El tema del que voy a hablar es “Nunca dejen que Satanás los intimide”.
¿Qué es intimidar?
Es obligar a alguien a hacer o no hacer algo, acosándolo, asustándolo o amenazándolo.
Y Satanás es el rey de la intimidación.
Es algo que usa para que la gente haga lo que él quiere.
Jehová, por el contrario, usa el amor para motivarnos.
El verbo intimidar aparece varias veces en las notas de la Biblia de estudio. Y, en el texto principal de la Biblia, también aparece, por ejemplo, en Deuteronomio 1:17.
A los jueces que iban a ayudar a Moisés se les dijo: “No se dejen intimidar por nadie”.
Tenían que ser imparciales.
Y, bueno, pese a que esta palabra no aparece tantas veces en la Biblia, sí hay situaciones en las que se ve esa acción.
Veamos algunos ejemplos.
Piensen en Goliat, aquel enorme gigante que trataba de intimidar al joven David.
¿Recuerdan lo que le dijo?
En 1 Samuel 17 leemos: “Acércate y verás.
Voy a echarles tu carne a las aves del cielo y a los animales del campo”.
“Si te me acercas, muchacho, serás comida para los buitres y las hienas”.
Eso sí que es intimidación.
¿Y qué hay de Rabsaqué, que en los días de Ezequías les habló en hebreo y con voz potente a los judíos para intimidarlos?
¿Y Sanbalat y Tobías, que se burlaron de Nehemías y los judíos que intentaban reconstruir la muralla?
Y en el comentario de hoy, tomado de La Atalaya, tenemos otro ejemplo.
Nabucodonosor quería que los tres hebreos adoraran un ídolo, así que los intimidó.
¿Qué fue lo que hizo?
Daniel 3:1 dice que hizo una imagen inmensa: 27 metros de alto, 90 pies, y casi 3 metros de ancho, 9 pies.
Eso de por sí ya intimidaba bastante, pero además reunió a muchísimas personas.
El versículo 2 dice que fueron sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros...
Con tanta gente importante, ¿quién no se intimida?
Y los versículos 4-6 dicen que alguien anunció con voz fuerte: “Se les ordena que, cuando oigan el cuerno, la flauta, la cítara […], tienen que caer de rodillas y adorar la estatua”.
“El que no caiga de rodillas y la adore será arrojado de inmediato en el horno de fuego”.
¡Qué miedo!, ¿verdad?
Pero ninguno de los tres hebreos se dejó intimidar.
Ahora bien, como ya dijimos, Satanás también trata de intimidarnos a nosotros.
“Si no te pones una transfusión, te vas a morir”.
“Si no aceptas este empleo (tal vez un empleo que te perjudique espiritualmente), tu familia se morirá de hambre”.
“¿Qué, no te atreves a fumar?
Eres un gallina”.
“Tú le gustas mucho, ¿por qué no quieres salir con ella?
Eso es que eres gay”.
Está claro que hoy Satanás también nos intimida.
El apóstol Pedro compara al Diablo con un león rugiente.
¿Y por qué ruge?
La mayoría de las veces para intimidarnos, como lo hace el león.
Según la obra Perspicacia, con su impresionante rugido, el león puede hacer que animales que están encerrados tras una cerca salgan en estampida y queden desprotegidos.
Pero les hago una pregunta: ¿qué lecciones podemos aprender de los tres valientes hebreos?
¿Cómo nos ayuda su ejemplo a no dejar que Satanás nos intimide?
Aquí les doy algunas.
La primera: nunca dejen de confiar en Jehová con todo su corazón, sin importar cuánto ruja Satanás.
Si vamos a Daniel, capítulo 3, veremos cómo los hebreos confían por completo en Jehová.
Y eso que la situación podía intimidar.
El versículo 16 dice: “Sadrac, Mesac y Abednego le respondieron al rey: ‘Oh, Nabucodonosor, no es necesario que te demos una respuesta sobre este asunto.
Si tiene que ser así, oh, rey, el Dios al que servimos puede librarnos del horno de fuego y también de tus manos.
Pero, incluso si no lo hace, oh, rey, debes saber que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que tú has levantado’ ”.
Confiaban en Jehová.
Veamos otra lección.
El espíritu santo nos ayudará a estar en calma, a no asustarnos y saber cómo responder a quienes nos persiguen.
¿Se fijaron en cómo lo hicieron los tres hebreos?
Con una calma impresionante.
¡Qué bien le respondieron al rey!
Está claro que contaban con la ayuda del espíritu santo.
Y Jehová nos dará esa misma ayuda a nosotros.
En Lucas 12:11, 12, Jesús dice: “Cuando los lleven ante asambleas públicas, funcionarios de gobierno y autoridades, no se angustien pensando [...] en lo que dirán, porque el espíritu santo les enseñará […] lo que deben decir”.
La tercera lección: para rescatarnos de una situación peligrosa Jehová puede utilizar a sus ángeles.
Sabemos que hizo un milagro para rescatar a los tres hebreos.
Cuando el rey miró dentro del horno, no vio a tres hombres achicharrándose en las llamas; vio a cuatro caminando tranquilamente, y el cuarto era un ángel, obviamente.
Y, cuando los sacaron de aquel horno, según Daniel 3:27, “ni siquiera olían a humo”.
Ni un pelo se les había chamuscado.
¿Han estado alguna vez con alguien que fuma?
Ese olor a tabaco se te pega enseguida.
Y, hablando de cabello chamuscado, el cabello arde rápidamente.
Una vez, intentando encender una estufa de gas con un fósforo, cometí un error de cálculo, y una llamarada me quemó la mitad de los pelos del brazo.
Pero a los hebreos no se les chamuscó ni un solo pelo, ni olían a humo.
Ahora, es verdad que hoy no podemos esperar que un ángel nos salve de manera milagrosa, pero Jehová sí puede usarlos para ir moviendo los asuntos.
Puede que encontremos ese trabajo que tanto necesitábamos.
O puede que encontremos un doctor que respete nuestra postura sobre la sangre y esté dispuesto a atendernos.
O también puede usar a los ángeles para fortalecernos, para ayudarnos a ser leales ante esta prueba tan difícil.
Veamos una cuarta lección.
Aunque nos amenacen con matarnos, tener una fe firme en la resurrección nos dará fuerzas.
Seguramente los tres hebreos se sabían de memoria Job 14:13.
Allí Job le pide a Jehová que lo ocultara en la tumba, le fijara un plazo y se acordara de él o lo resucitara.
Y sin duda sabían de las resurrecciones de Elías y Eliseo.
Aquellos jóvenes no sabían si Jehová los iba a rescatar, pero estaban seguros de que Jehová los resucitaría si se mantenían fieles.
Y lo mismo pasará con nosotros.
Tener una fe firme en la resurrección, en realidad, le quita a Satanás la capacidad de intimidarnos.
Aunque nos tengamos que enfrentar a la muerte, esta esperanza es nuestra arma secreta.
Pasemos a la última lección.
Si de ninguna manera nos dejamos intimidar, daremos un excelente testimonio.
¿Qué pasó cuando los hebreos salieron del horno sanos y salvos?
El rey dijo: “Alabado sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, […] pues no existe otro dios que pueda librar como este”.
Piensen en esto: si Nabucodonosor y otros babilonios que vieron el milagro resucitan como parte de los “injustos” mencionados en Hechos 24:15, tendrán ventaja, porque ya sabrán algo de Jehová y tal vez decidan servirle.
Y piensen también en los hombres que echaron a los hebreos al horno.
Ellos murieron.
Si al final resucitan, se les va a contar lo que pasó justo después de que murieran.
Seguramente eso los motivará a acercarse más a Jehová en el nuevo mundo.
Hoy no es distinto.
Cuando no nos dejamos intimidar por nada, damos un poderoso testimonio.
Y muchos han conocido la verdad al ver esos ejemplos de lealtad.
En resumen, aquí tienen los cinco remedios antintimidación, y todos los sacamos del ejemplo de los tres hebreos.
Primero, siempre confiemos en Jehová, aunque Satanás ruja para intimidarnos.
Segundo, el espíritu santo nos dará calma, y así responderemos bien.
Tercero, Jehová puede usar a sus ángeles de varias maneras para rescatarnos de situaciones que nos resulten intimidantes.
El cuarto es tener fe en la resurrección nos dará fuerzas para no dejarnos intimidar, aunque tengamos que enfrentarnos a la muerte.
Y el quinto es recordar que, si no nos dejamos intimidar, les daremos un impactante testimonio a las personas.
Por eso, hermanos, seamos como los tres hebreos: nunca dejemos que Satanás, el Diablo, nos intimide.