Hoy vamos a hablar sobre cómo es una persona espiritual y sobre cómo examina todas las cosas.
Lo que hace que un cristiano sea diferente, que destaque de las demás personas de este mundo, es el espíritu santo de Dios.
Pensando en eso, lean conmigo 1 Corintios 2:12.
Aquí la Biblia dice: “Ahora bien, nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el espíritu que procede de Dios para que conozcamos las cosas que Dios bondadosamente nos ha dado”.
El espíritu que recibimos de Jehová Dios es su fuerza activa.
Y es que necesitamos ese espíritu para comprender las cosas espirituales, para percibir todas las cosas que Jehová nos ha dado bondadosamente, como dice el texto.
Piensen por un momento en las cosas maravillosas que el espíritu santo nos ha ayudado a entender: el Reino, el rescate, la esperanza de la vida eterna, el nuevo mundo, la resurrección...
Podemos entender todo esto gracias al espíritu de Dios.
Otra cosa que Jehová nos ha dado bondadosamente es la hermandad mundial de la que formamos parte.
Y, si nos detenemos a pensarlo bien, nos daremos cuenta de que esa hermandad no podría existir si no fuera por el espíritu de Dios.
Ningún ser humano podría lograr algo así.
Ahora vamos a leer el versículo 13, 1 Corintios 2:13: “Nosotros también hablamos de estas cosas [las que Dios nos ha dado], pero no usamos palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino palabras enseñadas por el espíritu.
Así pues, explicamos temas espirituales con palabras espirituales”.
Nos enfocamos en cosas espirituales.
Si juntáramos toda la experiencia, la sabiduría del ser humano —sus escritos, filosofías y enseñanzas—, no nos servirían para nada.
Como dijo Jesús en Juan 6:63, no nos darían la vida eterna.
Los temas espirituales y las palabras espirituales están aquí, en la Palabra de Dios, en la Biblia, y nuestra forma de hablar es muy diferente de la forma de hablar de las personas de este mundo, que cada vez es más vulgar y desagradable.
Nosotros hablamos de temas espirituales, temas como por ejemplo la voluntad de Jehová.
Y explicamos los temas espirituales que aprendemos en la Biblia con palabras espirituales.
De esta forma le damos la gloria a nuestro Padre, Jehová.
Ahora leamos el versículo 14: “Pero el hombre físico no acepta las cosas del espíritu de Dios porque para él son absurdas, ni tampoco puede llegar a conocerlas porque se examinan espiritualmente”.
Cuando la Biblia habla de un hombre físico, no se está refiriendo a una persona de carne y hueso, porque incluso los cristianos, obviamente, tenemos un cuerpo físico.
Se refiere a la persona que no tiene ningún interés en los temas espirituales.
Y personas así hay un montón.
Algunas de esas personas son partidarias de lo que se conoce como humanismo.
Su principal objetivo es hacer cosas buenas por los demás, ayudarlos.
¿Significa eso que son personas espirituales?
No.
La persona espiritual sabe que amar “a tu prójimo como te amas a ti mismo” es el segundo mandamiento.
Y eso es lo único en lo que ellos se enfocan.
Pero el mandamiento más importante, el de amar “a Jehová tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”, ese no lo siguen.
¿Y qué hay de los ateos, los agnósticos y los evolucionistas?
Bueno, como hemos visto hace poco, muchos creen en la evolución, no porque realmente se hayan puesto a estudiar el tema ni porque estén convencidos de los datos que tienen, no, solo creen en eso porque alguien les dijo que es verdad.
Pero también están los ateos y los evolucionistas que defienden a capa y espada teorías que no tienen ni pies ni cabeza y que, si alguien hiciera lo mismo en cualquier otro campo, dirían que esa persona se está dejando llevar por la fantasía y la imaginación.
Esa es la verdad.
Algunos se burlan y dicen: “Los que creen en Dios son débiles.
Solo necesitan un apoyo, un bastón.
Yo no necesito eso”.
Pues no lo creerás, pero sí necesitas un bastón.
Eres mortal.
Todos somos mortales.
Todos necesitamos que Jehová nos ayude.
Necesitamos que haga algo por nosotros y él lo ha hecho a través del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo.
Pero, bueno, sabemos por qué el hombre físico actúa así, porque cierra los ojos ante las pruebas evidentes de que existe un Creador.
Por ejemplo, el inteligente diseño del ADN, el equilibrio perfecto de las cuatro fuerzas físicas fundamentales que rigen el universo, los maravillosos ciclos de la naturaleza que sostienen la vida, la ubicación precisa de la Tierra en el sistema solar, la manera en la que algunos animales y plantas dependen unos de otros para sobrevivir...
Y así podríamos seguir mencionando más y más ejemplos.
La increíble inteligencia de Jehová se ve claramente en todas las cosas que ha hecho.
Aun así, como dice 1 Corintios 2:14, que ya leímos: “El hombre físico no acepta las cosas del espíritu de Dios”.
Y lo curioso es que solo se fija en las cosas físicas y, sin embargo, es el espíritu de Dios el que las creó.
Pero él está ciego, no ve más allá.
Es como un hombre que ve un cuadro maravilloso, una obra de arte.
Lo compra y se lo lleva a su casa.
Admira al artista, así que quiere ver el paisaje que aparece en el cuadro con sus propios ojos.
Y se va a las montañas donde están los lagos, el bosque y los animales.
Mira todo eso y se queda impresionado por su belleza.
Y entonces alaba al artista.
Pero no dice nada del que creó el original.
Está ciego.
Así le pasa al hombre físico.
1 Corintios 2:15.
Allí dice: “Sin embargo, el hombre espiritual examina todas las cosas, pero ningún hombre puede examinarlo a él”.
El hombre espiritual no anda por la vida con cara de santurrón aparentando ser muy devoto.
No es como los orgullosos fariseos.
El hombre espiritual es capaz de admitir sus errores.
Lo que le preocupa no es quedar bien.
Lo que le importa es ser sincero y transparente, porque sabe que su Creador lo ve todo y lo sabe todo.
Es honesto consigo mismo y con los demás, y afronta las situaciones con modestia.
Y no solo eso, el hombre espiritual puede ver lo equivocado que está el hombre físico, lo mal encaminado que va.
Conoce cuál es su manera de pensar, qué es lo que lo motiva.
En cambio, el hombre físico no entiende al hombre espiritual.
Y solo por mencionar un detalle, en 1 Juan 2:15-17 —que no voy a leer ahora—, encontramos una descripción muy breve de la actitud y del punto de vista que tiene el hombre físico.
Claro, tampoco podemos ignorar el hecho de que las Iglesias de la cristiandad y todas las religiones que son parte de Babilonia la Grande, con sus enseñanzas antibíblicas, sus prácticas sucias y su participación en la política, han contribuido muchísimo a que las personas dejen de creer en el Dios verdadero.
Van a tener que responder ante Jehová Dios por las cosas absurdas y ridículas que enseñan y por sus prácticas, que deshonran a Dios.
Ellos han hecho que mucha gente se vuelva atea y agnóstica.
Hermanos, somos privilegiados.
Conocemos al Dios verdadero y, si hemos llegado a conocer la verdad, es gracias a que Jehová nos ha atraído hacia él con su espíritu santo, esa fuerza invisible que se percibe con tanta claridad en la creación y especialmente en la Biblia.
Los hombres y las mujeres espirituales pueden ver lo invisible.
Sí, nosotros sabemos quién creó los cielos y la Tierra y todo lo que hay en ellos, nuestro maravilloso Dios, Jehová.
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