Jesús les dijo a sus discípulos: “Los llamo amigos”.
Qué palabras tan bonitas, ¿no es cierto?
Jesucristo, nuestro Amo, nos ve a nosotros, sus discípulos, no solo como esclavos, sino como muy buenos amigos.
Esta mañana contestaremos dos preguntas y veremos qué podemos hacer para tener una amistad todavía más fuerte con Jesús.
En primer lugar, veremos por qué necesitamos ser amigos de Jesús.
Y, en segundo lugar, vamos a analizar de qué maneras podemos cultivar esa amistad y mantener esa relación tan especial.
Para contestar a la primera pregunta, vayamos, por favor, a la Biblia y busquemos el libro de Juan, capítulo 14.
Vamos a leer solo una parte del versículo 6.
Pero, antes de leer este versículo del libro de Juan, recordemos un detalle interesante: aunque fue el último Evangelio que se escribió, es el que da más información sobre lo que Jesús les dijo a sus discípulos la noche antes de morir, el 14 de nisán del año 33 de nuestra era.
De hecho, siete capítulos de Las Buenas Noticias según Juan, del 13 al 19, relatan las cosas que ocurrieron en tan solo un día.
Así que Juan nos da información muy importante para que podamos tener una amistad estrecha con Jesús.
¿Recuerdan la pregunta?
¿Por qué necesitamos ser amigos de Jesús?
Bueno, leamos lo que él mismo dijo en Juan 14, al final del versículo 6: “Nadie puede llegar al Padre si no es por medio de mí”.
Y ahora busquemos, por favor, lo que Jesús les dijo a sus apóstoles fieles aquella misma noche en Juan 16:27.
En Juan 16:27 leemos: “Y es que a ustedes el Padre mismo los quiere, porque me han querido a mí”.
¿Qué aprendemos?
Que, si queremos ser buenos amigos del Padre, de Jehová, tenemos que demostrar cariño por su Hijo, querer mucho a Jesús, ser sus amigos. La Atalaya puso este ejemplo.
Dijo que “querer ser amigo de Jehová sin ser un buen amigo de Jesús es como querer entrar en un edificio sin pasar por la puerta”.
Es algo imposible, ¿o no?
Encontramos otra razón para cultivar y mantener una buena amistad con Jesús en Juan 15:13.
Son palabras que Jesús también dijo aquella misma noche.
Juan 15:13 dice: “Nadie tiene amor más grande que quien da su vida por sus amigos”.
Jesús hizo eso.
Él dio su vida como rescate, y eso beneficia a todos aquellos que tienen fe en ese rescate y que quieren a Jesús.
Cuando Jesús oró por última vez junto a sus discípulos en esa misma noche del 14 de nisán del año 33, dijo lo que leemos en Juan 17:3.
El punto está clarísimo.
Juan 17:3 dice: “Esto significa vida eterna: que lleguen a conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a quien tú enviaste, Jesucristo”.
El libro Jesús: el camino, la verdad y la vida lo explicó así: “Quien quiera recibir vida eterna debe conocer muy bien tanto al Padre como al Hijo y desarrollar una estrecha amistad con ellos.
Tiene que ver las cosas como ellos las ven.
Además, debe esforzarse por copiar sus magníficas cualidades al tratar a los demás”.
Bueno, primera pregunta respondida.
Querer a Jesús, tener una buena amistad con él, es la clave para tener una buena relación con el Padre, nuestro Dios, Jehová.
¿Pero cuáles son algunas de las cosas que podemos hacer para cultivar y mantener una amistad estrecha con Jesús?
Bueno, el primer paso está claro: es conocer a Jesús o —para los que empezamos a servir a Jehová ya hace algún tiempo— conocer a Jesús todavía más.
Una buena manera de hacerlo es leer con cierta frecuencia los Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Muchos lo están haciendo en estos días.
Por ejemplo, a algunos les gusta usar la información que se encuentra en el apéndice B12 de la Traducción del Nuevo Mundo, que se titula “La última semana de Jesús en la tierra”.
¿Qué podemos encontrar allí?
Encontramos los relatos de los Evangelios que narran los sucesos que transcurrieron cada día, desde el 8 hasta el 16 de nisán.
Y estos relatos se complementan entre sí.
¿Y qué haremos una vez que ya hayamos celebrado la Conmemoración?
¿Por qué no seguir analizando y profundizando en los relatos de los Evangelios?
A muchos les gusta repasar la información del libro Jesús: el camino, la verdad y la vida en su estudio personal o en su adoración en familia.
Y a otros les gusta volver a ver las dos partes de la representación dramática titulada Con toda seguridad, Dios lo hizo Señor y Cristo. Ahora bien, ¿por qué nosotros, siendo siervos de Jehová, nos enfocamos en Jesús, en su vida y ministerio?
Piensen en lo que pasa cuando conocemos mejor a nuestros amigos.
¿Y entonces qué pasa cuando conocemos mejor a Jesús, nuestro Líder, nuestro Rey, nuestro amigo?
Bueno, que el cariño y el respeto que le tenemos aumentan.
Aunque Jesús era su Amo, nunca trató a sus discípulos como simples esclavos.
Más bien, él compartió con ellos sus sentimientos más profundos.
Le dolía verlos sufrir; hasta lloró con ellos.
Como vemos, Jesús fue mucho más que un gran maestro: fue un gran amigo de sus discípulos.
Y sabemos muy bien que, desde que volvió al cielo, Jesús no ha cambiado, y sus enseñanzas tampoco.
Busquen, por favor, en sus biblias la Carta a los Hebreos 13:8.
Y leamos juntos lo que el apóstol Pablo dijo casi 30 años después de la muerte y resurrección de Jesús para animar a sus hermanos cristianos a no perder de vista el papel de Cristo.
En Hebreos 13:8 dice: “Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y siempre”.
Mientras más conozcamos a Jesús, mientras más sigamos aprendiendo de él, más fuerte será nuestra amistad con él.
La segunda manera en la que podemos cultivar nuestra amistad con Jesús es imitando su manera de pensar y actuar.
Recordemos que seguir de cerca los pasos de Jesús implica no solo imitar lo que hizo en el pasado, sino también lo que está haciendo en el presente, porque Jesús está vivo, nuestro Rey está activo, está reinando y tiene autoridad para llevar a cabo la voluntad de Jehová.
Jesús está muy involucrado en las actividades de la congregación cristiana.
También está muy involucrado en lo que se hace aquí en Betel y en la predicación en el campo.
Él sabe qué tareas se nos han encargado dentro de la organización de Dios y también sabe cómo las estamos cumpliendo.
Él conoce nuestros hechos, nuestro duro trabajo y también nuestro aguante.
Así que, si nos esforzamos por imitar mejor la manera de pensar de Jesús y si tenemos presente que él observa nuestros esfuerzos, nuestra amistad con él será más fuerte.
Veamos un ejemplo.
Sabemos que Jesús siempre ponía los intereses de los demás por delante de los suyos.
Siempre estaba dispuesto a ayudar, siempre estaba dispuesto a perdonar.
Entonces, si volvemos a esa misma noche, la del 14 de nisán del año 33, ¿qué hicieron sus amigos?
Todos “lo abandonaron y huyeron”.
Pedro lo negó tres veces.
¿Cómo nos sentiríamos si un amigo cercano nos diera la espalda en el peor momento?
Jesús ya sabía que se quedaría solo durante esta última prueba.
¿Pero cómo reaccionó?
Leámoslo en Hechos 1:8.
Fíjense en lo que Jesús les dijo a estos mismos hombres después de resucitar.
Hechos 1:8: “Pero recibirán poder cuando el espíritu santo venga sobre ustedes.
Y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta la parte más lejana de la tierra”.
¿Había algo de rencor o de decepción en las palabras que Jesús les dijo?
No. Jesús les confirmó y demostró su amor, que los había perdonado, que todavía seguía confiando en ellos.
Ahora que se acerca la fecha de la Conmemoración, haríamos bien en preguntarnos: “¿Puedo imitar mejor a Jesús en este aspecto?
¿Estoy haciendo todo lo que puedo por buscar y mantener la paz con mis hermanos y hermanas?”.
Si estamos un poquito enojados o resentidos con un familiar o con un hermano de la congregación, ¿podemos hacer algo para arreglarlo?
La Atalaya dijo lo siguiente: “Si tratamos a otros como él [Jesús] trató a sus discípulos, nos llevaremos mejor con ellos, seremos más felices y amaremos y respetaremos a Cristo todavía más”.
Está claro: cultivar una buena amistad con Jesús es clave para tener una buena amistad con nuestro Padre, Jehová.