los cristianos están conformes con esta solución [por supuesto, se refiere a la cristiandad] [...].

La primera razón es de tipo emocional: los lectores están tan acostumbrados a leer y escuchar la transliteración [‘Jehová’] que han llegado a darle cierto valor sagrado [como si eso fuera malo].

Se sienten tan apegados a ese nombre que nada puede hacerlos cambiar de opinión.

La segunda razón [...], según me explicaron algunos cristianos de Nepal, [es] que los practicantes del hinduismo suelen preguntar cómo se llama el dios de los cristianos.

Ellos señalan que todos sus dioses y diosas tienen su nombre, como Ram, Krisna, Brahma, [...] y que conocer esos nombres los ayuda a sentirse más cerca de sus deidades”.

Puesto que “Prabhú” (o “Señor”) puede usarse para referirse a un esposo o a un amo, y no solo a un dios, la gente no quiere usarlo como un nombre para Dios.

El artículo continúa: “Los hindúes no se conforman con usar un simple título, sino que desean saber el nombre de Dios porque, de otro modo, no pueden establecer un vínculo con él”.

Y ahora escuchen la conclusión: “No obstante, a pesar de todo lo que he expresado y a pesar de mis argumentos a favor de traducir el nombre YHWH como [Señor] [...], debo admitir que, a la luz de estudios recientes, [...] es posible que se requiera un nuevo enfoque.

Eso significa que aún no se ha zanjado la cuestión de cómo debe traducirse el Tetragrámaton (YHWH) a las lenguas del norte de la India y a otros idiomas”.

Bueno, les alegrará saber que ya no leeremos nada más de esta publicación, y esa última frase es la única que tiene sentido.

De hecho, recientemente la cuestión se resolvió en el caso de varios idiomas de la India.

El 4 de septiembre de 2016 se transmitió un discurso del hermano Herd por toda la India, Sri Lanka y algunos otros lugares.

En él se anunció la publicación de la “Traducción del Nuevo Mundo” completa en hindi, malayálam y tamil, además de las Escrituras Griegas Cristianas en maratí y telugu.

La “Traducción del Nuevo Mundo” completa ya estaba disponible en cingalés, y las Escrituras Griegas, en kannada, gujarati, nepalés y punyabí.

Así que nuestros hermanos de la India, Nepal y Sri Lanka pueden usar cualquiera de estas ediciones para dar a conocer el nombre de Jehová a más de 1.300 millones de personas.

En Ezequiel 38:23, Jehová dice: “Ciertamente me engrandeceré y me santificaré y me daré a conocer delante de los ojos de muchas naciones; y tendrán que saber que yo soy Jehová”, no que “soy el Señor” ni que “soy Prabhú” ni “Lord” ni “Chauta”, ¡sino “Jehová”!

Está clarísimo que la tendencia entre los traductores de la Biblia por todo el mundo es eliminar el nombre de Dios.

Y Jehová está combatiendo dicha tendencia con la “Traducción del Nuevo Mundo”, librando a su pueblo de todas esas traducciones que no le dan a su nombre la honra que se merece.

Por eso nos alegra saber que el 95% de los hermanos en la India y más del 90% de los hermanos en el mundo ya tienen una traducción moderna, al menos de las Escrituras Griegas Cristianas, donde figura el nombre de Jehová.

A continuación vamos a hablar sobre el papel que ha desempeñado la “Traducción del Nuevo Mundo” en difundir la palabra de Dios.

En la antigüedad, el emperador romano Diocleciano y, más tarde, el clero de la Edad Media quemaron todas las biblias que pudieron.

Por supuesto, la Biblia sobrevivió y hoy es fácil conseguir versiones en español, inglés, francés y otros idiomas.

Sin embargo, por cuestiones económicas y de derechos de autor, no es tan fácil conseguirla en muchas lenguas.

Uno de nuestros misioneros en América del Sur escribió: “Las sociedades bíblicas han hecho traducciones a varias lenguas amerindias, pero pareciera que cada nueva traducción es un simple trofeo que presumir.

Hacen la traducción, imprimen unas cuantas copias y ya.

Estas biblias suelen ser caras y complicadas; simplemente están fuera del alcance de la gente”.

Se comenzó un proyecto para producir la “Traducción del Nuevo Mundo” en un idioma del Pacífico porque en la única traducción disponible se había borrado por completo el nombre de Jehová, además de que era muy difícil de conseguir, pues se imprimieron muy pocos ejemplares y no hay planes de producir más.

Es cierto que la Biblia se ha traducido, completa o en parte, a más de 2.800 idiomas, pero en realidad no es fácil conseguirla en todos ellos.

En áreas donde las personas no pueden pagar una Biblia, se considera un mal negocio imprimirla y hay pocos ejemplares disponibles.

Sin embargo, es justamente en esos lugares donde cada vez más personas escuchan nuestro mensaje.

De hecho, una Biblia puede costar el salario de todo un mes, y las que nuestros hermanos consiguen a ese precio no siempre están completas —¡a veces les faltan libros enteros!— o son simples fotocopias mal encuadernadas.

En ocasiones, cuando nuestras sucursales tratan de obtener biblias a menor costo u ofrecen reimprimirlas en alguno de esos idiomas, los autores no lo permiten.

Por ejemplo, a los hermanos de Malaui incluso les prohibieron citar de cierta versión en nuestras publicaciones porque, supuestamente, las ventas podrían bajar.

Quienes han visitado algunas zonas de África se sorprenden al ver que más de cien hermanos de una congregación tienen que compartir dos o tres biblias.

Un hermano escribió: “La mayoría de los hermanos del Congo que hablan tshiluba no tenían una biblia.

Cada ejemplar se pasaba, como se hace con el micrófono, cuando había que leer algún versículo”.

Y las congregaciones de lengua otetela tenían uno o dos ejemplares nada más, así que los hermanos tenían que ir al Salón del Reino si querían practicar sus discursos con la Biblia.

Ahora podemos dar mayor valor a estas imágenes del hermano Lösch presentando las Escrituras Griegas Cristianas en tshiluba, congo y otetela.

Al ver la reacción de algunos hermanos, tomen en cuenta que muchos de ellos nunca habían tenido una Biblia.

Aquí podemos ver a un grupo leyéndola con cuidado.

Me llama la atención que no la están comparando con su Biblia anterior, porque, para muchos de ellos, esta es su primera Biblia.

Ahora piensen en esto: si para los hermanos era tan complicado conseguir una Biblia, ¡imagínense lo difícil que habrá sido para nuestros estudiantes!

La sucursal de Ruanda nos contó de un grupo de 18 estudiantes de una zona aislada que no se atrevían a empezar a predicar porque ninguno de ellos tenía una Biblia.

Cuando recibieron la traducción en kiniaruanda de las Escrituras Griegas Cristianas, ya no había nada que los detuviera.

También hay hermanos que tienen el dinero para comprar una Biblia, pero no se la venden.

Por ejemplo, cuando los hermanos de Kirguistán iban a una librería religiosa para comprar una Biblia, les preguntaban el nombre de Dios.

Si daban la respuesta correcta, no les vendían nada.

Y los hermanos que hablan albanés, isoko, malgache, tsotsil y otros idiomas se enfrentaban a situaciones parecidas.

Pero en muchos de estos lugares las cosas han dado un giro completo: ahora, la forma más fácil de conseguir una Biblia es yendo a un Salón del Reino.

Un hombre mayor de las montañas de Timor Oriental viajó hasta la capital para buscar una Biblia en tetún.

Lo mejor que pudo encontrar fue una Biblia en indonesio que le vendían por 45 dólares.

¡Dos semanas de salario, y por una Biblia que ni siquiera estaba en su idioma!

El vendedor le sugirió contactar a los testigos de Jehová.

Después de buscarlos durante casi dos días, el hombre finalmente encontró a los hermanos.

Estaba encantado con su nueva Biblia y con las demás publicaciones que le dieron.

Dijo que Dios había escuchado su ruego.

Ahora, desde su casa en las montañas, les manda mensajes de texto a los hermanos con preguntas sobre lo que lee en su Biblia.

Un hermano de Filipinas que habla hiligaynon escribió: “La gente cree que, como distribuimos la Biblia de forma gratuita, nos vamos a quedar sin fondos.

Por eso nos preguntan: ‘¿Cómo va a sobrevivir su organización?’.

Nosotros respondemos: ‘Es Jehová quien desea que todos conozcan su nombre.

¿Dejará él de ayudarnos?’”.

Este tema siempre da pie a buenas conversaciones.

Es verdad que las generosas donaciones de hermanos de tierras más prósperas ayudan a sostener esta labor.

Pero también debemos recordar lo que dice Isaías 55:1.

Abran su Biblia en Isaías 55:1: “¡Oigan, todos ustedes los sedientos!

Vengan al agua.

¡Y los que no tienen dinero!

Vengan, compren y coman.

Sí, vengan, compren vino y leche hasta sin dinero y sin precio”.

El contexto indica que se trata de una profecía mesiánica.

Y no cabe duda de que es Jesucristo quien encabeza esta gran campaña para distribuir millones de biblias y otras publicaciones entre las personas humildes de la Tierra.

Él jamás permitirá que las limitaciones económicas o legales frenen el avance de la Palabra de Dios.

Hablemos ahora sobre lo importante que ha sido la “Traducción del Nuevo Mundo” para transmitir el mensaje de Dios de forma clara y natural.

Por supuesto, la gran cantidad de idiomas y los distintos matices de las palabras dificultan la comunicación.

Déjenme contarles sobre un hermano extranjero a quien le preguntaron dónde estaba cierta persona.

Él respondió: “Ya no está con nosotros”.

Al ver la cara que puso su interlocutor, dijo: “¡Perdón! Ya se nos fue”.

Pero el otro hermano seguía confundido.

Por fin logró decir: “¡Se fue por allá!”.

Está claro que el pobre hermano aún no conocía todos los matices que tienen las palabras.

Ahora piensen en lo que implica traducir la Biblia.

Supone, primero, entender los matices de las palabras que se utilizaron hace miles de años en hebreo, arameo y griego.

Luego hay que traducir las ideas a cientos de idiomas.

¡Es un reto enorme!

Recuerden también que muchas de las versiones de la Biblia que hasta hace poco usaban nuestros hermanos fueron traducidas por personas que rehusaron utilizar el nombre de Dios.

Estos mismos traductores creían que Dios y Jesús son la misma persona y que los muertos siguen viviendo en el cielo o en el infierno.

Naturalmente, sus creencias influyeron en la traducción de ciertos versículos de contenido doctrinal.

Por ejemplo, la Biblia más popular en tai tradujo Eclesiastés 9:10 más o menos así: “Porque no hay trabajo ni planes ni conocimiento ni sabiduría en la ciudad de los espíritus, el lugar adonde vas”.

Y una conocida Biblia en chino dice en Hechos 2:27: “No dejarás mi espíritu [o fantasma] en el mundo yin”, es decir, en “el más allá”.

Esto refleja lo que creen sobre la muerte muchos chinos, que tienen la costumbre de hacer ofrendas de comida y de otras cosas a los muertos para que las usen en “el mundo yin”.

Es interesante que hasta una traducción palabra por palabra de la “Traducción del Nuevo Mundo” anterior a la revisión de 2013 también habría resultado confusa en chino.

La palabra “alma” habría transmitido la idea de “fantasma”.

Y “Hades” habría hecho pensar en un lugar geográfico, como Cádiz.

Entonces, decir “no dejarás mi ‘hún’ [o alma fantasmal] en Hades” hubiera dado la idea de que Jesús tenía un “fantasma” y que estaba atrapado en un lugar llamado Hades.

Por eso, los traductores al chino recibieron permiso para poner “Tumba”, con mayúscula, para referirse al lugar simbólico donde descansan los muertos.

Esto fijó un patrón que luego siguieron casi todos los equipos de traducción.

Y, en el 2013, la revisión de la “Traducción del Nuevo Mundo” en inglés hizo lo mismo.

Tener una traducción que expresa lo mismo que entendían los escritores bíblicos ha liberado a nuestros hermanos de la pesada tarea de tratar de explicar el verdadero sentido de los textos con una Biblia no muy clara.

Pero otros versículos que no son de contenido doctrinal también pueden quedar oscuros.

Veamos el caso de Mateo 5:3.

Allí dice: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos”.

En el griego original dice literalmente: “Felices los pobres de espíritu”, frase que no tiene sentido ni siquiera en griego moderno.

Nuestra versión expresa muy bien la idea de estar necesitados en sentido espiritual.

Pero, como no siempre se puede hacer una traducción palabra por palabra, los equipos a cargo de traducir la Biblia han enviado un total de 37 preguntas sobre este versículo.

Por ejemplo, ¿qué se entendería mejor: felices, alegres, gozosos o benditos?

En vez de decir “los que tienen conciencia”, ¿podría decirse “los que reconocen” o “los que tienen sed” o “los que están hambrientos”?

Decir “a ellos pertenece el reino de los cielos” podría dar a entender que ellos son los dueños del Reino, ¿pero es esa la idea?

¿No sería mejor decir que el Reino es “para ellos” o que “serán parte” de él?

Además, muchos idiomas tienen problemas con la frase “necesidad espiritual”, pues, si la traducen literalmente, puede hacer pensar en una necesidad filosófica o en que necesitan a un espíritu o un fantasma.

Un instructor de traductores comenta: “En muchos idiomas africanos, hay un solo término para hablar tanto de lo espiritual como del viento, del aire, del oxígeno, del gas y de lo oculto”.

Por eso, una traducción literal pudiera resultar confusa o incluso transmitir una idea equivocada.

Alguien podría entender que “felices son los que necesitan oxígeno”.

Así que los traductores tienen que probar distintas opciones hasta dar con la más adecuada.

Otro caso es el de Eclesiastés 8:9, que dice: “Todo esto he visto, y hubo un aplicar mi corazón a toda obra que se ha hecho bajo el sol, durante el tiempo que el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo”.

Pero en muchos idiomas el término “corazón” no tiene un sentido figurado, por lo que no se puede decir que este se aplique a algo.

Además, hablar de lo que se ha hecho “bajo el sol” pudiera dar la idea de lo que ha sucedido justo debajo del lugar que ocupa el sol en cierto momento del día.

Así que aun antes de llegar al importante mensaje del final del versículo, los traductores se topan con varios problemas.

En algunos idiomas, como el hindi, este versículo se ha traducido así: “Todo esto he visto, y he prestado atención a todo lo que se ha hecho en el mundo [no bajo el sol], y he visto que durante todo este tiempo el hombre ha dominado al hombre para su propio mal”.

Como se podrán imaginar, para llegar a una traducción exacta y natural hay que investigar a fondo, hablar largo y tendido de los problemas y orar mucho.

Otro problema muy común tiene que ver con el nivel del lenguaje.

Muchos creen que en la Biblia debe usarse un lenguaje que suene ceremonioso y sagrado.

De hecho, por siglos la Iglesia Católica mantuvo la Biblia en latín, pese a que nadie lo entendía.

Además, en la Iglesia Ortodoxa Griega se siguen cantando las Escrituras en griego clásico, un idioma hermoso pero que ya nadie entiende.

Y todavía hay muchos enamorados del vocabulario de la versión del rey Jacobo.

Esa preferencia por el lenguaje elevado ha influido en ciertas traducciones.

Por ejemplo, muchas versiones de la India utilizan términos muy poco conocidos, derivados del sánscrito.

Y otras biblias, en lenguas como birmano, maltés, twi y vietnamita, usan un vocabulario sumamente complicado.

Así que para que la gente pueda disfrutar del mensaje de la Biblia basta con producir una traducción que emplee expresiones más sencillas.

Por ejemplo, en tai hay versiones escritas en el estilo literario de la realeza.

Ese idioma emplea distintos pronombres, según quién habla o a quién se le habla.

Por poner un caso, para los reyes, como David, usa una categoría de pronombres; para los nobles, usa otra distinta; para Dios, otra, y para la gente común, otra más.

Existen 17 formas de decir “yo” en tai.

¡Imagínense!

Y algunas de ellas jamás se utilizan en el día a día.

Pero noten lo que dijo una hermana tailandesa: “Me alegra que en nuestra traducción se utilicen los pronombres que usamos a diario.

Cuando leí el Salmo 5 y vi que David se dirigía a Jehová usando las mismas palabras que usamos nosotros, sentí a David más real; pude imaginarme su tristeza.

Se me llenaron los ojos de lágrimas porque sentí que era yo quien le expresaba a Jehová sus sentimientos y preocupaciones”.

¡Cuánto se logra usando palabras sencillas!

De Armenia nos llegó este comentario: “Los hermanos de verdad se esforzaban mucho por entender lo que leían en su Biblia.

Ahora, con la ‘Traducción del Nuevo Mundo’, aún se esfuerzan, pero para profundizar en ella”.

Un hermano turco dijo sobre la “Traducción del Nuevo Mundo” en su idioma: “Ahora los apóstoles, en especial Pablo, sí hablan bien el turco”.

El siguiente video nos muestra cómo nuestra traducción al lenguaje de señas americano ha ayudado a miles de hermanos a disfrutar más de su estudio de la Biblia.

Antes yo pensaba: “A mí también me gustaría leer la Biblia de principio a fin.

Debo leerla todos los días”.

Así que me propuse hacerlo.

Pero, cuando me ponía a leer, enseguida me detenía.

Volvía a empezar, pero no avanzaba mucho.

El mensaje en inglés no me llegaba al corazón y no lograba ver a Jehová como alguien real.

Entonces ocurrió algo muy emocionante.

Fue en la asamblea de distrito de 2005.

Nunca lo olvidaré.

Anunciaron que las Escrituras Griegas Cristianas se iban a traducir al lenguaje de señas americano.

Nos pusimos muy contentos.

Unos meses después se publicó el DVD del libro de Mateo.

Recuerdo cuando lo puse por primera vez.

Al ver al hermano que hacía las señas, quedé fascinada.

Sus expresiones faciales, las emociones que transmitía, las señas...

todo hacía que el relato cobrara vida, ¡y yo lo entendía!

Lo vi una y otra y otra vez, y lo seguí viendo hasta que salió el siguiente video.

Y eso hice con todos los videos.

Tener la Biblia en mi idioma me permite conocer a Jehová...

sentir cuánto me quiere.

Lo veo como a un padre, como alguien que me aconseja con cariño, que me anima y que me cuida.

Y todo esto lo siento cuando estudio la Biblia, no en inglés, sino en mi idioma.

Siempre le doy gracias a Jehová por este regalo.

Lo que ha dicho esta hermana confirma lo ciertas que son las palabras de Jehová registradas en Deuteronomio 30:13, 14.

Es el capítulo 30, versículos 13 y 14: “Tampoco está al otro lado del mar, para que se diga: ‘¿Quién pasará por nosotros al otro lado del mar y nos lo conseguirá, para que nos deje oírlo para que lo pongamos por obra?’.

Porque la palabra está muy cerca de ti, en tu propia boca y en tu propio corazón, para que la pongas por obra”.

Muchos hermanos tenían que cruzar el mar, por así decirlo, para leer la Biblia y comprenderla.

Era sumamente difícil.

Pero ahora, con la “Traducción del Nuevo Mundo” y su vocabulario tan sencillo y fácil de entender, el mensaje sí llega al corazón y puede transmitirse con claridad al predicar las buenas nuevas.

Sin duda, Jehová se ha asegurado de que nada frene el avance de su Palabra, ni siquiera las barreras lingüísticas.

Hablemos un poco de la valiosa ayuda que dan los betelitas para producir la “Traducción del Nuevo Mundo”.

En 1989, el Cuerpo Gobernante creó un departamento en la central mundial específicamente para fomentar la traducción de la Biblia, que para entonces estaba disponible, entera o en parte, en 11 idiomas.

En esta gráfica pueden ver que en diciembre de 2016 ya podía conseguirse en 148 idiomas, 8 de ellos lenguajes de señas.

El aumento ha sido espectacular, en especial a partir del 2005, pues en ese año el Cuerpo Gobernante comenzó a darle mayor prioridad a la traducción de la Biblia.

Tan solo en el año 2016, se completaron 21 ediciones nuevas.

Y actualmente hay unos 100 grupos —con más de 500 betelitas— traduciendo o revisando la Biblia.

Dichos grupos de trabajo tienen que estudiar con cuidado cada versículo para entenderlo bien y entonces traducirlo con exactitud.

Además, en la central mundial hay personal que se dedica exclusivamente a contestar sus preguntas.

A través de los años, se han contestado más de 100.000 preguntas, unas 8.500 tan solo en el 2015.

Pero, además de los traductores, lectores de fuera de la sucursal revisan el texto, y otros betelitas ayudan con la composición, la corrección y la edición electrónica.

Los hermanos de Tailandia hasta crearon una nueva fuente, o sea, una letra que se viera mejor.

Y los hermanos de Programación de MEPS han venido desarrollando un sistema electrónico para ayudar con la traducción de la Biblia.

Las imprentas de Estados Unidos y Japón han trabajado 16 o hasta 24 horas sin parar para que las biblias salgan a tiempo.

Los hermanos de encuadernación, como los que hicieron este ejemplar en tai, en ocasiones han tenido que poner las hojas a mano en la encuadernadora con tal de producir las ediciones más voluminosas.

Este ejemplar tiene más de 2.300 páginas, muchas más que en inglés.

Pero en Japón están dispuestos a hacer lo que sea por sus hermanos.

Detrás de cada edición de la Biblia, está el esfuerzo de cientos de hermanos y hermanas: hay muchos años de capacitación, de duro trabajo y de sacrificios.

A un experimentado traductor, padre de 10 hijos, se le invitó a colaborar en la traducción a su idioma.

Pero, con más de 60 años de edad, tendría que hacer un viaje de dos horas todos los días...

y lo hizo con gusto durante años.

Dos parejas de edad madura dejaron su cómodo hogar en el centro de Europa y vivieron por varios años en alojamientos provisionales hasta acabar el proyecto.

Un hermano muy enfermo de párkinson ayudó a revisar la exactitud de cada versículo de la Biblia en su idioma.

Historias como estas hay muchísimas.

Quizás muchos de nosotros no podamos hacer gran cosa, como el apóstol Pablo cuando estaba en prisión.

Pero a todos nos llena de satisfacción colaborar como equipo para que la Palabra de Dios y las publicaciones basadas en ella se distribuyan por toda la Tierra.

Es verdad que fue Jehová quien causó una confusión con los idiomas, pero él aseguró que eso no frenaría su Palabra.

Por eso ha hecho que la Biblia rompa las barreras lingüísticas.

Escuchen lo que escribió un hermano de habla hindi al recibir su nueva Biblia: “Mi esposa y yo leímos recientemente el libro de Proverbios.

¡Qué bonito es escuchar a Jehová en el idioma de nuestro corazón!

Antes sentía que la Biblia estaba cubierta como con un velo: podía leerla, pero no todo me quedaba claro.

Ahora siento que estoy justo allí, viviendo la escena”.

Y una hermana que habla tamil dijo: “Gracias por esta versión tan clara y que se lee tan fácil.

Ustedes nos han ayudado a ver que la Biblia sí se puede entender”.

Otro Testigo, de Ruanda, comentó: “Ahora puedo identificarme con los sentimientos de Jehová y de los personajes de la Biblia.

Jehová por fin habla mi idioma...

¡y los hebreos hasta parecen ruandeses!”.

No cabe duda, el esfuerzo de nuestros traductores ha valido la pena.

Los invito a leer Filipenses 2:13.

Las Escrituras dicen allí: “Porque Dios es el que, por causa de su beneplácito, está actuando en ustedes [o llenándolos de energía] a fin de que haya en ustedes tanto el querer como el actuar”.

Esto nos recuerda lo que dijo Pablo en Hebreos 4:12: “La palabra de Dios es viva, y ejerce poder [o es enérgica]”.

Pero en Filipenses se dice que Dios mismo actúa en nosotros y nos llena de energía.

Él nos da la motivación que necesitamos.

No hay duda de que ha sido él quien ha impulsado a sus siervos ungidos y quien les ha dado las fuerzas para llevar adelante la tarea de traducir y distribuir la Biblia.

Y no solo eso, ha hecho más: también ha llenado de energía a la gran muchedumbre para que los apoyen.

¿Y con qué resultado?

Pues, primero, millones de siervos de Jehová usan a diario una Biblia que honra el nombre de Dios.

Segundo, en conformidad con lo que dice Mateo 11:5 y gracias a la gran labor de distribuir biblias y publicaciones, las personas pobres de toda la Tierra también han oído las buenas nuevas.

Y, tercero, como Jehová ha derribado las barreras lingüísticas, sus siervos pueden entender mejor que nunca su Palabra.

Lo cierto es que estamos muy contentos con la revisión de 2013 de la “Traducción del Nuevo Mundo” y con todas las nuevas ediciones basadas en ella.

Nos llena de emoción ver cómo Jehová, mediante la “Traducción del Nuevo Mundo”, se comunica con millones de sus ovejitas en más de 140 idiomas.

Gracias a todo el trabajo del que hemos hablado, hoy nuestra espiritualidad es más fuerte, estamos más unidos en la fe que nunca y contamos con la mejor herramienta para continuar con la campaña de predicación más grande de la historia.

Concordamos con las palabras de Salmo 118:23: “Esto ha venido a ser de parte de Jehová mismo; es maravilloso”.

Deseamos seguir viendo cómo santifica Jehová su grandioso nombre ante las naciones con la “Traducción del Nuevo Mundo”.

Sí, le damos las gracias a Jehová por darnos esta traducción, una que nos convence de que no hay forma de frenar el avance de su Palabra.



Tal vez te interesen estas entradas

Entrada destacada

Avance: Las buenas noticias según Jesús | Episodios 2 y 3

Hay alguien entre ustedes al que no conocen. Es el que viene detrás de mí. Y yo ni siquiera merezco…

Popular Posts

George Aljian: Cómo sobrellevar la plaga de tu propio corazón

George Aljian: Cómo sobrellevar la plaga de tu propio corazón

Imagina que vas a salir de viaje. Te han regalado los bolet…

JW Broadcasting: Abril de 2025

JW Broadcasting: Abril de 2025

¡Bienvenidos a JW Broadcasting®! Los testigos de Jehová vem…

JW Broadcasting: Marzo de 2025

JW Broadcasting: Marzo de 2025

Bienvenidos a JW Broadcasting®. ¡Qué alegría que estén con …

2024 | Informe 2 del Cuerpo Gobernante

2024 | Informe 2 del Cuerpo Gobernante

¡Bienvenidos, hermanos! ¿Han pensado en lo que vimos en la …

Michael Banks: Jehová está con nosotros (Juan 17:15)

Michael Banks: Jehová está con nosotros (Juan 17:15)

El texto de hoy nos prueba muy claramente que tanto Jehová …

El deseo de su corazón

El deseo de su corazón

El rey David quería de todo corazón participar en la constr…

Antony Griffin: Dios nos llena de energías (Filip. 2:13)

Antony Griffin: Dios nos llena de energías (Filip. 2:13)

Pues bien, ¿te parece que en ocasiones te faltan las dos co…

“La palabra profética” nos fortalece

“La palabra profética” nos fortalece

Este análisis se basa en las palabras de 2 Pedro 1:19. Ahí …

Mark Sanderson: Siempre tenemos presente su aguante

Mark Sanderson: Siempre tenemos presente su aguante

Quisiera hablarles brevemente sobre el tema: “Siempre tenem…