Una visita agridulce

¿Te imaginas cómo sería volver a una prisión en la que estuviste encarcelado?

No debe ser nada fácil, sobre todo si la prisión es La Modelo, en Barcelona.

Esta gran cárcel se construyó hace un siglo con el objetivo de ser un modelo a seguir en la rehabilitación de criminales.

Pero, tristemente, nunca lo fue.

Las galerías de esta prisión vieron muchos suicidios y asesinatos.

Esta cárcel tan tétrica era un lugar de paso para los hermanos jóvenes de Barcelona que se negaban a hacer el servicio militar.

En los años sesenta y setenta del siglo pasado, estuvieron aquí durante semanas o a veces meses antes de que los llevaran a prisiones militares.

En octubre de 2023, algunos de aquellos objetores de conciencia decidieron volver a La Modelo.

Este grupo de testigos de Jehová estuvo aquí encarcelado hace unos 50 años.

Volver allí fue una experiencia agridulce para todos ellos.

Pero tenían una historia que contar y lo pudieron hacer gracias a una exposición que tuvo lugar en esta antigua cárcel.

Conozcamos a José Luis, que estuvo preso en esta cárcel y que hoy acompaña a un grupo de Testigos jóvenes a visitar la exposición.

Seguro que volver aquí no es nada fácil para él.

José Luis lleva al grupo a las mismas galerías en las que estuvo preso, entran en las mismas celdas en las que estuvo encerrado y les muestra las cabinas en las que hablaba con su esposa cuando ella lo visitaba.

Al volver aquí, le viene una avalancha de recuerdos dolorosos.

Recuerda el miedo y la soledad que sintió cuando se vio atrapado en un lugar tan espantoso.

Escuchemos lo que él nos cuenta.

José Luis, ¿cómo te sentiste cuando llegaste a la cárcel?

El peor momento que recuerdo fue la llegada a La Modelo.

Todavía recuerdo el sonido de la puerta de mi celda cuando se cerraba por primera vez.

Fue un estruendoso “¡clonc!”.

Y así cada día, cada vez que el guardia cerraba la puerta, me hacía recordar dónde estaba: encerrado y aislado.

Había otros sonidos que te perturbaban, cuando oías amenazas o los lamentos de alguien a quien estaban golpeando, sobre todo por las noches.

Mi vida era un espacio reducido que tenía que compartir con otro que podría ser peligroso si no lo tratabas correctamente.

Para José Luis, volver a esta prisión también tuvo su parte bonita: tenía razones para sentirse orgulloso del tiempo que pasó allí.

Pero, José Luis, después de tantos años, ¿cómo te sientes?

Con el paso de los años, las heridas cicatrizan y he podido dejar atrás el trauma de vivir en prisión.

Cuando volví a la prisión, sentí una satisfacción profunda.

Había pasado la prueba.

Y mi fe seguía fuerte.

Por otro lado, he añadido un granito de arena a que se aceptara la objeción de conciencia en España.

Siento que valió la pena.

Hice lo que Jehová esperaba de mí, y él me protegió.

Me siento como dice Santiago: “Consideramos felices a los que han aguantado. […] Jehová es muy cariñoso y misericordioso”.

Como hoy en día los jóvenes pasan por muchas pruebas, a José Luis le encantó explicarle a este grupito cómo él pudo mantenerse fiel.

Y, José Luis, ¿cómo lo hiciste para mantener tu fe tan fuerte en un lugar así?

Bueno, en aquella época, los jóvenes sabíamos que esta prueba llegaría.

Así que intentábamos fortalecernos espiritualmente de antemano.

Cuando vine, empaqueté una Biblia, que me confiscaron aquí.

Pero luego me la devolvieron a petición mía.

Y debo decir que esta Biblia fue una bendición para mí.

Y la conservo como un tesoro muy valioso.

También oré a Jehová como nunca antes lo había hecho y especialmente por las noches.

Vaciaba el corazón a Jehová, y él me ayudaba a despejar pensamientos inquietantes y me ayudó a depender totalmente de él.

También podíamos predicar de cuando en cuando, cuando otros presos nos preguntaban por qué estábamos aquí.

La Modelo no hizo honor a su nombre, nunca fue una prisión modelo.

Pero los hermanos que estuvieron aquí sí que fueron un modelo, un ejemplo de lealtad a Jehová.

Tanto José Luis como los demás aprendieron lecciones que ahora pueden transmitir a las nuevas generaciones.

Estamos seguros de que los jóvenes que pasan pruebas ahora también comprobarán que aguantar con lealtad los hace felices.





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