¡Bienvenidos a JW Broadcasting®!
Este mes hablaremos de algo que es muy fácil de decir, pero difícil de hacer: tomar buenas decisiones.
Veremos las buenas decisiones que tomaron Greg y Joren Harris al criar a sus hijos.
También veremos cómo le va a Enrique Torres, alguien que hizo grandes cambios en su vida.
Aprenderemos qué lo ayudó a seguir haciendo lo que está bien.
Y, en el episodio de “El hierro afila el hierro”, veremos cómo podemos ser más adaptables al predicar.
Este es el programa de JW Broadcasting de abril de 2023.
En el programa de hoy hablaremos de lo importante que es tomar buenas decisiones.
Y nuestro análisis se basará en lo que dice Job 34:11.
Vamos a leerlo juntos: Como indica este versículo, lo que hacemos es muy importante.
Y nuestras acciones reflejan las decisiones que hemos tomado.
Algunas decisiones las tomamos después de pensarlo mucho y, otras veces, no le damos tantas vueltas.
Pero sea que lo pensemos mucho o lo pensemos poco, ninguno de nosotros puede negar la realidad: las buenas decisiones producen buenos resultados y las malas pueden tener terribles consecuencias.
Obvio, todos queremos tomar buenas decisiones.
Pero ¿cómo sabemos que una decisión es buena?
Sabemos que es buena si le agrada a nuestro Padre celestial, Jehová.
La mayoría de nosotros ya hemos tomado muy buenas decisiones.
Por ejemplo, decisiones tan importantes como la de dedicarnos a Jehová y bautizarnos, o la de no involucrarnos en los asuntos religiosos o políticos de este mundo.
Claro, antes de tomar esas decisiones tan importantes, seguro que le oramos a Jehová muchas veces y le pedimos que nos guiara.
Y Jehová nos ha bendecido por haber tomado esas decisiones tan buenas.
Pero en este programa no nos vamos a centrar en esas grandes decisiones.
Más bien, nos centraremos en las que podrían parecer poco importantes pero que podrían traer consecuencias muy muy graves.
Primero, vamos a analizar el ejemplo de una persona que le sirvió a Jehová y aun así tomó algunas malas decisiones en su vida.
Veremos qué hizo que este hombre fiel tomara esas malas decisiones.
Después, veremos qué tenemos que hacer para tomar buenas decisiones.
Y, por último, veremos qué podemos hacer si nos damos cuenta de que hemos tomado una mala decisión.
Para empezar, vamos a hablar de un siervo leal de Jehová que tomó algunas decisiones equivocadas.
El hombre al que nos referimos es el rey Jehosafat.
¿Qué opinión tenía Jehová del rey Jehosafat?
Vamos a ver la respuesta en 2 Crónicas 17:3, 4: Se ve que Jehová lo apreciaba, ¿verdad?
Sí, el rey Jehosafat fue fiel a Dios.
Tomó la sabia decisión de adorar a Jehová.
Sin embargo, algunas de sus decisiones fueron un completo error.
Vamos a ver cuál fue una de ellas en 2 Crónicas 18:1: ¿Notaron?
Casó a su hijo con la hija de Acab, Atalía.
¡Qué decisión tan terrible!
¿Por qué?
Porque Acab había construido un templo dedicado a Baal y había puesto en él a 850 profetas falsos.
Además, estaba casado con la malvada reina Jezabel.
¡¿Quién querría que su hijo formara parte de esa familia?!
¡¿Pero en qué estaba pensando Jehosafat?!
¡¿Por qué hizo esta alianza matrimonial?!
Quizás quería volver a unir a las 12 tribus o tal vez tenía alguna otra razón política o comercial para hacer una alianza con Acab.
Aunque no sabemos cuáles fueron sus razones, sí sabemos que hubo consecuencias.
Por culpa de la relación familiar que ahora tenía con Acab, Jehosafat se sintió obligado a apoyarlo en su guerra contra los sirios.
Y esto lo llevó a tomar otra mala decisión.
Mientras se preparaban para la batalla, Jehosafat le consultó a un profeta de Jehová para saber qué hacer.
Sin embargo, Acab odiaba a ese profeta y, después de escuchar su mensaje, lo metió en prisión.
Llegado a este punto, Jehosafat tenía que tomar una decisión.
¿Qué iba a hacer?
Aunque al principio no estaba de acuerdo con Acab, al final fue con él a la batalla.
Jehosafat no hizo caso de la advertencia de Jehová.
Y eso lo llevó a tomar otra malísima decisión.
Una decisión increíblemente tonta.
¿Cuál fue?
El profeta de Jehová había predicho que los israelitas perderían a su pastor, o a su rey, en la batalla.
Así que Acab dijo que él se disfrazaría para que nadie supiera que él era rey.
Pero le dijo a Jehosafat que él sí fuera vestido como un rey.
A ver, a ver...
Piensen por un momento en lo que este hombre le estaba diciendo.
Básicamente le estaba diciendo a Jehosafat: “Tú vete a la batalla para que jueguen contigo al tiro al blanco mientras yo paso desapercibido”.
Pues Jehosafat aceptó.
Y esa no fue solo una mala decisión, fue una decisión muy tonta que casi le costó la vida.
¿Por qué lo haría?
La obra Perspicacia explica que Jehosafat quizás lo hizo porque ya le había dado su palabra a Acab y no quería echarse para atrás.
Tal vez le daba vergüenza no cumplir con lo que le había prometido.
Aunque Jehosafat sobrevivió a la batalla, Jehová le envió a otro profeta para que le dijera lo que leemos en 2 Crónicas 19:2.
Ahí dice: Es cierto que Jehosafat hizo cosas buenas durante su vida, y Jehová así lo reconoció.
Pero también tomó algunas decisiones que fueron muy malas.
¿Qué lecciones podemos aprender del rey Jehosafat?
Lección 1: El que hayamos hecho muchas cosas buenas por servir a Jehová no significa que siempre vayamos a tomar las mejores decisiones.
Lección 2: Si tenemos amigos que odian a Jehová, podríamos sentirnos presionados a tomar malas decisiones.
Lección 3: Puede que hayamos buscado la guía de Jehová, pero para tomar buenas decisiones es necesario seguirla.
Y lección 4: Si nos damos cuenta de que hemos tomado una mala decisión, no sigamos por el mismo camino.
Detengámonos y cambiemos de rumbo.
Proverbios 22:3 resume muy bien estas cuatro lecciones.
Ahí dice: “El prudente ve el peligro y se esconde, pero los inexpertos siguen adelante y sufren las consecuencias”.
Así es, tenemos que ver las posibles consecuencias de las malas decisiones y así evitaremos tomarlas.
¿Cuáles fueron algunas de las consecuencias de las malas decisiones de Jehosafat?
Casi perdió la vida, su hijo mayor murió siendo un apóstata y más tarde su nuera, Atalía, mató a todos los herederos al trono, excepto a uno, y ella misma se nombró reina de Judá. Y ahora tal vez estén pensando: “Pero ¿no consideró Jehová a Jehosafat un buen rey?”.
Sí, así fue.
Y la verdad es que nos consuela saber que, aunque tomemos alguna decisión equivocada alguna vez, Jehová puede seguir considerándonos, a pesar de todo, sus siervos fieles.
¿Significa eso entonces que no importa qué decisiones tomemos?
En una Atalaya de 1980, se puso una interesante comparación.
Ponía el ejemplo de dos capitanes de barco.
Uno dirige hábilmente el barco a través de una tormenta, y gracias a eso el barco y la tripulación se salvan.
Pero el otro capitán toma muy malas decisiones y, por culpa de eso, su barco naufraga en la misma tormenta y solo él se salva.
Aunque los dos capitanes sobrevivieron a la tormenta, el que salvó su barco se sintió más feliz y se ganó el respeto y el reconocimiento de los demás.
No hace falta decir a quién se parecía Jehosafat, ¿verdad?
Pero nosotros no queremos ser como él, queremos ser como el capitán que salvó tanto su barco como a toda su tripulación.
¿Qué podemos hacer para ser como este buen capitán?
En La Atalaya de abril de 2011, aparecía un recuadro muy interesante que se titulaba: “Pasos para tomar buenas decisiones”.
Allí se mencionaban seis pasos que todos podemos seguir: 1) No tomarse libertades indebidas; 2) Informarse bien; 3) Pedir sabiduría; 4) No posponer la decisión; 5) Poner manos a la obra; 6) Evaluar los resultados y hacer cualquier cambio que sea necesario.
¿Y por qué este último paso?
Porque de vez en cuando todos debemos evaluar las decisiones que hemos tomado.
Y, al hacerlo, puede que nos demos cuenta de que algunas de ellas no fueron muy acertadas.
Aun así, ¿podríamos ser como el buen capitán?
¡Claro que sí!
¿Cómo?
No teniendo miedo de hacer los cambios que hagan falta.
Debemos reconocer que las cosas no siempre salen como lo habíamos planeado.
Como dice Eclesiastés 9:11, a todos nos llega “algún mal momento y algún suceso imprevisto”.
¿Qué deberíamos hacer si eso sucede?
El mismo número de La Atalaya de 2011 responde a esta pregunta.
Después de decir que Jehová espera que cumplamos con las promesas que hicimos cuando decidimos dedicarnos a él o casarnos, añade lo siguiente: Volvamos de nuevo al tema de los capitanes de barco.
A veces, ellos tienen que rectificar una decisión que ya habían tomado.
Eso fue lo que ocurrió allá en el año 1889.
El capitán del buque británico Calliope tenía su nave anclada en el puerto de Apia, en lo que era Samoa Occidental, cuando empezó a soplar un huracán.
Al principió decidió permanecer anclado en el puerto, como los otros capitanes, hasta que pasara la tormenta.
Pero, al ver que aumentaba el tamaño de las olas y que cada vez era más peligroso estar allí, el capitán se dio cuenta de que había tomado la decisión equivocada.
¿Qué hizo entonces?
Con valor rectificó su decisión y condujo el barco a mar abierto.
No fue fácil, pero al final logró salvar el barco, a sí mismo y a los 250 marineros que iban a bordo.
Este acto de valor es recordado hoy como una hazaña de la historia naval.
Para ser como ese valiente capitán, quizás tengamos que pedirle a Jehová que nos ayude a evaluar las decisiones del pasado, decisiones relacionadas con el empleo, el entretenimiento, la educación o hasta el lugar donde vivimos.
Es posible que cuando tomamos aquellas decisiones nos parecieran muy buenas, pero ¿lo siguen siendo ahora?
Si vemos que se aproximan vientos huracanados y olas gigantescas como consecuencia de las decisiones que tomamos porque no estaban totalmente en armonía con la voluntad de Jehová, ¿qué deberíamos hacer? Seamos como el buen capitán.
Que no nos dé vergüenza rectificar.
Seamos valientes.
Pidámosle ayuda a Jehová y actuemos con determinación.
Hagamos los cambios que hagan falta teniendo en cuenta lo que a Jehová le gusta.
De esta manera, tomaremos buenas decisiones, decisiones que den buenos resultados, decisiones que Jehová pueda bendecir. Algo que podría ayudarnos a tomar buenas decisiones es tener en cuenta el cuadro completo.
No piense solo en lo que le conviene hoy; sus decisiones pueden afectar su futuro.
En otras palabras, no piense únicamente en el presente, piense en la eternidad.
De eso precisamente trata el video musical de este mes.
♪♪ Este mundo va a intentar que tú te dejes llevar por la gente y la presión.
Pero Dios te enseña a resistir, a no dejarte moldear.
El sí te dará felicidad.
Sé valiente, mira al frente.
No sigas la corriente, haz lo que está bien.
Jehová no te dejará.
Si sigues a su lado, él te ayudará.
Lo hizo ayer, lo hace hoy...
y para siempre.
Este mundo solo da mil promesas que jamás cumplirá.
No son verdad.
Jehová te quiere de verdad y quiere verte sonreír.
Él sí te dará felicidad.
Sé valiente, mira al frente.
No vivas para ellos, vive para él.
Jehová no te dejará.
Si sigues a su lado, él te ayudará.
Lo hizo ayer, lo hace hoy... y para siempre.
Sé valiente, mira al frente.
Las piedras del camino no te harán caer.
Jehová no te dejará.
Si sigues a su lado, él te ayudará.
Lo hizo ayer, lo hace hoy...
y para siempre. ♪♪ Sin importar cuánto tiempo llevemos sirviendo a Jehová o qué cambios hayamos tenido que afrontar, jamás perdamos de vista la vida eterna.
Si así lo hacemos, tomaremos buenas decisiones a lo largo de toda nuestra vida.
Anteriormente dijimos que, a veces, es necesario evaluar decisiones que ya tomamos.
En el siguiente video, vemos que una familia decide irse a una congregación de otro idioma.
¿Sería esa la mejor decisión en aquel momento?
Veamos cómo le fue a esta familia.
Hijo, ¿ya estás listo?
En nuestro territorio cada vez había más personas haitianas.
Por eso, en la zona se formó una congregación de criollo haitiano.
Un día fuimos a predicar con ellos y nos dimos cuenta de que necesitaban ayuda.
♪♪ “Tú puedes dar el paso”. ♪♪ ¿Y qué? ¿Lo hacemos?
Le he pedido a Jehová más cursos de la Biblia.
Creo que esta podría ser la respuesta.
Claro. Me apunto.
¿Les parece que luego oremos sobre eso?
Nos encantaba poder aprender otro idioma.
Aprovechábamos cualquier ratito para estudiar.
Nos sentíamos muy felices, pero no todo era fácil.
Nicolás, Nicolás.
Hijo, ¿puedes leer el siguiente párrafo, por favor?
Sí, ¿por dónde íbamos?
El curso que hicimos hoy estuvo muy bien, ¿verdad Nicolás?
Pues sí.
Pero, como siempre, no entendí nada.
No nos habíamos dado cuenta de que Nico no estaba tan feliz como nosotros.
Para ayudarlo, hicimos más actividades en nuestro idioma.
Además de la adoración en familia, íbamos a la reunión de nuestra antigua congregación una vez al mes.
Estoy un tanto preocupado por Nico.
Le está costando trabajo adaptarse a la nueva congregación.
Entiendo. ¿Sabes?
Cuando fuimos a apoyar una congregación en otro idioma, al principio todo era muy bonito.
Pero poco después nos dimos cuenta de que los niños ya no estaban tan contentos.
Estaban oyendo cosas sobre Jehová, pero en realidad no estaban aprendiendo porque no era su idioma.
¿Fue por eso que volvieron aquí?
Pues sí, pero cada familia es diferente y todas tienen que tomar su propia decisión.
Gracias, es cierto.
Encontré un artículo perfecto que nos ayudó a decidir qué hacer.
Hablaba sobre Daniel.
Todos los días tenía que hablar diferentes idiomas.
Pero siempre que estudiaba lo hacía en hebreo, su lengua materna.
El artículo mencionaba el Salmo 119:11.
“Atesoro tus palabras en mi corazón”.
Nos dimos cuenta de que, para que Nico atesorara las palabras de Dios en su corazón, tenía que aprender más sobre él en su propio idioma.
La verdad es que, cuando estoy escuchando la reunión en mi propio idioma, ya no necesito pensar tanto para entender la información.
Bueno, queda claro qué es lo mejor para nuestra familia.
Estoy de acuerdo.
Pero ¿y sus cursos?
No te preocupes Nico, buscaremos una solución.
Nico, el idioma de tu corazón es el que escuchas todos los días.
Así que es mejor que uses ese idioma para estrechar tu relación con Jehová.
Aquella fue la mejor decisión para la espiritualidad de Nico.
Pero echábamos de menos predicar en criollo haitiano.
Así que unos años después… ¿Estás listo?
Estoy un poquito nervioso, pero creo que estoy listo.
Decidimos que había llegado el momento de volver.
Estamos muy contentos de que nuestra decisión le haya ayudado a Nico a convertirse en un cristiano maduro y fuerte.
¡Qué importante es recordar que, a veces, después de tomar una decisión, podemos cambiarla si fuera necesario!
¿Ha tomado usted alguna decisión que al principio parecía buena, pero que, con el tiempo y los cambios de circunstancias, ya no es la mejor?
Tal vez piense: “Si dejo esta asignación, habré fracasado”.
Pero recuerde: lo más importante es que todo lo que hagamos con nuestra vida dé honra a Jehová.
Tenga el valor de cambiar un poco de rumbo si sus circunstancias lo requieren.
Greg y Joren Harris les enseñaron a sus hijos a amar a Jehová.
Veamos qué decisiones tomaron mientras los criaban.
Cuando una persona hace un sacrificio, renuncia a algo para conseguir otra cosa que le parece de más valor.
¿Y qué puede haber más valioso para unos padres que saber que sus hijos aman a Jehová?
¿Qué puede haber más valioso que servir a Jehová en familia?
Cuando me enteré de que íbamos a ser padres, la verdad es que me asusté un poco.
Me refiero a que, bueno, mi familia no era testigo de Jehová cuando yo era pequeño.
Y me pasaron algunas cosas que me afectaron, que me hicieron tener inseguridades.
Cuando te sientes así, necesitas que te digan todo el rato que lo harás bien, que serás capaz de manejar cualquier situación en la vida.
Mi papá se esforzó por darme todo lo que yo necesitaba.
Me quería muchísimo.
Cuando él se iba a dormir, yo ataba a su puerta un hilo de lana de mi mamá y llevaba el otro extremo a mi habitación y me lo ataba al dedo gordo del pie.
Así, por la mañana, cuando se levantaba y abría su puerta, yo me despertaba y podía estar con él.
Ese amor que yo sentía por mi padre era el amor que yo quería que mis hijos sintieran por Jehová.
Yo quería que, por así decirlo, ellos ataran su corazón a Jehová y que se despertaran todos los días con ganas de servirle y de demostrarle que lo amaban.
Me gustaba mucho hablarles de Jehová a los niños, y aprovechaba cualquier oportunidad que tenía.
Y también de noche leíamos la Biblia.
Los niños venían a nuestra cama, y leíamos todos juntos.
Eso era el pegamento que nos mantenía unidos a Jehová y entre nosotros.
En Jueces 7:17, Gedeón dijo: “Obsérvenme y hagan […] lo mismo que yo”.
Así que sabía que, si queríamos que los niños vivieran la verdad, nosotros también teníamos que vivirla.
No podíamos simplemente decirles que sirvieran a Jehová.
Teníamos que servir a Jehová con ellos.
Jesús dejó claro que no podemos ser esclavos de dos amos.
Y, por experiencia propia, sé que es imposible.
Como cualquier padre, yo quería mantener a mi familia.
Me dedicaba a construir casas, pero ese trabajo me hizo dejar el precursorado.
Así que decidí buscar otro empleo.
Dejé de construir casas, empecé a hacer trabajos de remodelación, y buscamos un lugar donde vivir que fuera más barato y que nos permitiera ser precursores.
Y Jehová nos dio justo lo que necesitábamos.
Algo que nos encantaba era ir a predicar en familia a territorios no asignados una vez al año.
Nos iba muy bien.
La predicación era todo un éxito.
Entonces nos pusimos la meta de que todos en casa aprenderíamos a hablar español.
Había muchas personas que hablaban ese idioma en nuestro territorio y también en lugares cercanos, y no había ninguna congregación ni ningún grupo que les predicara.
A veces íbamos a predicar a países donde se habla español.
Normalmente nos alojábamos con familiares de nuestros estudiantes de la Biblia o con hermanos y hermanas de la zona.
Tenían muy poco, pero eran muy hospitalarios, así que nos encantaba alojarnos con ellos, porque aprendíamos sobre su cultura.
Estos viajes nos abrieron los ojos, nos permitieron conocer mundos que no sabíamos que existían.
Todos los esfuerzos que hicimos Joren y yo dieron resultado, porque nuestra familia creció y maduró en sentido espiritual.
Ella siempre ha estado ahí; ha sido una compañera maravillosa.
Ha sido muy fácil amar a Greg.
Él siempre me ayudó a cuidar a los niños y a estar centrada en las cosas espirituales.
Cuando le oramos a Jehová y pensamos en que nuestra familia le está sirviendo fielmente, solo podemos darle las gracias.
Le damos muchísimas gracias por poder servirle junto a nuestro hijo Kaarsten y su esposa Andrea, y nuestra hija Kjersti y su esposo Dhimo.
No merecemos ninguna de las bendiciones que Jehová nos ha dado, pero, aun así, él ha bendecido nuestros esfuerzos.
Nos sentimos tan felices al pensar en el pasado y recordar todo lo que ha hecho por nosotros… Y, aunque nunca podremos pagárselo todo, sí que podemos hacer algo, seguir aguantando, seguir siendo fieles, hasta que estemos en el nuevo mundo.
Les damos las gracias a los hermanos Harris por contarnos su historia de forma tan conmovedora.
Decidieron enseñarles a sus hijos a poner la adoración a Jehová en primer lugar y así les dieron la oportunidad de ser amigos de Jehová.
Las cosas que nos pasan durante la niñez pueden marcar nuestra vida de adultos, de forma positiva o negativa.
Si no nos gusta quiénes somos ahora, podemos cambiar.
Así lo demuestra el siguiente episodio de “¿Qué ha sido de ellos?”.
¡Hello! ¿Quién es?
Ey, hola, ¿cómo están?
Suban, suban.
Mi nombre es Enrique Torres, actualmente vivo en Staten Island, en Nueva York, y tengo el privilegio de formar parte de la congregación Mid-Island.
Por décadas, llevé muy mala vida.
Yo era terrible.
Es más, un juez dijo que yo probablemente seguiría siendo un delincuente toda mi vida.
La verdad es que en aquel entonces era muy mala persona.
De joven me juntaba con gente que no debía, gente que me llevó a cometer delitos y a vivir una vida depravada.
Con el tiempo, acabé preso.
Y a un oficial de la cárcel se le ocurrió un plan: aislar a los que pudieran ser cabecillas para que no ejercieran una influencia negativa en los demás.
Y, claro, a mí me aislaron.
Usted no se puede imaginar las palizas que nos daban.
Todo eso era demasiado para mí… escuchar los gritos… Llegué a pensar que, si eso seguía así, no iba a sobrevivir.
En una de las visitas que me hizo mi papá, me dijo que no me olvidara de Jehová, que ese era su nombre y que lo usara.
Eso fue todo lo que se me quedó.
Yo sabía que Jehová era el único que me podía ayudar, así que empecé a orarle y a rogarle con todo mi corazón.
Entonces le prometí que iba a aprender más acerca de él, porque en aquel momento lo único que sabía era su nombre.
Me trajeron publicaciones y una Biblia.
Y gracias a eso pude conocer mejor a Jehová.
Llegó a ser una persona real para mí.
Y así fueron los primeros 40 años de mi vida.
Pero, en los últimos 40 años, mi personalidad ha ido cambiando poco a poco gracias a la guía que nos da la organización de Jehová.
Dos campos en los que Jehová me ha bendecido mucho han sido la predicación y la enseñanza.
Y, pues claro, ver como él me ha dado su apoyo ha hecho que me sienta más cerca de él.
En la congregación pude llegar a ser siervo ministerial por muchos años y también superintendente de grupo.
Pero también he tenido que hacer frente a problemas, como, por ejemplo, el cáncer.
Creo que ese ha sido uno de los peores.
Sí, me han tenido que hacer cuatro operaciones para eliminarlo y me han dado quimioterapia.
Y, si no hubiera estado seguro de que Jehová me iba a dar su ayuda en esta situación, yo nunca hubiera sido capaz de aguantar algo tan difícil para mí.
Yo les diría a todos que no caigan en la misma trampa en la que caí yo, de andar metido en pandillas.
Porque uno termina enredado en asaltos y robos y delitos...
Y de todo eso uno no saca nada bueno.
Yo de eso lo único que saqué fue sufrimiento, traumas y una conciencia que me atormentaba, que no me dejaba tranquilo.
Por eso les digo a todos: estudien la Biblia, porque así van a ver lo que Jehová les tiene guardado.
Y también van a ver que Jehová es un Dios bueno, cariñoso, compasivo…, que no quiere que nadie sea destruido, sino que vivan para siempre.
Y que los papás no den por perdidos a sus hijos.
A mí, Jehová nunca me dio por perdido.
Él me sacó de la oscuridad espiritual en la que yo estaba y me rescató, me trajo a su luz, tan maravillosa, y a su increíble organización.
Todos los cambios que he podido hacer han sido gracias a él.
Eso es lo que le digo a la gente: “No he sido yo.
Fue él quien me ayudó a cambiar y a ser quien soy ahora”.
Y por ti también él puede hacer lo mismo si se lo permites.
Las malas compañías que Enrique tuvo en su juventud lo llevaron a tomar decisiones desastrosas.
Pero, después de los 40, decidió conocer mejor a Jehová.
¡Qué buen recordatorio de que, para hacer cambios, nunca es tarde!
Y, padres, no olviden que las semillas de la verdad que sembraron en el corazón de sus hijos pueden llevarlos a tomar buenas decisiones, incluso de mayores.
Algunas decisiones parecen insignificantes, pero podrían tener un efecto significativo en los hermanos.
En el siguiente video, el hermano Luccioni nos explica que la forma en que reaccionamos a lo que hacen nuestros hermanos pudiera fomentar la paz o acabar con ella.
El texto del día para hoy habla acerca de las cualidades necesarias para portarse “de una manera digna”, de forma que agrade a Jehová.
Pero probablemente se han dado cuenta de que el versículo que analizamos hoy no se ha citado de forma completa.
Solo aparece Efesios 4:1.
Pero vamos a leer hasta el 3.
Efesios 4:1-3: “Así que yo […], les suplico que se porten de una manera digna de la llamada que recibieron: sean completamente humildes, apacibles y pacientes; sopórtense unos a otros con amor; hagan todo lo posible por mantener la unidad del espíritu mediante el vínculo de la paz”.
¿Cómo dice Pablo que hay que estar para portarse “de una manera digna”?
Unidos.
¿Y qué cualidades hacen falta para conseguir esto?
Hay que ser “humildes, apacibles y pacientes”.
Pero esta no es la única vez que el apóstol Pablo relaciona estas tres cualidades con la unidad, pues en Colosenses 3:12 dice que tenemos que vestirnos con cualidades como la humildad, la apacibilidad y la paciencia.
¿Para qué?
Para seguir soportándonos unos a otros.
¿Por qué son tan importantes estas cualidades para tener paz y unidad?
¿Qué nos dice la Biblia sobre esto?
Quizás pensemos en lo que dice Filipenses 2:3, 4: “No hagan nada motivados por un espíritu conflictivo o egocéntrico, sino que humildemente piensen que los demás son superiores a ustedes”.
Esto nos da paz y unidad.
O Proverbios 15:1: “Una respuesta amable aparta la furia”.
O Proverbios 25:15: “Con paciencia se convence a un comandante”.
Apacibilidad, humildad y paciencia.
Estas cualidades son muy importantes para quitarle tensión a una situación.
Y no solo eso, sino que contribuirán a que haya paz y unidad.
En la Biblia encontramos muchos relatos que confirman que esto es cierto.
Veamos uno de ellos.
El relato de los efraimitas y Gedeón.
Si abrimos la Biblia en Jueces 6 y 7, podemos leer cuando Gedeón fue a luchar contra los madianitas.
Siguiendo las instrucciones de Jehová, Gedeón comenzó con un ejército de 32.000 hombres, pero lo fue reduciendo hasta que se quedó con solo 300.
En La Biblia, en el apéndice B6, podemos ver un mapa que nos ayuda a visualizar la estrategia que siguió Gedeón con la ayuda de Jehová.
El ejército de Madián estaba acampado junto a la colina de Moré, en el lugar marcado en el mapa.
Y, como vemos en el capítulo 6, versículo 34, “el espíritu de Jehová vino sobre Gedeón”.
Esto quiere decir que Gedeón seguía la guía de Jehová.
Así es que Gedeón llamó a las tribus de Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí para que lo ayudaran.
Y es muy lógico que lo hiciera, ya que estas tribus estaban muy cerca del lugar donde se iba a librar la batalla.
Luego, en Jueces 7:22, leemos que el primer ataque de Gedeón causó un gran caos entre los madianitas y tuvieron que huir al sur hacia Abel-Meholá.
En el versículo siguiente, el 23, Gedeón les dijo a las tribus de Neftalí, Aser y Manasés que persiguieran a los madianitas y los empujaran más hacia el sur.
Y esta estrategia resultó ser muy buena.
¿Por qué?
Porque, como se explica en los versículos 24 y 25, Gedeón le dijo a la tribu de Efraín que les cortara el paso en los ríos hasta Bet-Bará y no dejara escapar a ninguno.
Y todo fue un éxito.
Acabaron con los dos príncipes de Madián.
Esta estrategia tan bien planificada llevó a los israelitas a la victoria en una de las batallas más épicas narradas en la Biblia.
De hecho, no hay registro de que los madianitas volvieran a molestar al pueblo de Jehová.
¿Se imaginan lo emocionante que hubiera sido formar parte de esa estrategia y haber celebrado la victoria?
Pero no todos estaban contentos.
Noten lo que dice Jueces 8:1: “Entonces los hombres de Efraín le preguntaron a Gedeón: ‘¿Qué nos hiciste?
¿Por qué no nos avisaste cuando fuiste a luchar contra Madián?’.
Y se lo reprocharon violentamente”.
¿Por qué estaban tan molestos?
Tal vez creyeron que Gedeón debió llamarlos antes o que debió manejar los asuntos de otra forma.
Tal vez dijeron: “¿Por qué no nos llamaste?
¿Por qué no avisaste antes?
¡No sabíamos lo que pasaba!
¡Tuvimos que dejarlo todo tirado para venir a ayudarte!”.
¿Fueron los efraimitas humildes, apacibles y pacientes?
¡Para nada!
Con su actitud rompieron la unidad.
¿Pero cómo reaccionó Gedeón?
Recordemos que él tenía el espíritu de Jehová, y que planificó una excelente estrategia que lo llevó a conseguir la victoria.
Así que, ¿qué les dijo?
Veamos los versículos 2 y 3.
Dice: “Pero él les contestó: ‘¿Y qué hice yo en comparación con lo que han hecho ustedes?
¿No es mejor lo que sobra de la cosecha de Efraín que toda la vendimia de Abí-Ézer?
Dios entregó a Oreb y a Zeeb, los príncipes de Madián, en sus manos.
¿Qué he hecho yo en comparación con ustedes?’.
Cuando les habló así, ellos se calmaron”.
Gedeón sí fue humilde, apacible y paciente.
Y por eso todos se tranquilizaron y Gedeón pudo continuar con su servicio a Jehová.
Ahora comparemos esta situación con otra en la que los efraimitas volvieron a hacer lo mismo.
La encontramos en Jueces 12.
Ahí leemos que esta vez acusaron a Jefté de no haberlos llamado a la batalla.
Otra vez lo mismo.
Pero Jefté les dijo: “Yo los llamé a la batalla.
No vinieron, así que tuve que ir sin ustedes”.
Entonces se pusieron a pelear entre ellos y se olvidaron por completo de cuál era la voluntad de Jehová.
¿Cuál es la lección?
Bueno, la lección es que a veces ocurren cosas que pueden perturbar la paz.
Por ejemplo, algunos hermanos en la congregación, en Betel o en lugares de construcción pueden reaccionar mal, como los efraimitas.
Y a veces nosotros también, ¿no es cierto?
“¿Por qué no me preguntaste?
Se supone que me tenías que haber preguntado.
¿Por qué me dices esto ahora cuando lo necesitabas hace dos semanas y ahora lo tengo que dejar todo tirado para venir a ayudar?”.
Esas cosas pasan, somos humanos.
Pero ¿cómo reaccionamos cuando sucede algo así?
Debemos recordar algo esencial: mantener la unidad es más importante que tener la razón.
Gedeón lo sabía entonces, y hoy día la unidad sigue siendo igual de importante.
Recuerdo un artículo muy interesante de La Atalaya del 15 de diciembre de 2014.
Se titulaba “Para sobrevivir, tendremos que estar unidos”.
Y decía lo siguiente: “Se acerca uno de los períodos más sombríos de la historia. […] Para el pueblo de Dios, será momento de estar más unidos que nunca”.
Y sigue: “Cuando comiencen tiempos de angustia para este sistema, nosotros tendremos que estar muy unidos”.
¿Qué dirían, hermanos?
¿Creen que es una coincidencia que justo en este momento de la historia Jehová nos esté uniendo?
¿O es quizás una coincidencia que la organización de Jehová nos esté recordando vez tras vez que debemos estar unidos y en paz?
¡No! Cuanto más vemos a la gente de este mundo dividida y peleada, está claro que más y más unidos debemos estar en el pueblo de Jehová.
Por eso es tan importante cultivar humildad, apacibilidad y paciencia.
¿Y si se pierde la paz y la unidad?
¿Podríamos ser nosotros el problema?
La verdad es que muchas veces la culpa es nuestra, ¿no es cierto?
Tal vez no nos preguntaron cuando debieron hacerlo.
O tal vez tú tenías una idea sobre cómo hacer las cosas, pero los demás tenían otra.
Pero, pensando mejor el asunto, ¿realmente era tan importante?
Muchas veces, cuando ya nos hemos calmado y volvemos a pensar en lo ocurrido, nos damos cuenta de que tal vez nuestra idea era buena, pero no era el momento.
O puede que la idea ni siquiera fuera tan buena.
Quizás hasta había varias opciones para atender ese asunto.
Incluso pudiera ser que Jehová quisiera dirigir las cosas en otra dirección.
Entonces, ¿qué es necesario para no romper la unidad?
Humildad, apacibilidad y paciencia, justo lo que hemos analizado en Efesios 4.
Recordemos, queridos hermanos, que, si Jehová quiere que algo pase, pasará.
Y, si no pasa, ¡qué triste sería que nos convirtiéramos en un obstáculo para la unidad!
Y encima por algo que para Jehová no es tan importante.
Hermanos, ¿saben lo que necesitamos?
“Gedeones”.
“Gedeones” que nos ayuden a colaborar con el Cuerpo Gobernante.
Gedeón nos puso un increíble ejemplo.
En cuanto supo cuál era la voluntad de Jehová, estuvo dispuesto a hacer lo que fuera por él y por su organización.
Y eso es lo que queremos, “gedeones”.
No queremos tener efraimitas.
En conclusión, según el texto de hoy, todos debemos andar de una manera digna y desarrollar cualidades como la humildad, la apacibilidad y la paciencia en estos últimos días.
Si lo hacemos así, no solo fomentaremos la unidad, sino que también seremos valiosos para Jehová y para su organización, tal como lo fue Gedeón.
Cuando somos humildes y fomentamos la paz en la congregación, hacemos que Jehová se sienta feliz.
A los testigos de Jehová nos encanta hablarle a la gente acerca de las buenas noticias del Reino.
¿Qué podemos hacer para ser más adaptables al predicar?
Veamos la respuesta en el siguiente episodio de “El hierro afila el hierro”.
Hola, mi nombre es Mihalis, y esto es “El hierro afila el hierro”.
Hay algo que me pone nervioso cuando predico.
Quizás tengo muy bien preparada mi presentación, sé cómo quiero dirigir la conversación, pero entonces, la persona me habla de otra cosa, y ahora me toca adaptarme.
¿Le ha pasado eso alguna vez?
Cuando esto ocurre, es probable que todo lo que habíamos preparado ya no nos sirva.
Así que vamos a hablar de cuatro sugerencias que a mí me han ayudado, y que espero que también le ayuden a usted a ser más adaptable en la predicación.
Los cuatro puntos son: 1) conozca bien su territorio, 2) use las herramientas del kit de enseñanza, 3) piense en las preguntas y objeciones que las personas podrían plantearle, y 4) sea flexible y hable de lo que la persona realmente quiere hablar, porque, recuerde, lo que queremos es conversar, no queremos dar un sermón ni que parezca que estamos vendiendo algo.
Ahora vamos a ver una situación en la que poner en práctica estos cuatro puntos nos ayudará mucho.
Oye, ¿cómo vas a empezar la conversación?
Estaba pensando hablar sobre los problemas económicos.
Muy buena idea, ¡qué buen tema para este territorio!
Gracias.
Voy a leer Isaías 65:21-23 y después voy a ofrecer el tratado del Reino.
Genial, entonces voy buscando el texto de Isaías.
Perfecto.
Buenos días.
Hablando con nuestros vecinos, hemos visto que a muchos de nosotros nos cuesta llegar a fin de mes.
¿Cree que algún día dejaremos de preocuparnos por el dinero?
Perdonen, pero la verdad es que ahora no es un buen momento.
Me acaban de dar una mala noticia.
Lo siento mucho.
Mejor volvemos otro día.
Está bien, gracias.
OK.
Nuestra hermana puso en práctica las dos primeras sugerencias muy bien.
Pero sabemos que las hermanas suelen ser expertas en conversar con la gente, así que no nos sorprende.
¿Se fijaron?
Primero, ella conocía bien a las personas de su territorio y preparó una presentación pensando específicamente en ellas.
Segundo, la publicadora eligió un texto y un tema de conversación que aparecen en el tratado ¿Qué es el Reino de Dios?, que es parte del kit de enseñanza.
Sin embargo, cuando la hermana vio que la señora estaba preocupada por otro tema, le dijo que mejor iba a volver en otra ocasión.
Es verdad que en algunos casos esa podría ser una buena opción.
Pero veamos qué pasaría si la hermana hiciera solo una pregunta más y se adaptara a lo que dice la señora.
Perdonen, pero la verdad es que ahora no es un buen momento.
Me acaban de dar una mala noticia.
Lo siento mucho.
¿Podemos hacer algo para ayudarla?
No.
Es que mi hermana me acaba de decir que tiene cáncer.
¡Cuánto lo siento!
Me imagino lo mal que lo deben estar pasando.
Debe ser muy difícil para las dos.
Sí, cuando un familiar está sufriendo nos sentimos muy angustiados.
Sí, así me siento yo.
Si tiene un momento, me gustaría mostrarle algo que a mí me consuela mucho.
Es sobre un futuro en el que nuestros seres queridos nunca más tendrán que sufrir.
Bueno, está bien.
Mire lo que dice la Biblia, aquí, en Apocalipsis 21:3, 4: “Luego oí una voz fuerte que salía del trono y decía: ‘¡Mira! [...]’ ”.
¡Qué bien lo hicieron!
¿Notaron cómo esta vez la hermana pudo consolar a la señora al ser adaptable y hablar de lo que ella necesitaba?
Solo tuvo que hacer una simple pregunta: “¿Podemos hacer algo para ayudarla?”.
Mostró empatía y fue amable, y la persona quiso escuchar.
Después, nuestra hermana puso en práctica la tercera sugerencia.
Se notaba que conocía bien lo que le preocupaba a la gente de su territorio, porque pudo cambiar de tema rápidamente y hablar del sufrimiento.
¿Cuál fue el resultado?
La persona dijo cómo se sentía y la hermana pudo poner en práctica la cuarta sugerencia.
Se adaptó a lo que la persona realmente necesitaba.
Habló de algo que la podía ayudar.
Además, no le costó encontrar información sobre el tema; siguió utilizando el kit de enseñanza.
Es verdad que no todas las conversaciones serán así, y que toma tiempo y experiencia poder cambiar rápidamente de un tema de conversación a otro.
Pero esforcémonos por aplicar los cuatro puntos: conozcamos bien nuestro territorio, usemos las herramientas del kit de enseñanza, pensemos en las preguntas y objeciones que las personas podrían plantearnos, y hablemos de lo que la persona quiere hablar.
Si seguimos estas sugerencias, seguro que en poco tiempo tendremos muy buenas conversaciones y podremos hablarle a cada persona de la verdad bíblica que más necesita escuchar.
Bueno, estas son solo algunas sugerencias que me han ayudado a mí, y espero que también les ayuden a ustedes.
Y, recuerde, una de las cosas más bonitas de la predicación es ver que “el hierro afila el hierro” al ayudarnos unos a otros.
¡Qué buenas ideas nos dieron!, ¿verdad?
En el caso que vimos, la hermana pudo iniciar una conversación con solo decir “¡Buenos días!”.
Pero, por supuesto, la forma en que se saluda a las personas en algunos territorios puede ser distinta.
Esperamos que les haya gustado el tema de este mes sobre tomar buenas decisiones.
Pero, antes de terminar, nos gustaría presentarles a los hermanos de un lugar que sirvió de escenario para muchos sucesos bíblicos: Grecia.
Este país es una región montañosa que ocupa la parte sur de la península de los Balcanes.
El terreno es escarpado, y el paisaje, muy variado.
Su territorio abarca más de 2.000 islas, y en Grecia encontramos una de las líneas costeras más largas de Europa, por lo que abundan las playas grandes y pequeñas.
A Grecia se la conoce por su cocina mediterránea y por sus platos típicos, como la musaka —hecha con berenjena— y lo que se conoce como dolmadakia, unos rollitos de hoja de parra rellenos con arroz guisado con especias.
Un ingrediente menos conocido de la cocina griega es la almáciga de Quíos, una resina que se extrae de un árbol que solo crece en la pequeña isla de Quíos.
En el pasado, la gente masticaba esta resina —que en griego se llama mastija— para refrescar el aliento.
Era una versión antigua de la goma de mascar.
Hoy este ingrediente se usa para darle un toque especial a muchos productos, desde el pan hasta el helado.
La primera vez que se predicaron las buenas noticias del Reino en Grecia fue en el siglo primero, cuando Pablo recibió la invitación de ir a Macedonia.
Él llegó al puerto de la antigua ciudad de Neápolis, que hoy se conoce como Kavala.
Hoy día, los hermanos de esta ciudad predican con mucho entusiasmo.
Las cuatro congregaciones que hay allí participan en la predicación pública en la ciudad, en el puerto y en las áreas de descanso.
La parte antigua de Kavala está en una colina, y los hermanos que predican allí tienen que subir muchos escalones para poder hablar con las personas.
La sucursal de Grecia supervisa el trabajo de más de 30.000 publicadores, incluidos 2.900 publicadores de un país vecino, la isla de Chipre.
Todos estos publicadores les predican a unos 11 millones de personas.
En algunas de las ciudades en las que predican, también lo hizo Pablo en el siglo primero.
Entre ellas están Tesalónica, Berea o Veria y Atenas, la capital.
Concluimos nuestra visita en Macedonia, y los hermanos aquí, en el Salón de Asambleas de Tesalónica, les envían a todos sus saludos y amor cristiano.
Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.