Gary Breaux: Una guerra en nuestro interior (1 Ped. 2:16)

Lo que Jesús dijo en Mateo 24:6 indica que, durante los últimos días, habría guerras e informes de guerras, y en el ver. 7 añadió, se levantará nación contra nación. Todos hemos visto cumplirse esas palabras. Como sabemos, en una guerra hay dos bandos opuestos. Y tanto en el texto, como en los comentarios de nuestros hermanos, se ha hablado de una guerra de otro tipo. Leamos acerca de esta guerra en Rom. 7:22 y 23. Notarán que esta cita también es parte del comentario tomado de la Atalaya. Por favor, observen cómo describe el apóstol Pablo esta guerra tan particular: “Al hombre que soy por dentro de veras le agrada la ley de Dios, pero en mi cuerpo veo otra ley que lucha contra la ley de mi mente y que me hace prisionero de la ley del pecado y que está en mi cuerpo”. Así que Pablo nos habla aquí sobre una guerra. Ahora vayamos a Gálatas, cap. 5. Veamos cómo describe Pablo la misma guerra, pero de otra forma. En Gál. 5:17, él dice: “Porque la carne está contra el espíritu en su deseo y el espíritu contra la carne. Porque estos están opuestos el uno al otro. De manera que las mismísimas cosas que ustedes quisieran hacer no las hacen”. Aquí se identifican dos bandos opuestos. El primero es la carne. ¿Qué es la carne? Es la persona imperfecta que somos, lo que iré damos de Adán. Es el proceder pecaminoso que Adán heredo a nuestros padres y a nosotros mismos. Todos somos imperfectos, y la carne se refiere al estado imperfecto en el que nos encontramos. ¿Cuál es el otro? espíritu? Es decir, el Espíritu Santo de Dios es una fuerza que nos impulsa a actuar con justicia. Dentro de una persona de inclinación espiritual, la carne pelea todo el tiempo contra la influencia positiva del espíritu Santo de Dios. Nos presiona para que nos dejemos dominar por las obras o deseos de la carne. ¿Cuáles son estas obras? Veamos Gál. 5.19. Ahora bien, las obras de la carne son manifiestas. Eso quiere decir que, como hombres y mujeres espirituales, conocemos las obras de la carne. Luego, Pablo las describen. Fornicación y mundicia, conducta relajada y idolatría, práctica de espiritismo, enemistades, contiendas, celos, arrebatos de cólera, altercaciones, divisiones, sectas, envidias, borracheras, diversiones estrepitosas y cosas constante contra los deseos carnales que nacen de la imperfección humana. Pero, ¿cómo podemos triunfar en la guerra entre la carne y el espíritu? Bueno, algo im portante es tener una estrategia. No se puede ganar una guerra sin una estrategia. Tomemos como ejemplo lo ocurrido en una guerra literal. En Jueces, cap. 6, leemos que los marianitas estaban peleando contra Israel. ¿Qué planearon hacer? En el ver. 4 se explica que destruyeron la comida y mataron a los animales. Leamos dicho versículo. “Y acampaban contra ellos y arruinaban el producto de la tierra por la entera distancia hasta Gaza. Y no dejaban que quedaran Israel sustento alguno, ni oveja, ni toro, ni asno. Así que su estrategia era que los israelitas murieran de hambre. Ahora bien, ¿cuál fue la estrategia de los israelitas? Leamos el ver. 2: “Y la mano de Madián llegó a prevalecer contra Israel. Debido a Madián, los hijos de Israel se hicieron los hilos que abría en las montañas y las cuevas y los lugares de difícil acceso. ¿No to? ¿Se escondieron? ¿Qué clase de táctica era esa? Bueno, Jehová les hace saber que así no ganarían ninguna guerra. Y obviamente, él es dio la estrategia correcta. Les dijo que llevar, además de los hombres de Gedeón y ellos super obedecieron completamente. Sólo 300 hombres, unos jarrones y unos cuernos. El resultado, una aplastante derrota para los Madianitas. Por eso, la pregunta es, ¿quién será la guerra que peleamos nosotros? Un rasgo singular de esta guerra es que ambos bandos están en nuestro interior. Pero ¿cómo se puede trazar una estrategia contra uno mismo? Bueno, como personas espirituales, debemos asegurarnos de mantener bajo control a la persona carnal que llevamos dentro. Por ejemplo, tal vez la persona carnal se sienta traída por alguien del sexo o puesto y diga. ¡Mira, ahí está ella! Voy a tratar de acercarme un poco más. Notamos lo que está pasando. 2 La persona carnal está usando una estrategia para someter a la persona espiritual. ¿Y dónde está la persona espiritual? ¿Acaso escondidita en algún lugar como hicieron los israelitas al principio? Bueno, recordemos a David. Desde la sotea estaba mirando a su vecina Bat-seba mientras ella se bañaba. Era una mujer hermosa, pero mirarla lo llegó a cometer a adulterio. Por lo tanto, ¿cómo debería reaccionar la persona espiritual en una situación así? Tiene que pasar a la ofensiva. No puede simplemente ignorar el peligro o esconderse. Una estrategia debe planearse con mucho cuidado y anticipación. En la Biblia encontramos el relato de un hombre espiritual llamado José. Recordarán que fue tentado por la esposa de Potifar, pero José sometió inmediatamente al hombre carnal y dijo, ¿cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios? Así que, como José, debemos seguir fortaleciendo a nuestra persona espiritual para que se mantenga alerta en contra de los deseos de la persona carnal. Recordemos, esa persona carnal conspira continuamente contra la persona espiritual. Busquemos Rom. cap. 6, vers. 12 y 13. Pablo ahora nos habla sobre las armas que necesitamos. Rom. 6:12 y 13 dice: “Por lo tanto, no dejen que el pecado continúe reinando en su cuerpo mortal de modo que obedezcan los deseos de este. Tampoco sigan presentando sus miembros al pecado como armas de la injusticia, sino preséntense a Dios como aquellos vivos entre los muertos, también sus miembros a Dios como armas de la justicia. De modo que en esta batalla necesitamos identificar los deseos pecaminosos que influyen en nosotros. Tenemos que analizar todas estas obras de la carne e identificar hacia donde se inclinan nuestra persona carnal. Luego, mediante la oración y el estudio, debemos equiparnos con las armas de la justicia para combatir contra el enemigo que llevamos dentro. Cuando vemos las guerras literales, anhelamos el cumplimiento de Isa. 2:4. “No alzará a espada nación contra nación ni aprenderán más la guerra”. Y cuando pensamos en la guerra interna que todos libramos, anhelamos el día en que después de haber luchado durante tantos años, finalmente seamos perfectos y podamos decir, hemos ganado la guerra.



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