Bienvenidos a este episodio de De primera mano. Hoy conoceremos a 6 de los 48 estudiantes de la clase 156 de la Escuela de Galaad.
A mi izquierda, tenemos a la hermana Hanta Razafimandimby, de Madagascar.
A continuación, tenemos a Adalia y Mannie Luna, de Estados Unidos.
Allá a la derecha, tenemos a Shimon y Yoshi Hori, de Japón.
Y, por último, aquí a mi derecha, tenemos a Marco Caproni, de Italia.
¡Qué bueno tenerlos aquí!
Seguro que vamos a disfrutar mucho de lo que nos van a contar. ¿Qué tal si empiezan diciéndonos cuánto tiempo llevan en el Betel donde sirven y en qué departamento están?
Empecemos contigo, Hanta.
Llevo 24 años sirviendo en el Betel de Madagascar.
Y actualmente estoy trabajando en uno de los equipos de traducción.
¡Muy bien!
¿Adalia?
Nosotros llevamos 13 años en la sucursal de Estados Unidos, específicamente en Wallkill.
Y colaboro con dos departamentos, Servicios de Alimentación y Atención Médica.
Estupendo.
Y ¿Mannie?
Junto con mi esposa, Adalia, llevo unos 13 años en la sucursal de Estados Unidos y actualmente estoy en el Departamento de Servicio.
¡Qué bien!
Vamos a escuchar a Shimon ahora.
Yo llevo en la sucursal de Japón 16 años y colaboro con el Departamento de Computación.
Okey, muy bien.
¿Y tú, Yoshi?
Llevo en Betel 6 años y ahora estoy en el Departamento de Asuntos Legales.
¡Bien!
Y, finalmente, Marco.
Llevo 18 años en la sucursal de Italia, en Roma, y ahora colaboro con el Departamento de Información Pública.
Excelente.
Qué bueno, ahora sabemos un poquito de cada uno de ustedes, pero volvamos a Shimon.
—Shimon… —Sí.
…me dijeron que te bautizaste cuando tenías tan solo 10 años.
Sí.
Escuché que tu papá te ayudó mucho.
¿De qué maneras te ayudó a progresar en sentido espiritual?
Bueno, mi padre era bastante creativo.
¿Cómo es eso?
Por ejemplo, a mi familia, le gustaba mucho jugar un juego que se llamaba “Golf bíblico”.
Okey.
Es un juego muy sencillo.
El ganador es la persona que logre encontrar un versículo específico en la menor cantidad de intentos.
Entonces, si alguien encuentra un versículo en el primer intento, sería un hoyo en uno.
¡Bien!
Pero tres intentos no está nada mal.
Así es el juego.
Y otro juego que también recuerdo es “El juego de la vida del testigo de Jehová”.
Se trata de un juego de mesa en el que hay dos círculos.
El jugador empieza en el círculo de afuera, que representa la vida del que no es Testigo.
Del que no es Testigo, ya veo.
Y poco a poco va progresando: curso bíblico, dedicación, asamblea de circuito o regional… Y entonces pasa al círculo de adentro, que es la vida del Testigo.
Ajá.
Pero hay un límite de tiempo, que es el Armagedón.
Entonces, cuando se acaba el tiempo, el jugador logra entrar en el Paraíso si está en el círculo de adentro.
Y es muy divertido, porque hay obstáculos en el camino que te hacen tropezar.
Oh, ¿y a tu papá se le ocurrió este juego?
Sí.
Es verdad que era muy creativo.
¿Y qué más hizo para ayudarte?
Bueno, cuando se publicó el libro Conocimiento, mi papá nos preguntó a mi hermana y a mí si nos gustaría bautizarnos en seis meses y le dijimos que sí.
A partir de entonces, cuando nos tocaba estudiar, él salía de la casa, tocaba la puerta, se presentaba como el hermano Hori y entonces nos dirigía el curso bíblico.
Y a nosotros nos tocaba servirle el té.
Ahora entiendo que lo que él quería enseñarnos es que estudiar la Palabra de Dios es un asunto serio.
Fue diferente, pero pude bautizarme en menos de un año.
Y es obvio que le dio buenos resultados porque aquí estás con nosotros.
Y, después de que te bautizaras, ¿siempre fue fácil para ti servir a Jehová?
La verdad no siempre lo fue.
Al ir creciendo, me llegué a sentir dividido porque quería trabajar duro y dar un buen ejemplo en la congregación, pero me encantaban las computadoras, así que quería trabajar como ingeniero en una gran compañía de computadoras.
¿Grandes ambiciones, eh?
—Ajá.
—Okey.
Pero con el tiempo se publicó el video de Timoteo, y en ese video el apóstol Pablo anima a Timoteo a que no use sus habilidades para el mundo de Satanás, sino para Jehová.
Ese video me cambió la vida: en vez de ir tras una carrera seglar, me concentré en el precursorado y llegué a amarlo.
Buena decisión.
Hablemos un ratito con tu esposa, Yoshi.
Bueno, tú naciste en Japón, pero, por lo que sé, tu familia y tú vivieron en varios países.
Cuéntanos un poco sobre eso.
Sí, lo que pasa es que mi papá, que no era Testigo en ese tiempo, tenía un trabajo que le exigía mudarse constantemente.
Así que recuerdo que, cuando tenía cinco años, estábamos viviendo en Osaka, en Japón.
Después nos mudamos a Londres, en el Reino Unido, y estuvimos ahí por cuatro años.
Y después de eso nos mudamos a Escocia y vivimos en Glasgow cinco años.
Después de eso volvimos todos a Tokio.
Y después, ya de adulta, decidí ir a servir por mi cuenta a un lugar donde había necesidad de publicadores, en Tanzania.
Estuve allí seis años y después de eso volví a Japón, y acá estamos.
Y nos alegra.
Entonces, pudiste vivir en lugares muy interesantes durante esos años.
Y, dime, ¿cómo piensas que te ayudó a ti haber estado expuesta a tantas culturas?
La verdad es que cuando era más joven no le veía mucho la ventaja, pero ahora que soy mayor me doy cuenta de que vivir eso me enseó que hay tantas maneras distintas de ver una misma cosa, tantas maneras distintas de hacer las cosas, y que al final están todas bien; y en realidad es una bendición tener una variedad tan grande de hermanos y hermanas.
Y tener la oportunidad de trabajar con todos ellos es algo que disfruto mucho. Está claro que aprendiste mucho de lo que viviste.
Muchas gracias.
Ahora queremos saber tu historia, Hanta.
Entiendo que no te criaste en una familia de testigos de Jehová.
¿Nos puedes hablar un poquito más acerca de tu infancia?
Me crie en una familia religiosa.
Íbamos a la iglesia protestante todas las semanas, y mis hermanos y yo también recibíamos clase de religión los domingos.
Oh, okey.
Y también supe que tu papá, aunque nunca llegó a ser testigo de Jehová, jugó un papel clave en que te acercaras a la verdad.
Mi padre recibía con mucho gusto a cualquiera que viniera a la puerta para hablar de religión.
Y los testigos de Jehová estaban entre ellos, claro.
Cada vez que los hermanos pasaban por allí, nos entregaban revistas, libros, folletos...
Lo que me llamaba la atención de esas publicaciones era la promesa de Dios de un paraíso en la Tierra.
Me encantaban los dibujos que tenían del Paraíso.
A mis hermanos y a mí nos gustaban tanto esos dibujos que los calcábamos, los pintábamos y los colgábamos en la pared.
Y a tus padres no les molestó que redecoraran la casa.
Así es.
Un día los Testigos le dieron a mi padre el libro Vivir para siempre y entonces empezamos a estudiar la Biblia.
Ya en la primera reunión a la que asistí, me impresionó tanto el cariño con el que me recibieron, que me dije a mí misma: “Quiero ser testigo de Jehová”.
¡Oh!
Finalmente, mi mamá, mis hermanos y yo aceptamos la verdad.
De hecho, uno de mis hermanos y yo nos bautizamos juntos el mismo día.
Qué bien.
Oh, eso debe haber sido muy especial para ustedes.
Gracias por contarnos.
Ya volvemos contigo.
Hablemos con Adalia ahora.
Adalia, tu naciste, creciste y pasaste los primeros años de tu adolescencia en Brooklyn (Nueva York).
¿Cómo fue para ti vivir en esa zona cerca de la central mundial?
Fue algo bien bonito, bien positivo.
Ver a todos esos hermanos, tan sacrificados, dándolo todo por Jehová… Además, yo veía que lo hacían con entusiasmo, con alegría, y eso fue para mí un tremendo ejemplo.
Y por eso empecé a ponerme mis propias metas, porque ellos sembraron en mí esa semillita, el deseo de vivir una vida así.
Sí, lo comprendo muy bien.
Ahora, con el tiempo, tú y tu familia se mudaron a Florida y allí conociste a Mannie y luego se casaron… ¡Oye, mejor te hubieras quedado en Brooklyn!
Pero, bueno, conociste a Mannie, se casaron, ¿y qué pasó?
Pues, un poco después de casarnos, antes del primer aniversario, comenzamos el precursorado, y después nos invitaron a servir en un lugar de Florida donde hacían falta publicadores.
Era una zona rural, por ahí donde cultivan naranjas, un lugar muy diferente al que estábamos acostumbrados, porque nos criamos en ciudades.
De todas formas, nos fuimos allá y nos integramos por completo en la congregación.
Era una congregación hermosa, nuevecita, que trabajaba duro en la predicación.
Nos encariñamos mucho con esos hermanos, y Jehová de verdad bendijo la labor que se estaba haciendo en esa zona.
¿Cuánto tiempo estuvieron?
Estuvimos 10 años, y durante ese periodo esa congregación a la que nos asignaron se convirtió en cinco congregaciones.
—¡Guau!
—¡Cinco congregaciones en diez años!
¡Increíble!
Te pregunto, Mannie… Adalia y tú ya estaban muy ocupados con su servicio a Jehová.
¿Llegaron a sentir alguna vez que ya lo que habían hecho era suficiente?
No, para nada.
Adalia y yo nos esforzamos por llevar una vida sencilla para darle siempre a Jehová lo mejor sin distracciones.
Así pudimos ser precursores y también pudimos mudarnos a ese lugar donde hacía falta ayuda.
Pero queríamos ofrecernos para lo que hiciera falta, así que enviamos la solicitud para Betel varias veces.
Varias veces… ¿Exactamente cuántas veces lo solicitaron?
Pues diría que solo 12 veces.
¡Doce veces!
¿No les quedó claro que la respuesta era “no”?
—¡Qué perseverantes!
—¿Y qué los motivaba a seguir enviando la solicitud vez tras vez si nunca recibían ninguna respuesta?
Sí, como puedes ver, éramos… muy persistentes.
Es que queríamos dejar todas las puertas abiertas y permitir que Jehová decidiera por nosotros.
Pero, ¿sabes?, ahora comprendemos que todas las veces que solicitamos ir a Betel y no nos aceptaron es porque no era el momento correcto.
¿Cómo que no era el momento correcto?
Pues sí, estábamos donde nos habían mandado, pero queríamos ir a Betel.
Jehová sabía que teníamos mucho que aprender.
Y, justo en ese lugar, él nos dio la capacitación que necesitábamos.
Y esas 12 veces que solicitamos ir a Betel nos enseñaron mucho.
Aprendimos a ser pacientes, a esperar a que Jehová actúe y a ser más agradecidos. Es cierto que queríamos hacernos disponibles para que nos usaran más y queríamos ir a Betel, pero nos quedaba mucho que aprender todavía.
Necesitábamos centrarnos; amar y valorar las responsabilidades que Jehová nos estaba dando en ese momento.
Eso nos permitiría apreciar mejor en el futuro nuestro servicio en Betel.
¡Y cuánto disfrutamos estando con los hermanos todos esos años y viendo como crecía la obra!
Fue maravilloso.
Tenemos muy bonitos recuerdos.
Son momentos que no olvidaremos jamás.
¡Qué bonitas lecciones aprendieron!
Seguro que esa preparación que les ha dado Jehová ha sido muy útil.
Les ha servido mucho en su vida.
Hablemos contigo un rato, Marco.
¿Podrías contarnos algunas cosas sobre tu familia? Claro, de niño me criaron como católico, así que iba todos los domingos a la iglesia, a misa.
Sí.
Tiempo después, cuando tenía 17 años, mi tío comenzó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová.
Me di cuenta de que empezó a hacer grandes cambios para mejorar su vida y de que ahora estaba más feliz.
Y ver eso despertó mi curiosidad por la Biblia.
¡Qué libro tan poderoso, qué capacidad de cambiar vidas tan increíble!
Así que yo también empecé a estudiar la Biblia, y a los 19 años me bauticé.
Poco después me hice precursor regular.
Luego fui a la Escuela de Entrenamiento Ministerial.
Y, como ya les dije, desde hace 18 años estoy en la sucursal de Roma.
Muy bien, te felicito.
Bueno, durante tu paso por Galaad, a todos nos quedó claro que eres un apasionado de la historia. Creo que era obvio.
¿Hubo alguna parte del currículo de Galaad que te llamara especialmente la atención?
Sí. En Galaad hay varios artefactos expuestos, y hay uno en particular que me gustó mucho, así que lo traje para mostrárselo.
¿En serio?
—Y una pregunta… —Sí.
¿Los hermanos de la escuela saben que trajiste esto?
La devolveré antes de que se den cuenta.
Ah, bueno.
¿Y qué tienes ahí?
Una moneda.
—¡Oh!
—Muy bien. ¿Y qué pasa con ella?
Pues esta es una moneda auténtica, acuñada por el emperador Nerón en el año 66 de nuestra era.
Lo que él quería era conmemorar un periodo de paz.
De hecho, si se fijan bien, en una de las caras, se puede ver una puerta.
Bueno, yo la veo bien, pero no sé si los demás la ven.
No creo.
Ah, ahí está, ya la vemos. Bueno, se trata de la puerta de un templo antiguo en Roma, y esta puerta solía permanecer cerrada en tiempos de paz.
Así que lo que Nerón quería dar a entender con esta moneda era que él era capaz de mantener la paz en su imperio, pero era el 66 de nuestra era y la profecía de Jesús de la destrucción de Jerusalén tenía que cumplirse. Así es.
De hecho, a los pocos meses de haber acuñado esta moneda, el emperador Nerón se vio obligado a enviar a Judea a su ejército, o sus ejércitos, bajo el mando de Cestio Galo para acabar con la revuelta de los judíos.
Y, como sabemos, todo esto llevó a la destrucción de Jerusalén y del templo en el año 70 de nuestra era.
Así que artefactos como este nos recuerdan algo muy importante: que las profecías de la Biblia siempre se cumplirán, sin importar que la propaganda del mundo diga lo contrario. ¡Muy buen punto!
Veo que les gustó esta historia.
¿Les gustaría saber un poco más sobre historia bíblica en Roma?
—¡Claro, sí!
—¡Sí!
Preparé un video para que lo veamos.
Pues vamos a verlo.
Visitar algunos de los sitios arqueológicos en Italia puede ayudarnos a entender cómo era la vida de los cristianos en tiempos antiguos.
¿Les gustaría hacer conmigo un breve recorrido?
Comencemos aquí.
Ubicada a unos 10 kilómetros, o 6 millas, al oeste de Nápoles, se encuentra la ciudad portuaria de Puteoli.
Hoy los italianos lo pronunciamos Pozzuoli.
Alrededor del año 59 de nuestra era, el apóstol Pablo llegó aquí en un barco como prisionero y desde aquí inició su largo viaje a Roma, donde finalmente se presentaría ante el César.
Para llegar a Roma, Pablo viajó por la Vía Apia, la calzada más famosa del Imperio romano.
En promedio, esta calzada mide unos 6 metros, o 20 pies, de ancho y fue pavimentada con grandes piedras volcánicas.
En el camino, Pablo hizo una parada en un antiguo centro comercial, la Plaza del Mercado de Apio.
Un poco al norte de ahí había un área de descanso, como una posada, llamada las Tres Tabernas.
Al enterarse de que vendría, los cristianos de Roma enviaron a hermanos para que se encontraran con Pablo en estos dos lugares.
Hechos 28:15 nos dice que cuando Pablo los vio “le dio gracias a Dios y se sintió muy animado”. El puerto más importante de Roma estaba en Ostia, que hoy llamamos Ostia Antica.
Las ruinas de Ostia se encuentran a 25 kilómetros, o 16 millas, al suroeste de Roma.
Allí podemos ver edificios residenciales de varios pisos llamados insulae, templos, teatros, baños termales y tiendas, lo que nos da una idea de cómo era la vida.
Podemos imaginarnos a los cristianos de aquel entonces predicándoles a los ciudadanos.
Seguro que a veces se detenían a comprar algo para comer en lugares como este, conocidos como termopolios.
Ahí podían comprar pan, vino, carne asada, queso y tomarse un breve descanso.
Y por fin llegamos a Roma, donde se encuentra el monumento más famoso.
Sí, lo adivinaron, el Coliseo.
Esta enorme estructura fue construida en el primer siglo.
Este era el centro de entretenimiento de los romanos.
Se calcula que tenía una capacidad de entre 40.000 y 87.000 asistentes.
Las atracciones principales que se llevaban a cabo aquí solían ser los combates entre dos gladiadores y la caza de animales salvajes, pero aquí también se ejecutaba a los criminales.
Llama la atención que la entrada al Coliseo era gratuita.
Ofrecer entretenimiento gratuito era una estrategia de los emperadores para mantener a las personas bajo control.
La realidad es que esta forma de entretenimiento era como una droga que corrompía las conciencias de las personas.
Los cristianos tuvieron que ser muy valientes y negarse a asistir a estos espectáculos. ¿Y saben de dónde se obtuvieron los fondos para construir el Coliseo?
Del botín que consiguieron los romanos cuando conquistaron Jerusalén en el año 70 de nuestra era.
De hecho, hay una inscripción en el Coliseo que dice: “El emperador Tito Vespasiano César Augusto hizo erigir el nuevo anfiteatro con el dinero del botín”.
Además, para conmemorar dicha victoria, el emperador Domiciano mandó construir un arco triunfal.
Este monumento lo construyó en honor a su hermano Tito, quien conquistó Jerusalén y después se convirtió en emperador.
Todavía se puede apreciar en un bajorrelieve a los romanos llevándose el botín de Jerusalén, lo que incluye un candelabro que pertenecía al templo de Jehová.
Este monumento es un claro testimonio del cumplimiento de la profecía de Jesús sobre la destrucción de Jerusalén y del templo.
Cuando viajamos por las tierras bíblicas nos damos cuenta de que hasta las piedras dan testimonio, sin hablar, de que la Biblia refleja fielmente la historia y las costumbres antiguas y de que sus profecías se cumplen.
Espero que hayan disfrutado el recorrido.
Gracias por hacernos ese maravilloso recorrido, Marco.
Después de ver ese video todos tenemos ganas de ir a Italia a conocer esos lugares.
¡Sí, vengan! ¡Vengan!
Prepárate.
Ahora volvamos contigo, Mannie.
¿Qué es lo que más te ha gustado a ti de la Escuela de Galaad?
Bueno, yo no me crie en la verdad, así que en la adolescencia lo que más me preocupaba era tener una buena formación académica, porque lo que quería era vivir mejor en el futuro.
Pensaba que la educación era la clave, que era la solución.
Pero Jehová me engañó, como a Jeremías.
¿Por qué lo dices?
Pues la respuesta no estaba en la educación académica, pero sí en la educación.
Jehová sabía que yo necesitaba la mejor educación, —la educación divina.
—Ujú.
La verdad es que lo que he aprendido de nuestro Gran Instructor, Jehová, está muy por encima de cualquier cosa que la educación académica pueda ofrecer.
Yo he visto con mis propios ojos que la educación que Jehová nos da nos hace mejores personas.
En la Escuela de Galaad he llegado a comprender mejor que la capacitación que Jehová nos da es muy útil.
No solo nos beneficia a nosotros, sino también a los demás.
Sinceramente, estoy muy agradecido de haber tenido esta oportunidad de conocer mejor a mi Padre Celestial.
Bien dicho.
Y ahora la última pregunta para ti: ¿cómo piensas poner en práctica lo que has aprendido en el servicio que le estás dando a Jehová?
Yo siempre andaba buscando una norma para cada situación, pero esta escuela me ha enseñado que, aunque las normas son importantes, no debo olvidar lo que es más importante para Jehová: las personas.
Sí.
Jesús lo sabía y lo entendía muy bien y yo quiero imitar a Jesús en el trato que les doy a los demás.
Cuando estuvo en la Tierra, él conocía las normas mejor que nadie.
¿Pero en qué se concentró?
En la gente.
Ponía a las personas primero, las amaba, no esperaba que fueran perfectas.
Cuando vaya a mi destino, quiero imitar a Jesús bien.
Espero equilibrar las normas con los principios, sin olvidarme nunca de amar a todos los hermanos.
¡Ay, hermoso!
Muy buena lección, gracias por compartirla.
Es más, ¿por qué no les hacemos esas mismas preguntas a cada uno de ustedes, para ver qué aprendemos?
Continuemos contigo, Adalia.
¿Qué es lo que más te ha gustado a ti de Galaad?
Para ser sincera, hermano Chilton, vine a Galaad con muchísimo miedo, miedo a lo desconocido.
Lo entendemos.
Me preocupaba no tener ni idea de adónde nos enviarían al terminar Galaad.
Pero después de algunas lecciones ya me sentía más positiva, mejor preparada para afrontar el futuro.
Por ejemplo, estudiamos a fondo el Sermón del Monte.
Y hubo una comparación que me llegó al corazón.
En Mateo 7:9, 10, Jesús pregunta: “¿Qué padre, si su hijo le pide un pescado, le da una serpiente?”.
Y vimos que su auditorio entendía que un pescado podía parecerse a una serpiente.
Así que comprendí un poco mejor la comparación.
Aunque sí es posible hacer pasar a una serpiente por un pescado y llegar a confundir a un niño, ninguno de nosotros haría algo así.
No.
Por eso llegué a la conclusión de que mi Padre, Jehová, nunca me daría algo malo haciéndolo pasar por algo bueno.
Tras haber meditado en esto me di cuenta de que Jehová solo nos va a dar cosas buenas.
Y puedo estar segura de que si hago lo que me pide seré feliz para siempre. ¡Qué idea tan animadora!
Le pediremos a Jehová que te bendiga siempre.
Y la otra pregunta para ti, Adalia.
¿Cómo piensas poner en práctica en el día a día lo que aprendiste en Galaad?
Sé que muchos pasan por situaciones difíciles y lo que quiero es fortalecer su fe, tal como la mía ha sido fortalecida.
Compartir con ellos algunas de las cosas que he aprendido y darles en todo momento el mejor ejemplo posible.
Además, quiero que sepan que, sin importar cuál sea la prueba a la que se enfrenten, Jehová los sostendrá.
De eso no hay duda.
Y, como dije, yo misma estoy convencida de que estamos listos para cualquier prueba futura.
Y, ahora que mi fe es más fuerte, no la quiero perder jamás.
Es un verdadero tesoro. Sí, muy cierto.
Gracias por esas palabras.
Hanta, ahora es tu turno.
Personalmente, ¿qué fue lo que más te gustó de la Escuela de Galaad? He escuchado muchas veces y he leído muchas veces en las publicaciones que Jehová siempre recompensa a sus siervos leales.
La Escuela de Galaad me ha ayudado a entender esto mucho mejor.
¿A qué te refieres?
Por ejemplo, Jehová usó a Nabucodonosor para que conquistara Tiro, pero ni Nabucodonosor ni sus hombres se quedaron con muchas cosas, con las riquezas de Tiro.
Fue como si Jehová le dijera a él: “Nabucodonosor, muchas gracias por todo lo que has hecho por mí.
Mira, aquí tienes los tesoros de Egipto”.
Nabucodonosor no era siervo de Dios, pero Jehová lo recompensó por su trabajo, por lo que hizo por él.
Si Jehová pudo hacer algo así por alguien que no era un siervo suyo, que no lo adoraba, ¿cómo no va a hacer mucho más por las personas que le son leales?
Eso me fortaleció mucho.
Excelente lección.
—Sí.
—Gracias.
Gracias por compartirla con nosotros.
Y la última pregunta para ti, Hanta.
En tu caso, ¿cómo piensas usar lo que has aprendido aquí en Galaad cuando vayas a tu destino?
Pues cuando una hermana me cuenta algo, por ejemplo un problema, rápidamente pienso en una solución, incluso mientras la hermana —todavía está hablando.
—Uuuh.
Pero Galaad me ha enseñado a escuchar, a mostrar empatía.
Puede que la persona no espere una solución.
Quizás lo que necesita es que alguien la escuche.
Pero si la persona necesita ayuda, me he propuesto usar principios de la Biblia para razonar con ella y que la persona llegue por sí misma a una conclusión.
Tengo que dejar que los demás saquen sus propias conclusiones.
Oh, esperamos que Jehová te ayude a lograrlo.
Apreciamos mucho lo que nos has dicho.
Shimon, volvamos contigo ahora.
¿Qué fue lo que más te gustó de Galaad? Las lecciones que trataban sobre el progreso espiritual en la escuela tuvieron un gran impacto en mí.
Hasta mis oraciones cambiaron un poco.
Por ejemplo, yo le solía pedir a Jehová en oración que me ayudara a mostrarles amor a mi esposa y a mis amigos y a todos los hermanos. Está muy bien pedir eso.
Pero mostrar amor es muy amplio, y ahora he entendido lo que el amor es específicamente.
El amor es algo desinteresado, exige que hagamos el bien a los demás.
Y esto es sin importar si la persona lo merece o no, ni tampoco si hay un beneficio en ello para mí.
Así que ahora que entendí eso, cuando le pido a Jehová ayuda para mostrar amor, lo que quiero es que me ayude a demostrar que no soy alguien egoísta.
Oh, qué bonito.
Esa es una buena lección.
Y dinos, Shimon, ¿cómo piensas poner en práctica esas lecciones que aprendiste aquí en Galaad?
Bueno, la verdad, hermano Chilton, la Escuela de Galaad me ha ayudado a entender por qué me gustaban tanto las computadoras. Ahora nos tienes que explicar a qué te refieres con eso.
Porque yo puedo programar una computadora para que haga algo, y la computadora hará exactamente eso.
Pero las personas no son así, ellas son muy impredecibles y no siempre hacen lo que yo quiero que hagan.
Entonces, cuando estoy haciendo algo así, cuando estoy trabajando en algo técnico, no siempre me resulta fácil hacer el cambio en mi mente a “ama a los demás”, así que mi meta es amar a los demás tal y como Jehová los ama y recordar que dan su mejor esfuerzo, igual que yo. Sí, muy buena meta.
Gracias por decirnos.
Dejemos que Yoshi nos diga ahora qué fue lo que más le gustó de todo lo que aprendió en Galaad.
Bueno, ahora veo el fruto del espíritu de una manera que nunca lo había visto antes.
—¿Puedo darles un ejemplo?
—Claro.
Pues, muchos piensan que los japoneses somos personas humildes y de buenos modales.
Pero en la escuela aprendí que ese tipo de humildad no es el resultado de…, o más bien, no forma parte del fruto del espíritu santo.
La escuela me ha enseñado que la humildad, el amor, la bondad, todas esas buenas cualidades, deben venir de algo mucho mucho más profundo, no de nuestra cultura o una inclinación natural o de nuestra personalidad.
Tiene que ser algo que viene de Jehová, de su espíritu santo, para que sea fruto del espíritu santo.
Y entender que Jehová es el que nos ayuda a desarrollar esas cualidades… ¿Cómo no lo había entendido antes?
Sí, a todos nos pasa.
Y, Yoshi, ¿de qué maneras piensas poner en práctica lo que has aprendido aquí en Galaad?
Bueno, sé que lo voy a lograr con la ayuda del espíritu santo.
Así que mi meta, cuando llegue a donde quiera que me toque ir, es ser capaz de expandir mi zona de confort.
Y, con la ayuda de Jehová, quiero ser más amigable, abierta y que otras personas estén a gusto, cómodas, conmigo, y yo también sentirme cómoda con ellos.
Oh, seguro que lo van a estar, Yoshi.
Muy buena meta, —muchas gracias.
—Gracias.
Y ahora, por último, Marco.
Llegó tu turno, amigo, así que cuéntanos, ¿qué es lo más que te ha gustado de la escuela de Galaad?
Creo que Galaad me ayudó a amar todavía más la Biblia.
Me di cuenta de que, mientras más investigaba, mientras más estudiaba la Biblia, más cosas podía aprender que ni siquiera me había imaginado.
Creo que puedo comparar la Biblia con un maletín que tiene dos o tres fondos diferentes, y en cada compartimiento hay muchas cosas, porque puedo ir sacando más y más cosas cuando estudio que nunca en mi vida había visto antes.
Así que una lección es que, cuando estudio la Biblia, debo tomarme el tiempo, ir despacio, meditar, fijarme en todos los ángulos y ver todos los aspectos, porque nada en la Biblia se escribió por casualidad o solo porque sí.
Bien, muy buen punto, Marco.
¿Y cómo piensas usar lo que aprendiste en tu día a día, a partir de ahora?
Tener en cuenta lo valiosa que es la Biblia siempre me va a ayudar.
Estoy convencido de que, sin importar las circunstancias que tenga que enfrentar en el futuro, tal vez algo difícil o un reto, lo único que tendré que hacer será buscar en la Biblia algún principio o una lección o algún ejemplo que se asemeje a lo que estoy viviendo.
Porque estoy seguro de que Jehová, que me quiere tanto, ya ha escrito en la Biblia todo lo que necesito.
Muy bien.
Seguro que Jehová te va a ayudar a ponerlo en práctica, Marco.
Bueno, sin duda hemos disfrutado muchísimo de conocerlos un poco mejor a los seis.
Muchas gracias por lo que nos han contado.
Nos sentimos igual que el apóstol Pablo cuando escribió las palabras registradas en 2 Timoteo 4:22.
Que el Señor esté con el espíritu que demuestran.
Que su bondad inmerecida esté con ustedes.
Le pedimos a Jehová que los siga bendiciendo tanto a ustedes como a todos sus compañeros de la clase 156.
Y a todos ustedes que sacaron un ratito para ver este programa, muchas gracias por acompañarnos.
Esperamos que vuelvan a estar con nosotros para el próximo episodio de De primera mano.