El título del discurso de este mes es: “Jóvenes, construyan su futuro con Jehová”.
Si toman en cuenta a Jehová, como dice 1 Timoteo 6:19, tendrán “un fundamento excelente para el futuro” y disfrutarán de “la vida que realmente lo es”.
Por supuesto, mucho de lo que se dirá en el programa está dirigido a nuestros queridos jóvenes de la organización de Jehová.
Aunque, pensándolo bien, todos somos muy jóvenes, en vista del futuro eterno que esperamos vivir.
Por lo tanto, la información de este programa nos edificará a todos.
En lo personal, le agradezco a Jehová haber experimentado un tipo de presión de grupo que fue muy positiva para mí, porque me impulsó a empezar el precursorado cuando terminé la escuela.
¡Qué bendición y qué protección fue para mí comenzar el servicio de precursor regular a los 17 años e ir a servir en Betel a los 18!
A pesar de que hubo gente que no servía a Jehová y que me presionó para que me fuera a la universidad, le agradezco a Jehová que me orientara para tomar la decisión de construir mi futuro con su ayuda.
De verdad, no me arrepiento de mi decisión.
Así también se sienten los jóvenes que sirven a Jehová con todo su corazón: no se arrepienten de su decisión.
Veamos lo que dicen algunos de estos hermanos que están construyendo su futuro con Jehová.
Antes de hacerme precursora, me preocupaba mucho no poder alcanzar la meta de horas cada mes.
Comenzar a servir de precursor fue difícil, ya que no tenía auto.
Mi jefe no me dejó trabajar de media jornada.
Realmente tuve que esforzarme para poder estudiar y ser precursora al mismo tiempo.
Batallé mucho con el temor al hombre.
Fue un gran obstáculo, pues hablar con la gente no era mi fuerte.
Mantener una buena rutina fue toda una lucha.
En casa, solo mi hermano y yo somos testigos de Jehová.
Mi familia no podía entender por qué queríamos ir a predicar.
Creía que yo no podría ser una buena precursora.
Desde los 5 años tengo diabetes tipo 1.
Así que no sabía si iba a poder sobrellevar mi enfermedad y, al mismo tiempo, servir de precursora.
Los retos no parecen tan grandes ahora, pero en aquel momento los veía enormes.
Lo mejor de todo fue ver cómo me ayudó Jehová.
Orar a Jehová me ayudó a superar mis miedos.
Le agradezco a Jehová que mi familia me haya ayudado tanto.
Mi papá fue el primero que me animó a hacerme precursora.
Y cuando inicié el precursorado, me prometió que contaría con el apoyo de todos en casa.
Lo que en realidad me ayudó fue hablar con hermanos que dedicaron su juventud al servicio de tiempo completo.
Eso me animó y me motivó muchísimo.
Ahora yo quiero escribir mi propia historia en el servicio de tiempo completo.
Tuve que ser más práctico: si no tenía auto, simplemente caminaba o tomaba el autobús.
Primero tenía que determinar cuáles eran mis prioridades.
Así que calculé las horas que tenía que hacer por semana en la predicación.
Luego organicé mi agenda para planear qué días saldría a predicar y qué días iría a la escuela; y también aparté tiempo para hacer mis tareas y estudiar.
Una muy buena idea fue elaborar un horario por escrito que pudiera ver en todo momento.
Así me di cuenta de que, en realidad, la meta de horas no era tan difícil de alcanzar.
Mi primera meta a corto plazo fue servir de precursora en los meses de actividad especial.
Después, me hice precursora auxiliar de continuo y, finalmente, inicié el precursorado regular.
Lo mejor que pude haber hecho antes de comenzar el precursorado regular fue servir de precursora auxiliar.
Eso me preparó para superar los distintos retos que vendrían más tarde.
Pensé mucho en lo que dice Malaquías 3:10.
Yo creía que Jehová te bendice, pero debía darle la oportunidad de hacerlo.
Oré a Jehová, decidí confiar en él y entregué mi solicitud.
Después de haber entregado mi solicitud de precursor, un hermano me llamó y me ofreció un empleo.
Me quedé sin trabajo por tres meses, y no fue nada fácil.
Pero durante ese tiempo, me concentré en hacer lo que es más importante para Jehová.
Y, como siempre, él me apoyó y no me decepcionó.
Algo que me ayudó mucho fue invitar directamente a algunos hermanos a ir a predicar conmigo los días en que normalmente no hay mucho apoyo.
Esto me permitió organizar mi horario y, también, pude conocer mejor a otros hermanos.
Una de mis mayores alegrías ha sido servir de tiempo completo con mi mamá.
Nos tocó ir juntas a la Escuela del Servicio de Precursor, ¡y eso fue algo muy especial!
Salmo 16:8 me recuerda que Jehová está justo a mi lado.
Cuando estoy predicando, es como si él me llevara de la mano.
Me encanta hacer feliz a Jehová sirviéndole de tiempo completo.
Con todo lo que él me ha dado, al fin siento que yo le estoy dando algo a él.
Creo que empezar a servir de precursor fue lo mejor que pude haber hecho.
Esa decisión me ha abierto muchas puertas en el servicio y me ha ayudado a cultivar el deseo de seguir sirviendo de tiempo completo.
Ayudar a alguien a encontrar el camino que lleva a la vida eterna no se compara con nada; ¡simplemente no tiene precio!
Lo único que te puedo decir es esto: “¡Si eres joven, hazte precursor!”.
¡Qué buena actitud demuestran estos jóvenes!
Sin duda, están siguiendo el ejemplo de Cristo.
Jesús fue el hombre más sabio que jamás haya pisado la Tierra.
Él podría haber emprendido cualquier carrera en la vida y haber sobresalido en ella.
Podría haberse convertido en el mejor carpintero de la historia.
Piensen en esto: él ya había ayudado a su padre a crear el universo.
¿Se imaginan las casas tan impresionantes que podría haber construido?
¿Y si hubiera decidido ser inventor?
Con un cerebro perfecto, probablemente podría haber inventado el teléfono, los autos o las computadoras en el primer siglo.
¿Y si hubiera optado por dedicarse a los negocios?
Con su insuperable inteligencia, podría haber ganado millones y, así, haberse convertido en el empresario más rico de todos los tiempos.
¿O qué habría pasado si hubiera decidido ser atleta?
En el tiempo de Jesús, las personas se esforzaban mucho por sobresalir en competencias deportivas.
Con un poquito de entrenamiento, es muy probable que Jesús, con su cuerpo perfecto, hubiera superado a todos los demás atletas, con cuerpos imperfectos, y se hubiera convertido en el deportista más famoso del mundo.
Otro ejemplo: ¿y si hubiera decidido ser médico?
Él podía curar a las personas, incluso levantarlas de la muerte.
¿Se imaginan cuánto les podría haber cobrado a los ricos para resucitar a sus seres queridos?
Sin embargo, ¿por qué no escogió ninguna de esas opciones?
Porque sabía que cualquier carrera solo tendría beneficios limitados y temporales.
En cambio, eligió una carrera que produciría beneficios significativos, eternos: el servicio de tiempo completo.
Si el hombre más sabio de todos los tiempos razonó de esa manera, sería sensato de nuestra parte pensar del mismo modo.
Esto me recuerda lo que me contó un joven maduro, a quien conocí mientras yo servía en la obra de circuito, hace muchos años.
Este jovencito comenzó el precursorado regular en cuanto terminó la escuela.
Le pregunté por qué había tomado esa decisión.
Me dijo que había considerado aceptar un trabajo de tiempo completo para comprarse un auto nuevo.
Pero luego razonó que, en pocos años, ese auto se oxidaría, dejaría de funcionar y él se quedaría sin nada.
Por otro lado, sabía que podía hacerse precursor y disfrutar de una relación muy cercana con Jehová.
Como precursor, hasta podría encontrar a alguien de corazón sincero y enseñarle la verdad.
Él entendía que estas cosas durarían para siempre.
La forma de pensar del joven fue muy acertada.
Hoy día, ese hermano tiene una hermosa esposa cristiana, les ha enseñado la verdad a varias personas y es un excelente anciano de congregación.
Si tú, joven, concuerdas con esta forma de pensar y sigues tras metas espirituales, es fundamental que sepas escoger bien a tus amistades.
De cierta forma, nuestros amigos son como un elevador.
¿Por qué?
Bueno, los amigos te pueden hacer subir o bajar.
Si escoges bien a tus amigos, ellos te pueden hacer llegar muy alto: contribuirán a que desarrolles las cualidades que tienes y te ayudarán a ser mejor persona.
Por el contrario, si no escoges bien, te pueden hacer caer muy bajo.
De hecho, si eliges muy mal a tus amigos, ellos te pueden llevar hasta la planta baja, o incluso hasta el sótano, hasta la parte más baja.
En Proverbios 13:20, nuestro amoroso Padre celestial, nuestro Creador, nos explica este asunto.
Allí él dice: “Estar andando” y “tener tratos” significa relacionarse con los demás.
¿Y quiénes son los estúpidos?
Bueno, este texto los contrasta con las personas sabias.
Pero no se refiere a alguien a quien le falta inteligencia.
Se refiere a quienes no toman decisiones sabias desde el punto de vista de Jehová.
Si lo pensamos bien, cualquier persona que no sirve a Jehová —al menos no por ahora— está actuando imprudentemente.
Entonces, si nos relacionamos estrechamente con personas así, Jehová nos dice que nos irá mal.
Piensa en este otro ejemplo: alguien enfermo y con mucha fiebre.
Si pasamos mucho tiempo con esa persona, es muy probable que nosotros también nos contagiemos.
O peor aún, si pasáramos mucho tiempo cerca de un cadáver, seguramente contraeríamos alguna enfermedad.
Sucederá lo mismo si pasamos mucho tiempo junto a una persona que está enferma, o incluso muerta, en sentido espiritual.
En cambio, si escogemos como amigos a quienes aman a Jehová y están construyendo su futuro eterno con él, obtendremos grandes beneficios.
Prestemos atención a estos jóvenes, de diferentes lugares, que se mantienen muy ocupados acumulando tesoros en el cielo con Jehová.
¡Qué conmovedor es para nosotros —y por supuesto para Jehová— ver a estos valiosos jóvenes hacer lo que Jesús aconseja en Mateo 6:20, 21!
Allí Jesús nos dice: Si nos detenemos a pensar un momento, veremos que, a fin de cuentas, seamos jóvenes o mayores, nuestro verdadero patrimonio será lo que hayamos acumulado en el cielo con Jehová.
Los bienes materiales no servirán de nada durante la gran tribulación.
Y si morimos, obviamente no podremos llevarlos con nosotros.
Sin embargo, los tesoros espirituales nos servirán de mucho en la gran tribulación y perdurarán aun si morimos y luego resucitamos.
Las palabras de Revelación 14:13 tienen que ver con todos los miembros del pueblo de Jehová, sean ungidos o no.
Allí se dice: “Las cosas que hicieron van junto con ellos”.
¡Cuánto nos anima ver a los jóvenes bautizarse y demostrar públicamente que le entregan su vida a Jehová!
De verdad, esperamos que ustedes, los jóvenes que aún no se han bautizado, no se demoren y hagan todo lo necesario para lograrlo.
Cuanto antes se bauticen, más pronto recibirán una mayor protección de parte de Jehová y muchas bendiciones.
Por cierto, hace poco me dio mucho gusto ver a un jovencito de 10 años bautizarse.
Joven, jamás te avergüences de identificarte como testigo de Jehová.
No permitas que el miedo a lo que digan los demás te detenga de expresar que le sirves a Jehová.
Dios nos dice lo siguiente en Proverbios 29:25: Hace muchos años, cuando aún estaba en la escuela, me preocupaba mucho cómo me veían los demás.
Sin embargo, poco después salí de la escuela y nunca volví a ver a la mayoría de mis compañeros.
Luego me di cuenta de que, en realidad, no importa lo que los demás piensen de uno; lo que realmente cuenta es cómo nos ve Jehová.
Ninguno de nosotros puede agregar ni 5 segundos a su vida.
Sin embargo, Jehová puede darnos o quitarnos la vida eterna.
Además, solo él nos puede dar la verdadera felicidad.
Tal como se indica en Proverbios 29:25, identificarnos con valor como testigos de Jehová nos protege.
Así demostramos que confiamos en Jehová y que hemos decidido ponernos de su parte.
Por eso, nunca te avergüences de quién eres.
¡Tú eres un testigo de Jehová!
Joven, te animamos de todo corazón a escuchar a quienes te aman.
Jehová te ama muchísimo; el Cuerpo Gobernante también te quiere muchísimo; los ancianos de la congregación te aman profundamente y, por supuesto, también tus padres que sirven a Jehová.
Todos ellos te dirán la verdad, aun cuando en ocasiones no sea lo que quieras escuchar.
Ellos no te regalarán los oídos, como quizás lo hagan en la escuela o en el vecindario quienes en realidad no te aman o no quieren lo mejor para ti.
Por favor, presta atención a quienes te dicen la verdad porque te quieren.
Jamás pienses que las leyes y principios de Jehová te privan de algo bueno.
Considéralos una protección contra lo que te puede lastimar.
Si recuerdas, Satanás convenció a Eva de que Jehová la estaba privando de algunos beneficios y de que se estaba perdiendo de algo bueno.
Ahora bien, es verdad que Eva se estaba perdiendo de algo, pero ¿de qué?
De una conciencia atormentada, de que su hermoso cabello se tornara gris, sus dientes se le cayeran, su piel perfecta se arrugara como una pasita, de andar encorvada por la edad, de caminar con la ayuda de un bastón y, finalmente, de morir.
Pero Satanás la convenció de que Jehová le estaba quitando algo bueno.
Entonces, tontamente, extendió su mano para tomar lo que ella pensaba que se estaba perdiendo.
Bueno, Satanás intentará usar la misma estrategia contigo.
¡Por favor, no permitas que logre engañarte!
Esto me recuerda una experiencia que un hermano me contó en una ocasión.
Él estaba visitando un zoológico cuando, de repente, un enorme león se lanzó contra él.
El animal no pudo hacerle daño gracias a un panel de vidrio grueso que separaba a los animales de los visitantes.
Mientras el león estaba allí sentado, arañando el vidrio y mostrando sus grandes dientes, el hermano se dio cuenta de cuánto lo había protegido esa barrera.
Él cuenta que, momentos antes, había visto el panel de vidrio como una restricción, pues unas manchas le estorbaban un poco la visión.
En cambio, ahora veía el panel de vidrio como una verdadera protección.
De forma similar, Jehová describe a Satanás como un “león rugiente, procurando devorar a alguien”, según 1 Pedro 5:8.
Jehová no quiere que Satanás te devore a ti, joven.
Por eso, ha puesto sus leyes y principios como una barrera para protegerte.
Por lo tanto, por favor, escucha a Jehová: ¡él sí te ama!