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El 13 de septiembre de 2025, la clase 158 de Galaad terminó sus cinco meses de estudio intensivo.
El día de la graduación los estudiantes tienen una mezcla de emociones: alivio por haber conseguido completar el curso, alegría por estar allí con amigos y familiares y quizás —quizás— algo de preocupación por lo que pueda venir.
Escuchemos los discursos tan animadores que algunos hermanos prepararon para la clase.
Seguro que disfrutarán mucho de las perlas espirituales de esta graduación.
Es un gran placer darles la bienvenida a este programa de graduación de la clase 158 de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower.
Me gustaría dirigirme a ustedes, queridos estudiantes de la clase 158, a los 52 estudiantes.
El título de este discurso es “Sigan siendo la sal de la tierra”.
Si buscamos Mateo 5:13, Jesús hizo este comentario en el versículo 13 (en la primera parte).
Dijo: “Ustedes son la sal de la tierra”.
Jesús dijo estas palabras en su espectacular Sermón del Monte.
Y, aunque una gran multitud se benefició de lo que Jesús dijo en ese sermón, ¿a quiénes se estaba dirigiendo él especialmente?
Fue a sus discípulos y sobre todo, específicamente, a los 12 apóstoles.
Los acababa de elegir, y seguramente estaban sentados cerca de él.
En particular, ellos necesitaban capacitación para ser buenos ejemplos y líderes espirituales.
Así que las palabras “ustedes son la sal de la tierra” eran para los discípulos, sobre todo los apóstoles.
Y también son relevantes para ustedes, como veremos durante este discurso.
Es interesante que Jesús no usó una comparación.
No dijo: “Ustedes son como la sal”.
No, usó una metáfora: “Ustedes son la sal”.
Él estaba diciendo lo que eran, no a lo que se parecían.
¿Qué quiso decir Jesús cuando usó esta metáfora?
Pues que los discípulos tendrían un efecto en los demás parecido al que la sal tiene en las cosas.
¿A qué se estaba refiriendo?
Veamos tres características de la sal que Jesús pudo tener en mente cuando usó esta metáfora.
Y ustedes verán, queridos estudiantes, que son como la sal en estos tres aspectos.
Leamos Colosenses, capítulo 4 —seguro que Jesús pensó en algo así—, versículo 6: “Que sus palabras sean siempre agradables, sazonadas con sal, para que sepan cómo deben responder a cada persona”.
¿De qué característica de la sal se habla aquí?
Sirve para sazonar, realza el sabor.
Sin duda hace que la comida esté más sabrosa, más rica, ¿verdad?
Y esto es lo que va a pasar con ustedes, queridos estudiantes.
Con lo que digan, con su conducta —y especialmente después de haber estado en la Escuela de Galaad—, usarán palabras agradables, bien sazonadas, sabrosas, tanto en la congregación a la que vayan como en la familia Betel a la que se les asigne.
No van a sazonar sus palabras con picante.
El texto no decía picante, ¿verdad?
No decía pimienta negra, cayena, jalapeño o habanero.
Decía sal, que no pica; sazona.
Y así es como se expresarán cuando den discursos, cuando comenten en las reuniones, en sus conversaciones.
Sazonarán, por decirlo así, a la familia Betel y a la congregación a la que asistan.
Ahora la segunda característica de la sal.
No lo vamos a leer, pero Ezequiel 16:4 habla de una práctica común en tiempos bíblicos, la de frotar el cuerpo de un recién nacido con sal.
¿Saben por qué frotaban el cuerpo de los bebés con sal?
Una razón es porque la sal mata los gérmenes, tiene propiedades antisépticas.
Incluso hoy, la gente hace gárgaras con agua y sal cuando le duele la garganta para matar gérmenes y bajar la inflamación.
Muchas personas lavan las verduras con agua y sal para desinfectarlas.
La sal puede matar o reducir las bacterias y otros patógenos.
Probablemente ustedes no se han visto a sí mismos nunca como germicidas o antisépticos.
Pero en sentido espiritual lo son.
¡Lo son!
Por poner un ejemplo, supongamos que en la familia Betel o en la congregación a la que vayan alguien dice un chisme —eso es un germen—; ustedes matarán ese germen.
Cambiarán el tema o defenderán al hermano del que hablan.
De alguna manera acabarán con ese patógeno.
Por ejemplo, quizá alguien diga algo como: “Mira ese anciano, siempre se pasa de tiempo en sus intervenciones”.
Ustedes contestarán: “No me había dado cuenta, ¡pero qué bueno es este hermano!
Es cariñoso, amable, se preocupa mucho por cuidar a los hermanos de la congregación.
Por eso lo queremos tanto, ¿verdad?”.
Acaban de matar el germen.
Fueron un germicida espiritual.
Lo serán en el territorio.
Matarán el germen de la trinidad, el del infierno, el de la inmortalidad del alma…, los de todas esas enseñanzas falsas.
La tercera característica de la sal que Jesús seguro tuvo en mente está en Levítico 2; leamos el versículo13.
Dice: “Todas las ofrendas de grano que hagas deben sazonarse con sal.
No permitas que a ninguna de tus ofrendas de grano le falte la sal del pacto de tu Dios.
Siempre que hagas una ofrenda, ofrecerás sal”.
La Ley mosaica especificaba que todos los sacrificios que se hicieran a Jehová en el altar debían estar sazonados con sal.
De hecho, para que eso fuera posible, los historiadores judíos dicen que había un gran montón de sal junto a la rampa que llevaba al altar.
Y había un lugar específico, un almacén grande, dentro del recinto del templo donde se guardaba una gran cantidad de sal para cumplir con este requisito de Jehová.
Pero surge una pregunta: ¿por qué pedía esto Jehová? La Atalaya comentó sobre este tema.
Dice: no era para “mejorar el sabor de los sacrificios, sino, probablemente, porque la sal representaba [la] ausencia de corrupción o deterioro”.
Y tiene sentido.
Así que la tercera característica, la sal es conservante.
Evita que algo se dañe, se pudra, se descomponga.
Se puede conservar la carne, por ejemplo, durante mucho tiempo sin refrigeración si se cura con sal.
La sal conserva la carne por mucho tiempo.
Es un conservante.
Y ustedes también pueden llegar a ser un conservante en sentido espiritual.
Lo sabemos, sabemos que lo harán.
Por ejemplo, si le dan un curso de la Biblia a un fumador que tiene los pulmones y el corazón muy dañados, a un drogadicto con el cerebro afectado o a un alcohólico con problemas de hígado o a alguien inmoral, que se expone a un montón de enfermedades terribles.
Ustedes le dan las clases, y con la ayuda de Jehová la persona deja los malos hábitos y ese deterioro se detiene.
Y muchas veces no solo se detiene ese proceso de deterioro, sino que hasta pueden regenerarse la mente, los órganos, el cuerpo.
Y, al aprender la verdad, la persona se hace amiga de Jehová, y ustedes le han ayudado a conservar la vida por toda la eternidad.
Así que serán un conservante cuando prediquen.
Y en la familia Betel, si alguien da un paso en falso que pudiera arruinar su espiritualidad, sean cristianos maduros y traten de corregirlo “con espíritu apacible” para que conserve la vida y no la pierda.
Estos son unos pocos ejemplos de cómo serán un conservante.
Bueno, hemos visto que la sal tiene muy buenas cualidades.
Vimos que es un sazonador, un germicida y un conservante.
La metáfora es muy buena, ¿verdad?
Y, si lo piensan bien, Jesús lo usó como halago.
Y nosotros también lo usamos así.
Se lo decimos a ustedes, estudiantes, como un halago.
“Ustedes son la sal de la tierra”.
Pero junto con el halago, si volvemos a Mateo, capítulo 5, después del halago, Jesús dio una advertencia.
Vamos a Mateo 5:13 y leemos todo el versículo.
Jesús dijo: “Ustedes son la sal de la tierra.
Pero, si la sal pierde su fuerza, ¿acaso puede volver a ser salada?
Ya no sirve para nada, sino para echarla afuera y que la gente la pisotee”.
Por lo tanto, la sal se puede contaminar, ¿verdad?
Se puede diluir, adulterar y perder sus propiedades si se contamina de alguna manera.
Y en nuestro caso tenemos que mantener nuestra salinidad espiritual, que no pierda fuerza, por así decirlo.
¿Y cómo lo harán?
Poniendo en práctica las maravillosas cosas que han aprendido durante estos cinco meses; así seguirán siendo sal espiritual.
Ahora disfrutaremos de otra parte que nos encanta, una de las partes preferidas de este programa.
Se trata de De primera mano. Por favor, presten atención al hermano Joel Kelly, otro de nuestros queridos instructores de Galaad.
Él se encargará de este episodio de De primera mano. Bienvenidos a otro episodio de De primera mano. En Isaías 64:8, se dice que Jehová es “nuestro Alfarero” y que “nosotros somos el barro”.
Es verdad que somos imperfectos, como el barro, pero Jehová puede moldearnos.
Siempre que permitamos que él nos moldee, podemos llegar a ser cualquier cosa para cumplir su propósito.
Veamos cómo ha hecho eso con cinco estudiantes de la clase 158 de Galaad.
Cuando escuchen las entrevistas, fíjense en las cualidades que Jehová les mostró y en lo que él hizo para guiarlos en su carrera espiritual.
Primero tenemos a Mark y Melissa Gratrix de la sucursal de Gran Bretaña.
Muchas gracias por estar con nosotros en De primera mano. Gracias.
Sabemos que vienen de la sucursal de Gran Bretaña, ¿pero son los dos de allí?
Yo soy de cerca de Mánchester, en el norte de Inglaterra.
Y yo soy de Detroit, Míchigan, en Estados Unidos.
Los separaba el océano Atlántico, ¿cómo se conocieron?
Fui como delegado a una asamblea internacional cerca de donde vivía Melissa.
Eso fue en 1998.
Pero pasaron unos cuantos años, unos siete, hasta que nos casamos.
OK.
Y, en esa época, ¿qué estaba haciendo cada uno de ustedes por Jehová?
Bueno, tuve unos padres muy amorosos y una muy buena niñez.
Pero en sentido espiritual no me iba tan bien.
Desde que era muy pequeñita, quería ser diseñadora de moda.
Y lo logré.
Estudié en la universidad por cuatro años y me gradué como diseñadora.
Y, claro, después empecé a trabajar en ese mundo.
Pero en sentido espiritual no me estaba yendo bien, no estaba desarrollando buenas cualidades.
Era muy materialista.
No siempre tomé las mejores decisiones al elegir mis amistades, no siempre elegí bien con qué entretenerme y no tenía metas espirituales.
¿Y tú, Mark?
Bueno, tristemente, yo tampoco lo hice muy bien.
Mi mamá me enseñó la verdad y me bauticé como a los 13, más o menos.
Pero casi enseguida empecé a llevar una doble vida.
Y, con cada año que pasaba, iba de mal en peor.
Tenía muy buenos ejemplos en mi familia, y mis amigos han sido siervos leales de Jehová hasta el día de hoy.
Pero solo Jehová estaba al tanto de lo que hacía con mi tiempo, con quién me juntaba y de que en realidad no era la persona que estaba aparentando ser.
Gracias por ser tan sinceros.
La verdad es que no es fácil hablar de estos temas.
Entonces, ¿qué fue lo que los hizo cambiar?
Es interesante que, aunque mi papá no era Testigo, siempre nos dio un buen ejemplo, siempre fue un buen esposo y un buen padre.
Así que, cuando nos hicimos novios, yo quería llegar a ser el mejor esposo.
Y, aunque tuvimos una relación a distancia, enseguida empezamos a estudiar juntos, cada semana, por teléfono.
Fue la primera vez que hice algo espiritual con un motivo correcto.
Y me di cuenta de que empezaba a tener una buena relación con Jehová.
Claro, al final también entendí todo el daño que le había hecho antes.
Y también, para cuando nos casamos, yo había empezado el precursorado, pero empecé a sentirme culpable por algunas decisiones que había tomado antes.
Así que los dos quisimos hablar con los ancianos.
Y fue buenísimo, porque nos ayudó a recuperarnos espiritualmente.
¡Qué buen efecto tiene un estudio profundo de la Biblia en la conciencia y en la amistad con Jehová!
¿Entonces qué pasó después?
Pues empezamos a sentir la alegría que se siente al servir a Jehová.
Nos hicimos disponibles prácticamente para todo.
Solicitamos ir a Galaad —cuando se podía hacer siendo precursores— para trabajar en LDC, en Betel… Nos sentíamos felices de ofrecernos, pero no recibimos respuesta a esas solicitudes.
Ajá.
Con el tiempo, unos buenos amigos nos dieron la idea de ir a Nicaragua, donde hacía falta ayuda.
Y eso hicimos.
¿Y cómo les fue en Nicaragua?
Mira, por aquí tengo una fotito.
Y ahí nos puedes ver predicando en Nicaragua.
¡Fue impresionante!
La gente nos escuchaba mucho.
Eran muy amables, y dimos muchos cursos de la Biblia.
Nos encantó.
Fueron unos años fantásticos.
Y, como ves, nos movíamos sobre todo en bicicleta.
Ya veo.
Cuando pasábamos caminando frente a las casas de los hermanos, siempre nos invitaban a comer, y eso nos enseñó una gran lección porque, aunque no tenían mucho, eran superhospitalarios.
Me encanta esta foto.
Ver la felicidad que irradian los dos… Se les ve muy contentos.
Se nota que disfrutaron mucho en Nicaragua.
Gracias por traerla.
Después de Nicaragua, en algún momento terminaron en Betel de Gran Bretaña.
¿Y en qué departamentos están trabajando?
Trabajo en el Departamento de Asuntos Legales y ayudo a los siervos especiales de tiempo completo a conseguir su visa.
Lo disfruto mucho porque veo cómo Jehová nos ayuda en todo el proceso, que puede ser muy largo, pero él quita todos los obstáculos.
¡Qué bueno!
¿Y tú, Mark?
Trabajo en el Departamento de Información Pública.
Gran parte del trabajo es facilitar información sobre los Testigos a los medios de comunicación, al Gobierno, a las universidades… Parece un trabajo desafiante.
Sí, para mí lo fue.
Me quedé petrificado cuando recibí esa asignación.
Recuerdo muy bien una noche en la que no podía dormir del miedo que tenía.
Me levanté, fui a la sala y leí Éxodo 3 y 4, porque pensé que Moisés recibió una asignación como la de Información Pública.
Tuvo que ir a hablar con el faraón.
Y, cada vez que expresaba que no estaba preparado para aquella labor, Jehová le aseguraba que para ayudarlo haría lo que hiciera falta.
Y eso es lo que hemos vivido tanto yo como mis queridos compañeros del departamento.
Cada vez que hemos sentido que algo nos sobrepasa, que es muy difícil, Jehová nos ha ayudado a superarlo.
Y eso fortalece mucho la fe.
Y también fortalece la fe ver cómo Jehová los usa.
Estaba pensando en su carrera espiritual, dónde estaban al principio y dónde están ahora.
¿Qué han aprendido de Jehová con lo que han vivido?
Sí, he aprendido que Jehová ha sido muy paciente conmigo, porque él sabía que quería una vida emocionante y sabía que me gustaba aprender, y me dejó hacer las cosas a mi manera.
Y, aunque sí tuve cierta medida de felicidad, hacer las cosas a la manera de Jehová no solo me ha ayudado a desarrollar cualidades y a acercarme a él, también ha sido emocionante.
Jehová me ha permitido llegar a tener habilidades que nunca habría tenido y a realizar tareas emocionantes que nunca habría hecho si siguiera viviendo a mi manera.
Estoy tan agradecida a Jehová porque me ha permitido probar y ver que servirle es bueno… y porque no me dio por perdida.
Sí.
¿Tú qué dirías, Mark?
Yo he aprendido a valorar la misericordia de Jehová.
Me doy cuenta de que no busqué la ayuda espiritual que necesitaba porque tenía miedo.
No entendía que Jehová quiere ayudar a las personas que pasan por lo que pasé.
Pero un buen amigo me mostró un texto que me gustaría compartir con ustedes si se puede.
Claro que sí.
Está en Isaías, capítulo 28.
Me encanta lo que dicen los versículos 24 a 29, aunque la idea clave ya está en el 24.
Dice: “¿Acaso el labrador se pasa todo el día arando antes de sembrar la semilla?”.
Compara a Dios con un agricultor.
Un agricultor no está todo el tiempo arando; se concentra en la cosecha, de la cual comerá y disfrutará al final del proceso.
Eso fue lo que experimenté yo con Jehová.
Lo que más le importaba a él no era la disciplina o el castigo.
Él quería ayudarme a que fuera feliz y a sentirme limpio y útil sirviéndole.
Y los dos estamos muy agradecidos por experimentar lo que se siente al servir a Jehová.
Lo que han vivido es un ejemplo claro de este texto.
Y, añadiendo a lo que dijo Mark, un texto que estudiamos y analizamos en clase fue Hebreos 9:14.
Ahí dice que Jehová nos permite darle servicio sagrado cuando tenemos una conciencia limpia.
Y eso es lo que nosotros hemos vivido.
Así que en nuestro servicio sagrado tenemos que poner manos a la obra y no dejar que nos paralicen los errores del pasado.
Y eso es lo que ustedes dos han hecho.
Se ve que Jehová los está usando y ayudando.
Gracias por compartir su historia.
Nuestra siguiente invitada es de la sucursal de África oriental.
Recibamos a Wanjiku Waichigo.
Hola, Wanjiku.
Entonces, vienes de Kenia.
Y los hermanos allá te dicen Sheko, ¿verdad?
Sí, Sheko.
Por favor, llámame Sheko.
Muy bien, Sheko.
Háblanos un poco de ti.
Cuando éramos niños, mi mamá aprendió la verdad.
Mi papá no es Testigo.
Su principal interés era que fuéramos a la universidad, y yo quería llegar a ser abogada.
¿Abogada?
—Sí.
—Ajá.
Quería defender a los desfavorecidos, luchar por la justicia.
Estaba segura de lo que quería hacer.
Bueno, la carrera de Derecho consume mucho tiempo y energías.
¿Afectó eso tu amistad con Jehová?
Pues sí, porque para mí lo más importante eran los estudios, graduarme y convertirme en abogada.
Mi amistad con Jehová quedó en un segundo plano.
Sí.
¿Y qué fue lo que te hizo cambiar?
Cuando me gradué de la universidad, me mudé a una casa que resultó estar al lado de un Salón del Reino.
Recuerdo que un día salí cansada del trabajo.
Iba caminando a casa; fue un día largo.
Y vi a un grupo de Testigos; iban al salón, muy contentos.
Y pensé: “Yo soy una de ellos; así me crie.
Eso debería hacer; ahí debería ir”.
Así que a la siguiente reunión fui al salón.
En este caso hacer lo que hacen los demás —no fue malo… —Es verdad.
… porque eso te llevó al Salón del Reino.
Sí.
Bueno, fuiste al Salón del Reino.
¿Cómo te sentiste al estar ahí de nuevo con los hermanos?
Los hermanos de la congregación a la que fui eran muy amables y muy cariñosos.
Me aceptaron, me trataron con amor.
Me di cuenta de que estaba en casa.
Prácticamente me salvaron.
¡Qué bueno escuchar eso!
Y ¿cómo terminaste en el servicio de tiempo completo?
¿Qué hiciste en esa parte de tu vida?
Pues seguí un programa para poder leer la Biblia en un año.
Me puse como meta ese proyecto.
Y, como solía llegar temprano al trabajo y había descargado Watchtower Library, leía lo que tocaba para el día.
Y, después de hacer esa lectura, investigaba los versículos.
Lo hice durante un año y luego seguí.
Guau, un estudio de la Biblia profundo.
Ajá.
Así fue como empezó todo.
¿Y cómo terminaste siendo precursora?
Yo salía a predicar con algunos precursores y me hice muy amiga de una de ellos.
Salíamos juntas, y ella siempre decía que yo algún día sería precursora.
En aquella época yo trabajaba a tiempo completo y pensaba que eso era imposible.
—Pero ella insistía.
—Sí, insistía mucho.
OK.
Y al final sí pude ser precursora y asistir a la Escuela del Servicio de Precursor.
—¿A ver?
—Ahí estamos las dos.
Ah, aquí te vemos con el libro de la escuela de precursores.
¿Y es esta tu amiga?
Sí, esta es la hermana que no paraba de insistir.
Esta era la segunda escuela para ella, la segunda vez que iba, y estuvimos juntas.
Su insistencia valió la pena.
Pues sí. Me encantó la escuela.
Fue un regalo de Jehová.
Y siguen siendo buenas amigas.
Claro.
—Qué bien.
—Sí.
Después de eso, empezaste a trabajar con Betel a tiempo parcial y luego a tiempo completo.
¿En qué departamento estás?
En el de Asuntos Legales.
¡Qué bien!
Creo que lo que has vivido es interesante porque has tenido la oportunidad de trabajar en este campo para ganarte la vida, pero ahora lo haces para Jehová, para su organización.
¿Qué dirías al comparar estos dos mundos?
No se puede comparar.
Es que en el mundo lo que quieres es ganar dinero y subir, escalar en tu profesión.
Pero, cuando trabajas para Jehová, defiendes a tus hermanos.
Los amas antes de conocerlos.
Y, cuando los conoces, los quieres aún más.
Tu fe se fortalece, y no se puede comparar, porque esto te hace feliz de verdad.
No hay nada igual.
Muchas gracias por contarnos tu historia, cómo Jehová te ha usado.
Y gracias por los sacrificios que has hecho.
Sheko, Mark, Melissa, ha sido muy animador ver cómo Jehová los ha moldeado a lo largo del tiempo.
Gracias por contar sus experiencias.
Nuestro siguiente invitado viene de la República Dominicana.
Recibamos al hermano Tito Abreu.
Hola, Tito, bienvenido.
Gracias.
¿Qué nos cuentas de ti?
¿Creciste como Testigo?
Bueno, mi mamá es Testigo, pero mi papá no.
Aunque él me apoya bastante, porque ha visto cómo la verdad nos ha cambiado la vida.
Y, como mi mamá amaba mucho a Jehová y le encantaba predicar, ella nos inculcó eso.
Y por eso para mí fue fácil ponerme la meta de ser precursor.
Más tarde, en el 2010, fui a la Escuela de Entrenamiento Ministerial.
¿Así que fuiste a esa escuela?
Sí.
Y, al terminar, ¿adónde te enviaron?
Me enviaron como precursor especial al centro de la isla, un lugar muy bonito, precioso.
Mira, traje esta foto.
Ah, ¡guau!
Ahí estoy con un hermano que se llama José.
Estamos en medio de la selva.
Ahora José es precursor especial, pero en aquel momento era un publicador no bautizado.
Como puedes ver, al fondo hay una casita.
Estábamos en esa zona buscando a personas sordas.
Pero, en aquella casa, los padres hablaban criollo haitiano.
Algunos de los hijos hablaban español, pero uno de los pequeños no hablaba; había que comunicarse con él en lengua de señas.
Así que, para predicar allí, teníamos que hablar en tres idiomas diferentes.
¿Y sabes lengua de señas?
Sí.
Mi hermana es sorda, así que toda la familia aprendimos lengua de señas.
Y estoy pensando…, cuando llegaste a ese lugar, ¿cómo hacían?
¿Iban de casa en casa buscando personas sordas?
Bueno, con la ayuda de los hermanos de allí empezamos a buscar.
Primero fuimos a tres lugares específicos: a la estación de la policía, a la base militar y a la oficina de la alcaldesa.
Empezaron por arriba.
Sí.
¿Y cómo les fue?
Nos fue muy bien porque, en aquella zona, los testigos de Jehová ya tenían una buena reputación por la buena conducta de los hermanos.
Pero también fue muy positivo que vieran que los Testigos queremos ayudar a la comunidad sorda.
La visita fue todo un éxito porque recibí tres contactos en ese mismo momento, y es que tres personas sordas trabajaban para la alcaldesa.
Y empecé a darles clases de la Biblia.
Así que la alcaldesa te dio tus primeros estudiantes.
—Sí.
—¡Guau!
¿Y progresaron?
Sí, sobre todo una pareja.
Ellos no estaban casados, pero aprendieron la verdad, querían hacer las cosas bien, obedecer a Jehová, así que se casaron.
Ellos se hicieron buenos amigos de Jehová y hasta empezaron a ayudar a los sordos de la zona a aprender de Dios.
¡Qué bonita experiencia!
Está claro que el campo de lengua de señas está despegando.
Sabemos que en español, en la República Dominicana, la gente responde muy bien; pero en otros idiomas también, —¿verdad?
—Sí.
Y hay un video, veámoslo; es sobre uno de esos idiomas.
En la isla de La Española se encuentran dos países, la República Dominicana y Haití.
En los dos, hay siervos de Jehová con una fe fuerte.
En la República Dominicana la predicación sigue creciendo en idiomas como el criollo haitiano.
Muchos haitianos vienen al país buscando cierta estabilidad porque huyen de muchas dificultades que hay en su país.
Aunque creen en Dios, pero entonces ellos mismos nos dicen “No hay un Dios para los haitianos”, y eso nos hace mal.
Y es ahí cuando entramos nosotros.
Podemos percibir esto, podemos hablar con ellos, escucharlos.
Y luego, cuando hacemos la revisita, que les damos esa esperanza que ellos necesitan, les ayudamos a creer en Dios.
Y podemos mostrar en la Biblia que realmente sí hay un Dios que se preocupa por ellos.
Cuando llegábamos a la casa de las personas, siempre nos recibían con una sonrisa.
Siempre nos invitaban a pasar.
Y podíamos predicar de dos hasta tres horas, pero abarcábamos muy poco territorio, porque hablábamos mucho en cada casa que íbamos.
Es superfácil; de hecho, ellos nos dan el tema de que hablar.
Es superfácil comenzar conversaciones naturales con una simple pregunta, “¿Cómo te sientes?”, “¿Cómo está tu familia?”.
Ya eso abre las puertas a una bonita conversación y poder usar la Biblia.
Cuando las personas van aprendiendo lo que la Biblia enseña, pues van haciendo cambios poco a poco.
Y eso llena a uno de una alegría y una satisfacción que es difícil… Una vez predicando de casa en casa encontramos una señora.
Ella estaba sufriendo porque había perdido su único bebé.
Cuando descubrió que Jehová Dios no es el causante del sufrimiento que ella tenía, le impresionó mucho aprender eso.
Y un poco después mencionó que la única manera que puede pagarle a Jehová por haberle sacado de la oscuridad espiritual es servirle.
Ahora es nuestra querida hermana y la queremos mucho.
Y es bonito ver cómo ella sonríe más ahora y su vida tiene sentido.
Uno se llena de alegría cuando ve a alguien salir del agua cuando se bautiza y saber que Jehová lo ayudó.
Ayudarlos a ellos a cambiar su vida es un sentimiento de los mejores de la vida.
A pesar de que éramos unos 30 publicadores, la asistencia promedio era de unas 80 personas.
Y en la Conmemoración era normal tener más de 300 cada año, o sea, 10 veces la cantidad de publicadores.
Cada vez que yo salgo a predicar me doy cuenta de por qué Jehová es tan paciente.
Hay mucho trabajo que hacer.
La historia se repite por todo el país: la gente quiere escuchar las buenas noticias.
Como dijo Jesús en Juan, capítulo 4, la cosecha espiritual es grande y urgente, pero los trabajadores están felices.
Todos nos alegramos juntos porque participamos en esta obra mundial.
Es increíble ver cómo Jehová está ayudando a la gente a acercarse a él por medio de la predicación allí en tu país.
Ahora cuéntanos de Betel.
¿Qué haces en la sucursal?
Estoy en el Departamento de Atención a la Salud, que se ocupa de ayudar a siervos especiales de tiempo completo, como misioneros, precursores especiales y superintendentes de circuito en el territorio de la República Dominicana.
Pero, como hay una situación tan difícil en Haití, también estamos ayudando a los hermanos de ese país.
¡De la sucursal de Haití!
Y estos siervos especiales de tiempo completo que van de Haití a la República Dominicana por salud, ¿qué cualidades has visto en ellos?
Sabemos que su trabajo no es fácil, así que intentamos ayudarlos a que se relajen, a que disfruten un poco.
Y, por supuesto, les damos la atención médica que necesitan.
Pero es impresionante ver su buena actitud.
Por ejemplo, recuerdo a una pareja que, lamentablemente, recibió un diagnóstico muy duro y tuvimos que traducírselo.
Y, cuando entendieron el problema y lo que implicaba el tratamiento, su primera pregunta fue: “¿Se puede hacer rápido?”.
Y hasta el doctor se sorprendió y preguntó “¿Por qué?”.
Lo que ellos respondieron fue increíble.
Dijeron: “Es que nuestros amigos, nuestros hermanos de Haití nos necesitan, y queremos ayudarlos.
Así que, cuanto más rápido se haga, más pronto volveremos para predicar con ellos”.
Eso fue impresionante porque, incluso en una situación difícil, ellos estaban pensando en sus hermanos.
Esto es un excelente ejemplo de amor genuino.
Gracias por contárnoslo.
Por tu trabajo en Betel estás muy relacionado con Haití, pero no solo por eso.
¿No es cierto que estos meses en Galaad has tenido a un compañero de cuarto haitiano?
Sí, así es.
¿Le decimos que venga?
¡Claro!
Muy bien, démosle la bienvenida al hermano Francklin Aimé, de la sucursal de Haití.
Francklin, ¡qué alegría que estés aquí en De primera mano!
Gracias.
Cuéntanos, por favor, ¿cómo conociste la verdad?
Claro, yo conocí la verdad cuando era pequeño gracias a mi mamá.
Somos cinco hermanos, y yo soy el menor.
Mi mamá nos crio sola.
Ver su esfuerzo y su fe fue algo que me impresionó muchísimo.
A veces ella sencillamente no sabía qué nos iba a dar de comer al día siguiente, pero siempre confiaba en Jehová.
Yo veía que le oraba mucho y que dejaba todas las cosas en sus manos.
Y, claro, Jehová nunca nos abandonó.
El ejemplo de mi mamá me motivó a ver a Jehová como una persona real, a tener mi propia fe en él.
Sin duda el ejemplo de tu madre fue una buena enseñanza.
¿Tuviste otro tipo de educación?
Asistí a la Escuela de Entrenamiento Ministerial en el 2010.
Tito, ¿tú no fuiste ese mismo año a la escuela?
Pues sí, fuimos a la misma vez, pero en distintas partes de la isla.
¿Y sabes que en su día nos bautizamos el mismo fin de semana?
¿El mismo fin de semana?
Sí, en el 97.
Vaya, es como si llevaran vidas paralelas a cada lado de la isla.
Sí.
Pero recuerdo que en enero de 2010 hubo un terremoto devastador.
Perdieron la vida muchas personas, y además causó mucha destrucción, ¿verdad?
¿Cómo les afectó durante la escuela?
El terremoto cambió el horario de las clases.
Por las mañanas asistíamos a clase como siempre, pero las tardes las dedicábamos enteras a las labores de socorro.
Aquí tengo una foto; déjame mostrártela.
Ah, ya veo.
¿Y qué están haciendo?
Aquí vemos a mis compañeros.
Están descargando por la tarde un camión con suministros para entregárselos a los hermanos que tienen más necesidad.
Interesante.
Entonces, por las mañanas aprendían sobre el ejemplo de Jesús y por las tardes lo ponían en práctica.
Así es.
Muy bien.
Y, después de la escuela, ¿adónde fuiste?
Me enviaron como precursor especial a un pueblo pequeño.
Pude ver cómo Jehová bendecía la obra allí, y además lo disfruté muchísimo.
Tuve la oportunidad de ayudar a algunas personas a conocer a Jehová y a servirle.
Sin duda los haitianos desean conocer a Dios y responden bien al mensaje.
¿Pero cómo han afectado los disturbios violentos a la obra de predicar?
Los disturbios no han apagado el entusiasmo que los hermanos tienen por la predicación.
Es verdad que el número total de publicadores ha disminuido en los últimos años porque algunos hermanos han huido del país.
Pero, aun así, la actividad en la predicación ha aumentado.
Por ejemplo, recuerdo que en el año de servicio 2024, el número de cursos de la Biblia aumentó un 18 %, comparándolo con el 2021, cuando los disturbios alcanzaron el máximo nivel.
Tuvimos una cantidad de precursores auxiliares cuatro veces mayor que el último registro.
Y el número de bautizados se duplicó.
Esto nos muestra que Jehová ha bendecido el trabajo de los hermanos a pesar de las dificultades.
¡Qué impresionante!
Pero antes dijiste que los disturbios violentos han aumentado en los últimos años.
La situación debe ser muy difícil.
¿Cómo ha afectado esto a los hermanos?
Muchos de nuestros hermanos han tenido que huir en varias ocasiones; algunos con la mochila de emergencia, y otros solo con lo puesto.
Huían a otra zona, pero un par de semanas o meses después tenían que escapar de nuevo.
Está claro que sus circunstancias no son nada fáciles.
Pero algo que a mí me impresiona es ver su paz mental y que no están tristes.
Por ejemplo, a principios de este año, 300 hermanos y hermanas que vivían en un pueblo cerca de la ciudad principal tuvieron que huir a otra ciudad.
Y esa misma semana la sucursal envió a dos miembros del Comité de Sucursal para que visitaran a los hermanos y los animaran.
Así que organizaron una reunión.
Aquí tengo una foto de esa reunión.
Dinos, ¿qué vemos aquí?
Aquí estamos viendo a los hermanos en esa reunión especial que se organizó.
Como podemos ver, ellos estaban bien vestidos a pesar de que tuvieron que huir de sus hogares.
A los hermanos del Comité de Sucursal también les sorprendió que el salón estuviera repleto.
Todos los hermanos que estaban allí habían pasado por muchísimo, pero estaban felices porque podían adorar a Jehová.
¡Qué buen ejemplo!
Es impresionante que estos hermanos que tuvieron que huir por sus vidas estuvieran presentes en el Salón del Reino en una reunión.
Es obvio que Jehová les dio las fuerzas para lograrlo.
También es muy bonito ver cómo Jehová usa a la organización y a los hermanos que nos dirigen.
De hecho, en este video, un superintendente de circuito que sirve en Haití nos cuenta un poco más sobre la situación en el país.
En la zona occidental de la isla de La Española se encuentra Haití.
En este país, el pueblo de Jehová afronta situaciones difíciles, aun así, los hermanos son valientes y humildes, confían en Jehová.
Su ejemplo de fe es inspirador.
Nos estábamos preparando para asistir, por primera vez de forma presencial, a la asamblea de circuito después de la pandemia del COVID-19.
Algunos hermanos vivían en zonas donde había disturbios violentos.
Así que era difícil para ellos dejar sus casas para ir a la asamblea.
Tenían que ser muy valientes.
Pero, cuando llegamos al Salón de Asambleas, vimos que muchos de los hermanos estaban allí.
Y estaban todos muy contentos.
No paraban de abrazarse.
Las hermanas se abrazaban, contaban experiencias animadoras...
Hacía tiempo que no estaban juntos, en persona.
Fue un maravilloso banquete espiritual.
Lo que se dijo en aquella asamblea fue muy animador, nos dio las fuerzas que necesitábamos para enfrentarnos a las dificultades que estaban por venir.
Por culpa de los disturbios, aquella ocasión fue la última vez que asistimos en persona al Salón de Asambleas durante los siguientes dos años.
Me alegra mucho ver que los hermanos se mantienen leales a Jehová.
Los ancianos son humildes y siguen rápidamente las instrucciones que reciben de la organización.
Cuando llega una instrucción, se esfuerzan por obedecerla de inmediato, sobre todo cuando se trata de la seguridad de nuestros hermanos afectados por la violencia.
Vemos que los hermanos siguen demostrándose mucho amor.
La verdad es que nunca han perdido el amor que se tienen.
Se apoyan unos a otros.
También hemos visto que, aunque viven una situación difícil, su amistad con Jehová se ha hecho más fuerte.
Confían todavía más en Jehová.
Están más dispuestos a seguir las instrucciones de la organización.
Estos hermanos son un ejemplo de aguante extraordinario.
Mi esposa y yo hemos aprendido una gran lección de todo esto.
Sabemos que lo mejor que podemos hacer es dejar que Jehová guíe nuestros pasos.
Pase lo que pase, Jehová nunca nos dejará, nunca nos va a abandonar.
Por eso estamos convencidos de que, sin importar lo difícil que sea la situación, siempre podemos confiar en Jehová.
Una isla, dos ejemplos preciosos de lealtad.
Lo que han vivido los hermanos en La Española nos recuerda que Jehová está con su pueblo.
Gracias a eso nos irá bien y podremos aguantar las dificultades que afrontemos.
Los hermanos de Haití no solo están soportando todas las cosas que les ha tocado sufrir.
Como dice Colosenses 1:11, aguantan todo con felicidad.
Sin duda, Jehová los está bendiciendo.
Les está dando fuerzas por medio de su espíritu santo.
Muchas gracias a los dos por su ejemplo de fidelidad y aguante y por el amor que les muestran a los hermanos de la República Dominicana y Haití.
Durante estas entrevistas no solo hemos aprendido sobre cinco personas, hemos aprendido sobre Jehová.
Hemos visto cómo Jehová usa su poder para ayudar a sus siervos a superar pruebas muy difíciles para ellos.
También vimos que Jehová atrae a las personas por medio de la predicación.
Y que es un Alfarero cariñoso, paciente y misericordioso que nos moldea individualmente a cada uno para que podamos cumplir su propósito.
Es verdad que somos imperfectos, como el barro, y que tenemos nuestras limitaciones.
Pero, si permitimos que él nos moldee, podemos llegar a ser lo que haga falta para cumplir su propósito.
La pregunta es: ¿qué hará Jehová que llegues a ser tú?
Nos veremos en la siguiente edición de De primera mano. Muchas gracias, Joel y estudiantes de Galaad, por estas bonitas entrevistas.
Nos encantaron.
Seguimos adelante con nuestro programa.
Ahora vamos a escuchar el discurso principal del día de hoy.
Lo presentará el hermano Jody Jedele, miembro del Cuerpo Gobernante.
Y el título tiene tres palabras, “¿Mantendrán su aprobación?”.
Hermano Jedele.
Queridos estudiantes, que están a punto de graduarse, seguro que están inmensamente agradecidos por todo lo que han recibido en esta Escuela de Galaad.
Sin duda, no tienen palabras para explicar lo mucho que han disfrutado estudiando la Biblia.
Y han llegado a conocer a Jehová mucho mejor que antes y lo quieren todavía más.
Nos encantó escucharlos decir cuánto les gustó la escuela.
Fue algo precioso.
Ustedes han contado con el apoyo del Departamento de Escuelas Teocráticas y de diferentes instructores.
También han disfrutado de los servicios que se proveen en Betel.
Y, por supuesto, muchos hermanos y hermanas los ayudaron con profundo cariño y de mil maneras.
¿Por qué los apoyaron tanto?
¿Cuál es la razón?
Pues porque los quieren y desean que ustedes aprovechen al máximo esta escuela.
Definitivamente se les ha dado mucho, muchísimo.
¿Y para qué?
Para que puedan fortalecer y estabilizar a los demás.
A Satanás no le gusta que haya más de nueve millones de Testigos.
No le gusta para nada que estemos disfrutando de un paraíso espiritual y que cada semana seamos miles de siervos más.
Pero nosotros queremos que el número siga creciendo.
Así que durante su paso por esta escuela ustedes fueron fortalecidos y estabilizados.
Ahora ustedes pueden hacer lo mismo por los demás.
Lo que aprendieron, su relación con Jehová, los va a ayudar muchísimo a fortalecer y estabilizar a los hermanos.
¿Y eso cómo se hace?
Pues hay que hacer lo que todos los siervos de Jehová hacemos.
Nos esforzamos por imitar a nuestro Padre celestial en todo aquello que hacemos, en cada cosa.
Y no es nada que no hicieran antes de venir a Galaad.
Pero ahora esperamos que lo hagan a un mayor grado, y sabemos que lo harán.
¿Cuál es el secreto para lograrlo?
Eso lo veremos ahora y analizaremos algunas situaciones en las que podemos fortalecer y estabilizar a otros.
Para empezar vayamos a Proverbios 13:15, y nos vamos a centrar en lo que dice la nota.
Leámoslo: “Con la aguda perspicacia [perspicacia] viene la aprobación”.
Bueno, ¿y qué significan esas palabras?
Vayamos poco a poco para entenderlas.
Como es natural, a todos nos gusta tener la aprobación de los demás, pero sobre todo queremos tener la aprobación de Jehová, contar con su favor, su cariño, que nos bendiga en lo que hacemos.
Y él está deseando darnos su favor.
Constantemente está buscando oportunidades de bendecir a sus estudiantes, ay, perdón, a sus siervos.
Y eso es algo que todos ustedes han visto antes de venir a Galaad.
Sabemos que todos ustedes son personas espirituales, que disfrutan de la aprobación de Jehová.
Pero ahora que se gradúan de Galaad es muy importante que sigan siendo perspicaces para que así continúen ganándose su aprobación.
¿A qué se refiere la Biblia cuando habla de perspicacia?
Una obra comenta que la expresión utilizada en el idioma original para “aguda perspicacia” se refiere a la capacidad de actuar con prudencia, buen juicio y expresar opiniones sabias.
Otra obra explica que es la capacidad de “ver más allá de lo obvio”, de “llegar al fondo de un asunto”.
Consiste en comprender bien la razón de las cosas, el porqué.
“Es la clase de conocimiento que le permite a uno obrar con sabiduría y tener éxito”.
Y todo esto tiene mucho sentido.
Cada uno de nosotros sabe que tiene que actuar con buen juicio, ver más allá de lo obvio… Así que la idea de ser perspicaces no parece nada del otro mundo.
Si es tan fácil, ¿por qué el consejo de Proverbios?
Porque en la vida real ser perspicaces no siempre es fácil.
Y es que no hay dos personas iguales; cada quien tiene su cultura, sus opiniones, sus antecedentes, distintas responsabilidades en la organización… Y tampoco olvidemos la imperfección.
Además, puede que nos toque trabajar en ocasiones con departamentos que no tienen las mismas prioridades que nosotros.
Y todo se complica si ustedes o las otras personas quizás no han pasado buena noche.
¿El resultado?
Es todo un reto ser perspicaces.
Pensemos en el ejemplo de Moisés.
Todos sabemos que era un fiel siervo de Dios.
En líneas generales, contaba con la aprobación de Jehová.
Pero ¿aprobó Jehová su manera de actuar cuando los israelitas necesitaron agua en Meribá, cerca de Cadés?
No era una situación fácil, estaba bajo presión.
Y, cuando golpeó el peñasco, salió agua.
Pero en esa ocasión Moisés no mostró perspicacia.
No le dio gloria a Jehová.
No trató al pueblo correctamente.
No los fortaleció ni estabilizó.
Este relato también nos enseña que, aunque en términos generales contemos con la aprobación de Jehová en nuestras vidas, puede que, en ocasiones, al tratar ciertos asuntos no la tengamos.
Moisés no perdió sus responsabilidades; siguió siendo el líder de la nación.
Pero fue disciplinado y perdió una responsabilidad futura porque no fue perspicaz aquel día.
Tenemos que ser perspicaces, especialmente cuando es difícil.
Veamos lo primero que nos va a ayudar a ser perspicaces buscando en el libro de los Salmos.
Salmo 32, y leemos el versículo 8, Salmo 32:8.
Ahí Jehová dice lo siguiente: “Te haré perspicaz y te enseñaré el camino por el que debes ir.
Te aconsejaré con mis ojos puestos en ti”.
Así que lo primero es reconocer que Jehová es la fuente de la perspicacia; nos enseña a desarrollarla.
Lo hace mediante su Palabra, la Biblia; el espíritu santo; la organización, y también usa a los hermanos.
Si aprovechamos todas esas ayudas para que nuestra manera de pensar, de ver los asuntos, se parezca a la de Jehová, entonces lograremos manejar bien las cosas.
Estaremos imitando sus cualidades, su manera de actuar.
Y ya lo están haciendo.
Ya han visto que cuentan con la aprobación de Jehová.
Pues sigan ganándosela; sigan siendo perspicaces.
Y así lograrán ser una fuerza estabilizadora.
Ahora analizaremos algunas situaciones y veremos qué cualidades nos ayudarán a mostrar esa perspicacia y seguir ganándonos el favor de Dios.
Todos queremos fortalecer a los hermanos de las congregaciones, ¿cierto? Queremos estabilizarlos.
La primera situación va para los ancianos.
Digamos que notan que una hermana no está yendo siempre a las reuniones y, claro, la quieren ayudar.
Así que le hacen una visita de pastoreo con otro hermano.
Cuando hablan con ella, le dicen cuánto la extrañan todos los hermanos, pasan a mostrarle textos sobre la importancia de ir a las reuniones y luego oran.
Pues fue muy bueno que hicieron la visita.
Tenían excelentes ideas y sus intenciones eran las mejores.
¿Pero qué pasó?
¿Creen ustedes que mostraron perspicacia?
Parece que sí.
Pero en el fondo no es así.
¿Por qué digo esto?
No se tomaron el tiempo para descubrir que su esposo, que se oponía, no la dejaba usar el auto para ir a las reuniones.
Solo necesitaba que alguien la llevara.
Pero vivía a 20 minutos del Salón del Reino y no quería ser una carga, así que no le pedía el favor a nadie.
Repasemos lo que significa la perspicacia.
Antes vimos que implica comprender bien la razón de las cosas y solo entonces actuar.
Ella no necesitaba consejo sobre ir a las reuniones, necesitaba que le dieran ánimo para no verse como una carga.
Necesitaba que le dijeran: “Está bien que pidas ayuda.
Los hermanos estarían encantados de llevarte”.
Tal vez nos fuimos de la casa pensando “¡Qué buenos consejos le dimos con la Biblia!”.
¿Y qué pasa con la hermana?
Que sigue igual, sin poder ir al salón.
Y encima ahora está desanimada.
¿Logramos estabilizarla?
Nos faltó perspicacia.
¿Qué deberíamos haber hecho entonces?
Averiguar la verdadera razón del problema.
Mostrar interés personal y seguramente escuchar un poquito más.
Queremos dedicar tiempo a escuchar a la persona para así poder saber bien lo que está pasando.
Y entonces podremos mostrar perspicacia.
¿Y qué hay de las hermanas?
¿Estabilizar y mostrar perspicacia es solo cosa de varones?
Pues no. Las hermanas tienen un papel muy importante en fortalecer y estabilizar las congregaciones.
Y es que más de la mitad de los publicadores suelen ser mujeres.
Son un grupo muy grande al que estabilizar.
Y ustedes, hermanas, a veces pueden hacer mucho más que los hermanos.
Ahora vayamos al libro de Tito.
Tito, capítulo 2.
Empecemos con el versículo 3, la parte a: “Igualmente, que las mujeres de más edad se comporten con reverencia”.
Paremos ahí. Todas ustedes se comportan con reverencia, es decir, son maduras, respetan a Jehová y a su organización.
Ojo, no estoy queriendo decir que ustedes sean hermanas “de más edad”.
¡Hay que andar con mucho cuidado al hablar de este tema!
Pero, cuando vayan a los lugares en los que estarán sirviendo, tal vez vean que hay hermanas que son más “jóvenes” que ustedes.
¿Cómo pueden ayudarlas?
Versículo 4: “A fin de que aconsejen a las mujeres más jóvenes”.
¿Captaron el punto?
Ustedes son mujeres espirituales.
Pueden ayudar a aquellas que son más jóvenes, fortalecerlas, estabilizarlas.
Pensemos en esta situación.
Resulta que había una hermana joven que vivía en la casa de sus padres, que no eran Testigos.
Ella era una excelente hermana.
La cosa es que de vez en cuando tenía un problemita con su manera de vestir.
No es que fuera nada extremo, pero digamos que tenía margen de mejora.
Bueno, recordemos: la perspicacia implica ser capaz de “ver más allá de lo obvio”.
Algunas hermanas, al interesarse en ella, descubrieron que no tenía mucho dinero.
Y sus padres, al no ser Testigos, no iban a comprarle un montón de ropa para que fuera a predicar y a las reuniones.
¿Qué necesitaba esta joven? ¿Consejo?
Lo que algunas hermanas hicieron fue juntar un dinerito y llevarla de compras.
Ojo, no estoy diciendo que ir de compras es una muestra de perspicacia.
Aunque la verdad es que en este caso sí que lo fue.
Pero fijémonos en que en estos dos ejemplos lo primero que se nos viene a la mente es dar consejo, sobre ir a las reuniones o sobre la vestimenta.
Ahora bien, al comprender bien el asunto, al llegar al fondo, pudimos mostrar perspicacia y ayudar de verdad, manejar bien la situación.
Y por si se lo preguntan: la primera hermana encontró quien la llevara y asistió durante décadas.
Tiempo después incluso el esposo dejó de oponerse y se interesó en la verdad.
Y, en el caso de la joven, su familia se hizo Testigo.
¿Con qué nos quedamos?
Si somos perspicaces, mostramos interés personal y dedicamos tiempo a animar a los hermanos, Jehová nos dará su favor.
Veamos otra situación en la que puede ser todo un reto ser perspicaces.
Tiene que ver con cómo vemos nuestro trabajo.
A veces nos podemos centrar tanto en nuestro trabajo que perdemos de vista cómo lo que hacemos afecta a otros.
Todos nosotros nos esforzamos por cumplir nuestra labor, tanto individualmente como a nivel de departamento.
Es para Jehová, nos lo tomamos en serio, y eso está bien.
¿Pero qué tal si de vez en cuando damos un paso atrás y tratamos de ver el cuadro completo?
Así vemos cómo encaja nuestro trabajo en la obra de Jehová.
¿Y cómo nos ayuda en este caso la perspicacia?
Para ser perspicaces tenemos que reflexionar en todos los factores envueltos.
Eso es lo que va a permitir que tomemos buenas decisiones y que actuemos bien.
Claro, quizás suena algo complicado esto de reflexionar en todos los detalles.
Pero, recordemos, la Biblia dice: “A quien se le dio mucho se le exigirá mucho”.
Para tener éxito en nuestro trabajo no basta con cumplir con la tarea que nos han asignado, aunque por supuesto eso es algo que se espera que hagamos.
Pero hay algo más: tener éxito también implica ayudar a la otra persona, al otro departamento, a hacer su trabajo.
Si lo hacemos, fortaleceremos y estabilizaremos a otros.
Por eso, cuando reflexionamos en los detalles, en todo lo que está envuelto, mostramos perspicacia y trabajamos hombro a hombro con los hermanos, el trabajo sale bien.
¿Qué nos ayudará a mostrar perspicacia y a trabajar con nuestros hermanos?
Los invito a ir a la Carta a los Filipenses, capítulo 2.
Leeremos los versículos 3 y 4.
Filipenses 2:3, 4: “No hagan nada motivados por un espíritu conflictivo o egocéntrico, sino que humildemente piensen que los demás son superiores a ustedes”.
Y ahora añade: “Mientras buscan no solo sus propios intereses, sino también los de los demás”.
Los intereses de los que se está hablando en este versículo son espirituales.
¿Y qué nos puede ayudar a buscar esos intereses de los demás?
Una cualidad: la humildad.
Si somos humildes, nos interesaremos en el trabajo de los demás.
Jehová quiere que veamos su trabajo o el de su departamento superior al nuestro, más importante que el nuestro.
¡Qué bueno que ellos harán lo mismo!
Pensemos ahora en lo siguiente: si nosotros hacemos nuestro trabajo pero a costa de otros, de otro departamento, ¿creen que aprobará Jehová nuestra manera de actuar?
Toda la obra es de Jehová.
Si entorpecemos el trabajo de otros, ¿a quién estamos entorpeciendo?
En realidad, a Jehová.
Recuerden a Moisés en Meribá.
Consiguió su objetivo.
Pero Jehová no aprobó su manera de actuar.
¿Cuál es la lección?
A veces pensamos que nuestro trabajo es más importante, más complicado, más urgente, y que el trabajo de otras personas es más sencillo y simplemente deberían hacer lo que les pedimos.
Pero mostrar humildad es el secreto para trabajar hombro a hombro con otros.
Juntos sacaremos el trabajo.
Recordemos que ser perspicaces también incluye tener buen juicio, sentido común.
Se dice que el sentido común es el menos común de los sentidos.
Pero nos esforzamos por tenerlo, ¿verdad?
Y el sentido común nos dice que, si hay buena comunicación, habrá menos malentendidos.
Supongamos que hay un incendio y necesitamos un extintor.
Se lo pedimos a otra persona, pero si no le explicamos para qué lo necesitamos a lo mejor supone que es solo para cambiar uno viejo.
Si lo necesitamos rápido, le decimos que es para un incendio.
¿Verdad que es de sentido común?
Los detalles importan.
La buena comunicación es una muestra de perspicacia.
La clave del éxito es ser humildes y considerar a los demás y su trabajo superiores.
Si a esta idea le sumamos la que estuvimos viendo hace unos minutos, o sea, sacar tiempo y mostrar interés, tenemos la fórmula perfecta para que haya un buen trabajo en equipo.
En lugar de tomar decisiones por nuestra cuenta y luego simplemente esperar que los demás se adapten, los incluimos a la hora de tomarlas.
Y así es que se consigue la unidad.
Y la unidad es una fuerza estabilizadora.
Jehová aprueba a quienes trabajan juntos.
Como dice Salmo 133:1: “Qué bueno es y qué gusto da que […] vivan juntos en unidad”.
Hay un campo más en el que la estabilidad es importante: y es cuando vienen los cambios.
Quizás cambiemos de hogar, de responsabilidad.
Tal vez haya cambios en el departamento, en la forma de trabajar, en las herramientas y en la tecnología.
Y los cambios nos pueden poner nerviosos y asustarnos.
Y es normal.
Todos ustedes están pasando por algunos cambios.
Pero ¿cómo pueden ustedes ser una fuerza estabilizadora en épocas de cambio?
Pues empecemos viendo qué pueden hacer los varones.
Es posible que de vez en cuando tengan que tomar decisiones que les provoquen ciertos cambios a otros.
Se trata de una responsabilidad importantísima.
Si quieren que Jehová apruebe esas decisiones, no las tomen a la ligera.
Si son perspicaces, estabilizarán a los hermanos cuando se hagan esos cambios.
Veamos por qué.
Vayamos juntos a Isaías, el capítulo 60.
Capítulo 60… leeremos el versículo 17: “Traeré oro en vez de cobre y plata en vez de hierro, cobre en vez de madera y hierro en vez de piedras”.
Y noten lo que dice: “Nombraré a la paz como tus supervisores y a la justicia como tus encargados”.
Este es un versículo conocido.
Jehová aquí está diciendo que él va a traer cambios.
Y eso es lo que vemos hoy en día.
Prácticamente cada semana hay un cambio.
Jehová es quien está haciendo estos cambios.
Y está muy bien, porque el cobre es fantástico, pero el oro es mejor.
Y nos encanta ver a Jehová manos a la obra.
Aun así, esas son las cosas que pueden causarnos ansiedad.
Y está bien; saldremos adelante.
Pensemos en posibles cambios que podrían ocurrir.
Digamos que llega una rotativa que produce más publicaciones con menos personas.
Lógicamente, habrá que reasignar a algunos hermanos.
¿Cómo implementaremos los cambios?
Recordemos lo que dice el versículo: Jehová nombrará a la paz y la justicia como supervisores y encargados.
Así es que, hermanos, ya ven que la justicia es clave para ayudar a los hermanos con esos cambios.
¿Cómo pueden ustedes imitar la justicia de Jehová y la manera en la que él trata a sus siervos?
Vayamos juntos a Hebreos 6:10: “Porque Dios no es injusto y no se olvida de las obras de ustedes ni del amor que demostraron por su nombre al haber servido a los santos y al continuar sirviéndoles”.
Aquí hay algo interesante.
Para Jehová sería completamente injusto olvidar el trabajo de alguien.
Y dirán: “¿No vamos a cambiar el trabajo que estaba haciendo?”.
Pues sí, pero, al hacer cambios, nunca hay que olvidar a las personas.
Cuando lleguen ajustes, o, dicho de otra manera, cuando llegue el momento de cambiar el cobre por el oro, no olvidamos a los hermanos ni todo el duro trabajo que han hecho.
Actuamos con compasión a la hora de hacer esos cambios.
No podemos enfocarnos solamente en el trabajo, como si las personas no fueran importantes.
Para estabilizar a los hermanos, hay que conocerlos.
Es bueno que cada superintendente se pregunte: “¿Salgo de la oficina para hablar con los hermanos y las hermanas?
¿Me intereso, por ejemplo, por sus familias, por sus dificultades, sus opiniones, sus sugerencias?”.
Notarán que algunos están entusiasmados con ciertos cambios y otros no tanto.
¿Saben en cuál de los dos grupos está el hermano y cómo ayudarlo a adaptarse?
Ahora, esto no significa que no hagamos el cambio.
Jehová dice que hay que hacer cambios y mejoras.
Pero, como Jehová nunca olvida las obras de sus siervos y el amor que mostraron, nosotros lo imitamos y tampoco olvidamos su amor y sus obras.
Los ayudamos a adaptarse a los cambios.
De esa manera tendremos la aprobación de Jehová.
Y, ustedes hermanas, también pueden dar una mano con los cambios, incluso si estos las afectan personalmente.
Si tienen una actitud positiva y los apoyan, estabilizarán a quienes las rodean.
Y, si se enteran de cierto cambio y entienden lo que se está intentando conseguir, den sugerencias sobre cómo se puede llevar a cabo y cooperar para que todo vaya bien.
Estos son solo algunos campos en los que la perspicacia nos puede ayudar a tener la aprobación de Jehová y, como resultado, ser una fuerza estabilizadora.
Muestren interés personal y dediquen tiempo a escuchar.
Consideren que el trabajo de los demás es más importante que el de ustedes.
Así crearán un ambiente de cooperación y trabajarán juntos en unidad.
Y recuerden siempre apoyar a los demás en momentos de cambios.
La perspicacia es clave para que nos vaya bien sirviendo a Jehová.
Y donde sea que cada uno de ustedes vaya a servirle queremos que les vaya bien.
Jehová está haciendo cosas maravillosas en estos últimos días, y todos tenemos el privilegio de estar sirviendo a nuestro gran Dios en este hermoso paraíso espiritual.
Queremos que todos los hermanos permanezcan en este paraíso, y nuestro deseo es que muchas personas más se unan.
Queridos estudiantes de la clase 158 de Galaad, se les ha dado mucha capacitación durante estos meses.
Les pedimos que aprovechen esta maravillosa oportunidad que se les brinda para apoyar y ayudar a los hermanos y a las hermanas.
Los queremos, confiamos en ustedes.
Sabemos que seguirán mostrando perspicacia y que lograrán mantener la aprobación de nuestro Padre celestial.
Ahora llegamos a una parte muy emocionante de nuestro programa.
Seguro que vieron los sobres que hay en esta mesa.
Y son unos sobres muy especiales.
Estos sobres contienen los diplomas de nuestros queridos estudiantes.
Una vez les demos los diplomas, no les volveremos a llamar estudiantes; los llamaremos graduados, graduados de la Escuela de Galaad.
Diremos sus nombres y ellos se acercarán a recibirlos.
Así que empecemos.
David, por favor.
El hermano Abreu regresará a la sucursal de la República Dominicana.
El hermano Aimé regresará a la sucursal de Haití.
Y el hermano Alatorre irá a la sucursal de Estados Unidos.
Los hermanos Arencibia regresarán a la sucursal de Estados Unidos.
Y el hermano Arulappa irá a la sucursal de Sri Lanka.
Los hermanos Barrett regresarán a la sucursal de Micronesia.
El hermano Bundavica regresará a la sucursal de Croacia.
Los hermanos Carrillo volverán a la sucursal del Perú.
Los hermanos Connell regresan a la sucursal de la República Democrática del Congo.
El hermano Dallmann volverá a la sucursal de Europa central.
El hermano François irá a la sucursal de Mozambique.
El hermano Gołąb regresará a la sucursal de Polonia.
Los hermanos Gratrix irán a la sucursal de Japón.
Los hermanos Hadad regresarán a la sucursal de Paraguay.
Los hermanos Iewago volverán a la sucursal de Papúa Nueva Guinea.
El hermano Katsantonis regresará a la sucursal de Grecia.
Los hermanos Koch volverán a la sucursal de Chile.
El hermano Mattusch regresará a la sucursal de Europa central.
Los hermanos Momo volverán a la sucursal de Camerún.
El hermano Musona regresará a la sucursal de Zimbabue.
El hermano Muthami regresará a la sucursal de África oriental.
El hermano Ndayisaba volverá a la sucursal de Ruanda.
El hermano Njewa regresará a la sucursal de Malaui.
El hermano Ortega volverá a la sucursal de España.
Los hermanos Pavlov regresarán a la sucursal de Bulgaria.
Los hermanos Peinado regresarán a la sucursal de Venezuela.
Los hermanos Pijalović regresarán a la sucursal de Croacia.
Los hermanos Raymond volverán a la sucursal de Trinidad y Tobago.
La hermana Şiriner regresará a la sucursal de Turquía.
El hermano Székely regresará a la sucursal de Hungría.
Los hermanos Uriarte volverán a la sucursal de Myanmar.
El hermano Van Der Veen irá a la sucursal de la República Democrática del Congo.
La hermana Waichigo regresará a la sucursal de África oriental.
Y los hermanos Youquoi regresarán a la sucursal de Liberia.
Eso fue muy emocionante.
Yo tenía la parte fácil.
Recuerdo la última vez que tuve el honor de ser el presidente, hace cinco años, con la clase 148.
Fue justo antes de la pandemia.
Si recuerdan, no nos podíamos dar la mano.
Según las instrucciones, teníamos que chocar los codos.
Pero fue muy bonito poder darles la mano el día de hoy y felicitarlos por el gran logro que han alcanzado.
Y, ahora, aquí tienen a la clase completa.
Está claro que todos están orgullosos de ustedes, orgullosos de lo que han logrado, y sabemos que harán un excelente trabajo en el futuro.
Y ahora ha llegado el momento de que el hermano Senad Pijalović…, espero haberlo dicho bien.
Ya entienden por qué el hermano Schafer dijo los nombres.
Así que Senad Pijalović leerá la carta de la clase.
“Queridos hermanos del Cuerpo Gobernante: Con un corazón lleno de agradecimiento y amor, queremos darles las gracias por esta maravillosa escuela.
Su hospitalidad y amor leal nos han conmovido a cada uno de nosotros.
Al saber que íbamos a ser enseñados por Jehová, teníamos expectativas altas.
Pero, como dice Efesios 3:20, él ha hecho ‘infinitamente más que todo lo que pedimos o imaginamos’.
Vimos cómo las cualidades de Jehová y Jesús traspasaban las páginas de la Biblia y brillaban con más fuerza.
Nunca antes habíamos visto tan claramente lo que sienten por la humanidad, y eso nos llegó al corazón.
No tenemos ninguna duda de que Jehová nos ama y estamos decididos a reflejar ese amor hacia los demás.
Que Jehová nos enseñara mediante esta escuela fue un regalo impresionante.
Nuestros instructores nos trataron con la ternura de un padre cariñoso y, usando la guía de la Biblia, nos prepararon individualmente para nuestras respectivas asignaciones.
Ustedes, hermanos del Cuerpo Gobernante, enriquecieron de forma extraordinaria nuestro paso por la escuela.
Muchas gracias por dedicarnos su tiempo y su atención y por el duro trabajo que hacen.
También nos beneficiamos muchísimo de los discursos y visitas de los ayudantes del Cuerpo Gobernante y de otros instructores invitados.
Con esta variedad de hermanos, Jehová creó una hermosa sinfonía que nos conmovió y que resonará para siempre en nuestros corazones.
Y, fuera del aula, hemos aprendido mucho del amor, la generosidad y la hospitalidad de la familia Betel de Estados Unidos.
Sin duda, hemos visto reflejadas las cualidades de Jehová en su manera de tratarnos.
Esto nos ha motivado a hacer todo lo posible por mostrar ese mismo amor y hospitalidad hacia nuestros hermanos.
Al pensar en todas estas maravillosas bendiciones, nos hacemos la pregunta del Salmo 116:12: ‘¿Cómo le pagaré a Jehová todo el bien que me ha hecho?’.
Como dice la pregunta, nunca estaremos ni siquiera cerca de pagarle.
Pero estamos decididos a imitar la actitud de Rebeca cuando dijo: ‘Sí, quiero ir’.
La despedida no va a ser nada fácil porque nos queremos como una familia.
Pero estamos listos para hacer la voluntad de Jehová, aplicar las lecciones que hemos aprendido y estar a la altura de la confianza que han puesto en nosotros.
Con sincero agradecimiento y amor, sus hermanos de la clase 158 de Galaad”.
¡Qué carta tan bonita!
Transmite muy bien los sentimientos de la clase.
Dijeron que disfrutaron de estar con nosotros, y a nosotros nos pasó igual.
Nos hemos animado “unos a otros”, mutuamente, no hay duda.
Volvamos de nuevo por un momento al texto de Mateo 5:13, donde Jesús dijo: “Ustedes son la sal de la tierra”.
Y es lo que pensamos de ustedes.
Y hemos hablado de las propiedades de la sal.
Una es que potencia el sabor.
También dijimos que es un germicida; mata gérmenes.
Y también hablamos de que es un conservante.
Pero hay otra característica de la que hablaremos: su valor; la sal es valiosa.
De hecho, la obra Perspicacia dice: “El hombre no siempre ha podido disponer de ella con facilidad.
Se han peleado guerras y han estallado revoluciones por su causa.
En la antigua China, la sal era el producto más valioso después del oro.
Se ha vendido a esposas e hijos como esclavos solo para conseguir sal [...].
Los soldados de César recibían [un] dinero para comprar sal, llamado salarium, de donde procede la palabra ‘salario’”.
Así que, aunque en los días de Jesús la sal era común, estaba disponible, él sabía acerca de su historia, del valor que tenía la sal.
En los días de Jesús se conseguía sal de las colinas que había cerca del mar Muerto y también por la evaporación de las aguas de este mar.
Así que había mucha sal.
Pero Jesús conocía su historia y sabía que la sal era algo valioso (aunque había mucha).
Él sabía que la sal es útil para muchas cosas.
Tiene mucho valor, y hoy día sigue teniéndolo.
Y otra cosa que quizá él recordó sobre la sal es que hay 226 gramos —casi un cuarto de kilo— como promedio en el cuerpo humano.
Él fue el “obrero experto”, participó en la creación, incluida la del hombre.
Él sabía que tenemos un cuarto de kilo de sal en el cuerpo y que sin ella moriríamos.
Incluso si tenemos poca sal, si hay un desequilibrio y tenemos muy poca, puede causarnos náuseas, confusión, calambres, convulsiones, edema cerebral, un coma e incluso la muerte en los casos más graves.
Sin duda Jesús sabía esto al haber sido el “obrero experto” junto a Jehová, creando todas las cosas, incluidos los humanos.
Así que lo que dijo fue un halago: son valiosos.
Y les decimos lo mismo a ustedes: los queremos, los apreciamos, son valiosos.
Valoramos todo lo que han hecho hasta ahora y sabemos que van a hacer un gran trabajo en el futuro.
Y para terminar les dedicamos las palabras de Números, capítulo 6: “Que Jehová te bendiga y te proteja.
Que Jehová haga brillar su rostro sobre ti y te muestre favor.
Que Jehová alce su rostro hacia ti y te dé paz”.
Eso es lo que pedimos para cada uno de ustedes, los 52 graduados de la clase 158.
Estamos seguros de que los graduados serán una bendición allá donde vayan.
Dentro de poco, habrá más discursos de la graduación disponibles en jw.org y en la aplicación JW Library®.
Pero, antes de irnos, visitemos a nuestros hermanos de Zimbabue.
En este país de interior, sin acceso al mar, hay tres tipos de clima: el templado de la meseta central, el cálido y seco del valle del Zambeze y el frío y lluvioso de las tierras altas orientales.
También hay una diversidad de lenguas, con 16 idiomas oficiales.
Por todo el país hay cultivos de maíz, y los zimbabuenses saben sacarle mucho partido.
Lo cuecen, lo tuestan e incluso lo fermentan para hacer una bebida llamada mahewu. Una comida básica es el sadza, que se prepara machacando el maíz blanco hasta convertirlo en harina y cocinándolo lentamente hasta que se consigue una papilla espesa.
Normalmente se come con las manos y combina bien con muchos platos como los pies de res, otros platos de carne y vegetales cubiertos con salsa de maní.
La historia de las buenas noticias en Zimbabue se remonta a principios del siglo veinte.
Empezaron a llegar publicaciones por medio de trabajadores que venían de Malaui y Sudáfrica.
En poco tiempo, se formaron grupos de estudio, y Nason Mukaronda, uno de los primeros publicadores, se bautizó en 1924.
Poco después, el Gobierno se opuso al mensaje porque no quería que personas de distintas razas se reunieran.
Para 1940, todas las publicaciones estaban prohibidas.
A pesar de muchos arrestos y juicios, nuestros hermanos aguantaron, y seis años después se terminaron las prohibiciones.
La obra siguió avanzando hasta que estalló la guerra en los años setenta.
Muchos de nuestros hermanos acabaron en prisión debido a su postura neutral.
Esta es la Biblia que se iban pasando los hermanos mientras estaban cumpliendo sus condenas.
Pero nos alegra que en las últimas décadas las congregaciones hayan disfrutado de un periodo de paz.
Actualmente, hay 50.000 publicadores que dirigen más de 103.000 cursos bíblicos.
Algunos de estos publicadores tan entusiastas están en la congregación Waterfalls, en la capital, Harare.
Se reúnen en el primer Salón del Reino que se construyó en el país y dirigen unos 200 cursos bíblicos.
Les mandan este mensaje tan especial que, traducido del shona, significa: “¿Cómo están?
Los queremos mucho a todos”.
¡Y nosotros también los queremos mucho!
Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.
https://tv.jw.org/#es/mediaitems/StudioMonthlyPrograms/pub-jwb-133_1_VIDEO
