JW Broadcasting: Agosto de 2025

¡Les damos la bienvenida a todos ustedes a JW Broadcasting®!

Este mes hablaremos de la generosidad de Jehová y cómo imitarlo.

El programa nos acercará más a nuestro gran Dios, Jehová.

Esto es lo que veremos.

¿Qué le gustaría hacer en el nuevo mundo?

Algunos niños nos dirán cómo se imaginan que será el Paraíso, y también veremos cómo esa esperanza los acerca a Jehová.

El libro de Oseas contiene enseñanzas profundas, pero hay que encontrarlas.

Vamos a aprender a buscarlas juntos y así descubriremos valiosos tesoros.

Las hermanas son un precioso ejemplo de compasión, sacrificio, humildad y de muchas otras cualidades.

Pero, a veces, quizás algunas de ustedes sientan que otros no valoran lo que hacen.

En el video musical de este mes verán que los hermanos las quieren y las valoran muchísimo.

Tenemos muchas cosas interesantes en esta edición de JW Broadcasting.

Los seres humanos nacemos con la tendencia a imitar a los demás.

De hecho, se ha visto que niños muy chiquititos imitan las expresiones faciales de sus padres.

¡Qué impresionante!

Eso me recuerda una experiencia que nos ocurrió a Susan y a mí hace unos 40 años en la obra de circuito.

Una hermana me dijo que su hijo de cinco años se miraba al espejo y hacía un montón de muecas con la cara y los ojos.

Ella le preguntó: “¿Qué estás haciendo?”.

Y él dijo: “No puedo hacer lo que hace el hermano Lett.

¡Nunca seré un superintendente de circuito!”.

Seguro que pronto se dio cuenta de que hacer muchas muecas no es un requisito para ser superintendente de circuito.

Todo lo contrario; hasta pudiera distraer.

A propósito, gracias por aguantarme todos estos años.

Pero ¿cómo aprende un bebé a caminar, a comer y a hablar?

Bueno, lo hace imitando a sus papás y a otras personas.

Sin embargo, hay algo que no imitamos de manera natural, no nos sale automático, no es fácil.

Lo encontramos en Efesios 5:1. Dice: ¿Se dieron cuenta?

El texto nos anima a imitar a Dios.

Pero, como somos imperfectos, no nacemos con la inclinación natural de querer imitar al Creador.

Génesis 8:21 dice: Por eso, tenemos que hacer mucho esfuerzo para imitar a Jehová.

Pero el esfuerzo vale la pena, y nuestro Padre celestial nos ayudará.

¿Y qué bendiciones vamos a recibir si nos esforzamos por imitar a Dios?

La mayor de todas es que Jehová, al ver que queremos ser como él, nos amará por eso y se acercará a nosotros.

Además, cuanto más aprendamos de Jehová y tratemos de ser como él, más lo amaremos y más cerca nos sentiremos de él.

Si desarrollamos cualidades como las de Dios, nos llevaremos mejor con los demás.

Imitar las cualidades de Jehová nos hace mejores personas.

Y, cuanto más nos parezcamos a él, más felices seremos.

Así fue como él nos creó.

Esas son solo algunas de las bendiciones que tendremos si nos esforzamos por imitar a Dios.

En nuestras publicaciones, se han analizado más de 40 diferentes cualidades de Jehová.

Pero en estos minutos nos centraremos en una.

El título de este análisis es: “Imitemos a Jehová siendo generosos”.

La generosidad es un aspecto del amor de nuestro Dios.

No hay nadie en el universo que sea tan generoso como Jehová.

Hablemos un poco de eso.

Hace miles de millones de años, solamente existía Jehová.

Y, aunque sea imposible para nosotros comprenderlo, no tenía sentimientos de soledad, no le faltaba nada.

Pero, impulsado por el amor, quiso hacerles un regalo a otros: darles la vida.

¡Qué generoso!

Decidió convertirse en Padre, en el Creador.

Por eso, creó a su primer Hijo, con quien tuvo una relación muy estrecha.

Como sabemos, ese Hijo llegó a ser la Palabra, el portavoz de Dios.

Más tarde, en algún momento de la historia —y, de nuevo, no porque se sintiera solo o porque le faltara algo, sino por amor—, Jehová quiso hacer crecer su familia: creó millones de ángeles que también son sus hijos y pasan tiempo con él.

Y luego Jehová, más adelante en el tiempo, motivado por amor, otra vez quiso agrandar su familia.

Creó a otros hijos inferiores a los ángeles, pero estaban hechos a su imagen y él los amaba muchísimo.

Seguro que saben de quiénes hablamos: de Adán y Eva, los primeros padres de toda la humanidad.

Si Jehová no los hubiera creado, ninguno de nosotros habría existido jamás.

La vida es un milagro, ¡qué regalo tan maravilloso de nuestro generoso Dios!

Sin este regalo, no podríamos disfrutar de las otras bendiciones que él nos da.

La generosidad de Jehová se ve claramente en las cosas que ha creado.

Pensemos por un momento en el planeta en el que vivimos.

Jehová creó la Tierra para que fuera un bello y precioso hogar para nosotros.

Tiene las condiciones perfectas para que haya vida, por ejemplo, los ciclos del agua y del oxígeno, que reciclan estos recursos vitales para que nunca se acaben.

Si el planeta estuviera más cerca del Sol, el agua se evaporaría y la Tierra se convertiría en una roca reseca.

Y, si estuviera más lejos del Sol, el agua se congelaría y el planeta se convertiría en un trozo de hielo en el que no se podría vivir.

Jehová puso la Tierra en el lugar perfecto, a la distancia exacta del Sol, para que existiera la vida.

El cuerpo humano es también otro regalo maravilloso.

Es verdad que somos imperfectos, pero, como dice Salmo 139:14, estamos hechos “de forma maravillosa”.

Pensemos en nuestra piel.

Está diseñada para curarse cuando nos cortamos o arañamos.

Cuando rayamos o arañamos nuestro auto, ¿se arregla solo?

¿Se imagina cómo nos veríamos si cada vez que nos hiciéramos una herida se quedara así?

En muy poco tiempo tendríamos un aspecto horrible.

¿Y no es impresionante que la piel permita que el agua de nuestro cuerpo salga en forma de sudor?

Pero, al mismo tiempo, no permite que el agua entre en el cuerpo cuando nos bañamos; si eso ocurriera, nos llenaríamos de líquido.

¿Y qué podríamos decir de la comida?

No solo es nutritiva, sino también deliciosa.

Por eso, disfrutamos mucho de alimentar nuestro cuerpo.

Jehová pudo haber hecho que comer fuera como ponerle gasolina al auto: algo muy necesario, pero que no lo disfrutas.

Y es que hay una gran variedad de alimentos sabrosos.

Les pongo un ejemplo.

¿Cuántas clases de uvas existen?

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, existen unas 10.000 variedades de uvas por todo el mundo.

Jehová pudo haber creado solamente dos tipos, verdes y rojas.

Pero ¿por qué tenemos tantas, 10.000?

Porque Jehová es sumamente generoso.

Una pregunta, ¿cómo podemos imitar la generosidad de Jehová al hacer regalos?

Está claro que los regalos de Jehová están muy bien pensados; siempre son prácticos y nos benefician.

Por eso, cuando le hagamos un regalo a alguien, pensemos con cariño en la persona.

No todos los regalos son prácticos.

Un hermano puso este ejemplo: un cachorrito puede ser un regalo perfecto para un niño que vive en el campo, pero no es un buen regalo para un betelita.

Si a nuestro hermano le falta comida, ropa o un techo, no le decimos: “Vete en paz, mantente caliente y come bien”.

No; ponemos en práctica Proverbios 3:27, que dice: Además de ayudar a los hermanos directamente, también podemos apoyarlos cuando hacemos donaciones para la obra mundial.

El Cuerpo Gobernante ora y trata de usar bien estos valiosos recursos para ayudar a los hermanos afectados por desastres naturales o causados por el hombre.

Ellos necesitan urgentemente Salones del Reino y que se les ayude de otras maneras.

Hablando de Salones del Reino, para ponerles un ejemplo, veamos las siguientes fotos de Filipinas.

Son de seis salones antes y después de ser reconstruidos.

Los salones tienen un diseño sencillo, pero son muy dignos.

¿Cuánto creen que costó cada uno como promedio?

Veintiún mil dólares.

Piensen en lo siguiente: hay regalos como la lluvia, el sol y el oxígeno, que Jehová nos da continuamente.

¿Cómo podemos imitar ese aspecto de la generosidad de Jehová?

Bueno, 1 Corintios 16:2 dice: De acuerdo con este principio bíblico, muchos hermanos eligen “apartar algo” cada mes y han programado donaciones automáticas por internet.

Ahora hablemos brevemente de otros regalos de Jehová que son todavía más impresionantes.

Pensemos en la Biblia.

¿Dónde estaríamos sin ella?

Perdidos, sin rumbo, acabados.

Aprenderíamos a base de golpes, en la escuela de la vida.

Necesitaríamos al menos dos vidas: una para practicar y la otra, la de verdad.

También está el espíritu santo.

Juan 14:26 dice que es nuestro ayudante, que nos enseña y que nos ayuda a recordar.

Es la fuerza más poderosa del universo, y Jehová nos la da con generosidad.

¿Y qué hay de la esperanza de la resurrección?

Nos da fuerzas en momentos difíciles, como cuando muere uno de nuestros seres queridos o nos enfrentamos a la muerte nosotros mismos.

Esto me recuerda lo que dijo una niñita de seis años: “Gracias, Jehová, por la esperanza de la resurrección.

¡Es una buena idea!”.

Hablemos de un ejemplo más, ¿cuál fue el regalo más importante que nos dio Jehová?

Ofrecer a su Hijo para rescatarnos del pecado y la muerte.

Y Jehová no envió a cualquier ángel: envió a su Primogénito, su Hijo unigénito.

¿Se imagina que lo ataran a una silla y lo obligaran a ver cómo torturan y ejecutan a su hijo más querido?

¡Eso sería horrible!

Claro, Jehová no estaba atado.

Pero, como nos ama tanto, decidió retenerse y permitió que torturaran y ejecutaran a su Hijo más amado.

Esa fue la mayor muestra de generosidad.

Y de nuevo la pregunta, ¿cómo podemos imitar la generosidad de Jehová cuando les damos regalos a otros?

Una manera es siendo generosos al felicitar a los demás.

Si alguien hace algo bien, dígale algo bueno.

Proverbios 15:23 dice: Las palabras tienen mucho poder.

Un ejemplo: solo tres palabras del presidente de una asamblea levantan miles de kilos.

¿Cuáles son?

“¡Pónganse de pie!”.

Esta idea se menciona en Proverbios 18:21: Unas pocas palabras justo a tiempo podrían marcar la diferencia en la vida de una persona.

Quizás le levanten el ánimo a alguien y lo ayuden a ver el futuro con optimismo.

Otra manera de ser generosos es perdonando.

Colosenses 3:13 nos recuerda que Jehová nos “perdonó con generosidad”, y por eso nosotros tenemos que hacer lo mismo.

Cuando perdonamos con generosidad a otra persona, lo hacemos sin esperar nada a cambio.

¿Le viene a la mente alguien con quien pueda ser generoso y perdonarlo de verdad, como hace Jehová?

También somos generosos al compartir lo que sabemos con los demás.

Podemos orar por un curso bíblico y esforzarnos por encontrar a alguien que desee conocer la verdad.

Y también podemos ayudar a otros a predicar mejor o capacitarlos para participar en el mantenimiento y la construcción de nuestras instalaciones.

La mayoría de la gente a menudo se guarda lo que sabe para que no le quiten el puesto.

Pero, al igual que Jehová, nosotros nos sentimos contentos de compartir lo que sabemos.

En estos minutos, solo hemos hablado de unos pocos detalles de la generosidad de Jehová y de cómo imitarlo.

Necesitaremos una eternidad para aprender de Jehová y reflejar mejor sus cualidades.

Mientras tanto, cuanto más aprendamos de Dios y más nos esforcemos por imitarlo, más felices, contentos y satisfechos nos sentiremos.

¿Y por qué?

Porque fue así como él nos creó.

Otra manera de imitar la generosidad de Jehová es siendo hospitalarios.

¿Le cuesta serlo a veces?

En el siguiente video veremos algunas sugerencias que pueden ayudarlo.

Lo que más me preocupaba era que todo estuviera perfecto.

Mi casa tenía que estar impecable y la mesa tenía que estar llena de todo tipo de comida, mucha cantidad y variedad.

Yo pensaba que mi casa no era ni tan grande ni tan cómoda como para invitar a hermanos a comer, y mucho menos para alojarlos.

Yo lo que solía pensar era que no teníamos tiempo para invitados y que además sería muy estresante.

Antes, mi situación económica era mucho mejor.

Ahora no es tan buena, pero me las arreglo.

Nuestros hermanos son un hermoso regalo de Jehová.

En realidad, son la familia que Jehová nos ha dado.

Nuestros hermanos nos han dado tanto cariño que quiero hacer todo lo que pueda para mostrarles lo agradecida que estoy.

Y la mejor manera es pasando tiempo con ellos.

Nos encanta pasar tiempo con nuestros hermanos.

La verdad es que muchos de ellos viven solos o quizás solo quieren un poco de compañía.

Es lindo poder mostrar hospitalidad en casa, pero he aprendido que podemos empezar por ser hospitalarios en el Salón del Reino.

Y tiene sentido, porque todos somos invitados de Jehová.

Me gusta quedarme cerca de la entrada y estar atenta para recibir a los que vienen por primera vez.

Los saludo con una sonrisa para que vean que estoy contenta de que hayan venido y que de verdad me intereso por ellos.

Los hermanos de la congregación son mi familia.

Cuando los veo, quiero darles un beso, abrazarlos, preguntarles cómo están...

Quiero que estén felices, igual que yo.

Casi siempre estoy muy cansado después de la reunión.

Es un día largo, y todavía me queda el resto de la semana por delante, pero sé que a los demás hermanos les pasa lo mismo.

A veces necesitan contarte algo.

Sé que, si saco tiempo para escucharlos, eso los puede animar.

Me puse la meta de invitar a cuatro o cinco hermanos un par de veces al mes.

En un año y medio, logré invitar a todos los hermanos.

Eso me hizo muy feliz.

Cuando los hermanos me preguntan: “¿Qué llevo?”, les digo: “No traigas nada, solo tu sonrisa y un hermano que tú conozcas pero que yo no”.

A veces, cuando acaba la reunión, mi esposa y yo hablamos y decimos: “Oye, ¿por qué no invitamos a alguien a casa?”.

Así que vamos por el Salón preguntando a los hermanos.

A veces tenemos que preguntar a varios hasta que encontramos a alguien que dice que sí, que puede venir a casa.

Hacer esto ha permitido que pasemos momentos muy bonitos con los hermanos.

Y nadie se siente presionado ni espera que preparemos algo muy elaborado.

Todos estamos relajados y pasamos un rato como en familia.

Una vez me pasó algo que cambió por completo mi forma de pensar sobre la hospitalidad.

Una amiga me llamó diciendo que estaba cerca de mi casa y me preguntó: “¿Puedo pasar un ratito?

¿Tienes tiempo?”.

Me quedé pensando: “¿Y qué voy a hacer de comer?”.

En ese momento sonó el timbre: ¡mi amiga ya había llegado!

Lo único que se me ocurrió preparar fue pasta con salsa.

Y, cuando nos sentamos a comer, mi amiga me dijo: “Stefanie, ¡la pasta es mi comida preferida!”.

Y yo me puse muy contenta.

Llevo una vida muy sencilla.

Y, cuando invitas a hermanos a comer, es verdad que gastas un poco más de dinero.

Por eso siempre estoy atenta a las ofertas que publican los supermercados para poder comprar productos con descuento.

Y, sin gastar mucho, pasamos un lindo momento juntos.

Muchos hermanos vienen a esta zona porque tienen alguna escuela —quizás de ancianos o de precursores— o porque tienen alguna labor en la organización.

Y algunos se quedan a dormir en casa.

Y por la noche, cuando llegan a casa, nos anima mucho ver lo contentos que están y la actitud tan positiva que tienen.

Es un regalo para nosotros porque vienen muy contentos de la escuela y siempre tienen algo animador que contarnos.

Su alegría es muy contagiosa.

No tenemos mucho espacio donde vivimos.

Así que no sabíamos dónde podrían dormir nuestros huéspedes.

Al final decidimos convertir la oficina en un cuarto de invitados.

Tuvimos que mover el escritorio a nuestro cuarto, pero ahora tenemos más espacio para poner un colchón inflable.

Así que eso solucionó el problema.

Me gusta tomar fotos cuando estoy con mis invitados y luego pegarlas en un álbum.

Me ayuda a sentirme mejor cuando estoy triste, como nos pasa a todos de vez en cuando en este sistema.

Así que, cuando estoy desanimada, veo las fotos, recuerdo cuando estuvieron aquí, cómo nos reímos, el ambiente que había, las experiencias que contamos… Eso me alegra el día.

Me hace muy feliz ver que mis invitados disfrutan.

Pasar tiempo con los hermanos nos hace muy bien.

Se fortalece nuestra amistad con ellos y también nuestra amistad con Jehová.

Este mundo es estresante y también es inestable.

No sabemos las cosas que tendremos que afrontar en el futuro.

Y los problemas nos afectan a todos.

Por eso, debemos pasar tiempo con nuestros hermanos para tener amistades estrechas, amistades fuertes.

Aunque todos tenemos personalidades diferentes, la verdad es que en el futuro será superimportante que estemos muy unidos.

Las cosas se van a poner cada vez más difíciles en este mundo.

Pero, gracias a las amistades que tengamos con nuestros hermanos de la congregación, podremos superar los problemas y las presiones.

Y es que, al apoyarnos y confiar en nuestros hermanos, somos más fuertes.

¡Qué buenos consejos!

Ese mismo artículo de La Atalaya decía lo siguiente: “A medida que la situación empeore, será cada vez más necesario que nos tengamos un profundo amor”.

Cuando somos generosos y hospitalarios, estrechamos nuestros lazos de amor con los demás.

Necesitamos sentirnos más cerca de nuestros hermanos, especialmente cuando pasamos por una tragedia dolorosa e inesperada.

Marcela, Maythe y Jacky vivieron una situación así.

Escuchemos su historia y veamos cómo una fe fuerte las ayudó a ellas y a su familia a aguantar.

Soy de Colombia.

Tengo cinco hermanas más.

Conocí la verdad desde muy pequeña por medio de mis padres.

Era una vida espiritual muy activa.

Mi papi vivía la verdad.

Él no estaba en la verdad, él vivía la verdad.

Y él trató siempre de transmitirnos eso.

Él se encargó de que nunca fuéramos a la escuela sin antes leer el texto bíblico.

Eso era básico.

Podíamos llegar a la escuela tarde, pero no podíamos salir de la casa sin leer el texto.

Éramos una familia grande pero siempre estábamos en la reunión.

Se llenaban dos filas.

Él siempre se preocupaba por el bienestar de los hermanos.

Estaba disponible en todo momento.

Él era muy hospitalario; mi mamá también.

Entonces él invitaba a los estudios de él, hermanos… y yo recuerdo que él cerraba la cocina, ponía musiquita y hacía una comida muy rica.

A él le gustaba mantener todas las cosas divertidas, que nosotras estuviéramos divirtiéndonos, y aún más cuando estábamos en familia.

Él le daba a cada una lo que le gustaba y necesitaba.

Papi hacía bastante, es que nos llevaba de paseo los fines de semana después de la reunión o después de la predicación.

Fue un privilegio tener un padre así.

Bueno, ese día recuerdo que estábamos en casa.

Él iba a guardar el carro en el garaje.

Unos hombres llegaron al carro y lo amenazaron con metralletas a él y a mi mami para sacarlo del carro en un secuestro.

Escuchamos un ruido.

Todas nos asustamos, salimos a correr, y ya cuando recuerdo ese… que mi papi… él estaba en el suelo y unos hombres le habían disparado.

Él quedó tirado allí.

Yo lo recogí en los brazos.

Fue al hospital y horas después murió.

Las últimas palabras de mi papi fueron: “Jehová, protege a mis hijas.

Cuida de mis hijas y mi viejita”, que era mi mami.

Mi mami, ella fue fuerte.

Ella nos dio mucha fuerza.

Y siguió con la rutina espiritual.

Esa misma semana que murió mi papi teníamos reunión.

Y Raquel, mi hermana, tenía discurso.

Y aunque mi papi había muerto el día anterior, ese mismo día siguiente dio su parte en la reunión.

Esa siguiente semana teníamos asamblea; no la perdimos.

Entonces, quisimos seguir ese patrón que había dejado mi papi.

Fue muy difícil, complicado.

Pero en todo momento Jehová primó todas las decisiones que tomamos.

Fueron siempre pensando en Jehová, en la lealtad que mi papi siempre tuvo para con él.

En seguir como si él estuviera vivo, tratando de mantener unidas a todas mis hermanas, y que permanecieran en la verdad, ¿no?

Primero le oré a Jehová por paz: “Dame la paz que supera a todo pensamiento”.

Y ahora, cuando hay algo que es más grande, yo le digo a Jehová: “Jehová, mantenme esa paz que ya me has dado.

No permitas que esta prueba me quite la paz”.

Y siento que Jehová me fortalece.

Bueno, yo a mis hermanas les tengo mucho cariño, mucho respeto porque fueron como otras mamás.

Como tres de mis hermanas siguen en Colombia, nos llamamos a menudo para hablar y por Zoom para que ellas vean y disfruten de mi mami.

Algunos de mis parientes que no eran Testigos querían que algunas de mis hermanas vivieran con ellos para terminar de criarlas, pero no queríamos que nuestra familia se dividiera, porque ese no era el plan de mi padre.

Su plan era que todos llegáramos al nuevo mundo sirviendo a Jehová juntos.

No iba a ser en vano todo el esfuerzo de toda su vida, todo lo que él consagró para Jehová, y ahora que él ya no estaba se desapareciera todo esto.

Él enseñándome tantas cosas sencillas de la creación, de Jehová, llegándome a inculcar el amor por Jehová, eso fue algo que yo no sabía que con el tiempo era lo que me iba a ayudar a seguir adelante.

Pero después digo: “Guau, papi no está, pero me ha dejado otro padre, Jehová, y eso es lo que me ha ayudado a seguir adelante”.

En el paraíso, lo que más anhelo, es —esas últimas palabras que él dijo “Jehová, mi esposa, mis hijas”— poder decirle: “Mire, aquí están.

Aquí estamos todas”.

Lo logramos, hiciste bien.

Como dijo Maythe, sus padres vivían la verdad.

Su ejemplo hizo que sus hijos amaran más a Jehová y que confiaran en las promesas que nos hace.

Padres, todo lo que hagan para que sus hijos tengan una fe fuerte los ayudará durante toda su vida.

Veamos lo que dicen algunos niños sobre el Paraíso.

El Paraíso va a ser un lugar muy bonito, y la gente va a estar muy contenta.

En el Paraíso vamos a vivir para siempre, así que vamos a tener amigos por todo el mundo y vamos a ser como una gran familia.

El Paraíso es un lugar donde hay muchas montañas, bosques, ríos, muchas flores… Y también se oye a la gente riéndose y cantando.

¡Es muy divertido!

Ahora no podemos acercarnos mucho a los animales porque son peligrosos.

Pero en el Paraíso ya no van a morder, así que voy a poder jugar con ellos.

Por ejemplo, a mí me gustaría hacer una carrera con unos guepardos.

En el Paraíso, Satanás ya no va a existir, y siempre vamos a estar felices.

Salmo 37:11 dice que “los mansos heredarán la tierra y disfrutarán plenamente de abundante paz”.

Ahora ya me sé ese texto de memoria.

Ahora hay muchos desastres y gente mala en el mundo.

Pero en el Paraíso va a haber muchas cosas buenas, así que vamos a estar siempre contentos.

Sofía se imaginó que estaba en un jardín lleno de mariposas.

Cuando Sofía se imaginó que estaba en el Paraíso, ¡vio a la niña israelita que era esclava en la casa de Naamán!

Y también jugó con muchas mariposas.

Los papás de Caleb y Sofía dijeron que es muy bueno que nos imaginemos en el Paraíso… … porque la esperanza nos hace sentir muy felices.

Cuando me siento mal, imaginarme que estoy en el Paraíso me ayuda.

Quiero vivir con mi familia y mis animales en una casa en el árbol con un columpio y un tobogán.

En el Paraíso, los pájaros cantan de alegría.

Estos somos mi familia y yo.

Quiero conocer a David porque quiero que me cuente por qué confiaba tanto en Jehová y cómo pudo ser tan valiente.

Me gustaría conocer a Daniel cuando resucite en el Paraíso, y le voy a preguntar cómo se sintió cuando lo metieron en el foso de los leones.

Jehová promete muchas cosas divertidas y felices.

Yo creo que es un Dios muy bueno.

Jehová es superpoderoso y sabio y también es muy bueno con nosotros.

Yo creo que Jehová es genial.

Jehová nunca nos miente; él cumple todas sus promesas.

Es un Dios muy cariñoso.

Jehová quiere mucho a los niños.

Él quiere que tú, tu familia y todos los que lo aman estén en el Paraíso.

Aprende todo lo que puedas de la Biblia.

Si lo haces, Jehová llegará a ser tu mejor amigo.

La Biblia está llena de tesoros, pero para encontrarlos tenemos que esforzarnos.

Para ayudarnos a mejorar nuestros hábitos de estudio, el Cuerpo Gobernante ha preparado una nueva serie: “Descubramos más tesoros”.

En el primer episodio, profundizaremos en el libro de Oseas.

¿No te parece que el libro de Oseas está lleno de tesoros espirituales? Sí, por supuesto.

Revela detalles sobre la personalidad de Jehová y sobre su soberanía, y hay muchas lecciones para nosotros.

Solo hay que saber cómo encontrar esos tesoros.

Pues, si te parece, vamos a profundizar más en Oseas.

Perfecto.

Algo muy bueno sería empezar viendo el video Información sobre Oseas. Este nos da una idea general sobre el libro, nos da el contexto histórico y, lo más importante, nos muestra cómo se relaciona con el Reino de Dios.

¡Qué buena idea para estudiar!

Sí, gracias.

El video dice que Oseas “fue profeta durante unos 60 años” en una época en la que en Israel había muchos problemas políticos.

Seguro que con esas circunstancias su tarea no fue nada fácil.

Pero vamos a hacernos algunas preguntas para profundizar más.

Sí, las preguntas son un paso fundamental para descubrir tesoros.

Por ejemplo, ¿qué fue lo primero que Jehová le pidió a Oseas cuando lo hizo profeta?

En Oseas 1:2 le dijo: ¡Guau!

¿Te imaginas que lo primero que Jehová te pide cuando te hace profeta es que te cases con una mujer que te va a ser infiel?

Me pregunto cómo se sentiría.

¿Cómo habrá reaccionado al principio?

¿Qué habrá pensado cuando supo que su esposa le iba a ser infiel?

Muchos que han pasado por esa situación dicen que es una experiencia devastadora y extremadamente dolorosa.

Pero eso no es todo.

Jehová también le dijo: “Ten hijos de su prostitución”.

Así que había hijos envueltos.

Oseas y Gómer tuvieron un hijo juntos.

Pero tiempo después ella tuvo dos hijos más, seguramente fuera del matrimonio.

Me pregunto cómo se sintió Oseas.

Sí.

Y, si no eran suyos, ¿cuándo se enteró?

¿Qué habrá sentido al cuidar a esos niños?

Hay muchas cosas que podemos preguntarnos para hacer que cobre vida el relato.

Por cierto, a mí me han preguntado algo y seguro que a ti también: ¿por qué le pidió Jehová que tuviera una situación familiar tan horrible y dolorosa?

Parece muy injusto.

¿Tú qué responderías?

Preguntarnos “¿Por qué?” es muy importante cuando buscamos tesoros.

Pensemos en esto.

Jehová le explicó por qué en el mismo versículo en el que le dio la orden: El libro “Toda Escritura” dice: Entonces, como Oseas pasó por una situación similar a la que Jehová estaba pasando con el pueblo de Israel, pudo empatizar más con Jehová y explicarle mejor a la gente lo mucho que ellos lo habían herido.

Sí, es verdad.

Lo que Oseas les dijera tendría muchísimo peso.

Ahora una pregunta importante: ¿qué nos enseña esto sobre la personalidad de Jehová?

¿Tú qué dirías?

Pues hay algo realmente sorprendente en esta historia: la forma en la que Jehová le pidió a Oseas que recuperara a Gómer.

Oseas 3:1 dice: Jehová no quería que Oseas recuperara a Gómer solo porque él se lo había mandado; quería que volviera a amarla de verdad.

Sí, eso es totalmente diferente a fingir que todo está bien y que no pasó nada.

Tenían que recuperar su relación.

Esto muestra que, aunque Jehová estaba muy herido, todavía amaba a Israel y quería que volvieran a él por amor y no por obligación.

Jehová quería recuperar la cariñosa relación que había tenido con su pueblo.

¡Qué buen ejemplo de su amor leal!

Sí, esto nos enseña mucho sobre la personalidad de Jehová y sobre su manera de gobernar.

Jehová no solamente es leal, sino que su lealtad está motivada por el amor.

¡Qué buen punto!

Bien, y ahora saquémosle provecho.

Al final de La Atalaya se nos sugiere que busquemos lecciones y las pongamos en práctica.

Entonces, ¿qué aprendimos?

Que, por una parte, a Jehová le duele mucho cuando alguien no le es leal, pero, por otra parte, él se pone muy feliz cuando ve que imitamos su amor leal.

Podemos poner contento a Jehová si en nuestro matrimonio nos esforzamos por tratarnos con amor —aunque a veces no sea fácil—, si cuando nos sentimos maltratados actuamos bien y si somos leales a nuestros hermanos y arreglamos nuestras diferencias —aunque nos hayan herido—.

Sí, así lo imitamos a él.

No lo hacemos solo por obligación; es fruto de nuestro amor leal.

Además de perdonar a los demás, les mostramos amor.

Aquí hay otra lección: tal vez en el pasado hicimos algo que entristeció a Jehová y quizás seguimos dándole vueltas al asunto, aunque nos hayamos arrepentido y Jehová nos haya perdonado.

Y puede que por eso nos cueste perdonarnos a nosotros mismos.

Pero Jehová no quiere que nos sintamos así.

Igual que con los israelitas, él quiere seguir siendo nuestro Dios y que estemos seguros de que nos perdona y nos ama.

El relato de Oseas y Gómer puede darnos paz si hemos cometido un error.

Mira cuántas cosas hemos descubierto siguiendo estos pocos pasos.

Con el video de Información sobre Oseas, nos hemos hecho una idea general, nos hemos hecho preguntas para desenterrar detalles y saber más del contexto.

Hemos meditado en lo que nos enseña sobre la personalidad de Jehová y, por último, nos lo hemos aplicado.

Sin duda el libro de Oseas está lleno de tesoros como estos.

Y, la verdad, todavía nos queda mucho más por encontrar.

¿Por qué le dijo Jehová a Oseas que tendría que pagar para recuperar a Gómer?

¿Qué nos revelan los nombres de los niños sobre Jehová?

¿Por qué mantuvo Jehová viva la esperanza de que vendría un futuro rey del linaje de David?

¿Cómo nos ayuda el ejemplo de Oseas a aceptar asignaciones difíciles?

Todavía hay mucho por desenterrar.

Pues sigamos estudiando.

Siempre hay más tesoros que descubrir en el libro de Oseas.

Cuando buscamos tesoros, conocemos mejor a personajes que son como nosotros, vemos las cualidades de Jehová en acción y aprendemos lecciones que son útiles para nuestras vidas.

En los siguientes episodios, veremos detalles de Amós, Habacuc, Miqueas y de otros libros bíblicos que a veces llamamos “profetas menores”.

Esperamos que esta serie los motive y los ayude a buscar más tesoros en su estudio personal.

Hacemos feliz a Jehová cuando él ve que nos esforzamos al máximo por servirle.

¿Cómo podría ayudarnos saber que Jehová es consciente de todo lo que hacemos?

El hermano John Ekrann contestará esa pregunta en la siguiente adoración matutina.

¿Cómo nos puede ayudar saber que Jehová ve todas las cosas buenas que hacemos?

Nuestros amigos, familiares… ven algunas de esas cosas buenas.

Pero nadie, ni siquiera nuestro cónyuge, puede ver todas nuestras buenas acciones, excepto Jehová.

Él ve cuando defendemos a un amigo que no está ahí para defenderse o cuando resistimos una tentación o cuando oramos por otros…, y solo lo sabe él.

Menos mal que no tenemos que informarle detalladamente a Jehová todo lo bueno que hacemos, orarle por la noche diciéndole una por una nuestras buenas acciones del día.

Nos alegra saber que Jehová ve todas esas cosas y que está contento con nosotros.

Jesús se alegraba de saber que Jehová veía todas las cosas que él hacía y que estas le agradaban.

Podemos leer lo que él mismo dijo en Juan 8:29: “Y el que me envió está conmigo; no me ha dejado solo, porque yo siempre hago lo que a él le agrada”.

Así que Jesús no estaba solo, sabía que Jehová veía lo que hacía.

Aunque sus opositores lo acusaran falsamente o mintieran sobre él, sabía que estaba haciendo las cosas que le agradaban a Jehová.

Y ¿qué podemos aprender de todo esto?

Algo que nos tranquiliza: que Jehová ve todas las cosas buenas que hacemos; no se le escapa ninguna, ni una sola.

¿Y cómo nos ayuda esto, saber esto de Jehová, cuando nos acusan de algo que no hicimos o dicen mentiras sobre nosotros?

“Pero tú lo dijiste”.

“No, yo no dije eso”.

¿Verdad que te gustaría tener una grabación o volver el tiempo atrás?

Pero la verdad es que a veces, digas lo que digas, no va a servir de nada.

Pensemos, por ejemplo, en cómo se debió sentir Mefibóset cuando Zibá le dijo a David una mentira sobre él.

¡Qué bien le hubiera venido una grabación o un testigo de lo que pasó!

Para ver lo importante que es la presencia de un testigo, imaginemos que tenemos un accidente de tránsito.

Estamos detenidos en un semáforo en rojo, y de repente un auto viene directamente hacia nosotros y nos choca.

Sorprendentemente, al llegar la policía, el otro conductor dice que nosotros lo chocamos a él, y la policía le cree.

Así que lo llevamos a juicio.

La persona le cuenta al juez con todo detalle cómo nosotros chocamos contra él.

Pero, antes de que siquiera podamos abrir la boca, el juez dice: “No, eso no fue lo que pasó.

Yo iba caminando por esa calle ese día y pude verlo todo”.

¡¿Quién se iba a imaginar que el juez de nuestro caso sería también un testigo ocular?!

Tal vez pensaríamos: “Si lo llego a saber, no habría estado tan preocupado por lo que pasaría hoy en el juicio”.

Claro, es verdad que sería muy poco probable que estuviéramos ante un tribunal y que el juez fuera testigo directo de los hechos, pero es un buen ejemplo de lo mucho que nos tranquiliza saber que Jehová es testigo ocular o está al tanto de todo lo que pasa.

Así que la lección que sacamos de esto está clara: si se nos acusa de algo que no hicimos, nos consuela mucho saber que Jehová estuvo ahí ese día y vio todo lo que ocurrió.

También, saber que Jehová ve todo lo bueno que hacemos evitará que hagamos las cosas para aparentar.

A él no lo engañan las personas que hacen buenas obras solamente para que otros los vean.

A los fariseos del tiempo de Jesús les encantaba aparentar que eran justos.

De hecho, Jesús usó una comparación

que deja muy clara esta idea.

Leamos, por favor, Lucas 18:9-14. Dice: “También les planteó la siguiente comparación a algunos que confiaban en su propia justicia y pensaban que los demás no eran nada.

‘Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo y el otro cobrador de impuestos.

El fariseo se levantó y se puso a orar en su interior.

Decía: “Oh, Dios, te doy las gracias porque no soy como todos los demás: extorsionadores, injustos, adúlteros..., ni tampoco soy como este cobrador de impuestos.

Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de todo lo que obtengo”.

Pero el cobrador de impuestos, de pie a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a levantar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “Oh, Dios, ten misericordia de mí, que soy pecador”.

Les digo que este hombre bajó a su casa resultando ser más justo que el fariseo.

Porque todo el que se engrandece será humillado, pero el que actúa con humildad será engrandecido’”.

Así que el fariseo estaba intentando impresionar a Jehová contándole todas las supuestas buenas obras que hacía.

Y, aunque es verdad que Jehová ve todo lo bueno que hacemos, también ve lo que nos mueve a hacerlo.

No queremos engañarnos a nosotros mismos pensando que, si hacemos cosas buenas a la vista de los demás, podremos ocultarle a Jehová lo que realmente somos.

La lección para nosotros es que las cosas buenas que hacemos deben hacerse por amor a Jehová, y no para tener reconocimiento o alabanzas de otros.

Además, saber que Jehová ve todas nuestras buenas acciones y a la vez saber que él es nuestro Juez nos hace sentir tranquilos.

Jehová nos va a juzgar a todos sin excepción.

Tarde o temprano, él decidirá si somos merecedores de la vida o si somos merecedores de la muerte.

¡Qué tranquilizador es saber que Jehová —que es quien va a tomar la decisión de quién vive y quién muere— lo sabe todo todo sobre nosotros!

Es como el juez del ejemplo que pusimos antes, que no tuvimos ni que testificar.

El juez ya sabía exactamente lo que había pasado.

¿Alguna vez alguien te felicitó, te dijo lo mucho que te admira o que hiciste algo superbién, y tú pensaste: “Sí, dices eso porque no me conoces bien”?

Por otro lado, hay gente que sí te conoce muy bien, que te conoce hace mucho tiempo, que ha estado contigo en las buenas y en las malas.

Y, aun así, esa gente te quiere.

Y tú piensas: “Guau, a pesar de todo lo que saben de mí y de todo lo que hemos pasado juntos, de verdad me quieren.

¡Increíble!”.

Jehová lo sabe todo de nosotros; eso incluye también nuestros errores y nuestros pecados.

Y aun así nos ama, porque nos arrepentimos y nos esforzamos por hacer las cosas bien.

Estoy seguro de que, cuando apartemos tiempo para reflexionar en el texto del día de hoy y pensemos en que Jehová está pendiente de nosotros y ve todo lo bueno que hacemos, se nos ocurrirán muchas más lecciones que podemos poner en práctica en nuestro día a día.

Y, como leímos antes, Jesús dijo que Jehová no lo había dejado solo, y a nosotros tampoco nos ha dejado solos.

No nos abandona.

Nos ve, nos conoce y nos ama por todas las cosas buenas que hacemos.

Jehová es generoso con su tiempo al estar pendiente de nosotros.

Y no nos ve como un gran grupo de personas; se fija en cada uno por separado.

Así es como vemos a nuestras hermanas que son tan trabajadoras.

De eso habla la hermosa canción del video musical de este mes.

♪♪ Te tengo que decir desde el corazón que tu fidelidad me sirve de inspiración.

Te quiero escribir en un papel que todos apreciamos mucho tu ejemplo fiel.

Si un día, quizás, se te llega a olvidar, lo recordarás: “Querida hermana, tú vales mucho, sigue así.

Jamás te canses, nos gusta verte sonreír.

Y toda la congregación te quiere, te ve como una bendición, porque lo eres”.

Tu generosidad, tu amor y discreción son cualidades muy valiosas para nuestro Dios.

Y todo lo que haces por los demás, Jehová, que mira en secreto, te lo pagará.

Si un día, quizás, se te llega a olvidar, oye una vez más: “Querida hermana, tú vales mucho, sigue así.

Jamás te canses, nos gusta verte sonreír.

Y toda la congregación te quiere, te ve como una bendición, porque lo eres”.

El mundo entero puede ver que tú eres una excelente mujer.

Lo estás haciendo superbién...

“Querida hermana, tú vales mucho, sigue así.

Jamás te canses, nos gusta verte sonreír.

Y toda la congregación te quiere, te ve como una bendición, porque lo eres”.

Y toda la congregación te ve como una bendición, querida hermana, hermana, todos te quieren, nunca lo olvides. ♪♪ Queridas hermanas, son un ejemplo increíble.

Valoramos todo lo que hacen.

Y las queremos muchísimo.

En este programa, se nos animó a imitar la generosidad de Jehová y ser hospitalarios.

También descubrimos una lección valiosa sobre el amor leal en el libro de Oseas.

Y recordamos que, cuando los padres se esfuerzan por criar bien a sus hijos, ellos pueden tener una fe fuerte y una esperanza segura.

En la videopostal de este mes, viajamos a la Guayana Francesa, en Sudamérica.

Es una región tropical exuberante.

Más del 90 % del territorio de la Guayana Francesa está cubierto por selva que recibe fuertes lluvias de diciembre a julio.

Este es el hogar de una gran variedad de plantas, mamíferos, aves e insectos.

También hay una gran variedad de gente y de culturas, como la criolla, la francesa, la surinamesa, la brasileña y la sudasiática.

Esta región se convirtió en una colonia francesa en el siglo diecisiete.

Durante décadas, miles de presos fueron condenados a trabajos forzados en lugares como la isla Real, la isla del Diablo y Kourou.

Afortunadamente, eso quedó en el pasado.

En la actualidad, la Guayana Francesa sigue siendo parte de Francia, aunque está a más de 6.000 kilómetros (4.000 millas) de distancia.

En Kourou se encuentra un centro de la Agencia Espacial Europea.

Las primeras semillas de la verdad en la Guayana Francesa las plantó el hermano Olga Laaland, un predicador entusiasta de Guadalupe.

Él llegó a ese lugar en 1945.

Durante los siguientes dos años, predicó en las aldeas, en minas de oro y en puntos de comercio.

Y, aunque estuvo poco tiempo, plantó muchas semillas de la verdad.

En 1958, después de graduarse en Galaad, Xavier y Sara Noll fueron a ayudar a un pequeño grupo en la capital, Cayena.

Es allí donde muchos creen que se originó el pimiento de cayena.

Al poco tiempo, el hermano Noll le estaba dando clases de la Biblia a Christian Bonecaze.

Pronto, Christian y sus amigos se convirtieron en los primeros testigos de Jehová bautizados en la Guayana Francesa.

En la actualidad, alrededor de 3.000 publicadores predican las buenas noticias del Reino.

Hace poco, se alcanzaron dos nuevos máximos: el número de precursores regulares ascendió a 700, y la asistencia a la Conmemoración fue de más de 11.500 personas, ¡casi cuatro veces el número de publicadores!

Aunque la mayoría de la población se concentra en Cayena y en sus alrededores, los hermanos hacen grandes esfuerzos para encontrar a las personas en otros lugares.

Y eso no es fácil, porque solo el 40 % de las carreteras están pavimentadas.

Algunos ríos tienen rápidos traicioneros, con nombres en francés que significan cosas como “colisión” o “este es el fin”.

Pero los publicadores son valientes; viajan en pequeñas embarcaciones para encontrar a las personas en los territorios más lejanos.

Se predica en muchos idiomas, como el palikur, tyrewuju y hmong.

Hay tres congregaciones del idioma saramacano.

Y hay siete congregaciones y una Oficina Remota de Traducción del idioma criollo guayanés.

Cuando los hermanos se reúnen para pasar tiempo juntos, disfrutan de bailar, tocar música y cantar.

Hay un famoso plato típico llamado bouillon d’awara: es un estofado hecho con la pulpa de la fruta awara al que se le añade carne ahumada y marisco fresco.

Los hermanos que se reúnen en el Salón de Saint-Laurent de Maroni nos envían sus cariñosos saludos, así como también los hermanos de la Oficina Remota de Traducción de Cayena.

Ellos nos dicen: “¡Nou kontan zot!”, “¡Los queremos!”.

¡Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting!






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