Algo muy bueno de leer la Palabra de Dios es que nos permite entender cómo reacciona Jehová y los diferentes sentimientos que tiene dependiendo de lo que sus siervos y otras personas hagan.
Por ejemplo, la Biblia dice que Jehová sintió “tristeza” y un “gran dolor” en su corazón debido a la maldad en los días de Noé.
También sintió compasión por Lot.
Y, hablando de su Hijo, la nota de la Biblia de estudio para Mateo 3:17 dice que Jehová está “muy complacido” con Jesús, que le “da mucha alegría”.
Pero fijémonos en otro tipo de sentimientos.
Por ejemplo, la Biblia dice que, cuando la nación de Israel fue desobediente, Jehová “se enfureció” con ellos, “se enojó mucho” con ellos.
Pensemos ahora en el rey Salomón.
El texto de hoy describe cómo reaccionó Jehová, cómo se sintió cuando Salomón desobedeció la Ley.
Busquen conmigo 1 Reyes 11.
En los versículos 9 y 10 vemos cómo se sintió Jehová.
Dice: “Jehová se puso furioso con Salomón porque su corazón se había desviado y alejado de Jehová, el Dios de Israel, quien se le había aparecido dos veces y le había advertido precisamente que no siguiera a otros dioses.
Pero él no obedeció lo que Jehová había mandado”.
¿Te imaginas que Jehová esté furioso contigo por algo que has hecho o dicho?
Por supuesto, cuando la Biblia dice que Jehová está enojado o furioso, entendemos que siempre expresa estos sentimientos de manera controlada.
La obra Perspicacia explica que “la cólera de Dios siempre está justificada” y que “no brota de un capricho momentáneo que más tarde ha de lamentarse”.
Y agrega: “Dios siempre mantiene su cólera bajo control y en armonía con sus atributos de amor, sabiduría y justicia”.
Entonces, si eso es así, ¿por qué Jehová se puso tan furioso con Salomón?
Volvamos al versículo 9.
Ahí leemos que Jehová “se le había aparecido [a Salomón] dos veces”.
La primera vez se relata en 1 Reyes 3.
Salomón está al comienzo de su reinado, y Jehová se le aparece en un sueño para decirle que le pida lo que quiera.
En los versículos 7 a 9, Salomón reconoce que solo es “un joven inexperto” y por eso le pide sabiduría.
Y ya sabemos lo que pasó.
A Jehová le gustó mucho que Salomón le pidiera eso.
Así que, además de darle “un corazón sabio y capaz de entender”, también le dio prosperidad y riquezas.
Pero Jehová también le muestra a Salomón que debe seguir un camino, le dice lo que debe hacer para seguir teniendo éxito.
Veamos ahora el versículo 14.
Le dice: “Y, si andas en mis caminos obedeciendo mis normas y mis mandamientos —tal como hizo tu padre David—, también te daré una larga vida”.
¡Qué bueno fue Jehová con él!
Pero fijémonos en el versículo 1.
Hay algo muy interesante.
Antes de que Jehová se le apareciera, Salomón ya se había casado con una extranjera, con la hija del faraón.
Aun así, en ninguna parte se menciona que Jehová se alejara de él, lo abandonara, lo rechazara como rey o lo disciplinara con firmeza.
Piensen en eso.
Cuando Jehová le dio la sabiduría que había pedido, ¿creen que Salomón se detuvo a reflexionar en lo misericordioso que había sido Jehová con él?
¿Lo motivó esto a profundizar en su estudio de la Palabra de Dios para ver cómo podía tomar mejores decisiones en el futuro?
Sabemos que hubo periodos en los que Salomón sí siguió las leyes de Jehová, y él lo bendijo por eso.
Pero no siempre fue obediente, no fue constante.
¿Será que pensó que había algunas cosas de la Ley que no le aplicaban a él?
¿Qué podemos aprender de todo esto?
¿Podríamos pensar en alguna ocasión en la que Jehová se nos apareció, por así decirlo?
Quizás, igual que a Salomón, nos faltaba experiencia en algunas cosas.
Quizás tomamos alguna mala decisión o algo hizo que desarrolláramos una mala actitud.
Pero luego escuchamos algo que nos ayudó en una reunión, o leímos algo en nuestro estudio personal, o quizás, como dice Gálatas 6:1, alguien que estaba preocupado por nosotros nos hizo ver que teníamos que cambiar, y con la ayuda de las Escrituras nos mostró el camino a seguir, lo que teníamos que hacer para que nos fuera bien.
Hay muchas formas en las que Jehová puede hacernos ver que tenemos que cambiar.
¿Pero cómo reaccionamos nosotros?
¿Y cómo influye eso en lo que él siente?
Como siempre estamos recibiendo tantos consejos, tal vez podríamos llegar a pensar que algunos de esos consejos no nos aplican a nosotros o podríamos justificarnos diciendo que algo que estamos haciendo no es tan malo como dice Jehová.
El ejemplo de Salomón nos muestra que esa forma de pensar es engañosa y peligrosa y que poco a poco podría llevarnos a dejar de hacer lo que nos pide Jehová.
¿Por qué lo decimos?
Bueno, vamos a leer sobre la segunda vez que Jehová se le apareció a Salomón.
Vamos a 1 Reyes 9.
Aquí Salomón ya había terminado el templo y otros proyectos de construcción, así que probablemente ya habían pasado unos 20 años desde la primera vez que Jehová se le apareció.
Ahora ya no es un rey joven; es un hombre experimentado, maduro, que ha logrado muchas cosas.
Y, cuando Jehová se le aparece, le dice que no lo ha olvidado, que todavía está con él, apoyándolo.
Tampoco ha olvidado la oración que le hizo años antes cuando se inauguró el templo.
Entonces, en los versículos 4 a 9, otra vez le recuerda a Salomón la importancia de mantenerse fiel, tal como lo había hecho su padre, David.
Pero también le hizo una advertencia.
Le dijo que, si él o el pueblo de Israel no obedecían sus normas, los eliminaría y les traería calamidad.
¿Qué haría Salomón esta vez?
Cuando nos hacemos mayores y ya hemos vivido muchas cosas, solemos reflexionar en las decisiones que hemos tomado.
¿Creen que Salomón hizo eso?
¿Creen que Salomón alguna vez se preguntó “¿Por qué será que Jehová sigue diciéndome siempre lo mismo?”?
¿Se habrá preguntando alguna vez por qué Jehová amaba tanto a su padre David, para entonces buscar maneras de imitarlo?
Salomón fue permisivo consigo mismo y no siempre adoró a Jehová de la manera correcta.
De hecho, cometió un error tras otro.
Tener una esposa pagana ya estaba mal.
Pero eso no le bastó.
Tuvo 700 esposas —muchas de ellas paganas— y 300 concubinas.
Además, adoró a otros dioses y edificó templos en los lugares altos.
Salomón llevó la desobediencia a Jehová y el desprecio por sus leyes a otro nivel.
Así que, tomando todo esto en cuenta, ¿entendemos por qué Jehová se sintió furioso con Salomón y por qué era razonable que se sintiera así?
¿Cómo nos ayuda este relato de la Biblia?
Debería motivarnos a no ser permisivos en nuestra adoración a Jehová.
Salomón no cometió errores sin querer; poco a poco se fue volviendo más y más desobediente.
Así que, no nos hagamos insensibles a la guía de Jehová.
Estemos listos para obedecer y siempre busquemos formas de poner en práctica en nuestra vida lo que nos enseña en su Palabra.
Este relato también profundiza y fortalece nuestro aprecio por la misericordia y el amor de Jehová.
Sea que llevemos mucho tiempo sirviendo a Jehová o seamos nuevos en la verdad, debido a que somos imperfectos, seguiremos cometiendo errores de vez en cuando.
Seguiremos haciendo cosas que entristezcan o incluso enojen a Jehová.
Pero hay algo que nos consuela: la furia no es una de las cualidades principales de Jehová.
Él es un “Dios feliz”, “tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa”.
Imagínense lo que siente cuando ve que nos estamos esforzando por servirle, piensen en lo feliz que se siente y en la gloria que eso trae a su nombre.
Es impresionante pensar que, aunque somos imperfectos e insignificantes, lo que hacemos tiene un efecto para bien o para mal en lo que siente la persona más importante del universo: nuestro Padre, Jehová.
Por eso, esforcémonos por hacer las cosas que hacen feliz a Jehová, para que sienta por nosotros lo mismo que sintió por su Hijo.
Queremos ser de esas personas que “le agradan mucho a Dios” y que alegran su corazón.