Si leemos lo que dice Hechos 1:8, veremos claramente la relación que hay entre el poder y el espíritu santo.
Y esa combinación garantiza los buenos resultados, pues como dice el versículo: “Serán mis testigos […] hasta la parte más lejana de la tierra”.
La nota de estudio explica que “la expresión ‘espíritu santo’ aparece 42 veces” en el libro de Hechos.
Eso deja claro una y otra vez que la predicación mundial solo tiene éxito gracias al poder del espíritu santo de Jehová.
Pero quizás te preguntes: “¿Cómo puede una fuerza activa invisible darme poder para hacer cosas relacionadas con la predicación?”.
Piensen en esto: la Biblia describe el espíritu santo como las “manos” o los “dedos” de Dios.
Por ejemplo, Salmo 19:1 dice que los cielos son “la obra de sus manos”.
Y Salmo 8:3 dice que “la luna y las estrellas” son las obras de sus “dedos”.
Nuestras manos y nuestros dedos son un regalo maravilloso de Jehová.
Y todos los usamos para hacer distintas cosas dependiendo de nuestras habilidades.
Pero, sean cuales sean las habilidades que tengamos, el espíritu santo puede darnos el poder para llevar esas habilidades a un nivel superior.
Y, puesto que Jehová usó su espíritu santo para crear el cielo, podríamos decir que el cielo es el límite cuando pensamos en la capacidad que tiene para desarrollar nuestras habilidades.
Hablemos ahora del poder que tiene Jesús hoy gracias al espíritu santo.
Apocalipsis 3:1 dice que Jesús tiene “los siete espíritus de Dios”.
Como sabemos, “los siete espíritus” simbolizan la capacidad que tiene Jesús de observar con discernimiento todo lo que sucede en la Tierra y a todos los que viven en ella.
Piensen en eso mientras vemos las imágenes de la pantalla.
Se calculó que para noviembre de 2022 la población de la Tierra llegaría a ocho mil millones de personas.
Pues Jesús tiene la capacidad de examinar a todas esas personas desde su trono en el cielo.
Como el juez perfecto que es, durante la gran tribulación dividirá a toda la población del mundo en ovejas y cabras, y todas las decisiones que tome serán justas.
Después de eso, como también vemos ahí, el espíritu santo le dará a Jesús el poder para ejecutar las sentencias divinas en la batalla de Armagedón.
Piensen en todo el poder que Jesús usará en esa batalla.
Pues ni una sola de las personas que él haya identificado como ovejas resultará herida.
Eso demuestra que “los siete espíritus de Dios” le dan a Jesús un poder y una capacidad impresionantes.
Claro, nosotros nunca necesitaremos el poder que ha recibido Jesús.
¿Pero qué nos enseña esto?
Pues nos da la confianza de que incluso un poquito del espíritu santo de Dios puede darnos el poder para cumplir nuestras asignaciones.
Ahora analicemos el ejemplo de dos hombres de los que se habla en el capítulo 35 de Éxodo: se llamaban Bezalel y Oholiab.
Los dos participaron en la construcción del tabernáculo.
Y, si vemos el capítulo 35, versículo 31, nos dice que Jehová llenó a Bezalel con su espíritu para que tuviera “sabiduría, entendimiento y conocimientos sobre todo tipo de trabajos artesanales”.
Luego, en el versículo 35, hablando de los dos, de Bezalel y Oholiab, dice que Jehová los llenó “de habilidad [o, como dice la nota, “sabiduría de corazón”] para hacer trabajos de artesano”.
Probablemente estos dos hombres ya eran artesanos antes de que Jehová les encargara esos trabajos.
Sin embargo, el espíritu de Dios los llenó de sabiduría, entendimiento y conocimientos.
¿Para qué?
Para que hicieran su trabajo todavía mejor.
Y el hecho de que el tabernáculo existiera por casi 500 años es prueba de que hicieron un trabajo estupendo.
Actualmente, Jehová nos da su espíritu santo para hacer trabajos de diferentes tipos.
Nos ayuda a realizar la obra de predicar y enseñar —como se describe en Hechos 1:8— y también ayuda a los ancianos a pastorear y dirigir a las congregaciones.
Por supuesto, la fórmula del éxito es la misma que en el caso de Bezalel y Oholiab.
Cuando Jehová nos da su espíritu santo, aumentan nuestra sabiduría, entendimiento y conocimientos.
Así, el “dedo de Dios” mejora nuestros talentos y habilidades naturales, llevándolos a otro nivel.
Miren ahora la siguiente imagen.
¿Qué ven?
El versículo 32 explica que estos talentosos hombres trabajaban con “el oro, la plata y el cobre”.
Para trabajar con estos tres materiales se requieren habilidades diferentes.
No es lo mismo trabajar con el oro que con la plata o el cobre.
Las técnicas son distintas.
¿Verdad que es sorprendente que estos dos hombres tuvieran la capacidad de “hacer diseños artísticos” con esos tres materiales?
Pues, por si eso fuera poco, el versículo 33 añade que ellos podían “hacer todo tipo de piezas artísticas de madera”, no cualquier cosa, “piezas artísticas”.
Qué combinación de habilidades, ¿verdad?
Tenían la capacidad de hacer cosas extraordinarias tanto con metales como con madera.
Ahora, lo más común es que los artistas firmen sus obras.
¿Habrá hecho eso Bezalel?
¿Habrá puesto una B mayúscula en todas sus artesanías para que por los siguientes 500 años todo el mundo supiera quién las había hecho?
¿O habrá bordado sus iniciales Oholiab en todos los tejidos que hizo?
¡Claro que no!
Esos dos hombres humildes sabían que la gran calidad de su trabajo era gracias al espíritu santo.
Ahora, no todas las obras artísticas del tabernáculo eran de ellos.
Si se fijan, en el versículo 34 dice que tenían que “enseñar a otros”.
Así que transmitieron sus habilidades a otras personas.
Eso quiere decir que hubo muchos individuos anónimos y con talento que trabajaron en el tabernáculo y que adquirieron sus habilidades gracias a Bezalel y Oholiab.
Quienes reciben el espíritu santo de Dios pueden aprender de ellos una importante lección.
Una lección que Pablo también enseñó en Gálatas 5.
En Gálatas, capítulo 5, aparece una lista con algunas de las cualidades del “fruto del espíritu”.
Y luego, en el versículo 26, Pablo nos da una advertencia a todos los que cultivamos este fruto.
Dice: “No nos volvamos egocéntricos, fomentando competencias entre unos y otros y envidiándonos unos a otros”.
Aquí se mencionan varias cosas, pero vamos a centrarnos en la palabra “egocéntricos”.
El que es egocéntrico está siempre deseando recibir la alabanza, o los elogios de los demás.
Es como si pusiera las iniciales, por así decirlo, en todo lo que hace para que todo el mundo sepa que lo hizo él.
¡Qué diferentes son los hermanos que trabajan aquí en Betel y los miles de voluntarios a distancia que realizan tanto trabajo y de forma anónima hoy en día!
Y, aunque sea obvio quién hizo cierto trabajo, ellos no buscan la fama.
Pongamos un ejemplo.
¿Qué opinan de la calidad de los actores que aparecen en los videos de nuestras asambleas?
¿Verdad que son buenísimos?
Los hermanos han demostrado unas habilidades sorprendentes.
Sin embargo, cuando hacen un papel, no utilizan sus nombres verdaderos.
Tampoco hay créditos al final de cada video con los nombres de los actores o actrices o de los que están detrás de las cámaras.
Y obviamente no entregamos premios todos los años para el mejor video, el mejor actor, la mejor actriz, el mejor diseñador de vestuario, el mejor productor, etc.
Y no lo hacemos porque reconocemos que es Jehová el que potencia nuestras habilidades naturales y las lleva a un nivel superior gracias a su “dedo” o espíritu santo.
Bueno, ¿qué podemos decir para concluir?
Que, cuando desarrollemos alguna habilidad, no está mal que nos sintamos satisfechos, porque reconocemos que es el “dedo” de Dios el que nos ayuda, el que nos da el poder para cumplir con nuestras asignaciones.
Pero, al mismo tiempo, reconocemos que Jehová puede potenciar los talentos naturales que tengamos.
Puede llevarlos incluso a un nivel superior mediante su “dedo” o su espíritu santo.
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