¡Bienvenidos al programa de JW Broadcasting® de enero de 2023!
El 1 de octubre de 2022, la Watchtower Bible and Tract Society of Pennsylvania tuvo su reunión anual, uno de los eventos más esperados del año en nuestra organización.
Estamos encantados de compartir este programa con ustedes.
Esperamos que disfruten de la primera parte de esta reunión tan especial.
Es un placer darles la bienvenida a todos a la reunión anual de la Watchtower Bible and Tract Society of Pennsylvania.
Ha sido un año difícil; para muchos, muy duro.
Algunos han perdido seres queridos.
A otros les preocupa la salud de un familiar, o tal vez la propia.
Y otros más perdieron todo lo que tenían en un incendio, una inundación o un huracán.
Y, cuando uno ha perdido la casa en un desastre natural, es posible que pierda también el trabajo, porque su lugar de empleo tal vez se haya visto afectado.
Y reconstruir la casa es imposible, porque ya ni siquiera tienen dinero.
Sin duda, un año duro.
Pero todos necesitamos ánimo.
Así que le pedimos a Jehová que este programa les dé mucho ánimo, los fortalezca y les dé la absoluta seguridad de que, no importa lo que haya pasado o lo que suceda en el futuro, Jehová va a cuidar de ustedes, él los va a ayudar.
En el programa de hoy vamos a ver algunos videos y vamos a escuchar algún que otro discurso de hermanos del Cuerpo Gobernante...
No tengo ni idea de lo que van a decir, pero sin duda han escogido unos títulos muy interesantes.
Así que voy a ser todo oídos para no perderme nada.
Pero primero, tendremos un video, uno de los que más nos gusta ver: es uno de Caleb y Sofía.
Ah, y por si no lo sabían, Caleb no es un miembro del Cuerpo Gobernante, pero él va a participar en el programa.
Este no es un video como los de siempre; es de esos que son más largos.
Forma parte de la serie “Hazte amigo de Jehová” y se titula ¿Quiénes deberían ser mis amigos? Veámoslo.
¡Tú puedes!
¡Vamos!
Dale, casi lo tienes.
¡Sí!
¡Te pasaste!
¡Qué máquina!
¡Corran, llegamos tarde!
¡Sííííí!
¡Vámonos!
Y los llamó amigos.
En los Evangelios, vemos que los que se hicieron amigos de Jesús tuvieron el mejor amigo posible.
¡Ey, hola!
¡Ey, Lidia!
Oye, ¿te gusta dibujar?
Me encantan tus notas.
¡Están genial!
Mamá me enseñó, me ayudan a recordar.
A mí también.
¿Sabes?
Tenemos una asignación juntas.
¡Qué bien!
Si quieres, te llamo para ensayarla.
¡Lidia, nos vamos!
Bueno, me tengo que ir.
Nos vemos, Sofía.
¡Hola, amigo!
¡Ey, Dylan!
¿Cómo vas?
¡Qué bien que estaba en tu equipo!
A mí lo que más me gustó fue la casa del árbol.
Sí, y había dibujos con todos los animales de la jungla.
Tomi, yo pensé que tu equipo no lo iba a conseguir.
¡Me encanta mi premioooo!
¿Te dieron un premio?
Nos lo dieron a todos.
Mmm… Muy bien, niños.
Silencio, por favor.
Ya es la hora.
Y hoy hablaremos de muchas cosas.
Antes de empezar, los que estuvieron en el campamento el fin de semana pasado pueden venir al próximo viaje.
¡Ya lo estamos preparando!
Pero solo podrán ir los que tengan las calificaciones más altas en el proyecto de matemáticas.
Hablaremos de eso después.
—Oye, Sofía.
—La clase de hoy… Tienes que venir.
Tú eres buenísima en Ciencias.
No te puedes perder el viaje.
¡Sofía!
¿Te vienes?
Bueno, pues eso, que a todos los niños les dieron pines y premios…, y creo que fue muy divertido.
Además, me dijeron que quieren que les ayude.
Ya veo.
¿Ya ves lo que le pasa al auto?
No, ojalá.
Lo que veo es por qué quieres ir al campamento.
Ah, ¿sí?
Claro.
Todos queremos tener amigos y divertirnos.
Por favor, ¿puedes alumbrar un momento hacia aquí?
Sí, justo ahí, gracias.
Solo es que me gustaría tener amigos de mi edad.
Jehová quiere que tengamos amigos.
Pero, Sofía, tendrías que pensar quiénes deberían ser tus amigos.
¿Por qué no lo hablamos en nuestra próxima adoración en familia?
A lo mejor puedes buscar algo de información sobre Marta.
También se lo diré a Caleb.
Y, entonces, nos podemos juntar y podemos hablarlo en familia.
Sofía, ¿estás lista?
¡Sí!
Marta: era judía y era la hermana de Lázaro y María.
Los tres vivían en Betania…, … un pueblo situado como a 3 kilómetros de Jerusalén…, … que era probablemente donde Jesús se quedaba cuando bajaba de Galilea.
A Marta le gustaba cocinar.
Sí, le gustaba mucho.
Y seguro que cocinaba para Jesús y todos sus discípulos cuando estaban de visita.
Tendría que preparar un montón de comida.
Sí, era un montón de trabajo.
Pero, como todos colaboraban, las cosas salían bien.
Sin embargo, a algunos de sus amigos, Jesús no les caía tan bien.
Marta hace un postre de higos que está buenísimo.
Pero qué exagerada eres, Talia.
Seguiré diciéndotelo siempre si consigo que tú me hagas más postres.
Oye, Talia, ¿te enteraste?
Jesús, el Maestro, va a volver a visitarnos.
¿Ese hombre de Galilea?
¿Y va a quedarse en la casa de ustedes otra vez?
Pues sí. ¿Y sabes?
Se queda esta noche.
Todo el mundo habla de él.
A los fariseos de Jerusalén no les gusta nada ese hombre.
Y no creo que sea buena idea que la gente piense que son sus amigas.
Ya, bueno, será mejor que me vaya.
Luego nos vemos.
¡Marta, llegó Jesús!
Espera, espera un momento.
A ver si lo entiendo.
¿Quería que María y tú se sentaran a escuchar de Dios, igual que los hombres?
¿Un maestro que enseña a mujeres?
¡Olvídate!, el trabajo de una mujer es estar en la cocina.
Es verdad, una buena mujer se prepara para trabajar duro.
Eso es lo que importa.
Esa eres tú, Marta.
No dejes que Jesús te llene la cabeza con sus ideas.
¡Lázaro!
Muchas gracias.
¿Cómo está?
Bastante mal.
Ya avisé a Jesús.
Él ayudará a mi hermano.
¿Que avisaste a Jesús?
¿Es que aún no te has enterado?
Todo el mundo está enojado con las barbaridades que dice.
Va diciendo que es el Hijo de Dios.
¡Está loco!
—Es… —Él es leal a Jehová y es nuestro amigo. Por desgracia, Lázaro murió.
Pero ¿recuerdas qué pasó entonces?
Que Jesús volvió a Betania ¡y resucitó a Lázaro!
Jesús era un amigo de verdad.
Se preocupó por Marta, por María y por Lázaro.
Y demostró la clase de amigo que puede llegar a ser Jehová.
Pero ahí no acaba la historia.
¿Sabes lo que hicieron algunas personas después de aquello?
“Al ver lo que Jesús hizo, muchos de los judíos […] pusieron su fe en él.
Pero algunos se fueron y les contaron a los fariseos lo que Jesús había hecho”.
¿En serio?
¿Por qué hicieron eso?
Porque nada los convencía de que Jesús fuera el Cristo.
Ni siquiera ver que Jesús le había devuelto la vida a alguien.
Aquellas personas parecían amigos de Marta, pero odiaban a Jesús.
¿Qué crees que hizo Marta con esas amistades?
Jesús es el Cristo, “la resurrección y la vida”.
Él sí es el Hijo de Dios.
Y, sí, es mi amigo.
Talia, siempre fuiste muy buena conmigo.
Pero no crees en Jesús ni en lo que enseña, no podemos ser amigas.
Los amigos de Marta fueron Jesús y sus amigos.
Ellos le ayudaron a ser amiga de Jehová.
Entonces, Sofía, ¿qué crees que te está enseñando Jehová a ti sobre los amigos?
Pues… que tengo que escoger bien a mis amigos.
¿Y quiénes crees que deben ser tus amigos?
Los que me ayuden a ser amiga de Jehová.
No pienso ir a ese campamento.
¡Esa es mi chica!
Estamos muy orgullosos de ti, Sofía.
Y Jehová también lo está.
¿Qué te parece si ahora terminas las tareas?
Mamá dice que tenemos una invitada.
De acuerdo.
Jehová, por favor, ayúdame a encontrar un buen amigo…, alguien que te quiera.
Al menos te tengo a ti.
¡Sofía!
¡Lidia ya está aquí!
¡La asignación!
¿Te gustan las tortugas?
¡Me encantan!
¿De verdad?
Pues entonces quiero enseñarte una cosa.
¡Es superlinda!
¿Sabes qué, Sofía?
Creo que vamos a ser amigas.
Sí, estoy segura.
Digan la verdad.
A ustedes, los adultos, les gustan los videos de Caleb y Sofía tanto como a los niños.
Por las cartas que nos llegan, lo sabemos.
Ahora escucharemos el primer discurso de un miembro del Cuerpo Gobernante.
Estará a cargo del hermano Gerrit Lösch y el título que ha elegido es muy interesante: “La columna de la verdad nos sostiene”.
Te escuchamos, hermano Lösch.
¿La siguiente afirmación es verdadera o falsa?
“La verdad es relativa”.
Esto no es relativamente, sino absolutamente falso.
Algunos piensan que algo puede ser verdad para unos pero puede no serlo para otros.
Muchas religiones afirman tener la verdad.
Sin embargo, sus enseñanzas a menudo se contradicen entre sí.
¿Es esto una prueba de que toda verdad es relativa, de que no hay verdad absoluta?
No.
La verdad es que la verdad no es relativa, sino que es absoluta.
Los que dicen que la verdad es relativa están absolutamente equivocados.
El término hebreo ʼemethʹ a menudo se traduce como “verdad”, y puede designar lo que es firme, digno de confianza, estable o fiel.
La palabra griega para “verdad”, a·leʹthei·a, se deriva de una palabra que significa “no oculto”, así que la verdad suele implicar que se pueda ver lo que antes estaba escondido.
Jesús dijo en Lucas 12:2: En los Evangelios, aparece más de 70 veces una expresión que usaba Jesús para enfatizar que lo que estaba diciendo era la verdad.
Con frecuencia decía “amén” antes de hacer una afirmación.
El término hebreo correspondiente significaba “seguro, verdadero”.
El Diccionario Teológico del Nuevo Testamento dice: “Al introducir Jesús sus palabras con un amén, las declaraba seguras y fidedignas, las proclamaba y les daba un carácter obligatorio para sí mismo y para sus oyentes”.
The New International Dictionary of New Testament Theology, en el volumen 3, página 901, dice: Mucha gente “trata de ‘desenmascararlo’ todo, creyendo que nadie ni nada puede reclamar la posesión de la verdad. […] La verdad sí puede hallarse, con la sumisión humilde a esta en el momento y el lugar en que se revela.
Esta disposición abierta a la verdad se requiere de los que adoran al Dios de la verdad, y el debido respeto por ella asegura un trato honrado al prójimo, tanto de palabra como de hecho.
Esta es la actitud de la que dan testimonio tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento”.
Fin de la cita.
¿Puede cambiar la verdad?
Esta pregunta se la planteó Vincent Ruggiero en su libro El arte de pensar.
Su respuesta es no.
Él dijo: “Puede que a veces lo parezca, pero un examen minucioso demuestra que no es así”.
Así es, ¡la verdad nunca cambia!
“Piense”, dice él, “en el caso de la autoría del primer libro de la Biblia, el Génesis.
Durante siglos tanto cristianos como judíos creyeron que el libro había tenido un solo autor.
Con el tiempo […] este punto de vista […] poco a poco fue sustituyéndose por la idea de que el Génesis había tenido cinco autores.
Después, en 1981, se publicaron los resultados de un análisis lingüístico del Génesis […] en el que se afirmaba que hay un 82 % de probabilidades de que haya tenido un solo autor, como se pensaba originalmente.
¿Ha cambiado la verdad de la autoría del Génesis?
No.
Solo ha cambiado nuestra opinión”.
¡Qué interesante!
Y añadió: “Ni nuestro conocimiento ni nuestra ignorancia van a cambiar la verdad”.
Y estamos de acuerdo.
En realidad, nadie piensa que no haya ninguna verdad.
Cuando hablamos de lo físico, de cosas como la medicina, las matemáticas o las leyes de la física, todo el mundo cree que hay cosas que son verdad.
¿Quién se atrevería a viajar en un avión si no creyera que las leyes de la aerodinámica son absolutamente ciertas?
Hay verdades que se pueden comprobar, y nos rodean.
Nuestra vida depende de ellas.
¿Y cambia alguna vez la verdad?
Por supuesto que no.
Nuestra manera de entender la verdad puede cambiar cuando adquirimos más conocimiento, pero la verdad nunca cambia.
Cuando Jesús dijo que su único propósito en la vida era hablar acerca de la verdad, se refería a algo que los judíos fieles habían valorado por siglos.
Los judíos habían entendido por mucho tiempo que en las Escrituras la verdad era algo concreto, no algo teórico.
En la Biblia, la palabra hebrea para “verdad” es ʼemethʹ, y hace referencia a algo que es firme, sólido y, sobre todo, confiable.
Los judíos tenían buenas razones para ver la verdad de esta manera.
A su Dios, Jehová, lo llamaban “el Dios de la verdad”, porque todo lo que Jehová prometía que iba a hacer, lo hacía.
Cuando prometía algo, lo cumplía.
Cuando inspiraba profecías, se realizaban.
Cuando dictaba una sentencia, se ejecutaba.
Millones de israelitas habían sido testigos de estas realidades.
Quedaron escritas en la Biblia como hechos históricos incuestionables.
A diferencia de otros libros que se consideran sagrados, la Biblia no es un libro de mitos ni de leyendas.
La Biblia habla de hechos que se pueden comprobar, de realidades históricas, arqueológicas, científicas, y también habla de realidades sociológicas.
No sorprende que el salmista dijera de Dios: “Tu ley es verdad. […] Todos tus mandamientos son verdad. […] La verdad es la propia esencia de tu palabra”.
Como nuestro Dios, Jehová, es el autor de la Biblia, la Biblia es la verdad.
Jesucristo repitió las palabras del salmo cuando le oró a su Padre y le dijo: “Tu palabra es la verdad”.
Jesús sabía que todo lo que su Padre decía era completamente cierto y confiable.
Y hasta el mismo Jesús estaba “lleno de […] verdad”.
Sí, Jesucristo era la personificación de la verdad.
La Ley mosaica, era verdad, pero no era toda la verdad.
Jesús enseñó algo distinto a la Ley de Moisés.
La Biblia dice que la Ley mosaica era una “sombra”, una imagen profética de cosas mayores que se harían realidad mediante Cristo.
Así que la Ley mosaica no era toda la verdad, era una sombra de ella.
Jesús no era la sombra, era la realidad.
Él dijo en Juan 14:6: “Yo soy […] la verdad”.
Pero, si hablamos de enseñanzas, ¿qué es la verdad?
¿Qué puede ayudarnos a entenderla?
La Biblia habla del “espíritu de la verdad”.
¿Y qué es “el espíritu de la verdad”?
Es el espíritu que viene de nuestro Dios, Jehová, y es puro y santo.
Jesús les dijo a sus discípulos en Juan 16:12, 13: El espíritu de Dios les enseñaría todo lo que necesitaban saber para realizar su labor.
Les haría recordar y entender las cosas que le habían escuchado decir a Jesús, pero que, en aquel momento, no habían entendido.
El espíritu también les diría las cosas que iban a suceder, y también el significado y la importancia de la muerte de Jesús y de su resurrección.
Estas cosas sucederían en el futuro, eran cosas que los discípulos no entendieron al principio.
El hermano Russell escribió el libro titulado El Plan Divino de las Edades, que se publicó en 1886.
En el capítulo titulado “La Biblia como revelación divina vista a la luz de la razón”, él dijo: “La profundidad, el poder, la sabiduría y el alcance del testimonio de la Biblia nos convencen de que el autor [...] no es el hombre, sino el Dios Todopoderoso”.
Para ayudarnos a valorar más la verdad, ¿con qué la podríamos comparar?
La verdad es como un espejo que nos ayuda a ver la realidad y, si es necesario, a mejorar nuestro aspecto.
La verdad es como una columna firme y estable, que nos ayuda a rebatir enseñanzas falsas.
La verdad también se parece a un cinturón de un guerrero, y nos ayuda a seguir haciendo lo que está bien.
La verdad es como un arcoíris por su belleza.
La verdad es como el hermoso canto de un ruiseñor.
La verdad es como el calor acogedor de una chimenea en una noche fría.
Y ahora una comparación que les gustará a muchos: la verdad es como el primer café de la mañana, nos llena de energía.
Sí, la verdad nos da energía.
La verdad es como un imán, que atrae a las personas de buen corazón a Dios.
La verdad es como un oasis en el desierto.
También es como el ancla de un barco en medio de una tormenta o como el bote salvavidas en un barco que se hunde.
La verdad es como un faro en la noche, que guía a una embarcación a la orilla o a un puerto.
La verdad es como las estrellas que guían a los marineros.
También es como una brújula que nos muestra el camino cuando estamos perdidos en la selva.
La verdad es como el sol cuando amanece, bañando con su tenue luz los paisajes. La verdad es como unos preciosos fuegos artificiales.
La verdad es como la atmósfera alrededor de la Tierra, que la protege de los rayos solares dañinos.
La verdad es como la luz.
“El fruto de la luz consiste en toda clase de [...] verdad”.
“El que hace lo que es verdadero va a la luz”, dice la Biblia.
Imagínese que usted nació ciego, pero lo operan y recupera la vista.
¿No se sentiría muy feliz?
Pues la verdad es como ese sentimiento, cuando alguien la aprende y la valora.
La verdad es como la bella música tocada por un solista o por una orquesta.
La verdad es como una deliciosa comida que además es nutritiva.
La verdad nos alimenta como una madre a su bebé.
La verdad es como un tesoro escondido, tenemos que cavar para encontrarlo.
También es como agua refrescante en un día caluroso.
La verdad es como un río caudaloso.
Aunque se construya una presa para pararlo, se desbordará.
Nadie puede parar la verdad, ¿por qué?
Porque Jehová, el Todopoderoso, la respalda.
La verdad es como una flor o como un ramo de bonitas flores.
El hermano Russell escribió: “La verdad, como una pequeña flor en el desierto de la vida, está rodeada y casi asfixiada por el [...] crecimiento de la mala hierba del error.
Si aspira a encontrarla, debe permanecer alerta; si quiere ver su belleza, debe apartar la mala hierba del error y las zarzas de la intolerancia; si desea poseerla, tiene que agacharse.
No se conforme con una sola flor de la verdad.
De haber bastado con una, no habría más.
Siga recogiendo; siga buscando”.
La verdad es como un perfume agradable.
La verdad es como un diamante que brilla, ¿les gustan los diamantes?
Pues la verdad vale mucho más que los diamantes porque nos hace amigos de Jehová y nos conduce a la vida eterna.
La verdad es como el camino por el que andamos.
2 Pedro 2:2 habla del “camino de la verdad”.
“Dios es un espíritu, y los que lo adoran tienen que adorarlo con espíritu y con verdad”.
Ahora es el momento de estudiar la verdad y asistir a las reuniones, donde se nos enseña la verdad.
No se pierda las reuniones.
1 Timoteo 3:15 dice que la congregación es la “columna [...] de la verdad”.
La congregación protege la pureza de la verdad y la defiende.
Claro, Jehová nos enseña por medio de la Biblia, pero también por medio de las reuniones.
Hablamos de la verdad cuando predicamos, y también lo hacemos cuando hablamos entre nosotros.
Tenemos la verdad en los labios y también alrededor de la cintura.
Efesios 6:14 dice que tenemos que llevar puesto “el cinturón de la verdad”.
La verdad no conoce, digo, el mundo no conoce la verdad.
¡Qué bendición es conocer la verdad!
¡Nos hace felices!
Estamos listos para predicarla y enseñarla.
Así que, hablamos la verdad y andamos en la verdad.
3 Juan 3 dice que sigamos “andando en la verdad”.
Los que andan ahora en la verdad vivirán para siempre.
Miqueas 4:5 dice: Y eso es mucho tiempo.
Ayude a sus estudiantes a amar la verdad y a vivir la verdad.
Y, si fuera necesario, a que estén dispuestos a morir por la verdad o por Jehová.
La verdad es invencible y va a conquistar este mundo malvado.
Que todos nosotros, nuestros familiares y nuestros estudiantes estemos resueltos a andar en la verdad y a hablar de la verdad.
¿Por qué hacemos esto?
Porque amamos la verdad y amamos al Dios de la verdad.
También demostramos que vivimos la verdad con nuestra conducta.
Hermanos, esta es la verdad.
La Biblia es la verdad.
Sigan hablando de la verdad y andando en ella.
Así andarán para siempre y alabarán al cariñoso Dios de la verdad.
Gracias por ese análisis tan fascinante.
Lo agradecemos mucho, Gerrit.
Escuchemos ahora el discurso del hermano Geoffrey Jackson: “Estemos alerta y listos para actuar con decisión”.
Vivimos en la parte final de los últimos días.
Por eso, muy pronto viviremos sucesos que pondrán a prueba nuestra lealtad como nunca antes.
Sí, hay que estar alerta y listos para actuar con decisión.
Bueno, los hermanos del primer siglo se encontraron en una situación muy parecida.
Ellos también tuvieron que vivir sucesos trascendentales.
¿Cuáles fueron algunos sucesos a los que tuvieron que hacer frente los hermanos?
¿Cómo preparó Jesús a sus discípulos para todo aquello?
¿Y qué aprendemos nosotros?
Antes de nada, me gustaría que se imaginen esta escena.
Remontémonos al 9 de nisán del año 33.
¿Recuerdan lo que ocurrió ese día?
Jesús estaba montado en un burrito.
Traten de visualizarlo, ustedes están ahí.
Jesús va bajando del monte de los Olivos por el valle de Cedrón.
Y, mientras se acerca a Jerusalén, ¿qué ocurre?
Empieza a llegar gente, cada vez más personas.
La gente echaba sus mantos en el camino, otros cortaban ramas y las agitaban.
Y decían: “¡Bendito el que viene en el nombre de Jehová!”.
Todo el mundo estaba eufórico.
¡Qué emocionante debió ser eso!
Y, aun así, en aquel momento tan alegre de su vida, Jesús se entristeció y lloró.
¿Por qué?
Por favor, leamos el relato en Lucas 19:41-44.
El relato inspirado nos dice que “cuando [Jesús] llegó cerca de la ciudad y la vio, lloró por ella diciendo: ‘Si tú, tú misma, hubieras percibido en este día las cosas que tienen que ver con la paz...
Pero ya han sido escondidas de tus ojos.
Porque te llegarán días en los que tus enemigos levantarán a tu alrededor un cerco de estacas puntiagudas; te rodearán y te asediarán por todos lados.
A ti y a tus habitantes los derribarán al suelo, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no percibiste el tiempo en que se te estaba inspeccionando’ ”.
¿Qué notamos en estos versículos?
¿Vemos la compasión que siente Jesús por aquellos que iban a morir en la destrucción de Jerusalén?
Él ya estaba viendo la destrucción, lo que le esperaba a la ciudad en el año 70.
Aquello lo entristeció muchísimo.
Tanto, que lloró de forma audible.
No lloró en silencio, como cuando iba a resucitar a su amigo Lázaro.
Esta vez todos lo oyeron.
¿Qué aprendemos nosotros de esto?
Bueno, por un lado, percibimos el amor de Jehová reflejado en los sentimientos de Jesús.
Jesús quedó muy afectado al pensar en lo que les ocurriría a Jerusalén y a sus habitantes.
Y, según el 44, ¿qué más entristeció a Jesús?
Hubo otra cosa: que ese era el tiempo “de inspección” o de juicio.
Aunque Jesús estaba pensando en las cosas que sucederían en el futuro, se daba cuenta de que ellos estaban perdiendo la oportunidad en aquel momento de hacer algo; hacer algo para prepararse para el futuro.
Y aprendemos otra cosa más.
No solo aprendemos sobre la compasión que mostró Jesús (que es la misma compasión que debemos mostrar también nosotros al pensar en lo que le ocurrirá a la gente en el futuro).
Si Jesús se preocupó tanto por las personas malvadas que iban a ser destruidas en ese entonces, ¿cómo se habrá sentido al pensar en sus seguidores?
¿Creen que querría prepararlos?
¡Claro que sí!
Y por eso no nos sorprende que dos días después llevara aparte a sus apóstoles y les diera algunas instrucciones.
Veamos qué les dijo, aquí en Lucas 21:20-22.
Esto es lo que dijo Jesús: “Ahora bien, cuando vean a Jerusalén rodeada de ejércitos acampados [esto es algo que sucedería en el año 66], sepan entonces que se ha acercado su devastación.
Entonces, los que estén en Judea, que huyan a las montañas; los que estén en medio de Jerusalén, que se vayan de allí, y los que estén en el campo, que no entren en ella [o sea, en Jerusalén].
Porque estos son días para hacer justicia, para que se cumplan todas las cosas que están escritas”.
¿Se dieron cuenta de que Jesús les habló a tres grupos distintos?
Él les habló a todos los que vivían en Judea, que no era solo Jerusalén, sino los pueblos de alrededor.
A este grupo les dijo: “Salgan de ahí, huyan, vayan a las montañas”.
Después les habló a los que vivían en Jerusalén.
¿Y qué les dijo?
“Salgan de la ciudad”.
Y el tercer grupo eran los que vivían en el campo, es decir, los campesinos.
Ellos vivían fuera de la ciudad cultivando los campos.
Normalmente, lo que se hacía en aquella época es que, si venían los ejércitos enemigos, la gente buscaba refugio dentro de la ciudad.
Pero Jesús les pidió que hicieran lo contrario.
Así que, sin importar dónde vivieran sus seguidores: en el campo, en la ciudad o en los alrededores, ¿qué tenían que hacer todos?
¡No huir a la ciudad!
No confiar en eso, en Jerusalén.
Jesús les estaba dando las instrucciones que necesitaban antes de que empezaran a ocurrir cosas.
Entonces, ¿cuál era en realidad el mensaje que Jesús les quería transmitir a sus discípulos?
Bueno, aunque todos ellos en aquel tiempo eran judíos, tenían que darse cuenta de que Jerusalén ya no era la sede terrestre del Reino de Jehová.
Y también tenían que darse cuenta de que el templo ya no era el centro de la adoración de Jehová.
Así que sus seguidores tenían que tener muy claro en su mente estos hechos.
Tenían que decidir qué iban a hacer antes de que empezaran a suceder cosas.
Pongamos un ejemplo que todos podamos entender.
Muchos de nosotros hemos tenido que tomar decisiones relacionadas con las transfusiones.
Pero ¿cuándo debemos tomar las decisiones sobre este tema?
¿Cuando ya estamos en la ambulancia, casi inconscientes, con dolor?
“Ay, dame la tarjeta de la sangre.
Léeme lo que dice”.
¿O es ahí, en la sala de urgencias, cuando te van a operar, que comienzas a discutir con la gente y hacer preguntas?
¡No!
Sabemos que es ahora cuando tenemos que tomar las decisiones sobre este tema.
Luego, tenemos que apegarnos a esas decisiones.
Y así, en el momento en que ocurra una emergencia, estaremos preparados para hacerle frente.
Ese era el mensaje que Jesús quería transmitirles.
Sí, los cristianos del primer siglo tenían que deshacerse de cualquier sentimiento nacionalista, dejar de pensar que Jerusalén era la elegida.
Si no lo hacían, podrían cometer un grave error, y especialmente cuando llegara el año 66 de nuestra era.
¿Qué pasó ese año?
Hagamos un resumen de los sucesos.
Muchos conocemos muy bien lo que sucedió hacia finales del año 66.
Fue entonces cuando el ejército romano, comandado por Cestio Galo, atacó Jerusalén.
Pero, de forma inesperada, el ejército se retiró.
Esto les permitió a los cristianos huir de Jerusalén.
Ahora bien, ¿fue ese el único suceso significativo del año 66?
No.
Hagamos un repaso de otras cosas que sucedieron antes de eso.
Esto nos ayudará a entender por qué los cristianos tenían que estar alerta y haber tomado decisiones de antemano.
Pongámonos en contexto.
Ya desde los días de Jesús, los judíos estaban hartos de los impuestos que les cobraba el gobierno romano y de su corrupción.
Pero a principios del año 66 la situación se puso aún peor.
El procurador romano de Judea, Gesio Floro, era un hombre muy corrupto y famoso por su crueldad.
Por todas partes, reinaba el espíritu de rebelión.
Judea era como un barril de pólvora a punto de estallar.
En algún momento a principios del año 66, Gesio Floro saqueó el tesoro del templo de Jerusalén y se llevó unos 17 talentos.
Esto hizo que los judíos se rebelaran.
En respuesta, Gesio Floro les ordenó a sus soldados que atacaran a los rebeldes y les permitió saquear centenares de hogares y matar a unos 3.600 judíos.
Pero los judíos lograron detener aquel ataque.
Y Gesio Floro y sus hombres tuvieron que abandonar la ciudad.
Si usted hubiera estado allí, ¿cómo hubiera reaccionado?
¿Le hubieran indignado los abusos de Gesio Floro?
Si hubiera vivido en el campo, ¿habría pensado que los romanos podían volver y que ahora era el momento de refugiarse en Jerusalén?
Los cristianos tenían que estar alerta y tener claro cómo actuar.
Recuerde, Jerusalén ya no significaba nada para ellos y no les ofrecía seguridad.
¿Qué pasó después?
Eleazar, el hijo del sumo sacerdote Ananías, tomó el control del recinto del templo.
Ordenó que se dejaran de hacer sacrificios al emperador.
Y después echó de la parte alta de la ciudad a los romanos que quedaban.
Si hubiera estado allí, ¿se habría sentido orgulloso y feliz de que por fin se hubiera echado a los romanos corruptos?
Recuerde, Jerusalén ya no significaba nada para los cristianos y no les ofrecía seguridad.
Ellos no debían distraerse, tenían que estar alerta y tener claro lo que debían hacer.
Luego, por julio o agosto, Menahem, el líder de otro bando judío, tomó el control de la fortaleza romana de Masada y se apoderó del armamento que había allí.
Después regresó a Jerusalén y tomó la Fortaleza Antonia.
Además, quemó el palacio de Herodes, los palacios de Agripa y Berenice y la casa del sumo sacerdote Ananías.
Además, este bando ordenó la ejecución de Ananías y de su hermano Ezequías.
Después de eso, volvieron a la Fortaleza Antonia y masacraron al resto de soldados romanos que quedaban allí.
La ciudad estaba dividida y alborotada.
¡Qué fácil hubiera sido tomar partido por uno de los bandos!, ¿no cree?
Pero recuerde que aquellos asuntos no eran significativos para los cristianos.
No se podían distraer, tenían que estar alerta y listos para actuar con decisión.
Finalmente, alrededor de noviembre, Cestio Galo, el gobernador de Siria, marchó con sus tropas hacia Jerusalén y acampó a 10 kilómetros (unas 6 millas) de la ciudad.
Los judíos rebeldes enseguida salieron de la ciudad y atacaron a los romanos, aunque era sábado.
Como los romanos huyeron a Bet-Horón, los judíos pudieron quedarse con sus armas y suministros.
Por su parte, Agripa mandó a dos amigos suyos para hablar con los judíos rebeldes y así convencerlos de que abandonaran la lucha y prometerles que no habría represalias.
Pero los rebeldes mataron a uno de los hombres e hirieron al otro.
Entonces, Cestio Galo persiguió a los rebeldes hasta Jerusalén, acampó en el monte Escopus durante tres días y después comenzó a socavar la muralla de la ciudad y trató de quemar la puerta del templo.
Pero luego, de forma inesperada, Cestio Galo y su ejército se retiraron.
En ese momento, los cristianos de Jerusalén y de Judea que estaban alerta actuaron con decisión y huyeron.
Los rebeldes fueron tras el ejército romano, mataron muchos soldados y saquearon sus pertenencias.
Y Cestio Galo ordenó a sus soldados que se retiraran.
Los rebeldes judíos fueron persiguiendo a los soldados romanos durante siete días, quedándose con todo lo que estos dejaban atrás.
Y después regresaron a Jerusalén.
¿Cuál era el ambiente en la ciudad para entonces?
Un historiador resume así el relato de Josefo: Los defensores de Roma abandonaron la ciudad.
Si hubiera vivido en aquella época, ¿qué habría hecho?
Muchos judíos huyeron a Jerusalén para refugiarse allí.
Pero ¿era un lugar seguro?
No.
Entre los judíos, varios bandos políticos luchaban por el poder.
Con el tiempo, en el año 70, Jerusalén y su templo fueron destruidos.
Pero los cristianos que se habían mantenido alerta y habían actuado con decisión estaban a salvo en Pela, lejos, al otro lado del río Jordán.
Después de haber repasado estos sucesos del año 66, ¿qué hemos visto?
Primero, no fue un solo suceso, sino una serie de sucesos.
¿No le impresiona ver cuántas cosas ocurrieron?
Y solo hemos mencionado unas cuantas.
Segundo, hubo muchos asuntos políticos y religiosos que generaron divisiones y podrían haber distraído a los cristianos.
Y, tercero, aquellos cristianos tenían que estar concentrados en su esperanza y recordar que ni Jerusalén ni su templo podían ofrecerles seguridad.
¿Por qué nos debe interesar todo esto a nosotros?
Fíjese en qué otras instrucciones les dio Jesús a sus discípulos según el relato de Lucas 21:34-36: Jesús dijo que estas cosas ocurrirían “en la superficie de toda la tierra”.
Eso significa que no se refería solo a los cristianos del primer siglo, sino también a nosotros.
Por eso, tenemos que estar vigilantes, mantenernos alerta.
Además, también tenemos que orar todo el tiempo, es decir, fortalecer nuestra relación con Jehová.
¿Qué lección extraemos para nosotros?
Hermanos, es verdad que no conocemos todos los detalles de lo que ocurrirá a medida que se acerca la gran tribulación.
Pero sí sabemos que Jesús no quiso decir que nosotros, hoy, tendríamos que huir de una ciudad literal o escaparnos a las montañas.
¿Cómo podríamos hacerlo, si estamos esparcidos por toda la tierra?
Ahora bien, tenemos que recordar las mismas cosas que eran importantes para los cristianos del primer siglo.
No confiemos en las instituciones religiosas y políticas del mundo de Satanás.
¿Por qué es esto tan importante?
Hoy día estamos viendo un suceso tras otro que culminarán en el fin de este sistema, tal como ocurrió en el año 66.
Por todas partes vemos inestabilidad política y conflictos, no solo entre naciones, sino también dentro de la misma nación.
La gente está dividida por causa de asuntos religiosos, políticos y sociales, entre ellos el aborto y la homosexualidad.
Hasta temas científicos, como el calentamiento global, se han convertido en debates políticos.
Nosotros también tenemos que hacer caso de la advertencia que Jesús les dio a los cristianos del siglo primero: no tomemos partido en los asuntos de este mundo caótico y mantengámonos centrados en la esperanza del Reino.
Pronto, tendremos que enfrentarnos a sucesos que pondrán a prueba nuestra integridad como nunca antes.
¿Con qué nos queremos quedar?
Bueno, en primer lugar, ahora es el momento de tomar decisiones y apegarnos a ellas.
Tenemos que estar completamente decididos a no confiar en las instituciones políticas de este mundo.
Tenemos que ser neutrales y confiar en el Reino de Dios.
También tenemos que recordar que lo que nos espera en el futuro tal vez no sea una sola cosa.
Podría ser una serie de sucesos que ocurran todos a la vez, y eso podría distraernos.
Pero, si tomamos nuestras decisiones desde ahora, estaremos preparados.
Además, tampoco olvidemos que tenemos que mantener una relación estrecha con Jehová.
Y recordemos la compasión que demostró Jesús.
Tanto él como Jehová quieren protegernos en ese tiempo.
Así que estemos alerta y listos para actuar con decisión.
¡Cuánto hemos aprendido con este discurso!
Ese video estaba muy bien preparado.
Sin duda nos ayudó a todos a entender el punto que se quería destacar.
Seguro que todos hemos orado por los hermanos de Ucrania.
Como sabemos, muchos han tenido que huir por la guerra.
Lo cierto es que algunos tuvieron que salir del país con lo que llevaban puesto, o poco más que eso.
Tal vez nos estemos preguntando cómo los han cuidado en los países donde se han refugiado.
En este video, que es más corto, veremos todo el amor que los hermanos de países vecinos les han mostrado, así como el gran esfuerzo que ha requerido organizar esta inmensa labor de socorro.
Al principio, pensábamos que esto sería una especie de conflicto entre el rey del norte y el rey del sur.
Pero, al final, lo que pasó fue mucho peor de lo que esperábamos.
Nos dimos cuenta de que teníamos que prepararnos para los grandes cambios que se acercaban.
Había miles de personas en la frontera tratando de entrar en Polonia.
La gente tuvo que esperar mucho porque se formaron filas kilométricas.
Casi todos los días llegaban por lo menos 200 hermanos que venían a buscar refugio en nuestro país.
La verdad es que era muy triste, porque la mayoría solamente traía una mochila o una bolsa.
No les había sido posible traer nada más que eso.
Los hermanos del Comité de Coordinadores del Cuerpo Gobernante hablaron con nosotros para ver cómo podíamos ayudar a los hermanos que estaban llegando.
Inmediatamente se formó el primer Comité de Socorro, y pronto nos dimos cuenta de que se necesitaba más ayuda por todo el país.
Así que se formaron en total 16 Comités de Socorro.
El número de solicitudes DC-50 de los hermanos que querían ofrecerse para trabajar como voluntarios se fue multiplicando cada semana.
Y, bueno, fue muy bonito ver que los hermanos tenían tantas ganas de ayudar y que estaban listos para hacerlo.
Organizamos todo para dar la bienvenida a nuestros hermanos.
Los estábamos esperando en los pasos fronterizos, en los puntos de recepción que las autoridades habían colocado en la frontera y en otros lugares adonde llegaban los trenes desde Ucrania.
Y, claro, teníamos que pedir ayuda a las congregaciones para alojar a todos los hermanos.
Por eso, preparamos una encuesta que nos ayudó muchísimo a que todo estuviera organizado y listo a tiempo.
Y, sin duda, vimos claramente la mano de Jehová.
Fue impresionante, porque en solo unos pocos días recibimos más de 7.500 respuestas.
Se habilitaron 4 Salones de Asambleas y 22 Salones del Reino para usarlos temporalmente como centros de ayuda para los refugiados.
Los hermanos habían estado viajando durante días, así que necesitaban algunas cosas básicas.
Por ejemplo, les hacían falta pañales para los niños, productos de higiene personal y muchas otras cosas aparte de ropa.
Se les dio comida, pudieron calentarse, ducharse y descansar un poco.
Además, los voluntarios organizaron zonas donde pusieron ropa que se había donado para que los hermanos y las hermanas se llevaran lo que necesitaran.
Incluso se prepararon espacios para los niños.
Los hermanos les llevaron juguetes, cosas para dibujar y pintar, cosas para que se entretuvieran.
De esa manera, logramos que los niños estuvieran distraídos y que no pensaran tanto en todas las cosas que habían visto mientras huían junto a sus familias.
En los dibujos que ellos hicieron se podía ver lo agradecidos que estaban.
Por todas partes, habían escrito “dziękuję” y “spasiba” (gracias).
Hicieron muchos dibujos del Paraíso.
Se notaba que su esperanza era real.
Fue muy bonito.
Los superintendentes de circuito y los ancianos hicieron algo realmente impresionante.
En solo dos o tres semanas, algunos de ellos hicieron cientos de visitas de pastoreo para animar y dar ayuda espiritual a los hermanos refugiados.
Nuestra meta era entregar 40.000 cajas de ayuda humanitaria.
Para lograrlo, tuvimos que comprar alimentos, productos de higiene, artículos de primeros auxilios y suministros médicos.
También tuvimos que encontrar un lugar donde almacenar todas estas cosas.
Después, tuvimos que pensar en cómo empaquetarlas, cómo llevarlas hasta la frontera y cómo hacérselas llegar a los hermanos de Ucrania, donde en ese momento estaban en plena guerra.
Fue muy emocionante ver a tantos voluntarios ayudando a preparar las cajas.
Algunos de ellos viajaron más de 300 kilómetros o 185 millas para ir a colaborar.
Estuvieron dispuestos a hacer esos viajes tan largos aunque solo iban a ayudar un par de horas.
En total, se empaquetaron y enviaron unas 190 toneladas de suministros.
Además, en cada caja pusimos dibujos que habían hecho los niños.
Así, al abrirlas, los hermanos de Ucrania sentirían nuestro amor.
Todo lo que se hizo para ayudar a los hermanos de Ucrania fue una muestra del amor y el poder de Jehová.
Fue gracias a él que estuvimos preparados para cubrir las necesidades de nuestros hermanos.
Solo él podía lograr que les diéramos ayuda de forma tan organizada y efectiva.
Muchos hermanos han comentado que ver todo lo que se está haciendo para ayudar a los hermanos y hermanas de Ucrania los convence de que, si en el futuro ellos pasan por una situación parecida, si necesitan ese amor, si necesitan esa ayuda, la organización de Jehová también los cuidará a ellos.
Poder ser parte de la familia de Jehová, de una familia internacional, es un regalo maravilloso.
Este mundo está cada vez más lleno de odio.
Está cada vez más dividido y lleno de conflictos.
Pero en el pueblo de Jehová pasa todo lo contrario: nuestro amor sigue creciendo y haciéndose más fuerte cada día, y cada vez estamos más unidos.
Hermanos, queremos darles las más sentidas gracias por la ayuda humanitaria que han dado a los refugiados.
Se aprecia muchísimo todo el trabajo y planificación que han hecho a favor de sus hermanos.
Ahora bien, una pregunta: ¿cómo lograron salir de Ucrania estos hermanos?
Muchos vivieron cosas verdaderamente aterradoras.
En el siguiente video nos cuentan sus historias.
Tengan a mano un pañuelito.
Lo van a necesitar.
Pensamos que podía ser el ruido de un camión, pero después, cuando vimos las noticias en internet nos enteramos de que había explosiones en todas las ciudades.
Mi mamá se despertó por las sirenas que estaban sonando en toda la ciudad.
La verdad es que nos pusimos muy nerviosas y encendimos la televisión, y no tuvimos que buscar mucho porque todos los canales estaban hablando de lo mismo de que la guerra había empezado.
Inmediatamente nos pusimos a orar y a llamar a nuestros familiares y amigos para saber cómo estaban.
Y esperamos instrucciones de los hermanos.
Nos llamaron a las 5:30 de la mañana para decirnos que estaban cayendo bombas en Kiev.
Inmediatamente despertamos a los niños, les contamos lo que pasaba y les dijimos que no iban a ir a la escuela.
Nos dimos cuenta de que nuestra vida había cambiado.
Leímos el texto del día, que era un versículo que es muy conocido, sabíamos lo que decía.
Había sido un texto del año, lo recordábamos bien, pero en ese momento fue muy especial.
Fue como si Jehová nos hablara directamente a todos nosotros.
En ese momento supe lo que tenía que hacer Y ese día los hermanos abrieron una reunión de Zoom que duró todo el día.
Nos podíamos conectar para predicar, para hablar y para animarnos unos a otros.
Gracias a eso sentimos que estábamos juntos.
Cada día era más difícil conseguir comida, y los precios iban subiendo cada vez más.
La gente empezó a entrar en pánico, y empezaron a comprar muchas cosas, más de las que necesitaban: medicinas y otros productos básicos.
La situación era muy complicada.
Durante los pasados dos años, los hermanos nos han estado recordando que tengamos mochilas de emergencia.
Y poco antes de la guerra nos recordaron que revisáramos las mochilas, para ver si estaban bien, para asegurarnos de que estuvieran en buenas condiciones.
Además, los hermanos nos recomendaron que almacenáramos suficiente comida para sobrevivir durante unos dos meses.
Cuando empezó la guerra, nos preocupamos mucho porque yo estaba embarazada, estaba en mi noveno mes de embarazo.
Faltaba poco para el parto.
Le hicimos muchas oraciones a Jehová para que nos ayudara a saber qué hacer, a tomar la decisión correcta.
No sabíamos lo que estaba pasando ni lo que iba a pasar.
Pero, cuando nos enteramos de que habían bombardeado un hospital y otro edificio que estaban justo al lado de nosotros, nos dimos cuenta de que teníamos que irnos de allí y buscar un lugar más seguro.
Entonces mi esposo decidió que nos fuéramos.
No podíamos huir porque yo no podía viajar.
Tan solo moverme de un cuarto a otro era muy difícil.
Así que nuestra situación era muy complicada porque, por un lado, no podíamos salir huyendo.
Pero, por el otro, tampoco podíamos quedarnos porque todos los días caían bombas.
Mi papá se encuentra muy mal ahora mismo, está en una situación muy difícil.
Él es ciego y oye muy poco, le dio un derrame cerebral y, hace unos meses, se rompió la cadera.
Así que ahora está en cama y necesita ayuda constantemente.
La mamá de Katia tampoco oye bien y se fracturó el brazo.
Sabemos que es nuestro deber cuidar de nuestros padres, es un mandato de Jehová.
Pero no sabíamos cómo podríamos hacerlo en esta situación.
Justo cuando empezó la guerra mi abuelo sufrió un derrame cerebral por segunda vez y eso era una cosa más por la que preocuparnos.
Teníamos que estar muy pendientes de él porque no podía comer solo.
En mi familia, solamente mi mamá, mi hermano mayor, mi abuela y yo somos testigos de Jehová.
Mi papá estaba preocupado por mi seguridad, y sabíamos que de toda la familia yo era la única que podía salir.
Antes de irnos, mi esposo llamó a un anciano de la congregación.
Para entonces, él y su esposa ya estaban en el oeste de Ucrania.
Y nos dieron muy buenos consejos.
Nos dijeron cómo comportarnos en los controles que hacían en las carreteras, que escondiéramos nuestros teléfonos y que no le tomáramos fotos a nada.
También nos dijeron qué rutas tomar para evitar los atascos, porque en aquel momento había filas de vehículos detenidos durante 10 o 12 horas.
Estaba muy oscuro, recorrimos largos tramos de la carretera sin parar, orando constantemente para que no se nos pinchara una rueda, para que el auto siguiera andando y no nos quedáramos ahí parados en medio de la nada.
Cuando nos acercábamos a uno de los controles, nos poníamos muy nerviosos, porque los soldados de la milicia cuando están borrachos son impredecibles.
Y, como estaban armados con armas de guerra, nosotros les teníamos miedo no solo a los rusos, sino también a los ucranianos.
Creo que nunca habíamos orado tanto como lo hicimos durante aquellas horas en la carretera.
Mi esposo trató de mantenerse lo más calmado posible y me tranquilizaba diciéndome que no me preocupara.
Una hermana se enteró de que iban a evacuar a la gente en un tren.
Y nosotros queríamos irnos en él, pero no sabíamos si podríamos.
Así que nos pusimos a orar sobre este tema.
Y la hermana pudo organizarlo todo para que las dos familias llegáramos al tren.
No podíamos creer que el tren tuviera un vagón especial para personas con discapacidad y a nosotros nos pusieron justo en ese vagón.
Y hasta esperaron a que llegáramos, nos dieron tiempo para sentarnos y arrancaron cuando estuvimos listos.
Antes, cuando tomamos la decisión de irnos del país, se lo dijimos a los ancianos.
Los hermanos nos dieron algo de dinero, nos dijeron que era para ayudarnos.
Y, cuando ya estábamos en el tren, nos dimos cuenta de que había que pagar.
Hasta ese momento, todos los trenes de evacuación habían sido gratis.
Cuando los del tren nos dijeron cuánto había que pagar, era justo lo que los hermanos nos habían dado.
La única manera que tuve de salir fue en un tren de evacuación.
En un espacio en el que viajan cuatro personas, ese día íbamos unas 13 personas.
Yo iba en el tren con una familia de mi congregación.
Y, para reducir la ansiedad y pensar en cosas positivas, decidimos aprovechar la oportunidad para predicarle a la gente.
Viajamos durante 16 horas en el auto y llegamos muy tarde en la noche.
En Leópolis, un grupo de policías me detuvo y me llevaron a los agentes del Servicio de Seguridad de Ucrania.
Y, como mi pasaporte es ruso, para ellos soy prácticamente el enemigo.
Bueno, yo estaba segura de que Jehová estaría con papá y que lo protegería y que seguramente no lo meterían en la cárcel o algo así.
Pero estaba muy preocupada porque pensaba que quizá no nos iban a dejar seguir adelante y que nos tendríamos que quedar en Ucrania.
Me senté a esperar a ver qué pasaba y le oré a Jehová.
Esto me ayudó a no concentrarme en mis pensamientos negativos, sino a confiar completamente en Jehová.
Los agentes empezaron a presionarme para que dijera cosas como “¡Gloria a Ucrania!”.
Les contesté: “Yo soy testigo de Jehová y nosotros somos neutrales en esta guerra.
No apoyamos al lado ruso, pero no vamos a ponernos de parte de ningún otro país, ni vamos a darle nuestro apoyo”.
Entonces uno de ellos me dijo que maldijera a Putin.
Le dije que, como soy cristiano, no iba a maldecir a nadie.
Así que eso tampoco lo podía decir.
El agente dijo: “Sí, yo sé quiénes son ustedes y sé que no quieren luchar por su patria”.
Y le dije: “Bueno, yo soy ruso.
Así que, si peleara en esta guerra, tendría que hacerlo contra Ucrania”.
Entonces él me dijo: “Está bien, salva a tu familia, ve con Dios, Alexéi”.
Entonces me devolvió mis documentos y me deseó un buen viaje.
Estuvimos esperando en la frontera durante 17 horas.
El problema era que hacía mucho frío, el auto se quedó helado enseguida y allí no había baños.
Cuando llegó nuestro turno en la frontera, hablamos con una guardia y le dijimos que el bebé podía llegar en cualquier momento, que yo necesitaba a mi esposo, ni siquiera podía cargar mi propia maleta.
Ella me dijo que, si yo quería, podía quedarme en Ucrania, pero que a él no lo dejarían salir del país.
Al final llegamos a Chełm, una ciudad de Polonia.
Y nos pusimos muy contentos cuando vimos a las hermanas y el cartel de jw.org.
¡Nos sentimos tan emocionados!
Nos quedamos boquiabiertos y no nos salían las palabras.
Y ahí, en ese momento, nos dimos cuenta de que lo habíamos logrado.
¡Estábamos a salvo!
Cuando otros hermanos y yo llegamos al Salón del Reino, estábamos muy afectados por la situación.
Estábamos muy preocupados y nerviosos porque no sabíamos lo que iba a pasar.
Pero, cuando entramos en el salón, pudimos calmarnos y tranquilizarnos.
Allí estaban los hermanos dándonos abrazos.
A muchos se les saltaban las lágrimas cuando veían que yo estaba a punto de dar a luz.
Y, en ese momento, allí, en el salón, nos dimos cuenta de que Jehová y nuestros hermanos nos cuidarían como si fuéramos su propia familia, pasara lo que pasara.
Me senté en el Salón del Reino y no sabía qué hacer.
El anciano que estaba allí de turno me dedicó tiempo y me estuvo animando.
Entendió por todo lo que yo había pasado; me consoló, me recordó que ahora estaba a salvo y que Jehová estaba conmigo, y que seguiría apoyándome, así que no tenía nada que temer.
Una tarde estaba fuera y me fijé en las montañas, en los Cárpatos.
Escuché a los pájaros cantando, y eso me animó mucho porque recordé a un hermano que dijo una vez que, si Jehová había creado todo esto, ¿no nos ayudaría a nosotros?
Y después me di cuenta de que Jehová estaba ahí ayudándome cuando vi que todo se solucionaba tan rápido.
No me lo podía haber imaginado.
Lo que me da más miedo de todo es la incertidumbre, no saber qué pasará.
Pero he aprendido que no hay nada que temer.
Un Comité de Socorro ayudaba a los refugiados a encontrar alojamiento.
Las hermanas que colaboraban con ese comité buscaban rutas y transporte para los refugiados, como autobuses, trenes, aviones...
Una familia muy cariñosa nos alojó.
Nos hizo sentir muy a gusto.
Comprendían muy bien nuestra situación.
Es realmente increíble.
Jehová nos ha cuidado todos estos años, siempre hemos visto su mano.
Pero ahora es como una avalancha, una avalancha de milagros, ayuda y apoyo.
Enseguida empezaron a visitarnos hermanos y hermanas —siempre venía alguien diferente— y nos traían cajas y bolsas con cosas para nosotros.
Los que no eran Testigos no lo podían creer.
Siempre nos preguntaban: “¿Los conocen? ¿Son familia?” “No, nunca los hemos visto”.
“Entonces, ¿por qué los ayudan?” Al final, pudimos dar un gran testimonio.
El 24 de marzo, exactamente un mes después de que empezara la guerra.
Danil y yo tuvimos una preciosa bebé.
Una hermana sirvió de intérprete en la sala de parto.
Tenerla ahí conmigo me ayudó muchísimo.
Hizo que me sintiera más tranquila.
Danil y yo aprovechamos cualquier oportunidad para comunicarnos.
Nos mandamos mensajes de texto, hablamos por videoconferencia… Le envío videos y fotos de nuestra pequeña, Miroslava.
Nos decimos constantemente cuánto nos amamos y que no dejamos de pensar el uno en el otro.
Verte obligado a dejar tu casa, tu país, es algo muy muy difícil.
Pero, gracias a Jehová, me he dado cuenta de que su organización está muy unida, de que es un solo cuerpo.
Y yo me siento muy feliz de ser parte de esta organización.
Los hermanos siempre están ahí con los brazos abiertos.
Jehová nos ayudó.
Estamos convencidos de eso.
No hay duda.
Vemos a un montón de refugiados que vienen de Ucrania y están solos, no tienen a nadie que los ayude.
Y es una situación muy difícil.
Para nosotros es mucho más fácil, porque tenemos a nuestros hermanos, que nos quieren.
Y, aunque es verdad que estamos en un país extranjero, nos sentimos como en casa.
¡Todo gracias a Jehová!
Eso nos fortaleció la fe, ¿verdad que sí?
No hay duda, Jehová siempre estará a nuestro lado para ayudarnos.
Bueno, pues ahora escucharemos a nuestro hermano Tony Morris.
¿Y tú cómo es que te llamabas?
Y el discurso que va a presentar el hermano Morris se titula: “¡Serán fantásticas!”.
Enseguida les explicaré qué es lo que será fantástico.
Pero, primero, busquen en su Biblia Hebreos, capítulo 6, o en su teléfono o tableta.
En esta carta, Pablo se dirige a los que tienen la esperanza de ir al cielo.
Y aquí habla de dos cosas, que menciona en Hebreos 6:17: “la promesa” y el “juramento”.
Así que, como dice el versículo 18, “es imposible que Dios mienta”.
Esto tiene que ver con la esperanza de los que irán al cielo y, por extensión, con la esperanza de los que vivirán en la Tierra.
De modo que no va a fallar.
Va a suceder como ha prometido.
Pablo naufragó en tres ocasiones; al menos eso es lo que sabemos ahora.
Puede que en el futuro nos enteremos de que fueron más.
Pero fíjense en lo que escribió, basándose en su experiencia, en el versículo 19: “Esta esperanza segura y firme que tenemos es como un ancla para el alma y entra [...] al otro lado de la cortina”.
El ancla...
Es vital que las otras ovejas y los ungidos mantengan su ancla en buen estado.
El año pasado, sin ir más lejos, La Atalaya de febrero de 2021 mencionó en la página 30 esta profunda idea: “Un ancla […] da estabilidad al barco durante la tormenta y evita que se vaya contra las rocas.
Pero solo sirve de algo si la cadena que la une al barco no se rompe.
[…] Y, sin fe, no hay esperanza”. La Atalaya destaca esta profunda idea para todos los siervos de Dios.
Ahora, nos acercamos a lo que el capítulo 21 de Apocalipsis dice en lenguaje simbólico.
Busquemos Apocalipsis 21.
Por eso es tan importante tener claro que la esperanza es nuestra ancla.
Apocalipsis 21:1 dice: “Entonces vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo anterior y la tierra anterior habían desaparecido, y [noten que] el mar ya no existe”.
Así que “el mar ya no existe”.
¿Qué significa esto?
Significa que después del Armagedón ya no habrá “mar”.
Es obvio que no habla de los mares literales.
Este “mar” es la sociedad humana malvada que agitan los demonios.
¡Adiós!
Pero no ha desaparecido aún.
En la guerra, los submarinos atacan furtivamente las embarcaciones.
Satanás hace lo mismo.
Él y sus demonios van a hacer lo que sea para hundir nuestro barco. Tenemos que estar muy unidos a Jehová.
Al mirar al auditorio, veo muchas parejas muy unidas y que se quieren mucho.
Bueno, los casados saben que su pareja tiene que tener este tipo de relación con su padre, Jehová.
Esto es para todos, menos para los bebés; ellos están en manos de Dios y, si sus padres son Testigos, es muy probable que sobrevivan.
Así que estamos en guerra, ese es el punto.
Estamos en guerra, y las cosas no se pondrán más fáciles hasta que el “mar” ya no exista.
Pero, mientras tanto, en esta guerra nos enfrentamos a las tormentas de este “mar”.
Pueden ser muchas cosas, como las pérdidas materiales.
Hay todo tipo de tormentas que surgen, y tienen que ver con este mar de la sociedad humana malvada.
Pero hay una tormenta que queremos destacar: la muerte de un ser querido.
La muerte de un ser querido: ¡qué tormenta!
Ahí es donde nuestra ancla es esencial.
Para todos, esa ancla es esencial.
Nunca pierdan su ancla.
Esto no significa que usted o yo no vayamos a sufrir daños.
Pero no podemos perder el ancla.
Jehová nos la dio, como Pablo dejó claro. Ahora quiero contarles a ustedes lo que escribió una hermana.
No voy a decir el nombre; puede que vea este programa más adelante.
Pero creo que sin duda vale la pena contárselo.
Ella fue sincera y humilde, pero lo que dijo muestra que los siervos de Dios somos imperfectos.
No sé si ustedes lo habrán notado.
No digas nada, David, cuando subas luego.
Volviendo a la hermana, su querido padre murió fiel.
Ella explica lo que le pasaba antes de morir su padre.
Reconoce que, cuando veía a otros llorando la pérdida de un ser querido, pensaba: “Pero ¿por qué lloran tanto, si los van a volver a ver de nuevo?”.
¿Les consolaría eso si acabaran de perder a un ser querido?
No.
Sin embargo, cuando su padre murió, ella reconoció con una sinceridad realmente admirable: “Ahora lo entiendo”.
Y claro, lloró sin parar.
Es que perder a un ser querido es terrible; sin lugar a dudas, una gran tormenta.
Volviendo al título “¡Serán fantásticas!”, ¿de qué estamos hablando?
De las reuniones de familia en el nuevo mundo.
¡Todo lo que nos espera!
Anímense a usar la imaginación.
Jehová no los va a castigar por hacerlo.
Serán reuniones fantásticas, seguro que sí.
Bien, un sinónimo de “fantásticas” es “maravillosas”, y otro “impresionantes”.
Y lo bueno es que esto no es un sueño.
Es algo que va a suceder, una realidad.
Ahora pensemos en algunas familias de la Biblia.
Para empezar, vamos a hablar de Noé.
Nació en el año 2970 antes de nuestra era, 126 años después de la muerte de Adán.
Así que no tuvo ninguna relación con él, y en eso salió ganando, creo yo.
Y, cuando su padre, Lamec, lo llamó Noé (como vemos en la Biblia), explicó: “[Él] nos aliviará del trabajo y del esfuerzo doloroso de nuestras manos a causa del suelo que Jehová ha maldecido”.
¡Qué hermosas palabras!
Y está claro que Noé las cumplió.
En su época, algunos ángeles se habían materializado.
“Abandonaron el lugar donde les correspondía vivir” y tuvieron hijos híbridos, conocidos como nefilim.
Y la Tierra llegó a estar “llena de violencia”.
Pero Noé y su familia evitaron toda esa maldad.
Era intachable y “andaba con el Dios verdadero”.
Pues bien, él hizo lo que Jehová esperaba de él.
Si me acompañan a Génesis, buscaremos el capítulo 8, Génesis 8.
Primero, quiero mencionar algo del capítulo anterior, el capítulo 7, donde se dice en el versículo 13: “Ese mismo día, Noé entró en el arca con sus hijos —Sem, Cam y Jafet—, [y fíjense] su esposa y sus tres nueras”.
Así que entraron en el arca que habían construido entre todos.
Ahora, en el capítulo 8, versículos 16 y 17, dice, después del Diluvio: “Sal del arca con tu esposa, tus hijos y tus nueras”.
Pues eso es todo.
Los hijos se llamaban Sem, Cam y Jafet.
Es lo que dice la Biblia.
Pero no sabemos los nombres de la esposa ni de las nueras.
¿Por qué?
Pueden preguntarle a Dios, pero no veo nada aquí que indique por qué decidió no incluirlos.
No es cuestión de que no lo merecieran.
Lo importante era registrar el linaje.
Además, siendo francos, ¿quién va a discutir con Dios?
“Mira, Jehová, me encanta tu Palabra, pero hay un par de cositas…”.
Esa clase de actitud no es muy inteligente que digamos.
Fueron mujeres fieles y ejemplares.
Y esto es lo que importa.
¿Se imaginan cómo será cuando la familia se reencuentre en el nuevo mundo?
¡Y cuánto lo disfrutarán ustedes, porque querrán preguntarles muchas cosas sobre lo que vivieron!
Y es que no sabemos mucho de lo que pasó en el arca, de cómo funcionaba todo.
En este y otros beteles hay hermanos de años con mucho que contar, y da gusto escuchar sus historias.
Pues prepárense.
Van a oír muchas historias fantásticas en reuniones familiares tan fantásticas como la de Noé y su familia.
Sí, ¡qué maravillosa perspectiva!
Y, de nuevo, en el mismo libro de Génesis, busquemos el capítulo 21.
Aquí veremos otro ejemplo de una familia que tendrá un fantástico reencuentro en el nuevo mundo.
En este capítulo se explica que Sara quedó embarazada.
Abrahán le tenía un cariño enorme a Sara; era el gran amor de su vida.
Y juntos tuvieron un hijo: Isaac.
Y entonces sucedió algo increíble.
En el capítulo 22 de Génesis, Jehová le pide algo sorprendente.
Y esto lo entenderán muy bien los padres que nos escuchan, aunque no hace falta ser padre para saber lo que es querer a alguien, claro.
Y es que todos amamos a Jehová y a Jesús.
En el versículo 2, Dios dice: “Por favor, toma a tu hijo, a tu único hijo, al que amas tanto”.
Dios lo tenía muy claro.
Abrahán amaba a Isaac.
Y esto llama la atención.
Sabe lo mucho que ama a su hijo.
Y, aun así, ¿qué le pide?
Que lo sacrifique.
No tenemos ningún detalle de cómo se sintió Abrahán durante esta prueba.
Sí tenemos algunas pistas de lo que podía estar sintiendo.
A cualquiera que tenga uno o más hijos, los que sean, esto le impactará profundamente.
Así que Abrahán se fue con el cuchillo, y en su mente y corazón prácticamente ya había hecho el sacrificio.
Pero, cuando Abrahán alzó el cuchillo para sacrificar a Isaac, Jehová hizo que su ángel gritara “¡Abrahán! ¡Abrahán!” justo a tiempo, y detuvo a Abrahán.
Y él contestó: “¡Aquí estoy!”.
Y Dios le dice en el versículo 12: “No le hagas daño al joven”.
¿Cómo se sentiría?
Sin duda, aliviado.
Antes de eso, Isaac quizás se preguntara: “Tenemos todo preparado.
Pero ¿y la oveja?”.
Tienen que haber tenido algunas conversaciones muy interesantes más adelante.
Pues bien, ¿no les parece a ustedes que su reencuentro será fantástico?
Claro que sí.
Y, cuando ellos sepan —porque sabían algunas cosas pero no todo— que Jehová llegó al punto de permitir el sacrificio de su Hijo...
Ah, ¡qué dolor!
¡Cuánto dolor!
Así que será fantástico cuando se reúnan Abrahán, Isaac, Sara y otros miembros de la familia.
Ahora hablemos de otro ejemplo bíblico: el de Job.
¡Y qué bien conocemos a Job y cuánto lo apreciamos!
Ahora iremos al primer capítulo, y allí veremos algo que nos ayuda a apreciar a Job.
El versículo 1 dice que era un “hombre íntegro y recto”, y el 2 que “tenía siete hijos y tres hijas”.
Y luego habla de todo su ganado.
Pero en el versículo 4 añade algo interesante: “Sus hijos celebraban banquetes en sus casas, cada uno en su día establecido”.
¿De qué está hablando aquí?
Qué bueno que tenemos el Perspicacia y muchas otras obras de consulta.
Son una verdadera bendición.
En Perspicacia se dice: “Parece ser que los siete hijos de Job estaban disfrutando de una reunión familiar (probablemente una fiesta de primavera o de la cosecha que duraba una semana), y cada hijo era anfitrión del banquete que se celebraba en su casa”.
¡Qué familia tan unida!
Formaban una familia compacta en la que todos se querían, sí, se querían muchísimo.
En los siguientes versículos nos enteramos de que, en el cielo, Satanás lanzó un desafío contra Jehová.
A partir del versículo 13 se cuenta que, cuando los hijos de Job estaban celebrando un banquete, un mensajero le dijo a Job que los sabeos le habían robado el ganado.
Y luego vemos lo astuto que es el Maligno, algo que nunca hemos negado.
Según el versículo 16, cayó “fuego de Dios”.
Así que daba la impresión de que Dios era el culpable.
Y Satanás tan contento pensando: “Ahora creerán que fue Dios”.
En realidad es él y no Dios el que manda el fuego, y mata las ovejas.
Luego, en los versículos 18 y 19, vemos que llegó un mensajero y dijo: “Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano mayor.
De repente se levantó un fuerte viento”.
Parece que en ese caso Dios le permitió al Diablo usar ese poder.
Los mató a todos, a todos.
Fíjense: murieron siete hijos y tres hijas.
Sí, así ocurrió.
Vayamos ahora a Job 42.
En el capítulo 42, Job ya ha superado la prueba, y ahí vemos que al final Jehová le devuelve el doble de todo, y él vuelve a ser un hombre rico.
En Job 42:13 se dice: “Además, tuvo otros siete hijos y otras tres hijas”.
¡Qué más decir!
Es que Jehová es tan maravilloso.
Pero eso no es todo, porque en el nuevo mundo, cuando Dios lo vea oportuno, todos los hijos se reunirán con Job y su esposa, los 20 hijos y sus padres.
¡Qué fantástica reunión!
Pero, volviendo a nuestros días, me gustaría mencionar algo, algo que se publicó en nuestro sitio de internet el 26 de septiembre, creo.
Era una historia hermosa, muy hermosa, que ya había aparecido en ¡Despertad! Es la biografía de David Maza: “La tragedia nos golpea, pero volvemos a ponernos en pie”.
Allí se habla de Davey (David, pero le llaman Davey), y pensé: “¡Pero qué fantástico reencuentro van a tener en el nuevo mundo!”.
Sabemos, queridos hermanos, que muchos de ustedes tienen el corazón roto, porque han perdido seres queridos en este tiempo del fin.
Pero, nunca se hundan.
Tienen su ancla, ¿recuerdan?
Lo explica muy bien una querida hermana a la que aprecio mucho.
“Mis padres tuvieron 17 hijos —dice, y luego añade—: Hace poco murió el último de mis hermanos.
Así que soy la última que queda.
Curiosamente, recuerdo dónde estaba yo y qué estaba haciendo cuando murió cada uno de ellos.
¡Qué maravilloso será cuando estos tristes recuerdos desaparezcan y vea a mis padres resucitados dándoles la bienvenida a cada uno de los hijos que están en la memoria de Jehová!
¡Qué magnífico será volver a estar juntos, ir acercándonos cada vez más a la perfección y poder vivir para siempre!”.
¡Qué conmovedoras palabras de nuestra querida hermana!
Todos se reunirán con sus seres queridos; eso es seguro.
Dentro de poco podrán reunirse con sus queridos familiares.
Mantengan fuerte su ancla hasta que ya no exista el malvado mar de la humanidad.
Y recuerden: concéntrense en las fantásticas reuniones familiares que disfrutarán.
Precioso discurso.
Conmovedor.
Fue muy animador y lo agradecemos mucho, Tony.
Ahora tengo un anuncio que hacer, y es de interés para los que formamos parte de la familia Betel, de la familia Betel de todo el mundo.
Como saben, a los ancianos se los capacita en la Escuela para Ancianos de Congregación.
Pero también tenemos ancianos en Betel, muchos de los cuales tienen años y años de experiencia.
Pero también tienen grandes responsabilidades que atender.
Algunos de ellos supervisan departamentos con mucho personal.
¿Qué se puede hacer para ayudarlos con su labor?
¿Qué hay de un curso?
Un curso para los que ocupan un puesto de superintendencia.
Se va a llamar: Principios de Superintendencia Divina.
Escuela para Superintendentes.
Dejemos que algunos hermanos nos den más detalles.
Bienvenidos a la escuela para superintendentes: Principios de Superintendencia Divina (Hechos 6:3).
Los invito a leer conmigo el versículo que sirve de base para este curso.
Hechos 6:3: “Por eso, hermanos, elijan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación que estén llenos de espíritu y sabiduría para que los pongamos a cargo de esta tarea necesaria”.
Debido al gran aumento que está teniendo lugar por todo el mundo, hay una gran necesidad de más superintendentes capaces y cariñosos.
¿Qué características debe tener un buen superintendente?
La principal tarea de un superintendente es cuidar a los demás.
Es humilde y acepta la realidad de que ni lo sabe todo ni tiene todas las respuestas.
No te estanques en el pasado.
Sé el punto de contacto para los hermanos.
Un buen superintendente es todo eso, pero también debe seguir el modelo divino de superintendencia.
Capacitar es importante, pero la manera de hacerlo es crucial.
Con este fin, Principios de Superintendencia Divina (Hechos 6:3), una escuela para superintendentes, ayudará a quienes tienen autoridad a preparar a otros para que sean superintendentes amorosos y eficientes en el futuro.
El curso se funda en principios bíblicos.
Leamos juntos el último versículo de Ezequiel capítulo 48.
El versículo 35 dice: Hermanos, si aplican el modelo divino de superintendencia, y buscan oportunidades de capacitar a otros, son humildes y dejan las puertas abiertas a ideas nuevas, pueden estar completamente seguros de que Jehová recompensará sus esfuerzos.
Las bendiciones divinas fluirán por su departamento.
Como en cascada, caerán por toda la sucursal, revitalizándola, y se extenderán por toda la Tierra.
Y la gran ciudad espiritual de Jehová seguirá creciendo y prosperando.
Es un buen curso y ya lo probamos con algunos betelitas.
La verdad es que todos quedaron muy contentos.
Así que estamos seguros de que este curso será una verdadera bendición para todos los betelitas de cualquier parte del mundo.
¿De qué otras cosas más nos vamos a enterar?
En la segunda parte de la reunión escucharemos otros anuncios emocionantes.
No se lo pierdan en el programa del próximo mes.
Pero antes de concluir, demos una vuelta por Níger.
Este país se extiende desde la fértil región del río Níger hasta el vasto desierto del Sahara.
Debido a las diferencias tan grandes que hay en el territorio, nuestros hermanos tienen que usar diversos métodos de predicación.
En las transitadas calles de la capital, Niamey, les hablan a las personas que vienen a la ciudad a trabajar.
En los pueblos del desierto les predican a los comerciantes y en las zonas de cultivo cerca de los ríos conversan con los agricultores.
Al predicar en el desierto, muchos hermanos llevan una especie de turbante que también les sirve para cubrirse la cara cuando el viento levanta la arena.
No es fácil predicar en lugares como estos, pero la hospitalidad de las personas lo hace más llevadero.
Por ejemplo, quienes hablan el idioma hausa tienen un dicho que significa “Tu invitado es tu rey”.
Cuando los hermanos predican por la calle, muchos se detienen y los escuchan con gusto.
Para jóvenes y mayores es un honor predicar las buenas noticias, y todos ellos disfrutan del alimento espiritual.
Es un placer recibir los cariñosos saludos de nuestros hermanos de las congregaciones de Bobiel, Haro Banda Zarma y Arlit.
Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.