JW Broadcasting: Febrero de 2024

Bienvenidos a JW Broadcasting®.

En el programa de este mes, veremos que la Biblia puede ayudarnos mucho a mejorar nuestra vida.

También a llevarnos bien con los demás y a impedir que cometamos errores que nos cuesten la vida eterna.

Además, veremos que, si cometemos un error, la Biblia nos asegura que Jehová nos ayudará a encontrar el camino de regreso.

De la vida de Juan el Bautista aprenderemos a vencer el temor, a alegrarnos cuando otros reciben bendiciones y a mantener una actitud positiva a pesar de los problemas.

Conoceremos al hermano Gordon Mackay.

Lo que él vivió nos enseñará que, aunque nos hayamos apartado mucho de Jehová, él desea que regresemos a su lado.

Y el precioso video musical de este mes extenderá una cariñosa invitación a todos los que se han alejado de Jehová y su familia, compuesta por siervos de Dios leales, aunque imperfectos.

Esta canción nos recordará lo maravilloso que es nuestro hogar espiritual.

Bienvenidos al programa de febrero de 2024 de JW Broadcasting.

De pequeño, mi mamá hacía una tarta dulce que era espectacular.

Para mí, era perfecta.

Además, siempre sabía exactamente igual.

Y a menudo le preguntaba: “Mamá, ¿qué le echas?

Esto está riquísimo”.

Ella me decía: “Hijo, siempre uso los mismos ingredientes”.

Es decir, primero, no me iba a decir qué usaba.

Y, segundo, su receta era perfecta, así que no la cambiaba.

Bueno, la Biblia es como un libro de recetas, y todas ellas son perfectas.

Nos ayudan a ser felices y ser leales a Dios.

Veamos cómo Pablo resalta lo buenas que son estas recetas de la Biblia.

Vayamos a 2 Timoteo 3:16, 17: A veces, las recetas que encontramos en la Palabra inspirada de Dios contienen ejemplos de fieles siervos del pasado.

Cuando los estudiamos, aprendemos mucho de su forma de actuar, así como de sus cualidades.

Otras veces, las recetas tienen una lista de cualidades.

Pensemos en los diferentes aspectos del fruto del espíritu —que se mencionan en Gálatas 5— o en las cosas en las que, según Filipenses 4:8, tenemos que pensar “constantemente”.

Y, por supuesto, en la Biblia también encontramos recetas con principios bíblicos que nos ayudan a tomar buenas decisiones.

Si meditamos en todos estos principios, cualidades y ejemplos, y ponemos en práctica las lecciones que aprendemos, seremos felices y leales a Jehová.

Les muestro un ejemplo.

Se encuentra en 1 Pedro 3:8.

Fíjense en cuáles son los ingredientes: Como vieron, en esta receta se incluyen cinco hermosas cualidades que nos ayudarán a ser felices y leales a Jehová.

¿Cómo?

Analicemos los ingredientes.

El primero que se menciona es la unidad en la forma de pensar.

Como dice la nota, tener “la misma forma de pensar”.

Sin duda, es bueno que estemos en sintonía con nuestros hermanos, pero en especial debemos estar en sintonía con Jehová y con su organización.

¿Saben cómo?

Isaías 30:15 nos da la respuesta: Eso es justo lo que hace el esclavo fiel.

Si queremos tener la misma forma de pensar que ellos, debemos mantener la calma y confiar en Jehová, en especial cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles.

En 2 Reyes 4, se habla de una mujer de Sunem que confió completamente en un profeta de Dios.

Ella sufrió una tragedia muy dolorosa.

Aun así, mantuvo la calma y demostró confianza en Eliseo, el hombre del Dios verdadero.

La confianza que demostró la mujer sunamita en el representante de Dios es digna de imitar.

El relato del capítulo 4 contiene una expresión de la sunamita que nos muestra el nivel de confianza que debemos tener en Jehová y en quienes lo representan hoy día.

Pero antes les voy a dar algo de contexto.

Ella y su esposo vivían en Sunem.

Cuando estaba en la ciudad, Eliseo visitaba a esta mujer y a su esposo, y aprovechaba la ocasión para darles ánimo.

Él agradecía mucho su hospitalidad y quería hacer algo bueno por ella.

¿Qué podría hacer?

Bueno, en 2 Reyes 4:14-16 se menciona que no tenía hijos y su esposo era mayor.

Así que Eliseo le dijo que al año siguiente tendría un hijo en sus brazos.

Y, claro, tal como había predicho el profeta, al año siguiente tuvo un hijo.

Pero tiempo después pasó algo muy trágico.

Cuando el niño era más grande, un día se fue a trabajar con su padre.

Y, como dice el 19, al niño le empezó a doler la cabeza.

Poco después, acabó muriendo.

¡Oh, no!

¿Qué haría la mujer?

Era su único hijo.

Bueno, como ella confiaba completamente en Eliseo, el hombre del Dios verdadero, entonces le dijo a su esposo lo que menciona el versículo 22: En el versículo 23 vemos lo que él le responde: En otras palabras, “¿Para qué lo necesitas?”.

Ah, vean lo que ella dijo en el final del versículo 23 y en el 24: Pero ella contestó: Esta mujer confió en Jehová, mantuvo la calma, recorrió una distancia de 30 kilómetros (19 millas), encontró a Eliseo, y este resucitó a su hijo.

Ella confiaba en el profeta Eliseo porque lo conocía bien, porque había pasado mucho tiempo con él.

Y, aunque había vivido una experiencia traumática, sabía perfectamente que todo iba a estar bien.

Ver la fe que Eliseo tenía en Jehová fortaleció la confianza de esta mujer y le permitió mantener la calma ante las adversidades.

En Isaías 41:10, vean lo que Jehová nos asegura: Si nos esforzamos por tener la misma forma de pensar que la organización de Jehová, confiaremos en él y lograremos mantener la calma, seguros de que, con la ayuda de nuestro Dios, sin duda todo estará bien.

Este es un ingrediente esencial para ser felices y leales a Jehová.

En 1 Pedro 3, el apóstol nos menciona tres ingredientes más.

Todos son aspectos del amor: Mostrar amor implica ponerse en el lugar de los demás.

Para hacer esto, hay que tratar de entender lo que otros sienten y compartir sus sentimientos.

A medida que se acerque el fin, Satanás tratará de causar divisiones en la congregación.

Por eso, demostrar amor a los hermanos y hacer todo lo posible por ponernos en su lugar será muy importante.

Así nos mantendremos unidos.

Piensen en lo que ocurre en la organización de Jehová.

Igual que nosotros, nuestros superintendentes, o quienes dirigen la organización, afrontan diferentes problemas y desafíos.

Algunos han perdido a seres queridos, igual que nosotros.

Otros están enfermos o sufren de ansiedad, igual que nosotros.

Por eso nos comprenden, y los amamos.

Y, en la parte celestial de la organización, ¿qué ocurre?

Desde que Satanás se rebeló, Jehová se ha sentido decepcionado, triste, enojado… por todo lo que han hecho los humanos.

Jehová conoce esos sentimientos, por eso puede comprendernos cuando nos sentimos así.

Jesús tuvo sentimientos parecidos, como la decepción y la tristeza, pues él también fue testigo de la rebelión de Satanás, Adán y Eva, y vio los resultados.

Es más, él pudo entendernos todavía mejor cuando vino a la Tierra y experimentó en carne propia los sentimientos de los seres humanos.

El artículo de La Atalaya del 15 de abril del 2002, titulado “La empatía, la llave de la bondad y la compasión”, menciona tres cosas que nos ayudarán a percibir mejor las necesidades y los sentimientos de los demás.

La primera: La segunda: Si observamos con atención, nos daremos cuenta de cuándo un hermano necesita ánimo o ayuda práctica.

Y la tercera: Así pues, la empatía, el cariño fraternal y la tierna compasión son aspectos esenciales del amor.

Estos tres ingredientes nos ayudarán a ser leales a Jehová, ser felices y hacer felices a otros.

La última cualidad que destaca 1 Pedro 3:8 es la humildad.

¿Y por qué la humildad?

Porque nos ayuda a confiar en otros.

Por ejemplo, tenemos que confiar en Jehová y en su organización, y hay que ser humildes para no confiar en nosotros mismos, en nuestras fuerzas y habilidades.

Además, la humildad nos permite afrontar cualquier dificultad que Jehová permita.

Cuando tenemos problemas y preocupaciones puede que queramos que todo acabe ya.

Pero la humildad nos ayuda a confiar en Jehová, a estar tranquilos, porque él sabe cuándo y cómo actuar a nuestro favor.

Y esperamos… con paciencia.

Jehová siempre nos da lo que necesitamos, pero a su manera y a su debido tiempo.

Si somos humildes, aceptaremos que los pensamientos de Jehová son muy superiores a los nuestros.

Reconocemos que nuestra comprensión de las cosas es muy limitada si la comparamos con todo lo que Jehová es capaz de percibir.

Como él ve cosas que nosotros no vemos, confiamos plenamente en que su forma de hacer las cosas es siempre la mejor.

A medida que se acerque la gran tribulación, seamos humildes y confiemos tanto en Jehová como en su organización.

En 1 Pedro 5:6 se nos hace un recordatorio muy importante: Hermanos, sin duda el mejor lugar donde podemos estar es, como dice aquí, “bajo la poderosa mano de Dios”.

Y la humildad es un ingrediente esencial si queremos permanecer ahí.

Entonces, ¿qué ingredientes tiene la receta de la que hemos hablado hoy?

Primero: la unidad en la forma de pensar.

Esforcémonos por estar en sintonía con la organización de Jehová manteniendo la calma y demostrando confianza.

Cuando nos enfrentemos a dificultades, recordemos lo que dijo la sunamita en 2 Reyes 4: con Jehová, todo va a estar bien.

Segundo: empatía, cariño fraternal y tierna compasión.

Todos ellos son aspectos del amor.

Recordemos: estamos en esto juntos.

La parte celestial de la organización de Jehová sabe cómo ponerse en nuestro lugar y responder a nuestras necesidades colectivas e individuales.

Y tercero, que no se nos olvide añadir la humildad.

Ese era el último ingrediente.

Hay que ser humildes para confiar, confiar en que la forma de hacer las cosas de Jehová siempre es la mejor.

El Salmo 119:105 dice que la Biblia “es una lámpara para mi pie y una luz para mi camino”.

Por eso, dediquemos todos los días un ratito para leerla y meditar en ella.

Ante desafíos o situaciones o decisiones difíciles, busquemos la receta perfecta: un ejemplo bíblico, una cualidad, un principio.

Al hacerlo, Jehová va a iluminar bien nuestro camino para que podamos permanecer fieles y ser felices.

Hemos visto que las “recetas” de la Biblia nos ayudan a ser felices sirviendo a Jehová y a mejorar nuestra relación con los demás.

En la siguiente entrevista, fíjense en cómo seguir la receta de los principios bíblicos puede reparar el daño causado por las malas decisiones.

Terminamos los estudios en junio, nos casamos en julio y tuvimos una niña en noviembre.

Fueron tiempos felices.

Un día, dos testigos de Jehová llamaron a mi puerta y me mostraron Salmo 83:18, donde dice que el nombre de Dios es Jehová.

Me ofrecieron un curso de la Biblia y lo acepté.

Pero dejé de estudiar solo dos o tres semanas después.

Nos compramos un auto y empezamos a ir a fiestas.

Empezamos a fumar, a consumir drogas, a emborracharnos, y todas estas cosas destrozaron nuestro matrimonio.

Pensamos que todo mejoraría si nos mudábamos a otra ciudad y nos alejábamos de nuestros amigos, pero las cosas se pusieron peor que nunca.

Me gustaba mucho el béisbol.

Para mí era hasta más importante que mi esposa.

Se me hacía muy difícil respetar a mi esposo.

A veces sentía que yo era más inteligente que él y que por eso podía tomar mejores decisiones.

Más adelante, Zanna me dejó por otra persona, y eso me hizo mucho mucho daño.

Ella estaba muy mal por culpa de las drogas, así que me dieron la custodia de nuestros hijos.

En ese momento lo tuve claro.

Tenía que cambiar.

Y, entonces, de repente, me acordé de Jehová.

Recuerdo que me arrodillé y le dije a Jehová: “Por favor, dime lo que tengo que hacer”.

Abrí la guía telefónica y busqué a los testigos de Jehová.

Ellos me dieron el libro Cómo lograr felicidad en su vida familiar. Así que le mostré a Art ese libro y le dije: “Si desde el principio de nuestra relación hubiéramos hecho lo que dice este libro, nuestro matrimonio nunca se habría terminado.

Nunca”.

Yo estaba pensando: “¿Pero me estás hablando en serio?”.

Y con el tiempo vi que sí, que me lo decía en serio.

Dejó de consumir drogas.

Vi que su manera de hablar y de comportarse cambió.

En muy poco tiempo las cosas empezaron a mejorar.

Y entonces empecé a estudiar la Biblia con Zanna, y eso fue un antes y un después en nuestra vida.

Uno de los textos que me ayudó a cumplir con mi papel en el matrimonio fue 1 Corintios 11:3.

Art es el cabeza de familia.

Ese no es mi papel.

Entender que todos tenemos un cabeza, menos Jehová, me ayudó a ver que en realidad el principio de autoridad me protege.

Ahora ya no tengo que tomar decisiones yo sola.

A mí me ayudó mucho Gálatas 5:22, 23.

Me ayudó a mostrar amor, a ser un mejor esposo, a ser un mejor padre… Y, bueno, intento tratar a Zanna como a una reina, con respeto, con dignidad, siempre tomo en cuenta sus opiniones… Me volví a casar con Arthur el 2 de abril de 1979.

Yo les diría a los que están pasando por problemas en su matrimonio: “Sigan los principios bíblicos.

Pónganlos en práctica”.

Logramos que Jehová fuera parte de nuestra familia, y gracias a eso podemos superar los problemas del día a día.

Este segundo matrimonio es mucho mejor que el primero porque ahora tenemos a Jehová en nuestra vida.

¿Verdad que es impresionante?

Aprender los principios de la Biblia y ponerlos en práctica y contar con Jehová en su vida fue un antes y un después para Art y Zanna.

Por eso nos esforzamos por llevar el mensaje de la Palabra de Dios al mayor número de personas posible.

Obviamente, las personas necesitan escuchar la verdad en el idioma de su corazón.

En el siguiente video se mostrará cómo una herramienta creada por nuestros hermanos hace años ha ayudado a traducir las buenas noticias a más idiomas en menos tiempo y a difundir el mensaje de la Biblia como nunca antes.

A los testigos de Jehová se nos conoce por publicar información en cientos de idiomas.

De hecho, nuestro sitio de internet es el más traducido del mundo.

Toda esta información impresa y digital se publica simultáneamente.

¿Se ha preguntado cómo lo logramos?

La respuesta la encontramos en una herramienta innovadora que desarrollaron nuestros hermanos hace más de cuarenta años: un avanzado sistema de publicación llamado MEPS.

Pero ¿qué es MEPS?

Vamos a averiguarlo.

Veamos cómo MEPS ha contribuido a unir al pueblo de Dios y a llevar el mensaje de la Biblia a más personas que nunca antes.

Desde hace tiempo, el pueblo de Dios se ha esforzado por enseñar la verdad en tantos idiomas como ha sido posible.

De hecho, en Apocalipsis 14:6 se profetizó que las buenas noticias del Reino se llevarían “a toda nación, tribu, lengua y pueblo.” Para que las personas aprendieran la verdad en su lengua materna, a finales del siglo diecinueve, los Estudiantes de la Biblia, como se conocía entonces a los testigos de Jehová, comenzaron a traducir del inglés a otros idiomas.

Pero, por décadas, traducir las publicaciones a otros idiomas fue un trabajo complicado y pesado.

Imagínese trabajando en una imprenta de Betel hace años.

Hace calor y hay mucho ruido.

Para imprimir, se utiliza una máquina llamada linotipia, que usa plomo fundido para crear pequeñas piezas que contienen una sola línea de letras o tipos.

Para componer una página, los trabajadores tienen que ordenar muy cuidadosamente las líneas de letras en un marco metálico.

De esa forma, se crean moldes grabados con el texto.

Después, se funde más metal para crear planchas de impresión a partir de estos moldes.

Para endurecer las planchas que se utilizarán con mayor frecuencia, se recubren con níquel mediante un proceso de galvanización.

Finalmente, se eliminan las imperfecciones y las planchas quedan listas para montarlas en la prensa rotativa.

Y, si se quería publicar la información en un idioma diferente, había que repetir todo el proceso de principio a fin.

Traducir del inglés, componer e imprimir una sola revista podía tomar meses.

Y en el caso de los libros, ¡hasta años!

Con el tiempo, se dejó de usar este método de impresión.

Y la industria de la imprenta comenzó a utilizar la fotocomposición y las prensas offset.

Así que llegó el momento de modernizar el trabajo en Betel y de empezar a usar las computadoras.

Pero los hermanos se enfrentaron a un nuevo desafío.

Hasta entonces, imprimíamos en 167 idiomas.

Así que necesitábamos una herramienta que nos permitiera seguir publicando en esa cantidad de idiomas y más.

Lamentablemente, en el mundo comercial no existía ningún sistema que pudiera hacer ese trabajo.

Por eso, en 1979, se invitó a un grupo de hermanos y hermanas a la Hacienda Watchtower, en Wallkill (Nueva York), para desarrollar un nuevo sistema, el Sistema Electrónico de Fotocomposición Plurilingüe o MEPS (por sus siglas en inglés).

Entonces nos pusimos a desarrollar MEPS.

Algunos se encargaron del hardware, de lo que tiene que ver con la computadora en sí.

Otros se ocuparon de la pantalla.

Y otros se concentraron en el software, en el sistema operativo.

El equipo encargado del proyecto tuvo que diseñar y construir prácticamente todo: las computadoras, los teclados, las pantallas y el software.

Tuvieron que hacerlo porque no existía ninguna computadora personal compatible con esta tecnología.

De hecho, no existieron sino hasta años después.

Otra parte importante del trabajo fue crear las fuentes, es decir, cada una de las letras o caracteres necesarios para componer el texto.

En muchos idiomas, dichas fuentes no se podían comprar, porque no estaban disponibles o porque eran muy caras.

Así que los hermanos tuvieron que dibujarlas una por una para luego escanearlas y cargarlas en la computadora.

En algunos idiomas, esto implicó dibujar miles de caracteres.

También hubo que programar el software con las normas de espaciado y de división de palabras.

De esta manera, las letras y las palabras se verían bien en el texto.

La primera computadora MEPS se terminó en 1982, tan solo tres años después de haber comenzado el proyecto.

Con esta nueva herramienta, se podía escribir en una computadora en cualquiera de los idiomas que se hubieran incluido previamente en MEPS.

Después, se podía usar esa computadora para dar formato al texto y componer las páginas.

Este método permitía a los hermanos usar la misma configuración de las páginas para editar publicaciones en distintos idiomas.

El resultado final se publicaba en papel fotográfico, y luego se transfería a película, la cual se usaba para crear las planchas de impresión.

Hay que aclarar que MEPS no traduce el texto.

Este trabajo lo siguen haciendo nuestros hermanos hasta el día de hoy.

Pero permite ahorrar mucho tiempo en el proceso previo a la impresión.

Y MEPS logró algo más que simplemente acelerar y mejorar los procesos.

Consiguió que se alcanzara un objetivo más importante.

Incluso antes de que existiera MEPS, el Cuerpo Gobernante se había dado cuenta de que, si todos los testigos de Jehová de todo el mundo estudiábamos la misma información al mismo tiempo, nuestra hermandad estaría más unida que nunca.

Con la llegada de MEPS, además de imprentas más veloces y otros ajustes en la producción, este objetivo finalmente podía hacerse realidad.

El primer número de La Atalaya que se publicó en muchos idiomas a la vez fue el del 1 de abril de 1984.

Tan solo un año después, La Atalaya se estaba publicando simultáneamente en 23 idiomas.

¡Y para el 2021, la edición de estudio de esa revista ya se publicaba en más de 390 idiomas de forma simultánea!

Actualmente, casi todos los testigos de Jehová del mundo estudiamos la misma información en las reuniones.

¡Solo Jehová puede realizar un milagro como este!

MEPS ha dejado de ser solo un sistema de composición para convertirse en un conjunto de herramientas para editar publicaciones bíblicas.

Además, contribuyó a la creación de Watchtower Library en CD-ROM y la aplicación JW Library®.

Ahora, las siglas de MEPS corresponden en inglés a Sistema Electrónico de Edición Plurilingüe, porque nos sirve para editar publicaciones impresas y electrónicas.

Al final, la historia de MEPS es una historia de amor, y no solo de tecnología.

El amor fue lo que impulsó al Cuerpo Gobernante a buscar la manera de llevar alimento espiritual a personas de toda tribu y lengua.

Gracias a ese acto de amor y a la ayuda del espíritu santo hoy estamos más unidos que nunca y podemos dar a conocer las buenas noticias como nunca antes.

Desde las planchas de impresión de metal fundido hasta la edición digital, cuánto ha cambiado todo y qué bendición ha sido MEPS.

Esta herramienta ha ayudado a unir al pueblo de Jehová y a que se prediquen las buenas noticias “en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones”.

Tal vez haya pasado por una situación en la que usted se haya preguntado: “¿Será que Jehová ya no me bendice?”.

Veamos cómo algunas de las situaciones que vivió Juan el Bautista pueden ayudarnos a estar seguros de que Jehová nos ama y nos cuida.

Sabía que este día iba a llegar.

Los cristianos sabemos que seremos perseguidos.

Pero, aun así, ver que arrestaban al hermano Vasil fue un golpe muy duro.

Después de lo que pasó, me daba miedo hablar de Jehová.

Marcos ya lleva varios meses buscando trabajo.

La situación se está haciendo cada vez más difícil.

Agradezco que me ayude con el precursorado y salga conmigo a predicar, pero quizás sería mejor que usara este tiempo para seguir buscando trabajo.

Cuando supe que a Nicole la habían invitado a la Escuela para Evangelizadores, me puse muy contenta.

Pero, al seguir pensando en ello, empecé a sentirme vacía, decepcionada.

Siento que a otros les dan muchas oportunidades de servir más a Jehová.

¿Por qué a mí no?

En mi lectura de la Biblia encontré el ejemplo de alguien que predicó con mucho valor a pesar de la oposición.

Después de decirle a Marcos cómo me sentía, estuvimos conversando sobre un personaje de la Biblia que aguantó sin perder la esperanza.

Jesús dijo: “Entre los seres humanos, no ha habido nadie mayor que Juan el Bautista”.

Muchas personas que lo escucharon se sintieron impulsadas a arrepentirse y a bautizarse, y eso las preparó para recibir al Mesías.

Hasta bautizó al Hijo de Dios.

Pero, a medida que el ministerio de Jesús fue aumentando, el ministerio de Juan fue disminuyendo.

Cuando sus discípulos hablaron con él sobre esto, fue humilde y se puso muy contento por lo que Jehová estaba logrando por medio de Jesús.

Pero Juan se enfrentó a muchas dificultades, igual que los siervos de Jehová de hoy día.

Lo metieron en la cárcel por hablar de la verdad con valor.

Juan fue muy valiente; nada le impidió seguir predicando.

El tiempo iba pasando, y Juan seguía en la cárcel.

Así que necesitaba ánimo y fuerzas, igual que yo.

Sus discípulos le trajeron un mensaje de parte de Jesús: “Mira lo que Jehová está logrando a tu alrededor”.

Ahora veo lo que Jehová está logrando a mi alrededor.

Puedo imitar a Juan el Bautista, y seguir aguantando sin perder la esperanza.

Tengo tantas razones para estar feliz.

Y una de ellas es ver cómo Jehová usa a otros para cumplir su voluntad.

La gente necesita conocer a Jehová.

Como Juan, puedo ser valiente sin importar los problemas que tenga que afrontar.

¡Qué buenas lecciones para nosotros!

Una hermana estaba muy preocupada porque su esposo no encontraba trabajo.

Pero más tarde se dio cuenta de que era importante que él siguiera saliendo a predicar con ella.

Otra hermana se sentía vacía y decepcionada, pero aprendió a estar contenta, como Juan el Bautista, al ver cómo Jehová usa a otras personas para cumplir su voluntad.

Y otro hermano que afrontó persecución aprendió a vencer el miedo y a predicar sin temor.

En los países en los que nuestra obra está prohibida, a menudo se esparcen mentiras y propaganda para justificar que se nos persiga.

Pero no solo se difunde información falsa o equivocada y mentiras descaradas en esos países.

De hecho, aunque decimos la verdad, los apóstatas y otras personas nos acusan de mentirosos y farsantes.

¿Cómo debemos reaccionar ante ese trato tan injusto?

Escuchemos al hermano Seth Hyatt en la siguiente adoración matutina, que se titula “Nos ven como farsantes, aunque decimos la verdad”.

Viene una persona y les trae una falsa acusación sobre los testigos de Jehová.

¿Les ha pasado esto?

Quizá fue una noticia que la persona leyó o que oyó en algún noticiero.

Puede que esto les haya pasado en la predicación de casa en casa.

Pudo haber sido sobre cualquier tema: porque somos neutrales, porque rechazamos la sangre, porque somos fieles a las elevadas normas morales de Jehová y respetamos la santidad del matrimonio, o porque, como queremos mantener limpia la congregación, expulsamos a los pecadores que no se arrepienten.

Y ese tipo de acusaciones tienen algunas cosas en común.

Veamos cuáles son.

Por lo general, muchas de ellas tuercen los hechos, son inexactas o incluso contienen mentiras descaradas.

Y hay algo que nunca falta: se presentan con tanta seguridad que parecen ciertas, la gente las cree.

¿Qué hacemos cuando oímos algo como eso?

¿Cómo nos sentimos?

¿Tristes?

¿Desanimados?

¿Enojados?

Pensemos en lo que le pasó a una precursora.

Un día fue a dirigir un curso de la Biblia y, mientras estudiaba con la señora, llegó una mujer a la casa sin avisar.

Y ni siquiera tocó el timbre, solo se metió.

Resulta ser que esta mujer era una conocida de la estudiante.

En fin, la mujer entró e interrumpió el curso bíblico.

Y en la mano llevaba un libro.

Se trataba de un libro que publicó un hombre que había estado relacionado con los Testigos.

Entonces le dijo a la estudiante: “Mira lo que encontré, tienes que leer esto”.

Y así surgió una conversación interesante.

La verdad es que la pobre hermana se vio en un pequeño aprieto.

La mujer la estaba acusando de mentirosa.

¿Cómo manejó la situación la hermana?

¿Y qué hizo la estudiante ante aquello?

Bueno, antes de responder, veamos qué podemos aprender de las palabras del texto de hoy y de su contexto.

Después les contaré el final de la historia.

Vayamos a 2 Corintios, capítulo 6.

Comencemos con el versículo 4.

Pablo dice: “Nos recomendamos como ministros de Dios en todo lo que hacemos”.

Y a continuación viene una larga lista de situaciones y circunstancias que Pablo tuvo que vivir a lo largo de su ministerio.

Y estas son las mismas circunstancias que atravesamos los cristianos hoy en día.

Más adelante, en el versículo 7, dice que “nos recomendamos como ministros de Dios […] diciendo la verdad”.

Porque, claro, adoramos a Jehová, “el Dios de la verdad”.

Eso nos llena de orgullo.

Y como se destaca en el comentario de La Atalaya, nosotros no decimos mentiras, ni grandes ni pequeñas.

Amamos la verdad.

Nos encanta enseñarles a otros la verdad sobre Jehová.

Por eso llama la atención lo que Pablo dice en el versículo 8.

Dice: “Cuando nos alaban o nos deshonran, cuando tenemos buena fama o mala fama”.

Y, noten, aquí viene lo interesante: “Nos ven como unos farsantes, aunque decimos la verdad”.

¡Qué contradicción tan extraña!, ¿cierto?

Decir la verdad y que te acusen de farsante, o mentiroso.

Algo que podemos recordar cuando escuchemos algún informe negativo sobre los testigos de Jehová es que incluso Jehová mismo fue víctima de ataques de este tipo.

Lo difamaron.

Vayamos a Génesis, capítulo 3.

Comencemos en el versículo 1: “Ahora bien, de todos los animales salvajes del campo que Jehová Dios había hecho, la serpiente era el más cauteloso.

Ella le preguntó a la mujer: ‘¿De veras les dijo Dios que no pueden comer de todos los árboles del jardín?’”.

¿Notaron la táctica que usó Satanás?

No empezó con un ataque directo, sino con una pregunta.

Y no fue cualquier pregunta.

Esa pregunta tenía la intención de sembrar la duda: “¿De veras dijo Dios eso?”.

En los versículos que siguen leemos la respuesta de Eva.

En el 3, vemos que Eva repite lo que Jehová les dijo a ella y a Adán: “No deben comer de él; no, no deben tocarlo.

Si lo hacen, morirán”.

Así que ella comprendía el mandato y tenía claro el castigo.

Pero ahora, en el versículo 4, la serpiente le responde lo siguiente: “De ningún modo morirán”.

Eso fue una mentira.

Pero la serpiente la dijo con convicción, con seguridad, como si fuera un hecho.

Y continuó diciendo: “De hecho, Dios sabe que el mismo día en que coman de él se les abrirán los ojos y serán como Dios: conocerán lo bueno y lo malo”.

Satanás, “el padre de la mentira”, difamó a Jehová; lo acusó de mentiroso.

A Jesús también lo acusaron de lo mismo durante su ministerio aquí en la Tierra.

Y los enemigos del apóstol Pablo también lo atacaron; lo llamaron mentiroso.

Por eso, si nos enfrentamos a algo así —mentiras, noticias falsas—, no nos sorprende.

La pregunta ahora es cómo reaccionaremos ante esto.

Y es que, si lo pensamos, Eva podría haberse hecho algunas preguntas, preguntas que la habrían ayudado a tomar una mejor decisión.

Por ejemplo: “¿Qué cosas sé sobre la persona que originó esta información?

¿Qué tipo de persona es?

¿Cuál es su objetivo?

¿Será que de verdad quiere ayudarme, o tendrá un motivo oculto?”.

Y una pregunta más: “Antes de dar por cierto un informe negativo de una persona que en realidad no conozco para nada, ¿hay alguien que yo conozca —alguien en quien confíe, con quien pueda hablar— que me pueda orientar un poco?”.

La realidad es que Eva podría haber hablado con Adán, y juntos haber buscado la guía de Jehová.

Si Eva se hubiera planteado esas preguntas, el mundo hoy sería un lugar completamente diferente.

Pero no, Eva se creyó la mentira sin más.

Bueno, ¿y qué pasó con la precursora y con su estudiante de la Biblia de las que hablé antes?

¿Cómo reaccionaron ante esa situación?

La precursora nos contó que ella se puso a pensar.

Llegó a la conclusión de que era una invitada en la casa de la estudiante.

Así que hubiera sido de mala educación interrumpir la conversación que estaban teniendo y por eso decidió no decir nada.

¿Y qué hizo la estudiante?

Curiosamente, le preguntó a la mujer: “Dime algo, ¿tú conoces al que escribió ese libro?”.

“No”.

“¿Y sabes por qué lo habrá escrito?

¿Qué pretendía lograr al hacerlo?

Porque yo conozco a esta señora, que viene a mi casa a darme clases de la Biblia, y sé que ella tiene buenas intenciones.

Por eso creo que no necesito leer ese libro, gracias”.

¡Qué buena respuesta!

La estudiante captó el punto.

Y nosotros también.

Tenemos muy claro —y no nos sorprende— que se dirán cosas negativas sobre nosotros y que incluso, en algunas ocasiones, habrá gente que nos acuse de mentirosos.

Y la Biblia nos hace una clara advertencia a todos: que habrá quienes decidan cambiar la verdad de Dios por la mentira.

Pero eso no lo haremos ni tú ni yo si nos aferramos con firmeza a Jehová, “el Dios de la verdad”.

Por eso, sigamos recomendándonos como ministros de Dios diciendo siempre la verdad.

A continuación, vamos a escuchar la experiencia de un hermano que tuvo que hacer grandes cambios en su vida cuando aceptó la verdad, pero que luego se alejó de Jehová y empezó a hacer cosas malas.

Fíjense en lo que siente Jehová por aquellos que se alejan de él y en cómo los ayuda con cariño a que regresen a su lado.

Crecí en las Highlands o las Tierras Altas de Escocia.

Aunque era un lugar hermoso donde crecer, las cosas en casa no eran fáciles.

Mi padre y sus amigos eran muy trabajadores, pero también bebían mucho.

Muchas veces él se emborrachaba y se ponía violento, y a veces también se ponía violento en casa.

Con 14 años ya había empezado a beber, y a veces peleaba con mi papá y con mi padrastro.

Eso hizo que tuviera la autoestima muy baja y que me sintiera mal conmigo mismo.

Casi siempre iba a la escuela sintiéndome deprimido, pero a veces los profesores nos leían la Biblia y eso me hacía sentir mejor.

Lo que nos leían me llegó al corazón, y sentí que las cosas podían mejorar en el futuro.

Quería dejar de pelear y de meterme en problemas.

Quería ser una persona mejor.

Ahora tenía un objetivo, así que, como quería mejorar mi vida, me uní al Ejército.

Eso me dio la oportunidad de salir del ambiente en el que vivía y conocer otros lugares del mundo.

De todas formas, los fines de semana terminábamos emborrachándonos y poniéndonos violentos.

Cada vez que me metía en problemas, después me sentía muy mal y quería cambiar.

Me di cuenta de que tenía que dejar el Ejército y partir de cero.

Entonces decidí mudarme a Edimburgo.

En ese tiempo hacía mucho ejercicio.

Pero en realidad lo que estaba haciendo era cambiar mi adicción al alcohol por una adicción distinta: el deporte.

Por fuera parecía que estaba bien, pero por dentro ya no podía más.

Me sentía en un agujero negro del que no podía salir.

Yo sabía que el único que podía ayudarme era Dios, así que en ese tiempo le oré mucho.

Le pedía que me ayudara a ser feliz y a encontrar un propósito en la vida.

En mi trabajo tenía un compañero que había estado en la Marina.

Una noche fuimos juntos a una discoteca y cuando íbamos camino a casa le dije que no me gustaba ese tipo de ambiente.

Y para mi sorpresa empezó a hablarme de la Biblia.

Después de dos o tres horas de bombardearlo con preguntas, me dijo: “Mejor le digo a mi papá que hable contigo”.

Su papá era testigo de Jehová.

Él me dio algunas publicaciones y me dijo que cuando las leyera buscara las citas bíblicas que aparecían.

Mi compañero y yo empezamos a estudiar la Biblia con su papá y también empezamos a asistir a las reuniones.

Cuando llevábamos más o menos un año y medio estudiando la Biblia, mi amigo y yo nos bautizamos el mismo día.

Unos pocos años después de bautizarme decidí irme a vivir a Alemania.

Lamentablemente, mientras vivía allá fui expulsado.

Me fui a trabajar al mar del Norte.

Pero ese ambiente me hizo sentir tan triste que, cuando no estaba trabajando, estaba bebiendo.

Sabía que si seguía así acabaría teniendo un problema grave de salud.

Así que decidí mudarme a Italia.

Muchas veces, cuando salía en mi bicicleta y cada vez que pasaba por un Salón, pensaba: “No sé cómo voy a volver a Jehová.

Yo creo que nunca me va a perdonar.

Yo creo que nunca me va a dejar volver”.

Un sábado por la mañana sonó el timbre y, claro, eran dos testigos de Jehová.

Me di cuenta de que era Jehová el que los había enviado.

Era su forma de decirme: “Te sigo queriendo.

No importa lo que hayas hecho, todavía te quiero”.

Los siguientes meses pasé mucho tiempo pensando en eso y tratando de convencerme de que Jehová me quería.

Pero tenía una vida muy ocupada.

Estaba entrenando para una carrera en los Alpes y todavía estaba trabajando en las plataformas de petróleo en el mar del Norte.

Todo eso me estaba impidiendo volver a Jehová.

En una ocasión, los ancianos me dijeron que no iba a haber reunión esa semana, pero me animaron a que fuera a una asamblea en Roma.

Lo que más me impresionó fue ver lo limpio que es el pueblo de Jehová comparado con la gente con la que me había estado juntando todos esos años.

De vuelta a casa me tocó conducir en medio de una tormenta, y todo el rato venía pensando: “¿En qué minuto se me ocurrió dejar la congregación y dejar a Jehová?”.

En ese viaje decidí que nunca volvería a trabajar en las plataformas petroleras del mar del Norte.

Como ahora tenía bastante tiempo libre, aproveché para leer mucho la Biblia y nuestras publicaciones.

Y cuando leí esas publicaciones sentí que Jehová me estaba diciendo: “Vuelve a mí con todo tu corazón.

Arreglemos las cosas entre nosotros”.

Entonces decidí hablar con los ancianos.

Les dije que quería empezar a asistir a todas las reuniones y servir a Jehová de todo corazón.

Y, después de un tiempo, finalmente fui readmitido en la congregación.

Cuando quise hacer las cosas a mi manera, nada funcionaba.

La verdad es que mi vida era un desastre, me sentía muy triste.

Pero, cuando hice las cosas a la manera de Jehová, todo en mi vida empezó a mejorar.

Necesitaba convencerme de que Jehová me quería.

Cuando lo hice, comencé a progresar porque pude aceptar el amor de Jehová, y también pude aceptar el amor de los hermanos de la congregación.

No hay nada más grande que el amor de Jehová.

Su amor puede ayudarnos a superar cualquier cosa.

Me di cuenta de que la sabiduría de Jehová es inmensa, porque solo él es capaz de transformar una situación negativa, algo malo, en algo positivo.

Y solo él nos da un propósito y felicidad verdadera.

¿Se ha alejado usted de Jehová, como el hermano Mackay?

¿Se ha vuelto inactivo o quizás ya no es parte de la congregación?

Por favor, preste atención a la cariñosa invitación que le hace el siguiente video musical, titulado Volver a tu hogar. ♪♪ Hola, ¿qué tal estás?

Hace tanto tiempo ya...

Venimos cargados con mil saludos de la congregación.

Queremos que sepas que todos allí te quieren y no se olvidan de ti.

Regresa a los brazos de Dios, escucha el sonido de su voz.

Verás que Dios te abrirá el corazón de par en par si decides volver a tu hogar.

No hay un lugar igual, donde sirves a Jehová.

Sientes su protección, es como si abrazara tu corazón.

Si hay un vacío en tu interior, él te ayudará a sentirte mejor.

Regresa a los brazos de Dios, escucha el sonido de su voz.

Es la mejor decisión, verás que el sol saldrá si decides volver a tu hogar.

Jehová desea volverte a ver en tu hogar.

Nosotros también, porque esta es tu familia.

Es tu hogar.

Es tu hogar.

Regresa, vuelve a los brazos de Dios, escucha el sonido de su voz.

No hay tiempo ya que perder.

Es hora de volver a tu hogar. ♪♪ Su hogar está junto a Jehová y su pueblo.

Su familia está aquí.

Si se encuentra perdido, vuelva a su hogar.

La belleza de nuestro hogar espiritual se extiende por todo el planeta.

Conozcamos uno de los rinconcitos de este hogar visitando a nuestros hermanos y hermanas de Surinam.

Surinam es un país de Sudamérica que tiene muchísimos bosques y está rodeado de tanta agua que parece una isla.

No tiene carreteras que lo conecten con otros países.

Limita al este y al oeste con algunos ríos; al norte, con el océano Atlántico; y al sur, con bosques tropicales, sabanas y la imponente cuenca del río Amazonas.

Aunque Surinam es uno de los países más pequeños de Sudamérica, está lleno de espacios naturales que son el hogar de algunos de los animales más grandes del continente.

Por ejemplo, el oso hormiguero gigante, que come unas 35.000 hormigas y termitas al día.

En Surinam también viven el tapir (el mamífero más grande de Sudamérica) y el jaguar (el felino más grande del continente).

En Surinam, no solo hay una gran diversidad de animales.

En esta región también convive una gran multitud de etnias.

Surinam cuenta con una gran riqueza cultural, gracias a la variedad de sus costumbres y platos típicos.

Imagínense el reto tan grande que enfrentan los más de 3.300 Testigos de Surinam para llevar las buenas noticias a las personas en su propio idioma en un país con tantos bosques y tanta variedad cultural.

Aunque el idioma oficial de Surinam es el holandés, la sucursal de este país supervisa la traducción a otros cinco idiomas: el surinamés, el aucano, el saramacano, la lengua de señas surinamesa y el idioma caribe.

En el 2022, la sucursal de Surinam contó con la colaboración de 20 traductores de Betel, 13 voluntarios externos de tiempo completo y 8 voluntarios a distancia.

Conozcamos a algunos de los hermanos que predican en diferentes idiomas.

Los 34 publicadores de la congregación Brownsweg hablan saramacano, que es el idioma que hablaban los descendientes de los esclavos que huyeron al interior del país hace casi 400 años.

Los 18 publicadores de la congregación Apoera dirigen todos los meses 30 cursos de la Biblia.

Muchos habitantes de la zona son arahuacos, uno de los pueblos indígenas de Surinam.

En lo más profundo de Surinam se encuentra la congregación Pulugudu, que está cerca de las cataratas Pulugudu.

No es fácil navegar por estas aguas.

Pero nuestros hermanos, que manejan sus barcas de madera con gran habilidad, utilizan estos ríos como carreteras para predicar en la zona.

Los 38 publicadores de esta congregación predican en aucano, idioma que habla el pueblo cimarrón.

Los hermanos y hermanas de Surinam y de las congregaciones de Brownsweg, Apoera, y Pulugudu les envían su cariño.

Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.

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