Aunque es importante cuidar de nuestra espiritualidad y la de nuestra familia, en gran medida, nuestro ministerio gira en torno a ayudar a otras personas.
Por ello, el título de este discurso es “Ayudamos a personas de todos los idiomas”.
¿Perciben la urgencia del tiempo en que vivimos?
¡Es un gran honor servir a Dios en estos últimos días, cuando Jehová está acelerando la predicación del Reino!
Hoy estamos viendo el cumplimiento de las palabras de Isaías 60:22.
Leamos juntos lo que dice Isaías 60:22.
Aquí Jehová nos dice: “El pequeño mismo llegará a ser mil, y el chico una nación poderosa.
Yo mismo, Jehová, lo aceleraré a su propio tiempo”.
Desde cualquier perspectiva, vemos que la parte terrestre de la organización de Jehová avanza a un ritmo impresionante: la predicación está llegando cada vez a más lugares; las escuelas teocráticas están ayudando a miles, y el trabajo de construcción mundial sigue creciendo.
Hay muchas cosas nuevas e interesantes que les podría contar.
Pero me gustaría hablarles de un aspecto de nuestra obra al que le tengo un cariño especial y que ha avanzado de manera espectacular.
Me refiero al trabajo de traducción que lleva a cabo el pueblo de Jehová.
Hace solo unas décadas, editábamos publicaciones bíblicas en poco más de 200 idiomas.
Pero esa cifra ha llegado a más de 700 lenguas, y el número sigue aumentando cada semana.
Tan solo el pasado año de servicio, se aprobó que comenzáramos a traducir a otros 88 idiomas.
Más sorprendente aún es que nuestro sitio de Internet —jw.org— tiene información en más de 700 idiomas, ya sea porque todo el sitio está en esa lengua o porque hay publicaciones que se pueden descargar sin costo.
Pero ¿por qué es necesario hacer todo este trabajo de traducción?
¿Para que se nos conozca como la organización que edita publicaciones en más idiomas que nadie?
No.
Este no es un ejercicio académico ni tampoco una competencia.
Solo queremos trabajar en armonía con la voluntad de Jehová.
¿Y cuál es su voluntad en este asunto?
Respondamos esa pregunta leyendo las palabras inspiradas del apóstol Pablo en 1 Timoteo 2:3, 4.
Primera a Timoteo 2:3, 4 dice: “Esto es excelente y acepto a vista de nuestro Salvador, Dios, cuya voluntad es que hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad”.
La realidad es que estos “hombres de toda clase” hablan idiomas diferentes.
Así que Jehová quiere que todos escuchen el mensaje del Reino en su propia lengua para que “se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad”.
Para ilustrar la trascendencia de esta labor, imagine esta situación: a usted le encomiendan predicar en una zona donde la gente habla un idioma en el que no tenemos publicaciones.
Usted ha logrado aprender algunas palabras y comienza a predicar.
En poco tiempo, muchos muestran interés en la verdad.
Pero ¿cómo podrá darles un curso bíblico, si no hay publicaciones en ese idioma?
Bueno, quizás haya alguna Biblia en esa lengua, así que podría usarla para enseñar.
Pero ¿podrán preparar la lección antes de la clase?
¿Y cómo harán ellos un análisis personal de la Biblia sin ninguna otra ayuda?
Con el tiempo, asistirán a las reuniones, pero ¿qué canciones se cantarán, qué información se estudiará y cómo podrán prepararse para estas?
Si no entienden las enseñanzas básicas de la Biblia, ¿cómo podrán prepararse para el bautismo?
En poco tiempo será muy evidente que necesitan información en su propio idioma, pues no basta con llevarlos a reuniones que se celebran en un idioma que no entienden.
Hablando sobre las reuniones cristianas, el apóstol Pablo escribió las palabras que encontramos en 1 Corintios 14:9.
Primera a los Corintios 14:9: “Así mismo ustedes también, a menos que por la lengua profieran habla fácil de entender, ¿cómo se sabrá lo que se está hablando?
En efecto, estarán hablando al aire”.
Bueno, no queremos hablar al aire.
Por eso, el Cuerpo Gobernante sigue aprobando la traducción de nuestras publicaciones a más y más lenguas: a fin de satisfacer las necesidades espirituales de quienes hablan esos idiomas y ayudarles a obtener conocimiento exacto de la Biblia.
Claro, muchas de esas personas ya usan algún otro idioma más común para comunicarse con los demás.
Entonces, ¿por qué deberíamos tomarnos el trabajo de traducir el mensaje de la Biblia a idiomas poco comunes?
Porque queremos hablar con esas personas usando la lengua que más toca su corazón.
Jehová Dios mismo nos puso el ejemplo aquel día de Pentecostés, en el año 33 de nuestra era.
Recordemos que, mediante un milagro, Jehová hizo que la multitud de visitantes en Jerusalén escuchara el mensaje no solo en los idiomas mayoritarios, sino también en su propia lengua, su lengua materna.
Esto me recuerda una anécdota que oí cuando visité unas islas del Pacífico sur.
Los hermanos me contaron sobre un señor que aprendió la verdad bíblica en un idioma que no era su lengua materna.
Tiempo después tuvo la oportunidad de escuchar la verdad en su propio idioma, la lengua que aprendió en su infancia.
¿Cuál fue su reacción?
Él dijo: “Antes solo podía oler el alimento espiritual, pero ahora ya puedo saborearlo y disfrutarlo”.
¡Cuánto fortalece nuestra fe saber que nuestro amoroso Padre celestial desea que toda clase de personas pueda conocer la verdad sobre él!
Y es un gran privilegio pertenecer a una organización que ayuda a personas de todos los grupos lingüísticos —grandes y pequeños— a conocer a Dios.