El texto para hoy dice que “el verdadero amigo ama en todo momento”.
Pero ¿qué significa ser un verdadero amigo?
Jesús nos da una clave en Juan 15:12-14.
Léanlo conmigo, Juan 15:12-14.
Aquí nos dice: “Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros tal como yo los he amado.
Nadie tiene amor más grande que quien da su vida por sus amigos.
Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando”.
Noten lo que Jesús nos dice: hay que amar a otros como él nos ha amado y, además, estar dispuestos a dar la vida por nuestros amigos.
Sacrificar la vida por alguien.
Eso es grande.
No es cualquier cosa.
Para desarrollar esa clase de amor por nuestros hermanos tenemos que aprender algo.
Vayamos a 1 Pedro, capítulo 1.
Aquí el apóstol lo explica muy bien.
1 Pedro 1:22 dice así: “Ahora que ustedes se han purificado por su obediencia a la verdad y eso ha tenido como resultado un cariño fraternal sin hipocresía, ámense unos a otros intensamente desde el corazón”.
¿Ven lo que tenemos que aprender?
A sentir cariño fraternal, un amor “sin hipocresía”.
Un amor intenso.
No es un amor frío, racional, que sentimos por toda la hermandad.
Podemos decir que amamos a todos los hermanos, pero guardamos ese cariño fraternal, más tierno, para aquellos amigos que son más cercanos a nosotros.
¿No sería un tanto hipócrita decir “Yo daría la vida por mi hermano, pero no me pidas que me lleve bien con él”?
El amor intenso requiere esfuerzo.
Tenemos que abrir nuestro corazón, extender ese amor, para que incluya no solo a los que nos caen bien, sino también a los que no nos caen tan bien.
¿Significa eso que tenemos que ser íntimos amigos de todo el mundo?
Jehová y Jesucristo saben que eso es sencillamente imposible.
Tampoco esperan que estemos todo el tiempo invitando a gente a comer o a salir de paseo con nosotros.
Eso no es lo que significa tener cariño fraternal.
¿Qué implica, entonces?
Implica que hagamos un cambio en nuestro corazón, que lo abramos de par en par para incluir a todos los amigos de Jesús.
Pero no te desanimes.
Jesús nos enseñó cómo hacerlo.
Él sabe que podemos lograrlo y que lo vamos a lograr.
Ahora lo que vamos a hacer es ver cómo hay dos cosas que nos ayudarán a sentir un amor intenso: una es el perdón y la otra, la oración.
Comencemos por el perdón.
1 Pedro 4:8 dice así: “Ante todo, sientan amor intenso unos por otros, porque el amor cubre una multitud de pecados”.
Somos imperfectos y, por esa razón, vamos a ofender a nuestros hermanos y ellos nos van a ofender a nosotros.
Y esto puede hacer que haya sentimientos heridos.
Leamos también Proverbios 18:19.
Aquí dice: “Un hermano ofendido es más inaccesible que una ciudad fortificada, y hay pleitos que son como las barras de una fortaleza”.
¿Verdad que cuando alguien nos hiere levantamos una barrera?
“Como las barras de una fortaleza”.
Pues bien, ¿cómo podemos derrumbar esas barreras?
Algo que pudiera ser muy útil es pedir disculpas.
Pero quizá digas: “El ofendido soy yo; no tengo la culpa de lo que pasó.
¿Por qué tengo yo que pedir disculpas?
Yo no he hecho nada malo”.
Pues porque, aun así, para salvar una amistad hay que hacerlo.
Posponerlo solo provocará que las cosas empeoren.
Veamos el ejemplo de Jesús.
Pedro negó a Jesús, y lo hizo tres veces.
Hasta llegó a jurar que ni siquiera lo conocía.
Y Jesús estaba escuchando todo lo que decía.
Pero, después, Jesús derrumbó esas barreras.
Abrió el camino para que hubiera una reconciliación.
A las mujeres a las que se les apareció después de resucitar les dijo: “Vayan y cuéntenles a los discípulos y a Pedro”.
Hizo mención especial de Pedro, extendiéndole una invitación.
Y, luego, Jesús habló con Pedro.
¿Se pueden imaginar lo que todavía hoy siente Pedro al recordar lo que hizo Jesús para rescatar su amistad?
Y no solo rescató esa amistad; también le confió a Pedro importantes tareas.
¿Qué aprendemos de su ejemplo?
Que no podemos exigirles demasiado a nuestros amigos.
Somos imperfectos.
Así que nunca los descartemos.
Hay que perdonar, abrir las puertas del corazón de par en par.
Sin el perdón es imposible que dos personas imperfectas sean amigas.
Hablemos ahora de la oración.
En 1 Pedro 4:7 dice: “Estén vigilantes en cuanto a las oraciones”.
Pero, una pregunta: ¿cómo puede la oración ayudarnos a sentir cariño por nuestros hermanos?
Bueno, tenemos hermanos de todas partes del mundo con culturas y costumbres muy distintas a las nuestras.
En ocasiones se nos puede hacer difícil entender la forma de pensar de alguien.
O quizá su forma de ser nos choque, porque no es a lo que estamos acostumbrados.
Y, por eso, tal vez digamos algo como “No creo que lleguemos a ser amigos”.
Pues orémosle a Jehová acerca de esa persona.
Mencionemos su nombre.
Digámosle a Jehová cómo nos sentimos y luego pidámosle de todo corazón que nos ayude.
¿Y qué va a hacer Jehová?
Hará posible que empecemos a ver a nuestro hermano de otra manera.
Nos dará tanto las fuerzas como el deseo de cambiar de parecer.
Por eso tengo que orar, y seguir orando, hasta que logre ver a mi hermano como Jehová ve a mi hermano.
Porque, si Jehová lo ama, ¿Quién soy yo para negarle mi amistad?
Es obvio que Jehová lo conoce mejor que yo.
Entonces, hermanos, dos cosas para ser buenos amigos: perdonar, tal como Jehová nos ha perdonado a nosotros y, segundo, orar para que Jehová nos ayude a abrir el corazón.
¿Y por qué necesitamos amigos ahora?
Bueno, el texto del día de hoy dice que el amigo “es un hermano en tiempos de angustia”.
Y pronto llegarán los tiempos más angustiosos que jamás hemos vivido.
Quien quiera ser un buen amigo entonces tiene que ser un buen amigo ahora.
Cultiva un amor intenso por todos los amigos de Cristo, y ellos confiarán en ti cuando haga falta.
Esas amistades no solo sobrevivirán a la gran tribulación, sino que durarán para siempre.