El título de este discurso es: “¿En quién confía usted?”.
¿Confía usted en mí?
Espero que sí.
A todos nos gusta que confíen en nosotros.
Demostrar confianza es esencial en la vida diaria.
Todos confiamos en otras personas.
Por ejemplo, muchos hemos viajado en tren o en autobús y ¿verdad que confiamos en que el conductor nos llevaría a nuestro destino sanos y salvos?
Por lo general, no nos preocupamos por eso.
Cuando volamos en avión, confiamos en que el piloto nos llevará a nuestro destino sin ningún problema.
O, cuando usamos un ascensor, confiamos en que no se caerá por el hueco, sino que nos llevará al piso que queremos.
Al casarnos, confiamos en que nuestra pareja será fiel toda la vida.
Como vemos, a menudo hay que confiar en otros.
¿Qué es la confianza?
Es la “esperanza firme o seguridad que se tiene en que una persona va a actuar o una cosa va a funcionar como se desea”.
Otro diccionario dice que confiar es “estar tranquilo respecto al comportamiento de alguien por considerarlo honrado, leal, eficiente, etc.”.
La confianza está relacionada con la esperanza, la convicción, la fe y la seguridad.
Al realizar algunos experimentos, Michael Kosfeld, un profesor de la universidad de Fráncfort (Alemania), llegó a la conclusión de que la confianza es “una parte de la naturaleza humana con base biológica”.
Kosfeld descubrió que, cuando dos personas interactúan, el cerebro libera una hormona que estimula la confianza.
Y aseguró: “Es, de hecho, una de las características distintivas de la especie humana”.
Algunos se desaniman cuando otra persona no confía en ellos y le preguntan: “¿No confías en mí?”, normalmente con un tono de tristeza o de queja.
A veces los niños o los adolescentes les preguntan a sus padres: “¿No confían en mí?”, cuando les ponen algunas normas, tal vez relacionadas con el entretenimiento.
Los padres les ponen esas reglas a ustedes, jóvenes, porque los aman y quieren protegerlos en sentido espiritual y físico.
Si cooperan con ellos, verán que poco a poco irán confiando más en ustedes y les darán más libertad.
Demuéstrenles que pueden confiar en ustedes.
Hoy en día, hay muchas personas en las que no se puede confiar.
Estamos viviendo en el tiempo del fin, y los demonios están desesperados e influyen en la gente, por eso no es prudente confiar en todo el mundo.
Muchos que han confiado en la religión han acabado decepcionados.
Los que han confiado en los gobiernos o en las Naciones Unidas también han acabado decepcionados.
Confiaban en que los líderes políticos cumplirían todas sus promesas, pero no lo han hecho; algunos han resultado ser unos completos mentirosos.
Proverbios 14:15 dice: Cuando alguien, aunque esté en la verdad, nos prometa grandes beneficios económicos si le damos dinero para una inversión que tiene en mente, debemos tener cuidado y no creernos todo lo que nos diga.
Algunos que sí lo han hecho han acabado decepcionados al enterarse de que lo habían perdido todo.
Tampoco deberíamos creernos todo lo que leemos en los periódicos o vemos en la televisión.
Hay otra cosa en la que no debemos confiar: en las riquezas.
Salmo 49:6 habla de los que “están confiando en sus medios de mantenimiento, y que siguen jactándose acerca de la abundancia de sus riquezas”.
Quienes confían en el dinero, por lo general, acaban decepcionados.
“El que confía en sus riquezas...
él mismo caerá”, dice Proverbios 11:28.
No es que esté mal ser rico, lo que está mal es confiar en las riquezas.
Estas nos pueden traer problemas.
Mucha gente hoy en día no es honrada y engaña a otros.
Por ejemplo, hay dueños de negocios que han instalado cámaras porque no confían en que sus empleados trabajen todas las horas que deberían.
Algunos se ponen a jugar videojuegos en horas de trabajo.
Pero Jehová nos creó con la inclinación de confiar en otras personas.
Sobre todo, podemos confiar en los hermanos, aunque es cierto que de vez en cuando nos pueden decepcionar.
Algunos cometen pecados graves y tienen que ser expulsados.
Pero esos son casos contados.
Jehová es el mejor ejemplo de alguien que confía en los demás.
Confió en su Hijo, quien cooperó lealmente con él como “obrero maestro” en la creación del universo, la Tierra y todos los seres vivos que hay en nuestro planeta, incluidos los humanos.
¡Y cuánta confianza demostró Jehová en Jesús cuando lo envió a la Tierra!
Él confiaba en que Jesús sería fiel y salvaría a la humanidad para que Su propósito con relación a los seres humanos y la Tierra se cumpliera.
Jehová confiaba tanto en él que inspiró profecías para predecir que sería fiel hasta la muerte.
Esta confianza que tenía no era algo infundado.
Se basaba en los millones de años que ambos habían trabajado juntos.
Note esta profecía acerca de Jesús en Salmo 16:10: Jesús tenía libertad de elección, lo que significa que, en teoría, podría haber pecado.
Si no, seguramente Satanás no habría intentado tres veces que pecara.
Si Jesús no podía pecar, ¿entonces por qué se angustió tanto en el jardín de Getsemaní, hasta el punto de sudar sangre?
¿Habría enviado Jehová a un ángel para animarlo y darle fuerzas si, de todas maneras, no podía pecar o fallarle?
No hay duda de que Jesús tenía una tremenda responsabilidad sobre sus hombros, ya que no solo la salvación de la humanidad dependía de que se mantuviera fiel, sino también la vindicación de la soberanía de Jehová.
No quería decepcionar a Jehová.
Usó bien su libertad de elección y se resolvió a ser leal.
¡Cuánto nos alegra que lo hiciera!
Por su parte, Jesús también confió completamente en Jehová.
Confiaba en que lo resucitaría si moría fiel.
De hecho, todo el mundo sabía que él confiaba en Jehová.
La gente que lo vio colgado en el madero dijo: Otra persona que mostró confianza fue Abrahán.
Cuando Dios le pidió que sacrificara a su querido hijo Isaac, estuvo dispuesto a hacerlo.
Confiaba en que Jehová lo podía resucitar.
Hebreos 11:19 dice: Primera a los Corintios 13:7 dice que el amor Quien ama confía en que las profecías se cumplirán.
También cree lo que le dicen los hermanos y les da un margen de confianza en vez de poner en duda sus motivos.
Así es, confiar en los demás es una muestra de que los amamos.
Cuando queremos a alguien, pensamos bien de él o ella.
Otro ejemplo de alguien que confió en Jehová fue Moisés.
Él sacó a los israelitas de Egipto y los guió por el desierto.
Eran una nación de más de tres millones de personas, además llevaban con ellos muchas ovejas y otros animales.
Al salir de Egipto, ¿sabía Moisés cómo darle agua a esa multitud en el desierto?
¿Sabía qué comerían cuando se acabaran las provisiones con las que salieron de Egipto?
¿Sabía que Jehová les daría el maná de manera milagrosa?
Parece que no.
Pero confió en que Jehová cuidaría de su pueblo.
Los tres amigos de Daniel son otro buen ejemplo al respecto.
Como no se inclinaron para adorar la imagen que el rey Nabucodonosor erigió, les dijeron que, por su desobediencia, los echarían en un horno de fuego.
Pero ellos fueron firmes, y un ángel los protegió, de manera que el fuego no les hizo nada.
Al ver eso, Nabucodonosor dijo: A medida que se acerca la gran tribulación, puede ser que nos enfrentemos a pruebas que nos den miedo relacionadas con el nacionalismo.
¿Seguiremos confiando en Jehová?
Esperamos que sí.
Él cuidará de manera milagrosa a su pueblo durante la gran tribulación; se asegurará de que sobreviva.
Hoy en día, el esclavo fiel es el encargado de suministrarles alimento espiritual a los millones de personas que forman el pueblo de Dios.
Los hermanos que componen ese esclavo confían plenamente en que Jehová los guiará con su espíritu.
¿Cómo es que “el esclavo fiel y discreto” puede suministrar alimento espiritual tan valioso?
“Te haré tener perspicacia, y te instruiré en el camino en que debes ir”, dice Jehová en Salmo 32:8.
En la actualidad, Jehová usa a Jesús para guiar al esclavo.
Jesús, a su vez, usa al “esclavo fiel y discreto” para guiar a su pueblo.
De modo que podemos tener total confianza en la comprensión y la guía basadas en la Biblia que nos da “el esclavo fiel y discreto”.
Satanás trata de sembrar desconfianza.
Por ejemplo, durante la dictadura comunista en Rumania, unos agentes de la policía secreta obligaron a un hermano responsable de la obra a caminar con ellos por una calle muy transitada para que los hermanos pensaran que trabajaba para ellos.
¿Funcionó el plan?
No, para nada.
Los hermanos lo vieron, pero siguieron confiando en él.
Eso nos enseña que no debemos precipitarnos a desconfiar de los hermanos.
Satanás trata de esparcir rumores sobre hermanos leales, como los que componen el esclavo fiel.
Y esta táctica no es nueva.
Cuando Jesús fue resucitado y los soldados encontraron la tumba vacía, estos corrieron el rumor de que los discípulos habían robado el cuerpo por la noche.
Mateo 28:15 dice: En el siglo primero también se corrió el rumor de que los cristianos eran los culpables del gran incendio de Roma.
Pero ¿era cierta esa acusación?
Los historiadores dicen que en realidad fue Nerón, el emperador, quien incendió la ciudad.
Hoy en día, a veces se han esparcido rumores sobre el esclavo fiel en algunos medios electrónicos, y esto ha preocupado a algunos, sobre todo cuando los informes hablan de hermanos que han sido acusados en los tribunales.
A veces los informes citan a ciertos hermanos, y quien los lee podría pensar: “¿Cómo va a ser un rumor, si eso es lo que dijo la persona?”.
Bueno, una cita puede estar sacada de contexto.
Por lo general, los informes negativos solo mencionan parte de lo sucedido, no todos los aspectos.
Y esos rumores podrían manipular nuestras emociones.
Pregúntese: “¿Me creo todo lo que me cuentan?
Aun si fuera el caso, ¿debería esparcir esos rumores y debilitar la confianza que otros tienen en el esclavo o en los representantes de la sucursal?”.
Evite comentarios sensacionalistas como: “¿Te enteraste de esto o lo otro, o de lo que dicen de esta persona o la otra?”, haciendo referencia a algo que haya aparecido en Facebook, YouTube o Twitter.
Los rumores que se esparcen son como un incendio fuera de control.
Siembran desconfianza y pueden debilitar la fe de los demás.
Esto no quiere decir que el esclavo sea perfecto y que nunca cometa errores.
Pero Jehová y Jesús confían en ese esclavo imperfecto, que cumple con su labor lo mejor que puede y con las mejores intenciones.
Entonces, ¿no deberíamos nosotros confiar en esos hermanos también?
Para entender lo mucho que confían Jehová y Jesús en el esclavo fiel, pensemos en lo que se les ha prometido a sus miembros: se les ha prometido inmortalidad e incorrupción.
Pronto, justo antes del Armagedón, los miembros del esclavo que queden en la Tierra serán llevados al cielo.
Desde el año 1919, el esclavo ha tenido a su cargo algunos bienes de Cristo.
Pero, según Mateo 24:47, cuando los ungidos sean llevados al cielo, Jesús los nombrará “sobre todos sus bienes”.
¿No indica eso una confianza inmensa?
Revelación 4:4 presenta a estos ungidos resucitados reinando junto con Cristo.
Revelación 22:5 dice que reinarán, no solo por mil años, sino “para siempre jamás”.
¡Cuánto confía Jesús en ellos!
Pues, si Jehová y Jesús confían plenamente en “el esclavo fiel y discreto”, ¿no deberíamos nosotros hacer lo mismo?
Muchos siervos de Jehová del pasado confiaron en él cuando afrontaron oposición o situaciones difíciles.
Nosotros podemos estar seguros de que Jehová no dejará que seamos probados más allá de lo que podamos soportar, sino que “dispondrá la salida” para que nos mantengamos fieles.
Así que, ¿en quién confía usted?
Confía totalmente en Jehová, en Jesús y en el esclavo fiel y, a un grado razonable, también confía en todos los hermanos.
El escritor del Salmo 119:42 mencionó algo más en lo que tenemos que confiar: en la Palabra de Dios.
Él escribió: Las profecías de la Biblia siempre se han cumplido en el momento preciso.
En base a eso, podemos tener la completa seguridad de que las que quedan por cumplirse también se harán realidad, como las que indican que una gran muchedumbre sobrevivirá a la gran tribulación y vivirá en el Paraíso.
Todas se realizarán, sin la más mínima duda.
Como dijimos, debemos confiar, no solo en Jehová, en Jesús, en el esclavo fiel y en la Biblia, sino también en nuestros hermanos.
El apóstol Pablo dio un buen ejemplo al respecto.
Le escribió a Filemón para pedirle que aceptara de vuelta a Onésimo, el esclavo que se había fugado y que ahora era cristiano.
Pablo escribió en Filemón 21: Al hablar de la confianza, podríamos pensar en un niño que camina de la mano de su padre.
Al niño no le preocupa dónde lo llevará su padre, porque confía en él.
En los últimos días que estamos viviendo, los cristianos verdaderos hemos sido objeto de odio por parte de mucha gente.
¡Cuánto nos fortalecen las promesas de Jehová sabiendo que pronto las multitudes que apoyan a Satanás nos atacarán!
Cuando eso suceda, el pueblo de Jehová parecerá estar indefenso.
Pero no tenemos que temblar de miedo.
Confiamos en que Jehová, Jesús y los ángeles lucharán para salvarnos.
No nos acobardaremos.
En Hebreos 10:39, Pablo escribió: Tanto hoy como después del Armagedón, todos podremos decir, según Salmo 26:1 y 52:8: “En Jehová he confiado, para no estar vacilante” y “Yo sí confío en la bondad amorosa de Dios [...] para siempre”.
Por lo tanto, siga confiando en Jehová y en quienes están demostrando ser leales a él.