Este mes vamos a hablar de estas palabras de Jesús: “Oren constantemente para que no caigan en la tentación”.
Podemos encontrar estas palabras en Mateo 26:41.
En este discurso vamos a contestar tres preguntas importantes: Empecemos leyendo este versículo.
Mateo 26:41: ¿Por qué oraba Jesús?
Jesús dijo las palabras que acabamos de leer la noche antes de morir.
Sin duda, esa fue la noche más difícil de su vida.
En el contexto leemos que se sentía “triste y muy angustiado”.
Para nosotros es difícil comprender del todo la angustia y la presión que sintió Jesús esa noche.
Él sabía que Satanás haría cualquier cosa para que le fallara a Dios.
También sabía que estaba a punto de sufrir una muerte horrible.
Pero había algo que le preocupaba todavía más.
Jesús sabía que iba a ser acusado falsamente y sentenciado por un delito despreciable: blasfemar contra el nombre de Jehová.
La nota de estudio de Mateo 26:39 dice: Ante toda esa presión, ¿podría Jesús mantenerse fiel hasta la muerte?
Estaba en juego la vida de muchísimas personas.
Y, más importante aún, estaba en juego la reputación de su padre.
Jesús estaba sometido a muchísima tensión emocional, ¿qué hizo en ese momento?
Oró no una, sino tres veces.
Veamos cómo cuenta Lucas lo que pasó.
Lucas 22:44: ¿Qué aprendemos de esto?
Bueno, pensémoslo.
Jesús conocía bien a Satanás.
Había visto desde el cielo todas las tentaciones que Satanás usa para entrampar a los siervos de Dios.
Aun así, Jesús no pensó que para él sería fácil superar cualquier tentación que le pusiera el Diablo.
Aquí hay una lección para nosotros: si el Hijo perfecto de Dios sintió la necesidad de orar para pedirle ayuda y fuerzas, con mucha más razón nosotros.
Por eso, qué apropiado es el consejo “Oren constantemente para que no caigan en la tentación”.
Pero ¿qué quiere decir “caer en la tentación”?
En 1952, La Atalaya explicó: La oración nos ayuda a vencer las tentaciones.
Nos ayuda a concentrarnos en lo que Jehová quiere que hagamos y a pedirle que nos dé fuerzas para no caer en la tentación.
La segunda pregunta: ¿A qué tentaciones se enfrentó Jesús cuando estuvo aquí en la Tierra?
Seguro que nos viene a la mente la ocasión en la que el Diablo tentó a Jesús tres veces poco después de su bautismo.
Vamos a repasar brevemente esas tres tentaciones.
La primera: el Diablo le dijo a Jesús que convirtiera unas piedras en panes en una ocasión en la que él estaba muy hambriento.
Satanás se estaba aprovechando del deseo de Jesús de comer.
Pero él rechazó inmediatamente la tentación de satisfacer ese deseo de una manera inapropiada.
La segunda: Satanás retó a Jesús a arrojarse desde la parte más alta del templo.
Jesús también rechazó esa tentación.
¿Por qué?
Porque sabía que exhibirse de esa manera sería una muestra de orgullo y pondría a prueba a Jehová.
Finalmente, Satanás le ofreció a Jesús “todos los reinos del mundo y su gloria”.
Pero ¿a cambio de qué?
Satanás le exigió que realizara ante él un acto de adoración.
¿Qué le contestó Jesús?
Lo rechazó de inmediato y le dijo: “¡Vete, Satanás!”.
¿Se ha enfrentado usted a tentaciones parecidas?
Puede que diga: “A mí nadie me ha pedido que convierta piedras en panes o que me arroje desde un edificio.
Y por supuesto nadie me ha ofrecido todos los gobiernos del mundo”.
Pero dijimos tentaciones parecidas, no las mismas.
¿Se ha enfrentado a tentaciones parecidas?
Seguro que sí.
La mayoría de nosotros nos hemos visto tentados a hacer cosas que están mal.
Quizás nos hayamos visto tentados a caer en la inmoralidad sexual o a ser codiciosos o a darle demasiada importancia a las cosas materiales.
O quizás nos hayamos visto tentados a hacer algo por orgullo o para impresionar a los demás en vez de ser personas humildes.
¿Y quién no ha tenido la tentación de aprovechar las oportunidades que ofrece el mundo de Satanás de ser rico, tener poder o una posición importante?
Independientemente de la tentación que se nos presente, recordemos las palabras de Jesús: “Oren constantemente para que no caigan en la tentación”.
Pero ¿fueron esas las únicas tentaciones a las que se enfrentó Jesús?
No. ¿Cómo lo sabemos?
Por lo que leemos en el Evangelio de Lucas 4:13: ¿Volvió Satanás a tentar de nuevo a Jesús?
Tiene que haberlo hecho.
Lo sabemos por lo que dice Hebreos 4:15.
Vamos a leerlo: ¿Se ha preguntado alguna vez qué “otro momento conveniente” aprovechó Satanás para tentar a Jesús?
Veamos algunas posibilidades.
Una podría ser lo que ocurrió en el año 32, unos dos años y medio después de las primeras tentaciones.
Vamos a buscar Juan, capítulo 6, versículo 15: Jesús ya se había enfrentado a una tentación parecida a esta.
Pero esta vez las circunstancias eran distintas.
Satanás no le ofreció directamente la oportunidad de ser rey.
Tampoco le pidió un acto de adoración.
En este caso, fueron sus seguidores los que quisieron hacerlo rey.
La tentación se presentó por petición popular.
¿Cómo reaccionó Jesús?
Bueno, antes de que pudieran lograr su objetivo, Jesús se retiró a una montaña, él solo.
¿Y qué hizo en la montaña?
Encontramos la respuesta en un detalle que añade el relato paralelo de Mateo.
Vamos a leerlo.
Mateo 14:23: Así que Jesús se fue allí no solo para evitar a la gente, sino para orar.
Tercera pregunta: ¿Qué aprendemos del ejemplo de Jesús?
Que, aunque en el pasado ya hayamos superado una prueba o evitado caer en una tentación, no debería sorprendernos que se nos presente de nuevo una tentación parecida, pero de otra manera o en otra situación, y en un momento conveniente; ¿para quién?
Para Satanás, no para nosotros.
Otra ocasión pudo ser cuando Jesús y sus apóstoles se encontraban cerca del monte Hermón, en la región de Cesarea de Filipo.
Los apóstoles acababan de reconocerlo como “el Cristo, el Hijo del Dios vivo”.
Así que Jesús aprovechó la oportunidad para enseñarles más cosas.
Vamos a ver lo que dice Mateo 16:21: ¿Cómo reaccionaron los apóstoles al escuchar esas palabras?
Veámoslo en el versículo 22: Aunque estas eran las palabras de un buen amigo, Jesús se dio cuenta enseguida de que reflejaban los deseos de Satanás, no los de Jehová.
Así que le respondió con firmeza: “¡Ponte detrás de mí, Satanás!
Eres un estorbo en mi camino, porque no estás pensando como piensa Dios, sino como piensa el hombre”.
Aunque la Biblia no dice si Jesús oró o no en aquella ocasión, sabemos que él oraba constantemente.
El apóstol Pablo escribió en Hebreos 5:7: Esas oraciones ayudaron a Jesús a concentrarse en la razón por la que vino a la Tierra.
Tener ese enfoque tan claro lo ayudó a ver que el consejo de Pedro era equivocado y que si lo seguía estaría haciendo lo que el Diablo quería.
¿Qué nos enseña esto?
Nos muestra que las tentaciones no siempre vienen de los enemigos de Jehová.
Puede que personas cercanas a nosotros, sin darse cuenta, nos animen a hacer lo que Satanás quiere, como lo hizo Pedro.
Podría ser nuestro jefe, un compañero de trabajo o de clase, un amigo, un familiar, nuestros padres, nuestro cónyuge o alguien de la congregación.
Veamos otro caso en el que Satanás volvió a tentar a Jesús.
Esta vez, Satanás utilizó a los líderes religiosos.
Ellos atacaron a Jesús verbalmente, tergiversaron las Escrituras y le lanzaron acusaciones ridículas.
Pero Jesús sabía cuáles eran sus intenciones y les dijo claramente: “Ustedes son hijos de su padre, el Diablo”.
No debería sorprendernos que los apóstatas y otros opositores usen tácticas similares hoy día.
Tal como Jesús fue acusado de blasfemia y sedición, también el pueblo de Dios ha sido acusado de ser “extremista” y ha sido víctima de todo tipo de acusaciones falsas.
Igual que Jesús, nosotros sabemos quién está detrás de estos ataques: Satanás, el gran Tentador.
¿Qué nos ayudará a evitar la tentación de rendirnos por culpa del desánimo?
¿Cómo podemos enfrentarnos con éxito a todos estos ataques?
Pablo nos dice lo que debemos hacer.
Leamos Efesios, capítulo 6, versículo 11: Después de hablar de lo importante que es ponerse la armadura espiritual, Pablo dice en el versículo 18 Así que ¿qué hemos aprendido?
Al parecer, Satanás no volvió a tentar a Jesús directamente, pero siguió insistiendo.
Siguió tentándolo de diferentes maneras.
Se valió de otras personas para darle malos consejos, para atacarlo y ridiculizarlo, y también para intentar hacerlo rey.
Quizás hayamos conseguido vencer algunas tentaciones en el pasado.
Pero, recordemos, Satanás no se rinde solo porque haya fracasado en el pasado.
En un momento conveniente para él, puede volver a tentarnos con algo totalmente diferente o usar la misma tentación, pero disfrazada.
Así que ¿cuál es la clave para no caer en la tentación?
Tenemos que recordar y seguir el consejo de Jesús: “Oren constantemente para que no caigan en la tentación”.