JW Broadcasting: Octubre de 2017

Bienvenidos al programa.

Aquí unos avances de lo que veremos hoy.

El hermano Mukanga comenzó su ministerio cuando había pocos Testigos en el Congo.

Trabajó duro en la obra de predicar y pastorear.

¿Cómo bendijo Jehová sus esfuerzos?

Nos sentimos felices cuando nos reunimos en nuestros Salones de Asambleas.

¿Pero qué implica dar mantenimiento a estos lugares de adoración?

También nos esforzamos por llevarnos bien con nuestros hermanos.

¿Qué lección aprendió esta hermana?

¿Qué la ayudó a ver las hermosas cualidades de los demás?

Hoy hablaremos también del gran honor de ser colaboradores de Dios.

Este es el programa de octubre de 2017 de JW Broadcasting.

Comencemos con un informe de la sucursal de Estados Unidos, ubicada en Wallkill (Nueva York).

Trabajar en Betel produce gran satisfacción, aunque no siempre es fácil.

Por eso, la buena capacitación es fundamental.

¿Cómo enseña el Departamento de Mantenimiento a los cientos de voluntarios a trabajar de forma eficiente y segura?

¿Qué opinan los estudiantes de la capacitación práctica que reciben?

Hubo factores que nos hicieron ver la necesidad de poner en marcha un programa de capacitación más completo en Betel.

Uno de ellos fue el constante cambio de personal.

Los hermanos deben estar mejor preparados, pues quizás tengan que hacer trabajos para los que aún no han sido capacitados.

En la actualidad, los equipos de impresión utilizan tecnología más avanzada, los métodos de construcción son más complejos y casi todo se controla por computadora.

Creo que en Betel siempre ha habido buena capacitación, especialmente ahora.

Todos vemos que es necesario seguir invirtiendo en el desarrollo de quienes sirven en Betel.

No creo que hubiera alguien menos capacitado que yo en el momento en que empecé a hacer este trabajo.

Cuando me dijeron que iba a trabajar en el área de electricidad sentí mucho miedo.

Cuando recibí esta asignación, me di cuenta de que tendría que manejar maquinaria pesada.

Como estaba muy entusiasmado, llamé a mis padres y les dije: “Mamá, papá, ¿en qué creen que voy a trabajar?”.

Y mi papá me contestó: “¡Qué bien, hijo!

¿Pero ya les dijiste que ni siquiera sabes conducir?”.

Se escogió a un grupo de hermanos bien capacitados y de amplia experiencia para que desarrollaran e impartieran cursos que de verdad ayudaran a los voluntarios a adquirir las habilidades que exigía cada asignación.

Impartimos más de 100 cursos, de 12 disciplinas principales.

He estado en más de 30 cursos distintos, según los trabajos que he tenido que aprender a realizar aquí en Betel.

Calculo que he tomado entre 15 y 20 cursos de capacitación.

Además de toda la experiencia que he adquirido en la práctica a lo largo de 13 años, he obtenido las licencias para trabajar en 7 diferentes oficios.

Esta capacitación tiene como objetivo enseñar mucho más que solo habilidades técnicas.

Si no cuidas la seguridad, no puedes hacer bien tu trabajo, y viceversa.

El objetivo de nuestros cursos sobre seguridad es que los hermanos entiendan que trabajar seguros tiene relación con su amistad con Dios.

Deben ver este asunto como Jehová lo hace.

Recibir capacitación sobre seguridad es vital.

La idea es que en el salón de clases aprendan la teoría; después los llevamos a un laboratorio donde pueden practicar lo aprendido.

Los alumnos suelen decirnos que aquí aprenden más en una semana que en un año entero en la escuela.

Hemos tenido más de 60.000 sesiones de capacitación.

Después de recibir esta capacitación, estoy listo para darle a Jehová el 100 por ciento en la asignación que me ha dado.

Puedes ver en sus ojos lo felices que se sienten al contar con nuevos conocimientos y habilidades que usarán para servir a Jehová.

Me emociona saber que, cuando vine a Betel, no tenía ninguna experiencia.

Pero ahora, no solo sé cómo hacer mi trabajo para glorificar a Jehová, sino que estoy mejor preparado para ayudar a otros a hacer lo mismo.

Me hace muy feliz ayudar a alguien a sentirse útil, a ver que está aportando su granito de arena, sobre todo cuando al principio sentía que no sabía nada.

Y podrán usar lo que han aprendido adondequiera que vayan.

Quienes reciben esta formación se marchan confiados en que podrán hacer lo que Jehová les pida, en que él siempre les enseñará lo que necesiten para cumplir con su asignación.

Si los jóvenes aprenden un oficio porque desean ayudar en Betel, eso está muy bien.

Pero lo más importante es su espiritualidad: dejar que Jehová termine de capacitarlos.

Y esto es solo el principio.

Lo que Jehová nos está enseñando en la actualidad, sobre todo con respecto a la seguridad, es algo que nos servirá mucho en el nuevo mundo.

A veces pienso en cómo lo que he aprendido podría servir para dar buen uso a los recursos naturales, a fin de no acabar con ellos.

Servimos al Dios que es conocido como el “Magnífico Instructor”.

Por eso, la capacitación que recibimos en este tiempo no puede compararse con lo que vendrá en el futuro.

Si dejas que sea Jehová quien te capacite, siempre te irá bien.

Con una buena preparación, nos sentimos más aptos para dar lo mejor, ya sea en Betel o en el campo.

¿Se ha sentido solo en su asignación o en la predicación, aunque fuera por un rato?

Así podría haberse sentido al principio el hermano Pontien Mukanga.

Fue el primer superintendente de circuito en un área que hoy abarca todo el territorio de la República Democrática del Congo y la República del Congo.

Recorría grandes distancias para visitar a los pocos hermanos que había por toda aquella zona.

Escuchemos qué fue lo que más lo motivó a seguir adelante.

Me nombraron superintendente de circuito en 1960 para visitar congregaciones de todo el Congo.

Estaba muy feliz, pero me sentía abrumado y asustado por la magnitud de la asignación.

El Congo es un país enorme.

Me daba miedo visitar sitios desconocidos.

Aquello era demasiado para mí, así que le oré a Jehová.

A veces tenía que atravesar llanuras y selvas, donde había animales salvajes.

Un día tuve que trepar un árbol y quedarme a dormir allí.

Me amarré bien a una rama, pues tenía miedo de que me encontrara una boa y me llevara con ella.

También me preocupaba llegar a perderme en la selva.

Llegar hasta donde estaban los hermanos no era fácil.

En ocasiones, el viaje tomaba varios días.

En una ocasión fui a visitar a unos hermanos que estaban desanimados.

Salí a las 5:30 de la mañana y llegué a su casa a las 7:30 de la noche.

En el camino tuve que empujar mi bicicleta en la arena por unos 21 kilómetros.

Otras veces viajábamos en camiones de carga.

Eso no era nada fácil: teníamos que montarnos sobre la carga del camión y sujetarnos muy bien.

Las distancias entre las congregaciones o grupos

eran considerables.

Y como en aquellos tiempos no había teléfonos, no podía avisarles que iba a visitarlos.

Aun así, siempre me recibían muy bien y me cuidaban.

Los hermanos eran realmente hospitalarios.

Llegaba agotado del viaje, pero me daba muchísimo gusto verlos.

Un grupo religioso denominado Kitawala había enviado varias cartas a la sucursal de Bélgica para pedir que se les considerara testigos de Jehová.

Usaban nuestras publicaciones y el nombre Watch Tower sin permiso.

Eso provocaba mucha confusión.

La organización hasta tuvo que publicar un folleto especial para resolver el asunto.

Me asignaron para comprobar si había Testigos sinceros entre ellos.

Pero vi que entre aquellas personas no había verdaderos siervos de Jehová.

El ambiente era tenso; hubo quien incluso trató de matarme durante aquel viaje.

¡Menos mal que logré escapar!

Jehová me había dado aquella asignación, y yo estaba seguro de que me ayudaría a cumplirla.

Ahora tengo la inmensa alegría de contar con hijos, nietos y hasta biznietos...

todos fieles siervos de Jehová.

Jehová me ha bendecido de tantas maneras.

Estoy muy agradecido.

¡Qué honor es colaborar con el Soberano del universo!

En todos estos años, nunca me ha faltado nada.

Jehová me ha dado las fuerzas para servirle hasta ahora, ¡y ya tengo 86 años!

En todo y para todo, yo confío plenamente en Jehová.

Cuando empecé mi servicio, solo había 46 publicadores en el Congo.

Me han dicho que hoy ya hay más de 223.000 en todo el país.

Al ver cuánto ha crecido el pueblo de Jehová, siento que se trata de un verdadero milagro.

Y le doy las gracias a Jehová por dejarme ver con mis propios ojos que el pequeño mismo ha llegado a ser mil aquí en el Congo.

El hermano Mukanga sigue sirviendo de anciano a sus casi 88 años de edad.

¿Se imaginan vivir las alegrías y dificultades que él tuvo cuando era superintendente de circuito?

Tuvo el valor de visitar a los kitawala.

Esos religiosos afirmaban servir a Jehová, pero algunos de ellos eran violentos y llevaban una vida inmoral.

Ahora bien, lo que ha ayudado al hermano Mukanga a perseverar es confiar en Jehová y ver su bendición a través del aumento de publicadores, que ahora superan los 200.000.

Él ha tenido aquello de lo que hablaremos a continuación: “El honor y la bendición de ser colaboradores de Dios”.

Los siervos de Jehová hemos recibido enormes bendiciones.

Por ejemplo, portamos su nombre y le rendimos servicio sagrado.

Y mientras hacemos su voluntad, Jehová nos da un honor muy especial.

En 1 Corintios 3:9, el apóstol Pablo escribió bajo inspiración que somos “colaboradores de Dios”.

¡Qué incomparable privilegio el de trabajar con el Soberano del universo, nuestro amoroso Padre celestial!

A fin de valorar todavía más la oportunidad de ser sus colaboradores, repasemos ciertos sucesos de la vida de Jonatán, el hijo del rey Saúl.

Primero de Samuel 14:45 se refiere a Jonatán cuando dice: “Porque fue con Dios con quien él trabajó este día”.

¿Qué trasfondo histórico tienen esas palabras?

¿De qué manera trabajó Jonatán con Jehová aquel día?

¿Qué lección nos enseña la forma en que colaboraron?

¿Y qué bendiciones nos esperan si también colaboramos con Dios?

Comencemos hablando del trasfondo histórico.

En 1 Samuel 12:20 aparecen las animadoras palabras que el profeta le dirigió a la nación de Israel: El versículo 22 añade: Si los israelitas continuaban siendo fieles, Jehová los guiaría, protegería y rescataría.

Aquellas palabras infundieron en Jonatán las fuerzas para obedecer la orden divina de derrotar a las naciones enemigas y tomar la Tierra Prometida.

El capítulo 13 de 1 Samuel indica que a Jonatán se le pone a cargo de 1.000 hombres para atacar una guarnición de filisteos en Gueba.

Aunque van muy mal equipados, Jonatán y sus hombres salen vencedores.

Dicha victoria sin duda fortalece la confianza de Jonatán en Jehová y nos deja algo en qué pensar: aunque leer en la Biblia las alentadoras palabras de Jehová infunde fortaleza y valor, la confianza en él crece mucho más cuando cumplimos una asignación que nos parece abrumadora.

A continuación, el relato dice que los filisteos se enfurecen por la derrota y organizan un ataque masivo.

Envían grupos de soldados desde el campamento de Micmash, cerca de Jerusalén.

Muchos de los hombres de Israel se esconden por temor y algunos más huyen al otro lado del río Jordán.

En cambio, Jonatán no pierde el buen ánimo.

Decidido a frenar la incursión de los filisteos, los confronta en la garganta de Micmash.

Para llegar hasta ellos, trepa por este profundo desfiladero de riscos casi verticales.

Cruzar dicha zona sin conocerla es prácticamente imposible; pero Jonatán se ha criado en esta región, y tal parece que la conoce bien.

El que Jonatán conociera bien la zona nos enseña una lección: sin importar la asignación que recibamos, seremos mucho más eficaces si dedicamos tiempo y esfuerzo a conocer bien el “terreno”, es decir, los detalles.

Interesarnos por nuestro trabajo nos ayuda a ser mejores colaboradores de Dios.

Leamos ahora cómo se prepara Jonatán para atacar a los filisteos.

Primero de Samuel 14:6 dice: ¿Qué contribuyó a que Jonatán confiara en Jehová?

Recordemos que tuvo fe en las alentadoras palabras del profeta Samuel: “No tengan miedo. [...] Porque Jehová no abandonará a su pueblo, por causa de su gran nombre”.

Jonatán vio la mano de Jehová cuando derrotó a la guarnición filistea en Gueba.

También podía reflexionar en la historia de Israel.

Podía pensar en la ocasión en que Gedeón y sus 300 hombres vencieron a 135.000 madianitas.

Y podía recordar que Sansón mató a 1.000 filisteos con la quijada de un asno.

Dichos ejemplos debieron fortalecer su confianza en que realmente estaba colaborando con Jehová, el Dios Altísimo.

Nosotros también podemos reflexionar en las historias de fieles siervos de Dios que aparecen en la Biblia y en nuestras publicaciones.

Tales ejemplos fortalecerán nuestra fe en Jehová mientras confiamos en su ayuda para tener éxito.

Hay otra lección en la respuesta del escudero de Jonatán.

Leamos 1 Samuel 14:7: Es poco probable que el escudero se aventurara en una misión tan arriesgada por su propia cuenta.

Pero la manera en que Jonatán iba al frente, lleno de confianza, influyó en él.

¿Qué ocurre hoy cuando los ancianos y los superintendentes llevan la delantera con entusiasmo, como Jonatán?

Otros miembros de la congregación se sienten motivados a seguir su ejemplo.

Ahora leamos los versículos 8 a 10: Una vez más, Jonatán demostró humildad y confianza en Jehová.

En el segundo libro de Samuel se describe a Jonatán como más veloz que las águilas y más poderoso que los leones.

Pero, con todo y sus cualidades, no actuó de forma independiente ni confió en sí mismo.

Más bien, buscó la guía divina mediante una señal.

¡Qué buen recordatorio para nosotros!

Sin importar cuáles sean nuestros dones innatos, habilidades adquiridas o años de experiencia, nuestro éxito depende de buscar la guía y el apoyo de Jehová.

Lo hacemos al ser específicos en nuestras oraciones, leer la Biblia, meditar en ella y seguir las instrucciones del “esclavo fiel y discreto”.

Además, pedimos la opinión de hombres y mujeres fieles, quienes pueden contarnos cómo han colaborado con Dios.

Pensemos, por ejemplo, en la hermana Joey Orrom.

Ella sirvió en la sucursal de Gran Bretaña.

Veamos esta entrevista de nuestros archivos, realizada antes de que ella terminara su servicio en la Tierra, en 2011.

¿Qué opinan quienes tuvieron la oportunidad de conocerla y de ser sus colaboradores?

Durante 2 años, tuve el honor de sentarme a la mesa con la hermana Orrom en la adoración matutina.

Ella nunca esperaba nada, pero agradecía todo lo que uno hacía por ella.

De cariño la llamábamos Joey.

Ese nombre le venía como anillo al dedo porque suena como la palabra que significa “alegría” en inglés, y ella era muy alegre.

Cuando me la presentaron, Joey me pareció una frágil ancianita.

Pero cuando conversabas con ella, podías apreciar la profundidad de su forma de pensar.

Tenía como 20 años cuando recibí la invitación para ir al cielo.

Me resistía a creerlo.

No podía entender por qué Jehová escogería a alguien como yo.

Un año después, en 1939, me hice precursora.

Pero me arrestaron por no alistarme en el ejército.

Me juzgaron bajo una nueva ley.

Me dijeron: “Si dices que no tienes nada que ver ni con los testigos de Jehová ni con la Watch Tower, te dejaremos ir”.

Yo respondí: “Pero sí tengo que ver con la Watch Tower, y estoy muy orgullosa de eso”.

Me dijeron: “Entonces ellos te controlan”.

Yo dije: “No, la decisión de no hacer lo que ustedes quieren es mía”.

Al final, me enviaron a prisión.

Pero salí libre 2 meses después.

Una hermana y yo nos fuimos a servir a Irlanda del Norte.

Estuvimos ahí año y medio.

Entonces nos invitaron a Galaad.

En 1948, la invitaron a la clase 11 de la Escuela de Galaad.

Galaad dejó una huella imborrable en mí.

Uno se contagia de ese espíritu de buena conducta y amor.

Esa escuela tuvo un efecto permanente en mí...

me cambió la vida.

El hermano Knorr nos decía con frecuencia: “Les tomará unos 3 años llegar a enamorarse de su asignación”.

Y resultó cierto, pues la asignación que recibí fue difícil.

Después de ir a Galaad, fue asignada a servir de misionera en Dublín, en la República de Irlanda.

En ese tiempo los sacerdotes católicos solían organizar revueltas contra los precursores.

A pesar de que su vida no era fácil, ella siempre estaba alegre.

Mientras predicábamos, a menudo nos acosaban, atacaban, golpeaban o empujaban.

Solo podíamos visitar unas cuantas casas y nos íbamos rápidamente.

Pero dimos muy buen testimonio.

La gente pudo ver que realmente éramos neutrales.

A tres hermanas y a mí nos pidieron que predicáramos en los negocios.

Yo daba varios cursos bíblicos en las oficinas de los negocios.

Pero cierto día llegué a una tienda de ropa y pregunté si podía entrar a la oficina del gerente.

Entré y no había dicho una palabra, ni siquiera “buenos días”, cuando el gerente me gritó: “¡Russelista!”.

Me agarró del cuello y la cintura, me levantó y me exhibió por toda la tienda.

No se me ocurrió dejar caer todo mi peso sobre él.

En vez de eso, me puse a patalear en el aire mientras me aferraba a mi bolso para no perderlo.

Llegamos hasta la puerta principal.

Los empleados —asombrados y con la boca abierta— miraban lo que pasaba.

Entonces el gerente abrió la puerta y, literalmente, me lanzó a la calle.

¡Yo salí volando!

Un hermano que iba pasando me atrapó en pleno vuelo y evitó que me cayera.

Dijo: “¿Qué está pasando aquí?”.

Pero yo no dejaba de reírme.

Me pareció todo tan gracioso.

Los demás se enojaron, pero yo para nada me enfadé.

Me veía graciosísima pataleando en el aire por toda la tienda.

Nos pasaron cosas como esas.

A pesar de todo, nunca perdió el entusiasmo.

Siempre mantuvo el espíritu misionero.

Conocí a Joey cuando yo era voluntaria en la enfermería de Betel.

Ella se sentaba en un sillón antiguo con su enorme Biblia.

Allí pasaba horas y horas, leyéndola y orándole a Jehová.

Casi siempre la encontrabas leyendo la Biblia, y decía cosas como: “¡Acaban de arrojar a Daniel al foso de los leones!” o “¡Jehová está muy enojado; se escucha su voz como de trueno!”.

Yo pensaba: “¡Guau!

Ha leído la Biblia tantas veces, pero aún lo vive como si fuera la primera vez”.

Hasta el momento en que quedó incapacitada, la hermana Orrom siguió impartiendo cursos bíblicos y ayudó a muchas personas a conocer a Jehová.

Esperaba con anhelo su recompensa celestial.

Para ella, esa sería la culminación de una vida llena de felicidad en el servicio a Jehová.

Simplemente sería transferida a su nueva asignación.

Estoy muy agradecida de poder trabajar.

En mis oraciones le pido a Jehová que me permita tener algo bueno que hacer hoy.

Servir a Jehová me hace muy feliz.

Al igual que Jonatán, la hermana Orrom reconocía humildemente que dependía de Jehová.

Confiaba tanto en él que podían sucederle cosas terribles, pero aun así conservaba su sentido del humor.

Tal vez nosotros no vayamos a reír ante la persecución, pero siempre podremos imitar su fe y determinación.

¿Qué más aprendemos de este relato sobre Jonatán?

Al leer 1 Samuel 14:12, vemos que Jonatán y su escudero encuentran a los filisteos.

Desde un lugar alto, estos les gritan: Jonatán había pedido una señal clara, y la recibió.

Pero ahora debía arriesgarse a subir por una cuesta empinada que lo dejaría frente al enemigo.

Alguien sin confianza absoluta en Jehová podría haber dicho: “Quizá debamos pedir otra señal”.

Pero Jonatán no hace eso.

Sin dudarlo un instante, le ordena a su siervo que lo siga.

Está seguro de que Jehová les dará la victoria.

Sí, cuando Dios indica el camino, no hay que titubear, sino avanzar con determinación.

Confiemos siempre en la ayuda de Jehová.

¿Qué ocurre después?

Primero de Samuel 14:13, 14 relata: Aunque ya habían recibido una clara señal de Jehová, tuvieron que esforzarse mucho.

Fueron “subiendo sobre las manos y los pies”, trepando con gran esfuerzo por aquel terreno accidentado.

¿La lección?

Podemos recibir instrucciones claras y estar listos para obedecer, pero cumplir con nuestras asignaciones no siempre será fácil.

Tenemos que esforzarnos al máximo, estar dispuestos a trabajar con toda la mente, el corazón y las fuerzas.

¿Cómo reaccionaron los filisteos al ver que Jehová había protegido a su pueblo?

Primero de Samuel 14:15 dice: Aquel terremoto hizo que el miedo se apoderara de los filisteos.

Entonces los israelitas, incluidos los que habían huido atemorizados, celebraron la victoria sobre los filisteos.

De manera parecida, cuando nosotros ponemos el corazón en nuestras asignaciones teocráticas, Jehová —nuestro mejor colaborador— siempre nos da lo que necesitamos para cumplir su voluntad.

Pero hay otra lección que podemos aprender de este emocionante relato.

Mientras la batalla está en su apogeo, el rey Saúl comete la imprudencia de decir: “¡Maldito es el hombre que coma pan antes del atardecer y hasta que me haya vengado de mis enemigos!”.

Jonatán, que no está al tanto de la orden de su padre, come un poco de miel silvestre.

¿Cómo reacciona Saúl al enterarse de que su propio hijo lo ha desobedecido?

Primero de Samuel 14:43, 44 dice: ¡Imagínense!

Después de todo lo que había hecho Jonatán —arriesgar la vida por el pueblo y colaborar en la gran victoria de Jehová—, es condenado a muerte por su propio padre.

¡Cuánto dolor debió acompañarlo en la incredulidad, la desilusión y la tristeza!

¿Abandonaría Jehová a su leal colaborador?

Primero de Samuel 14:45 añade: La victoria de Jonatán fue una prueba irrefutable de que era colaborador de Dios.

Jehová, quien estuvo al lado de Jonatán todo el tiempo, vio lo que estaba ocurriendo; y no iba a permitir que su siervo leal muriera a manos de Saúl.

¡Qué animador es saber que si cumplimos fielmente con lo que Jehová nos pide, él nunca olvidará nuestros esfuerzos!

Quizás alguien tan cercano como un padre no vea ni aprecie lo que hacemos por Jehová, o incluso se ponga en nuestra contra.

Pero Dios nunca hará a un lado nuestro servicio.

Siempre estará allí para guiarnos, apoyarnos, protegernos y bendecirnos.

¡Qué edificante relato encontramos en los capítulos 13 y 14 de 1 Samuel!

¿Por qué no dedicamos tiempo a leerlo personalmente?

Nos sentiremos motivados a imitar el excelente ejemplo de lealtad, valor y obediencia de Jonatán.

Que también se digan de cada uno de nosotros las palabras de 1 Samuel 14:45: “Porque fue con Dios con quien él trabajó este día”.

Si seguimos poniendo todo nuestro empeño al colaborar con Jehová, seremos contados entre los que, “mediante fe y paciencia”, heredarán las promesas.

Veamos otros ejemplos de personas fieles que colaboran con Dios en la actualidad.

Los siervos de Salones de Asambleas limpian, cuidan y dan mantenimiento a esos lugares de adoración.

Pero no lo hacen solos.

En el siguiente informe, de Estados Unidos, veremos cómo se organiza todo ese trabajo.

Además, escucharemos cómo se sienten quienes colaboran en dicha labor.

El Salón de Asambleas es un centro educativo y un lugar para adorar a Jehová que beneficia a muchas congregaciones.

Cuidar de la casa de Jehová es parte de nuestro servicio sagrado.

De hecho, hace muchos siglos, en el templo de Jehová se asignaban diversas tareas, como abrir las puertas.

Así que de seguro había quien se encargaba del mantenimiento.

En diciembre de 2016, había 773 Salones de Asambleas por todo el mundo.

Hay mil cosas que hacer en ellos, así que una sola persona no puede con todo.

Cuando se nos puso a cargo del cuidado de un Salón de Asambleas, nos sentimos emocionados pero también abrumados.

En nuestro caso, se necesitan unos 200 voluntarios para mantener en buen estado el Salón de Asambleas.

Cada semana, ellos vienen a realizar labores muy necesarias: cuidan de los jardines y se encargan de la contabilidad, las compras, el mantenimiento y la limpieza.

Los asientos tienen piezas que requieren muchos cuidados.

Y puedo asegurarles que todas y cada una de las 4.050 butacas que tenemos aquí han recibido el mantenimiento necesario.

Juan 2:17 dice: “El celo por tu casa me consumirá”.

Y creo que tenemos la oportunidad de mostrarle eso a Jehová: verdadera entrega, entusiasmo y pasión por cuidar de su casa.

Así que valoramos mucho a todos los que quieren ayudar en el Salón de Asambleas.

Después de pasarse todo el día haciendo trabajos muy duros, estos queridos hermanos llegan y te agradecen la oportunidad.

¡Qué ejemplo de amor por la casa de Jehová!

Esto no se ve en ningún otro lado.

Si tratáramos de hacer el trabajo solos o contratáramos a alguien, no igualaríamos la calidad que le dan los voluntarios.

Los fines de semana, los hermanos vienen a aprender de Jehová, así que el salón sirve como centro educativo.

Pero también llegan otras personas, de modo que debe ser un lugar digno que refleje las cualidades de Jehová.

Ese es el objetivo de todos los trabajos de mantenimiento y limpieza que se realizan aquí.

Durante el descanso del mediodía, se presenta un programa espiritual, que puede ser un discurso o algo más.

En general, tratamos de tocar temas que ayuden a los voluntarios a ver cómo su labor en el Salón de Asambleas se relaciona con la predicación.

Nos dedicamos a predicar.

Esa es nuestra prioridad: difundir las buenas nuevas.

Y los resultados de esta obra se ven cuando se llena el salón.

Nos impresiona ver cuántos sacrificios hacen los hermanos por servir a Jehová...

nos ayuda a ser más humildes.

Y para nosotros es una enorme bendición estar cerca de hermanos así todo el tiempo.

Todo lo que se hace en el servicio a Jehová se hace para ayudar a tantas personas como sea posible a conocer a Dios, y también para cuidar los intereses del Reino.

Todos tenemos la misma meta: hacer cuanto podamos para agradar a Jehová.

Uno de nuestros objetivos como siervos de Salones de Asambleas es cuidar las instalaciones de tal manera que ahorremos, es decir, que demos buen uso a los recursos dedicados a estos lugares.

Pero también queremos que todo esté listo cuando lleguen los hermanos los sábados por la mañana.

La idea es que los acomodadores y los encargados de la plataforma y el sonido empiecen su trabajo sin contratiempos, que solo tengan que encender los equipos, las luces, el aire acondicionado, y que todo funcione bien.

Así, lo único que tendrán que hacer será prestar atención al programa y aprender.

Eso es lo que se espera de todos: que escuchemos y aprendamos.

Y es más fácil lograrlo cuando nada te distrae.

Por eso, si todo funciona bien el día de la asamblea, sabemos que hemos hecho un buen trabajo.

Mencionemos en nuestras oraciones a estos hermanos que trabajan duro y también hagamos nuestra parte ayudándoles.

¿Por qué no ofrecerse a ayudar la próxima vez que su congregación reciba una asignación de limpieza?

O pregunte por el programa de mantenimiento de los Salones de Asamblea de su zona.

Aunque solo unos cuantos llevan la delantera, se necesita de todos nosotros para hacer el trabajo.

Lo mismo es cierto en la congregación.

Hace unos minutos hablamos de Jonatán y del buen ejemplo de los ancianos.

¿Pero los convierte en líderes llevar la delantera?

¿Qué opinan?

El hermano Geoffrey Jackson analizó este punto en la adoración matutina de Betel.

Al meditar en el texto de esta mañana, recordé una experiencia que tuve hace muchos años mientras servía como misionero.

En aquel entonces, yo le daba clases de la Biblia a un joven que estaba recibiendo capacitación para ser pastor de su iglesia.

Este joven llegó al punto de asistir a todas nuestras reuniones a la vez que continuaba asistiendo a las de su iglesia.

Como era de esperar, en su iglesia les desconcertaba el hecho de que estuviera reuniéndose con los testigos de Jehová, así que las autoridades administrativas enviaron a un misionero desde el extranjero para que intentara corregir la situación.

El joven me contó lo que ocurrió.

El misionero le preguntó: “¿Qué es lo que te impresiona de los testigos de Jehová?”.

A lo que dijo: “Pues, entre otras cosas, que salen a predicar”.

El misionero le contestó: “Bueno, nuestra iglesia también puede hacerlo”.

Así que la próxima vez que el misionero ofició un servicio religioso, con mucho entusiasmo y convicción, les dijo a todos los miembros de la iglesia que debían salir a predicar.

También anunció la hora en que el grupo se reuniría para salir.

El joven me dijo que se juntó un buen número de personas.

Solo faltó una.

¡Acertaron: el misionero!

Él pensó que bastaría con animar a los demás a predicar, sin que él mismo tuviera que hacerlo.

¡Qué distinto el ejemplo de Jesús y el de nuestros ancianos, quienes se esmeran por guiarnos en la obra de hacer discípulos!

Abramos nuestras Biblias y leamos una parte muy interesante.

Es Hebreos 13, versículos 7 y 17.

Quiero destacar la bella traducción de estos dos versículos en nuestra versión de la Biblia.

El versículo 7 comienza diciendo: “Acuérdense de los que llevan la delantera entre ustedes”.

Y el versículo 17 menciona: “Sean obedientes a los que llevan la delantera entre ustedes”.

La mayoría de las traducciones —modernas o antiguas— dicen “sus líderes”.

Obviamente, el Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo tuvo en cuenta lo que Jesús dijo, a saber, que ninguno de nosotros sería el líder y, aunque en el texto griego se empleó una palabra diferente, no podíamos menos que verterla cuidadosamente en inglés.

La expresión “llevar la delantera” es una traducción exacta y resume bien el papel de un anciano.

Nosotros no somos líderes, pero sí debemos dar un buen ejemplo.

Ahora bien, esa misma exactitud se refleja en las palabras de nuestro Señor Jesucristo registradas en el capítulo 22 de Lucas.

Y les interesará saber que ese fue uno de los cambios en la edición revisada en inglés de la Traducción del Nuevo Mundo.

Ahora en Lucas 22:26 aparece la misma expresión que en la carta a los Hebreos.

Así que en español Lucas 22:26 diría algo como esto: “Pero ustedes no deben ser así.

Más bien, que el mayor entre ustedes sea como el más joven”.

Y noten: “Y el que lleva la delantera —que es la misma expresión empleada en la carta a los Hebreos— como el que ministra”.

Queda claro que llevar la delantera significa participar en la obra, ser un ministro, alguien que sirve a los demás.

Esto también me hace recordar lo que ocurrió hace muchos años mientras trabajaba con un equipo de traducción en Samoa, en el Pacífico sur.

Teníamos que elegir una palabra para transmitir con exactitud la idea de “llevar la delantera”.

Los hermanos tenían 2 términos y querían determinar cuál era el mejor.

El primero era ta’ita’i, y el segundo, ta’imua.

Claro, ustedes no se preocupen por recordar esas palabras.

Como extranjero, yo no comprendía la sutil diferencia entre ellas.

Así que les pregunté a los hermanos: “¿Cómo me explicarían el significado de ambas palabras?”.

Uno de los hermanos era muy elocuente.

Me dijo: “Bueno, imagínate una procesión, un desfile.

Un ta’ita’i es el anciano que se sienta a un costado del camino y grita a voz en cuello: ‘¡Deben hacer esto, deben hacer lo otro!’.

En cambio, un ta’imua va encabezando el desfile; va al frente, y todos lo siguen”.

¿Qué palabra creen ustedes que elegimos?

¿No resume muy bien esa anécdota lo que implica servir de anciano?

No se trata de sentarse a un lado del camino a levantar la voz para dar órdenes, sino de tomar parte en la obra, de dar un buen ejemplo y motivar a otros a seguirlo.

Esto armoniza con la forma en que un léxico griego define esa expresión.

Dice: “La idea de llevar la delantera implica explicar las distintas formas de hacer algo, definir cómo hay que hacerlo y tomar la iniciativa en demostrarlo”.

Por otro lado, algunas religiones consideran que el término “anciano” no es más que un título.

Quizás ustedes hayan notado que algunos individuos se presentan así: “Buenos días, soy el anciano Jackson”.

Claro está, ninguno de nosotros quisiera pensar que ser anciano es un título que otorga poder sobre los demás.

Con eso en mente, veamos otra diferencia sutil en el texto revisado de 1 Timoteo capítulo 3.

Busquemos 1 Timoteo 3:1.

Estas palabras las conocemos bien —en particular si hemos repasado los requisitos que debe reunir un anciano—, pero quizás no se habían percatado de un cambio sutil que ahora forma parte del texto revisado.

En español diría más o menos así: “Estas palabras son dignas de confianza: Si algún hombre se está esforzando por llegar a ser superintendente, desea una obra excelente”.

¿Recuerdan que antes la versión en inglés de la Traducción del Nuevo Mundo decía: “Si algún hombre está procurando alcanzar un puesto de superintendente, desea una obra excelente”?

Se notaba la influencia de la King James Version (la Versión del Rey Jacobo) y de muchas otras traducciones.

Pero cuando leemos el resto del versículo, notamos que no es el puesto de superintendente lo que se procura alcanzar, sino su labor.

Sí, se refiere al trabajo duro que debe desempeñar un superintendente.

Un superintendente sabe que debe trabajar duro para dar un buen ejemplo, de modo que otros lo sigan, en vez de limitarse a decirles lo que tienen que hacer.

Así que cuando vemos detalles como estos en la Traducción del Nuevo Mundo, la valoramos aún más, ¿no es cierto?

Entonces, ¿qué nos ayuda a tener siempre presente el texto de esta mañana?

Que, como ancianos, hay algo que no debemos hacer: sentarnos a la orilla del camino a dar órdenes; más bien, hay que llevar la delantera, ir al frente, hacer el trabajo.

De esa manera, otros seguirán nuestro ejemplo, tal y como nosotros seguimos el de Jesús.

La Biblia nos ayuda a todos a entender qué espera Jehová de sus siervos en la congregación.

Los ancianos ponen el ejemplo al hacer el trabajo, y nosotros los imitamos.

Poner en práctica los consejos de la Biblia nos ayuda a vivir en paz como colaboradores de la obra.

Pero hay cosas que podrían distraernos incluso si estamos con nuestros hermanos.

¿De qué se trata?

Veamos el siguiente video musical.

♪♪ Ten más creatividad.

Vive de verdad, sin encerrarte en la caja gris.

¿Y por qué?

¿Por qué desperdiciar lo bello, lo real?

Mira cuánto hay por descubrir.

Y tú no lo verás si solo vives en la superficie.

Deberías disfrutar de verdad.

(Estribillo) Mírame.

Mira a los demás, a los amigos que contigo van.

Mírame.

Suelta el celular.

Estás aquí.

Regresa a la realidad.

No, no debes cambiar al amigo leal por una caja plástica, no más.

Habla con gente de verdad, que ama a Jehová y siempre a tu lado estará.

Mas tú no lo verás si solo vives en la superficie.

Necesitas amistad de verdad.

(Estribillo) Mírame.

Mira a los demás, a los hermanos que contigo van.

Mírame.

Suelta el celular.

Estás aquí.

Regresa a la realidad.

Regresa a la realidad.

Ya no te dejes controlar.

Lo que ves podría ser una mentira, sí.

Y te podría lastimar.

Sal de la nube porque puede ser cruel y muy adictiva.

No, no más celular.

Ya vive de verdad o lo que más importa se irá.

Ven, toca, siente, ve.

Lo que tú amas es lo que tú tienes ya.

Solo necesitas darte cuenta de que el momento es valioso.

No lo pierdas; ya no regresará.

(Estribillo) Mírame.

Mira a los demás, a los hermanos que contigo van.

Mírame.

Suelta el celular.

Estás aquí.

Regresa a la realidad.

Mira a los demás, a los hermanos que contigo van.

Mírame.

Suelta el celular.

Estás aquí.

Regresa a la realidad. ♪♪ El tiempo que pasamos con nuestros hermanos es muy valioso.

Aprovechémoslo al máximo.

Hagamos a un lado cualquier cosa que nos impida dar y recibir ánimo.

La forma en que vemos a los demás puede impedir que percibamos su auténtica belleza, la que Jehová ve en ellos.

En esta escenificación, ¿qué aprende una de nuestras hermanas y cómo la hace eso más bella todavía?

Me llamo Miki.

Me mudé aquí hace 1 año.

Todos fueron muy atentos y amigables.

Bueno, eso es lo que yo pensaba al principio.

¡Yo no soy tu niñera!

¿Es qué no ve que estábamos hablando?

¡Ey!

¡No estamos en el parque!

Y los ancianos están muy ocupados.

No sé si de verdad les importo a los hermanos.

Yoko, una precursora de mi anterior congregación, vino a visitarme.

Me preguntó cómo me iba, y le conté cómo me sentía en esta congregación.

Entonces me dijo que a ella le había pasado algo similar.

Luego me mostró un artículo de La Atalaya que la había ayudado mucho.

Así que lo incluí en mi programa de estudio personal.

“¿Qué vemos cuando miramos a otras personas?

¿Tendemos a evaluar como blanco o negro lo que dicen o hacen, como si no existieran otros colores o tonos?”.

“Si tuviésemos este modo de ver las cosas nos asemejaríamos a un fotógrafo que ignora la gran variedad de luminosas tonalidades y matices de un paisaje otoñal, como si solo existiesen el blanco y el negro”.

Tal vez solo estoy viendo en blanco y negro a los hermanos de la congregación.

El artículo también hablaba del ejemplo de Jesucristo.

“El espíritu, por supuesto, está pronto, pero la carne es débil”.

¿Cómo logró Jesús hablarles a sus discípulos con tanta amabilidad?

Mmm...

La persona que es perspicaz sabe ponerse en el lugar de los demás.

Eso hacía Jesús con sus discípulos.

Sí, lo mismo debo hacer yo.

Ella siempre está cuidando a sus hijos...

también necesita darse tiempo para disfrutar de la amistad de los hermanos en el salón.

Sé que no deseaba actuar de manera brusca.

Pero como vio que estábamos charlando muy contentos, tal vez solo quiso unirse a la conversación.

Los ancianos están muy ocupados atendiendo a los hermanos.

Sé que hacen todo lo que pueden.

Yo haré todo lo que pueda para facilitar su trabajo.

Miki, ¡qué hermosa personalidad tienes!

Nos alegra tanto que estés en nuestra congregación.

“La perspicacia del hombre ciertamente retarda su cólera, y es hermosura de su parte pasar por alto la transgresión”.

Ya sea en su estudio personal o en su adoración en familia, quizás deseen analizar la información de La Atalaya del 15 de marzo de 2008, a partir de la página 25.

Allí encontrarán el artículo “¿Vemos a los demás como los ve Jehová?”.

Sí, tener el mismo punto de vista que Jehová sobre los demás nos ayuda a ser mejores colaboradores de ellos y de Dios mismo.

Antes de terminar, visitemos a nuestros hermanos del país de Georgia.

Allí hay bosques, arroyos y fértiles valles que adornan esta región montañosa donde se unen Asia y Europa.

Su capital, Tiflis, es una ciudad llena de vida en la que se mezcla la arquitectura moderna con la antigua.

Los georgianos son conocidos por sus fuertes vínculos familiares y su cálida hospitalidad.

El folclor de sus bailes y su música es parte de la riqueza cultural.

Los visitantes pueden disfrutar de exquisitos platillos tradicionales, como este dulce hecho de nueces y jugo de uva.

El pueblo antiguo de Signahi es un lugar especial para disfrutar de los paisajes y la cultura georgiana.

La congregación de la localidad tiene 50 publicadores, quienes participan con entusiasmo en la predicación.

Aunque es pequeña, representa casi el 3 por ciento de la población de Signahi.

A lo largo del año tienen oportunidades de ir a predicar en aldeas y poblaciones de territorios no asignados.

Agradecemos esta breve visita a la congregación de Signahi y a los más de 18.000 hermanos de Georgia.

Y les enviamos tanto a ellos como a todos ustedes nuestro saludo y amor cristiano.

Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.



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