El texto para el día de hoy, Mateo 6:33, consta de dos partes.
La primera indica lo que tenemos que hacer: “Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Dios”.
La segunda menciona lo que Jehová hará: “Y todas estas otras cosas les serán añadidas”.
Analicemos cuidadosamente estas palabras.
Con ellas, Jesús deseaba enseñarles a sus discípulos que debían hacer cambios drásticos en su estilo de vida.
¿Qué clase de cambios?
Veamos el versículo 31.
Allí, Jesús dice: “Por eso, nunca se inquieten y digan: ‘¿Qué hemos de comer?’, o ‘¿qué hemos de beber?’, o ‘¿qué hemos de ponernos?’”.
¿De verdad dijo “nunca”?
¡Sí!
Sin embargo, lo normal es que nos preocupemos por tener lo necesario.
Y Jesús reconoció que eso mismo inquieta a la mayoría de las personas.
En el versículo 32, él dijo: “Porque todas estas son las cosas en pos de las cuales las naciones van con empeño”.
Pero luego también dijo: “Su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas”.
Aquí en el capítulo 6, Jesús resaltó varios principios muy importantes que nos ayudan a modificar nuestro punto de vista para darle a Jehová Dios, a nuestra vida y a las necesidades básicas la importancia que les corresponde.
Jesús dejó claro que el servicio a Jehová debe ser lo más importante, sean cuales sean nuestras circunstancias.
Echémosle un vistazo a dos de dichos principios.
Uno de ellos está en Mateo 6:24.
Allí, Jesús dice: “Nadie puede servir como esclavo a dos amos; porque u odiará al uno y amará al otro, o se apegará al uno y despreciará al otro.
No pueden ustedes servir como esclavos a Dios y a las Riquezas”.
Es simplemente imposible.
Algunos lo han intentado, pero han fallado.
Satanás le dijo a Jesús “Te daré riquezas.
Te daré todos los reinos del mundo y su gloria”.
Jesús, desde luego, lo rechazó.
¿Por qué?
Porque sabía cuál era el precio de recibir todo aquello: dejar de adorar con corazón completo...
¡imposible!
Jesús sabía que es imposible adorar a Jehová y a las riquezas.
En el versículo 21, Jesús dijo: “Porque donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón”.
El segundo principio está en el versículo 25:
“Por esto les digo: Dejen de inquietarse respecto a su alma en cuanto a qué comerán o qué beberán, o respecto a su cuerpo en cuanto a qué se pondrán”.
Y he aquí el principio: “¿No significa más el alma que el alimento, y el cuerpo que la ropa?”.
Pudiéramos tener un granero lleno de alimento, pero si no estuviéramos vivos, de nada nos serviría.
Y si tuviéramos un almacén lleno de ropa, pero no un cuerpo, no podríamos ponérnosla.
Jesús ilustró muy bien este principio.
Veamos lo que dice Lucas capítulo 12, del versículo 16 en adelante: “Con eso les habló una ilustración, y dijo: ‘El terreno de cierto hombre rico produjo bien.
Por consiguiente, él razonaba dentro de sí, diciendo: “¿Qué haré, ya que no tengo dónde recoger mis cosechas?”.
De modo que dijo: “Haré esto: demoleré mis graneros y edificaré otros mayores
y allí recogeré todo mi grano y todas mis cosas buenas; y diré a mi alma: ‘Alma, tienes muchas cosas buenas almacenadas para muchos años; pásalo tranquila, come, bebe, goza’”.
Pero Dios le dijo: “Irrazonable, esta noche exigen de ti tu alma.
Entonces, ¿quién ha de tener las cosas que almacenaste?”.
Así pasa con el hombre que atesora para sí, pero no es rico para con Dios’”.
Jesús no dijo que el hombre fuera alguien deshonesto o que nunca pensara en Dios.
El error que aquel hombre cometió fue fijar mal sus prioridades.
Él se centró principalmente en acumular riquezas.
Como dice el versículo 21, él acumuló tesoros para sí mismo, pero no en los cielos.
No se esforzó por ser “rico para con Dios”.
Y eso es lo más importante, ¿no es verdad?
Servir a Jehová Dios, dedicar nuestra vida a él: eso es lo que realmente importa.
Porque, como dijo Jesús en la segunda parte del versículo 15, “hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee”.
Así que, hemos hablado de dos principios muy importantes.
El primero es que nuestro servicio a Dios —y no atesorar riquezas— debe ser lo más importante en nuestra vida.
Y el segundo lo encontramos en Mateo 6:33: “Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Dios, y todas estas otras cosas les serán añadidas”.
Aunque no sabemos con exactitud cuándo vendrá el fin, queremos seguir siempre buscando primero el Reino.
Y, en vez de confiar en los bienes materiales que ofrece este mundo, debemos confiar en nuestro Padre celestial.
Jehová nos da todo lo que necesitamos y hasta más que eso.
Este principio se resume en Eclesiastés 5:19.
Allí se dice la verdad, la realidad de las cosas.
Eclesiastés 5:19 dice: “También, a todo hombre a quien el Dios verdadero ha dado riquezas y posesiones materiales, también lo ha facultado para comer de ello y para llevarse su porción y para regocijarse con su duro trabajo.
Este es el don de Dios”.