JW Broadcasting: Noviembre de 2022

Hola.

Bienvenidos a JW Broadcasting®.

Esto es un adelanto de lo que veremos hoy.

Samuele tuvo que decidir entre su carrera y la verdad.

¿Qué decisión tomó y qué pasos dio para alcanzar sus metas?

¿Alguna vez ha perdido la paciencia cuando alguien no hace las cosas como a usted le gustaría?

En este nuevo video, Rita y Coral aprenderán a tener más paciencia.

Y en un nuevo episodio de “Del pasado al presente”, veremos cómo las asambleas fortalecen la unidad entre nosotros e intensifican nuestro amor.

Este es el programa de noviembre de 2022 de JW Broadcasting.

En el programa de este mes vamos a hablar sobre una cualidad: la paciencia.

Piense en todas las situaciones que exigen que tengamos paciencia: se le hace tarde por el tráfico, tiene que trabajar con alguien desagradable, o criar a un hijo, o tiene problemas con su pareja...

Puede que alguien en casa esté enfermo o quizás es usted mismo el que está enfermo.

No hay duda, a diario nos enfrentamos a situaciones para las que hace falta al menos un poco de paciencia, ¿no es así?

Si no somos pacientes nos vamos a frustrar, a cansar y a desanimar.

Pero, no importa cuáles sean nuestras circunstancias, todos podemos cultivar esta cualidad.

¿Saben por qué?

Porque, como vemos en Gálatas 5:22, la paciencia es parte del fruto del espíritu de Dios.

Y, gracias a esa fuerza, podemos hacer que esa cualidad forme parte de nuestra personalidad.

Pero, primero, hay dos cosas que es importante que entendamos bien.

La primera: cuando somos pacientes, demostramos que amamos a Jehová.

Y la segunda: ser pacientes nos ayudará a llevarnos mejor con los demás.

Empecemos por la primera: cuando somos pacientes demostramos que amamos a Jehová.

Vamos a leer lo que dice 1 Corintios 13.

Este capítulo explica muy bien cómo actúa una persona que ama.

Vamos a leer juntos el versículo 4: De todas las cualidades que nacen del amor, ¿se fijó en cuál es la primera que menciona?

La paciencia.

Es una cualidad importante y necesaria.

Para que nos vaya bien y andemos por el camino correcto, es decir, para que hagamos las cosas como a Jehová le gusta, hacen falta paciencia y amor.

Si pensamos en alguna situación en la que alguien no fue paciente, seguramente nos daremos cuenta de que tampoco demostró amor.

¿Lo ha pensado?

Pensemos por un momento en el pueblo de Dios, los israelitas.

En el Salmo 106, que se escribió muchos años después de que salieran de Egipto, se explica que los israelitas seguían actuando sin demostrar esas cualidades.

Sin embargo, Jehová siguió siendo paciente con ellos por muchos años.

Vamos a leer algunos versículos del Salmo 106.

Primero el 7 y el 8: ¿Cuál fue el resultado?

Leamos el versículo 13: ¡Qué triste!

Los israelitas no fueron pacientes.

No esperaron.

Esto deja claro que no valoraban ni la paciencia ni el amor leal de Jehová.

Si hubieran amado a Jehová, habrían pensado en las consecuencias de sus acciones.

Tendrían que haber recordado que Jehová siempre los cuidó y les dio lo necesario.

De haberlo hecho, habrían sido pacientes y habrían esperado a que Jehová los guiara.

Pero vez tras vez demostraron con sus acciones que no amaban realmente a Jehová como debían, y por eso les fue mal.

Se comportaron tan mal que la paciencia de Jehová se agotó.

Y, como resultado, los rechazó como pueblo.

¿Qué podemos aprender de su mala actitud?

Que es un error creer que no necesitamos a Jehová, que nuestra opinión basta y que no es necesario esperar pacientemente a que Jehová nos muestre qué decisión tomar.

Piense en lo bien que nos ha dirigido Jehová últimamente: durante la pandemia, cuando han ocurrido desastres naturales y al darnos instrucciones adecuadas para predicar.

Puede que no lo entendiéramos todo o que no estuviéramos de acuerdo con algunas decisiones.

Pero nos hemos tomado el tiempo para pensar en lo mucho que Jehová nos cuida y hemos confiado en él porque lo amamos.

Gracias a eso hemos aprendido que, si somos pacientes y aceptamos de buena gana su guía, no haremos las cosas a nuestro modo.

Y eso será bueno para nosotros y para los demás.

¿Y sabe una cosa?

Así es como le demostramos nuestro amor a Jehová.

Ahora vamos a pasar al segundo punto: ser pacientes nos ayudará a llevarnos mejor con los demás.

En 1 Corintios 13:4, la nota en inglés dice: “La paciencia es una cualidad que Jehová y Jesús demuestran constantemente al tratar con los seres humanos.

Si queremos imitar a Jehová y a Jesús, los cristianos también debemos ser pacientes con los demás”.

Ya que Jehová y Jesús son pacientes con nosotros, lo lógico es que sigamos su ejemplo y seamos pacientes con los demás.

Pensemos en el mejor ejemplo de paciencia, el de Jehová.

Él está demostrando que es muy paciente al no acabar todavía con este mundo.

Ya decidió el día y la hora en que esto va a ocurrir y está esperando con paciencia a que llegue ese momento.

Él se apega a ese horario que determinó.

Pero les aseguro algo: Jehová sabe muy bien cómo nos sentimos sus siervos.

Él sabe que todos deseamos que el fin llegue lo antes posible y que ya queremos ver cumplidas todas sus promesas.

¡Y él quiere cumplirlas!

Pero no por eso se va a impacientar.

Jehová no actuará antes de lo debido.

¿Por qué deberíamos agradecerle a Jehová que sea paciente?

Por favor, lean conmigo 2 Pedro 3:15: ¡Qué razón tan importante!

Gracias a la paciencia de Jehová, podemos tener salvación.

Piense en cuántas personas aprenden la verdad todos los años.

Incluso durante la pandemia, cuando no pudimos predicar de casa en casa como siempre, hubo miles y miles de personas que se bautizaron por todo el mundo.

Tal vez uno de ellos fue su estudiante de la Biblia, un familiar, algún amigo cercano o incluso usted mismo.

Ahora piense en esto.

Si Jehová se hubiera impacientado y hubiera decidido acabar con este sistema hace 5, 10 o 20 años, ¿hubiera conocido la verdad?

Nos sentimos muy agradecidos de que Jehová sea tan paciente y permita que muchas personas puedan arrepentirse y tener una relación estrecha con él antes de que llegue el día que determinó.

¿Cómo debería influir esto en nuestro trato con los demás?

Pensar en la paciencia de Jehová nos ayudará a ser pacientes con estudiantes que, aunque estén progresando, aún tengan asuntos que resolver.

La paciencia también nos ayudará con familiares a los que les cuesta respetar nuestras creencias y adaptarse a nuestro estilo de vida.

Si imitamos la paciencia de Jehová, no los daremos por perdidos.

Y, por supuesto, pensar en la paciencia de Jehová nos motivará a esforzarnos al máximo en la predicación.

Buscaremos con empeño a las personas con la actitud correcta y las ayudaremos a conocer a Jehová y a amarlo.

Así se van a beneficiar de la paciencia de Jehová, igual que nosotros.

Jesús también nos puso un buen ejemplo de paciencia.

Imagínense cuánta paciencia tuvo que tener cuando sus discípulos se ponían a discutir sobre quién era el más importante.

Y sabemos que esto pasó en varias ocasiones.

Jesús debió haberse sentido muy decepcionado y triste.

Pero él les tuvo paciencia y se puso en su lugar.

Sabía que la cultura y las costumbres de aquel entonces habían influido en su forma de pensar y en su actitud.

Por esa razón fue amable con ellos.

Veamos un lindo ejemplo de esto.

Acompáñenme al capítulo 9 de Marcos.

Leeremos el versículo 33 y el 35: Ya sabemos la respuesta.

Iban discutiendo sobre quién de ellos era el más importante.

Versículo 35: ¿Notaron lo que hizo Jesús?

Esperó con paciencia al momento adecuado para corregirlos con amor.

No los corrigió frente a todos.

Como vemos aquí, Jesús esperó a estar en la casa; sentados, tranquilos.

Trató el asunto con calma.

No los presionó.

Más bien, les enseñó con paciencia con sus palabras y sus acciones.

Podemos imitar a Jesús no enojándonos enseguida y esperando al momento debido.

Evitemos actuar de forma precipitada, aunque los demás pongan a prueba nuestra paciencia.

¿Qué más podemos aprender de la paciencia que demostró Jesús?

Por ejemplo, ¿pueden los padres imitar la forma en que Jesús trató a sus apóstoles?

Es cierto que puede ser frustrante ver que los hijos no responden de inmediato al consejo o que tardan en hacer los cambios que tienen que hacer.

A veces, los ancianos también tienen que ayudar a hermanos a los que les cuesta trabajo aceptar sus consejos.

Pero recuerden el ejemplo de Jesús: él nunca dio por perdidos a sus apóstoles.

Siempre buscó lo bueno en ellos.

Les tuvo confianza.

Y les recalcó con paciencia las lecciones que tenían que aprender para llegar a ser amigos de Jehová.

Si somos pacientes y no damos por perdidos a los demás, con el tiempo veremos los buenos resultados.

En resumen, primero vimos que cuando somos pacientes demostramos que amamos a Jehová.

No vamos a adelantarnos y hacer lo que nos parezca, sino que esperaremos a que Jehová nos guíe.

Así nos aseguraremos de estar haciendo las cosas como Jehová quiere y alegraremos su corazón.

Y, segundo, vimos que la paciencia nos ayuda a llevarnos bien con los demás.

Trataremos de pensar antes de actuar.

Veremos lo bueno en los demás y les tendremos confianza.

Esperamos que esta información los haya ayudado a valorar aún más los beneficios de tener paciencia.

La situación de este mundo se está poniendo cada vez más difícil y necesitaremos más paciencia que nunca.

Imitar la paciencia de Jehová y de Jesús nos ayudará a tener la actitud correcta.

Podremos combatir la frustración y el desánimo que nos causa la maldad que nos rodea y esperaremos con paciencia a que llegue el fin.

Así es, seguiremos con atención la guía de Jehová y nos mantendremos cerca de él.

También haremos el máximo esfuerzo en la predicación para ayudar a las personas a conocer a Jehová y a beneficiarse de su paciencia.

Sí, hermanos, queremos que esta hermosa cualidad forme parte de nuestra personalidad.

De esa forma, a medida que demostremos con nuestra conducta cuánto la valoramos, le daremos gloria y honra a Jehová.

Para darle a Jehová lo mejor de sí, algunos han tenido que renunciar a carreras de mucho prestigio y dinero.

Tomar esta decisión no es nada fácil.

Hay que ser pacientes, como lo veremos en el siguiente video.

Jugaba en la Serie A, que es la liga más importante de básquetbol de Italia.

También representé a mi país en las categorías juveniles hasta llegar a la selección nacional de Italia.

No solo era gratificante saber que era muy bueno en lo que hacía; además, era una profesión en la que ganaba mucho dinero.

Mis padres y mi hermano mayor eran testigos de Jehová.

Llegó un momento en el que me sentí dividido, especialmente cuando quise tener mi propia amistad con Jehová.

Porque ya no veía la verdad solo como la religión de mi familia.

Con el tiempo algo fue creciendo dentro de mí como un fuego, como un pequeño fuego.

Al final decidí dedicarme a Jehová y bautizarme, aunque seguía jugando.

Pero creo que… bueno, no creo, estoy seguro de que no le estaba dando lo mejor a Jehová.

El problema era que estaba tratando de organizar mi vida espiritual en torno a mi trabajo, y no al revés.

Y me justificaba diciendo: “Solo es mi trabajo, es mi profesión.

Y, claro, es verdad que esto me quita mucho tiempo, pero solo va a ser por unos años porque la carrera de los deportistas no es tan larga.

Uno se retira antes que en otros trabajos”.

Pero mientras más me acercaba a Jehová, más grande era el conflicto que sentía en mi interior.

Un hermano que me ayudó mucho fue el superintendente de circuito que visitaba la zona donde yo vivía.

Él me conocía desde que yo era pequeño.

Cuando nos volvimos a encontrar, me hizo una pregunta.

Él me dijo: “¿Estás contento con tu vida?

¿Eres feliz?”.

En teoría, esa parece una pregunta fácil de responder.

Pero esa pregunta me dejó pensando.

Estoy muy agradecido por todo el tiempo que él y su esposa me dedicaron.

Ellos tenían una vida muy ocupada, pero siempre se esforzaron por pasar tiempo conmigo.

A veces lo hacían en sus días libres o también en las tardes, al terminar su día.

Y, cuando jugué en otros equipos y me mudé a otras ciudades, ellos, por así decirlo, me buscaron dos familias para que me cuidaran.

Estos hermanos hicieron todo lo posible por darme lo que yo necesitaba.

Pasaron mucho tiempo conmigo y nunca me hicieron sentir mal por lo que estaba haciendo.

Tampoco me presionaron para que tomara una decisión.

No me dijeron que tenía que dejar el básquetbol porque era yo el que tenía que tomar la decisión de si seguía jugando o lo dejaba.

Pero su ejemplo, su modo de vida… Eso fue lo que me ayudó a tomar la decisión correcta.

Me fijé en las cosas que hacían, en cuáles eran sus prioridades y en lo felices que siempre se veían por estar sirviendo a Jehová.

Su ejemplo me ayudó mucho más que cualquier cosa, más que cualquier cosa que pudieran decirme.

Entonces me di cuenta de que yo quería tener una vida así.

Jugué desde el año 1995 hasta abril del año 2008, que fue cuando jugué mi último partido.

Así que al final dejé mi carrera como deportista, y estoy muy contento de haber tomado esa decisión.

A veces pienso: “Ojalá lo hubiera hecho antes.

Tendría que haber sido más valiente”.

Tuve el privilegio de servir como precursor regular por dos años y medio.

Algunos hermanos me animaron a que llenara la solicitud para servir en Betel, y, para mi sorpresa, me invitaron a servir en la sucursal de Italia, y estuve ahí cinco años.

Unos meses después de salir de Betel, tuve el privilegio de asistir a la Escuela para Evangelizadores del Reino.

Fue una experiencia inolvidable.

El básquetbol es un deporte muy bonito.

Es emocionante, es divertido…, pero no es lo que te hace realmente feliz.

Es verdad que lo que este mundo ofrece puede darte cierta satisfacción, pero al final siempre tienes que sacrificar algo.

A mí me tomó mucho tiempo entenderlo, pero ahora que sé que le estoy dando a Jehová lo mejor de mí me siento feliz de verdad.

En realidad formamos parte de un equipo muy grande y todos jugamos para Jehová.

El premio es maravilloso y emocionante, y la victoria está asegurada.

Samuele dijo que le hubiera gustado renunciar antes al básquetbol para enfocarse en metas espirituales.

Esta historia nos enseña que mientras más tiempo dediquemos a otros asuntos, menos tiempo tendremos para dedicarle a Jehová.

Y que, mientras más rápido tomemos buenas decisiones, más rápido recibiremos bendiciones de parte de Jehová y seremos felices.

¡Qué bueno que Jehová fue paciente con nuestro hermano y que lo ayudó a recuperar el equilibrio!

Al decidir qué va a hacer con su vida, recuerde esto: si pone en primer lugar servir a Jehová y ayudar a otros a conocerlo, será más feliz.

A Samuele lo ayudaron la paciencia y el buen ejemplo de otros hermanos.

Pero ¿no es cierto que a veces perdemos la paciencia cuando algún hermano nos decepciona?

Eso les pasó a Rita y a Coral en el video que veremos ahora.

¿Aprenderán a ser más pacientes la una con la otra?

¡Llegas tarde!

¿Mmm?

Que llegas tarde.

Lo siento.

¿Trabajas aquí?

Sí, hace unas semanas.

Estás genial.

¿Quieres algo?

Te escribí, ¿sabes?, después de que me dejaras.

Chai latte, era tu favorito.

Coral, tú eras mi favorita.

Jonny, tú sabes por qué tuve que… Lo sé.

Lo sé, pero quiero estudiar tu religión.

Por eso te escribí.

Cambié de teléfono y no lo vi.

Okey, pero, mira, te dejo mi número y me escribes.

¿Sí?

Entonces le dijiste que no.

Dime que dijiste que no.

Me dio su número.

¡¿Qué?!

¡No, Coral!

Dijo que quería estudiar.

Sí, quiere estudiarte a ti.

No leemos la mente.

Yo creo que leo la tuya.

Fue amable, ¿y si él quiere conocer la verdad...?

Es que no lo puedo creer.

¿Qué dice aquí?

Dice “batería baja”.

No, eso no.

Esto, 2 Corintios 6:14.

“No se pongan bajo un yugo desigual con los no creyentes”.

Pero ¿qué dices?

No pasó nada.

Pero, si sigues, puede pasar algo.

¡No soy tonta!

¿Tú crees que yo no sé eso?

Pues, parece que no lo sabes.

Qué historia tan larga.

Tú preguntaste.

Bueno, pensé que lo resumirías un poco.

Bueno, pues ya lo sabes.

Entonces, ¿lo vas a llamar?

No, no creo.

¿Por qué no?

Porque no creo que sea la religión lo que le interesa.

Eso es obvio.

Te hice un café.

Gracias, qué buena eres.

—Oye…, lo siento.

—Oye…, lo siento.

Sé que fui muy dura.

No, tenías razón.

Pero debí ser más paciente.

Respondí demasiado rápido.

Yo sé que tú sabes qué es lo correcto.

Debí haberte dado más tiempo para hablar.

Llamé al hermano Davies, le conté lo de Jonny, y dijo que, si de verdad tiene interés, le darán el curso.

Y borré el teléfono de Jonny.

Lo sabía, sabía que harías lo correcto.

Bueno, a veces.

Pero tenía que haber sido paciente y haberte escuchado.

Es que no era lo que quería oír en ese momento.

¿Amigas?

Siempre.

Y no más disculpas hasta que me termine el café.

Se me va a enfriar.

Está buenísimo.

¿Verdad que hemos disfrutado de ver el progreso de Rita y Coral?

Han cambiado mucho desde que las vimos en aquellos videos de la asamblea.

Han pasado por muchas cosas por las que nosotros también hemos pasado.

Coral pasó de ser una estudiante a ser una maestra de la Biblia.

Aprendió a rechazar mentiras sobre el pueblo de Dios y a cultivar cualidades como la paciencia.

Rita también ha mejorado mucho como maestra, y se ha vuelto más amable y cariñosa.

¿Cuál es la lección para nosotros?

Sigamos cultivando las cualidades cristianas.

No es fácil ponerse la nueva personalidad.

Hasta pudiera parecer imposible para aquellos que luchan contra una adicción.

Eso veremos en el siguiente video.

¿Qué ayudó a Takeei a liberarse de la adicción a las apuestas?

Papá nos abandonó cuando yo tenía unos cinco años.

Después, cuando tenía 15 años, los médicos nos dijeron que mamá tenía cáncer.

Murió seis meses después.

Solo tenía 39 años.

Mis dos hermanos pequeños todavía iban a la escuela, así que yo me tenía que levantar temprano.

Trabajaba repartiendo leche y después todo el día en una fábrica.

Y además iba a clase por la noche.

Tenía una vida muy muy ocupada.

Cuando me casé, empecé a tener más tiempo libre.

Como mi esposa hacía todas las cosas de la casa, yo solo tenía que trabajar.

Antes estaba tan ocupado que nunca tenía tiempo para divertirme.

Un día, un amigo me llevó a una casa de apuestas.

Íbamos a apostar dinero en carreras de caballos.

Y, para mi sorpresa, tuve mucha suerte.

Me pareció increíble que fuera tan fácil ganar tanto dinero.

Así fue como empezó todo.

Así fue como empecé a jugar por dinero.

Mi adicción era cada vez más fuerte, hasta el punto de que, después de trabajar toda la noche, me iba directo a las carreras.

Me encantaba apostar.

Prefería apostar que comer y dormir.

Luego, cuando iba camino a casa, me ponía a pensar en mi esposa y en mis hijos, y no podía sacarme de la cabeza que tenía que hacer algo con mi vida.

Cuando me quedaba sin dinero, iba a las casas de empeño.

Empeñé nuestra cámara fotográfica e incluso llegué a empeñar las joyas de mi esposa.

Mi esposa empezó a estudiar la Biblia, y para que ella y mis hijos estuvieran contentos empecé a estudiar yo también.

Antes de empezar a apostar me gustaba cultivar verduras.

Algo que me llamaba mucho la atención era que todas las instrucciones que necesita una planta para crecer están en una pequeña semillita de uno o dos milímetros.

Tenía muy claro que eso no era casualidad.

Para mí, eso era una prueba evidente de que Dios tenía que existir.

Al estudiar la Biblia aprendí que ese Dios es Jehová, y eso me hizo muy feliz.

“¡Te encontré!”, así es como me sentí.

Aun así, me costó muchísimo dejar de apostar.

Intenté dejarlo muchas veces.

Incluso lograba pagar todas mis deudas.

Pero luego volvía a pedir dinero para seguir apostando.

La hermana de mi esposa llegó a decirme: “Solo dejarás de jugar cuando estés muerto”.

Aunque estaba convencido de que existe un Creador, mi adicción era muy fuerte.

Sabía que Jehová veía todo lo que hacía y yo me odiaba a mí mismo.

Pero entonces fui por primera vez a una asamblea de circuito.

“Deben quitarse la vieja personalidad […] y deben ponerse la nueva personalidad”.

Mientras iba leyendo estas palabras en la Biblia, sentí que eran para mí.

Entonces pensé: “¿Qué estoy haciendo con mi vida?”.

Y me di cuenta de lo fea y desagradable que era mi forma de pensar.

En ese momento, me puse a llorar.

Jehová me estaba diciendo que tenía que cambiar, y yo me propuse hacerlo.

Pero sentía que jamás iba a lograrlo solo.

Así que le hice una oración a Jehová desde lo más profundo de mi corazón.

Recuerdo que le dije: “Jehová, de verdad quiero cambiar, cueste lo que cueste.

No solo quiero dejar las apuestas; también quiero odiarlas.

¡Ayúdame a odiarlas!”.

Y le pedía eso todos los días.

Desde entonces, nunca más volví a apostar y nunca he vuelto a sentir ganas de hacerlo.

Un día que estaba trabajando, pasé por un lugar donde se hacían carreras de bicicletas.

Antes me encantaba apostar en esas carreras, pero ahora sentía asco, sentía rechazo.

Supe que Jehová me había respondido.

Me sentí muy agradecido por su paciencia, por dejarme ser parte de su pueblo, incluso sabiendo cómo era yo.

A la familia de mi esposa le han sorprendido mucho mis cambios.

Estoy seguro de que, si no hubiera dejado las apuestas, mi familia se habría roto.

Sé que los que están tratando de dejar el juego tienen muchas preocupaciones.

Pero, si le dices a Jehová cómo te sientes, si confías en él y te lanzas a sus brazos, él va a estar ahí, no te soltará nunca.

Quiero que los que tienen esta lucha sepan que Jehová es así, que es ese amigo que puede ayudarte.

¡Qué historia tan bonita!

Si está luchando contra una adicción, no se rinda.

Ábrale su corazón a Jehová y pídale ayuda.

Y no se desanime si sufre recaídas.

Jehová será paciente con usted, tal y como lo fue con Takeei.

¿Vieron que la adicción de este hermano empezó con algo pequeño?

Si tan solo hubiera visto la señal de peligro a tiempo...

¿Cómo podemos mantenernos alerta y proteger nuestro corazón?

Vamos a averiguarlo en la siguiente adoración matutina del hermano David Splane, un miembro del Cuerpo Gobernante.

Salomón tenía tres medio hermanos muy malos: Amnón, Adonías y Absalón.

Aunque él era mucho más joven que ellos, nunca quiso imitar a sus hermanos.

No permitió que su mala conducta lo hiciera tropezar.

No dijo: “Si los siervos de Jehová son así, yo no quiero tener nada que ver con esta religión”.

No, Salomón no se dejó llevar por ellos.

Al contrario, cultivó una estrecha amistad con Jehová.

¿Y recuerdan lo que dice la Biblia sobre lo que Jehová pensaba de él?

Dice que “Jehová lo amaba”.

Qué bonito, ¿no?

¿No les gustaría que también se dijera eso de ustedes?

A mí sí.

Jehová amaba a Salomón y, por eso, lo bendijo de muchas maneras.

Por ejemplo, mientras fue fiel, hubo paz en Israel.

De hecho, en cierta ocasión él dijo: “Jehová mi Dios me ha dado paz en todos lados.

No hay nadie en contra de mí”.

Y, además, también dijo: “No está pasando nada malo”.

No fue sino hasta que él le fue desleal a Jehová que algunos israelitas se rebelaron contra él.

Mientras él estaba en paz con Dios, la nación disfrutaba de paz.

Y además había abundancia.

La situación económica era magnífica.

La Biblia dice que la plata era “tan abundante como las piedras”.

Pero, cuando Salomón empezó a alejarse de Jehová, Jehová dejó de bendecirlo.

Así que todas aquellas riquezas se acabaron antes de que acabara su reinado.

Según Perspicacia, la economía del reino se vio afectada por el mal gobierno de Salomón, porque seguía gastando dinero como loco, dinero que ya no tenía.

La nación de Israel ya no producía lo mismo que antes.

Y, como consecuencia de esto, la nación sufrió y Rehoboam no heredó ninguna de aquellas riquezas que llegó a tener Salomón en sus mejores años.

Como dice el comentario de hoy, durante su reinado, Salomón hizo muchas cosas buenas.

¿Pero pudiera ser que, desde el principio —a pesar de que Salomón estaba muy ocupado en proyectos teocráticos— hubiera alguna señal de peligro, una alarma que indicara que algo andaba mal?

Es posible.

El comentario del texto de hoy explica que cuando Salomón llegó al trono era joven.

Pero para entonces él ya estaba casado.

De hecho, para cuando fue nombrado rey, todo parece indicar que él ya llevaba un tiempito casado y ya era papá.

Tenía un pequeñín de un año, Rehoboam.

¿Y quién era su esposa —tal vez su primera—?

Era una ammonita.

¿¡Ammonita!?

¿Recuerdan algo sobre los ammonitas?

Ah, sí, hay algo sobre ellos en Deuteronomio 23:3.

Recordemos que, cuando Salomón se casó, David todavía estaba vivo y probablemente hasta estuvo en su boda.

Leamos lo que dice Deuteronomio 23:3: “Ningún ammonita ni moabita podrá entrar en la congregación de Jehová.

Ninguno de sus descendientes podrá entrar jamás en la congregación de Jehová hasta la décima generación”.

“Jamás”.

¿Qué parte de esto no le quedó clara a Salomón?

Entonces, ¿podría ser que Salomón, incluso antes de ser rey, se tomara un poco a la ligera las leyes de Jehová sobre el matrimonio?

Es posible.

¿Por qué decimos que es posible?

No podemos decirlo con toda seguridad, pues, según Perspicacia, hubo algunas excepciones, como la de Rut, la moabita.

Pero Perspicacia también indica que es posible que esta esposa ammonita influyera en Salomón para que cometiera apostasía.

Sea como sea, ¿por qué la primera esposa tuvo que ser extranjera y, además de todo, ammonita?

Salomón se pudo haber casado con una israelita —con solo una— y haber sido feliz con la esposa de su juventud.

¿Verdad que las cosas hubieran sido muy distintas?

Al menos, eso creo.

Pensemos un momento en las mujeres con las que sí se casó, mujeres paganas.

Todos tenemos familiares que no son Testigos.

Los queremos mucho y de vez en cuando los visitamos.

¿Pero verdad que enseguida nos quedamos sin saber de qué hablar?

Porque no compartimos con ellos lo más importante para nosotros: la verdad.

Preguntémonos: ¿Por qué se sentía Salomón tan cómodo entre tanta mujer pagana?

¿De qué hablarían?

Seguro que no se ponían a estudiar juntos La Atalaya... ¿Entonces de qué hablaban?

¿Por qué le gustaban tanto estas mujeres?

¿Sería porque eran humildes?

¿Por su ropa bonita y modesta?

¿Por “su conducta casta”?

¿Por su “espíritu tranquilo y apacible”?

¿O era más bien por su físico?

Seamos francos.

A Salomón le atraían la clase equivocada de mujeres.

Y tal vez desde joven hubo señales de peligro.

Y, hablando de esto, cuando Salomón empezó a casarse con tantas mujeres, ¿no le habrá dado algún consejo tal vez un profeta o quizás un sacerdote?

¿Le habrán leído Deuteronomio 17:17?

Este consejo era para los reyes.

Deuteronomio 17:17.

Dice lo siguiente: “Tampoco debe tener muchas esposas, para que su corazón no se desvíe”.

Bueno, si algún día alguien le dio ese consejo, no lo siguió.

Y, si nadie le dio ese consejo, ¿por qué no se lo dieron?

¿Qué lección extraemos?

Pudiera ser que estemos muy ocupados trabajando para Jehová y que aparentemente estemos muy bien en sentido espiritual.

Pero estemos pendientes por si hay señales de que no estamos del todo bien.

Por ejemplo, imagínese a un hermano soltero que predica y va a las reuniones, pero en sus noches libres le gusta salir de fiesta, ir a lugares donde se puede bailar.

Y no se siente incómodo charlando con la gente del mundo en esos lugares.

De hecho, le gusta.

Y, como ahí no hay hermanas, tiene que bailar con mujeres del mundo.

¿Por qué le gusta eso?

Trabaja mucho en la congregación, pero obviamente hay algo ahí que no anda del todo bien.

O un precursor al que le gusta coquetear.

Hay varias hermanitas que creen que solo tiene ojos para ellas.

Y eso las hace sentir especiales.

Un siervo ministerial pasa demasiado tiempo conversando con una hermana casada.

Y siempre se justifica diciendo: “Solo estamos hablando.

Somos amigos”.

Señal de peligro.

Una buena hermanita se ofende mucho cuando una hermana mayor le dice que sus faldas y sus pantalones le quedan demasiado ajustados.

¿No son estas señales de peligro?

De vez en cuando, sin importar los privilegios que tengamos, debemos hacernos un autoexamen.

Busquemos si hay algo que corregir.

Y, si estás buscando pareja, pensar en el caso de Salomón pudiera ser muy útil.

¿Qué cualidades son las que buscas en una pareja?

¿Cualidades espirituales?

¿O te fijas más en el físico, con la esperanza de que lo espiritual venga después?

A una hermanita le gusta mucho un hermano.

Es muy guapo, supersimpático y se lleva bien con todo el mundo.

¿Pero cómo está su espiritualidad?

¿Tiene establecida una buena rutina espiritual y la sigue?

Por ejemplo, si le mencionan un artículo de una Atalaya reciente, ¿dice a menudo: “Ay, ese no lo vi”?

Si ese es el caso, es una mala señal.

Si ahora, de soltero, no les da prioridad a los asuntos espirituales, ¿qué te hace pensar que cuando esté casado contigo sí lo hará?

¿Podrás hacer que cambie?

¿O hará él que cambies tú?

Como menciona el comentario, Salomón tuvo muchos privilegios.

Pero, al parecer, pensaba que las normas de Jehová no le aplicaban a él.

No sabemos por qué.

Quizás tenía la actitud de la que él mismo habló en Eclesiastés, el rey “puede hacer lo que quiera”.

Quizá fue eso.

No debía, pero aun así adquirió muchos caballos y se casó con muchas mujeres.

¿Qué lección aprendemos?

Que, aunque llevemos mucho tiempo en la verdad y aunque tengamos muchos privilegios y Jehová nos esté utilizando mucho, en ningún momento podemos bajar la guardia.

Tenemos que proteger el corazón.

Y no pasemos por alto ninguna señal de alerta que nos indique que algo está mal.

Nuestras asambleas son algo que disfrutamos muchísimo cada año.

Son esenciales para fomentar el amor y la unidad en el pueblo de Jehová.

En este episodio de “Del pasado al presente” veremos cómo fue que las asambleas llegaron a ser una parte tan importante de nuestra adoración.

¡Buenos días, queridos hermanos y hermanas!

¡Qué felices nos sentimos de estar todos juntos en esta asamblea!

A los testigos de Jehová nos encanta ir a las asambleas para adorar a Jehová, aprender de él y cantarle todos juntos.

Pero el pueblo de Dios de nuestros días no siempre ha tenido asambleas tan grandes como estas, con miles de personas reunidas.

¿Cómo empezaron?

Lo descubriremos en este nuevo episodio de “Del pasado al presente”.

En realidad, la primera gran asamblea del pueblo de Dios se celebró hace miles de años, cuando Moisés y los israelitas se reunieron en el monte Sinaí para recibir instrucciones de Jehová.

Después de eso los israelitas empezaron a asistir a tres fiestas cada año.

En estas fiestas se reunían personas de diferentes tribus para alabar a Dios como una gran familia, tal como lo hacemos hoy.

En nuestros días, las primeras asambleas comenzaron a celebrarse a finales de la década de 1880, aunque no eran exactamente como las de ahora.

Eran reuniones grandes en las que unos pocos centenares de estudiantes de la Biblia se juntaban para conmemorar la Cena del Señor.

Y todas se celebraban en la ciudad de Allegheny, en Pensilvania.

Pero eso cambió en 1893, año en el que tuvo lugar la Feria Mundial de Chicago.

Como la feria atrajo a millones de personas, bajaron las tarifas de los trenes, y los Estudiantes de la Biblia vieron la oportunidad perfecta para invitar a los hermanos a una asamblea de cinco días allí en Chicago.

Asistieron unas 360 personas, lo que puede parecer poco comparado con las asambleas de ahora.

Pero estas primeras asambleas ayudaron a los Estudiantes de la Biblia a ver lo bueno que era juntarse con hermanos de otros lugares.

Con el tiempo se empezaron a hacer asambleas todos los años.

Algunas se hicieron al aire libre o en una carpa, como la asamblea de 1908 en Put-in-Bay, un complejo turístico ubicado en el lago Erie, en Ohio.

Esta asamblea duró 10 días y fue la más grande hasta ese momento, porque asistieron unas 3.500 personas.

Fue una maravillosa oportunidad para los hermanos y hermanas, jóvenes y mayores, de fortalecerse en sentido espiritual, pasar tiempo juntos, reír juntos, comer juntos y hacer lazos de amistad que durarían para siempre.

Poco tiempo después, el mundo sufrió los estragos de la Primera Guerra Mundial y de la gripe española de 1918, que acabó con la vida de unos 50 millones de personas.

Pero esto no detuvo al pueblo de Dios.

La unidad y el amor que había entre los hermanos se vio claramente en 1919 en Cedar Point (Ohio).

Esta fue la primera gran asamblea que se celebró después de que el hermano Rutherford y sus colaboradores fueran liberados de prisión.

Los hermanos estaban muy contentos de volver a juntarse otra vez de forma segura.

Llegaron tantos que el programa tuvo que continuar al aire libre.

Al final asistieron unas 7.000 personas.

Solo tres años después, en 1922, otra vez en Cedar Point se celebró una asamblea todavía más emocionante.

La asistencia fue de aproximadamente 10.000 personas cada día.

Esta asamblea le dio fuerzas al pueblo de Dios para seguir predicando con más entusiasmo aún.

En los años siguientes, las asambleas tuvieron un efecto muy poderoso en el pueblo de Dios y motivaron a los hermanos a estar más unidos que nunca.

Una asamblea inolvidable fue la que se celebró en 1931 en Columbus (Ohio).

Imagínese entrando en el local de la asamblea.

Hay 15.000 personas; el lugar está repleto; no cabe ni un alfiler.

En el programa que tiene en su mano hay dos letras muy grandes en la portada: JW.

Los primeros dos días de la asamblea todos los asistentes están intentando adivinar qué significan esas dos letras.

Finalmente se sube a la plataforma el hermano Rutherford.

Antes de terminar su discurso, presenta una emocionante resolución, que en parte dice: “Deseamos ser conocidos como testigos de Jehová”.

Entonces todos entendieron que las letras JW eran por Jehovah’s Witnesses (testigos de Jehová en inglés).

Para los años cuarenta, la Segunda Guerra Mundial había dejado muchos países devastados y divididos.

Pero el pueblo de Jehová seguía creciendo y estando cada vez más unido.

En 1946, nuestros hermanos se reunieron en Cleveland (Ohio) para celebrar la Asamblea Teocrática “Naciones alegres”, y no podrían haber elegido un título mejor.

Esta fue una verdadera asamblea internacional porque asistieron 55.000 delegados de 33 países.

Algunos incluso se quedaron en tiendas de campaña o en casas rodantes.

Estos campamentos, que parecían ciudades, eran muy comunes en las grandes asambleas de esa época.

Como nuestra familia espiritual seguía creciendo, en los años cincuenta se celebraron asambleas por todo el mundo, incluso en lugares con menos recursos.

Un ejemplo destacado de lo internacional que era para entonces el pueblo de Dios fue la inolvidable Asamblea Internacional “Voluntad Divina”, que se celebró en Nueva York en 1958.

Asistieron más de 250.000 personas de 123 países y territorios.

Esta fue la asamblea internacional más grande celebrada en una sola ciudad.

Se llenó el Estadio de los Yankees y el cercano Polo Grounds.

Pero lo que de verdad unía a los hermanos en estas asambleas no era simplemente que fueran muy grandes y que hubiera miles de Testigos; era el programa espiritual, que incluía discursos emocionantes, series de discursos muy prácticas, nuevas publicaciones y, a partir de los años sesenta, representaciones dramáticas con trajes de época.

Esos regalos espirituales, más la alegría de reencontrarse con antiguos amigos y conocer otros nuevos, han hecho que las asambleas sean una auténtica bendición.

Pero celebrar asambleas no siempre ha sido fácil.

En Georgia, donde los Testigos sufrieron mucha oposición, se hicieron planes para celebrar la asamblea de distrito del año 2006 “¡Nuestra liberación se acerca!” en la sala de conciertos de la Filarmónica de Tiflis.

Pero la junta directiva canceló el contrato con nuestros hermanos solo una semana antes de que empezara la asamblea.

En muy pocos días, un ejército de hermanos y hermanas muy decididos convirtieron dos terrenos sembrados de papas en un lugar apropiado para celebrar la asamblea.

Cosecharon las papas, construyeron una plataforma y bancos de madera e instalaron el equipo de sonido.

Todo estuvo listo para el inicio de la asamblea, y hubo más de 17.000 asistentes, contando tanto a los que estaban en persona como a los que se conectaron por teléfono.

La asamblea fue todo un éxito.

Pero, además, los asistentes se alegraron muchísimo cuando recibieron un regalo inesperado: la Traducción del Nuevo Mundo en georgiano.

Esto los hizo sentirse todavía más unidos a sus hermanos y hermanas de todo el mundo.

En años recientes, se han celebrado asambleas especiales e internacionales por todo el mundo.

Y, cuando ha sido imposible reunirnos en persona, nos hemos reunido de forma virtual.

No importa si son en Polonia, en Corea del Sur, en Australia o en Sudáfrica.

Las asambleas fueron y siguen siendo ocasiones que hacen muy felices a todos los siervos de Dios.

Nos animan, nos fortalecen, nos unen a nuestros hermanos, pero sobre todo nos acercan más a Jehová.

La unidad que caracteriza a nuestra familia espiritual resulta en alabanza para Jehová.

En las asambleas se puede ver que somos una verdadera hermandad.

Pero tenemos que esforzarnos por mantener esa unidad, en especial si alguien nos hiere o pone a prueba nuestra paciencia.

Pero, con la ayuda de Jehová, todos podemos hacer las paces.

Justo de eso trata nuestro video musical.

Pero antes de verlo queremos enseñarles una función que podría ayudarlos a disfrutar más del programa.

Se trata de los subtítulos, que están disponibles en muchos idiomas.

Si un video tiene subtítulos en su idioma, podrá ver este símbolo en la parte inferior de su pantalla.

Haga clic en el símbolo para activar o desactivar los subtítulos.

Ahora sí.

Es hora de ver nuestro video musical.

¡Que lo disfruten!

♪♪ Lo sabes bien, y yo también, que ya está bien de pelear.

Lo que pasó estuvo mal, y ya da igual, llegó el momento de olvidar.

¿Y ahora qué nos toca hacer?

Es hora de reconocer que es hora de pedir perdón y perdonar de corazón.

Si te hice mal, perdóname, no buscaré tener razón.

Quizás fui yo, o tú tal vez, y qué más da, son cosas de la imperfección.

¿Y ahora qué nos toca hacer?

Es hora de reconocer que es hora de pedir perdón y perdonar de corazón.

Hay que olvidarlo.

Mirar atrás está de más.

Hay que buscar la paz.

No esperaré ni un día más.

No importa quién lo comenzó, la herida tiene que cerrar.

Si nuestro Dios nos perdonó, ¿qué puede haber que no podamos superar?

¿Y ahora qué nos toca hacer?

Hacer las paces otra vez, y ser capaces de volver a ser amigos otra vez, pedir perdón y perdonar, hacer las paces. ♪♪ Hoy nos hemos centrado en la maravillosa cualidad de la paciencia.

Aprendimos que debemos ser pacientes cuando alguien no actúa como nosotros lo haríamos, que Jehová nos tiene paciencia mientras nos esforzamos por luchar contra malos hábitos, y que, con amor y paciencia, podemos fortalecer a los demás.

Para la videopostal de este mes vamos a viajar a Guatemala, en Centroamérica.

¿Qué paisajes de la creación le gustan más?

¿Las selvas?

¿Las playas?

¿O, tal vez, las montañas?

Pues Guatemala lo tiene todo.

Incluso tiene volcanes.

De hecho, tiene muchos volcanes.

En el sur de Guatemala hay una cadena de 27 de ellos.

Los primeros misioneros llegaron al país en 1945 y, para 1958, había más de 700 publicadores en 3 circuitos.

En la década de los ochenta surgieron problemas cuando el gobierno organizó grupos armados de civiles para que patrullaran las calles.

Nuestros hermanos no se unieron a esos grupos.

Y, aunque a algunos los amenazaron con matarlos, se mantuvieron firmes.

Hoy día hay más de 850 congregaciones y alrededor de 40.000 publicadores.

Y sus métodos de predicación son tan variados como los paisajes del país.

El idioma oficial de Guatemala es el español, pero también se hablan más de 20 idiomas indígenas en el país, entre ellos el mam.

Hay 500 publicadores en 20 congregaciones que predican las buenas noticias en mam.

Una de estas congregaciones es la Ostuncalco mam, en Quetzaltenango.

Estos hermanos y hermanas son algunos de los 49 publicadores de esta congregación.

Todos ellos les envían un cariñoso saludo.

Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.



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