En el programa de este mes vamos a hablar sobre una cualidad: la paciencia.
Piense en todas las situaciones que exigen que tengamos paciencia: se le hace tarde por el tráfico, tiene que trabajar con alguien desagradable, o criar a un hijo, o tiene problemas con su pareja...
Puede que alguien en casa esté enfermo o quizás es usted mismo el que está enfermo.
No hay duda, a diario nos enfrentamos a situaciones para las que hace falta al menos un poco de paciencia, ¿no es así?
Si no somos pacientes nos vamos a frustrar, a cansar y a desanimar.
Pero, no importa cuáles sean nuestras circunstancias, todos podemos cultivar esta cualidad.
¿Saben por qué?
Porque, como vemos en Gálatas 5:22, la paciencia es parte del fruto del espíritu de Dios.
Y, gracias a esa fuerza, podemos hacer que esa cualidad forme parte de nuestra personalidad.
Pero, primero, hay dos cosas que es importante que entendamos bien.
La primera: cuando somos pacientes, demostramos que amamos a Jehová.
Y la segunda: ser pacientes nos ayudará a llevarnos mejor con los demás.
Empecemos por la primera: cuando somos pacientes demostramos que amamos a Jehová.
Vamos a leer lo que dice 1 Corintios 13.
Este capítulo explica muy bien cómo actúa una persona que ama.
Vamos a leer juntos el versículo 4: De todas las cualidades que nacen del amor, ¿se fijó en cuál es la primera que menciona?
La paciencia.
Es una cualidad importante y necesaria.
Para que nos vaya bien y andemos por el camino correcto, es decir, para que hagamos las cosas como a Jehová le gusta, hacen falta paciencia y amor.
Si pensamos en alguna situación en la que alguien no fue paciente, seguramente nos daremos cuenta de que tampoco demostró amor.
¿Lo ha pensado?
Pensemos por un momento en el pueblo de Dios, los israelitas.
En el Salmo 106, que se escribió muchos años después de que salieran de Egipto, se explica que los israelitas seguían actuando sin demostrar esas cualidades.
Sin embargo, Jehová siguió siendo paciente con ellos por muchos años.
Vamos a leer algunos versículos del Salmo 106.
Primero el 7 y el 8: ¿Cuál fue el resultado?
Leamos el versículo 13: ¡Qué triste!
Los israelitas no fueron pacientes.
No esperaron.
Esto deja claro que no valoraban ni la paciencia ni el amor leal de Jehová.
Si hubieran amado a Jehová, habrían pensado en las consecuencias de sus acciones.
Tendrían que haber recordado que Jehová siempre los cuidó y les dio lo necesario.
De haberlo hecho, habrían sido pacientes y habrían esperado a que Jehová los guiara.
Pero vez tras vez demostraron con sus acciones que no amaban realmente a Jehová como debían, y por eso les fue mal.
Se comportaron tan mal que la paciencia de Jehová se agotó.
Y, como resultado, los rechazó como pueblo.
¿Qué podemos aprender de su mala actitud?
Que es un error creer que no necesitamos a Jehová, que nuestra opinión basta y que no es necesario esperar pacientemente a que Jehová nos muestre qué decisión tomar.
Piense en lo bien que nos ha dirigido Jehová últimamente: durante la pandemia, cuando han ocurrido desastres naturales y al darnos instrucciones adecuadas para predicar.
Puede que no lo entendiéramos todo o que no estuviéramos de acuerdo con algunas decisiones.
Pero nos hemos tomado el tiempo para pensar en lo mucho que Jehová nos cuida y hemos confiado en él porque lo amamos.
Gracias a eso hemos aprendido que, si somos pacientes y aceptamos de buena gana su guía, no haremos las cosas a nuestro modo.
Y eso será bueno para nosotros y para los demás.
¿Y sabe una cosa?
Así es como le demostramos nuestro amor a Jehová.
Ahora vamos a pasar al segundo punto: ser pacientes nos ayudará a llevarnos mejor con los demás.
En 1 Corintios 13:4, la nota en inglés dice: “La paciencia es una cualidad que Jehová y Jesús demuestran constantemente al tratar con los seres humanos.
Si queremos imitar a Jehová y a Jesús, los cristianos también debemos ser pacientes con los demás”.
Ya que Jehová y Jesús son pacientes con nosotros, lo lógico es que sigamos su ejemplo y seamos pacientes con los demás.
Pensemos en el mejor ejemplo de paciencia, el de Jehová.
Él está demostrando que es muy paciente al no acabar todavía con este mundo.
Ya decidió el día y la hora en que esto va a ocurrir y está esperando con paciencia a que llegue ese momento.
Él se apega a ese horario que determinó.
Pero les aseguro algo: Jehová sabe muy bien cómo nos sentimos sus siervos.
Él sabe que todos deseamos que el fin llegue lo antes posible y que ya queremos ver cumplidas todas sus promesas.
¡Y él quiere cumplirlas!
Pero no por eso se va a impacientar.
Jehová no actuará antes de lo debido.
¿Por qué deberíamos agradecerle a Jehová que sea paciente?
Por favor, lean conmigo 2 Pedro 3:15: ¡Qué razón tan importante!
Gracias a la paciencia de Jehová, podemos tener salvación.
Piense en cuántas personas aprenden la verdad todos los años.
Incluso durante la pandemia, cuando no pudimos predicar de casa en casa como siempre, hubo miles y miles de personas que se bautizaron por todo el mundo.
Tal vez uno de ellos fue su estudiante de la Biblia, un familiar, algún amigo cercano o incluso usted mismo.
Ahora piense en esto.
Si Jehová se hubiera impacientado y hubiera decidido acabar con este sistema hace 5, 10 o 20 años, ¿hubiera conocido la verdad?
Nos sentimos muy agradecidos de que Jehová sea tan paciente y permita que muchas personas puedan arrepentirse y tener una relación estrecha con él antes de que llegue el día que determinó.
¿Cómo debería influir esto en nuestro trato con los demás?
Pensar en la paciencia de Jehová nos ayudará a ser pacientes con estudiantes que, aunque estén progresando, aún tengan asuntos que resolver.
La paciencia también nos ayudará con familiares a los que les cuesta respetar nuestras creencias y adaptarse a nuestro estilo de vida.
Si imitamos la paciencia de Jehová, no los daremos por perdidos.
Y, por supuesto, pensar en la paciencia de Jehová nos motivará a esforzarnos al máximo en la predicación.
Buscaremos con empeño a las personas con la actitud correcta y las ayudaremos a conocer a Jehová y a amarlo.
Así se van a beneficiar de la paciencia de Jehová, igual que nosotros.
Jesús también nos puso un buen ejemplo de paciencia.
Imagínense cuánta paciencia tuvo que tener cuando sus discípulos se ponían a discutir sobre quién era el más importante.
Y sabemos que esto pasó en varias ocasiones.
Jesús debió haberse sentido muy decepcionado y triste.
Pero él les tuvo paciencia y se puso en su lugar.
Sabía que la cultura y las costumbres de aquel entonces habían influido en su forma de pensar y en su actitud.
Por esa razón fue amable con ellos.
Veamos un lindo ejemplo de esto.
Acompáñenme al capítulo 9 de Marcos.
Leeremos el versículo 33 y el 35: Ya sabemos la respuesta.
Iban discutiendo sobre quién de ellos era el más importante.
Versículo 35: ¿Notaron lo que hizo Jesús?
Esperó con paciencia al momento adecuado para corregirlos con amor.
No los corrigió frente a todos.
Como vemos aquí, Jesús esperó a estar en la casa; sentados, tranquilos.
Trató el asunto con calma.
No los presionó.
Más bien, les enseñó con paciencia con sus palabras y sus acciones.
Podemos imitar a Jesús no enojándonos enseguida y esperando al momento debido.
Evitemos actuar de forma precipitada, aunque los demás pongan a prueba nuestra paciencia.
¿Qué más podemos aprender de la paciencia que demostró Jesús?
Por ejemplo, ¿pueden los padres imitar la forma en que Jesús trató a sus apóstoles?
Es cierto que puede ser frustrante ver que los hijos no responden de inmediato al consejo o que tardan en hacer los cambios que tienen que hacer.
A veces, los ancianos también tienen que ayudar a hermanos a los que les cuesta trabajo aceptar sus consejos.
Pero recuerden el ejemplo de Jesús: él nunca dio por perdidos a sus apóstoles.
Siempre buscó lo bueno en ellos.
Les tuvo confianza.
Y les recalcó con paciencia las lecciones que tenían que aprender para llegar a ser amigos de Jehová.
Si somos pacientes y no damos por perdidos a los demás, con el tiempo veremos los buenos resultados.
En resumen, primero vimos que cuando somos pacientes demostramos que amamos a Jehová.
No vamos a adelantarnos y hacer lo que nos parezca, sino que esperaremos a que Jehová nos guíe.
Así nos aseguraremos de estar haciendo las cosas como Jehová quiere y alegraremos su corazón.
Y, segundo, vimos que la paciencia nos ayuda a llevarnos bien con los demás.
Trataremos de pensar antes de actuar.
Veremos lo bueno en los demás y les tendremos confianza.
Esperamos que esta información los haya ayudado a valorar aún más los beneficios de tener paciencia.
La situación de este mundo se está poniendo cada vez más difícil y necesitaremos más paciencia que nunca.
Imitar la paciencia de Jehová y de Jesús nos ayudará a tener la actitud correcta.
Podremos combatir la frustración y el desánimo que nos causa la maldad que nos rodea y esperaremos con paciencia a que llegue el fin.
Así es, seguiremos con atención la guía de Jehová y nos mantendremos cerca de él.
También haremos el máximo esfuerzo en la predicación para ayudar a las personas a conocer a Jehová y a beneficiarse de su paciencia.
Sí, hermanos, queremos que esta hermosa cualidad forme parte de nuestra personalidad.
De esa forma, a medida que demostremos con nuestra conducta cuánto la valoramos, le daremos gloria y honra a Jehová.