JW Broadcasting: Febrero de 2025

¡Bienvenidos a JW Broadcasting®!

Este mes hablaremos de una cualidad muy bonita: la humildad.

Veremos maneras en las que enriquece nuestra vida y cómo hace feliz a Jehová.

También veremos cómo la humildad puede ayudar a los matrimonios a trabajar juntos para resolver desacuerdos y mantener la paz.

¿Se le hace cada vez más difícil saber qué hacer en este mundo de opiniones tan extremas?

Escucharemos a dos jóvenes que han mostrado humildad y han aprendido a ser razonables como Jehová.

¿Se siente a veces triste debido a sus errores y defectos?

El video musical de este mes nos invita a ser como arcilla blanda y permitir que Jehová nos moldee y nos convierta en personas agradables a su vista.

¡Este es el programa de febrero de 2025 de JW Broadcasting!

¿Alguna vez se ha preguntado quién es el mayor ejemplo de humildad?

Si pensó en Jehová, lo ha hecho muy bien.

¿Por qué?

Porque, aunque todas las criaturas inteligentes son inferiores a él, ha estado dispuesto a incluirlas y trabajar con ellas en las cosas que ha decidido hacer.

Alguien que es humilde de verdad no se cree superior a otros.

Tampoco demuestra orgullo ni arrogancia.

Esa clase de persona se siente feliz cuando cuenta con la colaboración de otros en sus tareas.

No hay duda de que ser humilde es algo muy bueno, por eso el tema de hoy es “La humildad, una virtud que enriquece nuestras vidas para siempre”.

Nuestro Padre, Jehová, demostró que era muy humilde cuando colaboró con su Hijo unigénito dándole la oportunidad de participar en la creación “como un obrero experto”.

Cuando los ángeles fueron creados, esas poderosas criaturas espirituales imitaron la humildad que ya se observaba en su Creador.

Los ángeles fieles no tenían ni una pizca de orgullo ni arrogancia.

Eso contribuyó a que hubiera paz en el cielo por largo tiempo.

La humildad que había en el cielo era como el aceite de un motor, que impide la fricción y hace que todo vaya bien.

El primero que se dejó llevar por el orgullo y la arrogancia fue Satanás, que no quiso ser humilde como su Padre y sus hermanos.

Ese fue el comienzo de la rebelión y los problemas en el cielo y en la Tierra.

Sin embargo, hay que aclarar algo: la necesidad de ser humildes no surgió debido a la rebelión, la imperfección o el pecado; la humildad ya existía antes de que estas cosas aparecieran.

También es muy importante que entendamos que, aunque nuestro Padre celestial no es inferior a nadie, no sucede lo mismo con nosotros.

Nosotros somos imperfectos, pero la humildad puede ayudarnos.

Por eso Jehová quiere que seamos humildes.

Por ejemplo, nos ayuda a imitarlo a él, a servirle con lealtad y a sobrevivir al fin de este mundo malvado.

Él sabe muy bien que ser humildes puede ayudarnos a ser más felices hoy y para siempre.

En el Salmo 45 hay un pasaje que nos muestra que para Jehová la humildad es algo muy importante; son los versículos 3 y 4.

Se trata de una profecía sobre la batalla que libró Jesús en el cielo cuando llegó a ser Rey: Jehová le ordenó a su Hijo que peleara para defender “la verdad, la humildad y la justicia”.

¿Cómo hace esto Jesucristo?

Al luchar por lo más importante, la santificación del nombre de Jehová, defiende la verdad.

También lucha por lo que es justo: defiende las normas de Jehová sobre lo que es justo y lo que no.

Y con su ejemplo de humildad nos enseña lo importante que es esta cualidad para todas las criaturas inteligentes.

Jesús ha hecho que en el cielo todos respeten la verdad, la justicia y la humildad.

Y pronto hará lo mismo aquí en la Tierra, porque salvará únicamente a las personas que son humildes y obedientes.

Por eso, ser humildes y demostrar esta cualidad es esencial si queremos sobrevivir.

Para saber si somos humildes podemos hacernos ciertas preguntas.

“¿Cómo me ven los demás?”.

Si usted es un anciano en una congregación, ¿se les hace fácil a los demás ancianos darle un consejo a usted?

¿Cuándo fue la última vez que lo hicieron?

¿Y cómo reaccionó?

Si usted es un precursor, ¿se está esforzando por aprender de quienes son más nuevos?

Y, si es parte de una familia, ¿sienten sus seres queridos que usted respeta y valora su opinión?

¿Por qué hay que hacerse preguntas como estas?

Porque hacernos este tipo de preguntas nos ayudará a evaluarnos con honestidad y sinceridad.

Y esa honestidad, ¿por qué es importante?

Porque para ser humildes también tenemos que ser honestos.

Quien es humilde es capaz de verse a sí mismo como realmente es y de admitir con total sinceridad todas sus faltas y sus errores.

En cambio, una persona que es orgullosa se engaña a sí misma y a los demás.

Hace todo lo posible por encubrir sus faltas y errores.

Pero con el tiempo todo sale a la luz, porque “el orgullo viene antes de estrellarse”, como advierte Proverbios 16:18.

Ahora veamos cinco maneras en las que la humildad enriquece nuestra vida.

En primer lugar, la Biblia explica claramente que Dios ayuda a los humildes.

Tenemos el ejemplo de David.

Él llegó a ser un rey muy poderoso en Israel.

Sin embargo, ¿a quién le dio el mérito por sus logros?

Vamos a verlo en el Salmo 18:35: Como Jehová es humilde, se puso al nivel de David para ayudarlo, lo que hizo que este humilde pastor llegara a ser un rey poderoso.

Y hoy también Jehová ayuda con muchísimo gusto a sus siervos humildes.

¿No ha sentido usted cómo Jehová se ha “agachado” para darle una mano?

Para ver un segundo beneficio comparemos la humildad con un abrigo bueno y bonito, que no solo nos protege del frío, sino que hace que nos veamos mejor.

La humildad también nos hace más atractivos a los ojos de Jehová y de los demás.

Fíjense en cómo lo dijo Pedro en la parte final de 1 Pedro 5:5: La ropa nos protege y nos da una apariencia digna.

Pero, si nos falta una prenda de ropa o está en mal estado, obviamente se va a notar.

Del mismo modo, se nota claramente cuando no estamos de verdad vestidos con humildad.

En cambio, si nos esforzamos por siempre ser humildes, seremos personas agradables para Jehová y los demás.

Tal como esa prenda de ropa favorita que siempre nos ponemos porque va con todo, la humildad es la cualidad perfecta para toda ocasión.

Un tercer beneficio de la humildad es que facilita el trabajo en equipo.

Si un equipo quiere disfrutar de su trabajo y ser más productivo, debe poner en práctica lo que dice Filipenses 2:3.

Leámoslo juntos: Si reconocemos que todos son superiores a nosotros en algún aspecto, estaremos más dispuestos a aceptar las sugerencias de los demás.

Quien es humilde colabora con los demás, no compite contra ellos.

Se centra en aprender de otros, en lo que pueden aportar, y no los ve como rivales.

Pensemos en un músico profesional.

Cuando toca solo, suena muy bonito, pero solo es un instrumento.

Ahora bien, cuando toca junto a los otros miembros de una orquesta, la pieza suena espectacular.

Cuando un músico es humilde, disfruta al tocar con sus compañeros de orquesta y no le importa que la atención no se centre en él.

No intenta sobresalir ni ser el protagonista del espectáculo luciéndose con un solo ni tocando a un volumen tan alto que no se escuche a los otros músicos.

En Filipenses 2:3, una traducción de la Biblia, en vez de usar la palabra humildad, usa la palabra modestia. Y, si lo pensamos, la persona que tiene modestia no quiere que se enfoquen en ella y procura pasar desapercibida.

Es como un fotógrafo al que le gusta tomar fotos de otros y no de sí mismo.

Al poner el foco en los demás, el fotógrafo trata de que la luz resalte sus mejores atributos y que se vean lo mejor posible.

Algo parecido sucede con nuestra adoración a Jehová.

En todo aspecto de nuestro servicio, recordemos siempre que somos parte de un equipo.

Si todos hacemos nuestra parte con humildad, Jehová nos podrá utilizar para cumplir su propósito.

Nuestra humildad hará que se resalten las buenas cualidades de nuestros hermanos y que Jehová y los demás las vean.

Un cuarto beneficio de la humildad es que la persona humilde se alegra cuando ve que otros progresan espiritualmente o reciben privilegios.

Juan el Bautista es un buen ejemplo de esto.

Él reconoció humildemente que el ministerio de Jesús seguiría “aumentando” mientras que el suyo seguiría “disminuyendo” poco a poco.

¿Cómo le hizo sentir esto a Juan?

Al ver el progreso de la obra de Jesús, se sintió impulsado a decir las palabras de Juan 3:29: “Por eso ahora mi felicidad es completa”.

A un hermano humilde, como Juan, le será fácil supervisar a otros y también ser supervisado por otros.

¿Forma usted parte de un cuerpo de ancianos?

¿No es verdad que tener esta actitud puede ser muy bueno para usted y para sus compañeros?

El quinto beneficio de la humildad es que nos ayuda a aguantar la oposición.

¿¡Quiénes somos nosotros para pensar que nadie nos puede tratar mal!?

Si somos humildes, aguantaremos malos tratos sin querer vengarnos, en caso de que Jehová permita que pasemos por esa prueba.

¡Qué mejor ejemplo que el de Jesucristo!

Notemos lo que dice 1 Pedro 2:23: ¿Qué ayudó a Jesús a aguantar?

La humildad.

Él no dijo: “¿Saben quién soy yo?

¡No me merezco este sufrimiento!”.

Además, mantener una actitud humilde bien podría ser una protección para nosotros.

Tal vez haya alguien que se sienta motivado a darnos una mano cuando se nos persiga.

Hemos hablado de cinco beneficios de la humildad, pero, por supuesto, hay muchos más.

Ahora bien, ¿qué hay si cosas como nuestra crianza o nuestra cultura son obstáculos que nos impiden cultivar la humildad?

Si ese es su caso, lo puede ayudar el ejemplo del oficial del ejército romano mencionado en Mateo, capítulo 8.

Los centuriones romanos tenían bajo su mando a 100 soldados.

Por lo general, cometían muchos actos de violencia y derramaban mucha sangre.

Y no es probable que estos oficiales hayan sido muy humildes que digamos...

Leamos el relato en Mateo 8:5-8: El oficial llamó “Señor” a Jesús dos veces, y eso que los romanos por lo general despreciaban a los judíos.

Además, el oficial también dijo en el versículo 8 “No merezco”, o lo que es igual, “¡Quién soy yo para que entres bajo mi techo!”.

Ningún escritor menciona su nombre, pero demostró ser un ejemplo sobresaliente de humildad.

Fíjense en lo que dijo Jesús acerca de este hombre en Mateo 8:10: ¿Qué aprendemos de este relato?

Que, pese a nuestro pasado, igual que el oficial del ejército, todos podemos cultivar la humildad.

¿Cómo lo logramos?

Cultivemos el deseo de ser humildes de corazón.

Y recordemos lo siguiente: para agradar a Dios tenemos que ser humildes, y el orgullo y la arrogancia son características de Satanás.

Reflexionemos en lo insignificantes que somos comparados con Jehová, para mantener el punto de vista correcto de nosotros mismos.

Y orémosle a Jehová para que nos ayude a imitar su humildad.

La humildad también ayuda a los matrimonios a ser felices, incluso cuando el esposo y la esposa no están de acuerdo en algo.

Cuando por un desacuerdo hay sentimientos heridos, ¿se nos hace difícil pedir perdón?

Veamos los consejos que nos da el siguiente episodio de “Secretos para un matrimonio feliz”.

Un matrimonio fuerte puede ser un oasis de paz en este mundo tan complicado.

Pero, sin importar qué tan fuerte sea su unión, un matrimonio está formado por un hombre imperfecto y una mujer imperfecta viviendo juntos.

Hasta los matrimonios más felices y que se aman mucho pueden llegar a usar palabras hirientes cuando surgen desacuerdos.

Y, aunque a veces ya no recuerden por qué empezó la pelea, la discusión se vuelve cada vez peor.

¿Les ha pasado eso alguna vez?

¿Se pidieron perdón e hicieron las paces?

Dejar que pase el tiempo no va a hacer que las heridas se curen solas.

Pero cuando buscamos la paz salimos ganando, y solo la conseguimos cuando pedimos perdón.

Trate de ver las cosas como las ve el otro.

¿Cómo se sentiría usted si le pidieran perdón?

No deje que el orgullo se interponga entre ustedes.

Incluso aunque piense que no ha hecho nada malo, admita que usted también contribuyó a que hubiera una discusión y que con lo que dijo hirió los sentimientos de su pareja.

No le den más vueltas al asunto y estén dispuestos a perdonarse.

La paz en el hogar es más importante que ver quién tiene razón o ganar una discusión.

Pero, para conservar la paz, hay que hacer un esfuerzo.

Es muy fácil centrarse en los defectos del otro.

Cuando se enoje y sienta que está a punto de estallar, recuerde lo que dice Santiago 3:2: Mientras más rápido se disculpe, sin importar quién tiene la razón, más rápido volverá la paz y felicidad a su hogar.

Si pide perdón de corazón y no tarda en perdonar, va a demostrar que su matrimonio es más importante para usted que ganar una discusión y va a lograr que su unión sea cada vez más fuerte.

En todos los matrimonios va a haber desacuerdos.

Por eso, prepárense ahora para resolverlos de forma pacífica en el futuro.

Vimos antes que la humildad tiene que ver con la honestidad y la sinceridad.

Ser honestos con nosotros mismos y reconocer nuestros errores y debilidades nos ayudará a entender cómo se siente nuestro cónyuge y nos hará más fácil pedir y aceptar disculpas.

Mantener la paz con las personas que nos rodean puede ser un gran desafío en este mundo tan dividido.

Las personas tienen ideas totalmente opuestas entre sí.

Algunos creen que debemos aceptar cualquier idea o práctica que las personas elijan.

En cambio, hay quienes odian a los que son diferentes a ellos.

Pero la Biblia nos enseña lo que piensa Jehová sobre cómo tratar a los demás.

En el siguiente video veremos cómo aprender esto ayudó a dos jóvenes a sentirse más cerca de Jehová.

Cuando iba a la escuela era muy común que mis compañeros pensaran que uno debería aceptar el estilo de vida de las demás personas, sea cual sea su elección.

Los maestros nos animaban a apoyar a quienes tenían distinta orientación sexual.

Cuando estaba en mi último año de secundaria, llegó un nuevo profesor.

Él era diferente.

Venía de la capital, y yo vivía en un lugar pequeño.

Ese nuevo profesor había estado por muchos años en una universidad y no creía en Dios.

En las redes sociales era muy común encontrar opiniones extremas acerca de los diferentes estilos de vida.

A menudo veía comentarios de personas que atacan a otras por el estilo de vida que llevan.

El profesor tenía una personalidad muy diferente.

Parecía que le gustaba atacar a los estudiantes y ponerlos incómodos.

En clase hacía preguntas difíciles acerca de temas polémicos.

A veces hasta llegó a decirnos a la clase cosas como “La gente de aquí no es apta para aprender”.

Por supuesto, los estudiantes no reaccionaron muy bien.

Muchos rehusaban ir a sus clases, y los que sí iban no le hablaban durante la clase.

Recuerdo que incluso decían: “Yo no le voy a hablar a ese ateo”.

Recuerdo que algunos compañeros de escuela me decían: “¿Y no que los testigos de Jehová odian a los homosexuales?”.

Parecía que muchos de ellos asumían que nosotros tendríamos un punto de vista extremo y que rechazaríamos por completo a quienes no se adaptaran a lo que creemos.

Mis padres siempre me ayudaron a tener un punto de vista equilibrado.

Cuando era niña, me ayudaron a entender que, aunque estamos en contra de ciertas conductas, no odiamos a la persona por lo que hace.

Aprendí mucho del ejemplo de mi mamá.

Ella trabajaba en un salón de belleza, y yo veía que trataba amablemente a sus compañeros de trabajo, independientemente de su orientación sexual.

Me puse a pensar en el ejemplo de Jesús y cómo compartió el mensaje con todos, sin importar sus antecedentes y opiniones.

Jesús se tomó el tiempo para hablar con ellos, sin importar quiénes fueran o lo que los demás pensaran de ellos.

Me encanta el texto de Mateo 5:45, donde dice que Jehová “hace salir su sol […], y envía la lluvia” sobre todas las personas.

Es una muestra de su amor el que él provea a cada persona lo que necesita sin importar quién sea.

Al pensar en el ejemplo de Jesús, recordé sus palabras que aparecen en Mateo, donde dice que debemos tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros.

Entonces eso me enseña cómo debo yo tratar a mi profesor.

Me motivó a hacerlo de forma diferente.

O sea, pensar que, si Jehová, el Todopoderoso, les tiene bondad, amabilidad y respeto a todas las personas, ¿por qué yo no?

Y esto incluye a aquellos que hacen cosas en las que no estoy de acuerdo.

Jehová nos ha dado la mejor manera de mostrar nuestro amor al prójimo: ayudarles a que lo conozcan.

En mi trabajo anterior, trabajé en un hotel donde había un mesero homosexual.

Algunos de los compañeros lo trataban mal, así que me aseguré de no unirme a ellos y de tratarlo igual a como trataría a cualquier otra persona.

Pude hablar con mi profesor acerca de la Biblia y enseñarle unos cuantos textos.

Él estaba impresionado de que la Biblia hablara de temas científicos y dijo que quería saber más.

Un día, el mesero se me acercó y me agradeció por ser diferente en mi manera de tratarlo.

Incluso algunos de los otros meseros me preguntaron por qué yo era así.

Esto me permitió explicarles que me esfuerzo por poner en práctica los principios de la Biblia, y esto incluye mi manera de tratar a los demás.

Mi profesor cambió muchísimo durante ese año escolar.

Me dijo que le había impresionado mi conducta, el que yo le hablara cuando los demás estudiantes no lo hacían.

Las clases se fueron haciendo más amenas porque él trataba mejor a los estudiantes.

Eso poco a poco llevó a que siguieran regresando a la clase y, de hecho, al final de ese año era una de las clases que todos más disfrutábamos.

Pensar en la manera en la que Jehová trata a las personas y cómo les da a todos la oportunidad de llegar a conocerlo me acerca más a él.

Quien vive de acuerdo a los principios de la Biblia no tiene por qué aceptar todo lo que los demás creen o piensan, pero sí tiene que tratar a todos con dignidad y respeto, sin importar cuáles sean sus preferencias.

Jehová quiere que todas las personas tengan la oportunidad de conocerlo.

Y la predicación pública siempre ha sido una excelente manera de dar esa oportunidad.

Claro, este tipo de predicación ha ido cambiando con el tiempo, como lo veremos en el siguiente episodio de “Del pasado al presente”. Los testigos de Jehová les predicamos a las personas dondequiera que estén.

Hoy, podemos ver a los hermanos predicando en los exhibidores por todo el mundo.

Pero ¿cómo comenzó esta faceta de la predicación?

Hermanos valientes e innovadores protagonizan la historia de este episodio de “Del pasado al presente”.

Jesús nos puso el ejemplo en la predicación pública.

Él predicaba en las calles principales y en los caminos.

El apóstol Pablo y otros cristianos del primer siglo siguieron sus pasos con valor.

Y los cristianos de hoy hacemos lo mismo.

A finales del siglo diecinueve, los Estudiantes de la Biblia, como se nos conocía entonces, publicamos el folleto La Biblia contra la teoría de la evolución. La meta era distribuir más de 300.000 ejemplares.

Pero éramos muy pocos en aquel entonces.

¿Cómo lograríamos distribuir tantos?

La Atalaya del 15 de abril de 1899 hizo un llamado especial: “¡Se buscan voluntarios!”.

¿Para qué?

Para ofrecer aquel folleto cerca de las iglesias a todo el que pasara.

A los miembros del clero eso no les gustó para nada.

De hecho, trataron de hacer que se arrestara a los hermanos.

Sin embargo, los hermanos siguieron adelante con valor.

En solo un año, repartieron más de 900.000 folletos en las calles de Norteamérica y de Europa.

Y ese fue tan solo el comienzo de nuestra predicación pública.

En los años veinte, lanzamos una campaña para promocionar el discurso “Millones que ahora viven no morirán jamás” y el folleto del mismo nombre.

Nos pusimos creativos para intentar llamar la atención del público.

¡Y funcionó!

Con el tiempo, se nos ocurrieron nuevos métodos para llegar a las personas.

Los hermanos hasta llevaban puesto el mensaje, pues usaban pancartas como las que se ven aquí.

También lo llevaban en sus bolsas para las revistas.

Además, hubo marchas de información.

¿Se imagina participando en ellas?

En los siguientes años, se organizaron marchas como estas en distintas partes del mundo.

En enero de 1940, se anunció en el Informador que comenzaríamos a ofrecer las revistas en las calles más transitadas de las ciudades.

Ahora, como los veían a menudo, personas de muchos países llegaron a conocer mejor a los Testigos.

Sin embargo, esta obra no les agradó a todos.

En ocasiones, nuestros hermanos fueron atacados por grandes grupos de personas.

Pero, a pesar de las constantes amenazas, nuestros hermanos fueron valientes y siguieron predicando.

Al final, muchas personas cambiaron su opinión sobre ellos gracias a su constancia y a su interés genuino.

Tal vez conozca a un hermano que aprendió la verdad al detenerse en un exhibidor de publicaciones que estaba en un aeropuerto, un centro comercial o una universidad.

A comienzos del siglo veintiuno, hubo un novedoso cambio en la predicación pública.

El Cuerpo Gobernante permitió que los hermanos en Francia pusieran a prueba distintos métodos, lo que incluyó los exhibidores portátiles.

Aunque eran un poco distintos a los de hoy.

Después de un periodo de prueba exitoso, el Cuerpo Gobernante siguió haciendo mejoras en la predicación pública, y empezó la predicación pública especial en áreas metropolitanas.

Estos cambios ayudaron a los hermanos a dar con personas que nunca hubieran podido encontrar de casa en casa.

Hoy, la predicación pública es una parte muy importante de nuestra obra.

Son tan populares los carritos que hasta tienen su propia canción.

Puede que haya participado en una marcha con miles de hermanos o que haya predicado solito en la calle, pero el objetivo siempre es el mismo: demostrar nuestro amor por Jehová y llegar al corazón de la gente.

Lo esperamos en el siguiente episodio de “Del pasado al presente”.

¿Se imagina cómo habría sido estar entre los miles de hermanos que participaron en esa enorme marcha informativa?

Hay que ser humilde y valiente para estar dispuesto a salir a la calle y proclamar ante todos las buenas noticias.

Gracias a la predicación pública, hemos esparcido muchas semillas de la verdad.

A veces solo el tiempo nos muestra los buenos resultados de nuestra decisión de servir más a Jehová y a los demás.

Eso es lo que les pasó a Michael y Linda DiGregorio.

Escuchemos su historia.

Nos encanta pasar tiempo con personas que quieren hacer más en su servicio a Jehová.

Estar dispuesto a servir a otros llena tu vida de bendiciones.

Linda y yo nos conocimos a finales de los años setenta en Minnesota.

A los dos nos habían mandado ahí de precursores especiales.

Después me invitaron a Galaad y me enviaron a la sucursal de la República Dominicana.

Nos casamos, y Linda entró también a Betel.

La sucursal era muy pequeña todavía en aquel tiempo, así que justo después de casarnos nos tocó usar como habitación la biblioteca de Betel.

Y nos dijeron: “Esta es la biblioteca, así que la puerta tiene que estar abierta hasta las nueve de la noche, todas las noches”.

Y la verdad… eso tenía sus inconvenientes.

Sí, y eso nos enseó una lección muy valiosa: hay que tener sentido del humor.

Yo soy muy tímida, pero los dominicanos son muy divertidos, abiertos y relajados.

Eso me ayudó un montón porque aprendí que no tenía que tomarme las cosas tan en serio.

También aprendí que algunas cosas que pensábamos que eran necesarias en realidad no eran tan necesarias.

Se puede vivir feliz con mucho menos.

Vivir así me preparó para el futuro.

Después de estar allí unos cuantos años, la obra fue avanzando, se estaba construyendo una nueva sucursal, hasta parecía que nos iban a dar una habitación con vista al mar.

Pero nuestra vida estaba a punto de cambiar.

¡Y vaya si cambió!

En 1989 cayó el Muro de Berlín, y eso provocó un efecto dominó.

Muchos países pequeños de Europa del Este empezaron a independizarse, y eso quizás les permitiría tener más libertad religiosa.

Eso nos afectaba a nosotros porque Mike tenía familia en Albania, que era uno de esos países donde nuestra obra llevaba prohibida muchos años.

Pensamos que quizás podríamos visitar Albania, si no era tan peligroso, y pasar dos o tres días con la familia y ponernos al día.

En esos días recibimos por sorpresa una carta del Cuerpo Gobernante.

Y la carta decía: “Sabemos que van a viajar a Albania para pasar dos o tres días.

¿Estarían dispuestos a quedarse dos o tres meses y ayudar con la obra del Reino?”.

No estábamos muy seguros de lo que eso significaba, pero dijimos que sí.

La verdad es que el Cuerpo Gobernante no tenía mucha información de lo que estaba pasando en Albania.

La obra estaba prohibida, no había sucursal, no había congregaciones...

Muchos hermanos no sabían qué había pasado con los demás.

No sabíamos si encontraríamos un lugar donde vivir o si tendríamos comida, porque el país estaba pasando por una crisis económica terrible.

Nos faltaba información, pero igual teníamos muchas ganas de ir.

Y pensamos: “Bueno, tampoco es tanto tiempo; podemos aguantar lo que sea dos o tres meses.

Así que vamos a hacerlo”.

Claro, cuando llegamos, vimos de verdad cómo estaba el país.

Los servicios básicos no funcionaban...

La gente estaba inquieta y ansiosa por formar un nuevo gobierno.

La situación era muy complicada.

Pero cada labor que se nos encargó en el pasado nos preparó para la siguiente.

En la República Dominicana habíamos aprendido a vivir con poco en sentido material, así que no nos asustaba vivir en Albania.

Eso hizo que adaptarnos fuera un poco más fácil.

Una de las primeras cosas que teníamos que hacer era tratar de localizar a los hermanos y hermanas de los que teníamos información y que eran muy poquitos.

Y, a la vez, teníamos que intentar reunirnos con las autoridades para ver cómo se podía legalizar nuestra obra.

Mientras estábamos en ese proceso, nos enteramos de que un hermano de Estados Unidos que era de origen albanés iba a venir a visitar a su familia.

Así que, cuando estaba aquí, le dije: “Mañana tengo una reunión con el ministro que puede legalizar nuestra obra.

¿Te gustaría venir conmigo?”.

Y dijo: “Claro, me encantaría”.

Así que fuimos para allá.

Y cuando llegamos el ministro no estaba, pero nos recibió su asesora legal.

Ella se presentó, y entonces miró al hermano y le dijo: “¿Y usted de dónde es?”.

Él respondió: “De tal y tal pueblo”.

Y ella dijo: “¡Pero si yo soy de ahí!”.

Resulta que eran primos.

Entonces ella miró a todos y dijo: “¿Saben qué?

Yo ya estaba dispuesta a ayudarlos porque nunca he visto una solicitud tan bien escrita como la suya.

Pero ahora estoy obligada porque somos familia”.

En unos pocos días recibimos una llamada y nos entregaron el documento.

Después de 50 años, se nos reconoció legalmente en Albania.

Nuestra obra ya no estaba prohibida.

Después de que se legalizara la obra, vimos que el espíritu de Jehová actuaba de forma increíble.

Pasaron cosas maravillosas.

Los Salones comenzaron a llenarse de personas, personas mayores, personas jóvenes… Todos tenían mucha hambre espiritual.

Al final de los tres meses, el Cuerpo Gobernante nos preguntó: “¿Estarían dispuestos a quedarse en Albania, ahora que nuestra obra ya tiene reconocimiento legal?”.

Bueno, la verdad es que nos habíamos encariñado tanto con los hermanos que no podíamos irnos.

Eran como nuestra familia.

Así que estábamos felices de quedarnos.

Al final estuvimos sirviendo en Albania casi 30 años.

Y ese tiempo se nos pasó volando.

¡Quién habría dicho que tres días se convertirían en tres décadas de servicio feliz a Jehová en Albania!

Cuando estás dispuesto a salir de tu zona de confort, no solo aprendes más de ti mismo, sino que también te haces más útil en las manos de Jehová.

Además, estás más preparado para ayudar a otras personas.

Y esa es una oportunidad que no querrás perderte.

Y nunca rechaces una tarea que te encargue Jehová porque tengas miedo a lo desconocido.

Si nos ponemos en las manos de Jehová, él se hará responsable de cuidarnos y de ayudarnos.

Así que hay que ponerlo a prueba, dejar que nos ayude.

Él sabe cómo y cuándo utilizarnos.

Al final, uno es como un lápiz en las manos de Jehová.

Deja que él escriba tu historia.

Michael y Linda decidieron quedarse en Albania y estuvieron ahí por décadas, incluso cuando fue difícil.

Y hoy día hay más de 5.000 hermanos sirviendo a Jehová en ese país.

Para seguir aprendiendo de la humildad, veamos el ejemplo de dos hombres que tenían un nombre muy parecido.

Disfrutemos esta adoración matutina a cargo del hermano Geoffrey Jackson del Cuerpo Gobernante.

Si pensamos en esta cualidad, la humildad, se nos vienen a la mente muchos ejemplos de la Biblia que pueden ayudarnos, algunos positivos, otros negativos.

¿Qué les parece si nos centramos en un ejemplo positivo y uno negativo?

Hablaremos de dos personas que tenían nombres muy parecidos: se llamaban Saúl y Saulo.

Para empezar hablaremos de Saúl; este hombre fue elegido rey de Israel.

Los invito a que abran sus biblias y busquen conmigo 1 Samuel.

Al inicio del libro, antes del primer capítulo, verán lo que se llama “Contenido del libro”, donde tenemos un resumen de cada capítulo.

Si ya hemos encontrado el “Contenido del libro”, fijémonos en lo que dice en el capítulo 10.

Dice: “Se unge a Saúl para que sea rey”.

¿Recuerdan cómo era Saúl en ese momento?

¿Era un hombre orgulloso?

¿Se creía una persona muy importante, como el único capaz de mejorar la vida de todo Israel?

No.

De hecho, en la Biblia se dice que él estaba “escondido entre el equipaje”.

Así que él no quería tener un puesto importante.

Tuvo dudas a la hora de aceptarlo.

Aun así, Jehová lo bendijo, y fue ungido como rey.

Y, si miramos un poquito más adelante, en el capítulo 11, dice que Saúl “derrota a los ammonitas”.

Para ese momento, se dice específicamente que el espíritu de Jehová estaba con él.

Y también vemos que fue humilde porque, como explica la Biblia, se negó a matar a los hombres que se habían opuesto a él.

Pero, si seguimos mirando el “Contenido del libro”, en el capítulo 13, ¿qué dice allí?

“Saúl actúa con atrevimiento”.

Así que Saúl dejó de ser humilde y perdió la aprobación de Jehová.

¿Y cuánto tiempo llevaba reinando cuando pasó eso?

Bueno, si nos fijamos en el capítulo 13, versículo 1, vemos que ocurrió justo al principio; quizás llevaba solo dos o tres años reinando.

Y esto, ¿qué nos dice de Saúl?

Que, en cuanto lo nombraron rey, dejó de ser una persona humilde.

También vemos que, a pesar de eso, Jehová le permitió seguir siendo rey puede que por más de 35 años.

Entonces, ¿qué lecciones podemos sacar nosotros de todo esto?

Esta es la primera lección: tal vez antes de ser nombrados ancianos o de recibir cierta asignación en el servicio a Jehová, tuvimos nuestras dudas.

Quizá no nos sentíamos capacitados o pensamos que eso no era para nosotros.

Y seguramente fue por humildad.

Puede que pensáramos que eso nos quedaba grande.

Pero no nos olvidemos de lo que le pasó al rey Saúl.

¡Qué poco, después de ser nombrado rey, qué poco le duró la humildad!

Y la segunda lección es que, aunque puede que sigamos teniendo cierta responsabilidad o cierta asignación, eso no quiere decir necesariamente que tengamos la aprobación de Jehová o que sigamos siendo humildes.

Y por eso es superimportante que tengamos el hábito de autoexaminarnos para ver si seguimos siendo humildes, si seguimos teniendo esa humildad que seguramente teníamos muchos años atrás.

Ahora vamos a hablar del segundo ejemplo, de Saulo, que después llegó a ser conocido como el apóstol Pablo.

¿Qué sabemos de este hombre, Saulo?

¿Era una persona humilde?

¿Era como Saúl en sus inicios, que estaba “escondido entre el equipaje”?

No. Él era el centro de atención.

De hecho, en 1 Timoteo 1:13, el mismo apóstol Pablo reconoció que antes era un hombre “insolente”.

Alguien así, una persona insolente, les habla a los demás de manera despectiva.

Y también los humilla.

Sin duda, esto describe muy bien a una persona orgullosa y arrogante.

Pero, con el tiempo, ¿qué pasó con Saulo?

Bueno, cambió, se hizo cristiano, y el espíritu de Jehová lo ayudó a convertirse en alguien muy humilde.

¿Y cómo sabemos que el apóstol Pablo era humilde de verdad?

Podríamos decir muchas cosas que lo demuestran.

Pero hoy vamos a hablar solamente de una en concreto.

Me gustaría hacerles una pregunta.

¿Qué responderían?

¿Creen que el apóstol Pablo era un buen orador, que era muy bueno hablándoles a otros?

Puede que lo primero que dirían es no.

Pero pensemos un poco más antes de dar una respuesta definitiva.

Cuando leemos el libro de Hechos, ¿qué encontramos?

Encontramos registrados muchos de los discursos que dio el apóstol Pablo.

Por ejemplo, dio un magnífico testimonio en Antioquía.

¿Y recuerdan cuando él y Bernabé estuvieron en Listra?

La gente que vivía allí pensó que Pablo era Hermes porque era él el que casi siempre hablaba.

Y cuántas veces habremos hablado de Hechos 17, donde Pablo —con mucha habilidad y en una situación muy difícil— le predicó a la gente valiéndose de aquel altar con la inscripción “A un Dios Desconocido”.

Incluso citó las palabras de algunos de los poetas que ellos conocían.

Así que estos ejemplos nos ayudan a ver que el apóstol Pablo era muy hábil hablando.

Y, en otra ocasión, cuando una multitud lo arrastró fuera del templo porque querían matarlo, él volvió a dar un discurso impresionante.

Y, por supuesto, eso sin contar todas las veces que habló ante gobernantes que no eran judíos y dio un muy buen testimonio.

Entonces, ¿qué dirían ahora?

¿Creen que Pablo era un buen orador?

Bueno, quizá ahora pensemos: “Sí, debió de ser un maestro buenísimo.

Sabía convencer a las personas; sabía qué decir para llegar a ellas”.

Pero ¿por qué al principio dudamos y nos costó un poco afirmar que Pablo era un magnífico orador?

Puede que lo que nos haya hecho dudar es lo que dice 2 Corintios 11:6.

Aquí el apóstol Pablo, hablándoles a los hermanos de Corinto, dijo: “Pero, aunque yo no tenga tanta habilidad para hablar, sí tengo conocimiento”.

¿Estaba diciendo aquí Pablo que no era bueno hablando?

No.

Les estaba contestando a los “superapóstoles”, que lo criticaban, que hablaban de él de una manera muy despectiva.

De hecho, llegaron a decir que su forma de hablar era “despreciable”.

Entonces, cuando Pablo dijo “aunque yo no tenga tanta habilidad para hablar”, ¿estaba realmente diciendo que no era hábil hablando?

No, al decir esto estaba haciendo referencia a lo que ellos pensaban de él.

Pero, si lo pensamos, quizá nos surge una pregunta: ¿por qué puede que los hermanos de Corinto tuvieran esa impresión de Pablo si recién hemos visto que en realidad él era un excelente maestro?

Vayamos a 1 Corintios y veamos qué nos enseña sobre la humildad de Pablo.

1 Corintios 2, y leeremos los versículos 1-5.

El 1 dice: “Cuando fui adonde estaban ustedes, hermanos, no fui a declararles el secreto sagrado de Dios con palabras elevadas o grandes muestras de sabiduría”.

Así que, de manera consciente, el apóstol Pablo decidió no usar las técnicas de debate que eran tan comunes en la ciudad de Corinto.

Miren lo que dice el versículo 2: “Porque […] decidí centrarme solamente en Jesucristo, y en él ejecutado en el madero”.

Así que de forma deliberada Pablo, aunque podría haberlo hecho, no fue a hablarles “con palabras elevadas o grandes muestras de sabiduría”, como hemos leído antes.

Y ahora fíjense en lo que dicen los versículos 3-5: “Fui adonde estaban ustedes sintiéndome débil, con temor y mucho temblor.

Y, cuando les hablé y les prediqué el mensaje, no lo hice con las palabras persuasivas de los sabios, sino con una demostración de espíritu y poder para que no pusieran su fe en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”.

¿Qué estaba tratando de hacer Pablo?

Pablo se dio cuenta de que los hermanos de Corinto tenían un problema: les deslumbraba la sabiduría del mundo y la gente que se comportaba como si fuera muy importante.

Puede que esta fuera una razón por la que había divisiones en la congregación.

Así que Pablo, con la intención de ayudarlos y para enfocar toda la atención en el espíritu santo y en el poder del mensaje, decidió no desplegar esas grandes muestras de sabiduría, aun pudiendo hacerlo.

¿Verdad que se comportó de una manera muy humilde?

Pablo estuvo dispuesto a quedar mal.

Estuvo dispuesto a que la gente dijera que no era un buen maestro, porque quería que toda la gloria fuera para Jehová.

¿Qué aprendemos de este ejemplo?

Aprendemos que una persona arrogante puede llegar a ser humilde.

Pero también que, si somos humildes, en ocasiones podemos decidir no mostrar todo lo que sabemos, toda nuestra capacidad o los talentos que tengamos, para que la gloria vaya a Jehová.

Así que hemos aprendido mucho de estos dos ejemplos.

Nunca seamos como el rey Saúl, que dejó de ser humilde.

Queremos ser como el apóstol Pablo, que fue humilde y estuvo dispuesto a parecer menos de lo que era, y así toda la gloria será para Jehová.

Una persona humilde puede hacerse orgullosa.

Pero el ejemplo de Pablo nos enseña que alguien orgulloso y arrogante también puede hacerse humilde.

Sí, Pablo fue humilde y dejó que Jehová lo moldeara.

De hecho, el video musical de este mes habla de ser humildes y de dejarnos moldear por Jehová y nos muestra la historia de una mujer que aprendió la verdad mientras estaba en la cárcel.

♪♪ Miraste, Jehová, en mi interior y viste errores y dolor.

Aun así, te fijaste en mí.

Si deseo hacer tu voluntad, ¿por qué me equivoco sin parar?

Por favor, no te canses de mí.

Seré lo que tú quieras.

Yo soy el barro; tú me moldeas.

Haz de mí alguien nuevo y fiel, alguien que haga solo el bien, alguien que imite tu forma de ser.

Quiero orarte y sentir que me acerco más a ti.

Tus manos, oh, Jehová, me moldearán, me moldearán.

Tu Palabra me llega al corazón, me calmas, me curas con tu voz.

¡Qué placer poder escucharte!

Dios mío, te pido humildad, ayúdame a ver qué debo cambiar.

Junto a ti seguiré adelante.

Seré lo que tú quieras.

Dame la forma que tú deseas.

Haz de mí alguien nuevo y fiel, alguien que haga solo el bien, alguien que imite tu forma de ser.

Quiero orarte y sentir que me acerco más a ti.

Tus manos, oh, Jehová, me moldearán, me moldearán.

Mírame, barro soy.

En tus manos estoy.

Padre, enséñame.

No te fallaré, no te fallaré. ♪♪ Tal vez se sienta desanimado por sus defectos y se le haga difícil hacer cambios en su vida, pero puede estar seguro de que Jehová lo va a ayudar si se lo pide con humildad.

Como hemos visto en este programa, la humildad es una cualidad muy bonita que enriquece mucho nuestras vidas.

Hace que sea más fácil resolver desacuerdos en el matrimonio, nos ayuda a tratar a los demás como Jehová quiere que los tratemos y nos motiva a probar otros métodos de predicación.

La videopostal de este mes nos llega desde Myanmar (antes Birmania), un país en el sudeste de Asia.

Algunos dicen que Myanmar tiene la forma de una cometa cuya cola alcanza a tocar la península de Malaca.

Los primeros pobladores llamaron a este lugar la “Tierra Dorada”.

Es una tierra rica en recursos naturales.

Por ejemplo, los bosques de Myanmar producen maderas muy valiosas, como la teca y el palisandro.

También abundan la plata, el cobre, los zafiros y los rubíes.

Las personas de Myanmar son amables, consideradas y hospitalarias.

En este país hay ocho grupos étnicos principales, cada uno con su propio idioma y cultura.

Normalmente, los nombres están formados por varias palabras, por ejemplo, el nombre Cho Sandar Myint significa “dulce luna en el cielo”.

Cuando alguien visita Myanmar, enseguida le llama la atención que las mujeres y los niños se ponen en la cara una pasta de color amarillo que se llama thanaka y se extrae de la corteza del árbol que tiene el mismo nombre.

Este cosmético natural refresca la piel y la protege del intenso sol tropical y ha sido usado por más de 2.000 años.

La predicación en este país comenzó en 1914 cuando llegaron dos hermanos.

Más adelante llegaron algunos misioneros, y para 1939 ya se habían formado tres congregaciones con un total de 28 Testigos.

En la década de 1940, una precursora empezó a predicarles a personas de la etnia karen.

Hnin May, también conocida como Lily, y su hermana Chu May, o Daisy, aprendieron la verdad con esa precursora.

Lily fue la primera karen que se hizo testigo de Jehová.

Más tarde Daisy también se bautizó, y las dos llegaron a ser precursoras muy entusiastas.

Ambas dejaron un legado de cientos de descendientes y estudiantes de la Biblia que hoy se cuentan entre los miles de testigos de Jehová de Myanmar.

Estos hermanos se han mantenido fieles a pesar de la pobreza, los disturbios políticos, la persecución religiosa y la guerra.

La predicación se lleva a cabo en más de 20 idiomas.

En el 2024, Myanmar alcanzó un nuevo máximo de publicadores, y casi 12.000 personas asistieron a la Conmemoración.

En un pequeño pueblo en la región de Bago, está la congregación Hpado, donde sirven 86 publicadores y 4 precursores especiales.

Nuestros hermanos y hermanas de la congregación Hpado y de la Oficina Remota de Traducción de Hlaing les envían sus saludos.

¡Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting!




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