Vamos a hablar de algo importante: la humildad.
Hoy vamos a analizar juntos que la humildad es una cualidad fundamental para poder pensar que los demás son superiores a nosotros.
Ahora, una cosa es hablar de la humildad, y otra cosa muy distinta es ser humildes, como ya veremos.
Y es que ser humildes es un reto.
Fíjense en la expresión que aparece en 1 Pedro 5:5, ahí a la mitad del versículo.
1 Pedro 5:5: “Ahora bien, vístanse todos de humildad al tratar unos con otros”.
Noten esta expresión, “vístanse”.
Esta expresión es importante, porque nos ayuda a entender que la humildad es una cualidad que solo nosotros podemos ponernos.
No se hereda.
Y tampoco viene de forma milagrosa.
Nosotros tenemos que ponérnosla y para eso debemos esforzarnos.
Aparte de todo esto, existe otro reto a tener en cuenta: el de llevar puesta la humildad en todo momento, todo el tiempo.
Y es que en este mundo a nadie se le anima a ser humilde.
Vivimos rodeados de personas que están orgullosas de su raza, de su educación, de sus habilidades, su clase social...
Todos quieren ser alguien, eso es lo que les han enseñado.
Es una señal de los últimos días, del tiempo del fin.
La gente se ama a sí misma y está llena de orgullo.
Pero la verdad es que a Jehová no le impresionan las habilidades ni las responsabilidades que tenemos, porque, al fin y al cabo, él nos las ha dado.
Miren lo que dice 1 Corintios 4:7: “Pues ¿quién hace que tú seas diferente a los demás?
En realidad, ¿qué tienes tú que no hayas recibido?
Entonces, si lo recibiste, ¿por qué vas presumiendo como si no lo hubieras recibido?”.
Dicho francamente, si tenemos algo, es porque nos lo han dado.
Pero, ¡ojo!, un detalle interesante es que Jehová no nos da la humildad.
Esa es una cualidad que nosotros debemos cultivar.
Por eso la Biblia dice vístanse de humildad.
Y noten que es un mandato de Jehová, no una sugerencia.
Tomemos en cuenta que el punto de vista que tenemos sobre nosotros mismos le importa a Jehová, así que es importante que seamos humildes y pensemos “que los demás son superiores” a nosotros.
Pero nuestra humildad tiene que ser sincera.
¿Cómo que sincera?
¿Qué significa eso?
Bueno, es que hay quienes fingen ser humildes.
Eso es lo que se menciona en Colosenses, capítulo 2.
Hay personas que aparentan ser humildes solo para impresionar a los demás, pero en realidad lo que desean es sobresalir o destacar.
En el fondo no creen que los demás sean superiores a ellos.
Ahora bien, hay que reconocer que ser humildes de verdad y serlo siempre es un auténtico desafío.
No es nada fácil.
¿Por qué?
Porque a veces nuestras circunstancias cambian, y nuestra situación mejora.
Y otras veces, tristemente, nuestra situación empeora.
Y cuando eso ocurre nos afecta, tiene un impacto en nosotros.
Vamos a ver un ejemplo sobre lo que acabamos de decir.
Tiene que ver con Agar, Sara y Abrahán.
Busquen conmigo Génesis, capítulo 16.
Génesis 16:4: “Entonces él [Abrahán] tuvo relaciones con Agar, y ella quedó embarazada.
Pero, cuando Agar se dio cuenta de que estaba embarazada [noten: sus circunstancias mejoraron], empezó a despreciar a su ama”.
Es interesante cómo cambiaron sus sentimientos.
Así que parece ser que Agar empezó a ver a Sara como alguien inferior a ella.
Pero, para Jehová, ¿cuál era la solución?
¿Cómo podía resolverse este problema?
Vamos a leer el versículo 9 del mismo capítulo: “El ángel de Jehová le dijo: ‘Regresa con tu ama y [¿qué más?] sométete humildemente a su autoridad’ ”.
Agar se tenía que vestir de humildad.
Otro ejemplo de cómo un cambio de circunstancias puede hacer que nos resulte difícil ser humildes es el caso de Coré.
Coré era primo, primo hermano, de Moisés y Aarón.
Además, era un hombre importante de Israel que había visto muchas muestras increíbles del poder y la gloria de Jehová.
Pero parece que las circunstancias tan difíciles que vivieron en el desierto influyeron en cómo se veía a sí mismo.
Así que Coré y algunos otros se enojaron porque todavía no habían entrado en la Tierra Prometida.
Y por si eso fuera poco, como dice el Salmo 106:16, parece que Coré empezó a sentir envidia de Moisés y Aarón, así como de la autoridad y del nombramiento que habían recibido.
Coré era incapaz de verlos superiores a él.
Si hubiera sido humilde, se habría dado cuenta de que el nombramiento de Moisés y Aarón venía de Jehová.
Él los había escogido; él los había puesto ahí.
Pero la falta de humildad de este hombre no solo hizo que sintiera envidia de Moisés, sino que lo llevó a hacer algo aún peor.
Vamos a ver lo que pasó.
Busquen conmigo Números, capítulo 16.
Números 16:3: “Así que [Coré y los que lo apoyaban] se reunieron contra Moisés y Aarón, y les dijeron: ‘¡Estamos hartos de ustedes!
Todo el pueblo es santo, todos ellos, y Jehová está en medio de ellos.
¿Por qué se ponen ustedes por encima de la congregación de Jehová?’ ”.
¿Cómo pudo decirle eso a alguien a quien Jehová había escogido?
Esto..., esto fue algo muy grave.
Estos hombres se rebelaron por su falta de humildad.
¡Qué buen ejemplo de lo que nos puede pasar si no somos humildes!
El trágico final de Coré lo deja muy muy claro.
Pero qué diferentes fueron sus hijos.
Su humildad es un gran ejemplo para todos nosotros.
Ellos estaban contentos y se sentían satisfechos ayudando a los sacerdotes, y su humildad los protegió, porque impidió que siguieran el ejemplo de su padre.
Como hemos visto en este análisis, es fundamental que llevemos puesta la humildad en todo momento.
Esto es importante sobre todo cuando nuestras circunstancias en la vida mejoran, o cuando no se cumplen por completo nuestras expectativas.
Ser humildes también nos ayuda en la vida diaria.
Salmo 15:4 dice: “No deja de cumplir lo que promete aunque salga perdiendo”.
Así que, si somos humildes, cumpliremos nuestras promesas, sin importar a quién se las hayamos hecho.
Hermanos, qué importante es que seamos humildes de verdad al servir a Jehová.
Y, si nos vestimos de humildad, ¿qué recompensa nos dará Jehová?
Vamos a verlo en Proverbios, capítulo 22.
Busquemos el versículo 4: “El resultado de la humildad y del temor de Jehová es riqueza, gloria y vida”.
Qué bonito, ¿verdad?
Sin duda, vale la pena vestirse de humildad.