John Ekrann: Que los principios bíblicos nos guíen siempre

Todos tomamos muchas decisiones a diario.

Algunas de ellas son de poca importancia; otras pueden cambiarnos la vida.

Nos sentimos agradecidos de tener el derecho de tomar nuestras propias decisiones.

Imagine cómo sería su vida si no tuviera esa libertad: otros le dictarían a qué hora irse a dormir, cómo vestirse y a qué dedicarse.

¡Nadie querría vivir así!

Jehová nos ha dado a todos el libre albedrío, es decir, la libertad de decisión; un precioso regalo.

¿Alguna vez ha pensado por qué nos dio Jehová ese regalo?

¿Por qué nos dio el voto de confianza si sabía que podríamos llegar a tomar malas decisiones?

Una razón muy importante es el amor.

Para poder darnos la capacidad de amar, Jehová necesitaba darnos también la libertad de decidir.

No pueden separarse.

Es imposible tener una sin la otra.

Por ejemplo, si yo programara mi computadora para que cada tarde a las 2 me dijera “John, te quiero; eres una gran persona”, ¿verdad que no sería muy lógico que yo pensara “¡Mi computadora me quiere!

¡Qué linda es!”?

En realidad, solo se puede amar a alguien de verdad por voluntad propia.

Ahora bien, ¿puso Jehová límites a la libertad de decisión?

Sí.

Esos límites estaban en la Ley mosaica.

Y Jesús habló de ellos más tarde.

Leamos Mateo 22:37-40: Por lo tanto, nuestra libertad tiene límites: el amor a Dios y al prójimo; esos son los límites.

Por ejemplo, veamos lo que hacen las personas de esta imagen, tanto las que se encuentran dentro del círculo como las que están fuera de él.

Con el libre albedrío, podríamos hacer todo lo que hay en la imagen.

Pero el amor a Dios y al prójimo nos lleva a rechazar todo lo que está fuera del círculo y a hacer lo que hay dentro de él.

¿Y cómo permanecer dentro de esos límites?

Jehová nos dio un cerebro maravilloso y una conciencia.

Pero sabe que necesitamos algo más.

Por esa razón nos ha dado los principios bíblicos: verdades fundamentales de la Biblia que nos ayudan a tomar decisiones.

Y puede decirse que estos principios nos sirven para tomar cualquier decisión.

Y es que nuestro Creador sabe lo que más nos conviene.

También confía en que tomaremos decisiones basadas en los principios bíblicos; sabe que, si lo hacemos, podremos ser realmente felices y estar en paz con él y con los demás.

En resumen, Jehová nos ha dado libre albedrío, la libertad de tomar nuestras propias decisiones.

También nos ha dado principios bíblicos que les ponen límites a nuestras decisiones.

Pero, como hay decisiones que cuesta trabajo tomar, hace falta que nos preparemos para identificar los principios bíblicos y aplicarlos.

Leamos Romanos 12:1; en este versículo se explica cómo tomar buenas decisiones: ¿Estamos usando nuestra “capacidad de razonar” para entender los principios bíblicos?

Pongamos otro ejemplo.

Los niños hacen muchas preguntas.

Pero ¿le ha preguntado un niño “¿Qué pasa si suelto una pelota, un lápiz o un libro?”?

No, no preguntan eso; saben qué pasa con todo lo que sueltan: cae al suelo.

Un niño no necesita una regla para cada cosa porque comprende el principio implicado: todo lo que sueltas cae.

¿Pero y si un joven de 18 años preguntara “¿Qué pasa si suelto este bolígrafo?”?

Es obvio que no ha prestado atención a los principios básicos de la vida.

Así que, si prestamos atención a los principios bíblicos, enseguida veremos que el amor a Dios y al prójimo nos lleva a tomar decisiones correctas sin tener una larga lista de reglas para cada situación.

Pero ¿cómo entrenamos nuestra “capacidad de razonar”?

Pues prestando atención cuando leemos y estudiamos la Biblia.

No necesitamos reglas sobre qué películas ver, qué canciones escuchar o qué ropa ponernos.

Si prestamos atención cuando leemos la Biblia, los principios bíblicos moldearán nuestra conciencia.

Y podremos tomar decisiones, aunque no tengamos una larga lista de reglas.

El entrenamiento que le damos a nuestra “capacidad de razonar” se puede comparar al que recibe un perro guía.

Un perro no entrenado podría ser de cierta ayuda para una persona ciega; por ejemplo, podría ladrar cuando alguien se acerque.

Sin embargo, un perro bien entrenado para ser guía podría ser mucho más útil.

Esos perros saben detenerse en una acera y rodear obstáculos para que la persona no se dé en la cabeza.

También se les enseña lo que se conoce como desobediencia inteligente; aunque el ciego le ordene que siga, si hay un peligro al frente, el perro no obedece; tira hacia atrás para proteger a su dueño.

De hecho, para que el perro adquiera esas habilidades tan necesarias para su amo, hay que entrenarlo durante un año o más.

Y lo mismo ocurre con la “capacidad de razonar”; aunque no esté entrenada, puede ser de cierta ayuda.

Pero nos ayudará muchísimo más si dedicamos tiempo a ejercitarla.

A fin de lograrlo, podemos valernos de tres recursos.

Son estos: visualizar, analizar y buscar el equilibrio.

Empecemos con visualizar.

Y, para entenderlo, hablemos de un tema muy conocido: el perdón.

¿Qué principios de la Biblia se relacionan con el perdón?

Por favor, piensen en todos los principios que puedan.

Si es necesario, detengan el video y anoten todos los principios que logren recordar.

Es probable que su lista incluya Mateo 18:22, que habla de perdonar “hasta 77 veces”; Proverbios 12:18, “la lengua de los sabios cura las heridas”, y Colosenses 3:13, que nos anima a perdonarnos con generosidad.

El recurso que vamos a usar es el de visualizar: crear una imagen en la mente de cierta idea o principio para comprenderlo más claramente.

No, no necesitamos ser grandes artistas para crear imágenes en nuestra mente.

Basta con buscar algo que pueda compararse de alguna manera con lo que se quiere visualizar.

Por ejemplo, si el pecado es como una deuda, entonces, perdonar es como cancelar dicha deuda.

Si un comentario ofensivo es como causar una herida, entonces, perdonar es como sanar esa herida.

Y, si el pecado fuera un rayón en la pizarra, perdonar equivaldría a borrarlo.

En Proverbios 12:18 se utilizan muy bien las comparaciones.

Ahí dice: Imaginemos nuestra piel con todos los moretones, rasguños o cortaduras que nos hemos hecho desde niños.

Menos mal que el cuerpo cura esas pequeñas heridas, porque Jehová lo diseñó así.

Pues ahora podemos visualizar cómo el perdón nos ayuda a curar las heridas emocionales.

Hace falta tiempo y práctica para aprender a visualizar.

Pero vale la pena; es uno de los métodos más efectivos para entrenar la “capacidad de razonar”.

¡Y, además, se disfruta mucho!

En su adoración en familia, busquen principios bíblicos relacionados con un tema.

Luego intenten encontrar todas las comparaciones posibles.

Claro, unas serán mejores que otras, pero les sorprenderá ver cuánto se aprende al pensar en un asunto desde otra perspectiva.

Pasemos ahora al segundo recurso: analizar.

Analizar algo es estudiarlo en detalle, a fondo.

Pensemos en un tema: los malos deseos, por ejemplo.

Digamos que ya hemos encontrado un principio aplicable; está en Colosenses 3:5.

Ese texto dice: ¿Qué aprendemos al analizar Colosenses 3:5?

¿Cómo nos ayuda ese análisis a combatir los malos deseos?

De nuevo, no duden en detener el video si necesitan pensarlo.

Fíjense en todos los pasos que aparecen allí.

Por ejemplo, ¿vieron que la lista presenta en orden inverso los pasos que llevan al pecado?

Primero aparece la inmoralidad sexual, y a partir de ahí, paso por paso, llegamos a la raíz del problema.

Así que vamos a analizar cada frase comenzando por la última: “La codicia, que es idolatría”.

La raíz de la inmoralidad sexual es el egoísmo, anteponer con codicia nuestras necesidades.

Luego vienen “los malos deseos”; la codicia produce “malos deseos”.

Pensemos en alguien que ronda una panadería; huele el pan y las galletas sabiendo que no puede comprarlos.

Lo mismo pasa si rondamos el entretenimiento inmoral o las malas compañías.

Estaríamos alimentando el deseo de tomar lo que no es nuestro.

Lo siguiente es “la pasión sexual descontrolada”.

Ahora “los malos deseos” dejarían de ser una idea para convertirse en una fuerte pasión que nos arrastraría a buscar oportunidades de satisfacer esos deseos.

Después, “la impureza”.

Los pasos anteriores nos llevarían al contacto físico inapropiado con otra persona.

Finalmente, “la inmoralidad sexual”: un pecado grave.

Ahora, dos personas que no están casadas caerían en la inmoralidad sexual.

Así que analizar Colosenses 3:5 realmente nos ayuda a eliminar, a dejar de alimentar, malos deseos.

Ahora vemos por qué es tan importante arrancar los malos deseos enseguida.

Alejarse del pecado en las primeras etapas es más fácil que hacerlo después.

Así que no basta con leer los textos.

Debemos acostumbrarnos a analizarlos hasta sacarles el máximo provecho posible.

Y con las herramientas de investigación encontraremos ideas y aplicaciones prácticas.

Ahora veamos el tercer recurso: buscar el equilibrio.

Para explicarlo, plantearemos una pregunta sobre las bebidas alcohólicas.

¿Qué principios pueden ayudar a una pareja a decidir si va a servir bebidas alcohólicas en su boda?

¿Qué principio o qué texto creen que les ayudaría a tomar una decisión equilibrada?

Una vez más, pueden detener el video y escribir lo que les venga a la mente o investigar un poco.

Es probable que en su lista esté alguno de estos textos.

Juan 2:9 cuenta que Jesús convirtió agua en vino en una boda.

Por otro lado, 1 Corintios 6:10 afirma que los borrachos no heredarán el Reino.

Y 1 Corintios 10:31, 32 dice: “Ya sea que estén comiendo, bebiendo [...], háganlo todo para la gloria de Dios”.

Y añade: “Eviten hacer tropezar”.

Es cierto que ninguno de estos principios da una respuesta directa.

Y quizás la pareja diga: “Si Jesús dio vino en una boda, nosotros también”.

Pero ¿verdad que no es tan sencillo?

Se ve que para buscar el equilibrio hay que pensar en todos estos principios.

Por ejemplo, ¿habrá algún invitado que pudiera llegar a emborracharse?

Pensando en las costumbres locales y en la opinión de la gente, ¿cómo se vería que hubiera bebidas alcohólicas?

Con frecuencia, para llegar a una decisión equilibrada hay que tener en cuenta varios principios bíblicos; por lo general, uno solo no es suficiente.

Jehová espera que usemos la “capacidad de razonar” para sopesar los principios bíblicos y tomar buenas decisiones.

Eclesiastés 7:16-18 nos da un buen consejo para ser equilibrados: Muy cierto.

Necesitamos buscar el equilibrio a la hora de aplicar varios principios bíblicos; buscar el punto medio, por así decirlo.

Tomar en cuenta todos los principios aplicables nos ayudará a decidir bien, y así demostrar nuestro amor por Jehová y por el prójimo.

Podemos comparar lo de sopesar y aplicar los principios bíblicos con esta bicicleta, que me regaló un hermano de Malaui.

Pues bien, en una bicicleta hay tres elementos básicos: los frenos, los pedales y el manubrio o manillar.

Los frenos son como los principios que nos frenan de hacer cosas malas o nos impiden hacerlas.

Los pedales son como los principios que nos impulsan a demostrar nuestro amor por Jehová y por nuestros hermanos.

Y el manubrio es comparable a nuestra libertad de elegir un rumbo en la vida que agrade a Jehová.

Así que, al tomar una decisión, hay que hacer lo mismo que al andar en bici: usar varios elementos o principios para encontrar el equilibrio.

En resumen, Jehová nos ha dado libre albedrío para usarlo dentro de los límites del amor a Dios y al prójimo, y también muchos otros principios bíblicos.

Entrenar la “capacidad de razonar” para identificarlos y aplicarlos nos ayudará a tomar cualquier decisión.

Podemos entrenarla si nos valemos de estos tres recursos: visualizar, analizar y buscar el equilibrio.

Así que, sin importar qué situación afrontemos, que los principios bíblicos nos guíen siempre.



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