David Schafer: “Confía en Jehová y haz el bien” (Sal. 37:3)

“Confía en Jehová y haz el bien […] y actúa con fidelidad”.

Salmo 37:3.

El artículo de estudio de La Atalaya que hablaba de este texto —que fue el texto del año para el 2017— nos dio sugerencias muy buenas y prácticas para hacer frente a los problemas de la vida: saber distinguir qué cosas no podemos hacer y confiar en Jehová, y qué cosas sí podemos hacer y hacerlas.

En el artículo se mencionó a algunos siervos fieles con distintas circunstancias que hicieron eso.

Noé reconoció que no podía obligar a la gente mala a aceptar su mensaje.

Y él tampoco podía decidir cuándo vendría el Diluvio.

Lo que sí podía hacer era proclamar fielmente el mensaje de advertencia y construir el arca.

Se centró en lo que sí podía hacer y dejó lo demás en manos de Jehová.

El rey David, después del terrible pecado que cometió, reconoció que no podía cambiar lo que había hecho.

Tampoco podía librarse de las consecuencias de su pecado.

Pero lo que sí podía hacer era dejarse corregir por Jehová, aceptar la disciplina y seguir adelante.

A continuación vamos a hacer un ejercicio.

Vamos a tratar de aplicar en diferentes situaciones de nuestra vida esta sugerencia: saber distinguir lo que no podemos hacer, y confiar en Jehová, de lo que sí podemos hacer y entonces hacerlo.

También podemos pensar en algunos personajes de la Biblia con los que quizás nos sintamos identificados.

Por ejemplo, imagine que tiene que hacer una tarea muy difícil, casi imposible, en muy poco tiempo.

¿Se le ocurre algún personaje de la Biblia al que le pasara eso?

Seguro que se le vienen a la mente muchos.

Pero vamos a centrarnos en el relato de Asá, que se encuentra en 2 Crónicas 14:9.

En 2 Crónicas 14:9 dice: “Tiempo después, Zérah el etíope vino a atacarlos con un ejército de 1.000.000 de hombres y 300 carros”.

¿Cuántos soldados tenía Asá?

El versículo 8 dice que tenía 580.000 hombres con lanzas y arcos.

Así que Zérah tenía casi el doble de hombres, y estaban mejor equipados.

¿Y qué hizo Asá?

Versículo 11: “Asá entonces le rogó a Jehová su Dios y le dijo: ‘Oh, Jehová, para ti no hay diferencia entre ayudar a los que son fuertes y ayudar a los que son débiles.

Ayúdanos, Jehová nuestro Dios, porque confiamos en ti, y es en tu nombre que vinimos a enfrentarnos con esta multitud.

Jehová, tú eres nuestro Dios.

No permitas que simples hombres mortales te venzan’”.

Ahora, Asá sabía que no podía hacerle frente a Zérah él solo.

Sabía que no podía luchar contra 1.000.000 de hombres y 300 carros, y vencer.

Así que le dejó a Jehová lo imposible.

Pero ¿qué era lo que Asá podía hacer?

Versículos 12 a 14.

Y, mientras los leemos, fíjense en qué fue lo que hizo Jehová y en qué fue lo que hizo Asá.

“De modo que Jehová derrotó a los etíopes delante de Asá y de Judá, y los etíopes salieron huyendo.

Asá y su gente los persiguieron hasta Guerar, y los etíopes fueron cayendo”.

Luego el relato sigue diciendo que Asá se quedó con un gran botín, con muchos animales, y que usó muchos de ellos para hacer sacrificios a Jehová.

Así que, en esta situación tan difícil, supo ver qué no podía hacer y se lo dejó a Jehová, pero también supo ver qué sí podía hacer y lo hizo.

Ahora, ¿necesitaba realmente Jehová al ejército que tenía Asá?

Luego veremos eso.

Pero antes, vamos a ver cómo aplicar hoy Salmo 37:3.

¿Tiene usted una asignación difícil?

¿Un problema con alguien?

¿Una enfermedad grave?

¿Problemas económicos?

Seguro que hacer lo que dice el Salmo 37:3 lo va a ayudar.

Por ejemplo, un hermano perdió un trabajo muy bien pagado después de 14 años por culpa de un accidente.

La familia se quedó sin ingresos.

Lo primero que hicieron fue pedirle ayuda a Jehová y confiar en él.

Eso era lo más importante.

Pero ¿había algo más que ellos pudieran hacer?

Sí.

Recortaron sus gastos.

Y para conseguir comida recogían lo que quedaba en los campos cercanos y pescaban.

Gracias a la ayuda de la congregación y a algunos trabajos temporales, esta familia de cuatro miembros logró salir adelante.

Un año después del accidente, la madre dijo: “Podemos engañarnos pensando que estamos confiando en Jehová, cuando en verdad estamos confiando en nuestras propias aptitudes, nuestro cónyuge o nuestro empleo.

Pero nosotros aprendimos a confiar solamente en él.

Estas otras cosas se las pueden quitar a uno, pero Jehová nunca nos abandonó, ni por un momento.

Aunque tengamos solamente lo necesario, ahora nuestra relación con Jehová es mucho más estrecha”.

Qué palabras tan sinceras, ¿verdad?

“Confía en Jehová y haz el bien”.

Parece algo simple, pero qué fácil puede llegar a ser confundir eso de “hacer el bien” con confiar en nuestras propias habilidades.

¿Qué pasó con Asá más de 10 años después de aquella aplastante victoria sobre el millón de etíopes?

En 2 Crónicas 16:1-3, se habla de otra batalla.

Ahí dice: “En el año 36 del reinado de Asá, el rey Baasá de Israel fue contra Judá y se puso a fortificar Ramá para no dejar que nadie saliera del territorio del rey Asá de Judá ni entrara en él”.

¿Qué haría Asá en esta ocasión?

“Ante eso, Asá sacó plata y oro de las cámaras del tesoro de la casa de Jehová [así que se puso a gastar el dinero de Jehová.

¿Le habrá pedido permiso para hacerlo?] y de la casa del rey y se los envió al rey Ben-Hadad de Siria, que estaba viviendo en Damasco.

Le dijo: ‘Hay un acuerdo entre tú y yo, y entre tu padre y mi padre.

Aquí te envío plata y oro.

Vamos, rompe tu acuerdo con el rey Baasá de Israel para que se aleje de mí’”.

Hasta ahí.

¿En qué estaría pensando Asá?

¿Creía que podía derrotar a Baasá fácilmente?

¿Creía que él era más astuto y podía engañarlo?

¿Funcionó su estrategia?

Por lo que dicen los versículos 4-6, podría parecer que sí.

Pero ¿cuál fue el problema?

Vamos a ver lo que dijo Hananí.

Versículos 7-9: “En aquel tiempo el vidente Hananí vino a ver al rey Asá de Judá y le dijo: ‘Por confiar en el rey de Siria y no confiar en Jehová tu Dios, el ejército del rey de Siria se te ha escapado de las manos.

¿Verdad que los etíopes y los libios eran un ejército enorme con muchos carros y jinetes?

Pero confiaste en Jehová y él los entregó en tus manos.

Porque los ojos de Jehová están vigilando toda la tierra para mostrar su fuerza a favor de los que le sirven con un corazón completo.

Pero esta vez te portaste como un tonto; de ahora en adelante habrá guerras contra ti’”.

¿Qué aprendemos de este relato?

Acuérdese de Jehová.

Recuerde lo que hizo por usted en el pasado y siga confiando en él en el presente.

Hacer el bien es una muestra de fe.

Demuestra que queremos, que deseamos recibir la bendición de Jehová en nuestra vida.

Y nunca seremos tan listos que no necesitemos confiar en Jehová.

Él busca oportunidades “para mostrar su fuerza a favor de los que le sirven con un corazón completo”.

Eso nos hace pensar en el hijo de Asá, Jehosafat.

Él llegó a tener más de un millón de soldados —el doble que su padre—, aun así, estaba muerto de miedo cuando Moab y Amón vinieron a atacarlo en la región montañosa de Seír.

¿Qué hizo?

Confió en Jehová.

¿Cómo podía hacer el bien?

Pelear habría sido igual que desobedecer porque Jehová les había dicho que salieran, se estuvieran quietos y no tuvieran miedo.

Lo que hicieron fue cantar.

Cuando hacemos el bien, demostramos que tenemos fe y que deseamos recibir la bendición de Jehová.

Cuando esto es lo que nos motiva, logramos victorias espectaculares.

Así que salgan y consigan una gran victoria en el día de hoy.



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