Bienvenidos a JW Broadcasting®.
Como todos pasamos por momentos difíciles, este mes hablaremos del consuelo.
Seguro que todos disfrutaremos muchísimo del programa.
Veremos que el consuelo alegra el corazón del que lo recibe y también del que lo da.
Los que cuidan a otras personas dan consuelo constantemente.
¿Pero quiénes los consuelan a ellos?
Damián y Carolina nos cuentan cómo la Biblia y sus amigos los ayudan a seguir cuidando a sus seres queridos.
Hoy descubriremos más tesoros en el libro de Joel.
Veremos la importancia de seguir siendo leales durante tiempos difíciles.
Y el video musical nos recordará que debemos decirles a las personas que queremos cuánto las apreciamos.
¡Esto es JW Broadcasting!
Nuestro texto temático es 2 Corintios 1:3, 4.
Dice: Desde el día en que nacimos necesitamos que los demás nos consuelen.
Ahora ya no lloramos para que alguien nos dé de comer o porque nos sentimos incómodos o porque nos hace falta cariñito.
Pero todavía necesitamos que alguien nos consuele de vez en cuando.
Es probable que ahora mismo algunos necesitemos consuelo.
Y no nos sorprende.
Recordemos cómo se describe en el Salmo 90:10 la vida de los seres humanos: Hay muchas cosas que pueden causarnos dificultades, penas, sufrimientos y decepciones.
Algunas de ellas son comunes a todos los seres humanos, porque alguna vez en la vida nos van a suceder: nos podemos enfermar, nos hacemos mayores o podemos perder algún ser querido en la muerte.
Otras cosas que nos causan sufrimiento tienen que ver con nuestras circunstancias: un accidente, problemas económicos, una separación o un divorcio, un desastre natural, ser víctima de un abuso u otro delito, conflictos civiles o una guerra.
Y, además, puede que suframos por ser siervos de Jehová.
Puede que estemos solos en la verdad o que seamos perseguidos o encarcelados, o que se burlen de nosotros en la escuela o en el trabajo.
También podría suceder que alguno de nuestros seres queridos o un amigo cercano abandone a Jehová.
Y quienes cometen un pecado van a necesitar recibir consuelo cuando vuelvan a la congregación.
Sea que estemos sufriendo por problemas comunes a todos, por nuestras circunstancias o porque servimos a Jehová, todos necesitamos que nos consuelen.
No importa dónde vivamos.
1 Pedro 5:9 dice que “toda la hermandad en el mundo” está pasando por la misma clase de sufrimientos.
Sin embargo, en los versículos 6 y 7 se nos revela quién puede consolarnos.
Ahí leemos: Jehová siempre ha sido la mejor fuente de consuelo.
Moisés, por ejemplo, estaba seguro de que Jehová lo consolaría y de que, fuera cual fuera la situación, le daría su apoyo.
Totalmente convencido, dijo lo que leemos en Deuteronomio 33:27: Cuando estamos decaídos y nos cuesta levantarnos, Jehová pondrá sus brazos debajo de nosotros para levantarnos con suavidad y ayudarnos a ponernos de pie.
Los salmistas también expresaron muchas veces que agradecían el consuelo y el cuidado de Jehová.
Por ejemplo, lleno de gratitud, el escritor del Salmo 94:19 le dijo a Jehová: Y notemos lo que dice Romanos 15:4: Para todas las cosas que nos causan dolor, podemos encontrar versículos que nos consuelan.
El libro Textos bíblicos para la vida cristiana, bajo la entrada “Consuelo”, presenta distintas causas de sufrimiento.
Y no solo nos dice qué versículos nos pueden ayudar y nos confirman el amor de Jehová, también nos da ejemplos de personajes bíblicos que sufrieron por motivos parecidos y nos muestra cómo Jehová los ayudó.
Pero una de las mejores maneras de recibir consuelo es pedírselo a Jehová.
En el Salmo 145, el rey David alaba a Jehová por la forma en que responde los ruegos por ayuda.
Leamos los versículos 18 y 19.
Allí dice: Como un padre que ayuda y consuela con cariño a su hijo cuando llora, Jehová también nos escucha y nos consuela cuando acudimos a él.
En 1 Samuel, capítulos 1 y 2, se nos habla de Ana.
Recordamos que esta pobre mujer de Israel se sentía tan angustiada por el hecho de no tener hijos que ni siquiera podía comer.
Cuando llegó al tabernáculo, se puso a orar a Jehová “y no podía dejar de llorar”.
Jehová escuchó la oración de esta humilde mujer y la respondió.
La Biblia dice que después de eso Ana “se fue y comió, y la tristeza desapareció de su cara”.
De la misma manera, Jehová nos va a consolar a nosotros si abrimos nuestro corazón en oración a él.
En vista de todo lo que dice la Biblia sobre el consuelo, las palabras de 2 Corintios 1:3, 4 que leímos antes no nos sorprenden.
Este es el texto temático, así que volvamos a leerlo.
Y, mientras lo leemos de nuevo, pensemos en cómo estas palabras nos ayudan a consolar a otros mientras nosotros mismos tratamos de soportar las dificultades de estos tiempos tan críticos.
2 Corintios 1:3, 4 dice: La expresión “tiernas misericordias” viene de una palabra que se usa para describir la compasión por quienes sufren.
En este caso nos ayuda a ver lo que siente Jehová cuando sus siervos fieles pasan por problemas.
Pablo también dice que Jehová es “el Dios de todo consuelo”, porque todo el consuelo que recibimos viene de Jehová.
De hecho, el versículo 4 menciona una forma especial en que Jehová nos consuela: por medio de nuestros hermanos y hermanas.
Vamos a repasarlo.
Ahí dice que Jehová “nos consuela en todas nuestras pruebas para que nosotros podamos consolar con el consuelo que recibimos de Dios a los que están sufriendo cualquier clase de prueba”.
¿Vieron la relación que existe entre el consuelo que nosotros recibimos y el que damos a otras personas?
Jehová nos consuela a nosotros, y, como fuimos creados a la imagen de Dios, el espíritu santo nos mueve a compartir ese consuelo con otros.
Por lo tanto, no es que estemos divididos en dos grupos, los que dan consuelo y los que lo reciben.
No, todos tenemos la obligación de dar consuelo, aunque nosotros mismos necesitemos consuelo.
¿Pero cómo se hace eso?
Pensemos en el caso de Pablo.
Cuando estuvo preso en Roma por primera vez, Pablo dijo que agradecía mucho el apoyo de hermanos que habían sido “una fuente de gran consuelo” para él.
En Colosenses, capítulo 4, mencionó a algunos de ellos por nombre: Aristarco, Tíquico y Marcos.
Vamos a hablar un poco más de ellos en otra sección de nuestro programa.
Pablo se sentía muy agradecido porque estos hermanos habían ido a visitarlo, lo habían consolado y le habían dado ayuda práctica.
Pero el apóstol no solo quería recibir.
Aunque estuviera en prisión, Pablo estaba decidido a dar, a animar a los que lo visitaran y a escribir cartas que fortalecieran a las congregaciones.
En Sudáfrica, una hermana llamada Clodean imitó el ejemplo de Pablo después de haber sido sometida a una operación.
Como la operación fue durante la pandemia, no podía recibir visitas.
Pero Clodean no quería sentir pena de sí misma debido a esta situación, así que le rogó a Jehová en oración que la ayudara a consolar a otros.
Se puso en contacto con una señora que había estudiado la Biblia en el pasado.
La mujer reanudó su curso y empezó a ir a las reuniones por videoconferencia.
Después, Clodean inició un curso bíblico con la hermana menor de la mujer, quien le dio los nombres de cuatro mujeres que también querían estudiar.
Como estaba decidida a consolar a otros a pesar de su difícil situación, Clodean pudo comenzar cursos de la Biblia con 16 personas en total.
Pero hay veces que quienes necesitan consuelo no se sienten inclinados a aceptarlo.
Por ejemplo, cuando Moisés les anunció a los israelitas que Jehová los rescataría de la esclavitud en Egipto, al principio “no le hicieron caso” porque el pueblo estaba desanimado.
Pero más adelante le prestaron atención.
¿Y recuerdan a Noemí?
Ella se había ido a vivir al extranjero porque hubo una época de hambre en Israel.
Después quedó viuda y se le murieron sus dos hijos.
Al volver a Israel estaba de duelo, y quienes la conocían se preguntaban: “¿De veras es Noemí?”.
Recordemos que ese nombre significaba “mi deleite”.
Sin embargo, Noemí estaba amargada y pensaba que Dios tenía la culpa.
Por eso les contestó así a las mujeres: “No me llamen Noemí.
Llámenme Mara, porque el Todopoderoso ha llenado mi vida de amargura”.
Con el tiempo, Noemí aceptó la ayuda de familiares y vecinos, así como su amistad, y su amargura se convirtió en alegría.
Si estamos sufriendo, es normal que queramos estar solos, pero tratemos de evitar esa tendencia.
Es más fácil decirlo que hacerlo, pero se ha demostrado que, si nos esforzamos por buscar la compañía de los demás, le abrimos la puerta al consuelo que Jehová nos da por medio de las bondadosas palabras y acciones de nuestros hermanos y hermanas.
Cuando Jehová nos consuela por medio de nuestros hermanos, aprendemos a estar atentos a las necesidades de los demás, y ese es el primer paso para dar consuelo: tenemos que ser observadores para darnos cuenta de quiénes necesitan consuelo.
Muchas veces, la situación es obvia.
Un hermano tuvo un accidente o se quedó sin trabajo, o perdió a un amigo o a un familiar en la muerte.
Pero otras veces la situación no está tan clara.
Tal vez veamos que alguien actúa diferente, o se le nota en la cara que hay algo que no está del todo bien.
No hay que ser entrometidos, pero, si les hablamos con cariño, tal vez se sientan más dispuestos a hablar.
Es probable que necesiten tiempo para sentirse cómodos y abrir su corazón.
Por eso hay que ser pacientes.
El segundo paso para dar consuelo es pedirle a Jehová que nos ayude a ver qué podemos hacer.
A veces no hay nada que podamos hacer para acabar con el problema que alguien tiene.
Por ejemplo, un misionero que perdió a su esposa dijo una vez: “No quiero dejar de llorar.
Lo que quiero es aprender a vivir con el dolor”.
Lo importante es que pongamos en práctica las palabras de Proverbios 3:27: “No dejes de hacerles el bien a quienes debes hacérselo si está a tu alcance ayudarlos”.
Es verdad que no es fácil.
Quizás no sepamos qué hacer o decir.
En ese caso, pensemos en el significado de la palabra griega que se traduce “consuelo” en la Biblia.
Literalmente significa llamada al lado de uno.
Es decir, hay que estar ahí para quien nos necesite.
Ese es el tercer paso.
No es que tengamos que hablar demasiado o dar un discurso.
Lo que el hermano necesita es saber que alguien se preocupa por él.
Estar ahí con ellos es ya de por sí un consuelo.
Tal vez lo que necesite sea desahogarse.
Si es así, escuchemos con atención.
Y, si leemos un texto bíblico, asegurémonos de que el hermano entienda que Jehová sabe cómo se siente.
Lo que cuenta no es lo que hacemos o decimos, sino que el hermano vea que fue algo que nos salió del corazón y que se sienta comprendido.
Por ejemplo, una hermana que sirve en la central mundial perdió tanto a su papá como a su mamá durante la pandemia.
Después de pasar un día con su mamá, que ya estaba agonizando, se encontró con una gran canasta de frutas al regresar a casa.
Se la habían enviado los hermanos de Betel.
Ella dijo: “No fueron las frutas que me regalaron, que ya había comido muchas veces, ni tampoco lo bonita que estaba la canasta.
Fue el cariño y la consideración que me mostraron con ese detallito lo que llenó mi corazón de alegría justo en ese momento tan difícil de mi vida”.
Y, cuando un terremoto y un tsunami azotaron el este de Japón en marzo de 2011, los hermanos locales y de otros países respondieron de inmediato.
Dos años y medio después, mi esposa y yo estábamos en Japón y visitamos algunas congregaciones afectadas.
En una de ellas nos mostraron mensajes que les habían enviado hermanos de Nepal.
En otra congregación nos mostraron un tablero con mensajes escritos en varios idiomas de Filipinas.
Y nos dijeron: “No podemos leerlos, pero sabemos lo que dicen”.
¡Cuánto consolaron esos breves mensajes a nuestros hermanos de Japón!
Mientras estábamos allí, el supertifón Haiyan devastó las islas Filipinas.
En ese momento, los hermanos de Japón dijeron: “Ahora nos toca a nosotros consolar a los hermanos de Filipinas”.
A medida que nos vayamos adentrando más y más en los últimos días, necesitaremos cada vez más consuelo.
Por eso, qué bueno que contamos con Jehová, “el Padre de tiernas misericordias y el Dios de todo consuelo”.
Él es muy generoso y nos ha regalado la oración y las palabras llenas de consuelo que hallamos en la Biblia, así como hermanos compasivos por toda la Tierra.
¿Verdad que nos beneficiamos muchísimo de estos regalos?
Pero no olvidemos estar atentos para ver quién necesita consuelo y qué tipo de ayuda práctica podemos ofrecer.
Demos los pasos necesarios para consolar a otros mientras aguantamos las dificultades de estos tiempos críticos. ¿Sabe de alguien que necesita consuelo?
Pensar en el buen efecto que pueden tener nuestras palabras nos moverá a consolar a otros.
Tanto lo que decimos como lo que hacemos puede tener un impacto mayor de lo que nos imaginamos.
Veamos algunos ejemplos en “Lecciones de La Atalaya”.
Aristarco nunca abandonó a Pablo; no se separó de él ni siquiera en los momentos más difíciles.
Y, cuando veo esta imagen, recuerdo todo lo que hicieron los hermanos cuando yo más lo necesitaba.
Toda la zona se inundó, y la casa en la que yo vivía también.
El agua me llegaba al pecho, pero, para salir de allí, tenía que atravesarla.
Y, como se me había agotado la batería del teléfono, no podía llamar a nadie.
El artículo de La Atalaya destacaba la lealtad de Tíquico.
Y, como él, mis amigos han sido leales.
Sin ellos no habría salido adelante.
A mi papá le dio un derrame cerebral.
Y luego mi hermano dejó de servir a Jehová.
Y, pocos meses después, mi papá murió.
Cuando leí sobre Aristarco y Tíquico en este artículo, recordé a hermanos específicos que me habían ayudado.
Pero, cuando leí sobre Marcos y la ayuda práctica que él había dado, entonces se me vino a la mente toda la congregación.
Todos me apoyaron.
En el 2016, mi esposa, Kerry, perdió su batalla contra el cáncer.
Así que, de repente, me quedé solo.
Kerry era tan buena persona… No he conocido a nadie como ella.
De ella aprendí que, cuando dejas que otros te ayuden, dejas que Jehová te ayude.
Tratando de caminar por el agua, pensé: “Si tan solo consigo llegar a casa de los hermanos, todo va a estar bien”.
Y, cuando llegué, me recibieron bien, me dieron la oportunidad de bañarme, de entrar en calor y me dieron de comer.
Como Aristarco, estaban dispuestos a hacer sacrificios.
Me dijeron que me podía quedar en su casa todo el tiempo que necesitara.
Tenerme en su casa obviamente era un inconveniente para ellos.
Sin embargo, se notaba que ellos de verdad querían cuidarme y darme una mano.
En cuanto pude cargar mi teléfono, recibí una llamada: era el hermano que me dio clases de la Biblia cuando era joven.
Quería saber si estaba bien y si tenía todo lo que necesitaba.
Y eso no fue todo.
Después del desastre, mis amigos siguieron llamándome a cada rato para ver si todavía necesitaba algo.
También me invitaban a su casa para saber si estaba sobrellevando bien la situación.
Una buena amiga me invitó un día a tomar una taza de chocolate.
Y me preguntó cómo me iba, y ahí le dije que no podía dormir.
Ella me mostró una libretita en la que anotaba cosas que le agradece a Jehová.
Siempre encuentro al menos cinco cosas por las que estoy agradecida.
Mi esposo, Luke, es maravilloso.
Siempre escucha con paciencia todo lo que le digo, y eso que a veces lo que digo son disparates.
Hubo otros hermanos que también tuvieron mucha paciencia conmigo.
Aunque les dijera lo mismo cien veces, no se quejaban; estaban ahí para escucharme.
Necesitaba apoyo, porque sentía que no estaba llevando bien la situación.
Por ejemplo, no pude aceptar la muerte de mi padre hasta que vi el certificado de defunción.
Y lo mismo me pasó con mi hermano.
No me parecía que era algo real hasta que oí el anuncio en la plataforma.
Pensé: “Quien me oiga dirá que estoy loca”.
Pero, cuando se lo dije a una amiga, me dijo: “¡No, no!
Es normal. Está bien”.
Esas palabras me ayudaron mucho.
Me sentí mucho más tranquila.
Cuando te pasa algo así, las cosas normales del día a día se convierten en obstáculos insuperables.
Hasta las cosas que te gustaba hacer empiezan a darte ansiedad.
Ahora ir solo a las reuniones era difícil, pero mis amigos me decían: “No te preocupes, porque te acompañamos”.
Así que ya no tenía que ir solo a las reuniones; dos amigos venían conmigo.
Eso fue de gran ayuda.
Además, dos hermanas quisieron encargarse de planchar mis camisas.
Claro, yo sé planchar, pero lo que ellas hicieron por mí fue muy útil.
Me gustaría decirles a mis amigos cuánto agradezco el apoyo que me dieron.
Me ayudaron a superar esa situación difícil.
Su amor, sus atenciones y la lealtad que me demostraron me permitieron seguir sirviéndole a Jehová.
Tal vez uno piense: “Es que no sé qué decir.
No importa lo que haga; nada cambiará”.
Pero eso no es así.
Los pequeños detalles pueden significar mucho.
Hay cosas que nunca olvidaré.
Los hermanos siempre están atentos para ayudar de formas prácticas.
Gracias a eso te dan justo lo que necesitas cuando lo necesitas.
Esta ha sido la situación más difícil que he vivido.
Pero también ha sido la experiencia que más ha fortalecido mi fe.
Aristarco, Tíquico y Marcos son solo algunos de los ejemplos que da la Biblia de personas que consolaron a otros.
¿Por qué no buscamos algunos más la próxima vez que hagamos nuestro estudio personal —como, por ejemplo, Bernabé, Onesíforo…— y pensamos en cómo podemos imitarlos?
Todos los días, los Grupos de Visita a Pacientes de todo el mundo consuelan a los hermanos y hermanas que están en los hospitales.
Veamos cuánto fortalecen a los que se enfrentan a graves problemas de salud.
Le decía a Jehová: “Pero cómo voy a animar a mi tío si yo necesito que me animen a mí”.
El doctor me dijo: “Mira, este es tu pulmón.
¿Ves esta masa?
Es que tienes un cáncer de pulmón”.
Te sientes perdido cuando la persona que es tu apoyo se enferma y casi no puedes hacer nada para consolarla o ayudarla.
GVP significa Grupo de Visita a Pacientes.
Es un grupo formado por ancianos que visitan a los hermanos que están hospitalizados.
Es una forma de pastoreo, por así decirlo.
Damos ayuda práctica, pero sobre todo ayuda espiritual, para que los hermanos vean que Jehová está al tanto de su situación y que cuentan con el apoyo de la congregación y del espíritu santo.
Cuando me hospitalizaron por primera vez, me visitaron enseguida, antes de que pasaran 24 horas; aunque no me conocían, aunque no sabían quién era Ruth.
Algo que también ayuda bastante es cuando los ancianos de la congregación del enfermo apoyan esas visitas.
Ver una cara conocida en esos momentos puede consolar mucho a los hermanos.
Lo primero que hay que hacer es escuchar al hermano o a la hermana y dejarlos que se expresen.
Luego tratamos de fortalecerlos espiritualmente usando la Biblia.
Mi tío necesitaba mucho ánimo.
Y la verdad es que yo también lo necesitaba.
De repente, se nos acercaron dos hombres sonrientes.
Y yo pensé: “Estos no son médicos.
¡Son hermanos!”.
Nos dijeron que eran del Grupo de Visita a Pacientes, y nos sentimos tan emocionados...
Era justo lo que necesitábamos.
Me llamaron del hospital porque mi mamá había empeorado.
Cuando llegamos, era muy tarde —como las dos de la mañana—, pero ya estaba esperándonos un hermano del Grupo de Visita.
Nos cuidaron mucho; hasta nos dieron un lugar donde quedarnos.
Cuando acabó la visita, recuerdo que vi a aquellos hermanos saliendo del hospital.
Me quedé observándolos desde lejos.
Se les veía tan felices… Y no solo a ellos, también a sus esposas.
Podrían haber pasado el día haciendo cualquier otra cosa —paseando, descansando—, pero estaban ahí, haciendo esa bonita labor.
Me pidieron que leyera Isaías 41:10, pero no conseguía leerlo, simplemente lloraba.
Así que ellos me lo leyeron.
Suena diferente cuando sientes que es Jehová el que te lo está diciendo a ti: “Hija mía, no tengas miedo.
No te angusties, porque soy tu Dios”.
Era como si Jehová me dijera: “Estoy aquí, hija.
Estoy aquí para ti, y he enviado a estos hermanos para que te den las fuerzas que necesitas y te animen.
Así que no te rindas”.
Nunca imaginé que en el momento en que me sentía más solita y triste, Jehová enviaría a esos hermanos para animarnos a mi tío y a mí.
Que Jehová siga bendiciendo a estos hermanos y su lindo trabajo.
Lo que hicieron por mí era justo lo que necesitaba.
Sentí el cariño de Jehová a través de los hermanos.
Nunca antes había vivido así el amor fraternal.
Ahora yo quiero hacer lo mismo por otros.
También es una manera de mostrar un poquito del gran amor que Jehová nos tiene.
Y ellos siempre agradecen nuestras visitas, pues las ven como una muestra de que Jehová y su organización los están cuidando.
Puedes ver en sus rostros y en sus expresiones que entienden que esa muestra de cariño viene de Jehová.
Y es muy bonito.
Nos alegra que Jehová nos use.
Los que forman parte de estos grupos han visto lo ciertas que son las palabras de Jesús: hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.
Sin embargo, las personas que más dan a veces también necesitan recibir.
Veamos cómo los que cuidan de otros también necesitan cuidados.
A ver, vamos a recordar ahí un poquito las vocales.
¿Cuáles son las vocales?
—¿Las escribo?
—Ajá.
Mi mamá tiene un diagnóstico de Alzheimer.
Soy proveedora económica y soy cuidadora.
Implica la preparación de sus alimentos, ocuparme de que mi mamá tome sus medicamentos...
Me ocupo de que no tenga esta pérdida de memoria invasiva en la que ella rápidamente olvide ya sea nombres, palabras...
Y todo esto puede ser muy abrumador.
Mi niña nació de seis meses.
Se le murieron las áreas que hacen que pueda caminar, hablar bien… el área motora.
Cuando mi esposa falleció, para mí fue más pesado.
Pocos saben el trabajo que hay detrás.
Yo me llevo aproximadamente de dos a tres horas en arreglarnos para las reuniones o para el servicio.
Estar cien por ciento al cuidado de una persona es muy desgastante para el cuidador.
Hay días que llega la hora de dormir y, aunque estoy exhausta, a veces no me puedo quedar dormida.
Por lo tanto, puede ser muy fácil que la frustración nos gane y explotemos.
Son estas fallas en las que uno se juzga muy severamente y dice: “¡Ay! Soy mala, es que soy mala”. He aprendido que ser cuidador es cuidarse también uno primero, porque tenemos que estar equilibrados tanto en lo espiritual como en lo físico.
Trato de caminar para poder tener un poco más de fuerza.
Para cuidar principalmente de mi relación con Jehová, lo más importante es mi estudio personal.
Por lo regular lo hago en las noches, cuando ya todo aquí en la casa está tranquilo, y yo ya no tengo que estarla atendiendo.
Como cuidadores, tenemos que cuidar nuestra salud.
Entonces, lo que hago es tener rutinas específicas para ir a la cama, rutinas específicas para dejar de ver aparatos electrónicos… Cosas tan básicas como estas a veces se nos olvidan.
Y, cuando somos cuidadores, nosotros nos ponemos en el último lugar.
Por lo tanto, cuando yo ya estoy muy cansada y pido apoyo de mi hermana para que me ayude con el cuidado de mi mamá, también lo que procuro es esparcimiento.
Cuando yo puedo satisfacer las necesidades, las resuelvo con las herramientas con las que cuento.
Pero, si la ayuda no la puede brindar nuestro círculo cercano familiar, es importante, de verdad, para el cuidador el decir: “Estoy cansado, necesito ayuda”.
A mí me daba pena pedir ayuda.
Pero me doy cuenta de que, de esa manera, estaba impidiendo que llegaran más bendiciones de parte de Jehová para con nosotros.
Por ejemplo, hace rato, que estábamos en las cartas, veo el cariño que le tienen a mi hija.
Cuando salimos al territorio, algunos hermanos me dicen: “Descansa, Damián.
Ahora nosotros nos la llevamos”.
El consuelo se experimenta a partir de que los hermanos se interesan por nosotros.
Hace no mucho, una hermana pasó por acá, y le digo: “Pásese”.
Me dijo: “No, voy rápido.
Solo que me acordé de ustedes y quise traerles esto”.
Y era una bolsa con pan dulce.
Uno pensaría: “Es solo pan”.
No, no es solo pan, es tiempo de la hermana, es su recurso; pero además es su interés, su amor.
Para mí, la ventaja de tener un amigo cercano es poderle también decir: “Oye, hermano, me siento así.
Tengo ganas de llorar.
Tengo ganas de correr”.
Llega el momento en que quizás me saturo en mis pensamientos.
2 Corintios 1:3, 4 menciona: “Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de tiernas misericordias y el Dios de todo consuelo.
Él nos consuela en todas nuestras pruebas para que nosotros podamos consolar con el consuelo que recibimos de Dios a los que están sufriendo cualquier clase de prueba”.
Jehová me consuela —ya sea por medio de las Escrituras, por medio de los hermanos—, y yo a su vez le transmito ese consuelo a mi hija.
Si estuviera mi esposa, esta carga la compartiríamos entre los dos.
Pero ahora veo que la carga sí la comparto, en este caso, con Jehová.
De esa manera es como Jehová me ha ayudado para poder encontrar un equilibrio y tener cuidado de los dos.
Vez tras vez, cuando hemos atravesado por situaciones críticas, el único que realmente sabe lo que hay en mi corazón es Jehová.
Y siempre, sin falla alguna, siempre llega la solución.
Igual que Damián y Carolina, podemos estar seguros de que Jehová también nos dará consuelo sin importar el problema que tengamos.
¿Y si los problemas que tenemos se deben a errores que hemos cometido?
En este episodio de “Descubramos más tesoros” notemos cómo Jehová ayudó con paciencia a los que habían pecado en los días de Joel.
El libro de Joel solo tiene 73 versículos, pero nos enseña muchas cosas de Jehová, ¿verdad?
¡Sí, es cierto!
Descubramos algunos tesoros.
¿Por dónde te gustaría empezar?
Bueno, no sabemos mucho sobre quién era Joel porque él no escribió mucho sobre sí mismo.
Así que sería bueno que averiguáramos un poco sobre el contexto histórico en el que vivió.
¡Qué buena idea!
¿Dónde podríamos buscar?
Los datos históricos que se mencionan en 2 Reyes son muy interesantes.
En el capítulo 15, versículo 4, leemos que durante el reinado de Azarías “no se quitaron los lugares altos y la gente seguía haciendo sacrificios y humo de sacrificio en ellos”.
Así que, aunque Judá tenía un buen rey, la nación seguía adorando a dioses falsos.
Parece que Joel profetizó en ese tiempo.
Me pregunto cómo se habrá sentido… Yo también pensé en los lugares altos.
La obra Perspicacia, bajo la entrada “Lugares altos”, dice que “no solo se hallaban sobre las colinas y montañas, sino también en los valles, en los cauces de los arroyos, en las ciudades y bajo los árboles”, y que con frecuencia esos lugares eran escenario de actos sexuales depravados, lo que incluía “la prostitución ceremonial y el sacrificio de niños”.
Con razón Jehová odiaba tanto la adoración falsa.
Debe haberle dolido mucho ver a su pueblo adorando a otros dioses década tras década sin ningún tipo de remordimiento.
¿Qué habrá pensado Joel al ver todo esto pasando a su alrededor?
¿A cuántas personas que cayeron en adoración falsa conocería él personalmente?
Tal vez se preguntó cómo acabaría la nación y cuánto tiempo más iba a soportar esto Jehová.
Bueno, con el tiempo se respondieron todas sus preguntas.
Jehová actuó.
Le dio a Joel una impactante profecía sobre “el grande e impresionante día de Jehová”.
Imagínate la visión: una plaga de langostas que devastaba la hermosa tierra de Judá, nubes y densas tinieblas, el sol y la luna se oscurecían, y entonces restauración total.
¡Guau!
Eso debió impresionar muchísimo a Joel.
Sí, Jehová lo ayudó a hacerse una idea de cómo iba a ser el periodo de disciplina y restauración por el que iba a pasar Israel.
Eso debe haberlo fortalecido mucho y seguro que también influyó en la manera en que declaró su mensaje.
Y, si lo piensas, es probable que Joel haya sido el primer profeta al que Jehová le explicó algunas cosas sobre ese gran día.
Eso me hace pensar en otra buena forma de encontrar tesoros.
Investigar qué hizo Jehová y cuándo lo hizo.
Hacerlo nos ayuda a conocerlo mejor.
Claro, tienes toda la razón.
Entonces, ¿cuándo le dio Jehová a Joel este mensaje tan impresionante?
Mira esta línea de tiempo.
Fue alrededor del año 820 antes de nuestra era, más de 200 años antes de que Jerusalén fuera destruida.
¿Te das cuenta?
Jehová advierte a su pueblo de lo que pasará y les da suficiente tiempo para que se arrepientan y para que cambien.
¡Jehová es tan paciente!
Incluso con las personas que saben qué es lo correcto pero no lo hacen o con los que le causan dolor a él y a los demás.
¡Qué paciente es incluso con las personas que lo provocan!
Sí. Y podemos aprender algo más de esto, algo relacionado con la soberanía de Jehová.
Aunque él es todopoderoso, no obliga a nadie a cambiar.
Ni siquiera a su propio pueblo.
Jehová no es un tirano.
Él nos motiva, no nos obliga.
También aprendemos otra cosa.
Jehová no hace diferencias, es paciente con todos.
Él quería que la nación de Israel reaccionara con su advertencia, pero no solo como grupo.
Hablando del futuro, en Joel 2:32, Jehová dice: Así que Jehová quiere que todas las personas —no como grupo, sino como individuos— se arrepientan y confíen en que él los va a perdonar.
Ese es un excelente punto.
Déjame anotarlo: “todo el que” se refiere a “individuos”.
¡Qué tesoro tan hermoso sobre Jehová y su soberanía!
Y ahora el siguiente paso.
Veamos cómo ponerlo en práctica.
¿Qué tiene que ver todo esto con nosotros?
En mi caso, me hace preguntarme cuán real es el día de Jehová para mí.
¿Es tan real como lo fue para Joel?
¿Se nota ese sentido de urgencia en mi forma de predicar?
¿Y soy imparcial como Jehová cuando predico?
¿Le hablo a todo el mundo o evito hablarles a personas de ciertas culturas o clases?
Sí, en Romanos 10:13, 14, Pablo citó de Joel 2:32 y preguntó: “¿Cómo oirán sin alguien que predique?”.
Cuando les predicamos a todos por igual, dejamos que Jehová nos use para invitar a cada persona a acercarse a él.
Y, hablando de tratar a todos por igual… ¿qué pasa si hay un hermano en la congregación que tiene una personalidad que no nos gusta?
Es fácil ser paciente con nuestros amigos, pero ¿qué pasa cuando hay un hermano que no nos cae bien?
Sí, es fácil escoger con quien ser pacientes.
Pero, aunque tengamos razones para enojarnos con un hermano, si Jehová es paciente con él y yo no, ¿qué dice eso de mí?
Y, si soy anciano de congregación, ¿cómo doy consejo?
¿Presiono a los hermanos o trato de llegar a su corazón?
Jehová no es un tirano. ¿Y yo? ¿Imito su forma de ser al tratar a los demás?
¡Guau!
Mira todo lo que descubrimos siguiendo estos pasos.
Investigamos el contexto histórico, analizamos qué hizo Jehová y cuándo lo hizo, y vimos cómo ponerlo en práctica.
¡Y todavía hay mucho más que descubrir!
Por ejemplo, ¿qué representan las langostas de la profecía de Joel?
¿Qué quiso decir Jehová cuando le pidió a Israel que rasgara su corazón?
O ¿qué podemos aprender de la humildad de Joel?
No hemos ni arañado la superficie… Pues sigamos investigando.
Algo más que me gustó fue que… Desde los días de Joel hasta ahora, Jehová nos ha consolado mediante la esperanza.
¿Pero qué es exactamente la esperanza, y cómo nos consuela a diario tener una esperanza fuerte?
El hermano Jeffrey Winder, del Cuerpo Gobernante, responderá estas preguntas en la siguiente adoración matutina.
“Esto significa vida eterna”.
Esa es la esperanza que tenemos los cristianos, ¿no es así?
Jehová nos promete que, si permanecemos fieles, nos dará vida eterna, ya sea en el cielo o en la Tierra.
Y esa esperanza nos sostiene, ¿verdad?
Es como un ancla que nos estabiliza mientras tratamos de superar las tormentas de este mundo hasta que se cumpla nuestra esperanza.
Pero también necesitamos lo que podríamos llamar esperanza a corto plazo.
¿De qué se trata?
En ocasiones, necesitamos esperanza en que Jehová nos va a ayudar a sobrevivir a ese día o en que no permitirá que nos ahoguemos por culpa de la prueba por la que estamos pasando.
La necesitamos porque en esta vida es fácil desanimarnos, y la esperanza vence al desánimo.
Así es que necesitamos esos dos tipos de esperanza.
Vamos a hablar un poco de la esperanza esta mañana porque, cuando de verdad entendamos lo que es la esperanza, sabremos cómo podemos fortalecerla y cómo nos ayuda cuando estamos desanimados.
Primero, ¿qué es la esperanza?
Para el mundo, la persona que tiene esperanza es ingenua, poco realista o demasiado optimista.
Cierto escritor lo expresó así: “Parece que la mayoría de la gente cree que la esperanza es una manera absurda de negar la realidad”.
Pero la esperanza verdadera no es así.
La esperanza verdadera tiene una base sólida y está muy relacionada con la fe.
Así que, al definir la esperanza, es importante que tengamos en cuenta esta relación que hay entre la fe y la esperanza, y así lo entenderemos bien.
Porque, por un lado, la Biblia dice que la fe es la base de la esperanza.
Pero también dice que la esperanza es la base de nuestra fe.
¿Entonces cómo se entienden estas dos ideas?
Primero, ¿en qué sentido la fe es la base de la esperanza?
Por favor, busquen Hebreos 11, y fíjense en la primera parte del versículo 1.
¿Por qué la fe es la base de nuestra esperanza?
Aquí dice: “La fe es la certeza de que sucederá lo que se espera”.
¿Pueden ver la relación?
La fe es el fundamento, la base, la garantía para la esperanza.
La fe es lo que hace que la verdadera esperanza sea diferente de aquel optimismo ingenuo y poco realista que mencionamos antes.
¡Despertad! puso este ejemplo: “Cuando le pedimos un favor a un amigo de confianza, tenemos la esperanza de que nos ayude.
Dicha esperanza no carece de base, pues tenemos fe en ese amigo, lo conocemos bien y hemos presenciado sus actos de bondad y generosidad en el pasado.
Nuestra fe y nuestra esperanza están muy relacionadas, son incluso interdependientes, pero no son exactamente lo mismo”.
¿Qué significa esto para nosotros?
Bueno, tenemos fe en que nuestro Dios, Jehová, “no puede mentir”, fe en que todo lo que dijo en el pasado se ha cumplido hasta el más mínimo detalle.
Por eso, tenemos esperanza de que en el futuro él nos dará vida eterna y de que ahora nos ayudará a aguantar todo lo que venga.
Estamos seguros de eso.
La fe fortalece nuestra esperanza.
Pero también funciona al revés.
La Biblia dice que la esperanza es la base de nuestra fe.
¿Entonces qué significa eso?
Por favor, busquen en la carta a los Romanos, en el capítulo 4, y miren lo que dice el versículo 18 sobre Abrahán.
Aquí se habla de la promesa que Jehová le hizo de que tendría un heredero.
Romanos 4:18 dice: “Aunque no había esperanza, se basó en la esperanza y tuvo fe en que sería padre de muchas naciones, tal como se había dicho: ‘Así de numerosa será tu descendencia’”.
“Se basó en la esperanza y tuvo fe”.
¿Qué quiere decir esto?
Bueno, una Atalaya lo explicó: “La esperanza no es un simple complemento de la fe, sino un elemento esencial de esta.
Pensemos en Abrahán.
Humanamente hablando, tanto él como su esposa, Sara, ya habían pasado la edad de tener hijos cuando Jehová les prometió un heredero […].
Pero ¿cómo respondió Abrahán?”.
Bueno, luego cita Romanos 4:18: “Se basó en la esperanza y tuvo fe”.
La Atalaya sigue diciendo: “La esperanza divina brindó una base firme para su fe en que tendría descendencia”.
Así que Abrahán creyó en la promesa de Jehová Dios; tenía esperanza en ella.
Y esa esperanza le daba una base para tener fe hasta que se cumpliera lo que esperaba.
Y, aplicándonos esto a nosotros, otra Atalaya dijo esto: “Si en realidad creemos en la esperanza cristiana, toda nuestra vida evidenciará la fe que tenemos, como en el caso de Abrahán”.
Así que nuestra esperanza nos da algo en lo que tener fe.
Tenemos la esperanza de que Jehová nos recompensará en el futuro y de que ahora nos ayudará a aguantar nuestras pruebas.
Jehová nos ha hecho esas promesas; confiamos en ellas, las esperamos.
Por eso, podemos actuar con fe mientras esperamos que se cumplan.
Así que la esperanza y la fe están relacionadas: una depende de la otra, una fortalece a la otra.
La fe fortalece nuestra esperanza porque le da una base firme, un fundamento.
Y la esperanza también fortalece la fe porque, si de verdad esperamos esas promesas divinas, tendremos algo en lo que poner nuestra fe.
Y nuestra vida entera será una demostración de esa fe.
Bueno, ¿cómo nos ayuda esto?
¿Cómo lo podemos poner en práctica nosotros?
Entender lo que es la esperanza nos ayuda a saber cómo fortalecerla y también cómo nos ayuda a vencer el desánimo.
¿Y verdad que la esperanza que Dios nos da hace eso?
“Esto significa vida eterna”.
Tenemos fe en que Jehová cumplirá esa promesa, la esperamos, y eso nos ayudará a aguantar.
Pero tenemos otra promesa que nos encanta.
La encontramos en Isaías 41:10.
Leámosla.
Miren qué hermosas las palabras que Jehová nos dice aquí: “No tengas miedo, porque estoy contigo.
No te angusties, porque yo soy tu Dios.
Yo te daré fuerzas.
Sí, yo te ayudaré.
Con mi mano derecha de justicia, de veras te sostendré”.
Promesas como las que leemos en este versículo nos ayudan con aquella esperanza a la que llamamos a corto plazo, es decir, la esperanza en que Jehová nos ayudará a sobrellevar el día a día y a que las pruebas no nos ahoguen.
La esperanza nos ayuda a no hundirnos en el desánimo cuando tenemos problemas.
Bueno, estos dos aspectos de la esperanza hay que mantenerlos vivos, pero ¿cómo podemos hacerlo?
¿Cómo mantenemos la esperanza fuerte?
¿Qué hemos aprendido?
Que la esperanza y la fe se complementan, así que primero tenemos que hacer cosas para fortalecer nuestra fe.
¿Y qué cosas son esas?
Pues son las cosas básicas que la hacen fuerte: leer la Biblia y meditar en ella, tener nuestro estudio personal, orar, reunirnos, predicar… Porque, cuando nuestra fe es fuerte, cuando Jehová es real para nosotros, entonces tendremos razones sólidas para creer que Jehová cumplirá sus promesas y que nos ayudará.
También hemos visto que la esperanza es la base de la fe.
Por eso hacemos todo lo posible por mantener esa esperanza fuerte.
¿Cómo lo logramos?
Leámoslo, por favor, en Romanos 15:4: “Porque todas las cosas que fueron escritas anteriormente fueron escritas para nuestra enseñanza, para que […] [pasemos al final] tengamos esperanza”.
No hay duda de que la Biblia nos da esperanza.
Así que estudiemos la Biblia con la meta específica de fortalecer nuestra esperanza.
Leamos las promesas de Dios, imaginemos cómo se cumplirán y se harán reales para nosotros.
Y oremos, confiando en que Dios nos ayudará.
Si hacemos esto —si confiamos en él y nuestra esperanza es fuerte—, actuaremos con fe hasta que nuestra esperanza se cumpla.
Así que, en esos días en los que nos sentimos desanimados y no sabemos qué hacer o nos sentimos abrumados por los problemas, pensemos en la promesa que Jehová nos ha hecho, “Esto significa vida eterna”, y también en que Jehová nos ayuda hoy día.
Estas promesas que nos ha hecho nuestro Dios tienen una base sólida.
Podemos tener fe en ellas, poner nuestra esperanza en ellas.
Y esa esperanza y esa fe en Jehová nos animará, nos mantendrá positivos y nos ayudará a seguir aguantando.
Como dice Isaías 30:18: “Felices todos los que lo esperan con anhelo”.
Esperamos que las palabras del hermano Winder les hayan llegado al corazón y que la esperanza que tenemos nos siga consolando a todos.
En el programa de este mes hemos visto el gran valor que tiene el consuelo.
También vimos cómo dar consuelo y cómo recibirlo.
Y el video musical nos mostrará otra forma de dar ánimo y consuelo: se trata de expresar cuánto apreciamos a los demás.
Se titula Diles “Te quiero”. ♪♪ Igual que un jardín para crecer necesita los rayos del sol, los tuyos también necesitan saber lo que sientes en tu corazón.
Diles “Te quiero”, dales tu amor.
Diles “Te quiero”, es lo mejor.
Necesitan oír lo que son para ti.
Los harás muy felices si se lo dices.
Se puede expresar cariño y amor con acciones amables también.
Pero es aún mejor si escuchan tu voz, tus palabras les harán mucho bien.
Diles “Te quiero”, dales tu amor.
Diles “Te quiero”, es lo mejor.
Necesitan oír lo que son para ti.
Los harás muy felices si se lo dices.
Diles “Te quiero”, dales tu amor.
Diles “Te quiero”, es lo mejor.
Necesitan oír lo que son para ti.
Los harás muy felices si se lo dices.
Un día Jehová le dijo a Jesús: “Te quiero hijo mío, tienes mi aprobación”.
Lo sabía muy bien, pero cuánto alegró su corazón.
Diles “Te quiero”, dales tu amor.
Diles “Te quiero”, es lo mejor.
Necesitan oír lo que son para ti.
Los harás muy felices si se lo dices.
Diles “Te quiero”, dales tu amor.
Diles “Te quiero”, es lo mejor.
Necesitan oír lo que son para ti.
Los harás muy felices si se lo dices. ♪♪ Cuando les decimos a nuestros hermanos cuánto los queremos, fortalecemos los lazos que unen a nuestra familia espiritual.
La videopostal de este mes nos lleva a la República de Ghana.
Ghana se encuentra al oeste de África, en la costa del golfo de Guinea.
En el país encontramos tanto densas selvas como playas hermosas.
Uno de los principales ríos de Ghana es el Volta, que mide unos 1.600 kilómetros (o 1.000 millas).
En 1965 se construyó una represa que formó el lago Volta, que hasta el día de hoy sigue siendo uno de los lagos artificiales más grandes del mundo.
La represa suministra electricidad a la región.
A Ghana también se le conoce por su cacao, uno de los ingredientes principales del chocolate.
La exportación de cacao le genera muchos ingresos al país.
En la fértil tierra donde crece el cacao también se cultivan muchos otros productos deliciosos.
Con ellos se preparan platos tradicionales como pescado, el kelewele —que son plátanos fritos sazonados con especias— y el jollof, un sabroso arroz guisado con tomates, cebollas, pimientos y especias.
En 1924, Claude Brown se unió al hermano William Brown, también conocido como Brown el de la Biblia, para llevar la verdad a África Occidental, incluido Ghana.
Alguien que se benefició de su visita fue Eddy Addo.
El hermano Addo asistió al primer discurso público del hermano Claude Brown y estuvo entre los primeros en bautizarse.
Luego, en 1947, Sidney Wilkinson y George Baker, de la octava clase de Galaad, fueron asignados como misioneros a la Costa de Oro, como se llamaba antes a Ghana.
La obra fue creciendo con el paso de las décadas, así que era evidente que había que construir una sucursal más grande.
En 1988, se construyó una nueva sucursal y se dedicó a Jehová.
Hoy, muchas personas conocen el nombre de Jehová, tanto que se puede ver en edificios, vehículos de transporte público y embarcaciones.
Esto hace que para los más de 150.000 publicadores sea muy fácil empezar conversaciones.
En un año de servicio reciente, se dirigieron unos 318.000 cursos bíblicos.
Eso es un promedio de dos cursos bíblicos por publicador.
Entre las 2.585 congregaciones de Ghana está la congregación Mandela Street de lengua de señas.
De los 31 publicadores, 12 son precursores que predican con entusiasmo en un territorio tan extenso que abarca el de otras 100 congregaciones.
¡Los hermanos de la congregación de señas Mandela Street les envían su cariño y su amor!
Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.