Esdras 7:10, ese es el versículo que vamos a analizar.
Esdras preparaba su corazón para poder enseñarle al pueblo las normas de Jehová.
¿Y cómo se preparaba?
Bueno, lo hacía orando, también lo hacía meditando, estudiando las Escrituras y fijándose en el ejemplo de otros siervos fieles de Jehová.
Bueno, pues esto es lo mismo que hacemos nosotros cuando nos preparamos para dar un curso de la Biblia.
Pero, en esta ocasión, veamos lo que podemos aprender del ejemplo de Esdras a la hora de hacer oraciones en público.
A veces se nos da la oportunidad de orar en público, quizás en Betel, en la congregación, en visitas de pastoreo… Esas oraciones las hacen hermanos.
Pero hay otras oraciones que se hacen en público que a menudo las hacen hermanas.
Y son las que hacemos en los cursos bíblicos.
Pensemos por un momento en las oraciones que habrá escuchado antes un estudiante.
Probablemente nunca escuchó el nombre de Jehová en una oración.
Quizás haya escuchado alguna versión del padrenuestro, o a un líder religioso leer una oración de un libro de oraciones.
Pero ¡qué diferentes van a ser las oraciones que escuche de su maestro y de quienes acompañan a su maestro al curso!
Nuestras oraciones reflejan la amistad que hemos cultivado con Jehová a lo largo del tiempo.
En nuestras oraciones influyen las experiencias que hemos tenido en nuestra vida, pero también el ejemplo de otros hermanos fieles y cómo ellos le oran a Jehová.
Eso fue lo que ocurrió con Esdras.
El libro Perspicacia dice que Esdras vivió en el tiempo de Mardoqueo y Ester, cuando el rey Asuero emitió el decreto de exterminar a los judíos en todo el Imperio persa.
Había muchos judíos en Babilonia, de modo que esta crisis nacional debió dejar una honda huella en Esdras.
Eso fortaleció su fe en Jehová y en que él salvaría a su pueblo.
Además, Esdras vio cómo reaccionó el pueblo ante esto.
Busquemos el libro de Ester 4:3, y leamos lo que dice: “Y, a medida que iba llegando la orden del rey y su decreto a todas las provincias, los judíos se ponían de duelo y ayunaban, lloraban y gritaban de dolor.
Muchos se acostaban sobre tela de saco y cenizas”.
Cuando se ayunaba en público, a menudo también se oraba y se suplicaba a Dios, así que Esdras tiene que haber sabido que Ester también estaba orándole con fervor a Jehová y suplicándole su ayuda en esos momentos.
Todo esto debió fortalecer la fe de Esdras, porque vio cómo Jehová salvó a su pueblo de una situación en la que parecía no haber salida.
Vio cómo Jehová protegió a su pueblo de los enemigos.
Vivir todo aquello ayudó a Esdras a ver lo importante que es la oración.
Así que él aprendió que la oración tiene mucho poder.
Y eso es lo que nos ha pasado a todos nosotros.
Todos hemos sido testigos de cómo Jehová nos cuida con cariño, tanto a nosotros como a su pueblo, y esas experiencias influyen en cómo nos comunicamos con nuestro Dios.
Hubo otra cosa que ayudó a Esdras.
El libro Perspicacia dice que él fue un investigador incansable, capaz de decidir entre las varias lecturas de las copias de la Ley que existían en aquel entonces.
Imaginemos el efecto que tuvo en Esdras poder leer, comparar y copiar todos aquellos escritos que contenían las oraciones de Moisés, Ana, David y Daniel.
En ese proceso, seguramente aprendió qué tipo de oraciones Jehová quería que se preservaran.
Así que sus experiencias en la vida, fijarse en la fe de otros y en sus oraciones, todo eso lo ayudó a prepararse y pensar en cómo llegar al corazón de la gente al hablarle de la Ley, a preguntarse: “¿Qué partes de la Ley y qué experiencias del pueblo puedo incluir en mis oraciones cuando le ore a Jehová por ellos?”.
Eso lo ayudó a enseñarle la Ley al pueblo y a hacer oraciones que animaran a quienes lo escucharan.
Un hermano se prepara de la siguiente manera antes de hacer una oración en público.
Él dice: “Pienso por adelantado por qué cosas debo dar gracias, qué necesidades pueden tener los hermanos y qué cosas puedo pedir por ellos.
Todas estas ideas, incluidas las expresiones de alabanza, las ordeno mentalmente y, antes de orar en público, hago una oración en silencio y pido ayuda para representar a los hermanos de una manera digna”.
Podemos hacer lo mismo antes de hacer una oración en un curso bíblico.
De las necesidades que tiene el estudiante, ¿cuáles le gustaría que mencionemos delante de él en la oración?
¿Está luchando por dejar un mal hábito?
¿Está aguantando las burlas de su familia o de sus compañeros de trabajo o de clase?
¿Le está costando dejar de celebrar algunas fiestas?
O ¿por qué cosas podríamos felicitarlo delante de Jehová?
¿Ha dejado de celebrar ciertas fiestas, de fumar o de llevar una vida inmoral?
¿Está hablando con otros de lo que aprende?
¿Está haciendo cambios en su vida?
Las oraciones en público no tienen por qué ser largas y complicadas, por lo general es mejor que sean cortas y significativas.
Veamos un ejemplo.
Es una ocasión en la que Esdras le pidió guía a Jehová para el pueblo.
Busquemos Esdras 8:21, 23: “Entonces mandé que allí, junto al río Ahavá, se hiciera un ayuno a fin de humillarnos delante de nuestro Dios y pedirle su guía para el viaje que haríamos con nuestros hijos y todos nuestros bienes”.
Y el 23: “Por eso ayunamos y le pedimos ayuda a nuestro Dios sobre este asunto, y él escuchó nuestros ruegos”.
Sin duda, Esdras recordó la ocasión años atrás en la que Ester ayunó y le pidió ayuda a Jehová.
Él buscó la guía de Jehová para cumplir con la tarea que tenía por delante.
En esta ocasión viajaban con objetos de mucho valor y, desde un punto de vista humano, estaban totalmente indefensos y desprotegidos.
Él nunca había hecho algo así, nunca había estado en una situación parecida.
Necesitaba orarle a Dios y pedirle su guía y protección.
Igualmente, un estudiante de la Biblia está comenzando a andar por el camino estrecho que se menciona en Mateo 7:14 y puede que se sienta como Esdras, porque nunca ha estado en una situación así.
Por eso, necesita guía, y podemos pedirle a Jehová en nuestras oraciones que le dé más fe, que lo ayude a confiar en él.
Podemos ser específicos y pedirle a Jehová que le dé las fuerzas que necesita.
Ahora, una advertencia: Si estamos acompañando a un hermano a un curso bíblico, y nos pide que hagamos una oración, es bueno que recordemos que entre el estudiante y su maestro hay una relación muy estrecha, pero nosotros no somos el maestro.
Nosotros somos invitados, así que no queremos ser demasiado específicos en la oración al hablar de las necesidades del estudiante.
Pero las oraciones que hacemos en los cursos pueden motivar mucho a los estudiantes y darles fuerzas.
Una precursora de Sierra Leona que dirigía 15 cursos a la semana dijo lo siguiente: “Además de todas las oraciones que hago cuando estoy en otros rasgos del ministerio y en otras ocasiones, puedo orar a Jehová 30 veces a la semana a favor de las personas a las que les doy clases.
Estas oraciones parecen tener un efecto muy bueno en los estudiantes y los ayudan a acercarse a Jehová”.
Así que, cuando tengamos que hacer oraciones en público, preparemos nuestro corazón como lo hacía Esdras y pensemos bien en lo que vamos a decir en las oraciones.
Tengamos en cuenta a nuestro estudiante, hablemos de sus necesidades cuando le oremos a Jehová por él y demos un buen ejemplo de humildad pidiéndole a Jehová que nos ayude y que perdone nuestros pecados.
Nunca subestimemos el efecto tan grande que pueden tener nuestras oraciones por los demás.
Cuando oramos por ellos, los estamos apoyando, y nuestros estudiantes, al escucharnos orar, aprenderán a orarle a Jehová desde el corazón y, como Esdras, se darán cuenta de que la oración tiene mucho poder.