JW Broadcasting: Septiembre de 2017

¡Bienvenidos a JW Broadcasting!

Echemos un vistazo a lo que nos espera en el programa de este mes.

¿Por qué es necesario resolver los problemas tan pronto surgen?

Veremos cómo nos beneficia hacerlo.

Y el video musical nos animará a hacer más en el servicio a Jehová.

Veremos qué hicieron los hermanos de Brasil para predicarles a los visitantes que llegaron a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro el año pasado.

Este es el programa de septiembre de JW Broadcasting.

El discurso de este mes se titula “A Jehová le gusta que se hagan las cosas a tiempo”.

Tal vez recuerden un detalle que se mencionó en 1990 en un artículo de La Atalaya que hablaba de la puntualidad.

Decía que los amigos de cierto anciano lo llamaban en broma Armagedón.

¿Por qué?

“Sabemos que viene —decían—, ¡pero solo Dios sabe cuándo!”.

Aquel anciano no era muy puntual que digamos.

Hacer las cosas a tiempo es lo opuesto a postergar, es decir, a dejar para después lo que se debe hacer ya.

La tendencia a postergar las cosas es tan común que incluso existen dichos como: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.

Lo que dice la Biblia al respecto es muy oportuno hoy.

Gálatas 6:10 dice: “Mientras tengamos tiempo favorable para ello, obremos lo que es bueno para con todos”.

La expresión “mientras tengamos tiempo favorable” muestra que no es bueno dejar las cosas para después.

La Biblia nos anima a hacer lo contrario, a ser puntuales.

La puntualidad se define como “cuidado y diligencia en hacer las cosas a su debido tiempo”, y es una cualidad que le agrada a Jehová.

Mateo 6:33 indica que debemos dar prioridad a los intereses del Reino.

Allí se dice: En efecto, hay que buscar el Reino primero, no buscarlo en segundo o en tercer lugar; sino primero.

Si el Reino es lo primero en nuestra vida, no lo haremos a un lado para dar atención a algo de poca importancia.

Cuando vamos a las reuniones, debemos estar allí varios minutos antes de que empiecen.

Quizás hayamos escuchado a alguien decir: “Bueno, al menos pude llegar a la reunión.

¡Más vale tarde que nunca!”.

Pero para Jehová, ¡más vale nunca tarde!

Jehová es un Dios puntual.

Él nos pone el mejor ejemplo.

Cuando decidió destruir por medio del Diluvio al mundo malvado de la antigüedad, le dijo a Noé lo que leemos en Génesis 6:14: “Haz para ti un arca”.

Luego le ordenó que entrara en el arca y le dijo, según Génesis 7:4: “Porque dentro de solo siete días más voy a hacer que llueva sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches”.

¿Y qué sucedió?

¿Acaso Jehová dijo: “¡Más vale tarde que nunca!”?

No, él jamás haría eso.

Génesis 7:10 dice: Justo a tiempo.

Sí, a Jehová le gusta que se hagan las cosas a tiempo.

Por medio de la profecía que se encuentra en el capítulo 9 de Daniel, Jehová indicó con siglos de antelación el año en que Jesús sería nombrado Mesías y Salvador.

¿Y cuándo se presentó Jesús a su asignación?

¿“Más vale tarde que nunca”?

No.

Se presentó justo a tiempo, en el año 29 de nuestra era, para ser ungido como Cristo.

De hecho, Romanos 5:6 dice: “Cristo [...] murió por impíos al tiempo señalado”.

Jehová sí que es puntual.

¿Qué hay de nuestros días?

La Biblia dice que nos mantengamos en espera del futuro día de juicio de Jehová.

¿Cuándo vendrá?

Bueno, puede parecer que está tardando.

Pero ¿cómo es Jehová?

Sabemos que es puntual.

Por eso, Habacuc 2:3 dice: Jehová es puntual.

A diferencia del anciano que mencionamos al inicio, el Armagedón sí llegará a tiempo.

En el capítulo 14 de 1 Corintios, el apóstol Pablo habló específicamente de las reuniones cristianas.

En el versículo 26, dijo: “Cuando ustedes se juntan [...,] efectúense todas las cosas para edificación”.

Y después, en 1 Corintios 14:40, concluyó diciendo: Fíjense de nuevo en esas palabras.

Pablo dijo que en las reuniones las cosas se efectuaran decentemente.

En griego, la palabra que se traduce “decentemente” significa “de buena educación”.

Pablo también usó una palabra griega que se traduce “por arreglo” y que significa literalmente “según orden”.

Al asistir a las reuniones, ¿cómo demostramos que respetamos el orden y tenemos buena educación?

Una forma de hacerlo es siendo puntuales, estando presentes desde el inicio.

Aunque, a mayor o menor grado, existe gente impuntual en todo el mundo, en algunas culturas las personas son más puntuales que en otras.

Por ejemplo, un misionero cuenta que, en un lugar donde estuvo sirviendo, a veces su esposa era la única persona en el auditorio para cuando él anunciaba la canción de inicio para la reunión.

En cambio, cuando se anunciaba la canción final, había hasta 70 personas presentes.

Por otro lado, en un país de Europa occidental se hizo la siguiente pregunta a unas 1.000 personas: “Si se le invitara a comer a las 7 de la noche, ¿llegaría usted 5 o 10 minutos más temprano, o 5 o 10 minutos más tarde, o exactamente a tiempo?”.

La mayoría contestó que ser cortés exige mostrar respeto escrupuloso por el anfitrión y no llegar ni un minuto antes ni un minuto después.

Los de una cultura quizás sientan que los de la otra están exagerando.

Sin embargo, la puntualidad no depende del lugar donde vivamos.

Es una cualidad que le agrada a Jehová y que todos sus siervos deseamos cultivar, sin importar de dónde seamos.

La puntualidad debe convertirse en un hábito, un estilo de vida.

Pensemos en lo que sucede en países donde no hay buenos hábitos de higiene.

Incluso en dichos lugares, los siervos de Jehová sobresalen porque son muy limpios.

Así también, sin importar de dónde seamos y la educación que hayamos recibido, debemos imitar a nuestro Dios al desarrollar el hábito de hacer las cosas a tiempo.

¿Qué nos ayudará a lograrlo?

La Biblia nos anima a hacer buenos planes.

Proverbios 21:5 dice: Ser puntual no es cuestión de andar corriendo de un lado a otro para cumplir con una cita o responsabilidad.

Requiere que pensemos de antemano en lo que tenemos que hacer.

Sí, hacer planes que nos permitan cumplir a tiempo con nuestras obligaciones.

¿Cuáles son algunas de las actividades en las que deseamos ser puntuales?

Pueden ser actividades cotidianas, tales como llegar a tiempo al trabajo o a la escuela; a una cita con el médico o el dentista; o llegar a la hora acordada cuando alguien nos invita a comer a su casa.

¿Tenemos la costumbre de ser puntuales en dichas ocasiones?

La puntualidad es aún más importante cuando asistimos a las reuniones y asambleas.

Hay que estar presentes antes de la canción y la oración de inicio.

El apóstol Pablo hizo referencia al Salmo 22 cuando escribió lo que leemos en Hebreos 2:12.

Allí, hablando de Jesús, dijo: Si Jesús cantaba, nosotros también queremos hacerlo.

Queremos estar allí para entonar con todos la primera canción que se canta en la reunión.

Y la oración inicial también es importante para nosotros.

En la antigüedad, Jehová llamaba a su templo “casa de oración”.

La oración de inicio es para pedir a Jehová su guía y su espíritu santo, pero también para ayudarnos a preparar la mente y el corazón para asimilar la información que se va a analizar.

Por supuesto, a veces no hay forma de evitar llegar tarde a una reunión.

Quizás el transporte público se haya retrasado o el automóvil se haya descompuesto.

A cualquiera le puede suceder algo así.

Pero ¿cuál es nuestra costumbre?

Se ha sugerido que lleguemos 15 o 20 minutos antes de que empiece cada reunión.

Un siervo de Jehová que tuvo 6 hermanos dijo que su padre le puso a la familia la meta de llegar al Salón del Reino 20 minutos antes de que comenzara el programa.

Claro, necesitaban hacer buenos planes.

El hermano mencionó que su padre solía decir: “Si llegas solo 5 minutos antes, entonces te has retrasado 15 minutos”.

La mayoría de las veces, la familia lograba llegar 20 minutos antes de que comenzara la reunión, y entonces podían conversar con los hermanos.

También podemos demostrar que somos puntuales si llegamos a tiempo a la reunión para salir a predicar.

Esto es difícil para algunos.

Sin embargo, con buenos planes, ¡se puede lograr!

Estar a tiempo en esas reuniones es especialmente importante porque no suelen durar más de 10 minutos.

Y si llegamos tarde, podríamos interrumpir u ocasionar que el responsable del grupo tenga que rehacer las parejas o los planes con respecto al territorio.

Por cierto, ¿saben qué otra cosa podemos hacer a tiempo cada mes?

¡Sí, correcto!

Podemos entregar puntualmente nuestro informe de predicación.

¿Cómo hacen ustedes para recordar que deben entregarlo?

Por otro lado, en algunos países es casi una costumbre que el discurso de bodas empiece tarde.

Es así porque a veces se tiene la idea de que la novia tardará mucho en arreglarse para hacer su entrada triunfal.

Pero es muestra de consideración hacia los invitados hacer lo necesario para que todo esté listo a la hora indicada.

Un número de La Atalaya de 1990 habló sobre la importancia de comenzar la ceremonia a tiempo.

Y también mencionó: “Quizás a usted le guste hervir los huevos solo por unos minutos”.

No logro entender qué tiene eso que ver con una boda, pero captamos el punto, ¿verdad?

Hay que calcular bien el tiempo de cada actividad, a fin de que la ceremonia comience a la hora señalada.

¿Habrá otra forma de demostrar que somos puntuales, que no dejamos las cosas para después?

¿Qué hay de cuando tenemos alguna diferencia con un hermano o un pariente?

Por supuesto, si se trata de un pequeño malentendido a causa de nuestra imperfección, lo mejor será perdonar y olvidar.

Pero si se trata de algo más serio, que no podemos olvidar sin más, ¿qué debemos hacer?

Debemos resolverlo y restablecer la paz.

¿Y cuándo se debe dar ese paso?

No hay que dejarlo para mañana.

Si lo hacemos, el problema crecerá cada vez más.

Según Jesús, ¿qué tan importante es hacer las paces con nuestros hermanos?

Miren lo que dijo al respecto en Mateo 5:23, 24: ¿Cuándo dijo Jesús que hiciéramos las paces?

Dijo: “Primero”.

“Primero haz las paces con tu hermano”.

Así que hay que resolver el asunto lo antes posible; darle máxima prioridad.

Ahora bien, ¿recuerdan las palabras de Proverbios 21:5?

También hay que poner en práctica dicho principio.

Al final del versículo se nos recomienda que no reaccionemos precipitadamente.

Apresurarse no es sinónimo de ser puntual.

Por eso, hay que guiarse por el principio que hay en ese versículo y planear bien la visita.

Hecho esto, hay que poner los planes en marcha lo antes posible.

El proverbio indica que si actuamos así, tendremos éxito.

¿Y de qué clase de éxito estamos hablando?

Jesús no dijo que el éxito signifique justificarnos o señalar lo que la otra persona dijo o hizo mal.

No, más bien, él dijo que el éxito se consigue si hacemos las paces con nuestro hermano.

Al hacer las cosas a tiempo, agradamos a Jehová.

Así que cultivemos dicha costumbre.

Claro, otra forma de demostrar que somos puntuales es terminando los discursos a tiempo.

Así que ya es hora de pasar a la siguiente parte del programa.

Gracias, hermano Herd.

Nos ha dado el ejemplo terminando puntualmente su discurso.

Y hablando de hacer las cosas a tiempo, la siguiente historia nos muestra lo grave que puede volverse un problema si no se le da atención.

Conozcamos al hermano Peter Zak.

Al ir viendo lo que le sucedió, pensemos en cuánto habría minimizado las consecuencias si se hubiera decidido antes a atacar su problema.

Nací en Polonia.

Cuando tenía unos 5 años de edad, nos mudamos a Canadá.

Llegué a amar mucho a Jehová desde que era muy pequeño;

me sentía muy cerca de él.

Me gustaba ir a predicar y estar con los hermanos.

Como todo joven, tenía mis pasatiempos.

Lo que más me gustaba eran los videojuegos.

Al principio, mis padres me pusieron algunas reglas.

Pero a medida que iba dominando el juego, empecé a participar en torneos.

Me iba tan bien que otros jugadores me admiraban.

Los videojuegos se convirtieron en una trampa para mí.

Había gente que descargaba mis jugadas para poder imitarlas.

¡Algunos sitios de Internet hasta me buscaban para entrevistarme!

Otros jugadores querían estar en mi equipo...

Poco a poco, ese mundo iba arrastrándome.

En una ocasión me inscribí en un torneo muy reconocido.

Como quedé entre los mejores, me dieron varios premios.

Después fui a un torneo en el que estarían los mejores jugadores del mundo y donde se repartiría mucho dinero.

Para entonces, ya tenía mi propio sitio de Internet, que estaba teniendo mucho éxito.

Hasta logramos que nos patrocinaran para organizar nuestro propio torneo con premios en efectivo.

La verdad, llegué a creer que esa era mi gran oportunidad.

Pensé que incluso podría servirme en el futuro, si decidía hacerme precursor.

Lo veía como algo real.

Mi página web siguió dando buenos resultados, pero mientras más tiempo le dedicaba, más me exponía a cosas muy peligrosas... muy malas.

Me refiero a cosas inmorales, impropias.

Iba a todas las reuniones y salía a predicar, pero el resto del tiempo me lo pasaba en un videojuego en particular.

Me di cuenta de que, poco a poco, esta situación estaba causando mucho daño a mi espiritualidad.

Cuando estaba predicando, no podía dejar de pensar en el videojuego.

Tan pronto como terminaba, salía corriendo para llegar a casa y seguir jugando.

Es cierto, asistía a todas las reuniones, pero lo que allí se decía me entraba por un oído y me salía por el otro.

Mi cuerpo estaba allí, pero mi mente no.

Todo esto me hacía sentir mal.

Por ese entonces, mis hermanos mayores —que siempre fueron un buen ejemplo para mí— decidieron dejar de jugar videojuegos.

Su servicio a Jehová fue mejorando y empezaron a recibir asignaciones en la congregación.

Se esforzaban mucho por ayudar a todos los hermanos.

Los veía tan felices y satisfechos...

¡de verdad disfrutaban de la vida!

Pero yo no me sentía igual.

Algo me faltaba.

¡Necesitaba un cambio!

Recuerdo que, en una ocasión, cuando estábamos en el salón, se me acercó el hermano que nos daba clases de la Biblia a mis hermanos y a mí.

Fue muy amable, así que empezamos a hablar sobre mi futuro.

Me ayudó a ver que mis hermanos se sentían felices por los cambios que habían hecho.

Yo mismo veía la diferencia.

La realidad era que yo estaba sirviendo a dos amos y estaba poniendo en riesgo mi amistad con Jehová.

Sabía que necesitaba hacer cambios drásticos en mi vida.

Ya había intentado dejar los videojuegos varias veces.

Pero después de un par de días, volvía a jugar.

¡No lo podía controlar!

Me di cuenta de que, si realmente quería dejar este hábito, tendría que hacerlo de golpe.

Así que oré a Jehová y le pedí ayuda, fuerzas y determinación para lograrlo.

Cerré el sitio de Internet, tiré todos los juegos y dejé de jugar...

Digamos que quería hacer borrón y cuenta nueva.

Sabía que necesitaba hacerlo así.

De inmediato me sentí diferente.

Tenía más tiempo para salir a predicar y para otras actividades de la congregación.

Poco después me hice precursor auxiliar y luego regular.

Empecé a hacer mucho más por los hermanos de la congregación.

Eso me hizo sentir muy feliz.

Todo lo que hacía ahora me producía verdadera satisfacción.

Después de servir como precursor durante varios años, decidí aprender un idioma extranjero.

Fue todo un reto, pero me encantaba.

Me mudé a otra ciudad para ampliar mi ministerio.

Luego me mudé a otro país.

No puedo describir lo bien que te sientes cuando enseñas de la Biblia a otras personas y ves que lo que aprenden les ayuda a mejorar su vida y a hacerse amigos de Jehová.

Saber que estás contribuyendo a algo tan importante...

¡es fantástico, un sentimiento indescriptible!

Actualmente estoy sirviendo en Betel.

Ahora veo cuánto me ha ayudado Jehová.

Y en esta asignación puedo servirle todos los días.

Esta es la felicidad que estaba buscando.

Por eso quiero decirles a todos los jóvenes que no hay nada como servirle de lleno a Jehová.

Como dice Eclesiastés 12:1, mi texto favorito desde pequeño, acuérdense ahora de Jehová.

Nunca se arrepentirán.

Solo así serán realmente felices.

¿Cuándo debería haber dado atención Peter al tiempo que dedicaba a los videojuegos?

Es cierto que dichos juegos en sí no son malos, a menos que incluyan cosas que Jehová odia.

Pero Peter explicó que llegó un punto en el que los videojuegos se convirtieron en una tentación para él.

Dijo que ya no jugaba solo para divertirse de vez en cuando, sino que hacerlo había llegado a ser lo más importante en su vida.

Esa era una señal de que tenía que sentarse a pensar en cuánto tiempo y energías debía dedicar al juego.

Pero no lo hizo.

No corrigió el problema de inmediato.

Él reconoce que la situación llegó al punto de que, por estar pensando en los videojuegos, ya no lograba concentrarse en las reuniones ni en la predicación.

Peter cometió un error, pero fue sabio al obedecer las palabras de Mateo 5:30: “También, si tu mano derecha te está haciendo tropezar, córtala y échala de ti”.

¡Claro!

No se cortó la mano con la que hacía clic, pero sí se deshizo de todo lo que pudiera ser una tentación para él.

Si usted es padre, tiene la responsabilidad de ayudar a sus hijos a enfrentar sus inquietudes.

Debe estar al tanto de lo que ellos hacen y darles consejos afectuosos basados en la Biblia.

Ahora bien, actuar de inmediato cuando surgen problemas también es muy importante en otros ámbitos.

En la siguiente escenificación veremos cómo un matrimonio puso en práctica este consejo.

Tenemos muy buenos amigos en la congregación ¡pero hay tanto trabajo que hacer!

¿Por qué está tan enojada Jessica?

OK... creo que debí preguntarle antes de rechazar esa invitación a cenar.

¡Pero ella sabe que estoy muy ocupado!

Las reuniones de ancianos, el trabajo, el precursorado...

Siempre se queja de que ya no hacemos nada divertido.

Quizás tenga razón.

A veces, cuando estamos juntos, la verdad es que cada quien está en su mundo.

Aunque nuestra vida está llena de actividades espirituales, a veces descuidamos nuestra adoración en familia.

Tal vez me engañé pensando que, como estamos muy ocupados sirviendo a Jehová, no pasa nada si a veces no estudiamos juntos.

Esta noche discutimos otra vez.

Hasta nos fuimos a dormir enojados, aunque habíamos prometido que nunca haríamos eso.

A la mañana siguiente, le pedí a Jessica que me perdonara; ella me dijo que también se sentía muy mal por lo ocurrido.

Así que decidimos estudiar juntos el capítulo 4 de la carta a los Efesios esa misma noche.

Encontramos un artículo que decía: “Por desgracia, algunos se dirigen con más respeto a completos extraños que a su propia pareja”.

¡Eso nos impactó!

Luego leímos Efesios 4:31, 32: Prometimos hacer un esfuerzo para que nuestras palabras y tono de voz fueran más amables y cariñosos.

También estudiamos el caso de Áquila y Priscila.

Ellos son un buen ejemplo de lo que significa ser “una sola carne”.

Ellos pasaban tiempo juntos en casa, el trabajo y el ministerio.

Nos dimos cuenta de que necesitábamos fortalecer nuestro matrimonio.

Desde entonces hacemos juntos todo lo que podemos.

Seguimos ocupados en actividades espirituales, pero nunca las usamos de pretexto para descuidar nuestra relación.

Ahora, ya no somos solo marido y mujer: somos mejores amigos otra vez.

De este video y de la historia de Peter Zak aprendemos que, cuando surge un problema, hay que actuar de inmediato.

¡Hay que hacer las cosas a tiempo!

La importancia de hacerlo se destaca también cuando ocurren situaciones inesperadas.

En mayo del año pasado, un incendio forestal arrasó con la ciudad de Fort McMurray, en la provincia de Alberta (Canadá).

Los hermanos se beneficiaron de obedecer las oportunas instrucciones que recibieron en sus congregaciones.

En la parte de necesidades de la congregación, tratamos de hablar sobre estos temas cada año.

Y esta vez fue justo a tiempo, pues el incendio ocurrió una semana después.

En ese discurso se recalcó la importancia de estar bien preparados, pues este año se esperaba que hubiera varios incendios.

¡Qué bueno que los hermanos obedecieron y estaban listos!

Todo sucedió en un instante; pasamos de sentirnos tranquilos a decir “¡Tenemos que salir de inmediato!”.

Las autoridades dijeron que era obligatorio abandonar varias zonas de la ciudad.

Dieron las doce, las dos, las cuatro de la tarde...

¡Unas 90.000 personas estaban dejando sus hogares!

En la calle se escuchaban los helicópteros y las sirenas.

Había humo denso por todas partes.

Había fuego en ambos lados del camino.

¡Todo estaba en llamas!

¡Ah, todo era un caos!

La gente corría aterrorizada hacia sus autos mientras la enorme nube de humo se acercaba.

En ese momento recordé algo que se había dicho en aquel discurso de la reunión: “En caso de emergencia, sigan las instrucciones.

Obedezcan a las autoridades y escuchen a los ancianos de la congregación”.

Cada anciano se encargaba de cuidar de los hermanos de su grupo de predicación.

Llamé a todos los hermanos que pude para saber dónde se encontraban y si estaban a salvo.

En todo momento, los superintendentes de grupo sabían exactamente dónde estaba cada miembro de su grupo.

Un hermano vino por mi esposa y por los niños porque yo estaba en el trabajo.

Me siento en deuda con él por ayudarlos a llegar hasta un lugar seguro.

Ver a los hermanos a salvo y tranquilos me tranquilizó a mí.

Todo se perdió en una sola noche.

Si hubiéramos puesto nuestra confianza en estas cosas, ¿qué nos quedaría ahora?

Es cierto, lo perdimos todo, pero no nuestra amistad con Jehová.

No pudimos llevarnos nada.

—Así es.

—Todo se perdió.

No quedó nada.

¡Aquí estaba el sótano!

La gente siempre nos pregunta: “¿Perdieron su hogar?”.

Y respondemos: “Sí, así fue”.

Ver que las cosas se pueden perder, que pueden desaparecer, te ayuda a valorar lo que es realmente importante.

No solo salvamos nuestras vidas, también tenemos a nuestros hermanos y hermanas.

Salimos de la ciudad y llegamos a Edmonton, que está a unas 4 horas y media de aquí.

Los hermanos nos abrieron las puertas de su hogar, aunque ya era muy tarde, como las 2:30 de la madrugada.

Nos hicieron sentir en casa y nos dieron algo de comer; también ropa y un lugar donde dormir.

Nos sentimos muy conmovidos por su gran hospitalidad.

Era como si no hubiéramos perdido nada.

No habíamos visto a algunos de los hermanos desde el incendio.

Y volver a verlos en la asamblea regional —mes y medio después del desastre— nos animó muchísimo.

Algunos hermanos que estaban trabajando de voluntarios en la asamblea o con el comité de socorro no tenían un hogar adonde volver.

Pero estaban tan interesados en ayudar a los demás que ni siquiera pensaban en lo que ellos mismos habían perdido.

Aunque perdimos todo en sentido material, tenemos todo en sentido espiritual.

Lo que se perdió se perdió.

Pero lo más importante es estar vivos y contar con nuestro Padre, Jehová.

Para nuestros hermanos de Fort McMurray, prestar mucha atención en la parte de necesidades de la congregación fue vital.

Escucharon que debían contar con una mochila de emergencia y mantener lleno el tanque de combustible de su vehículo.

Si no hubieran seguido esa oportuna recomendación, no habrían podido llegar hasta el poblado más cercano, sobre todo por tanto tráfico que se produjo.

Los hermanos de Alberta no dejaron las cosas para después, y eso los protegió.

Quizás no experimentemos circunstancias tan extremas, pero todos enfrentamos dificultades de vez en cuando.

Y siempre es bueno hacer las cosas a tiempo.

Por ejemplo, no hay que esperar a tener las circunstancias perfectas para dar más en la predicación.

Para algunos, avanzar implica emprender el servicio de tiempo completo.

En nuestro video musical veremos a 2 familias que lo hicieron así.

Se titula Hay que avanzar.

♪♪ La meta es servir aún más, con toda el alma, sin dudar ya más.

Si no es hoy y no es aquí, tal vez ya no lo vas a conseguir.

(Estribillo) Hay que avanzar sin vacilar, sin esperar y sin mirar atrás.

Con mucha fe hay que avanzar, sin parar.

Hay que servir con paz mental.

Jehová te ve con compasión.

Conoce bien, muy bien, tu situación.

No hay que pensar: “No es para mí”.

Hay que confiar en él y decidir.

(Estribillo) Hay que avanzar sin vacilar, sin esperar y sin mirar atrás.

Con mucha fe hay que seguir, sin parar.

Hay que servir con paz mental.

La puerta has cruzado ya.

Lo que has dejado no te faltará.

Jehová sabrá recompensar tu labor por siempre, sí, no solo hoy.

(Estribillo) Hay que avanzar sin vacilar, sin esperar y sin mirar atrás.

Con mucha fe hay que seguir, y sin parar.

Hay que servir con paz mental.

Hay que avanzar sin vacilar, sin esperar y sin mirar atrás.

Con mucha fe hay que seguir, y sin parar.

Hay que servir con paz mental.

Hay que avanzar. ♪♪ Aumentar nuestro ministerio, en cualquier faceta, nos hará muy felices.

Aun si sus circunstancias actuales no le permiten servir de tiempo completo, hay mucho que sí puede hacer.

Los hermanos de Brasil tuvieron la oportunidad de participar más en la predicación cuando los Juegos Olímpicos y los Juegos Paralímpicos se llevaron a cabo en agosto y septiembre de 2016.

Casi 15.000 atletas, procedentes de 205 países, acudieron a este evento, además de muchos visitantes.

Más de 1 millón de personas asistieron a los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, incluidos 410.000 extranjeros.

En un esfuerzo por dar a conocer las verdades bíblicas, los testigos de Jehová realizaron una campaña especial de predicación en lugares públicos.

Para predicar a la mayor cantidad de personas, colocamos 268 carritos tanto en las sedes de los juegos como en toda la ciudad de Río de Janeiro.

De esta manera, logramos predicar incluso a personas de lugares muy lejanos, como Vanuatu, una de las islas del Pacífico.

Algunos visitantes de dicha isla se llevaron publicaciones de nuestros carritos.

Nos esforzamos por almacenar los exhibidores y los carritos lo más cerca posible de donde se colocarían los hermanos.

Y gracias a Jehová, logramos ubicarnos cerca de las entradas de los estadios, aunque habíamos pensado que eso sería imposible.

Habíamos planeado trabajar con 1.500 voluntarios, pero finalmente tuvimos el apoyo de 4.000 hermanos.

Solicitamos ayuda de otras ciudades y estados, así como de congregaciones de habla extranjera.

Fue más de lo que esperábamos.

Durante las olimpiadas, más de 1 millón de personas pasaron por este puerto.

Y gracias a Jehová, logramos colocar más de 40 carritos en él y en sus alrededores.

Distribuimos casi 20.000 publicaciones.

Para reabastecer los carritos, usamos un cuatriciclo.

Fue muy útil para llevar las publicaciones desde el almacén hasta donde se encontraban los carritos.

Más de 26.000 periodistas cubrieron el evento, y 22.000 soldados reforzaron la seguridad en la ciudad.

Y por supuesto, el trabajo de nuestros hermanos no pasó desapercibido.

Un día estábamos en el carrito cuando, de repente, una patrulla llena de policías se detuvo frente a nosotros.

Pensé que iban a hacernos preguntas o a pedir que nos marcháramos.

Se bajaron del vehículo y vinieron hasta nosotros.

Uno de ellos tomó un libro Enseña y, sin decirnos nada, les dijo a los demás oficiales: “¿No les dije que estarían aquí?

Pueden llevarse lo que gusten; es gratis.

¡Aprenderán cosas increíbles!”.

Esta campaña nos ha ayudado a vencer muchos prejuicios, tanto de las autoridades como del público en general, ya que fue evidente el alcance internacional de nuestra obra.

Lo notamos sobre todo en el caso de los oficiales, pues nos permitieron colocar los carritos muy cerca de los estadios donde se estaban llevando a cabo los juegos.

En total, hubo 268 carritos por toda la ciudad; de ellos la gente tomó más de 85.000 publicaciones, en más de 10 idiomas.

Poco más de 1 año de planificación nos ayudó a estar listos para esto, y, sin duda, los resultados fueron excelentes.

Esta campaña de predicación dio un gran testimonio a miles de asistentes a los Juegos Olímpicos, y más importante aún, fue un grito de alabanza para nuestro Dios, Jehová.

¿Les gustaría darse una idea de cómo era la vida de un siervo de Jehová a principios del siglo XX?

El siguiente video nos ayudará a apreciar el aguante de los proclamadores del Reino de aquella época.

Se proyectó en las asambleas internacionales del año 2014 en cierta ciudad.

Y ahora está disponible para todos nosotros.

Se titula ¡Toc, toc!

Aquel hermano recibió bendiciones por perseverar en su ministerio.

Demostró que vivía con sentido de urgencia.

Los siervos de Dios no perdemos el tiempo.

Actuamos pronto; ¡hacemos las cosas a tiempo!

Sí, la puntualidad es una cualidad cristiana.

Por último, recibamos los saludos de nuestros hermanos de Uganda, en especial, de los que sirven en Fort Portal, en la parte occidental de Uganda.

En ese lugar hay 120 publicadores, que predican a unos 60.000 habitantes.

Ellos dan cerca de 300 cursos bíblicos.

Hay 2 congregaciones: una en inglés y la otra en rutoro.

También tienen 2 grupos en zonas rurales, a unos 60 kilómetros (37 millas) de distancia.

Hay un programa para visitar a los hermanos y apoyarlos en la predicación.

Antes casi no había publicaciones en el idioma rutoro, lo cual era un desafío.

Sin embargo, gracias a los esfuerzos en el campo de la traducción, la cantidad de publicadores ha aumentado drásticamente.

Como resultado, en 2014 se formó una congregación en rutoro.

Luego, en 2015, se estableció una Oficina Remota de Traducción.

Y a partir de febrero de este año, los publicadores reciben la edición de estudio de La Atalaya en dicho idioma.

Queremos mucho a nuestros hermanos de Fort Portal.

Ellos envían sus afectuosos saludos a los siervos de Jehová de todo el mundo.

Esto es JW Broadcasting desde la central mundial de los testigos de Jehová.



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