Estar aquí con los hermanos pasando un buen rato nos sirvió para recordar lo que Jehová ha logrado.
Hemos sido testigos de una transformación increíble.
Obviamente, Jehová sabía que un proyecto como este iba a animar mucho a los hermanos, y sabemos que con su espíritu “todo es posible”.
Tardamos tres años en limpiar el terreno.
Los hermanos trabajaron muy duro para prepararlo.
Había muchos materiales tóxicos en el lugar.
Tuvieron que sacar muchísima basura y muchos neumáticos de aviones de la Segunda Guerra Mundial que se encontraron.
Había árboles de más de 300 años, así que tuvimos muchísimo cuidado para no dañarlos.
Durante el proyecto, plantamos 1.000 árboles más.
Como limpiamos el terreno, muchos animalitos comenzaron a regresar.
Vimos ciervos, tejones, patos, liebres… Fue muy bonito, fue como un adelanto de cómo será la vida en el Paraíso.
Pero lo mejor fue ver cómo Jehová usó este proyecto para capacitar a los hermanos y cargarles las pilas.
Los hermanos siempre nos animaron a tener una buena amistad con Jehová; sabíamos que era clave para el éxito del proyecto.
Piensas que estás construyendo edificios, pero, cuando miras atrás, ves que lo que construías era tu personalidad.
Jehová nos capacitó y nos ayudó a mejorar.
Y queremos mostrarle nuestra gratitud.
Tenía un poco de miedo porque pensaba que no tenía habilidades para la construcción, pero, cuando te pones en manos de Jehová, él te capacita y te ayuda para que seas un mejor cristiano.
El proyecto nos ayudó a ver nuestra vida de una manera diferente y a ponernos metas espirituales que de otra forma nunca nos habríamos puesto.
Y desde entonces no hemos parado.
Trabajar en este proyecto fortaleció mi fe y me convenció todavía más de que no importa lo que sacrifiquemos por Jehová, él te devuelve mucho más.
Conseguimos hacer muy buenos amigos y mantener la paz y la unidad en la obra.
Disfruté cada segundo —aunque trabajé muy duro—, pero fue muy especial, porque hice nuevos amigos y todos allí teníamos el mismo objetivo.
Me impresionó un montón darme cuenta de la cantidad de maneras que hay de servir a Jehová a tiempo completo.
Los programas de dedicación están pensados para honrar a Jehová.
Nos trataron con mucho cariño; nos encantó el buen sentido del humor de los betelitas.
Los hermanos trabajaron muy duro, y eso se nota a simple vista.
Estas instalaciones son hermosas y muy prácticas, y van a ayudar a la familia Betel a hacer todo el trabajo que tiene la sucursal.
Las instalaciones son hermosas, pero lo más importante es que se construyeron gracias al amor que los hermanos sienten por Jehová, gracias a su esfuerzo y a los sacrificios que hicieron.
¡Con razón Jehová bendijo este proyecto!
¿Desean dedicar esta sucursal y el Salón del Reino a nuestro Dios, Jehová, para que se usen exclusivamente para su gloria y alabanza y para promover la adoración pura en el territorio de esta sucursal?
Un evento como este, un programa de dedicación, es como una boda; no es el fin de algo, sino el comienzo de algo.
Es una ocasión para pensar en lo que ya se ha logrado y en lo que vendrá.
¿Qué pasará en los próximos cinco o diez años?
Pues lo que Jehová diga.
Y sin duda será muy emocionante.
Algo que nos anima mucho es recordar que lo que estamos aprendiendo ahora nos servirá en la gran obra de construcción que habrá en el nuevo mundo, cuando vivamos la vida de verdad.
Lo que Jehová ha hecho aquí en este pedacito de tierra en Inglaterra es lo que hará en todo el planeta, y es una prueba de lo que podemos esperar que pase en el futuro.
El hermano John Booth, del Cuerpo Gobernante, una vez habló de lo que se conseguirá gracias a estos proyectos de construcción.
¿Y qué es?
Que muchas personas vivan para siempre.
¡Qué bien que tenemos sucursales por todo el mundo que nos ayudan a cumplir con la misión de predicar las buenas noticias!
Cuando alguien aprende la verdad y hace cambios para servir a Jehová como él quiere, nos da muchísima alegría.
Ese fue el caso de Nigel Baker.
Él necesitaba que la verdad de la Biblia lo ayudara a dejar atrás una vida marcada por la violencia.
Cuando era niño, mi papá bebía mucho.
Al llegar a casa, era violento con nosotros.
Le pegaba a mamá, nos pegaba a los niños… Cuando no bebía, era un buen hombre, pero casi siempre estaba borracho.
Yo solo quería que Jehová lo parara.
Mamá nos cuidaba y nos enseñaba sobre Jehová.
Pero, al ir creciendo, pensé que tenía que hacer algo para protegerme y cuidar de mí mismo.
Por eso, cuando tenía casi 18 años, conseguí un trabajo y me fui de casa.
Me daba mucho miedo cualquier cosa que pudiera acabar en una pelea.
Estaba en modo alerta todos los días.
Mi objetivo en aquel momento era que todos pensaran que era un tipo duro y que nadie se metiera conmigo.
Empecé a pasar tiempo con personas que practicaban deportes de combate.
Y pensé que eso me serviría a mí para protegerme de otros.
Pasé muchos años aprendiendo técnicas que se usan en deportes violentos.
Entrenaba todos los días.
Si un día no lo hacía, sentía que me estaba volviendo una persona débil.
Con el tiempo, acabé trabajando como portero de discoteca.
No era raro tener tres o cuatro peleas o más por noche para echar a la gente que daba problemas.
Después de una pelea me sentía bien, pero por dentro me sentía mal, muy mal, porque había veces que hacía daño de verdad.
La violencia, el egoísmo y la rabia no paraban de crecer.
Incluso cuando iba conduciendo y alguien me miraba, y a mí me parecía que me había mirado mal, me entraba la rabia.
En el ambiente de los deportes violentos, te encuentras con muchas personas malas.
Como había gente que quería hacerme daño, pensé: “Si entreno a otros y los pongo de mi lado, me defenderán si pasa algo”.
Me sentía muy seguro de mí mismo.
Conseguí que otros pensaran que era invencible.
Y sentía que podía pelearme con cualquiera y ganarle.
Y entonces recibí una llamada.
Mi mamá estaba en la unidad de cuidados intensivos.
Nunca pensé que la iba a perder tan pronto.
Creía que ella viviría más tiempo.
Aquello hizo que me lo replanteara todo, y pensé: “¿Qué has estado haciendo con tu vida?”.
No me gustaba nada la persona en la que me había convertido.
Muchas veces, por culpa de mi mal carácter, les hice daño a muchas personas, entre ellas mi familia.
Y aún hoy me sigo sintiendo muy muy mal.
Quería hacer las cosas bien, pero, como llevaba mucho tiempo alejado de Jehová, no sabía por dónde empezar.
Unos tres años después, tenía que someterme a una operación complicada.
Me dijeron que la operación duraría 10 horas y que necesitaría cuatro o cinco bolsas de sangre.
Yo sabía que Jehová no quiere que aceptemos transfusiones de sangre.
Y pensé: “¿Me voy a morir?”.
Me acordé de mamá en su lecho de muerte y de que no tenía miedo.
Ella sabía que Jehová la iba a resucitar.
En el fondo, yo sabía quién era el único que podía darme seguridad y protección.
Entonces le hice una oración a Jehová, una sentida oración: “Jehová, muéstrame que estás conmigo.
Por favor, ayúdame a volver a tu lado.
Quiero hacerlo”.
Después de la operación, los hermanos llamaron a mi puerta, y empecé a estudiar la Biblia.
Me daba miedo lo que la gente diría de mí o que me echaran en cara las cosas malas que había hecho antes.
Pero confiaba en Jehová.
Salmo 56:3, 4 dice: “Cuando tengo miedo, pongo mi confianza en ti.
En Dios —alabo su palabra—, en Dios pongo mi confianza; no tengo miedo.
¿Qué puede hacerme un simple hombre?”.
A veces paso por situaciones en las que me siento tentado a reaccionar con violencia, como antes.
Entonces le oro rápido a Jehová, y siento que me protege.
Claro, no es que venga y me diga: “Yo pelearé por ti”.
Pero sí que siento una calma que no había sentido nunca.
Mi familia vio los cambios tan grandes que hice, cómo me convertí en otra persona.
Ya no siento que tengo que arreglármelas yo solo para protegerme.
Sé que es Jehová el que me protege.
Nigel se tomó en serio su estudio de la Biblia e hizo grandes cambios.
¿Tenemos tantas ganas de aprender como al principio, cuando conocimos la verdad?
En la siguiente adoración matutina el hermano John Ekrann nos explicará qué hacer para no perder las ganas de aprender.
Leamos completo el texto de hoy, Hechos 4:13.
Y concentrémonos en la segunda parte del versículo.
Dice: “Pues bien, al ver el valor de Pedro y Juan, y al percibir que eran hombres comunes y con poca educación, se asombraron.
Y se dieron cuenta de que habían estado con Jesús”.
Para los líderes religiosos, Pedro y Juan “eran hombres comunes y con poca educación”.
Según la nota de estudio, no es que no supieran leer ni escribir, sino que “no habían estudiado en escuelas rabínicas”.
Pero la segunda parte del versículo dice que “se asombraron” y que “se dieron cuenta de que habían estado con Jesús”.
Así que estos líderes religiosos pudieron ver que los discípulos habían aprendido mucho de Jesús y que estaban copiando sus métodos y su manera de enseñar.
Aunque no habían ido a escuelas rabínicas, habían estudiado en una escuela mucho mejor.
El propio Jesús les había enseñado, y ellos aprendieron de él.
Y ¿qué podemos aprender del ejemplo de los apóstoles y los discípulos de Jesús?
Que se dejaban enseñar.
Esto significa que ellos estaban dispuestos a aprender cosas nuevas, tenían ganas de que les enseñaran.
En realidad, es muy importante que todos nosotros seamos personas que se dejan enseñar.
Así aprenderemos de otros, mejoraremos nuestras habilidades, sabremos cosas nuevas y seremos capaces de adaptarnos a los cambios que vengan.
Hablemos ahora de algunos puntos que seguro que nos ayudarán a conseguirlo.
El primero del que vamos a hablar es ser humildes.
Leamos Proverbios 15:33: “El temor de Jehová es escuela de sabiduría, y antes de la gloria hay humildad”.
¿Vemos la relación entre la humildad y dejarse enseñar, como en una escuela?
Es difícil aprender si tenemos la actitud de “Ya lo sé. Ya lo sé. Ya lo sé”.
Si alguien está intentando explicarnos algo, escuchémosle atentamente aunque pensemos que ya lo sabemos.
Puede que, para nuestra sorpresa, aprendamos algo.
Para las personas orgullosas, es más difícil aprender.
No quieren reconocer delante de otros que no saben alguna cosa ni admitir que no entendieron a la primera algo que les explicaron.
El segundo punto es: tener el deseo de aprender.
Leamos Salmo 143:5: “Recuerdo tiempos pasados; medito en todo lo que has hecho; con gran interés reflexiono en la obra de tus manos”.
Dice “con gran interés reflexiono”.
Así que se puede disfrutar aprendiendo.
Claro, es cierto que aprender cuesta trabajo y requiere esfuerzo mental.
Pero los resultados hacen que el esfuerzo valga la pena.
Aprenderemos cosas útiles que nos ayudarán en nuestra asignación o en la predicación, sabremos más sobre un tema o aumentaremos nuestro conocimiento de la Biblia.
En vez de ver el estudio y el aprendizaje como algo negativo, queremos desarrollar o llegar a tener el deseo de aprender y buscar oportunidades para aprender de otros.
El tercer punto es hacer preguntas.
Vemos un ejemplo en Juan 16:17.
Jesús estaba con sus discípulos y les dijo algo que ellos no acabaron de entender del todo.
El versículo dice: “Al oírlo, algunos de sus discípulos se dijeron unos a otros: ‘¿Qué quiere decirnos con “Dentro de poco ya no me verán, pero también dentro de poco me verán”?
¿Y con eso de “Porque voy al Padre”?’.
Decían: ‘¿A qué se refiere cuando dice “Dentro de poco”?
No sabemos de qué habla’”.
Y Jesús se dio cuenta de eso.
Dice el versículo: “Jesús, sabiendo que querían hacerle preguntas, les dijo: ‘¿Andan preguntándose eso unos a otros porque dije […]?’”.
En pocas palabras, Jesús les estaba diciendo: “¿Por qué no me preguntan a mí?
Si tienen una pregunta, háganmela”.
Así que hagamos preguntas cuando no entendamos algo.
¿Qué pasaría si nos quedáramos callados, si no hiciéramos preguntas?
Pues que parecería que lo hemos entendido.
Y, cuando la explicación se volviera más y más difícil, seguramente nos perderíamos.
La verdad es que, si hacemos preguntas, puede parecer que no lo entendimos a la primera.
¿Pero no es mejor eso que actuar como si lo hubiéramos entendido cuando no es así?
Y, claro, no seremos los únicos que no lo entendimos; tal vez otros se pregunten lo mismo.
Por ejemplo, nos alegramos de que el apóstol Pedro hiciera tantas preguntas, porque hasta el día de hoy aprendemos de las respuestas de Jesús.
El cuarto punto es seguir las instrucciones.
En Mateo 10:7, Jesús les dio instrucciones a sus apóstoles sobre cómo debían llevar a cabo su ministerio.
En el versículo 7, les dice de qué hablar: “El Reino de los cielos se ha acercado”.
Y en el versículo 8 les dijo que no cobraran dinero: “Recibieron gratis, den gratis”.
En el versículo 19, les explicó qué hacer cuando alguien se opusiera a su ministerio.
Está claro que siguieron aquellas instrucciones; hicieron todo lo que Jesús les enseñó.
Lo hicieron tan bien que hasta los líderes religiosos pudieron darse cuenta de que habían estado con Jesús.
En el versículo 25, Jesús les dijo a sus discípulos lo que pasaría: “Ya es bastante para el estudiante llegar a ser como su maestro”.
Pasó justo eso: llegaron a ser como su maestro.
¿Nos imaginamos lo orgulloso que se sentiría Jesús al ver cómo ponían en práctica lo que él les enseñó?
El quinto punto es admitir nuestros errores.
¿Cómo reaccionamos cuando nos dicen que hemos hecho algo malo, que podemos mejorar en algo?
Cuando Jesús corrigió a Pedro, él se responsabilizó de sus errores y, además, aprendió de ellos.
La verdad es que no queremos dejar de aprender nunca.
Y para aprender es inevitable equivocarse.
Si cerramos los ojos a nuestros errores, como si no existieran, seguramente los vamos a cometer de nuevo y nunca vamos a aprender de ellos.
¿Por qué?
Precisamente porque pensamos que no cometemos errores o quizás porque no queremos que otros piensen que los cometemos.
Repasemos lo que nos ayudará a ser personas que se dejan enseñar: ser humilde, desear aprender, hacer preguntas, seguir instrucciones y admitir nuestros errores.
Y podríamos hablar de muchas otras cosas como ser mansos, escuchar con atención, la curiosidad, la constancia… ¿Te imaginas cómo sería hablar con alguien que tenga un millón de años?
¿Te imaginas todo lo que habrá aprendido en ese tiempo y todas las cosas que habrá vivido?
Tú puedes ser esa persona en un millón de años.
Jehová nunca dejará de enseñarnos cosas nuevas, y siempre habrá algo más que aprender.
En Romanos 11:33 se expresa muy bien esta idea sobre Jehová.
Romanos 11:33 dice: “¡[…] Qué profundas son las riquezas, la sabiduría y el conocimiento de Dios!
¡Qué inexplicables son sus juicios e inexplorables sus caminos!”.
Por más cosas que sepamos, es una lección de humildad pensar que no hay límites a lo que podemos aprender sobre Jehová, sus obras y sus caminos.
Todos seremos estudiantes de por vida, así que podemos empezar hoy mismo a disfrutar del aprendizaje.
Aprendamos de la Palabra de Dios, de su creación, de las matemáticas, la física, la química y la biología que vemos a nuestro alrededor.
Las posibilidades de aprender son infinitas.
Cada día podemos pensar: “Que comience la clase.
Estoy listo para aprender lo que Jehová me enseñe”.
¡Cuántas cosas nos puede enseñar Jehová!
No tienen fin.
Si nos dejamos enseñar y seguimos buscando con ganas tesoros en la Biblia, imitaremos cada vez mejor a Jehová.
Veamos qué podemos aprender de cómo trata él a los demás en el siguiente episodio de “Descubramos más tesoros”.
Abdías es un libro muy cortito; y a veces se nos olvida que existe, pero es superinteresante.
Me encanta cuando descubrimos más tesoros en nuestra adoración en familia.
Sí, y hay muy buenas ideas para estudiar en la contraportada de La Atalaya, como esta de febrero de 2024.
Dice que identifiquemos “quién escribió el pasaje, cuándo lo escribió y a quién iba dirigido”, y también cuáles fueron las circunstancias.
Estas ideas para estudiar son muy prácticas.
Y ¿qué sabemos de las circunstancias de Abdías?
Bueno, el versículo 11 de Abdías habla de cuando unos extraños se llevan cautivo al ejército de Judá.
Los extranjeros entran por las puertas y echan suertes por Jerusalén.
Eso fue en el 607 antes de nuestra era.
Fíjate en esta línea de tiempo.
Jehová había enviado muchos mensajeros a Israel para rogarles que cambiaran, se arrepintieran y volvieran a la adoración pura.
Pero mira lo que pasó.
Durante siglos, ni le hicieron caso ni hicieron nada por cambiar.
Por eso, en el 607, Jehová usó a los babilonios para disciplinar a los israelitas que todavía quedaban en Judá.
Y es que no le dejaron otra opción.
Sí, estaba justificado.
Pero entonces los edomitas —que eran parientes de los israelitas— iban a los cruces de caminos, como dice el versículo 14, y capturaban a los israelitas que huían para entregárselos a los babilonios.
Pero Jehová no les había dado permiso para castigar a los israelitas.
Imagínate que logras escapar de los babilonios, y de repente te capturan los edomitas, que son tu familia, tus propios parientes.
¿Cómo te sentirías?
Imagínate.
¡Qué horror!
¡Qué crueles!
Oye, ¿y pensarían los israelitas que aquel maltrato era parte de la disciplina de Jehová?
Pues es difícil pensar con claridad cuando nos maltratan.
Pero ¿y Abdías?
¿Alguno de sus conocidos sería capturado o asesinado por culpa de los edomitas?
¿Pensaría que todo eso venía de Jehová?
Seguro que se sintió aliviado cuando Jehová le garantizó con esta profecía que él nunca nos trata injustamente.
Profundicemos un poco más.
La siguiente pregunta es cuándo se escribió Abdías.
Eso nos ayudará a ver por qué es tan bonita esta profecía.
En el 607, Jehová disciplina a los israelitas porque no se arrepienten.
Luego, los edomitas los tratan con crueldad.
¿Y cuándo inspira Jehová a Abdías para condenarlos?
Poco después de la destrucción de Jerusalén, cerca del año 607, cuando los israelitas aún estaban recibiendo disciplina.
Jehová no los había abandonado.
Exacto.
Por eso envió a Abdías para asegurarles que él no había mandado a los edomitas.
Para Jehová, los israelitas merecían disciplina y corrección, pero no que los trataran con crueldad o de manera injusta.
Y Jehová les dice a los israelitas en los versículos 19 a 21 que no solo van a regresar a su tierra y a expandir su territorio, sino que “el reinado llegará a ser de Jehová”.
Así que junto con la disciplina les da una esperanza en la que centrarse, el futuro Reino mesiánico.
Sí, qué bueno es Jehová.
Oye, ¿y qué nos enseña todo esto sobre la justicia de Jehová y el tipo de gobernante que es?
Bueno, nos enseña que Jehová nunca es cruel ni insensible y que nunca comete injusticias.
De hecho, las odia.
Por eso condenó a los edomitas por la forma en que trataron a Israel.
Pero también nos enseña mucho sobre cómo trata Jehová a quienes disciplina.
Sí.
Jehová nunca maltrata a los que cometen errores ni les da la espalda, aunque no se hayan arrepentido.
Él no deja de preocuparse por ellos.
¡Guau, qué idea tan bonita!
Pero ¿qué valor práctico tiene esto para nosotros?
¿Qué se te ocurre?
Pues me vienen varias preguntas a la mente: “¿Veo a los que cometen pecados graves como los ve Jehová?
Como anciano, ¿hago todo lo posible por ayudarlos a arrepentirse?”.
Eso puede ser emocionalmente agotador.
“Y, si no se arrepienten y se les tiene que sacar de la congregación, ¿qué pienso de ellos?
¿Cómo les hablo?
¿Cómo los trato?”.
Sí, como cuando van a las reuniones, ¿no?
Exacto.
Y es que para Jehová es muy importante cómo tratamos a los demás.
Sobre todo a la familia.
Ya vimos que Jehová condenó a los edomitas por tratar mal a su familia, a los israelitas.
Así que me pregunto: “¿Cómo te trato a ti, a mi familia, en público o en privado?”.
Muy buen punto.
Y también podemos preguntarnos: “¿Tiendo a ser cruel o insensible cuando a mí me parece que la persona se lo merece?
¿Cómo influye en mi familia y en su relación con Jehová mi manera de tratar a los demás?
¿Qué ve Jehová en mí?
Si él quisiera enviarme un mensaje a través de Abdías, ¿qué me diría?”.
Fíjate en todo lo que hemos aprendido al analizar las circunstancias, pensar en cuándo se escribió el libro, buscar pruebas de la justicia de Jehová y, claro, al ponerlo en práctica.
Y Abdías puede enseñarnos mucho más, como: ¿qué advertencias sobre el orgullo nos da el ejemplo de los edomitas?
¿Cómo espera Jehová que reaccionemos cuando nos maltratan?
¿Cómo debemos actuar cuando Jehová ejecuta un juicio?
Todavía queda mucho por aprender.
Pues sigamos investigando.
Hay muchos más tesoros por descubrir en el libro de Abdías.
¿Qué tesoro descubrió en la historia de Abdías que piensa poner en práctica?
¿Qué siente por quienes han sido sacados de la congregación?
Jehová sigue amando a las personas que se han alejado de él y los trata con bondad, con la esperanza de que algún día regresen.
Sea cual sea nuestra situación, Jehová se preocupa por nosotros.
¿Cómo cuida a los que sufren un problema de salud mental?
Escuchemos la historia de Domenic.
Tuve una infancia muy normal.
Mis padres eran muy cariñosos, pero siempre tuve la sensación de que me faltaba algo.
Simplemente no era feliz.
Cuando era un niño, me encantaba la música.
Comencé a cantar en un coro y participaba en muchos concursos de canto.
Cuando cantaba, me sentía especial.
Por alguna razón, se me metió en la cabeza que, si no llegaba a ser un cantante famoso, nunca sería feliz.
Pasaron los años, y me di cuenta de que siempre estaba triste.
Así que fui al psiquiatra, y lo que me diagnosticó fue depresión.
A partir de entonces, la música se convirtió casi en una obsesión para mí.
Seguí yendo a clases de canto, y mi profesor me animó a estudiar en la Escuela Victoriana de las Artes.
En esa época, pude interpretar algunas óperas en pequeños teatros, y era muy divertido.
Gracias a eso, conseguí un título de postgrado en ópera.
Pero aun así seguía sintiendo que me faltaba algo.
Estaba totalmente convencido de que, si llegaba a ser famoso, las cosas mejorarían.
Entonces me presenté a las audiciones para entrar en la Opera Australia, y me aceptaron.
Esta compañía de ópera es lo mejor de lo mejor.
Viajé por muchas partes del mundo.
Visité lugares como Suiza, Grecia, Hong Kong… Para ese tiempo, empezó a aparecer el TOC, que significa trastorno obsesivo-compulsivo.
No podía pensar con claridad.
Amaba cantar, pero, a la vez, era como si necesitara encontrar algo más, solo que no sabía lo que era.
Llegué a un punto en el que ya no podía más.
Dejé la ópera.
Lo dejé todo.
Lo único que hacía era estar vivo.
Bebía y comía solo para mantenerme con vida.
Pero no tenía un propósito ni autoestima...
No tenía ganas de hacer nada.
Estuve así durante 10 años.
Los testigos de Jehová llevaban muchos años trayéndonos las revistas, y yo les echaba un vistazo de vez en cuando.
Noté que algo empezaba a cambiar dentro de mí.
Cuando yo era un niño, mi padre empezó a estudiar la Biblia por primera vez.
Aprendí que podremos vivir para siempre y que Jehová es un Dios que nos ama.
Y me di cuenta de que era algo que necesitaba saber, aunque hasta ese momento no sabía que lo necesitaba.
Y un buen día supe que tenía que hacer algo.
Estaba tan tranquilo leyendo y me dije a mí mismo: “Dom, tienes que ir a alguna reunión”.
Sabía dónde estaba el Salón, pero aun así se me caía el mundo encima solo de pensarlo.
Me faltaba valor.
Así que le pedí a Jehová: “No permitas que mi enfermedad mental me impida ser tu amigo”.
Al poco tiempo, me armé de valor.
Fui a la reunión.
Estando allí pensé: “¿Cómo no he venido antes?
¿De qué tenía miedo?”.
La verdad es que estaba muy a gusto en el Salón; y, cuanto más iba, mejor me sentía.
Me bauticé en el 2020.
Fue el mejor día de mi vida.
Siempre supe que me faltaba algo.
Ahora sé lo que era: era la verdad, era Jehová.
Mi TOC ahora está bajo control.
Hasta cuando tengo un mal día y siento un poco de ansiedad, enseguida pienso: “En la congregación tengo muchos hermanos y hermanas que me quieren y, sobre todo, tengo a Jehová”.
Eso me ayuda a recuperar la calma.
Cuanto más tiempo dedico a predicar, menos pienso en mí mismo y en mis problemas.
Me centro en los demás.
Aunque la medicación y la terapia de verdad ayudan (por ejemplo, la medicación me calma un poco), eso es lo máximo que pueden conseguir.
No te dan otras cosas como esperanza.
La medicación no te ayuda a tener esperanza.
Nunca pensé que estaría tan bien como estoy ahora, y Jehová es el único que puede conseguirlo.
Si yo hubiera podido hacerlo solo, lo habría hecho antes.
Ahora, por primera vez, disfruto de cantar.
Domenic se dio cuenta de que su carrera artística no le podía dar la felicidad ni evitar que tuviera problemas.
Él está seguro de que pronto Jehová curará todas las enfermedades: físicas, emocionales y mentales.
Mientras tanto, Domenic sigue orándole a Jehová para calmar su mente y su corazón.
Jehová siempre escucha a sus siervos cuando le oran y le abren su corazón.
Veamos la paz que siente una hermana al orar en el video musical de este mes titulado Escuchas mi voz. ♪♪ ¿Cómo te cuento lo que hay dentro de mí?
No sé por dónde empezar, no sé qué decir.
Cuando siento que no puedo más, noto tu paz tan inmensa como el mar.
No permitiré que los problemas me hundan, porque sé...
... que me escuchas con cariño, te abro mi corazón solo a ti.
Cuando te necesito, nunca te vas de mi lado.
Sabes mi preocupación y entiendes mi dolor mucho mejor que yo.
Cada vez que oro, sé que escuchas mi voz.
Todos los días me cuidas con amor.
Eres mi amigo, mi Dios, mi protector.
Tengo claro que te puedo orar a cualquier hora y en cualquier lugar.
Tu ayuda es mi salvavidas, siempre llega a tiempo.
Me escuchas con cariño, te abro mi corazón solo a ti.
Cuando te necesito, nunca te vas de mi lado.
Sabes mi preocupación y entiendes mi dolor mucho mejor que yo.
Cada vez que oro, sé que oyes mi voz.
No hay nada que te impida escuchar a tus siervos leales, que te sirven con todo el corazón, dando lo mejor.
Cada vez que oro,...
... sé que me escuchas con cariño, te abro mi corazón solo a ti.
Cuando te necesito, nunca te vas de mi lado.
Sabes mi preocupación y entiendes mi dolor mucho mejor que yo.
Cada vez que oro, sé que escuchas mi voz.
Oyes mi oración, escuchas mi voz, oyes mi oración, sé que escuchas mi voz. ♪♪ ¿Cuáles son algunas cosas que aprendimos en este programa?
Vimos que no solo tenemos que alimentarnos físicamente, sino también en sentido espiritual, y así tener una fe fuerte.
También conocimos a Nigel Baker, que dejó atrás una vida marcada por la violencia para hacerse amigo de Jehová.
La videopostal de este mes nos llega de un país que es famoso por sus waffles o gofres sus papas fritas y sus casi 1.500 clases de cerveza, y donde, según un estudio, como promedio cada habitante consume 8 kilos (o casi 18 libras) de chocolate al año.
¿Adivinaron qué país es?
Si pensaron en Bélgica, acertaron.
Bélgica es un país pequeño situado en el noroeste de Europa y hace frontera con Alemania, Francia, Luxemburgo y los Países Bajos.
Aunque no es muy grande, en Bélgica hay tres idiomas oficiales: el holandés, el francés y el alemán.
Tanto su bulliciosa capital, Bruselas, como las ciudades de Amberes, Brujas y Gante cautivan a los visitantes por sus tranquilos canales y sus preciosos edificios.
El legado espiritual de los testigos de Jehová en Bélgica se remonta a 1891, cuando Charles Russell visitó por primera vez Bruselas y Amberes.
La primera persona que llegó a ser Estudiante de la Biblia en este país fue Jean-Baptiste Tilmant junto con su familia en 1901.
En 1929 se abrió la primera sucursal.
Y, en la actualidad, allí hay más de 26.000 publicadores entusiastas que siguen predicando las buenas noticias.
Los hermanos disfrutan mucho de predicar en el puerto de Amberes.
Suben a los barcos que están en el muelle y les hablan de la Biblia a los miembros de la tripulación, que suelen ser de todo el mundo.
Gracias a esta forma especial de predicación, muchas personas han empezado a estudiar la Biblia, y algunos han llegado a bautizarse.
En Bruselas nos encontramos con una colorida mezcla de culturas.
Allí se hablan 104 idiomas.
Más del 40 % de las personas que viven en Bruselas no nacieron allí.
Por eso, dentro del pueblo de Jehová también hay una preciosa variedad de culturas y hay muchas congregaciones de distintos idiomas.
En septiembre de 2021 se formó la congregación romaní de Bruselas.
Los 66 publicadores dirigen cada mes unos 100 cursos bíblicos.
En el 2024 hubo una asistencia a la Conmemoración de más de 460 personas, casi siete veces el número de publicadores.
La congregación romaní de Bruselas les envía un caluroso saludo y todo su cariño.
Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.
https://tv.jw.org/#es/mediaitems/StudioMonthlyPrograms/pub-jwb-132_1_VIDEO
