El texto del día de hoy se centra en la esperanza y en mantener una actitud positiva a pesar de nuestras circunstancias.
Cuando la Biblia habla de esperanza, puede transmitir la idea de tener la seguridad “de que sucederán cosas buenas”.
Está bien pensar así para mantener una actitud positiva en los momentos difíciles.
Aquí en el texto de 1 Tesalonicenses 5:8, Pablo compara la esperanza con el casco que llevaban los soldados romanos.
En nuestra guerra espiritual, queremos llevar puesto “el casco de la esperanza de la salvación” para proteger nuestra mente de las ideas y tentaciones de Satanás que están diseñadas para corromper nuestra forma de pensar y nos producen emociones negativas que lo único que hacen es quitarnos la esperanza.
La Atalaya en la que se basa el comentario de hoy dijo: “Puede que alguien piense: ‘Yo jamás recibiré la vida eterna.
No soy tan bueno.
Nunca estaré a la altura de lo que Dios espera de sus siervos’”.
Y el Diablo sabe que, si nos dejamos llevar por los pensamientos negativos, iremos perdiendo la esperanza.
Así que, para mantener viva la esperanza, tenemos que esforzarnos cada día para vivir con la seguridad de que sucederán cosas buenas.
Me gustaría hablar brevemente del ejemplo de José, alguien que siempre esperaba que pasaran cosas buenas.
Vayamos, por favor, a Génesis, capítulo 40.
Pero antes recordemos lo que se cuenta en el capítulo 39 de Génesis, que a José lo acusaron falsamente de intentar violar a la esposa de Potifar y por eso lo metieron en prisión.
Y luego, en el capítulo 40, los versículos 1-4, leemos que el jefe de los panaderos y el jefe de los coperos pecaron contra el faraón, y entonces también fueron encerrados en la prisión con José.
Y, en el versículo 5 del capítulo 40, vemos que tanto el copero como el panadero una noche tuvieron un sueño que parece que los dejó preocupados.
Fijémonos en los versículos 6 y 7, en lo que dice José cuando ve al panadero y al copero a la mañana siguiente.
Al leerlo pensemos en qué podemos hacer para mantenernos positivos ante los problemas.
Versículos 6 y 7. Dicen: “A la mañana siguiente, cuando José entró adonde estaban ellos, se veían decaídos.
Entonces, les preguntó a estos funcionarios del faraón que estaban encerrados con él en la casa de su amo: ‘¿Por qué tienen hoy esas caras tan tristes?’”.
Esto es muy interesante.
Aunque estaba encarcelado, José se preocupaba por los demás.
Cuando te enfrentes a un problema difícil y comiences a perder la esperanza, concéntrate en los demás.
Jesús dijo que “hay más felicidad en dar”.
Y es que centrarnos más en otros que en nosotros mismos nos ayuda a mantener viva la esperanza, porque dar nos hace más felices.
Bueno, con el tiempo José interpreta los sueños del copero y del panadero.
Leamos su interpretación; está en los versículos 12 y 13: “Entonces José le dijo: ‘Esta es la interpretación de tu sueño.
Las tres ramitas son tres días.
Dentro de tres días, el faraón te pondrá en libertad y te devolverá a tu puesto.
Volverás a darle la copa al faraón como antes, cuando eras su copero’”.
¡Guau, qué buena noticia para el copero!
Lo van a liberar y va a recuperar su trabajo.
¿Y qué hace José después de darle la buena noticia?
Veamos, en el versículo 14, lo que le dice al copero: “Eso sí, tienes que acordarte de mí cuando te vaya bien.
Por favor, muéstrame amor leal y háblale de mí al faraón para que me saquen de aquí”.
José quería salir de aquella prisión asfixiante y sucia.
¿Alguna vez te has sentido así, atrapado en una asignación difícil, encarcelado en un cuerpo envejecido y en una mente que falla, preso por los sentimientos negativos, o sin salida en una situación familiar complicada?
Y es que todos estamos atrapados de alguna manera.
Y quizá le digamos a Jehová: “Por favor, sácame de aquí”.
Entonces, ¿qué hizo Jehová por José? ¿Lo liberó?
Pues no.
José siguió encerrado en aquella prisión durante años, y el copero no hizo nada para ayudarlo a salir.
¿Pero cómo ayudó Jehová a José?
Hizo que se cumpliera lo que José había dicho que pasaría cuando interpretó los sueños del copero y del panadero.
Esto era una prueba de que Jehová estaba con José.
Y esto lo ayudó a seguir teniendo la seguridad de que vendrían cosas buenas.
Eso es esperanza.
Así que, si estás pasando por un problema difícil y le has suplicado a Jehová “Sácame de aquí”, y no lo ha hecho, nunca olvides las cosas buenas que Jehová ya ha hecho por ti. La Atalaya en la que se basa el texto de hoy dice esto: “Si meditamos en lo que Dios ya ha hecho por nosotros, se fortalecerá nuestra esperanza en lo que él hará en el futuro”.
Esto nos ayuda a no perder la esperanza y a seguir confiando en que vendrán cosas buenas más adelante.
Hace una semana estuve hablando con un superintendente de circuito, y me contó una experiencia muy bonita que muestra la importancia de ser positivos aunque pasemos por situaciones difíciles.
Me habló sobre una hermana mayor de Nueva Orleans, en Luisiana, que tuvo que abandonar su hogar e irse a Houston por el terrible huracán Katrina.
Los lugares a los que el Gobierno llevó a los evacuados eran horribles.
Eran caóticos.
Y, claro, los hermanos de la zona se habían organizado para ir a estos lugares y ayudar a nuestros hermanos.
Ellos sostenían en alto ejemplares de La Atalaya y la ¡Despertad!, y los hermanos que habían sido evacuados veían las revistas y corrían hacia ellos con lágrimas en los ojos porque por fin iban a recibir ayuda.
Un día, entraron en el Astrodome de Houston para buscar más hermanos.
Y uno de ellos contó que había visto a una mujer mayor a lo lejos que estaba ahí de pie y no había nadie con ella.
Dijo que le pareció raro porque estaba en medio de todo ese lío y lo único que hacía era estar ahí, sonriendo.
No podía dejar de mirarla.
Cuando los hermanos locales ya habían reunido a todos los Testigos que encontraron y estaban a punto de irse, el hermano del que hemos hablado antes no podía dejar de pensar en la mujer.
Y ella seguía allí sola, sonriendo.
Entonces el hermano le dijo al resto del grupo: “Voy un momento a comprobar algo”.
Así que se acercó a la mujer, aunque no sabía bien por qué, y le preguntó: “Disculpe, ¿le podría hacer una pregunta?
¿Por casualidad usted es testigo de Jehová?”.
En ese momento a ella se le dibujó una sonrisa enorme, y luego se puso a llorar, a llorar a mares.
Entonces ella le dijo: “Sí, lo soy.
Soy tu hermana.
Estaba segura de que los hermanos vendrían aquí a buscarnos, pero hay algo que quiero que sepas: soy ciega”.
Así que ella no pudo ver las revistas.
Y dijo: “No conozco a nadie aquí.
Me preocupaba que los hermanos no me encontraran.
Por eso estuve orándole a Jehová.
En cuanto acabé de orarle, se me vino una idea a la mente: ‘Simplemente, sonríe’.
Eso es justo lo que estuve haciendo, y Jehová me encontró”.
¿Cuál es la lección?
Si estás pasando por una situación difícil, a veces simplemente tienes que sonreír.
Nunca pierdas la esperanza y confía en que Jehová te encontrará.
Como José, haz todo lo que puedas dentro de tus circunstancias y pídele a Jehová aguante.
Si le estás suplicando “Sácame de aquí” y él no lo hace, recuerda todas las veces en las que él te ha bendecido.
En Eclesiastés 6:9 se dice: “Es mejor disfrutar de lo que ven los ojos que andar de acá para allá persiguiendo deseos”.
Salomón reconoció que lo mejor para nosotros es aceptar la realidad en vez de obsesionarnos con las cosas negativas de la situación.
Una Atalaya dijo: “Si somos humildes, nos resultará más fácil aceptar la vida como es, no como creemos que debería ser”.
A veces sentimos que nuestra vida solo mejorará si cambian nuestras circunstancias, pero, en realidad, todos podemos hacer que nuestra vida mejore.
Por eso, ponte el casco de la salvación, no pierdas la esperanza, porque puedes estar seguro de que al lado de Jehová siempre vendrán cosas buenas.
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