JW Broadcasting: Junio de 2022 (graduación de la clase 151 de la Escuela de Galaad)

Saludos, queridos hermanos.

Les damos una bienvenida muy cariñosa a todos al programa de junio de 2022 de JW Broadcasting.

A causa de la pandemia del COVID-19, todos los estudiantes de la anterior clase de Galaad eran de Estados Unidos.

Sin embargo, nos alegró mucho que el Cuerpo Gobernante aprobara que 24 hermanos completamente vacunados de 13 lugares diferentes pudieran asistir a la clase 151 de la Escuela de Galaad.

Los estudiantes se graduaron de esta clase el 12 de marzo de 2022.

¿Cómo les ayudó este curso a cada uno de ellos?

¿Cómo aprovecharán esos cinco meses de educación bíblica?

¿Adónde los mandarán?

Por favor, no se pierdan la primera parte del programa de graduación de la clase 151 de Galaad.

¡Bueno, clase 151!

Se ven emocionados, y es normal.

Es un día muy especial para ustedes, uno que nunca olvidarán, como tampoco olvidarán esta escuela.

Nos alegra mucho estar con ustedes el día de hoy.

Todos nosotros nos vamos a beneficiar mucho del programa espiritual que nos espera.

Pero, aunque esto es cierto y todos disfrutaremos del programa, este ha sido pensado especialmente para ustedes.

Todos los hermanos han orado y han pensado en qué decir para animarlos.

Mientras escuchan los discursos, recuerden que los hermanos los han preparado especialmente para ustedes, aunque todos los presentes vamos a disfrutar de la información.

Cuando termine el día, verán que este programa —además de honrar a Jehová— les recordará lo mucho que los quiere.

Y, créanme, nunca lo van a olvidar.

En los últimos cinco meses, se les ha enseñado a extraer los principios de muchos relatos bíblicos, y se han esforzado mucho, ¿verdad?

Aprendieron nuevas formas de hacerlo.

Aprendieron a ver la Biblia como algo en lo que Jehová quiere que profundicemos, que le prestemos mucha atención, para luego ponerlo en práctica en nuestra vida.

Y esos relatos se centraban en siervos leales de Dios que, con su ayuda, hicieron su voluntad.

Igual que lo están haciendo ustedes.

Examinaron principios para el día a día; examinaron principios para enseñar a los demás; vieron principios que pueden aplicar en su trabajo, y muchos más.

Y en esta graduación haremos lo mismo.

Con esto en mente, le he puesto un título a esta breve introducción.

Pensé que me ayudaría a no perderme.

El título es: “Están preparados para lo que les espera”.

Fíjense en que no es una pregunta: “¿Están preparados?”.

Es una afirmación: “Están preparados para lo que les espera”.

¿Por qué lo decimos con tanta seguridad?

Porque vemos la fe de ustedes.

Vemos que aman muchísimo a nuestro Padre Jehová y a su Hijo.

Confiaron en Jehová, hicieron su parte, y ahora están listos para graduarse.

Algunos no sabían si llegarían a este día, pero lo hicieron.

Están aquí, a punto de graduarse.

Son la clase 151 de Galaad.

Sin duda, hoy más que nunca, concuerdan con lo que dijo el apóstol Pablo en Filipenses 4:13.

Él dijo: “Tengo fuerzas para todo gracias [¿a quién?] a aquel que me da poder”.

Y ya sabemos quién es.

No cabe duda de que Jehová los ha ayudado, de que ha estado con ustedes todos estos meses.

Estamos orgullosos de ustedes, y Jehová está contento de que hayan terminado este curso porque lo aman.

Sabemos que el amor que le tienen los ha ayudado a terminar la escuela con éxito.

Jehová les dio lo que necesitaban, y esa es una bendición que no deben olvidar.

Recuerden todo lo que Jehová los ha ayudado, estén donde estén, en las semanas, los meses y los años por venir.

En realidad, lo que todos nosotros aprendemos ahora nos servirá para siempre.

Por ejemplo, en el futuro, cuando les toque hacer algo que les parezca muy complicado o difícil, recordarán cómo Jehová los ayudó en esta escuela.

Jehová ya los había ayudado antes y, en esta escuela, vieron su mano una vez más.

Recordar cómo Jehová los ha ayudado ha fortalecido su confianza en él.

Y esto los ayudará cuando tengan que enfrentarse a pruebas y dificultades.

Porque, aunque les parezcan muy difíciles, estarán convencidos de que Jehová les ayudará a superarlas.

Se están preparando mejor para las cosas que les esperan.

Ya lo están, pero siguen preparándose —como todos— al pensar en todo lo que Jehová ha hecho por ustedes, como por ejemplo ayudarlos a terminar esta escuela.

Veamos un ejemplo de una situación para la que tienen que estar preparados.

Poco después de la graduación, se dirigirán a sus asignaciones.

Mientras lo hacen, piensen en lo que les dijo Jesús a sus discípulos cuando les enseñó a orar: “No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno”.

Presten atención a las palabras tentación y Maligno.

Como que van juntas, ¿no? Tentación y Maligno.

Satanás, el Maligno, no se alegra de que estén aquí.

Seguro que él odia esta escuela y todo lo que esta ha logrado en este tiempo para honrar a Jehová y ayudar a su pueblo y a otras personas.

Entonces, ¿qué tentaciones y obstáculos podría ponerles Satanás ahora que ustedes se han graduado?

Bueno, veamos un par de cosas que en realidad todos tenemos que afrontar.

Por ejemplo, si no tienen cuidado, podrían llegar a sentir que han hecho suficiente en su servicio a Jehová.

No dejen que eso les pase; no se conformen con lo que ya hicieron.

Sigan poniéndose metas, sigan esforzándose por agradar a Jehová día tras día.

Los principios que extraen de la Palabra de Dios les van a ayudar.

Y una advertencia: está muy bien que quieran ponerse metas, pero no permitan que esto los lleve a caer en la siguiente tentación, la tentación de volverse orgullosos.

Puede pasar.

Puede pasar cuando

una persona se olvida de quién realmente la ha ayudado, es decir, se olvida de Jehová.

Los que se olvidan de Jehová pueden hacerse ambiciosos y tratar de eclipsar a los demás.

Nunca permitamos que nos pase eso.

Nunca seamos así.

Debemos luchar contra el orgullo, y la clave para lograrlo es recordar que todo lo que hacemos —todo lo que ustedes hacen— siempre debe ser para Jehová.

Si tenemos eso claro, haremos las cosas como él quiere, de la forma correcta, sin importar lo que tengamos que afrontar.

Así que pensamos en las bendiciones de Dios, en cómo nos ha fortalecido, y estamos seguros de que nos seguirá ayudando.

Pero no olvidamos que él está al mando, todo es para Jehová y todo lo que hacemos lo hacemos porque lo amamos.

Y eso nos lleva a amar a los demás, igual que Jehová ama a los demás.

Cuando una persona se olvida de cómo Jehová la ha ayudado, podría creerse muy importante, como le pasó al rey Saúl.

Seguro que se acuerdan de él.

¿Y recuerdan cómo terminó Saúl?

Perdió la aprobación de Jehová y su bendición.

Los que son como Saúl no logran mantener la fe, y dejan de ser humildes.

¿Y qué hay de la fe y la humildad de ustedes?

Vemos que tienen esas cualidades, y por eso sabemos que están preparados para enfrentarse a lo que les espera.

Con el apoyo de Jehová, su fe les ayudará a vencer cualquier tentación que el Maligno, el Tentador, les ponga enfrente.

Y es la humildad lo que los ayudará a ser leales.

Podrán vencer al Tentador.

Además de a resistir las tentaciones, lo que han aprendido en Galaad los ayudará a seguir trabajando para el Reino de Dios, su pueblo y las personas que nos escuchan.

Podemos decir que, en realidad, esa es la razón por la que Jehová capacita a todos sus siervos, ¿verdad?

No importa dónde vayan, no olviden por qué recibieron el honor de venir a Galaad.

Confíen en que Jehová y su Hijo los ayudarán en todo momento.

Usen lo que han aprendido aquí en los lugares adonde van.

Recuerden que gracias a Jehová, aquel que les da poder, están listos para lo que les espera.

Bueno, hablaremos un poquito más de esto al final del programa.

Ahora disfrutaremos de varios discursos muy animadores para todos que fortalecerán nuestra fe y nuestra confianza en Dios, y que destacarán su maravilloso propósito.

A continuación, tendremos el primer discurso.

Lo presentará el hermano Gerrit Lösch, del Cuerpo Gobernante.

El título de su discurso es “Demostremos el amor que nunca falla”.

¿Le gusta sentir que los demás lo aman?

Eso es normal.

A todos nos gusta sentirnos amados, es una necesidad básica del ser humano.

Los bebés lo necesitan.

Los adolescentes también.

Por supuesto, los matrimonios.

Y en Betel y en Galaad también se necesita.

Cuando nos aman, ¡qué felices somos!

¿Y cuando nosotros amamos?

El amor no es egoísta.

Es cierto que quien recibe amor es feliz, pero también es muy feliz quien lo demuestra.

Si no fuera por el amor, no existiríamos.

Jehová demostró amor desinteresado al crearnos no solo para que viviéramos, sino para que tuviéramos el honor de amarlo.

Jehová no depende de nadie, así que no necesita que lo amemos.

Pero valora mucho que lo hagamos.

A él le encanta que lo amemos.

Pero Jehová no solo nos creó con la capacidad de amarlo a él, sino también a otros.

Nos encanta hacer cosas buenas por otros y demostrarles nuestro amor.

¿Y desde cuándo existe el amor?

Siempre ha existido.

No tuvo principio.

¿Por qué?

Porque “Dios es amor” y, si Dios no tuvo principio, entonces su amor tampoco lo tuvo.

No ha habido un momento en la historia en el que Jehová existiera y el amor no.

Jehová no solo tiene amor, él es el amor en persona.

Jehová nos creó a su imagen, por eso tenemos el enorme privilegio de imitar su amor.

Los libros, las películas y las canciones suelen hablar del amor, pero ¿de qué tipo de amor?

Normalmente del amor romántico, un amor que, a menudo, falla.

Hoy día, la mayoría de la gente no ama de verdad a Dios ni al prójimo.

En 2 Timoteo 3, Pablo profetizó que en “los últimos días” la gente solo se amaría “a sí misma”.

Y eso se está cumpliendo.

Hoy día, estamos viviendo en la era del “yo primero”. Hay revistas que se dedican a promover esa actitud.

La gente piensa: “Primero yo, luego nadie más, después otra vez yo y, por último, los demás”.

En 2 Timoteo 3:2, Pablo también dijo que las personas serían “amantes del dinero”.

Y, en la misma profecía, dijo que la mayoría de las personas amarían “los placeres en vez de a Dios”.

Para muchos, las diversiones y los deportes son lo más importante en sus vidas.

Además, 1 Juan 2:15 indica que existe un conflicto entre dos cosas: el amor a Jehová y el amor al mundo.

Cuanto más fuerte sea nuestro amor por Jehová, más fuerzas tendremos para luchar contra el amor al mundo.

En Mateo 22:37, Jesús nos recordó que nuestro amor por Jehová debe crecer tanto como sea posible: ¿Qué hay que hacer para que este amor crezca?

Pues hay que seguir trabajando el terreno de nuestro corazón, donde se sembró la semilla del Reino.

¿Cómo llegan dos personas a quererse más y más?

Una clave es la buena comunicación.

Nosotros nos comunicamos con Jehová cuando oramos.

Y él se comunica con nosotros mediante la Biblia y su organización.

Cuando estudiamos la Biblia y la leemos todos los días, y asistimos a todas las reuniones, nuestro amor por Jehová sigue creciendo.

El amor necesita crecer.

No es cuestión de saber mucho, sino de amar mucho lo que sabemos.

No basta con tenerlo en la mente, necesitamos que llegue al corazón.

El amor es como una planta: una planta necesita agua para crecer.

El amor crece cuando lo regamos con el agua de la verdad.

En Filipenses 1:9, Pablo dice: El amor crece poco a poco, pero no es suficiente con amar un poco, hay que amar cada vez más.

Jehová nos puso el ejemplo.

Él nos demostró su amor al darnos el rescate.

En Mateo 18, Jesús compara a Jehová a un rey que estuvo dispuesto a perdonar una deuda de 60 millones de denarios (10.000 talentos de plata).

Eso nos ayuda a entender cuánto nos ama Jehová.

Jesús también demostró que nos ama al estar dispuesto a morir por nuestros pecados.

Eso hace que nosotros lo amemos.

Cuanto más se nos perdona, más amamos nosotros.

Pero no es necesario que a uno lo perdonen para sentir amor.

Jesús amaba muchísimo a Jehová, pero a él no había que perdonarle ni un solo pecado.

Él amó a Jehová y nos amó a nosotros.

La noche antes de morir, él dijo en Juan 14:31: “Amo al Padre”.

¿Verdad que todos sentimos lo mismo?

Y nosotros, ¿cómo le demostramos a Dios cuánto lo amamos?

Lo hacemos cuando servimos a Jehová con todo el corazón, y eso incluye predicar y enseñar.

¿Verdadero o falso?

La principal razón por la que predicamos y enseñamos a otros es el amor al prójimo.

Suena muy bonito, pero… esto es falso.

La razón más importante para predicar es, por encima de todo, nuestro amor a Jehová.

Y el objetivo más importante es alabar a Jehová.

Queremos darle gloria y apoyar la vindicación de su soberanía.

El amor al prójimo viene después.

Pero también hay que demostrarles amor a nuestros hermanos.

Varias hermanas de una congregación se turnaban para prepararle la comida a un hermano tetrapléjico todos los días.

Esto es prueba de que mostrar amor va más allá de predicar.

Es como la parábola del samaritano que cuidó al hombre al que unos ladrones habían asaltado y golpeado.

El samaritano no usó esta situación para predicarle al hombre.

Se limitó a demostrar amor desinteresado.

Jesús dejó claro que amar al prójimo también incluye amar a nuestros enemigos.

En Mateo 5:44, él dijo: Si amamos incluso a nuestros enemigos, nuestro amor será perfecto.

Jehová permite que hasta quienes nos persiguen disfruten del Sol y de la lluvia.

Un hermano fue al hospital a visitar al esposo opositor de una hermana.

Este hombre agradeció muchísimo esta muestra de bondad.

Pensemos en lo que aguantó Jesús: lo odiaron sin motivo, lo persiguieron, lo insultaron y lo asesinaron.

Hay que ayudar a otros a sentirse agradecidos por lo que Jesús hizo por nosotros.

Enseñémosles a otros que, gracias al rescate, Jehová nos perdona nuestros pecados y nos abre el camino hacia la vida eterna.

Cuando expliquemos el rescate, no hablemos de ello como si fuera un simple trámite legal, diciendo: “Mira, aquí tienes una balanza.

En un lado está Adán y en el otro lado está Jesús.

Y la justicia de Dios exige que Jesús diera su vida para recuperar lo que Adán había perdido”.

Más bien, ayudemos al estudiante a meditar, a amar y a valorar de corazón lo que Jesús hizo por nosotros.

Analicemos con el estudiante lo que Jesús vivió justo antes de su ejecución.

Ayudémosle a imaginarse a Jesús mientras lo azotaban y le producían tiras temblorosas de carne que sangraba.

Que el estudiante se imagine cómo se burlaban de él.

Después de haberle dado una paliza, los soldados se burlaban de él diciéndole: “¡Viva el rey de los judíos!”.

También le escupieron y le dieron bofetadas para humillarlo.

Recordémosle también que, más tarde, los soldados le clavaron clavos enormes en sus manos y en sus pies.

Y que, luego, cuando se levantó el madero, el dolor de esas heridas debió haber sido insoportable, porque el peso de su cuerpo las desgarraba.

Aun así, Jesús, en vez de ponerse a amenazarlos, le oró a Jehová: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

¿Verdad que meditar en lo que Jesús hizo hace que aumente muchísimo nuestro amor por él?

En Efesios 3:19, Pablo dijo que “el amor del Cristo […] supera al conocimiento”.

Fíjense que no es el amor al Cristo, sino el amor del Cristo —el que él mostró— el que supera al conocimiento y nos llega a lo más profundo de nuestro corazón.

La manera de vivir de Jesús no nos deja indiferentes.

Al pensar en todo lo que él hizo por nosotros, lo queremos más y más.

De hecho, 2 Corintios 5:14 dice: “El amor del Cristo nos obliga”.

Después de hablar de los dones del espíritu, como el de curar o el de hablar en lenguas, Pablo dijo en 1 Corintios 12:31: “Con todo, voy a mostrarles un camino superior”.

¿A qué se refería?

Al camino del amor.

¿En qué sentido es superior?

En el sentido de que los dones del espíritu, incluso el de profetizar, serían eliminados.

Pero el amor siempre estará ahí, siempre.

Nuestro Dios, Jehová, es eterno.

Su amor nunca fallará, nunca terminará, existirá para siempre, por toda la eternidad.

Por eso Pablo dijo: “Quedarán estas tres cosas: la fe, la esperanza y el amor.

Pero la mayor de todas es el amor”.

También escribió: “El amor nunca falla”.

El amor “todo lo soporta”.

Nuestros hermanos sufrieron mucho en la Segunda Guerra Mundial.

También hoy en Rusia y en otros países.

En el mundo hay varios gobiernos que intentan que nuestra obra se detenga.

Como vivimos en el tiempo del fin, esto no nos sorprende.

Y, a medida que se acerca la gran tribulación, las cosas empeorarán.

En muchas partes del mundo, la situación ha empeorado muchísimo, y el COVID se ha cobrado muchas vidas.

Pero nosotros, los siervos de Jehová, seguimos aguantando porque andamos en el camino superior del amor que nunca falla.

Y en el futuro no solo viviremos para siempre, sino que amaremos y seremos amados por la eternidad.

Muchas gracias, hermano Lösch, por recordarnos lo mucho que Jehová nos quiere a todos nosotros y el amor sincero que nosotros también tenemos que sentir por Jehová y por los demás.

Ahora, escuchemos al hermano Gajus Glockentin.

Él es ayudante del Comité de Publicación y presentará el discurso: “¿Irán ustedes con frecuencia a Siló?”.

Se quedaron sin palabras cuando dijo que se iría de casa para servir de tiempo completo.

En vez de perseguir metas, sueños y esperanzas comunes, ella tendría que hacer lo que le dijeran.

¡Qué gran sacrificio!

Estaban tan orgullosos de ella que empezaron a pensar qué podían hacer para darle su apoyo.

¿De quiénes estamos hablando?

Vayamos a Jueces 11 y veremos quiénes eran y qué hicieron.

Queridos estudiantes, lo que ellos hicieron los ayudará a ustedes allá adonde los envíen.

Leamos, por favor, Jueces 11:40: “Todos los años, las jóvenes de Israel iban a elogiar a la hija de Jefté el galaadita; iban cuatro días al año”.

Las jóvenes de Israel iban al santuario de Siló para elogiar y animar a la hija de Jefté.

Sus elogios fortalecían a esta sierva de tiempo completo.

¿No les gustaría a ustedes hacer lo mismo?

Así que la pregunta es: ¿irán ustedes con frecuencia a Siló?

¿Contribuirán a la fortaleza y estabilidad de la organización felicitando regularmente a otros?

Entonces, hagámonos las siguientes preguntas: ¿de qué manera debemos felicitar a otros para fortalecerlos?, ¿cómo podemos imitar a las jóvenes de Israel?

y ¿por qué queremos felicitar a otros regularmente?

Comencemos con la primera pregunta.

¿De qué manera debemos felicitar a otros para fortalecerlos?

Y fijémonos en el ejemplo que dejó Jesús según Marcos, capítulo 5.

Aquí alaba y tranquiliza a la mujer enferma que ha tocado su manto.

Mientras leemos Marcos 5:34, fijémonos en cinco características que hacen eficaz su alabanza.

Marcos 5:34: “Él le dijo: ‘Hija, tu fe te ha curado.

Vete en paz y queda sana de tu angustiosa enfermedad’ ”.

¿Notaron por qué fue eficaz esta alabanza?

Primero, la alabanza eficaz es específica.

Jesús felicitó a la mujer por lo que hizo.

Su fe la impulsó a actuar.

Segundo, la alabanza eficaz es sincera.

La fe de la mujer era real y extraordinaria.

¿Notaron que Jesús no aprovechó la oportunidad para corregirla porque había violado la Ley?

Si lo hubiera hecho, su alabanza no habría parecido sincera.

Tercero, la alabanza eficaz es personal.

Jesús la llamó “hija”.

Con esta palabra demostró su tierno interés por ella.

Cuarto, la alabanza eficaz no se limita a palabras.

Jesús entendió la necesidad de la mujer e hizo algo para ayudarla.

La curó.

Y quinto, la alabanza eficaz no es egoísta.

Jesús no felicitó a la mujer para quedar bien él.

Lo hizo porque estaba preocupado por ella y quería que se sintiera bien. Ustedes pueden hacer igual.

Volvamos al capítulo 11 de Jueces y veamos el versículo 40.

Busquemos en Jueces 11:40 la respuesta a la segunda pregunta.

¿Cómo podemos imitar a las jóvenes de Israel?

El versículo 40 comienza diciendo “todos los años”.

Bueno, esto significa regularmente, una y otra vez.

Estas jóvenes felicitaban a la misma persona vez tras vez.

Allá adonde vayan, sea que estén trabajando en BeteI, predicando o con los hermanos en la congregación, ¿felicitarán en repetidas ocasiones a los demás?

Por ejemplo, ¿los felicitarán por su entusiasmo, por sus esfuerzos o por sus muestras de amor?

¿Podrían enviarles un mensaje animador diciendo “buen trabajo”, “bien hecho”, “genial”, me encanta”, y quizás un breve comentario?

Esos mensajes de texto no exigen demasiado tiempo ni esfuerzo, pero animan muchísimo.

Una sola vez no es suficiente.

Háganlo una y otra vez.

No piensen que se les subirá a la cabeza.

En la Biblia, Jehová Dios elogió y felicitó a las personas que amaba una y otra vez.

Felicitar a otros una y otra vez es muy bueno.

El versículo sigue diciendo: “Las jóvenes de Israel iban a elogiar a la hija de Jefté el galaadita; iban cuatro días al año”.

Tener que dejar sus responsabilidades familiares tuvo que ser un sacrificio.

Alguien tendría que reemplazarlas en sus tareas.

Ellas tenían que viajar a Siló, y tal vez llevar un regalo.

Bueno, ¿no nos enseña este ejemplo que felicitar a los demás a veces requiere un poco más de tiempo y esfuerzo y hacer algún sacrificio?

Así es.

Hacer una llamada o una visita toma tiempo y esfuerzo.

Dedicarles tiempo a los hermanos es una forma de darles honra.

Predicar con los hermanos, trabajar con ellos en un proyecto o pedirles un consejo son buenas maneras de animarlos y darles reconocimiento.

Vale la pena cualquier sacrificio.

El momento también es importante.

Proverbios 15:23 dice que la palabra dicha en el momento oportuno es muy buena.

¿Y cuál es el momento oportuno para un elogio?

El contexto de Jueces 11:40 indica que la hija de Jefté recibió enseguida el apoyo que necesitaba.

En términos generales, el reconocimiento es más beneficioso si se da en cuanto surge la oportunidad, aunque al principio solo sea un breve comentario.

Cuanto antes reciba una persona comentarios positivos, antes se librará de sus inseguridades y sus dudas, y antes se sentirá más feliz y satisfecha.

Por favor, no esperen demasiado, no, actúen enseguida.

Esto nos lleva a la tercera y última pregunta: ¿por qué queremos felicitar a otros regularmente?

Cuando ustedes lleguen a sus destinos, estarán rodeados de muchas “hijas de Jefté”: fieles siervos de tiempo completo que han hecho sacrificios por Jehová.

Este auditorio está lleno de siervos fieles, entre ellos ustedes.

Ahora conocerán nuevos hermanos en la congregación, que tendrán inseguridades y temores.

Algunos hasta creerán que no valen nada.

Pero están luchando para mantenerse fieles a pesar de las pruebas: luchando con su imperfección y con las consecuencias de sus errores, a veces desanimados por los duros golpes de la vida.

Necesitan que los animen.

Todos lo necesitamos.

El reconocimiento fortalece la autoestima de la persona, le da confianza y la motiva a actuar.

Aviva nuestro deseo de hacer cosas buenas y nos impulsa a seguir dando lo mejor de nosotros.

Así que vayan a Siló siempre que puedan.

Ahora, otro aspecto clave.

La verdad es que, cuando estamos cerca de los hermanos, es fácil ver sus defectos y errores.

¿Qué vamos a hacer?

¿Ignorar a la persona?

¿O tratar de imitar lo que hace Jehová, que se fija en lo mejor de nosotros?

Acostumbrémonos a ver lo bueno en los demás y entonces felicitémoslos.

¿Y qué sucederá si nosotros actuamos de esa manera?

Cambiaremos.

Pasaremos de ser personas que siempre se están quejando a ser personas que elogian.

Seremos personas que se concentran en lo positivo.

Veremos a los demás como Jehová los ve.

Y seremos personas muy felices porque veremos toda la belleza que nos rodea.

Así que, si ustedes se ganan la fama de ser esa clase de personas, tendrán éxito en su lugar de destino porque los demás querrán trabajar con ustedes.

Queridos estudiantes de la clase 151 de Galaad, acostúmbrense a alabar y elogiar a los demás, que sea algo natural, que forme parte de su manera de ser.

Entonces, ¿con qué frecuencia irán a Siló?

Vayan a Siló todas las veces que puedan.

¡Qué bien encaja este discurso con el del hermano Lösch, que hablaba del amor!

Muchas gracias, hermano Glockentin, nos has ayudado mucho y nos has recordado lo necesario que es animar y felicitar a menudo a los demás.

Muchas gracias.

Bueno, parece que el siguiente discurso conecta muy bien con los anteriores: “¿Aprecia Jehová lo que usted hace?”.

Lo presentará el hermano Luther Georges, miembro del Comité de Sucursal de Estados Unidos.

¿Cómo se sienten cuando se esfuerzan mucho por hacer algo, y alguien a quien respetan profundamente les dice: “Bien hecho”?

¿No los tranquiliza saber que alguien vio y valoró lo que hicieron?

Imagínense, hermanos y hermanas de la clase 151 de Galaad, que ahora llegan a sus asignaciones y se esfuerzan mucho por hacer el trabajo que les mandan, por ayudar y animar a los demás, pero no siempre les dicen en voz alta: “Bien hecho”.

¿Cómo se sentirían?

¿Significaría eso que nadie vio ni valoró lo que hicieron?

Para contestar a esto, vamos a hablar primero de lo que Jesús dijo sobre el tema; segundo, qué aprendemos de algunos ejemplos de la Biblia, y tercero, cómo influye esto en nuestra vida.

Aunque es normal querer que se reconozca lo que hacemos, en Mateo 6, Jesús nos enseña a tener un punto de vista equilibrado sobre este asunto.

Busquen, por favor, Mateo 6:3.

Dice: “Cuando le des ayuda a un necesitado, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha”.

¿Qué quiso decir Jesús?

Bueno, esta ayuda eran cosas materiales para los necesitados.

Con estas palabras, Jesús les estaba diciendo a sus discípulos que no imitaran a los líderes religiosos hipócritas de su época, que presumían de lo que hacían por otros para conseguir reconocimiento.

¿Y qué sucederá si hacemos lo que aconseja el versículo 3?

Lo que Jesús dice en el versículo 4: “Así la ayuda que les des a los necesitados se mantendrá en secreto”.

Piensen por un momento en todas las cosas buenas que han hecho en su servicio a Jehová y por otras personas en secreto.

Por ejemplo, ¡cuántas veces habrán llamado por teléfono o visitado a un hermano que está enfermo para asegurarle que lo quieren y lo valoran!

¡Y hasta habrán orado con él!

O quizás hayan pasado muchísimo tiempo capacitando a un hermano joven que tenía potencial.

O quizás hayan invertido mucho tiempo y esfuerzo en animar o ayudar de forma práctica a un hermano que estaba sufriendo.

Y todo esto lo hicieron en secreto.

Sin embargo, Jesús dijo que alguien a quien ustedes respetan mucho sí lo vio.

Recuerden lo que leímos en Mateo 6:4.

En la parte b, Jesús dijo: “Tu Padre, que mira en secreto”.

La idea es que Jehová, que vive en los cielos, es invisible para los seres humanos.

Por eso es que él ve lo que hacemos en secreto.

Sí, Jehová ve las cosas buenas que ustedes hacen y las valora.

¿Cómo podemos estar seguros?

Bueno, la Biblia está llena de ejemplos de hombres y mujeres fieles, jóvenes y mayores, que hicieron cosas buenas por amor a Dios, y que no pasaron desapercibidas para Jehová.

Un ejemplo es Abdías, el encargado de la casa de Acab, el malvado rey de Israel.

1 Reyes 18 dice que Abdías escondió con discreción, en secreto, a 100 profetas para que la perversa reina Jezabel no los matara.

Como vemos en esta imagen, Abdías los escondió en dos cuevas en grupos de 50 y les llevó pan y agua sin que nadie lo viera.

¿Cómo sabemos que Jehová vio en secreto y apreció lo que hizo este hombre fiel, generoso y compasivo?

Lo sabemos porque sus actos de valentía quedaron registrados en la Biblia para que todo el mundo los pudiera leer.

Otro ejemplo es el de la niña israelita —que no sabemos cómo se llamaba— de la que habla 2 Reyes 5.

Los sirios la habían apartado de su familia, que servía a Jehová.

Pero como vemos aquí, aunque estaba rodeada de personas que adoraban dioses falsos, ella tuvo el valor de hablarle a la esposa de Naamán sobre Eliseo, el profeta de Jehová.

Gracias a eso, Naamán se curó de forma milagrosa de la lepra y llegó a servir a Jehová.

Y Jehová recibió la alabanza que se merecía.

Nosotros no conocemos el nombre de esa niña, pero Jehová sí lo sabe porque él vio en secreto lo que hizo y lo apreció.

Estos dos ejemplos de las Escrituras y muchos otros demuestran que Jehová ve las cosas buenas que ustedes hacen.

Sin embargo, fíjense en que Jehová hace algo más que mirar en secreto.

Por favor, volvamos a leer Mateo 6:4.

La parte b, si la leemos entera, dice: “Entonces tu Padre, que mira en secreto, te lo pagará”.

Y muchas veces Jehová nos recompensa de formas que ni imaginábamos, de formas que superan con creces cualquier reconocimiento que ningún humano nos pueda dar.

Pero ¿cómo nos recompensa Jehová?

Bueno, lo hace de muchas formas.

Pero hoy vamos a centrarnos en tres de ellas.

Veamos la primera.

Jesús la mencionó en Mateo 5:7: “Felices los que son misericordiosos, porque serán tratados con misericordia”.

Así que, si somos bondadosos y misericordiosos, Jehová nos perdona y nos permite acercarnos a él y ser buenos amigos suyos.

La segunda forma en la que Jehová nos recompensa se menciona en Marcos 10:29, 30.

Allí Jesús prometió que recibiríamos “100 veces más” de cualquier cosa que sacrificáramos por Jehová.

Y un claro cumplimiento que todos podemos ver de esta promesa es la gran cantidad de hermanos que tenemos y que tanto nos quieren.

Y la tercera forma en la que Dios nos recompensa es prometiéndonos vida eterna en el nuevo mundo.

Pero ¿qué pasará con las personas justas que han hecho cosas buenas y mueren antes del fin?

Jesús nos asegura en Lucas 14:14 que recibirán su recompensa en la resurrección.

Entonces verán, de forma palpable, que Jehová de verdad vio y apreció sus buenas obras.

En sus nuevas asignaciones, estamos seguros de que seguirán ayudando a otros y demostrando su amor por Jehová.

Tendrán que enfrentar desafíos, pero con la ayuda de Jehová los enfrentarán con éxito, sin importar cuáles sean, aunque los demás no sepan por lo que están pasando.

Puede que a veces no reciban el reconocimiento de los demás ni les digan “¡bien hecho, hermano!” por sus buenas obras, su bondad, sus sacrificios y su aguante.

Pero tengan la seguridad de que nuestro Padre Jehová sí ve y aprecia lo que hacen, todo lo que hacen.

Y como dijo Jesús, Jehová, “que mira en secreto”, se lo pagará.

Muchas gracias, hermano Georges, por destacar que no importa lo que pase a nuestro alrededor, Jehová se fija en todos los esfuerzos que hacemos y los valora mucho.

Y ahora tenemos aquí al hermano Richard Chilton, instructor de la Escuela de Galaad.

Su discurso se titula: “¿Quién se levantará a mi favor?”.

Me gustaría empezar contándoles una experiencia de un hermano del Betel de Patterson.

Acababa de perder a un ser querido, a uno de sus padres, en un horrible accidente.

Necesitaba desesperadamente hablar con alguien para desahogarse y contarle cómo se sentía.

Estaba deshecho.

Tenía una mezcla de emociones y necesitaba ayuda.

Así que llamó a un buen amigo suyo del Betel de Wallkill, pero desafortunadamente el hermano le dijo que en ese momento no podía hablar con él.

¿Te has sentido alguna vez como se sintió aquel hermano, como si te estuvieras ahogando y necesitaras ayuda?

Un salmista sí.

Leamos sus palabras en el Salmo 94, y fíjense en lo que preguntó.

El Salmo 94:16.

Ahí, dice en parte: “¿Quién se levantará a mi favor?”.

“¿Quién se levantará a mi favor?”.

En los versículos 17 y 19, él mismo responde su pregunta.

Dice: “Si Jehová no me hubiera ayudado, en poco tiempo yo habría muerto. […] Cuando las preocupaciones me abrumaban, tú [Jehová] me consolabas y me tranquilizabas”.

Cuando le abrimos nuestro corazón con sinceridad a Jehová, ¿cómo se levanta él a nuestro favor?

¿Y cómo podemos nosotros imitarlo levantándonos a favor de otros?

Viajemos al pasado y veamos un ejemplo.

En la época de los jueces de Israel, vivió un hombre rico que tenía muchas tierras llamado Boaz.

Él obedecía la Ley de Jehová, así que se aseguraba de que en sus campos quedaran espigas para que los pobres pudieran hacer la rebusca.

Un día se fijó en una mujer que estaba trabajando en sus campos y que él no conocía.

Enseguida se dio cuenta de que era la extranjera, Rut, de quien había oído hablar pero que nunca había visto.

¿Qué hizo Boaz entonces?

Fíjense en cómo se levantó él a favor de Rut.

Rut 2:8: “Boaz le dijo a Rut: ‘Escucha, hija mía.

No te vayas a rebuscar a otro campo, no te vayas de aquí.

Quédate cerca de mis trabajadoras.

Fíjate en qué campo se está cosechando y vete con ellas.

Les he ordenado a los muchachos que no te molesten.

Cuando tengas sed, ve adonde están las vasijas y bebe del agua que saquen los muchachos’ ”.

¿Notaron?

Boaz protegió a Rut.

Hizo todo lo posible por cuidarla bien.

Así que lo vemos ayudando, cuidando, defendiendo a alguien que estaba necesitado.

En el versículo 10, Rut le pregunta por qué la está ayudando a ella si es una mujer extranjera, y veamos una segunda forma en la que Boaz se levanta a su favor.

Leamos Rut 2:11: “Boaz le contestó: ‘Me han contado en detalle todo lo que has hecho por tu suegra desde que murió tu esposo, y que dejaste a tu padre y a tu madre y saliste de tu tierra natal para vivir con un pueblo que no conocías.

Que Jehová te pague lo que has hecho.

Que recibas una recompensa completa de Jehová, el Dios de Israel, porque has buscado refugio bajo sus alas’.

Y ella le dijo: ‘Señor mío, quisiera tener tu aprobación, porque me has consolado a mí, tu sierva, y me has tranquilizado con tus palabras, aunque ni siquiera soy una de tus siervas’ ”.

Cuando Boaz tranquilizó a Rut con sus palabras, la nota dice que él le habló al corazón.

¿Cómo?

Bueno, él no la felicitó solo de manera general.

Le dijo cosas específicas de lo que ella había vivido.

La tranquilizó, le dijo que Jehová la amaba, que valoraba todos los sacrificios que había hecho y que nunca los olvidaría.

Las palabras cariñosas y animadoras de Boaz convencieron a Rut de que no tenía que preocuparse por nada.

Pero Boaz no se limitó solo a decirle palabras animadoras.

La ayudó de una tercera forma.

Veámoslo en Rut 4.

Boaz actuó rápidamente.

Se aseguró de que la herencia de su pariente que había fallecido, Elimélec, permaneciera en su familia.

Leamos los versículos 9 y 10: “Boaz les dijo a los ancianos y a todos los presentes: ‘Ustedes son testigos hoy de que le compro a Noemí todo lo que le pertenecía a Elimélec y todo lo que les pertenecía a Kilión y Mahlón.

Y también tomo por esposa a Rut la moabita, la viuda de Mahlón’ ”.

¿Por qué razón?

“Para que el nombre del difunto permanezca sobre su herencia, para que sus hermanos y la gente de la ciudad no olviden su nombre.

Ustedes son testigos hoy”.

Jehová se levantó a favor de Rut y Noemí usando a Boaz para que las ayudara principalmente de tres maneras.

1) Él las cuidó y las protegió.

2) Las tranquilizó y las consoló con sus palabras.

3) Actuó rápidamente.

Vio una necesidad y la atendió enseguida.

Protegió, consoló y actuó.

Bueno, ¿y qué hay de ti y de mí?

¿No deberíamos hacer lo mismo por aquellos que lo necesitan?

¿Qué podemos lograr si lo hacemos?

Antes de contestar, volvamos atrás, a la experiencia del principio.

A la mañana siguiente, justo cuando llegaba a su lugar de trabajo, el hermano que acababa de perder a uno de sus padres recibió una llamada de la recepción.

Era su amigo, el hermano de Wallkill.

Se había levantado muy temprano, había conducido durante una hora desde el Betel de Wallkill para llegar a Patterson a las 8:00 de la mañana, había reservado una sala de reuniones y estaba allí esperando porque quería ver a su amigo.

Quería saber cómo podía ayudarlo.

Esto pasó hace 22 años.

Pero puedo asegurarles que nunca olvidaré lo que mi amigo hizo por mí cuando se levantó ese día para ayudarme.

Gracias a todo lo que él hizo por mí, me sentí consolado, me sentí protegido y me sentí amado.

Por lo tanto, estudiantes, la pregunta para todos ustedes —de hecho, no solo para ustedes, sino para todos los que escuchamos este programa— es: ¿se levantarán a favor de quien lo necesite?

Estamos convencidos de que todos y cada uno de ustedes contestarán de la siguiente manera: “Aquí estoy yo.

¿Qué puedo hacer por ti?

Te quiero ayudar”.

Muchas gracias, hermano Chilton, por tu excelente discurso.

Gracias por mostrarnos que Jehová siente cariño cuando nos levantamos a favor de otros, y otros harán lo mismo por nosotros.

Ahora es el turno de otro instructor de la Escuela de Galaad, el hermano Trent Lippold.

El título también es una pregunta: “¿Seré yo mucho más?”.

El apóstol Pablo no era un hombre al que le gustara presumir, pero en cierta ocasión se vio obligado a presumir… un poquito.

Y podemos leer sobre esa ocasión en 2 Corintios, capítulo 11.

Vamos a leer 2 Corintios 11:23: “¿Son ministros de Cristo?

Respondo como un loco: yo lo soy mucho más que ellos”.

¿De qué estaba presumiendo el apóstol Pablo?

De ser un ministro de Cristo.

Ahora vamos a analizar esta respuesta del apóstol Pablo un poco más detenidamente.

Él dijo: “Yo lo soy mucho más que ellos”.

Algunas Biblias reflejan aquí, en este versículo, la contundencia y la brevedad del texto griego al simplemente decir: “Yo más”.

Eso dijo Pablo.

Ahora bien, ¿qué razón tenía Pablo para alardear de esta manera?

Él dijo: “He trabajado más”.

Y en los versículos 23 al 27 nos hace un resumen de lo que hizo y sufrió.

Ahí vemos claramente todo el trabajo que hizo el apóstol como ministro de Cristo.

Los ministros de Cristo que trabajan duro en sus asignaciones y se enfocan en su servicio son los que tienen éxito.

Vamos a ver un ejemplo.

Lo podemos encontrar en Lucas, capítulo 8.

Lucas 8:1-3: “Poco después, él [es decir, Cristo] fue de ciudad en ciudad y de aldea en aldea predicando y anunciando las buenas noticias del Reino de Dios.

Con él iban los Doce, así como ciertas mujeres que habían sido curadas de espíritus malvados y de enfermedades: María, a quien llamaban Magdalena —de quien habían salido siete demonios—, Juana la esposa de Cuza —el encargado de la casa de Herodes—, Susana y muchas otras mujeres que usaban sus bienes para atenderlos”.

Aquí tenemos a Cristo, los Doce y unas mujeres.

Mujeres que, según leímos, los atendían.

¿Qué hacían exactamente?

¿Creen que tal vez cocinaran, lavaran la ropa, la remendaran?

Puede ser, pero no necesariamente hacían solo eso.

La asignación de estas mujeres como ministras de Cristo era hacer todo lo que pudieran para que Jesús y los apóstoles pudieran cumplir con sus asignaciones.

Noten lo que se menciona sobre estas mujeres.

Lucas mencionó a tres por nombre.

De algunas dice que habían sido curadas de espíritus malvados y de enfermedades.

Por ejemplo, de María dijo que habían salido siete demonios.

También mencionó a Juana, la esposa de Cuza, el encargado de la casa de Herodes, y a Susana.

Piensen en lo que ellas vivieron.

De María salieron siete demonios.

¿Cómo creen que esa posesión demoniaca afectó su personalidad?

Bueno, ¿y qué decir de Juana?

Aquí dice que era la esposa de Cuza, el encargado de la casa de Herodes.

Así que Juana vivía en el palacio de Herodes, estaba en la corte del rey.

También estaba Susana.

La verdad es que sobre ella no sabemos mucho, salvo que tal vez haya sido una de las que fueron sanadas.

¿Cómo sería su personalidad?

Bueno, estas mujeres tan distintas lograron trabajar juntas.

Y son un buen ejemplo de algo que nos puede ayudar a cumplir con nuestras asignaciones.

No sé si se han dado cuenta, pero, cuando leemos los Evangelios, algo que nunca encontramos es a estas mujeres peleando o discutiendo sobre quién es la mejor, la más importante, la de más estatus…, a diferencia de algunos otros en el grupo.

¿Por qué?

Porque estas mujeres se concentraron en su ministerio, se concentraron en su trabajo.

Trabajaron para los demás y se ayudaron entre sí.

Y ese es un muy buen ejemplo para ustedes y para mí.

Recuerden: Isaías 11:6 dice que “el lobo estará con el cordero”, y los leones con los terneros.

No todos van a ser corderitos.

En sus asignaciones ustedes se van a encontrar con diferentes tipos de personas y van a tener que aprender a trabajar con esas personas, igual que estas mujeres.

¿Qué van a hacer cuando eso pase?

Tengan en cuenta que, para cumplir bien con su asignación, a veces necesitarán ayuda de personas con cualidades como las del león o con cualidades como las del lobo.

Aunque no todos sean corderitos, todos son nuestros queridos hermanos.

Así que, si dentro de la nueva personalidad Jehová permite esta variedad de personalidades, tenemos que aceptarlas.

Tener amigos diferentes a nosotros hará la vida más interesante.

Retomando el relato de Lucas, estas palabras se refieren a algo que sucedió alrededor de la Pascua del año 31.

Pero estas mujeres, tiempo después, estuvieron con Jesús en el Gólgota.

Estas mujeres estuvieron en su tumba.

Y, después, probablemente estuvieron con los apóstoles en el cuarto de arriba.

Esto nos enseña que estas mujeres permanecieron fieles pese a todos los sacrificios que tuvieron que hacer.

Siguieron fieles al Señor.

¿Y qué las ayudó?

Véanlo aquí de nuevo en el versículo 2: “Así como ciertas mujeres que habían sido curadas de espíritus malvados y de enfermedades”.

Estas mujeres se sentían muy agradecidas por lo que Jesús hizo por ellas.

Y, claro, ellas no solo le dieron las gracias a Jehová por haber sido sanadas, sino que esa gratitud también las ayudó y las motivó a aguantar, a aguantar una vida de sacrificios y de servicio a los demás.

Así que siempre sean agradecidos.

Eso los ayudará a aguantar.

Aunque hoy tenemos amigos que se están enfermando y muriendo, Jehová no ha dejado de cuidarnos con cariño.

Mediten en las pequeñas bendiciones de cada día, en los regalitos que Jehová nos da.

Por ejemplo, tal vez nos ayude a sentir paz en nuestra mente y corazón.

No dejen de dar gracias por eso.

Así podrán aguantar y seguir cumpliendo con sus asignaciones.

Algo más que nos llama la atención sobre estas mujeres es que no se dejaron afectar por las acciones de otras personas.

Recuerden, otros discípulos de Jesús, como sabemos, lo abandonaron, pero ellas se quedaron con él.

En el Gólgota, hasta los apóstoles ya lo habían abandonado, habían huido, pero ellas no.

La fe de estas mujeres no dependió de lo que hicieron los demás.

Queridos hermanos, sigan adelante sin importar lo que hagan otros.

Recuerden que, para estas mujeres, los discípulos eran como su familia.

Y a veces algunos miembros de nuestra familia deciden dejar a Jehová, aunque ya queda tan poco tiempo.

Si eso nos sucede, que nuestra fe permanezca firme.

Como estas mujeres, no dejen que otros los afecten, sigan con Jehová.

Seguro que Lucas quedó muy impresionado con estas mujeres.

De hecho, él fue el único evangelista que las mencionó a ellas por nombre.

Y fíjense que Lucas acompañó a Pablo en sus viajes.

En el año 50 de nuestra era, se juntó con Pablo en Troas y siguió con él por muchos años.

Seguro que hablaron mucho.

¿Creen que hayan hablado sobre estas mujeres?

Tal vez conversaron sobre la importancia de mantenerse enfocados en su asignación y de no dejarse distraer por otras cosas.

O quizás hablaron sobre la importancia de mantener la unidad y de aprender a trabajar con distintas personas.

O de por qué es importante ser agradecidos si queremos aguantar.

¿Quién sabe?

Pero, cuando Pablo estuvo preso en Roma, Lucas estuvo con él.

Y, desde allí, Pablo les escribió a los hebreos, a la congregación de Judea, que estaba en Jerusalén.

¿Recuerdan lo que les escribió en Hebreos 6:10?

“Porque Dios no es injusto y no se olvida de las obras de ustedes ni del amor que demostraron por su nombre al haber servido”.

Jehová no se olvidó de estas mujeres.

Y tampoco se va a olvidar de ustedes.

Esfuércense al máximo por poner en práctica todo lo que aprendieron.

Entonces lo serán mucho más, le servirán a Cristo como ministros mucho más.

Muchas gracias, hermano Lippold, por estos ejemplos bíblicos.

Ahora estamos más decididos a enfocarnos en nuestro servicio como ministros de Cristo.

¿No creen que el programa estuvo genial?

¡Y solo acabamos de empezar!

Este mismo mes estarán disponibles en jw.org las partes 2 y 3, así que no se las vayan a perder.

En la videopostal de este mes conoceremos las islas de Santo Tomé y Príncipe.

En un mapa, se ven como dos puntitos en el Golfo de Guinea, en la costa oeste de África.

El clima húmedo y lluvioso de Santo Tomé y Príncipe hace que las selvas del país sean exuberantes.

La vegetación cubre las laderas de las montañas, que pueden tener una altura de más de 2.000 metros o 6.600 pies.

Estas islas tropicales están rodeadas de playas llenas de palmeras.

Y las espectaculares puestas de sol alegran la vista de sus habitantes.

La gente de Santo Tomé y Príncipe es muy trabajadora.

Por ejemplo, tienen la costumbre de lavar su ropa en el río Abade.

Muchos además trabajan obteniendo productos de las palmeras, como el aceite de palma, el vino de palma y otros productos artesanales.

Y, como pueden ver, es un trabajo durísimo.

La deliciosa cocina del país utiliza una gran variedad de frutas, como guayaba, maracuyá, papaya y mango, además de muchos platos con mariscos.

Pero hay otro trabajo muy importante que se lleva a cabo en Santo Tomé y Príncipe.

Las personas de estas islas son amables y cariñosas, respetan profundamente la Palabra de Dios, y no es raro ver a muchas de ellas leyendo la Biblia en sus balcones.

Durante la pandemia, los hermanos han adaptado su predicación.

Escriben cartas y, cuando es posible, las entregan.

Los 933 publicadores de las 14 congregaciones dirigen 1.705 cursos de la Biblia.

Además, durante toda la pandemia, muchas personas se han bautizado.

A pesar de que el internet es muy caro en este lugar, nuestros hermanos y otras personas pueden asistir a las reuniones, a la Conmemoración y a las asambleas.

¿Cómo lo hacen?

Utilizando el único canal de televisión que hay.

Gracias a esto, todas las semanas muchas personas solicitan un curso de la Biblia.

¿Les gustaría saber la asistencia a la Conmemoración del 2021?

¡5.794 personas!

Seis veces más que el número de publicadores.

Aquí pueden ver a algunos hermanos de la congregación de São Marçal.

Los 131 publicadores de esa congregación dirigen 190 cursos de la Biblia.

Estos hermanos tan alegres y leales de São Marçal, así como el resto de los hermanos de Santo Tomé y Príncipe, les mandan su cariño y muchos saludos.

Y nosotros también les mandamos nuestro cariño a ellos.

Gracias por acompañarnos en este programa.

Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.



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