Cuando escuchan la palabra realista, ¿qué les viene a la mente?
Quizás piensan en alguien que es racional, práctico, razonable o sensato.
De hecho, tener expectativas realistas es la clave para ser felices y mejores siervos de Jehová.
Por el contrario, las expectativas poco realistas pueden desanimarnos, como menciona Proverbios 13:12.
Y es verdad.
Si siempre estamos esperando algo que no acaba de suceder nunca, lo normal es que acabemos desanimándonos.
Ahora bien, las expectativas que son demasiado altas también enferman nuestro corazón.
Noten por favor lo que se dijo en la ¡Despertad! del 8 de diciembre de 1983: Para no decepcionarnos, nuestras expectativas deben ser realistas y razonables.
En este discurso vamos a darles respuesta a tres preguntas acerca de las expectativas.
Primero: ¿por qué debemos ser realistas con lo que esperamos de nosotros mismos?
Segundo: ¿por qué debemos ser realistas con lo que esperamos de nuestros hermanos y hermanas?
Y tercero: ¿por qué es realista esperar que Jehová nos recompense por el fiel servicio que le damos?
El primer punto: ¿por qué debemos ser realistas con lo que esperamos de nosotros mismos?
Está claro que amamos a Jehová con todo nuestro corazón, alma y mente y que deseamos hacer todo lo posible para alabarlo.
No obstante, por más que queramos a Jehová y deseemos obedecerlo, la realidad es que somos descendientes de Adán y somos imperfectos.
Como resultado, pecamos con nuestros pensamientos, palabras y acciones.
Eclesiastés 7:20 dice: Y Santiago 3:2 añade: Es posible que se sienta como el apóstol Pablo cuando escribió las palabras de Romanos 7:18-20.
Dice así: Sí, esa lucha que tenía Pablo contra el pecado lo hacía sentir miserable.
A veces, nosotros también nos sentimos desanimados, decepcionados o frustrados por los errores que cometemos.
Quizás sintamos que no servimos para nada.
Pero ¿qué ayudó a Pablo a seguir sirviendo a Jehová sin perder la alegría?
Por un lado, aceptó con humildad que era imperfecto, y también confió por completo en el valor del sacrificio de Jesús.
En Romanos 7:24, 25, Pablo siguió diciendo: Así es, aunque somos imperfectos, estamos seguros de que Jehová nos sigue amando y de que acepta los esfuerzos que hacemos por servirle, porque con gusto nos rescató del pecado aunque ninguno de nosotros lo merecía.
¿De qué manera nos ayuda el rescate a tener la aprobación de Jehová y una conciencia limpia?
Hechos 3:19 nos lo explica: El verbo griego que se traduce aquí “sean borrados”, significa “hacer desaparecer algo limpiándolo” o “eliminarlo de tal modo que no quede rastro”.
Jehová limpia por completo nuestros pecados.
Para ilustrarlo: digamos que nuestra condición aprobada ante Jehová es como un papel en blanco.
Pero nuestros pecados son como manchas rojas que van cayendo en ese papel.
Con el rescate, Jehová no está tachando esas manchas rojas del pecado.
Si lo hiciera, esas manchas todavía se verían.
Lo que Jehová hace con el rescate es borrar o limpiar esas manchas para que desaparezcan por completo.
También podemos ver hasta dónde llega el perdón y la misericordia de Jehová en las palabras del Salmo 103:12-14.
Jehová “se acuerda de que somos polvo” y no espera de nosotros que seamos perfectos.
Él pone nuestros pecados tan lejos de nosotros como desde donde sale el sol hasta donde se pone.
Puede que un siervo de Jehová cometa un pecado grave.
Pero, si se siente triste y se arrepiente de verdad, Jehová hará desaparecer su pecado.
Lo perdonará por completo.
Por eso, es esencial que veamos nuestra imperfección de forma realista, que seamos razonables y sensatos.
Vamos a cometer errores, pero debemos confiar completamente en que Jehová nos perdonará gracias al sacrificio de su Hijo.
Además, podemos aprender mucho de los errores que cometemos, y así evitaremos repetirlos.
Pero hay que ser pacientes.
Hay ciertos hábitos y características personales que no desaparecerán de inmediato.
Es más, con algunos tendremos que luchar toda la vida.
A veces, necesitaremos consejos o disciplina.
¿Y cómo es lógico que nos sintamos si alguien nos disciplina?
Hebreos 12:11-13 dice claramente que al principio no nos resultará agradable, sino que nos dolerá.
Sin embargo, si aceptamos la disciplina con humildad y seguimos los consejos, sin duda nos sentiremos en paz y seremos mejores siervos de Jehová.
Por eso, no nos rindamos.
Esforcémonos por seguir mejorando.
No permitamos que el Diablo nos haga creer que somos un fracaso.
Fíjense en lo que decía La Atalaya del 1 de septiembre de 2001, en la página 18: La segunda pregunta que responderemos hoy es: ¿por qué debemos ser realistas con lo que esperamos de nuestros hermanos y hermanas?
Como hemos visto, es importante que no esperemos más de la cuenta de nosotros mismos.
Así que tampoco deberíamos esperar más de la cuenta de nuestros hermanos.
Esperar demasiado de los demás solo va a causar estrés, frustración y decepciones.
En la ¡Despertad! del 8 de septiembre de 1994, se cita lo que dijo el supervisor de una fábrica: “Hay que aceptar a los demás tal y como son.
Si se espera de ellos más de lo que pueden dar, aumenta el estrés y todos se amargan la vida”.
¡Qué cierto!
Por eso tenemos que esperar de nuestros hermanos lo mismo que Jehová y Jesús esperan de ellos.
En el relato de los talentos, que encontramos en el capítulo 25 de Mateo, vemos lo que ellos esperan.
Lo que quería enseñar Jesús al contarles esta historia a sus discípulos era que él (el amo) espera de los esclavos (o los ungidos) —y, por extensión, de los que son del grupo de las otras ovejas— que hagan todo lo que puedan en la obra de predicar las buenas noticias del Reino.
¿Cómo distribuyó el amo los talentos?
Lo podemos leer en Mateo 25:15: A Jehová y a Jesús les complace muchísimo ver que hacemos todo lo que podemos según nuestras circunstancias y nuestras capacidades, y nos premiarán.
Cuando el esclavo con dos talentos ganó otros dos, su amo no fue y le dijo: “¿Y por qué no ganaste cinco más, como hizo tu compañero?”.
Al contrario, a este esclavo que ganó dos talentos le dijo exactamente lo mismo que le había dicho al esclavo que había ganado cinco talentos: Este esclavo pudo sentirse feliz porque a los ojos de su amo tuvo el mismo éxito que el de los cinco talentos.
Los dos cumplieron las expectativas razonables que su amo tenía de ellos, y eso hizo que se sintiera contento.
¡Qué buen ejemplo para todos nosotros, incluidos los que servimos como ancianos!
Al igual que Jehová y Jesús, los ancianos nunca queremos que los hermanos se sientan obligados a hacer más de lo que pueden.
Si no somos realistas y razonables con lo que esperamos de los demás, nos frustraremos y los frustraremos.
Otro aspecto en el que tenemos que ser realistas y razonables es aceptar que, de vez en cuando, tendremos desacuerdos con los hermanos y que incluso puede que nos hagamos daño.
¿Han escuchado alguna vez a alguien decir: “Me esperaba esto de alguien del mundo, pero jamás de un hermano”?
¿Es realista esperar que nunca tendremos problemas con algún hermano?
No.
¿Esperaba Jesús que nunca surgiera ningún tipo de problema entre sus discípulos?
Claro que no.
¿Por qué lo sabemos?
Solo pensemos en algunas expresiones que usó en el Sermón del Monte: “Felices los que fomentan la paz, porque serán llamados hijos de Dios”.
“Si estás llevando tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete.
Primero haz las paces con tu hermano, y luego vuelve y presenta tu ofrenda”.
“Perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores”.
“Dejen de juzgar, para que no sean juzgados”.
Estos versículos demuestran que Jesús sabía que sus discípulos tendrían problemas entre ellos.
¡Y era realista esperar que los tuvieran!
Pero también era realista pensar que esos problemas se podían solucionar poniendo en práctica los principios bíblicos.
Así conseguirían estar en paz.
Igualmente, hoy no podemos esperar que entre los hermanos no haya ningún desacuerdo.
Pero, si seguimos los consejos que nos da la Biblia, conseguiremos que siempre haya paz entre nosotros.
Analicemos ahora el tercer punto: ¿por qué es realista esperar que Jehová nos recompense por el fiel servicio que le damos?
¿Qué dice Hebreos 11:6?
Que a Jehová le complace recompensar a todo el que lo busca con empeño.
¿Y en 1 Corintios 15:58?
Ahí Pablo nos animó a estar “siempre muy ocupados en la obra del Señor”, recordando que el trabajo que hacemos para él “no es en vano”.
Pablo no dudaba de que recibiría su recompensa.
A pesar de lo que hizo antes de ser cristiano y de la lucha contra sus imperfecciones, fíjense en la confianza que demuestra en las palabras de 2 Timoteo 4:7, 8: Nosotros también podemos estar convencidos de que Jehová nos recompensará, bien sea con vida en el cielo, o con vida eterna en un bello paraíso aquí en la Tierra.
Esta es una expectativa muy realista porque nuestro Dios, que tanto nos quiere, nos lo ha prometido y él no puede mentir.
Por lo tanto, seamos razonables y seamos realistas con lo que esperamos, no solo de nosotros mismos, sino también de nuestros hermanos.
Y nunca dudemos de que Jehová, nuestro Padre, “recompensa a los que lo buscan con empeño”.
Si tenemos expectativas realistas, seremos felices y mejores siervos de Jehová ahora y, además, tendremos la perspectiva de seguir sirviéndole para siempre.