Iqaluit es la capital de Nunavut y es una de las ciudades que está más al norte dentro del territorio de Canadá.
El invierno es muy largo, oscuro y frío.
Es un lugar poco poblado: solo viven unas 7.000 personas.
Es un sitio precioso, pero allí no es nada fácil ni vivir ni trabajar ni formar una familia.
Fue por eso que la verdad llegó a Iqaluit muchas décadas después de que se hubiera predicado en la mayor parte del sur de Canadá.
Durante años, grupitos de publicadores organizaron campañas de predicación y viajaron a Iqaluit y sus alrededores.
Pero a las personas que mostraban interés se les hacía difícil progresar porque no había ni grupos ni congregaciones en la zona.
Bill e Eenah Lidstone fueron de los primeros en escuchar el mensaje de la verdad.
Cuando era pequeña, tenía la costumbre de acompañar a mi abuela a la iglesia anglicana todos los domingos.
Allí nos hablaban del cielo y del infierno, y eso me daba mucho miedo porque, si eras desobediente, te ibas al infierno.
Así que yo no quería ser desobediente.
Bill es de Terranova y tuvo su primer contacto con la verdad cuando era joven.
Pero se fue a vivir a Iqaluit en 1978, antes de que pudiera comenzar a estudiar la Biblia.
Nunca olvidé lo que aprendí al principio sobre la verdad, pero sabía que estaba a unos 2.000 kilómetros (1.240 millas) de cualquier congregación o de cualquier Testigo.
Me acuerdo de pedirle a Jehová en oración: “Si es posible, ¿podrías mandar a alguien aquí para que yo pueda seguir aprendiendo acerca de ti?”.
Lo que Bill no sabía era que un hermano llamado Greg Kiddle había ido a Iqaluit para trabajar.
Pero solo iba a estar allí algunas semanas.
Una noche llamaron a la puerta.
Salí a abrir y me encontré con un hombre con camisa y corbata, lo que era un poco raro.
Empezó con su presentación, pero no le dejé acabar.
Le dije: “¿Eres testigo de Jehová?”.
Yo creo que estaba casi tan sorprendido como yo.
Tiempo después, me dijo que él también había estado orando para encontrar a alguien con interés en la verdad y que esa era la primera noche que había salido a predicar de casa en casa.
Así que alguien lo estaba guiando.
Nunca había oído el nombre Jehová. Así que aprender que Jesús tenía un Padre que se llamaba Jehová, y que él escucha nuestras oraciones me hizo muy feliz.
Gracias a que varias familias muy valientes hicieron el esfuerzo de irse a vivir a esa zona, se formó un grupo en el año 2008 y, dos años más tarde, ya era una congregación.
Estábamos totalmente asombrados de que todavía hubiera en nuestro país zonas con necesidad de ayuda para predicar.
Proverbios 11:14 dice que las cosas salen bien “con muchos consejeros”.
Por eso le escribimos a la sucursal para tener más información.
Además, hablamos con los hermanos que ya se habían ido a vivir a Iqaluit y con los ancianos de allí.
Ellos nos ayudaron mucho a estar bien preparados para dar este gran paso.
Aunque nos mudamos a un lugar muy aislado, enseguida pudimos sentir el cariño y el calor de nuestros hermanos.
Cuando llegamos al aeropuerto y nos bajamos del avión, ahí estaban los hermanos y hermanas del grupo esperándonos, listos para recibirnos.
Nos ayudaron de muchas maneras para que pudiéramos instalarnos y empezar nuestra nueva vida allí.
Otra cosa que nos preocupaba era el frío extremo y las pocas horas de luz que hay en invierno.
Pero fue en las noches más frías y oscuras en las que vimos las auroras boreales más brillantes y los cielos llenos de estrellas.
Y, cuando había tormentas de nieve, aprovechábamos para pasar tiempo con los hermanos de la congregación.
Todo eso fue lo que nos ayudó a soportar el invierno.
Me acuerdo de la primera vez que salí a predicar.
Resulta que en la primera puerta que toqué salió un hombre y nos dijo que le había estado pidiendo a Dios que enviara a alguien para que lo ayudara a entender la Biblia, y nos invitó a pasar.
Enseguida vimos que la predicación nos iba a hacer muy felices.
En 2022, se construyó el primer Salón del Reino en Iqaluit.
Por muchos años, los hermanos se reunieron en gimnasios escolares y hoteles, pero ahora Jehová bendijo todos sus esfuerzos regalándoles un Salón del Reino que dará gloria a su nombre.
Este es el resultado del duro trabajo que hicieron los hermanos y hermanas durante tanto tiempo.
He aprendido que Jehová es el que escucha las oraciones.
No importa si vives en un lugar aislado.
Si oras a Jehová por ayuda, él va a enviar a alguien para ayudarte.
Jesús dijo que la verdad llegaría hasta la parte más lejana de la Tierra.
Eso nos muestra que Jehová ama mucho a las personas, y por eso se aseguró de que al debido momento sus siervos también llegaran al norte de Canadá.
Entradas
