Bien, el texto de hoy en realidad llama la atención al tierno cuidado y cariño que Jehová Dios nos muestra a cada uno de nosotros, en especial cuando pasamos por situaciones difíciles o momentos de mucha tensión.
El hecho de que Jehová inspirara a Pablo a escribir estas hermosas palabras a los efesios demuestra, sin lugar a dudas, que se interesa muchísimo por nosotros.
Piénsenlo.
Los hermanos de aquella congregación de Éfeso estaban sometidos a mucha presión.
Éfeso era una ciudad rica y la gente era muy materialista.
Y, no solo eso, su vida estaba llena de prácticas demoniacas.
La cultura de los efesios se basaba en la adoración de dioses falsos, como la veneración a Ártemis.
En la ciudad había un gran templo dedicado a esa diosa —una de las siete maravillas del mundo antiguo— y estaban muy orgullosos de eso.
Así que Éfeso era también un destino turístico.
Y, como había tantas personas que venían a este centro de adoración, muchos efesios se hicieron ricos vendiendo artículos religiosos, como ídolos.
Esta forma de adoración fomentaba la inmoralidad y la delincuencia, porque mientras alguien estuviera por allí por el templo no podía ser arrestado por ningún delito.
Y eso promovía una forma de pensar y actuar totalmente inmoral.
Así que, cada vez que nuestros hermanos salían a la calle a trabajar o a estudiar tenían que enfrentarse a esta cultura tan alejada de las leyes y los principios de Dios.
Era un ambiente que constantemente ponía a prueba la lealtad a Jehová de aquellos hermanos.
Esto tal vez nos suene muy familiar porque vivimos al final de los últimos días en un mundo muy parecido al de Éfeso.
Y quizá peor porque el Diablo ha bajado a la Tierra lleno de furia y está empeñado en destruirnos a todos, en especial a los siervos de Dios.
Por eso es bueno que prestemos atención al consejo del texto de hoy.
Y es que Jehová hizo que esas hermosas palabras se conservaran hasta nuestros días, porque quería que no las olvidáramos.
Jehová les dio ese consejo a los efesios para proteger su espiritualidad en aquella época, y eso es algo que nosotros también necesitamos.
Si repasamos el contexto de este consejo, aquí en Efesios 6, vemos claramente a un padre cariñoso que les habla con mucha ternura a sus hijos.
Noten aquí, en Efesios 6:11, qué es lo que Jehová nos está pidiendo a todos nosotros: “Pónganse la armadura completa que Dios da, para que puedan mantenerse firmes contra las astutas trampas del Diablo”.
¿A qué les recuerda eso?
Tal vez a lo que le dice un padre a su hijo, que quiere salir a la calle cuando está haciendo mucho frío afuera.
Le dice: “Ponte el abrigo, no te olvides del gorro, busca las botas, póntelas, ponte los guantes…”.
Y mientras el niño está vistiéndose, el padre le dice: “Mantente abrigado, no te mojes, no pases frío.
No me gustaría que acabaras enfermo”.
Cuando yo iba a salir a la calle y mi mamá me ayudaba a vestirme, también me ponía unas cuantas monedas en el bolsillo (eso era cuando había teléfonos públicos).
Y me decía: “Si te pasa cualquier cosa o necesitas ayuda, llámame.
Siempre te voy a contestar y te voy a ayudar”.
Pues, podríamos comparar a Jehová con ese padre cariñoso.
Nos ayuda a vestirnos para protegernos de los ataques de Satanás.
Pero hace algo más para demostrarnos lo mucho que nos quiere.
Y aquí es donde entra el texto de hoy.
Efesios 6:18 dice: “Sigan orando en toda ocasión con el espíritu, haciendo todo tipo de oraciones y ruegos”.
Sí, vivimos en tiempos difíciles.
Él sabe perfectamente que nos van a pasar cosas malas y que necesitaremos contárselas.
Pero no solo tenemos que contarle las cosas graves que nos pasan.
No, él quiere oír todo tipo de cosas; quiere que le hablemos de todo.
¿Por qué nos pide eso?
Me parece muy interesante lo que dice la obra Perspicacia, en el volumen 2, bajo la entrada “Oración”.
Hablando de nuestras oraciones, dice: “Las oraciones personales prácticamente pueden abarcar toda faceta de la vida”.
Y que para que él escuche nuestras oraciones, tenemos que estar claramente de su lado en la cuestión de la soberanía.
Esto está en perfecta armonía con el modelo de oración que Jesús les puso a sus discípulos.
En este modelo, Jesús incluyó todas las cosas que son importantes para un cristiano.
¿Y cuál es la más importante para nosotros?
La santificación del nombre de Dios y que su voluntad se haga en la Tierra mediante el Reino.
Para nosotros, que le hemos dedicado a Dios nuestra vida, estos son los asuntos más importantes.
Nuestra vida entera gira en torno a la santificación del nombre de Dios y los intereses del Reino.
Y es por eso que nos esforzamos por mantenernos íntegros y ser fieles a nuestro Dios.
De ahí que Jehová nos pida que le oremos “en toda ocasión”.
Es como si nos dijera: “Todo lo que haces en tu vida tiene que ver conmigo.
Yo di a mi Hijo por ti.
Quiero estar enterado de todo lo que te pasa.
Quiero ser parte esencial de tu vida, tú eres importante para mí.
Tú eres mi colaborador.
Estás ayudando a que se haga mi voluntad”.
Por lo tanto, no lo dudemos, hermanos: le podemos orar a Jehová por cualquier cosa, incluso por cosas que nos parezcan insignificantes.
¿Por qué?
Porque solo podemos tener una estrecha relación con Jehová si mantenemos una buena comunicación con él.
Volvamos a la comparación del padre y el hijo.
A veces los niños se ponen a hablar y hablar y hablar y hablar.
Y a veces nos cuentan cosas que tal vez nos parezcan de poca importancia.
Pero ¿qué hace un buen padre?
Lo escucha feliz, con una sonrisa, porque el niño le está contando lo que piensa y lo que siente.
Esto ayuda a mejorar la comunicación y a fortalecer el vínculo que los une.
El niño ahora se siente con la libertad de contarle a su padre cualquier cosa.
Se siente querido.
¿Le contamos a Dios todo lo que sentimos?
¿Le contamos lo que nos hace felices?
¿Lo que nos da alegría?
¿Le damos las gracias por un día hermoso, por una noche estrellada, por una estrella fugaz, por un atardecer?
Ese tipo de oraciones no son tonterías para Jehová, sino que hacen que nos quiera más.
Así mejoramos nuestra comunicación con él y estrechamos los lazos que nos unen, algo esencial en el tiempo en que vivimos.
Ya lo dijo Jesús: cada día trae sus propias preocupaciones.
Todos tenemos que luchar contra nuestra inclinación al pecado, y cuando cometemos errores nos sentimos muy angustiados.
Pero veamos lo que dice aquí el Salmo 46:1.
Los hijos de Coré escribieron lo siguiente inspirados por Jehová.
Noten lo que dice aquí sobre Jehová: “Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, una ayuda siempre disponible en tiempos de angustia”.
En tiempos de angustia necesitamos acudir a Dios.
Pero, si ya le hemos estado contando todo lo que nos pasa, no se nos hará difícil acudir a él.
Hablaremos con él sin dudarlo ni un instante.
Le contaremos absolutamente todo lo que nos hace sufrir, nuestros sentimientos más íntimos, la lucha que tenemos contra nuestras debilidades.
Justo a esto se refería el discípulo Santiago en Santiago 4:8.
Hablando de esos momentos, dice: “Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes.
Límpiense las manos, pecadores”.
Pensemos por un momento en nuestros hermanos que vivían en Éfeso.
Tal vez al salir de su casa veían o escuchaban algo que les traía a la mente algún mal pensamiento que, para ellos, ya estaba superado, algo que creían que tenían bajo control, pero ahí estaba, asomando la cabeza.
Y ahí le oraban a Jehová, le pedían ayuda.
¿Nos sucede lo mismo a nosotros?
¡Claro que sí!
Somos imperfectos.
Del corazón nos salen malos deseos que nos inclinan al mal.
En esos momentos tenemos que acudir a Jehová, contarle cómo nos sentimos, lo que estamos pensando.
Debemos pedirle que nos ayude a hacer “prisionero todo pensamiento para que sea obediente al Cristo”.
Sí, la oración tiene ese poder.
Jehová nos puede ayudar a eliminar de nuestra mente esos pensamientos para que no nos roben la paz ni la alegría.
No hay duda, hermanos, Jehová es como un cariñoso padre que se preocupa por cada uno de nosotros y nos quiere ayudar.
Él quiere formar parte de nuestra vida.
Quiere que nos vaya bien, que ganemos el “combate de la fe” y que nos mantengamos íntegros y fieles cada día de nuestra vida.
Por eso, queridos hermanos, a partir de hoy, pongámonos la meta de estrechar nuestra relación con Jehová orando y haciendo ruegos a nuestro Padre en toda ocasión.