“En Dios confiamos”, eso es lo que dicen los billetes de dólar.
Sin embargo, si tenemos en cuenta la actitud de la gente hoy día, ¿no deberían decir “En el dinero confiamos”?
Y a los que confían en el dinero y las riquezas les espera una gran decepción.
Proverbios 11:28 dice: “El que confía en sus riquezas caerá”.
Los testigos de Jehová decimos: “En Jehová confiamos.
Por eso, no vamos a caer”.
Hay muchas razones para confiar en Jehová.
A todos nos maravillan las obras de Dios, ¿verdad?
Pensemos en la naturaleza, ¿verdad que nos impresionan tanto las montañas enormes como la delicada belleza de las flores?
Hay muchísimas flores diferentes en el mundo.
¿Cuál de ellas es tu favorita?
El ser humano puede hacer flores artificiales, pero no flores de verdad que puedan reproducirse.
También puede hacer joyas muy bonitas y otras obras de arte, pero es incapaz de crear o producir un simple tallito de hierba, ni hablar de las flores y los árboles.
¿Verdad que pensar en esto nos ayuda a ser humildes?
El hombre no puede crear ningún ser vivo, pero Jehová sí, y lo hizo.
Pensemos por un momento en lo que dijo Jesús en Mateo 6:28: “Aprendan una lección de cómo crecen los lirios del campo.
No trabajan duro ni hilan; pero les digo que ni siquiera Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos”.
Jehová es el Todopoderoso; y él creó la naturaleza y al ser humano.
Él no necesitaba crearnos a nosotros para poder ser feliz.
Dios ya existía antes de empezar a crear todas las cosas; existió por una cantidad de tiempo indefinida, tal como entendemos el tiempo.
¿Entonces desde cuándo existe Jehová?
Existe desde siempre.
¿Cómo se puede entender eso?
Supongamos que hubo un tiempo en el que Jehová no existía.
Si fuera así, entonces no existiría nada ahora.
¿Por qué?
Porque de la nada no puede venir nada.
El hecho de que estemos aquí es prueba de que Jehová siempre ha existido.
Así de sencillo.
Antes de empezar a crearlo todo, Jehová estaba solo.
Pero no se sentía solo, ¿verdad?
Él no depende de nadie ni de nada para ser feliz.
La Biblia dice en 1 Timoteo 1:11 que él es el “Dios feliz”.
Jehová existe “de tiempo indefinido a tiempo indefinido”.
Él conoce por completo el universo y su historia.
Salmo 90:1, 2 dice: “Oh, Jehová, […] desde siempre y para siempre, tú eres Dios”.
Jehová creó el universo, la Tierra y al ser humano.
Él quiso que otros también fueran inteligentes y conscientes de su propia existencia, y los creó por amor.
No es que Dios necesitara a otras personas para ser feliz y tampoco necesitaba cosas materiales para ser feliz.
Él ha sido feliz desde siempre, incluso antes de empezar a crear.
¡Qué amoroso fue Jehová al crearnos para disfrutar de la vida y ser sus amigos!
Sin duda, crearnos fue una muestra de su poder, su sabiduría y su amor.
¿Verdad que pensar en esto nos toca el corazón?
¡Qué grande es Jehová!
Cuando nos enfrentamos a problemas en la vida, meditar en Jehová nos ayuda a aguantar y a superar esos problemas, los que sean, y a confiar en él.
Queridos estudiantes de Galaad, ustedes pronto verán lo cierto que es esto cuando se enfrenten a problemas y dificultades en el futuro.
Y, cuando vengan los problemas, ¿qué harán?
Orarle a Jehová.
Su capacidad para escuchar las oraciones es asombrosa.
¿Verdad que, cuando oramos, tenemos la sensación de que Jehová en ese momento no está haciendo ninguna otra cosa y que solo nos escucha a nosotros?
Pero él puede escuchar decenas de miles de oraciones en cientos de idiomas, y todo al mismo tiempo.
Y no solo estamos hablando de las oraciones que hacemos en voz alta, sino de las que hacemos en silencio, en nuestra mente, en nuestro corazón.
Impresionante.
¿Verdad que esto fortalece nuestra confianza y nuestra fe en él?
Meditar en el universo que Jehová ha creado hace que confiemos más en él.
¿Verdad que nos sentimos muy muy pequeñitos cuando pensamos en que el universo comenzó —según los científicos— hace de 18 a 20.000 millones de años?
Repasemos algunos datos y comentarios sobre el universo y cómo se expande.
Se observa que las galaxias se están moviendo hacia el espacio vacío, espacio vacío donde todavía no hay galaxias ni estrellas.
Incluso con los telescopios más avanzados, los científicos no han visto aún dónde termina el universo, el lugar donde no hay nada, solo espacio vacío.
Nos deja perplejos meditar en el universo.
¿Alguna vez te has preguntado al mirar al cielo a qué distancia están las estrellas que podemos ver por la noche?
¿O cuántas estrellas se pueden ver a simple vista?
En el Salmo 8:3, 4, David habló sobre lo que veía en los cielos: “Cuando veo tus cielos, las obras de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, ¿qué es el hombre mortal para que lo tengas presente y el hijo del hombre para que lo cuides?”.
¿Verdad que nos pone en nuestro sitio meditar en el universo?
¿Qué vio David, hasta qué distancia podemos ver cuando miramos al cielo?
Hasta la distancia de unos 600.000 años luz, según una Atalaya de 1983.
Se calcula que en nuestra galaxia, la Vía Láctea, hay de 200 a 400.000 millones de estrellas.
Las estrellas se mueven a una velocidad increíble.
Según una enciclopedia, la velocidad de nuestro sistema solar al moverse en la galaxia es de unos 220 kilómetros por segundo.
Eso equivale a una velocidad de aproximadamente 492.000 millas por hora.
Asombroso.
Los científicos calculan que un rayo de luz tarda unos 100.000 años en viajar de un extremo de la Vía Láctea al otro extremo.
Si pudiéramos viajar fuera de la Vía Láctea y observarla desde un ángulo completamente diferente, la veríamos con forma de disco, pero nosotros la vemos como una vía por la ubicación de nuestro sistema solar, lejos del centro de la galaxia.
Según el libro Guide to the Galaxy, publicado en 1994, “El sistema solar tarda 240 millones de años en darle una vuelta completa a la galaxia.
Y esta velocidad es una velocidad absoluta”.
Los astrónomos creen que hay aproximadamente entre 100.000 millones y 1 billón de galaxias en el universo.
¿Y cuántas estrellas?
Se calcula que hay entre 10.000 trillones y 1 cuatrillón.
¿Están llevando la cuenta?
Puede que se pregunten: “¿Qué es 1 cuatrillón?”.
Bueno, para entenderlo, veamos unas imágenes.
1 cuatrillón es un 1 seguido de 24 ceros, es decir, como vemos aquí, 1.000 millones sumados 1.000 billones —con be— de veces; eso nos da 1 cuatrillón.
¿Lo entendieron?
Yo ya me perdí.
La Atalaya del 1 de marzo de 1991 preguntó: “Entonces, ¿dónde está la fuente de toda la energía tras 100.000 millones de estrellas que forman nuestra galaxia [y eso es solo una galaxia], así como de más de 1.000 millones de galaxias que componen el universo visible?”.
Eso preguntó La Atalaya de 1991.
La Biblia nos anima a meditar en el universo.
Eso fortalece nuestra confianza en Jehová.
La Biblia dice: “Levanten la vista al cielo y vean.
¿Quién ha creado estas cosas?
Es aquel que las hace salir como un ejército, contándolas una por una; a todas las llama por su nombre.
Su energía dinámica es tan inmensa y su poder tan impresionante que ninguna de ellas falta”.
¿Y quién es ese?
Por supuesto, Jehová.
¿Por qué es bueno que hablemos del universo, aunque sea tan difícil comprender su tamaño?
Porque el universo demuestra que Jehová es Todopoderoso.
Eso nos motiva a confiar en sus profecías, en que eliminará la maldad, acabará con el Diablo y convertirá la Tierra en un paraíso para la humanidad obediente.
Es muy interesante lo que David escribió sobre Jehová en el Salmo 139.
En los versículos 1 a 5, David expresa lo seguro que está de que Jehová se preocupa por él.
Jehová quiere escucharnos y que le expresemos todo lo que sentimos.
A él podemos contarle cualquier cosa sin avergonzarnos.
Leamos esos versículos.
Salmo 139, desde el 1: “Oh, Jehová, tú me has examinado a fondo, tú me conoces.
Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto.
De lejos percibes mis pensamientos.
Me observas cuando viajo y cuando me acuesto; conoces bien todos mis caminos.
Todavía no ha llegado una sola palabra a mi lengua, pero resulta que tú, oh, Jehová, ya la conoces […].
Tú me rodeas por delante y por detrás, y sobre mí pones tu mano”.
Qué palabras tan impactantes, ¿no es cierto?
Y, en los versículos 6 a 13, David intenta comprender lo grande que es Jehová.
Pero es demasiado para él.
A partir del versículo 6, David sigue diciendo: “Semejante conocimiento escapa a mi comprensión.
Es tan elevado que no puedo alcanzarlo.
¿Adónde puedo escapar de tu espíritu?
¿Y adónde puedo huir de tu rostro?
Si subiera al cielo, allí estarías, y, si me acostara en la Tumba, allí mismo estarías tú.
Si volara con las alas del amanecer para vivir junto al mar más lejano, incluso allá tu mano me guiaría y tu mano derecha me agarraría.
Si yo dijera ‘¡Seguro que la oscuridad me oculta!’, la noche a mi alrededor se transformaría en luz.
Ni siquiera la oscuridad sería demasiado oscura para ti, sino que la noche sería tan luminosa como el día; para ti, la oscuridad es lo mismo que la luz.
Porque tú formaste mis riñones; me mantuviste protegido en la matriz de mi madre”.
A David le asombra muchísimo la sabiduría de Jehová y cómo creó el cuerpo humano.
Le da todo el mérito a él por ese regalo tan extraordinario.
En el versículo 14 David continúa: “Te alabo porque estoy hecho de forma maravillosa, impresionante.
Tus obras son maravillosas, y eso lo sé muy bien.
Mis huesos no estuvieron escondidos de ti cuando fui hecho en secreto, cuando fui tejido en las profundidades de la tierra.
Tus ojos me vieron hasta cuando yo era un embrión; todas sus partes estaban escritas en tu libro —incluso los días en que se formarían— antes de que existiera cualquiera de ellas”.
En los siguientes dos versículos veremos cómo se sintió David al pensar en todo eso; aumentaron su fe y su confianza en su Padre celestial.
“Por eso, ¡qué preciosos son tus pensamientos para mí!
Oh, Dios, ¡qué inmensa es su cantidad!
Cuando intento contarlos, son más que los granos de arena.
Me despierto, y todavía estoy contigo”.
Estamos totalmente de acuerdo con David: fuimos creados “de forma maravillosa, impresionante”.
Pensemos, por ejemplo, en nuestra capacidad de comunicarnos y razonar.
Solo el ser humano tiene curiosidad por saber más sobre sí mismo, ¿verdad?
A diferencia de los animales, nosotros tenemos la capacidad de meditar en los pensamientos de Dios.
Eso demuestra que estamos hechos a su imagen.
Pensemos en nuestros ojos; son una maravilla.
Tenemos visión binocular.
Podemos ver los objetos que nos rodean en tres dimensiones.
¿Y qué hay de nuestros oídos?
Otra maravilla.
Oímos en estéreo.
Hablemos ahora del universo que hay en nuestro cerebro.
El libro The Physics Factbook, de Glenn Elert, dice lo siguiente: “El cerebro pesa poco más de un kilo, y en su interior hay casi 100.000 millones de neuronas”, que son células nerviosas.
100.000 millones de neuronas.
Si no lo creen, que cada uno cuente las que tiene, a ver si puede.
El cerebro es el órgano más complejo del universo.
Según una obra de consulta, en el cerebro hay tantas células nerviosas como estrellas en la Vía Láctea.
También tiene billones de células de apoyo llamadas glías.
Las neuronas se conectan unas con otras.
Cada una de ellas puede establecer hasta 40.000 conexiones con otras neuronas; se llaman sinapsis.
¿Sabían que hay más conexiones en nuestro cerebro que estrellas en el universo?
Impresionante.
Sin duda, estamos hechos de forma maravillosa, y toda la alabanza es para Jehová.
Nuestro Dios creó todas las cosas: el fantástico universo, la Tierra y al ser humano.
Pensar en eso nos ayuda a confiar todavía más en que Jehová puede y quiere ayudarnos cuando afrontamos problemas y dificultades.
¿Qué pasa si nos persiguen o prohíben nuestra obra?
¿Qué haremos?
¡Confiar en Jehová!
Pero Jehová no es solamente Todopoderoso, es la personificación del amor.
Él se preocupa mucho por ustedes, estudiantes de Galaad.
Se preocupa por todos nosotros, porque nos ama.
Entregó a su querido Hijo como sacrificio por nuestros pecados para darnos la oportunidad de llegar a ser perfectos y ser sus amigos por toda la eternidad.
Jehová confió totalmente en la lealtad de su Hijo.
Su amor nos impulsa a amarlo.
El “amor […] es un lazo de unión perfecto”, dice Colosenses 3:14.
No hay nada en el universo que pueda unir tanto como el amor.
El amor perfecto que se tienen el Hijo y el Padre los une; son inseparables.
Por amor, Dios confía en su organización, en sus siervos.
Sabe que lo aman y que se mantendrán firmes ante las pruebas.
Salmo 56:11 dice: “En Dios pongo mi confianza”.
Proverbios 3:5 nos anima a confiar en Jehová con todo nuestro corazón.
Jesús es el mejor ejemplo de esto.
Cuando lo clavaron al madero, sus enemigos se burlaron de él y dijeron: “Ha puesto su confianza en Dios; que ahora Dios lo rescate si quiere ayudarlo, ya que él dijo ‘Soy el Hijo de Dios’”.
Y recordemos que Jehová también confía en nosotros.
¡Qué bonito!
Jehová sabe que sus siervos lo aman.
Confía en que la mayoría de nosotros seremos fieles a él.
Él está convencido de que sus siervos en el cielo y en la Tierra no van a dejar de amarlo jamás.
Dios confió en Abrahán.
Confió en otros patriarcas.
Confía en los ungidos hoy.
También en la gran muchedumbre que vivirá en la Tierra.
Así es, Jehová confía en ustedes, y nosotros confiamos en que ustedes seguirán confiando en Jehová para siempre.
Sí, ¡en Dios confiamos!