Viernes tarde (parte 2) | Asamblea regional del 2021 “Poderosos gracias a la fe”

La asamblea regional del 2021 se está retransmitiendo en 240 países.

Se espera que más de 14 millones de personas puedan ver el programa especial que se ha preparado.

Y eso es gracias a sus generosas donaciones.

Estas donaciones pueden hacerse a través de donate.jw.org.

En el pasado, Jehová hizo milagros que fortalecieron la fe de sus siervos.

¿Sigue haciendo milagros en nuestros días?

El hermano David Splane, del Cuerpo Gobernante, nos dará la respuesta en el discurso “Las obras poderosas de Jehová fortalecen nuestra fe”.

Jehová es un Dios que hace milagros.

¿Qué es un milagro?

¿Cómo lo describiría usted?

Bueno, vamos a dar una definición sencilla.

Un milagro es una obra poderosa que no se puede explicar en términos humanos.

Siempre que Jehová hace un milagro tiene un propósito.

Y uno de ellos puede ser fortalecer la fe de sus siervos.

Ese es el título de este discurso, “Las obras poderosas de Jehová fortalecen nuestra fe”.

Nos encanta meditar en los milagros de la Biblia.

¿Verdad que fortalecen mucho nuestra fe?

Por eso, en este discurso, vamos a hablar de algunos de ellos.

¿Qué tal este?

Jehová libera a los israelitas de Egipto.

Llegan al mar Rojo y parece que están atrapados, con el mar delante y el faraón y su ejército detrás.

Pero Jehová hace que las aguas del mar se abran, y los israelitas cruzan sobre suelo seco.

Cuando los egipcios los siguen, Jehová hace que las aguas vuelvan a su lugar, y lo más selecto de los hombres de Egipto se ahoga.

Sabemos cómo afectó este milagro a los egipcios, pero ¿qué efecto tuvo en los israelitas?

Vamos a verlo.

Éxodo 14:31.

Les doy un momento, para que lo busquen.

Éxodo 14:31.

Dice: “Israel también vio el gran poder que Jehová usó contra los egipcios.

De modo que el pueblo empezó a temer a Jehová y a poner su fe en Jehová”.

Así que ese milagro fortaleció la fe de los israelitas.

Pero ellos no fueron los únicos que quedaron impresionados.

Avancemos 40 años.

Dos espías entran en Jericó y van a la casa de Rahab la prostituta.

Y ella les dice: “Hemos oído cómo Jehová secó las aguas del mar Rojo [...].

Cuando lo oímos, nos acobardamos [...], porque Jehová su Dios es Dios en los cielos arriba y en la tierra abajo”.

Con solo oír hablar de ese milagro, Rahab tuvo fe.

Otro milagro fortaleció la fe de una persona que puede que le sorprenda: la reina de Saba.

¿Y cuál fue la obra poderosa que impresionó a esta reina?

Una gran sabiduría.

Había oído hablar de la sabiduría de Salomón, y no pudo resistir la curiosidad.

Tenía que ver si lo que había escuchado era cierto.

Y eso implicaba un viaje de casi 2.000 kilómetros de su país a Jerusalén.

Pero aquel largo viaje valió la pena.

Al final de la visita, la reina de Saba le dijo a Salomón: “Alabado sea Jehová tu Dios, que te vio con agrado y te sentó en el trono de Israel”.

Ella le dio honra a Jehová por lo que vio.

No sabemos si ella llegó a ser adoradora de Jehová, pero Jesús dijo que aquella reina se levantará y condenará a los judíos que ni siquiera quisieron cruzar la calle para escuchar al Hijo de Dios.

Esos fueron solo dos ejemplos.

Y, como saben, hay muchos más en la Biblia.

El apóstol Pablo mencionó algunos en Hebreos 11:32-34. Les doy un momento.

Versículos 32 a 34.

Voy a leer primero el 32.

Hebreos 11:32. ¿Lo tienen?: “¿Y qué más diré?

Porque me faltaría tiempo para hablarles de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté y David, así como de Samuel y los demás profetas”.

Ahora, mientras leemos los versículos 33 y 34, quiero que ustedes, niños, se fijen en los sucesos que se describen y traten de adivinar quiénes los vivieron.

¿A qué personaje corresponde cada milagro?

Leemos el versículo 33: “Por medio de la fe derrotaron reinos, hicieron justicia, obtuvieron promesas, cerraron la boca de leones, apagaron la fuerza del fuego, escaparon del filo de la espada, pasaron de estar débiles a ser fuertes, fueron poderosos en la guerra e hicieron huir a ejércitos invasores”.

Volvamos atrás y veamos si podemos identificar a los personajes de cada uno de estos milagros.

Por ejemplo, “derrotaron reinos”.

¿Pensaron en alguien?

Hablemos de Gedeón.

Nos gusta Gedeón, nos recuerda a nosotros.

La verdad es que él no se veía muy capaz.

Cuando un ángel fue a decirle que Jehová tenía un trabajo para él, contestó: “Mi clan es el menos importante de Manasés y yo soy el más insignificante de la casa de mi padre”.

Y dijo algo más, algo que tiene mucho que ver con el tema del que estamos hablando.

Le dijo al ángel: “Si Jehová está con nosotros, [...] ¿dónde están todas esas cosas maravillosas que nos contaron nuestros padres?”.

Eso, ¿dónde estaban esas obras poderosas?

Antes de arriesgar el cuello, Gedeón quería una prueba de que contaba con la bendición de Jehová.

¿Qué pasó?

¿Qué fue lo que hizo el ángel?

Hizo una obra poderosa, y eso fortaleció la fe de Gedeón.

Más tarde, la confianza de Gedeón se vio reforzada por otros tres milagros: dos relacionados con un vellón, y otro, con un sueño que Dios le hizo tener.

Entonces, con esas obras poderosas en mente y con la ayuda de Jehová, Gedeón hizo lo imposible.

Con 300 hombres, derrotó a un ejército de 135.000.

Bueno, ¿y qué aprendemos?

¿Cuál es la lección?

Con Jehová de nuestro lado, siempre seremos mayoría.

Volvamos al versículo 33.

Niños, a ver si adivinan quién es el siguiente.

Versículo 33: “Cerraron la boca de leones”.

¿Cómo?

Pues con la ayuda de Jehová, como lo hizo Gedeón al vencer a los madianitas.

Fue Jehová.

¿Y cuándo pasó esto?

Ya lo saben, cuando arrojaron a Daniel al foso de los leones.

Cuando sentenciaron a muerte a Daniel, él no sabía con seguridad si Jehová lo rescataría.

Lo que sí sabía era que Jehová haría lo correcto.

Estaba seguro de eso porque Jehová siempre había estado a su lado.

De hecho, ya lo habían condenado a muerte una vez.

Pero, un momento, pensemos en ello.

¿Daniel ya había sido condenado a muerte antes?

¿Cuándo fue eso?

Fue cuando el rey de Babilonia tuvo un sueño y decretó que, si Daniel, o cualquier otro sabio de Babilonia, no le contaba el sueño y cuál era su significado, serían condenados a muerte.

Hacía falta un milagro.

Jehová le reveló a Daniel la información que necesitaba, y así le salvó la vida.

Eso fue en Babilonia, ahora estamos en Persia.

Y Daniel se enfrenta a la muerte otra vez, en el foso de los leones.

Y otra vez Jehová está ahí para rescatarlo.

Les cerró temporalmente la boca a los leones.

Podemos imaginarnos cómo se sintió Daniel.

Pero ¿qué hay de nosotros?

¿Qué aprendemos? ¿Cuál es la lección?

Hoy en día, Satanás anda como un león rugiente tratando de devorar a alguien.

Puede que nunca sepamos cuántas veces Jehová le ha cerrado la boca a ese león, cuántas veces ha protegido a su pueblo, en conjunto, de Satanás.

Por ejemplo, cuando predicamos de casa en casa.

Es peligroso estar ahí afuera.

Y probablemente no tengamos ni idea de lo ocupados que están los ángeles protegiéndonos.

¿Y qué pasa si alguien pierde la vida mientras está predicando o en una reunión?

Eso ha ocurrido.

Sus seres queridos pueden estar seguros de dos cosas.

Primero, eso no significa que no tuviera la aprobación de Jehová.

Y, segundo, la pérdida es solo temporal.

Satanás no puede causarnos daños permanentes.

Y un día Jehová cerrará la boca de ese león para siempre.

Volvamos a Hebreos 11.

Ahora vamos a leer el versículo 34.

Estoy seguro de que los niños adivinarán el siguiente.

Versículo 34: “Apagaron la fuerza del fuego”.

Claro, Sadrac, Mesac y Abednego.

Ellos eran funcionarios de la corte de Babilonia.

Un día, Nabucodonosor hizo una gran imagen de oro y ordenó a todo el mundo que la adorara.

El que no lo hiciera sería echado en un gran horno de fuego.

Era el momento de recordar las obras poderosas que Jehová ya había hecho.

Y estos tres hombres ya habían visto un milagro, probablemente cuando eran adolescentes.

¿Recuerdan cuál fue?

Cuando llegaron a Babilonia, los llevaron al palacio para instruirlos.

Tenían que comer cualquier cosa que les pusieran.

Pero algunos de esos alimentos estaban prohibidos por la ley de Moisés.

Sadrac, Mesac y Abednego se negaron a comerlos.

Y pidieron que, en vez de eso, se les diera verduras y agua.

Para algunos de ustedes, niños, seguro que eso de comer solo verduras todos los días sería una verdadera prueba.

Pero pensemos en los resultados de esta dieta.

Después de solo 10 días, los 3 jóvenes tenían mejor aspecto que los que siguieron la dieta del rey.

Ahora bien, si alguna vez han hecho una dieta, saben que es imposible que se vean los resultados en tan solo 10 días.

Jehová tuvo que haber intervenido.

Ahora se enfrentaban a la muerte.

Conocían a su Dios.

Sabían lo que era capaz de hacer.

Le dijeron al rey que, si era la voluntad de Dios, él los rescataría, pero que, aunque no lo hiciera, ellos no adorarían la imagen de oro.

Sabían que el hecho de que Jehová no hiciera un milagro no significaba que no los aprobaba.

Ya saben lo que pasó.

Los arrojaron en el horno de fuego.

Pero Dios envió a su ángel para protegerlos.

Y, cuando salieron del horno, ni siquiera su ropa olía a humo.

Además, su lealtad fue un gran testimonio.

Cuando el rey vio que estaban sanos y salvos, alabó a Jehová y dijo: “Alabado sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, [...] no existe otro dios que pueda librar como este”.

¡Qué testimonio!, ¿verdad?

Bueno, eso fue lo que sucedió.

¿Qué aprendemos? ¿Cuál es la lección?

Hoy día, muchos hermanos se enfrentan al fuego de la persecución, como en Rusia, por ejemplo.

Muchos hermanos han recibido largas condenas de prisión porque no se inclinan ante el Gobierno.

Jehová no ha evitado que esto ocurra, como tampoco evitó que a Sadrac, Mesac y Abednego los arrojaran en el horno.

Pero sí los ayuda.

¿Se han fijado en ellos cuando se los están llevando a prisión?

Están sonriendo, están tranquilos, están en paz.

Conocen a su Dios y, cuando salgan, ni siquiera olerán a humo.

Su fe estará intacta.

Y su buena conducta es un testimonio para los guardias y para aquellos que están al tanto de lo que está pasando.

Hablemos de otro de los ejemplos del versículo 34: “Escaparon del filo de la espada”.

Me hace pensar en Eliseo.

En los días del profeta Eliseo, el rey de Siria fue a pelear contra Israel y se reunió con sus hombres para planear en secreto una estrategia.

Pero Jehová le iba revelando a Eliseo lo que los sirios iban planeando.

Y Eliseo se lo contaba al rey de Israel.

Los sirios se pusieron furiosos, y el rey envió un ejército a capturar a Eliseo.

¡Qué desagradecidos!

¿Por qué decimos eso?

Porque en el capítulo anterior se cuenta que Eliseo había curado de lepra a Naamán, un jefe del ejército sirio.

Y ahora un ejército de soldados sirios quiere atrapar a Eliseo.

Esperamos que Naamán no estuviera con ellos.

Finalmente, los sirios encontraron la ciudad donde estaba Eliseo y la rodearon.

El sirviente de Eliseo se moría de miedo, pero Eliseo no.

En 2 Reyes 6:16, 17 se explica por qué.

Son palabras muy animadoras que fortalecen la fe.

Leamos 2 Reyes 6:16, 17.

Aquí tenemos a Eliseo hablando con su sirviente: “ ‘¡No tengas miedo!

Son más los que están con nosotros que los que están con ellos’.

Entonces Eliseo se puso a orar y dijo: ‘Oh, Jehová, te ruego que le abras los ojos para que vea’.

Inmediatamente, Jehová le abrió los ojos al sirviente, y este pudo ver...

¡La región montañosa estaba llena de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo!”.

Bueno, está claro que aquello fue un milagro, un suceso muy fortalecedor.

¿Qué aprendemos? ¿Cuál es la lección?

Bueno, algún día nos enfrentaremos a enemigos como aquellos sirios.

¿Y qué nos ayudará a mantener la calma, a ser valientes?

Miraremos al cielo y con los ojos de la fe veremos a miríadas de ángeles a nuestro alrededor.

Sabemos que Jehová hará lo correcto, lo que esté de acuerdo con su voluntad.

Puede que piense: “A mí me gustaría ver un milagro.

Eso sí que fortalecería mi fe”.

Vemos milagros todos los días.

¿Qué es un milagro?

Una obra poderosa que no se puede explicar en términos humanos.

Un ejemplo de eso es la oración.

¿No es algo increíble?

¿Se puede explicar?

Jehová puede escuchar millones de oraciones en cualquier idioma a la vez.

¡Eso es un milagro!

¿Y cómo fortalece la fe la oración?

Cuando oramos sobre un problema que solamente le hemos contado a Jehová y él nos contesta, nuestra fe se fortalece.

Es una obra poderosa.

¿Y qué hay de esas experiencias que hemos oído en las que alguien desesperadamente le pide a Dios: “Por favor, si existes, envíame a alguien que me hable de ti”?

Y 10 minutos después un Testigo toca a la puerta.

¿Casualidad o milagro?

Otro milagro: nuestra hermandad cristiana.

¿No es impresionante?

¿Cómo se explica?

Antiguos enemigos ahora son amigos.

Si va a cualquier Salón del Reino del mundo, allí estarán sus hermanos, encantados de verlo.

Se sentirá como en casa.

Ya sabe lo que creen y lo que se va a estudiar en la reunión.

Verá y sentirá el amor.

Cuando ha habido genocidios, ¿cuántas veces hemos leído de hermanos que arriesgan sus vidas para esconder a hermanos de otra tribu?

¿Saben?

Cuando pienso en el amor de la hermandad, siempre me viene a la mente la experiencia que contó Jack Johansson en su biografía.

El hermano Johansson era misionero en Malaui, en una época en la que en el país había disturbios políticos y muchísimos episodios de violencia.

Él y un hermano africano joven fueron a otra parte del país para ver si los hermanos estaban bien.

Pero, por el camino, se encontraron con un soldado que no los trató bien.

Le dijo al hermano africano: “Tengo que matar al hombre blanco”.

Hablaba en serio.

Y, cuando le apuntó con el rifle, el hermano africano enseguida se puso entre el soldado y el hermano Johansson y dijo: “¡Dispárame a mí!

¡Dispárame a mí!”.

Al soldado le impresionó tanto el amor del hermano africano, que bajó su rifle.

Experiencias como esa nos hacen sentir orgullosos de estar en la organización de Jehová.

¿Y por qué quiere Jehová que estemos en su organización?

Hay un detalle interesante en Isaías 43:10.

Búsquenlo, por favor.

Al escuchar Isaías 43:10 quizás piense: “Ya sé.

Ahí Jehová dice: ‘Ustedes son mis testigos’ ”, y es verdad.

Pero vamos a fijarnos en otra parte del versículo.

Isaías 43:10: “Ustedes son mis testigos —afirma Jehová—, sí, mi siervo, a quien he elegido”.

Y fíjense en esto: “Para que ustedes me conozcan, tengan fe en mí”.

Para poder tener fe en Jehová, tenemos que conocerlo.

Tenemos que aprender sobre sus obras poderosas, las del pasado y las del presente.

Y, cuando estudiamos lo que hizo por su pueblo en el pasado, vemos que Jehová siempre cumple sus promesas.

Él nos ha prometido un nuevo mundo justo.

Y, si lo ha prometido, lo va a cumplir.

Y mientras tanto, mediante la oración y su organización, podemos experimentar los milagros que Jehová está haciendo ahora, en nuestros días.

Cuanto más aprendamos de Jehová, más lo amaremos.

Cuanto más lo amemos, más querremos hablar con otros sobre él.

Y, cuanto más prediquemos, más fuerte será nuestra fe.

Y seremos poderosos gracias a la fe.

Gracias, hermano Splane, por esa explicación tan buena sobre los milagros de Jehová.

En la Biblia hay ejemplos de personas que mostraron fe aunque la gente de su tiempo no lo hacía.

¿Por qué eran diferentes?, ¿qué podemos aprender del ejemplo de estas personas?

Veremos las lecciones en la siguiente serie de cinco discursos.

Cada orador presentará al siguiente.

El hermano William Turner, ayudante del Comité de Servicio, presentará el primer discurso, “Sigamos el ejemplo de los que tuvieron fe.

Imitemos a Abel, no a Caín”.

Los seres humanos fuimos diseñados con la capacidad de imitar lo que vemos y escuchamos.

Por ejemplo, aprendemos a hablar imitando lo que dicen nuestros padres y cómo lo dicen.

Y, al crecer, copiamos las actitudes y la conducta de las personas con las que nos relacionamos.

Está claro, el ejemplo de los demás tiene una poderosa influencia en nosotros.

Hoy, más que nunca, tenemos que copiar el ejemplo de personas de fe.

¿Por qué?

Porque vivimos en una época en la que nuestra fe se pondrá a prueba de muchas formas.

Veamos lo que tenemos que hacer.

Por favor, busquen conmigo la carta de Judas.

Vamos a leerlo juntos.

Judas 20.

Dice: “Pero ustedes, amados, edifíquense sobre su santísima fe y oren con espíritu santo”.

Para entender este versículo, piensen en lo que haría el dueño de una casa si se enterara de que viene una gran tormenta.

Seguramente haría lo necesario para reforzar o asegurar su casa, desde arreglar las grietas en los cimientos hasta reforzar las puertas, las paredes y las ventanas.

De manera similar, nosotros tenemos que hacer lo necesario para reforzar o fortalecer nuestra fe.

Así, cuando vengan problemas o pruebas, estaremos protegidos y podremos afrontarlos.

Como leímos en el versículo, Judas dijo que debemos seguir edificándonos sobre nuestra “santísima fe”.

La “santísima fe” se refiere a las enseñanzas cristianas.

Cuando estudiamos la Palabra de Dios y le oramos a Jehová, aprendemos del ejemplo de distintos personajes de la Biblia, y eso fortalece nuestra fe.

Hay muchas cosas que podemos aprender de los siervos de Jehová del pasado.

En cada discurso de esta serie, vamos a analizar qué tenemos que hacer para imitar la fe de algunos siervos leales de Jehová y para no parecernos a quienes no tuvieron fe.

Comencemos analizando el ejemplo de Abel.

Él fue uno de los primeros humanos —de hecho, el cuarto— que vivió en la Tierra.

La Biblia dice que él era un hombre justo.

Y demostró a lo largo de su vida que seguía las normas de Jehová.

Pero su familia no era como él.

Todos sabemos quiénes eran sus padres, Adán y Eva.

Los dos se rebelaron contra Jehová.

¿Y su hermano mayor, Caín?

No era muy buen ejemplo que digamos.

De hecho, la Biblia dice que las acciones de Caín eran malvadas.

Piensen en esto...

Piensen en Adán, Eva, Caín...

Ninguno de ellos tenía fe en Jehová.

¿Se imaginan cómo era para el fiel Abel vivir con esa familia?

Habría tensión, hostilidad, resentimiento, no hablarían de cosas espirituales...

¿Creen que la fe de Abel se puso a prueba?

Claro que sí.

Hoy día, la conducta de quienes deciden no servir a Jehová también puede poner a prueba nuestra fe.

Ahora los invito a ver el siguiente video.

Mientras lo ven, noten cómo se pone a prueba la fe de la hermana.

Llegué a la ciudad durante la temporada de lluvias.

Estuvo lloviendo día y noche durante un mes entero.

Solo había tres publicadores allí.

La primera hermana a la que conocí era mi nueva compañera de precursorado.

Cuando empecé a predicar, me daba la sensación de estar hablando un idioma diferente.

La gente no quería saber nada de la Biblia, y a algunos les daba miedo escuchar ideas nuevas.

Cuando unos agentes se dieron cuenta de que les habíamos dado tratados a algunas personas, empezaron a vigilarnos y nos siguieron durante tres meses.

Aquello me abrumaba mucho y me hacía sentir ansiedad.

Tenía pocas personas a las que revisitar y pocas oportunidades para hablar de Jehová.

Me sentía perdida.

No sabía qué hacer ni adónde ir.

Muchas veces pensaba: “Padre, ¿por qué me enviaste aquí?”.

Me sentía muy triste, como si hubiera pasado de estar en la cima de una montaña al fondo de un valle profundo.

¿Se dieron cuenta de cómo se sentía la hermana mientras se adaptaba a su nueva vida?

Preocupada, perdida, abrumada...

Quizás ustedes también se han sentido así cuando su fe se ha puesto a prueba.

¿Cómo nos ayuda el ejemplo de fe de Abel tanto a usted como a mí?

Veamos lo que hizo.

Vayamos, por favor, a la Carta a los Hebreos.

Y vamos a leer aquí, en Hebreos 11:4.

Dice: “Por la fe, Abel le ofreció a Dios un sacrificio de mayor valor que el de Caín.

Por medio de esa fe recibió testimonio de que era justo, pues Dios aprobó sus ofrendas.

Y, aunque murió, todavía habla por medio de su fe”.

Abel fortaleció su fe en Jehová aunque las personas a su alrededor no lo hicieran.

Analicemos tres pasos que él dio.

El primero: dedicó tiempo a pensar en asuntos espirituales.

Por ejemplo, sin duda percibió el amor y la sabiduría de Jehová en la creación.

Él era pastor.

Así que sabía que las ovejas necesitan a alguien que las guíe y las proteja.

Por eso, seguro que se dio cuenta de que nosotros también necesitamos guía y protección de alguien mucho más sabio y poderoso, de Jehová.

El segundo paso que dio: Abel le oró a Jehová y actuó.

Es cierto que no sabía muchas cosas; tenía poca experiencia.

Aun así, actuó con fe.

Seguramente Abel le pidió a Jehová que aceptara su sacrificio, y Jehová aprobó su ofrenda.

Abel demostró que tenía una fe muy fuerte.

¿Y notaron que en el versículo 4 dice que su ejemplo todavía nos “habla” hoy en día?

Puede que a veces sintamos que nos falta conocimiento o experiencia para actuar con fe, como Abel.

Pero, tranquilos, eso no tiene por qué ser un obstáculo.

Oremos a Jehová y usemos el conocimiento que tengamos, aunque sea poco.

Actuemos con fe.

Jehová nos ayudará.

El tercer paso que dio: cuando Abel pasó por pruebas, se mantuvo leal.

No dejó que la conducta de su familia debilitara su fe.

Y nosotros tampoco deberíamos permitirlo.

Hermanos, no dejemos que las palabras o acciones de otra persona hagan que nos sintamos avergonzados de ser testigos de Jehová.

Así que prepárese.

Identifíquese rápidamente como testigo de Jehová.

Eso reforzará y fortalecerá su fe.

Ahora bien, también podemos aprender algo del mal ejemplo de Caín.

En Génesis 4:6, 7, Jehová corrige a Caín por su mala actitud y le dice que cambie y haga lo que está bien.

Pero, como sus padres, que no tenían fe, Caín pensó que sabía lo que era mejor para él.

Al final, acabó matando a su hermano.

Puede que, en algunas ocasiones, como somos imperfectos, no tomemos las mejores decisiones o que incluso desarrollemos una mala actitud.

¿Cómo actuaríamos si Jehová nos lo hiciera ver?

¿Cuál sería nuestra reacción?

No imitemos a Caín y su falta de fe.

No pensemos que solo nosotros sabemos lo que nos conviene.

Más bien, veamos ese consejo como un toquecito en el hombro de parte de Jehová para advertirnos.

Cambiemos nuestra forma de pensar y eso fortalecerá nuestra fe, y seguiremos siendo amigos de Jehová.

Veamos de nuevo a la hermana de antes.

En el siguiente video podremos ver cómo imita la fe de Abel.

Estudié en la Biblia cómo cuidó Jehová de sus siervos en el pasado.

Leí algo que Jehová le dijo a Jacob durante toda su vida: “Yo estoy contigo y te protegeré adondequiera que vayas”.

Me imaginé a Jehová diciéndome a mí lo mismo: “No te preocupes, que yo siempre estaré ahí para ayudarte”.

Le supliqué a Jehová que me ayudara a ser razonable, a sentir paz y a tener valor para salir a predicar.

Un día, Jehová me ayudó a encontrar a una muy buena estudiante de la Biblia.

Fue un regalo de Jehová maravilloso y totalmente inesperado.

Nuestro grupito se conecta a las reuniones por internet.

Gracias a eso, puedo recibir el alimento espiritual que necesito.

También nos juntamos para comer y pasar un buen rato.

Las experiencias que aparecen en JW Broadcasting® hacen que no me sienta sola.

Al final de cada programa, siempre sonrío y les digo adiós a los hermanos con la mano.

Me siento muy feliz.

¿Notaron qué hizo la hermana para fortalecer su fe?

Copió el ejemplo de Abel y siguió los mismos pasos que él.

El primer paso: meditó en asuntos espirituales.

Estudió lo que dice la Biblia sobre cómo Jehová cuidó a sus siervos del pasado y luego puso en práctica en su vida lo que aprendió.

El segundo paso: le oró a Jehová y actuó según el conocimiento que tenía.

Le pidió que la ayudara a ser equilibrada, a sentir paz y a tener valor para salir a predicar.

Después, actuó con fe.

Y, aunque siguió encontrando retos en la predicación, dio un tercer paso: se mantuvo leal a pesar de las pruebas.

Siguió predicando y consiguió un curso bíblico.

Además, fortaleció su fe asistiendo a las reuniones y también pasando tiempo con los hermanos de la congregación.

¿Y qué ocurrió?

Jehová recompensó sus esfuerzos.

Si nosotros seguimos estos pasos, Jehová también nos recompensará a nosotros.

Él nos ha dado la asombrosa capacidad de imitar el ejemplo de otras personas.

Usémosla para imitar a Abel.

Si reforzamos y fortalecemos nuestra fe, no habrá ninguna tormenta que nos pueda derribar.

El hermano Gary Breaux, ayudante del Comité de Servicio, presentará la siguiente parte de esta serie: “Sigamos el ejemplo de los que tuvieron fe.

Imitemos a Enoc, no a Lamec”.

En cualquier momento, nuestra fe podría verse sometida a prueba si alguien nos ataca con violencia.

Hermanos, esto fue precisamente lo que le sucedió a Enoc.

La Biblia dice que, antes del Diluvio, la gente no respetaba a Dios y que a menudo reaccionaba de forma muy violenta.

Pero también dice que Enoc, un hombre de fe, decidió andar con el Dios verdadero.

Cuando vio que su vida corría peligro, confió en que Jehová lo ayudaría.

Por otra parte, Lamec, descendiente de Caín —un asesino—, prefirió confiar en sí mismo para defenderse.

Eso lo llevó a matar a un hombre, supuestamente en defensa propia.

Tanto Enoc como Lamec, el asesino, vivían en un mundo lleno de violencia, pero cada uno tenía un plan de acción ante la violencia totalmente diferente.

A medida que nos acerquemos al fin de este sistema, la gente estará cada vez más desesperada y se volverá más y más violenta.

En el siguiente video, fijémonos en cómo un solo acto de violencia puede poner a prueba nuestra fe en Jehová de repente.

Mi hijo se libró de milagro de los pandilleros... otra vez.

Somos los únicos que no tenemos un arma.

Yo no quiero tener una pistola.

Pero, si no la tengo, ¿cómo voy a proteger a mi familia?

Como vivimos en un mundo tan violento, a todos podría pasarnos lo mismo que le pasó al hermano, aunque nuestro vecindario parezca seguro.

Si ese es el caso, ¿cómo podríamos imitar la fe de Enoc?

Bueno, él tenía muy clara una verdad sencilla pero fundamental: Jehová odia la violencia.

Por eso, si queremos andar con Dios, como Enoc, la violencia no debe ser una opción para nosotros.

¿Qué nos puede ayudar?

No deberíamos siquiera imaginar que nos vengamos.

Pensar en actos violentos puede hacer que actuemos con violencia, sin tener en cuenta las consecuencias.

Aprendamos a reconocer situaciones que podrían ponernos en riesgo y evitemos el peligro.

Ese es el consejo que nos da Proverbios 22:3: “El prudente ve el peligro y se esconde, pero los inexpertos siguen adelante y sufren las consecuencias”.

Así que este texto nos anima a escondernos si vemos peligro.

¡Anticipémonos!

¡Estemos alerta!

¡No bajemos la guardia!

Y evitemos situaciones que podrían terminar en violencia.

Evitemos las diversiones violentas.

¿Por qué?

Muchas veces, se presenta a los personajes defendiéndose de forma violenta si los amenazan.

Además, en este tipo de diversiones se promueve el uso de todo tipo de armas u objetos para matar o vencer a los oponentes.

Es cierto que los cristianos tomamos medidas para protegernos a nosotros mismos y a nuestras familias, pero siempre lo hacemos en el marco de los principios bíblicos.

Veamos tres textos bíblicos que nos ayudarán a tomar decisiones sobre la seguridad de nuestra familia.

En el Salmo 51:14, David oró: “Sálvame de la culpa de derramar sangre”.

Él no quería ser culpable de asesinato.

Si nuestro plan es usar un arma para defendernos, podríamos matar a alguien o morir nosotros.

Cuando un cristiano toma decisiones sobre cómo defender a su familia o defender su hogar, hará todo lo que esté en sus manos para no ser culpable de derramar sangre, para que nadie muera por su culpa.

En Mateo 26:52, Jesús advirtió que “los que usan la espada morirán a espada”.

Si alguien saca un arma en una discusión o en una pelea, la situación empeora rápidamente y muchas veces acaba en tragedia.

De hecho, planear usar un arma podría hacer que Jehová nos quite su espíritu santo.

Y estar alejados de Jehová es lo último que desearíamos en una situación peligrosa.

El tercer texto, Eclesiastés 9:18, dice claramente: “La sabiduría es mejor que las armas”.

En otras palabras, ir armado no es ser sabio.

Lo más prudente es confiar en Jehová, no en las armas.

La Palabra de Dios nos enseña que siempre debemos tratar a los demás con respeto, consideración y amabilidad.

Comportarnos de forma pacífica ayudará a calmar la situación y evitará que se vuelva más peligrosa.

¿No es cierto que una pelea a menudo comienza con una discusión acalorada?

Muchas veces, mantener la calma puede hacer que la persona que esté enojada se tranquilice y no se ponga agresiva.

Hay algo más a tener en cuenta.

En la Carta de Judas, se explica que Enoc profetizaba y que les dio una advertencia a sus enemigos.

Eso significa que Enoc les predicó.

Que la gente sepa que somos testigos de Jehová y que les demostramos compasión a quienes les predicamos será la mejor manera de protegernos.

¿Cómo recompensó Jehová a Enoc por haber puesto fe en él?

Veamos la respuesta en Hebreos 11:5: “Por la fe, Enoc fue trasladado para que no viera la muerte, y nadie pudo encontrarlo porque Dios lo había trasladado.

Y, antes de ser trasladado, recibió el testimonio de que le había agradado a Dios”.

La recompensa de Enoc fue saber “que le había agradado a Dios”.

De alguna manera, Jehová le dejó claro que estaba contento con él, que contaba con su aprobación.

¡Qué animador es saber que, si nos encontramos en una situación peligrosa y no vemos forma de escapar, como Enoc, nosotros también podemos aguantar esa prueba de fe de una manera que le agrade a Dios!

Veamos la segunda parte del video.

Hebreos 11:1: “La fe es la certeza de que sucederá lo que se espera”.

Yo tengo fe en las promesas de Dios.

Pero, si necesito un arma para proteger a mi familia, ¿no lo entenderá Jehová?

No, yo no podría hacer eso.

No soy el primer siervo de Dios que se enfrenta a la violencia en este mundo.

Hebreos 11:5: “Recibió el testimonio de que le había agradado a Dios”.

Enoc vivió entre gente extremadamente violenta, pero él anduvo con Dios.

Yo puedo imitar su fe.

Fijémonos en cómo el hermano imita el ejemplo de fe de Enoc.

¿Se fijaron en el plan de acción del hermano en caso de que lo agredieran?

Su fe en las promesas de Jehová lo ayudó a confiar en Dios en vez de defenderse con un arma.

Se dio cuenta de que no era el primero en vivir en un mundo lleno de violencia y tomó la firme decisión de imitar el ejemplo de fe de Enoc.

Así que, antes de encontrarnos en una situación de violencia, ¿qué podemos hacer para asegurarnos de que nuestro plan de acción le agradará a nuestro Padre, Jehová?

Imitemos a Enoc de estas cuatro formas.

Fortalezcamos nuestra fe y confianza en Jehová ahora, antes de que nos veamos envueltos en una situación peligrosa.

No pensemos en cosas violentas.

Por ejemplo, no permitamos que las películas o los videojuegos violentos, que promueve el Diablo, nos enseñen a nosotros o a nuestros hijos a reaccionar de forma violenta cuando alguien nos amenace.

Rechacemos de plano la idea de conseguir un arma para defendernos.

Y, por último, prediquemos con valor, tal como hizo Enoc.

Si hacemos esto, cuando nos encontremos en medio de una situación de violencia, tendremos bien claro nuestro plan de acción.

Así imitaremos a Enoc y le agradaremos a Jehová.

El hermano John Ekrann, ayudante del Comité de Coordinadores, presentará la siguiente parte de esta serie: “Sigamos el ejemplo de los que tuvieron fe.

Imitemos a Noé, no a la gente de su tiempo”.

Jesús comparó nuestros días con los días de Noé.

De hecho, él sabía lo terrible que fue la situación en los días de Noé porque lo vio desde el cielo.

Veamos cómo describe la Biblia aquellos días.

Lo encontramos en Génesis 6:5: “Así que Jehová vio que la maldad del hombre crecía en la tierra y que los pensamientos de su corazón estaban inclinados solo hacia el mal todo el tiempo”.

La maldad en la Tierra aumentó cuando unos ángeles malvados abandonaron el cielo y adoptaron forma humana para casarse con mujeres en la Tierra.

Y de esas uniones antinaturales, nacieron los nefilim, unos gigantes.

Padres, ¿se imaginan cómo debió ser criar una familia en esa situación?

¿Cómo habrá sido para Noé y para su esposa?

Seguro que no les cuesta mucho imaginárselo.

Solo hay que mirar alrededor.

La situación en la que vivimos hoy en día es igual o peor que la que vivió Noé y su familia.

Igual que le sucedió a Noé, seguramente la fe de ustedes también se pondrá a prueba al criar a sus hijos en este mundo malvado.

Padres, recibirán presión en el trabajo, de sus familiares o de otras personas.

No permitan que eso les haga anteponer las cosas materiales a la relación de su familia con Jehová.

Ustedes podrán ser fieles.

Imiten a Noé, no a la gente de su tiempo.

Veamos en el siguiente video cómo se pone a prueba la fe de un padre.

Otro día sin parar: mi hija se va a predicar, yo me voy a trabajar, y esta noche tenemos la adoración en familia.

Chao, papá.

Que te vaya bien, cariño.

¡Atención, todo el mundo!

Tengo que decirles algo.

A partir del lunes, todos harán horas extras.

¿Qué?

¿Horas extras otra vez?

Ya está, eso era todo.

Vuelvan al trabajo.

Ganaré más dinero, pero ¿cómo voy a hacerlo y a la vez cuidar de Regina?

Bienvenido al canal 17, su canal de noticias.

Papá, ¿no íbamos a estudiar hoy?

... la crisis económica está afectando a millones...

Quizá más tarde, cariño.

La violencia y los saqueos continúan a pesar de los toques de queda en ciudades de todo el mundo.

Quería hacerlo, pero estaba agotado, otra vez.

El hermano sabía que tenían la adoración en familia, pero estaba desanimado por las presiones de la vida y el trabajo extra.

Eso puso a prueba su fe.

¿Imitaría a Noé, o a la gente de su tiempo?

Aquella gente no tenía fe, no hicieron nada para salvar a su familia.

Jesús dijo que estaban tan distraídos con las cosas del día a día —comiendo, bebiendo, casándose...— que “no hicieron caso hasta que vino el Diluvio y los barrió a todos”.

En cambio, Noé sí hizo caso.

Por fe, actuó para salvar a su familia.

Vean lo bien que se habla de la fe de Noé en Hebreos 11:7: “Por la fe, Noé, después de recibir una advertencia divina de cosas que todavía no se habían visto, demostró temor de Dios y construyó un arca para salvar a los de su casa.

Por medio de esa fe condenó al mundo y se convirtió en heredero de la justicia que se obtiene por la fe”.

La obediencia de Noé salvó a su familia.

Seguro que para Noé no siempre fue fácil explicarles a sus hijos por qué ellos tenían que construir un arca si nadie más lo estaba haciendo.

Quizás tuvo que explicarles por qué aquello era lo más importante.

Cuando eran niños ya estaban los nefilim, y para Noé y su esposa debió ser muy difícil impedir que escucharan todas las historias que se contaban sobre esos gigantes.

Imaginen las conversaciones que Noé y su esposa tendrían con sus hijos.

Aquellos ángeles malvados y los hijos que tuvieron, los nefilim, eran famosos y todo el mundo los admiraba por sus capacidades sobrehumanas.

Incluso hoy a la gente le fascinan las historias y las películas de personas con superpoderes.

Pero ellos no merecían que nadie los admirara, ni los ángeles malvados ni sus hijos, los poderosos nefilim.

Noé no quería que sus hijos los admiraran ni los copiaran.

Así que les enseñó que a Jehová le dolía lo que sucedía, que no soportaba la violencia y la rebeldía.

Sabía que sus hijos tenían que aprender a amar a Jehová y a imitarlo.

Padres, dediquen tiempo a enseñarles a sus hijos a odiar lo que Jehová odia y a amar lo que Jehová ama.

Jehová odia la mentira, las trampas, el acoso, el egoísmo y la codicia.

En cambio, Dios ama la honestidad, la paz, el amor, la generosidad y el autocontrol.

Como todo buen padre, Noé quería que su familia tuviera un lugar cómodo donde vivir y buena comida.

¡Piensen en las casas que podrían haberse construido él y sus hijos!

¡Eran constructores expertos!

Pero esa no era una prioridad en la vida de Noé.

Su objetivo en la vida era más que construir casas, comer y beber.

Noé les enseñó a sus hijos poniéndoles un buen ejemplo y se centró en salvar a su familia del Diluvio.

Seguro que a veces se sentía cansado o abrumado por la enorme, inmensa, tarea de construir un arca.

Pero Noé no dejó que las actividades del día a día lo distrajeran de servir a Jehová.

Más bien, se aseguró de que, pasara lo que pasara en su vida, la construcción del arca siguiera adelante.

¿Recuerdan al hermano del video?

Estaba cansado, agotado por tanto trabajo.

Todos nos sentimos identificados con él.

¡La vida en este sistema es muy dura!

Padres, sabemos que se esfuerzan por que su familia tenga una buena rutina espiritual.

Valoramos muchísimo el esfuerzo que están haciendo todos ustedes.

Claro, a veces podrían sentirse tentados a decir “Estudiamos luego” o “Mejor dejémoslo para la semana que viene”.

Pero ¿ven el peligro?

Podríamos empezar posponiendo el estudio de familia una semana, después dos, después tres y así indefinidamente.

Jehová se encargó de que Noé y su familia tuvieran todo lo necesario para vivir.

Así que puede estar seguro de que Jehová cuidará de usted y su familia.

Él lo bendecirá por su obediencia.

En el siguiente video, veremos cómo nuestro hermano imita la fe de Noé.

La violencia y los saqueos continúan...

Este mundo es un desastre.

Está pasando todo lo que Jesús predijo. Mi hija es tan buena.

Es tan espiritual como lo era su madre, pero ¿seguirá siéndolo si no la ayudo?

... buscan protegerse de los disturbios, que se extienden por todo el país.

Operación Diseño.

Estreno, esta noche a las 8:30 ... aumentan después del gran terremoto de magnitud 8,1 que sacudió la ciudad...

Líderes de todo el mundo están lanzando un mensaje conjunto a través de las redes sociales en el que expresan seguridad y confianza.

Uno de ellos publicó: “Por fin estamos viendo una cooperación internacional que nos da la esperanza de un futuro seguro.

Tenemos una oportunidad única para poner fin al conflicto armado”.

Los disturbios se extienden por todo el país.

Lamentablemente, nuestra comunidad se está viendo afectada por un aumento de la violencia con armas de fuego.

Si estos tiempos son como los de Noé, tengo que demostrar una fe como la suya.

Vamos a estudiar juntos.

Okey.

Tengo que demostrar mi fe en Jehová y esforzarme mucho para salvar a mi familia.

¿Notaron cómo demostró fe el hermano del video?

Empezó a preguntarse: “¿Qué le podría ocurrir a mi hija si, poco a poco, se alejara de Jehová y empezara a imitar a la gente de este mundo?”.

Lo que se imaginó le dio miedo.

Así que inmediatamente apagó la televisión y empezó la adoración en familia con su hija.

Noé sabía que construir el arca salvaría a su familia del Diluvio, pero solo si estaban todos juntos adentro.

No quería que sus hijos imitaran el estilo de vida de la gente de su tiempo.

Noé hizo todo lo que pudo por enseñarles a sus hijos a amar a Jehová, tanto con lo que dijo como con lo que hizo.

Padres, si imitan a Noé, podrán salvarse ustedes y salvar a su familia Ahora, el hermano Seth Hyatt, ayudante del Comité de Servicio, presentará la siguiente parte de esta serie de discursos: “Sigamos el ejemplo de los que tuvieron fe.

Imitemos a Moisés, no al faraón”.

Durante casi 40 años, Moisés tuvo una vida cómoda y llena de lujos porque la hija del faraón lo había adoptado.

Él disfrutó de ventajas que los demás no tenían; tenía dinero y la mejor educación.

¿Dejó Moisés que esto le afectara, que influyera en su punto de vista o en su actitud?

Podemos responder estas preguntas por lo que ocurrió cuando Moisés tenía 80 años de edad.

Se relata en Éxodo, capítulo 5.

En este relato, Moisés y el faraón están hablando, y se menciona que el faraón le dijo a Moisés: “¿Quién es ese Jehová para que yo tenga que obedecerle?

No conozco a ese Jehová en absoluto”.

Y, en eso, el faraón no se equivocaba: ni conocía a Jehová ni sabía nada de él.

Y por eso no tenía fe en él.

Era un hombre sin fe.

¡Cuánto orgullo tenía!

Le faltó el respeto a Jehová.

Sin duda, sus palabras reflejaban la creencia egipcia de que el faraón era un dios.

Pero ¿qué podemos decir de Moisés?

¿Dejó que la cultura egipcia influyera negativamente en él?

No.

Él era muy diferente al faraón.

Moisés era un hombre humilde, un hombre de fe.

Cuando tenía 40 años, tomó una decisión, una decisión que reflejó lo profunda que era su fe y que cambió su vida para siempre.

¿Por qué deberíamos usted y yo —todos nosotros— analizar el ejemplo de Moisés?

Porque, al igual que Moisés, todos pasamos por situaciones en las que hay que tomar decisiones, decisiones que demostrarán cómo es nuestra fe.

Por ejemplo, en el siguiente video, veremos cómo un anciano se enfrenta a una situación que pone a prueba su fe.

Danny va a ocuparse de mi negocio mientras estemos fuera.

Solo tiene que encargarse de un par de trabajos sencillos.

Estoy seguro de que puede hacerlo.

Tenemos la asamblea.

Hice planes para que podamos ir todos juntos.

Pero algunas cosas no las ves venir.

Hola.

Danny estaba muy nervioso.

Había problemas con mis dos clientes más importantes.

Eran malas noticias.

No puedo perder a estos clientes.

Durante unos minutos, analizaremos lo que la Biblia dice sobre la fe de Moisés.

También veremos cuatro maneras en las que podemos imitarlo.

Vayamos, por favor, a Hebreos, capítulo 11.

Comenzaremos a leer en el versículo 24.

Hebreos 11:24: “Por la fe, Moisés, cuando ya era adulto, se negó a ser llamado hijo de la hija del faraón.

Escogió ser maltratado con el pueblo de Dios en vez de disfrutar de los placeres temporales del pecado”.

¿Qué es lo primero que podemos imitar de Moisés?

Él rechazó la actitud orgullosa y egoísta de la cultura egipcia de aquel tiempo.

Escogió ser maltratado con los israelitas, que eran esclavos de los egipcios, en vez de formar parte de una cultura que no respetaba a Jehová.

¿Por qué tomó esa decisión?

Al principio del versículo 24, dice que Moisés era un hombre de fe.

Y fue su fe lo que lo impulsó a tomar estas decisiones, no su cultura ni la gente que lo rodeaba, sino su fe.

Y este es el segundo punto.

Sigamos leyendo en el versículo 26: “Porque consideraba que la deshonra del Cristo era una riqueza mucho mayor que los tesoros de Egipto, pues él tenía los ojos puestos en el pago de la recompensa”.

Jehová le encargó algo a Moisés, una tarea, una comisión.

Y él vio eso como algo de mucho más valor que cualquier cosa que le pudiera ofrecer Egipto.

Les dio la espalda a las comodidades de ese país y eligió ponerse del lado de Jehová y hacer todo lo que él le pedía.

El tercer punto: tenía una clara visión espiritual, “tenía los ojos puestos en el pago de la recompensa”.

Moisés veía mucho más allá de Egipto.

Veía el cumplimiento de las maravillosas promesas que Jehová le había hecho a Abrahán y sus descendientes.

Se habla un poco más de su visión espiritual en el versículo 27: “Por la fe, abandonó Egipto sin miedo a la furia del rey, porque se mantuvo firme [y fíjense] como si estuviera viendo al que es invisible”.

Es verdad que Moisés podía ver al faraón.

Pero, con su clara visión espiritual, también podía ver a Jehová.

Moisés tenía una fuerte amistad con Jehová.

¿La tiene usted?

Para que dos personas sean amigas íntimas, es necesario que entre ellas haya muy buena comunicación.

Si oramos regularmente a Jehová y de corazón y tenemos un buen estudio de la Biblia, tendremos una comunicación fluida con Jehová.

Nosotros le hablaremos y él nos responderá.

A medida que conozcamos mejor a Jehová, nuestra fe será más y más fuerte.

Y esa fe se reflejará en nuestras decisiones.

Es decir, nuestras palabras y nuestras acciones demostrarán que somos personas de fe.

Y eso nos lleva al cuarto punto.

Al principio del versículo 27, decía: “Por la fe, [Moisés] abandonó Egipto”.

Su fe era tan fuerte que se percibía en sus palabras y en sus acciones.

Sin duda, Moisés era un hombre de acción, porque dice que se fue de Egipto.

Pero también era un hombre que expresaba sus convicciones.

¿Recuerdan cuando Moisés y los israelitas estaban en la orilla del mar Rojo?

Por detrás tenían al faraón y su ejército, y por delante tenían el mar Rojo.

Parecía que no había escapatoria.

¿Qué dijo Moisés para fortalecer al pueblo?

“No tengan miedo.

Manténganse firmes y vean cómo los salva hoy Jehová”.

Aquellas palabras debieron fortalecer mucho a los israelitas.

De igual manera, nosotros podemos fortalecer a los demás.

Lo hacemos cuando predicamos o cuando estamos con la familia o con los amigos...

Expresemos nuestra fe con palabras.

También demostrémosla con hechos, con nuestras acciones.

Si lo hacemos, seremos una bendición para otros.

Claro, es importante que seamos humildes, igual que Moisés.

Obedezcamos siempre las instrucciones y los consejos que nos da Jehová mediante su Palabra y su organización.

Pero ¿qué pasó con el anciano que conocimos antes?

Si les parece, veamos cómo el hermano imita el ejemplo de Moisés al tomar una decisión.

Okey.

Busca las piezas y yo te vuelvo a llamar.

Esto llevará días.

¿Nos vamos sin ti?

¿Y tú vas a otra asamblea?

Sí, y avisaré a John de que no puedo ser acomodador.

Pero ¿qué me perderé si voy a otra?

Hebreos 11:26 dice que Moisés “consideraba que la deshonra del Cristo era una riqueza mucho mayor que los tesoros de Egipto, pues él tenía los ojos puestos en el pago de la recompensa”.

¿Qué valor tiene ser príncipe de Egipto en comparación con...?

¿Cariño?

Cariño, ¿qué piensas?

¿Danny?

Te voy a decir lo que puedes hacer ahora, y ya veremos qué pasa cuando yo regrese.

¿Vieron lo que hizo el hermano?

Con la decisión que tomó, demostró que era un hombre espiritual.

Él usó los ojos de la fe.

Se imaginó las bendiciones que disfrutarían él y su familia si asistían juntos a la asamblea regional.

Su decisión demostró que era un hombre de fe.

En resumen, ¿cómo imitamos la fe de Moisés?

Rechazando la actitud egoísta y orgullosa del mundo.

También, tomando decisiones guiadas por nuestra fe, y no por nuestra cultura o por lo que diga la gente que nos rodea.

Teniendo una clara visión espiritual.

Y demostrando nuestra fe con palabras y acciones.

Si hacemos todo esto, podemos estar seguros de que Jehová nos cuidará y nos salvará, igual que hizo con su siervo Moisés.

El hermano Robert Ciranko, ayudante del Comité de Redacción, presentará el último discurso de esta serie: “Sigamos el ejemplo de los que tuvieron fe.

Imitemos a los discípulos de Jesús, no a los fariseos”.

Jesús los llamó “serpientes, crías de víboras”.

¿De quiénes estaba hablando?

De los fariseos.

¿Y ellos quiénes eran?

Una importante secta religiosa judía del siglo primero.

¿Por qué Jesús tenía esa opinión de ellos?

Porque, aunque aquellos líderes tenían conocimiento de Dios y se enorgullecían de seguir al pie de la letra la Ley de Moisés, no hacían lo que Moisés había mandado: escuchar a la persona que Jehová enviaría con el fin de salvar a su pueblo.

Ese Salvador es Jesucristo.

Pero, cuando los fariseos vieron que curaba milagrosamente a los cojos, a los ciegos y hasta resucitaba a los muertos, no se alegraron por aquellos milagros ni alabaron a Dios por lo que estaba haciendo mediante Cristo.

Los fariseos eran hombres sin fe, y se negaron a creer en el Hijo de Dios y a obedecerlo.

Y, aún más, persiguieron a los discípulos de Jesús, porque ellos sí ponían fe en Jesucristo.

Jesús los desenmascaró delante de todo el mundo y los llamó “serpientes” porque, con la influencia que tenían, habían destruido la fe que algunos habían puesto en él.

De hecho, los fariseos tenían tanta influencia en la gente que algunas personas importantes no se atrevían a decir que tenían fe en Jesús por miedo a que les quitaran su posición en la sinagoga y a perder el respeto de la comunidad.

¿Podría ese mismo miedo impedir que alguien dé el paso de servir a Jehová y hacerse discípulo de Jesús?

¿Podría frenarlo el temor al rechazo o a la burla de parte de vecinos, familiares o amigos?

Si es así, ¿cómo puede imitar la fe de los discípulos de Jesús?

Ellos no solo conocían a Dios, sino que confiaban en él y lo veían como un padre y un amigo.

Como prueba de eso, fueron derecho al templo de Jerusalén y, delante de todo el mundo, hablaron con valor acerca del Hijo de Dios.

Fueron poderosos gracias a la fe.

Cuando los del tribunal supremo judío se enteraron, se pusieron furiosos —muchos eran fariseos— y les ordenaron a los discípulos que dejaran de hablar de Jesús.

¿Qué hicieron ellos?

¿Se acobardaron?

No.

Podemos leer lo que ocurrió en Hechos 5:29.

Ahí dice: “Pedro y los otros apóstoles respondieron: ‘Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres’ ”.

Los discípulos no dejaron que la presión y las amenazas de aquellos líderes los detuvieran.

Tenían claras sus prioridades.

Sabían que a veces no podrían obedecer a los hombres y a Dios al mismo tiempo.

Como vemos, no siempre tenemos que obedecer lo que los gobernantes nos mandan.

Por ejemplo, cuando nos exigen algo que Dios prohíbe.

O, como en este caso, cuando nos prohíben algo que Dios nos pide que hagamos.

Aunque los gobiernos nos prohíban predicar, no podemos dejar de realizar la tarea que Jehová nos ha encargado.

De hecho, los apóstoles nos pusieron el modelo.

Ellos establecieron el precedente de lo que deben hacer los cristianos verdaderos: obedecer a Dios por encima de todo.

Los discípulos eran amigos de Jehová porque tenían fe y, por eso, ahora están vivos en el cielo y son reyes y sacerdotes junto a Jesucristo.

¿Y qué les pasó a aquellos fariseos sin fe y sedientos de poder?

Bueno, Jesús les dijo en su cara lo que les iba a ocurrir.

Lo podemos leer en Mateo 23:33.

Les dijo: “Serpientes, crías de víboras, ¿cómo escaparán del juicio de la Gehena?”.

El “juicio de la Gehena” significaba que, si ellos no cambiaban, serían destruidos para siempre.

Si queremos imitar la fe de los discípulos de Jesús, tenemos que hacer lo que él les dijo.

Vamos a leerlo en Mateo 6:33: “Sigan buscando primero el Reino y la justicia de Dios, y entonces recibirán también todas esas cosas”.

Así que, para los discípulos de Cristo, el Reino debe ser lo primero en su vida.

Si eso es así, Jesús nos promete que Jehová se encargará de las necesidades materiales y espirituales que tengamos.

Los cristianos buscamos primero el Reino cuando les predicamos a tantas personas como sea posible.

Igual que los discípulos de Jesús, necesitamos mucho valor para predicar cuando nuestros vecinos, amigos o familiares se oponen.

Pero no debemos temer a nadie que trate de impedirnos servir a Jehová.

Claro, Jesús nos dijo que predicáramos con valor, pero que también lo hiciéramos con cautela.

Podemos verlo en Mateo 10:16: “Miren que los estoy enviando como a ovejas en medio de lobos.

Así que sean cautelosos como serpientes, pero también inocentes como palomas”.

En realidad, la mayoría de las serpientes prefiere huir en vez de atacar.

Así que cauteloso aquí significa ser “prudente”, “sensato” y “astuto”.

Y a la paloma se la conoce como a “la oveja del mundo de las aves” porque es dócil y delicada.

Así que ser inocente significa ser sincero, intachable y con buenos motivos.

Lo que Jesús quiso decir fue que, cuando sus discípulos afrontaran persecución, tendrían que ser ambas cosas, tanto cautelosos como inocentes.

Así evitarían los peligros que pudieran surgir mientras predican.

Por ejemplo, imagínese que alguien en el trabajo o en la escuela o algún familiar le hace comentarios sarcásticos o se burla de usted por ser testigo de Jehová.

En vez de hacer lo mismo que él y criticar sus creencias siendo sarcástico, demuestre que sus comentarios no le roban la paz ni le quitan la alegría del rostro.

Eso es ser prudente e intachable, cauteloso pero inocente.

Todos tenemos que esforzarnos por imitar la fe de los discípulos de Jesús.

Bueno, ¿qué aprendimos en estos discursos?

Dos cosas.

Primera: debemos rechazar la conducta de los que no tuvieron fe, como Caín, Lamec, los del tiempo de Noé, el faraón y los fariseos.

Segunda: tenemos que imitar a los siervos de Jehová que tuvieron fe, como Abel, Enoc, Noé, Moisés y los discípulos de Jesús.

Si lo hacemos, todos seremos amigos de Jehová y viviremos para siempre.

¡Gracias, hermanos!

Estamos decididos a imitar los buenos ejemplos de los que hablaron, en especial cuando pasemos por pruebas.

Y hemos llegado al último discurso de este día.

¿Por qué debemos analizar a menudo nuestra vida y nuestra espiritualidad?, ¿cómo podemos hacer esto?

El hermano Geoffrey Jackson, del Cuerpo Gobernante, nos mostrará la respuesta que da la Biblia.

Su discurso se titula “Sigan examinándose para saber si están firmes en la fe”.

¿Tiene usted un auto, una motocicleta o algún otro vehículo?

Si es así, sabrá que conlleva una gran responsabilidad.

De entrada, cuesta bastante dinero comprar un vehículo, y luego hay que seguir gastando dinero para mantenerlo en funcionamiento.

Además de eso, tener un vehículo conlleva otra responsabilidad muy seria: la responsabilidad de mantenerlo para que sea seguro, es decir, que no se rompa, que no cause accidentes y, más importante aún, que no cause muertes.

Para ello, hay que tener un programa de mantenimiento.

No esperaríamos a que se le caiga una pieza al vehículo o a que de pronto se quede parado.

Tenemos que ser previsores y tener una lista de control para asegurarnos de que todo funciona bien.

De manera parecida, espiritualmente hablando, cada uno de nosotros debe tener su propio programa de mantenimiento.

¿De qué tipo de mantenimiento estamos hablando?

Abramos nuestras biblias y busquemos 2 Corintios 13:5.

2 Corintios 13:5.

Ahí dice: “Sigan examinándose para saber si están firmes en la fe.

Sigan comprobando lo que ustedes mismos son.

¿O no se dan cuenta de que Jesucristo está en unión con ustedes?

Claro, a menos que estén desaprobados”.

Fíjense en que al principio del versículo dice “sigan examinándose”, “sigan comprobando”.

¿Qué quiere decir eso?

La nota de estudio de la Biblia en inglés para este versículo dice lo siguiente: “Un diccionario bíblico señala que la palabra que Pablo usa para examinar significa ‘esforzarse por descubrir la naturaleza o el carácter de algo’.

Ellos podían descubrir la naturaleza de su propio estado espiritual comparando su conducta diaria, sus actitudes y sus decisiones con las verdades sagradas que habían aprendido.

Este autoexamen los ayudaría a <b>comprobar</b> si eran verdaderos cristianos.

Para comprobar, Pablo usa una palabra que podría referirse a examinar algo para ver si es auténtico, como se hace con los metales.

¿Se dan cuenta de lo que nos quiere decir este versículo?

Los cristianos tenemos que examinarnos continuamente para saber si estamos en la fe.

Pero ¿qué significa “fe” en este contexto?

No solo se refiere a nuestra fe en Dios, sino a todas las enseñanzas cristianas que encontramos en su Palabra, la Biblia.

Según lo que acabamos de ver, “examinar” y “comprobar” en realidad significa observarnos a nosotros mismos para ver si estamos viviendo de acuerdo con lo que nos dice la Biblia.

Ese es un programa de mantenimiento muy importante.

Para darle mantenimiento a un vehículo es útil una lista de control, pero ¿hay una lista de control que podamos usar para examinarnos y comprobar si estamos en la fe?

Sí, la hay.

Es una lista con tres puntos.

Primero, debemos hacernos preguntas profundas sobre nuestra amistad con Jehová.

Ese es el primer punto: preguntas que nos ayuden a ver qué hay en nuestro corazón.

Recordemos, tenemos que responderlas con honradez.

La respuesta a esas preguntas tiene que ser lo que de verdad veamos en nosotros mismos.

Y, cuando la tengamos, debemos pedirle a Jehová que nos ayude a hacer los cambios necesarios.

De ese modo nos mantendremos espiritualmente fuertes y tendremos una amistad estrecha con nuestro Padre celestial.

Pues, con esto en mente, volvamos al ejemplo que pusimos al principio, el de un vehículo, un auto o una motocicleta.

Si tuviera que comparar nuestra fe o nuestras creencias y nuestra conducta con un vehículo y su mantenimiento, ¿qué partes del vehículo utilizaría?

Bueno, quizás lo primero que le venga a la mente sea el motor.

Tiene que asegurarse de que el motor funciona bien, porque eso es lo que hace que el vehículo se mueva.

Así que deberíamos preguntarnos “¿Qué es lo que nos mueve y nos motiva a servir a Jehová de la manera correcta?”.

La respuesta está en las Escrituras.

Vamos a buscar juntos 1 Timoteo 4:8.

1 Timoteo 4:8.

A ver si encuentran con qué podemos comparar el motor de un auto.

Dice: “Porque el ejercicio físico tiene algún beneficio, pero la devoción a Dios es beneficiosa para todas las cosas, pues ofrece una promesa para la vida presente y la vida futura”.

¿Lo vieron?

¿Qué es lo que dice la Biblia que es tan importante?

La devoción a Dios.

Pero tenemos que entender qué es la devoción a Dios.

De hecho, también tenemos que entender por qué la Traducción del Nuevo Mundo usa esta expresión.

Muchas otras Biblias simplemente la traducen como “piedad”, “la piedad es provechosa”, o “una vida dedicada a Dios”, o “la religión”.

Y otra incluso dice “entrenarse en la sumisión a Dios”.

Pero la Traducción del Nuevo Mundo transmite muy bien el sentido del original, porque se puede entrenar o programar a un robot para que haga cierto trabajo, pero no se le puede programar para que tenga devoción a Dios.

¿Por qué no?

Porque la devoción a Dios implica lo que sentimos por Jehová.

Significa que le somos leales porque le estamos muy agradecidos y porque lo amamos.

Esta expresión nos ayuda a entender que lo que de verdad importa es por qué hacemos las cosas, y no qué cosas hacemos.

Volvamos a la comparación que estamos usando, la del vehículo.

Queremos revisar el motor.

¿Qué haría para comprobar que funciona bien?

Seguramente revisaría a menudo la temperatura, porque si el motor se sobrecalienta, tenemos un problema.

O quizás revisaría el aceite, para ver si tiene suficiente.

O miraría la fecha en la que cambió el aceite por última vez.

O pondría el motor en marcha y escucharía con cuidado, para ver si está sonando bien o no.

Quiere averiguar si el motor está haciendo algún ruido extraño.

Este es el tipo de cosas que revisaríamos de la lista para saber si el motor de nuestro auto funciona bien.

Claro, nada de esto tiene que ver con la devoción a Dios, ¿verdad?

Pero ¿qué sí encontraríamos en nuestra lista de control para saber en qué estado se encuentra nuestra devoción a Dios?

Volvamos a la Biblia.

Vamos a buscar juntos el libro de los Salmos.

Leeremos el Salmo 40:8.

Salmo 40:8.

Aquí dice: “Hacer tu voluntad, oh, Dios mío, es un placer para mí, y tu ley está en lo más hondo de mi ser”.

Este texto nos ayuda a examinar nuestra devoción a Dios.

¿Cómo?

Bueno, tenemos que preguntarnos: “¿Sirvo a Jehová porque es un verdadero placer para mí o lo hago por obligación?

¿Es algo que hago por pura rutina, algo que sencillamente hago cada día, pero que en realidad no siento un gran deseo de hacer?”.

Bueno, y si nos damos cuenta de que nuestra devoción a Dios no es como debería ser, que estamos haciendo las cosas por pura rutina y no por amor a Jehová, tenemos que hacer algo.

Nuestra reacción debería ser como si escucháramos un ruido extraño en el motor o viéramos que se está sobrecalentando.

Y eso es exactamente lo que Jesús les dijo en el siglo primero a los hermanos de la congregación de Éfeso.

Por favor, busquen conmigo el libro de Apocalipsis, capítulo 2. Recordarán que en esta parte del libro de Apocalipsis encontramos una serie de mensajes que Jesús les da a algunas congregaciones.

La primera congregación que se menciona es la de Éfeso.

En el capítulo 2 de Apocalipsis, si nos fijamos en los versículos 2 y 3, ¿qué encontramos?

Jesús le dice a la congregación: “Conozco tus hechos, tu duro trabajo y tu aguante”.

Y eso suena bien, ¿verdad?

También les dice que no están tolerando a hombres malos.

Y en el versículo 3 les dice que han perseverado y que no se han cansado.

¿Qué conclusión sacamos de estos dos versículos?

Que en el siglo primero nuestros hermanos de la congregación de Éfeso estaban ocupados sirviendo a Jehová.

Estaban activos, no se habían rendido.

Pero ¿qué les dice Jesús en el versículo 4?

Les dice: “Pero tengo algo contra ti: que has perdido el amor que tenías al principio”.

¿Vemos el punto?

Esto muestra claramente que a Jehová y a Jesús no solo les interesa qué hacemos, sino también por qué lo hacemos.

Sí, nuestro servicio a nuestro Dios Jehová debe demostrar que lo amamos y que le somos leales, tal como Jesús ama a su Padre y es leal a él.

Esto es muy importante.

El apóstol Pablo también habló de esto.

Busquen conmigo 1 Corintios 13, 1 Corintios 13, y veamos lo que Pablo dijo bajo inspiración en el versículo 3: “Si doy todo lo que tengo para alimentar a otros o si entrego mi cuerpo para poder sentirme orgulloso pero no tengo amor, no me sirve de nada”.

La nota de estudio de la Biblia en inglés para este versículo dice lo siguiente: “Hablando hipotéticamente, Pablo dice que, si diera todo lo que tiene para alimentar a otros o si muriera como mártir por la verdad pero lo hiciera por orgullo y no por amor, eso no le serviría de nada”.

Esto da mucho que pensar.

Hablando de esta expresión, “devoción a Dios”, un experto da una definición muy interesante de la palabra original.

Dice que es estar conscientes de que todo lo que hacemos influye en nuestra amistad con Dios.

Así que, si revisamos nuestra devoción a Dios y vemos que no está funcionando del todo como debería hacerlo, quizás necesita mantenimiento.

¿Pero de qué tipo de mantenimiento estamos hablando?

Bueno, algo que podemos hacer es pensar en Jehová más a menudo todos los días, para que él sea parte de nuestra vida.

Además, meditar en lo que Jehová ha hecho por nosotros hace que nuestro amor y gratitud hacia él crezcan, y eso nos motiva a hacer lo que Jehová quiere que hagamos por amor y con un corazón lleno de agradecimiento.

Y, por supuesto, orar a Jehová con frecuencia fortalece nuestra amistad con él.

Bien, ¿qué hemos aprendido hasta ahora?

Que tal como el motor de un vehículo necesita mantenimiento y tenemos que estar pendientes de que funcione correctamente, nosotros tenemos que hacernos preguntas, preguntas sinceras, preguntas que nos ayuden a ver cómo está nuestra devoción a Dios.

¿Estamos sirviendo a Jehová simplemente por rutina, por un sentido del deber?

¿Lo hacemos por obligación, o porque nuestro corazón rebosa de amor por Jehová y de agradecimiento?

Si ese amor y ese agradecimiento aumentan, nuestra devoción a Dios estará en buen estado, estará bien mantenida.

Esta es la primera de las comparaciones que vamos a hacer entre el programa de mantenimiento de un vehículo y nuestra espiritualidad.

Pongamos otra comparación.

Otra parte muy importante de un vehículo son los frenos.

Sabemos que los frenos son absolutamente necesarios, ¿verdad?, porque alguien podría de repente cruzar por delante o podría haber un vehículo que quizás viene demasiado rápido y tenemos que esquivarlo...

y necesitamos usar los frenos.

Pensando en nuestra adoración a Jehová y en nuestra amistad con él, ¿a qué creen que podemos comparar los frenos de un vehículo?

Bueno, la Biblia nos da una pista.

Está en el Salmo 111.

Allí encontramos la respuesta.

Busquemos juntos el Salmo 111 y leamos el versículo 10: “El temor de Jehová es el comienzo de la sabiduría.

Todos los que obedecen sus órdenes demuestran ser muy perspicaces.

Su alabanza dura para siempre”.

¿Les viene a la mente a qué podemos comparar los frenos de un vehículo?

¿Qué es lo que nos frena para que no hagamos algo que a Jehová no le gusta?

Es el temor de Jehová.

Tal como los frenos de un vehículo necesitan mantenimiento, nosotros tenemos que revisar cómo están nuestro amor por Jehová y el temor que le tenemos.

Bueno, ¿y a qué nos referimos al decir el temor de Jehová?

¿Significa temblar de miedo pensando todo el tiempo que nos va a castigar?

No.

Quizás podemos compararlo a un chef que tiene un cuchillo bien afilado.

Si usa el cuchillo con destreza, puede hacer con él cosas increíbles, pero si lo usa mal podría hacerse daño.

De forma parecida, si nuestra amistad con Jehová es fuerte, no tenemos por qué estar temblando de miedo, por así decirlo.

Al contrario, debemos recordar siempre que Jehová está a nuestro lado.

El temor de Jehová es un temor sano.

Significa no querer hacer nada que le desagrade.

El temor de Jehová es importante porque, si se interpone una tentación en nuestro camino, frenaremos a tiempo para no hacer algo que está mal.

¿Qué les parece si hablamos un poco de lo que hay que hacer para revisar los frenos?

¿Qué podemos hacer para saber si los frenos están bien o no?

Bueno, los mecánicos dicen que, si al pisar el freno notamos que el volante comienza a temblar, eso puede ser una señal de que algo anda mal.

¿O qué pasa si cuando pisamos el freno notamos que el vehículo comienza a irse hacia un lado?

Esa es otra mala señal.

O, si pisamos el freno y resulta que está muy flojo y tenemos que pisarlo varias veces para que funcione...

De nuevo, hay un problema.

Y, como pasa con el motor, si escuchamos ruidos extraños al frenar, esa tampoco es una buena señal.

¿Y qué hay del temor a Jehová?

¿Qué podemos hacer para comprobar en qué estado se encuentra nuestro temor a Dios?

Sabemos que Satanás y su mundo nos lanzan cosas constantemente: tentaciones, malos pensamientos y cosas así.

Es como cuando uno va conduciendo y de repente se le cruza por delante una persona o un animal...

Ahí es cuando necesitamos los frenos.

Pero ¿cómo los usamos?

¿Cómo nos ayuda el temor a Dios?

Vamos a buscar 2 Corintios para ver una idea interesante que se les comunicó a los hermanos de Corinto.

Leeremos 2 Corintios 10:5.

Para ponernos en el contexto, en este capítulo Pablo está hablando de enseñanzas falsas.

Pero el principio que se menciona en este versículo también se puede aplicar a cómo reaccionamos ante los pensamientos malos e inmorales, o ante todo aquello que no esté de acuerdo con la voluntad de Jehová.

Así que vamos a ver cuál es este principio, 2 Corintios 10:5: “Y es que estamos derrumbando razonamientos y toda barrera que se alza contra el conocimiento de Dios.

Estamos haciendo prisionero todo pensamiento para que sea obediente al Cristo”.

¿Vieron el punto?

No importa lo que se nos presente, sea un pensamiento inmoral o la tentación de hacer algo malo o una situación en la que pudiéramos dejar de ser neutrales en asuntos políticos, ¿qué debemos hacer?

Debemos reaccionar rápido.

Es como cuando pisamos el freno.

Tenemos que derrumbar todos los pensamientos malos que nos vengan a la mente.

Por eso es tan importante que comprobemos nuestro temor a Dios, preguntándonos: “¿Cómo suelo reaccionar cuando se me presenta cualquier tipo de tentación?

¿Reacciono rápidamente?

¿Me funcionan bien los frenos?

¿O me está fallando el temor a Dios?”.

Una pregunta interesante.

Vamos a poner otro ejemplo: imagínese que se encuentra en su auto un montón de arañas venenosas.

No puede dejarlas ahí.

Así que busca a alguien que lo ayude a deshacerse de las arañas.

Pero, después de pagarle por el trabajo, viene y le dice: “Ya quité la mayoría, pero puede que quede alguna”.

No se quedaría muy contento, ¿verdad?

Porque usted lo que quiere es que no quede ninguna araña en el auto.

Pero ¿qué es lo que nos dice el versículo 5?

Dice que tenemos que eliminar todas las cosas que estén en contra de la voluntad de Jehová.

Y es que, aunque hayamos eliminado la mayoría de esas cosas, puede que todavía queden unas cuantas que no tengamos bajo control.

También podríamos comparar esto a conducir en la dirección contraria.

Bueno, ¿y qué tenemos que hacer si nos damos cuenta de que vamos por la autopista en dirección contraria?

Parar, dar la vuelta y conducir en la dirección correcta.

Eso es exactamente lo que tenemos que hacer si vemos que no funciona bien nuestro temor a Dios.

Si nos damos cuenta de que estamos siendo un poquito lentos al reaccionar cuando se nos presentan tentaciones inmorales o cualquier otra cosa, entonces tenemos que desarrollar más temor de Dios.

Así el temor de Jehová nos ayudará a resistir las tentaciones.

¿Y qué nos puede ayudar a fortalecer nuestro temor a Jehová?

De nuevo la Biblia nos da la respuesta, esta vez en el libro de Proverbios.

Proverbios 8:13.

Y verán que aquí tenemos una definición y la fórmula de cómo hacerlo.

Proverbios 8:13: “Temer a Jehová significa odiar lo malo”.

¿Qué es lo que nos ayudará a fortalecer nuestro temor a Jehová?

Tenemos que odiar lo que es malo.

Permítanme que les haga una pregunta: ¿pueden pensar en alguna comida que odien?

Pues a mí se me ocurren un par de cosas que no me gustan nada, las odio.

Si alguien intentara tentarnos con esa comida, ¿cederíamos fácilmente?

Claro que no, porque la odiamos, ¿verdad?

Por eso, qué importante es que desarrollemos auténtico odio hacia lo malo.

Tenemos que asegurarnos de sentir odio por las cosas que Jehová odia, y rechazarlas, igual que él.

No permitamos que poco a poco vaya cambiando nuestra manera de ver lo que Jehová dice que está mal.

Volvamos de nuevo a Proverbios 8:13.

Ahí dice: “Temer a Jehová significa odiar lo malo”.

Y luego añade: “Odio la soberbia, el orgullo, el mal camino y las palabras perversas”.

Así que es necesario que eliminemos de nuestro corazón cualquier tipo de orgullo que pueda dañar nuestra amistad con Jehová.

Es muy importante. Es una manera de odiar lo que Jehová odia.

Pensemos un momento en esto.

Al revisar cómo es nuestro temor a Jehová, si es fuerte o débil, tenemos que preguntarnos: “¿De qué tipo de cosas me siento orgulloso?”.

Algo de lo que digamos en nuestro interior: “Sí, me siento muy orgulloso de esto”.

Recordemos lo que pasó con Absalón.

Él estaba orgulloso de su pelo.

Pero al final fue su pelo lo que acabó con él.

Terminó muriendo porque se le enredó el pelo en las ramas de un árbol.

Nosotros no queremos ser como Absalón.

No permitamos que el orgullo acabe causándonos problemas serios.

Esto ha sido interesante, ¿verdad?, esta segunda comparación entre el mantenimiento de un auto y el mantenimiento de nuestro temor a Dios.

Igual que los frenos, el temor a Dios nos ayuda a detenernos antes de hacer algo que a Jehová no le gusta.

Claro, si nos ponemos a buscar comparaciones entre el mantenimiento de un vehículo y el mantenimiento de nuestra espiritualidad, se nos podrían ocurrir muchísimos ejemplos, y muy buenos.

Probablemente ustedes ya están pensando: “Pues yo usaría este ejemplo, o este otro”.

Pero solo tenemos tiempo para una comparación más, y es posible que esta no se les haya ocurrido.

¿Cuál es?

La bocina.

En algunas partes del mundo, los conductores dicen que la bocina es tan importante como los frenos.

¿Por qué?

Porque es necesaria para que otros sepan que vamos por la carretera.

Si hay otro vehículo que quiere cambiar de carril y no queremos que choque contra nosotros, tocamos la bocina.

O, si hay una persona que está distraída y se pone a cruzar la calle, tocamos la bocina.

Si la usamos correctamente, puede salvar vidas.

¿A qué aspecto de nuestra espiritualidad podemos comparar la bocina de un vehículo?

Vamos a leer juntos 1 Timoteo 4:16.

Fíjense en cuál es la comparación: “Presta constante atención a tu conducta y a tu enseñanza.

No dejes de hacer estas cosas, pues así te salvarás a ti mismo y también a los que te escuchan”.

Así que podríamos decir que tal como en un vehículo la bocina es importante, el sonido de las buenas noticias que queremos que todo el mundo escuche, es decir, enseñar a otros y hablarles de lo cerca que está el día de Jehová, puede salvar vidas.

Si quisiéramos revisar una bocina, ¿qué deberíamos mirar, o más importante aún, escuchar?

Bueno, podríamos empezar tocando la bocina, y si no suena sabemos que hay un problema.

Por otro lado, si el sonido es tan bajito que nadie lo oye, también tenemos un problema.

¿Y qué hay de nosotros?

¿Tenemos que analizar cómo estamos predicando las buenas noticias? Sí.

Y es necesario que pensemos en todas las facetas de la predicación.

Por ejemplo, ¿qué hay de la predicación informal?

¿Les ha pasado que al ver una oportunidad piensan: “Sí, tengo que hablar con esa persona”, y no les sale nada?

La bocina no está funcionando.

O a lo mejor sí aprovechamos la oportunidad para hablar, pero nuestro mensaje no es claro, y la persona no entiende lo que estamos diciendo.

En cualquiera de estos dos casos, está claro que le falta mantenimiento a nuestra bocina simbólica.

¿Qué podemos hacer?

Bueno, podríamos orarle a Jehová para pedirle que nos dé valor.

Que nos dé valor para hablar con otras personas, ya sea informalmente, por teléfono o de cualquier otro modo.

Y, si vemos que tenemos que ser más claros o coherentes cuando les presentamos a otros el mensaje, es importante que practiquemos antes de hacerlo, que tengamos sesiones de ensayo para ver lo que vamos a decir.

Si lo hacemos, estaremos preparados para dar un mensaje claro a los que nos escuchen.

¿No les parece que esto ha sido muy interesante?

¿Lo repasamos?

Vimos varias comparaciones con las partes de un vehículo.

Podríamos decir que el motor es comparable a nuestra devoción a Dios.

La devoción a Dios debe salir del corazón.

Y los frenos del vehículo son como el temor de Jehová.

Si odiamos lo que es malo, como Jehová, eso será un freno que nos detenga.

Y también hablamos de tener una bocina que transmita correctamente el sonido del mensaje.

Y no olvidemos pedirle a Jehová que nos ayude a transmitir a las personas el mensaje de las buenas noticias con claridad.

Estoy seguro de que, como ya mencionamos antes, se les ocurren muchas otras comparaciones.

Pero el punto es que un buen conductor no solo conduce su auto, su motocicleta o el vehículo que sea.

Un buen conductor también revisa su vehículo para que esté en buen estado y sea seguro.

De la misma manera, nosotros, como dice 2 Corintios 13:5, tenemos que seguir examinándonos.

Tenemos que seguir comprobando si estamos firmes en la fe.

En otras palabras, comprobar si somos cristianos de verdad, si de verdad estamos viviendo de acuerdo con lo que creemos y con lo que predicamos.

Pero vamos a recordar una advertencia que da la Biblia.

Vamos a buscar juntos 1 Corintios 10:12, y veamos cuál es esa advertencia: “El que piensa que está de pie, que tenga cuidado de no caer”.

Y es que pensar que todo está bien, que no tenemos problemas...

Pensar que a nosotros no nos hace falta examinarnos y comprobar si estamos en la verdad, eso es un problema, tal como la falta de mantenimiento de un vehículo puede hacer no solo que este se dañe, sino también provocar muertes.

Por eso es tan importante que sigamos examinándonos para saber si estamos en la fe, o en la verdad.

Así que si nos revisamos a menudo y nos preguntamos: “¿Cómo está mi devoción a Dios?

¿Cómo está mi temor a Dios?

¿Estoy odiando lo que es malo?

¿Cómo está sonando mi mensaje al predicar?”.

Si notamos alguna debilidad, ¿qué debemos hacer?

Leamos de nuevo el texto temático de este discurso, 2 Corintios 13:5: “Sigan examinándose [...].

Sigan comprobando lo que ustedes mismos son”.

Pero, si avanzamos un poco y leemos el versículo 11, veremos lo que tenemos que hacer si nos damos cuenta de que algo va mal.

El versículo 11 dice: “Por último, hermanos, sigan alegrándose, corrigiéndose”.

“Corrigiéndose”.

Si vamos ahora al versículo 9, veremos que al final del versículo se usa este mismo verbo.

La nota de estudio de la Biblia en inglés para este versículo dice: “Esta palabra se refiere a hacer que algo vuelva a su estado original”.

Por ejemplo, en Mateo 4:21 se usa esta palabra para hablar de reparar redes.

Cuando las redes de pesca tienen agujeros, hay que remendarlas o repararlas.

En Gálatas 6:1, se usa el mismo verbo para hablar de la necesidad de ayudar a alguien que da un paso en falso a cambiar de actitud.

Este término a veces se usa en textos médicos cuando se habla de recolocar un hueso, una extremidad o una articulación.

¿Cuál es el punto?

Que, si hacemos la revisión con la lista de control y vemos que de algún modo nuestra devoción a Dios no es tan fuerte como debería, que estamos haciendo las cosas por rutina y nuestro amor por Jehová ya no es el que era, o nos damos cuenta de que nuestro temor a Jehová ya no nos frena de hacer lo que está mal, o si vemos que no estamos dando un testimonio completo de las buenas noticias, tenemos que hacer algo.

¿Qué debemos hacer?

Bueno, como dice aquí, primero tenemos que identificar cuál es el problema, y luego debemos corregir o reparar lo que no esté funcionando bien.

Así que, queridos hermanos, recordemos siempre que no importa cuánto tiempo llevemos en la verdad o qué privilegios de servicio tengamos, debemos seguir revisando cómo estamos.

Debemos seguir examinándonos y comprobar si estamos firmes en la fe.

Gracias, hermano Jackson, por ayudarnos a analizar nuestros motivos y a fortalecer nuestra amistad con Jehová.

Hoy hemos analizado lo que es la auténtica fe y hemos visto las pruebas en las que se basa nuestra fe.

¿Qué nos espera en la siguiente parte del programa de esta asamblea?

El texto temático es “Luchen con todas sus fuerzas por la fe”.

Aprenderemos que la fe se demuestra con acciones y cómo podemos evitar que se debilite nuestra fe.

Y veremos el ejemplo de hermanos de distintos lugares que están luchando “con todas sus fuerzas por la fe”.

Concluiremos con la canción 119.

Se titula Necesitamos una fe fuerte. Cantemos juntos la canción 119.

Después de la canción, pueden hacer una oración de conclusión.



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