Me llamo Laura.
He servido en Betel de Inglaterra durante ocho años.
Soy de un pueblito llamado Dinnington y tengo una hermana gemela.
Y éramos muy muy tímidas.
No tengo palabras para describirlo.
Tanto que ninguna de las dos se atrevía a hablar con nadie.
Mi abuela me ayudó mucho en sentido espiritual.
Cuando estaba muy enferma y sabía que iba a morir, me dijo: “Gusta y ve que Jehová es bueno.
Por favor, prométeme que intentarás darle lo mejor de ti a Jehová”.
Eso me llegó al corazón.
Y pensé: “Tengo que hacer algo”.
Así que empecé a predicar todos los sábados y me bauticé tan pronto como pude.
Pero no era capaz de comentar en las reuniones por mi timidez y me costaba mucho hablar con los hermanos de la congregación.
Aun así, me sentía bien en la predicación.
Me casé cuando llevaba cinco años de precursora, y nos propusimos servir a tiempo completo toda la vida.
Me fascina Betel.
Creo que la predicación y el servicio en Betel están muy relacionados.
Si te encanta predicar, puedes ser feliz en Betel.
Durante estos ocho años, he trabajado en la lavandería.
No somos muchos, solo 40.
Llegué a conocerlos muy bien a todos y enseguida me sentí parte de la familia.
Me recibieron con los brazos abiertos.
Usar todo el tiempo y las energías para servir a Jehová aquí en Betel es muy gratificante.
Al final del día, te sientes feliz aunque estés cansado física y mentalmente.
Saber que lo has dado todo por Jehová no tiene comparación.