Jesús quería preparar a sus apóstoles para los años difíciles que tenían por delante.
En esta ocasión, eligió a Pedro, Santiago y Juan y los llevó a una montaña alta.
Tal vez quería que fuera una experiencia que nunca olvidaran.
Puede que la montaña haya sido el monte Hermón.
No necesariamente subieron a la cima de la montaña.
La transfiguración pudo haber tenido lugar en alguna de las laderas del monte Hermón.
Y es probable que fuera de noche, porque Lucas menciona que Pedro y los que iban con él estaban medio dormidos, tenían sueño.
Pero se despertaron completamente cuando vieron la transfiguración de Jesús.
Ver esa luz en medio de la oscuridad debió haber sido impresionante.
Imagínense, la cara de Jesús brillaba como el Sol.
Su ropa brillaba tanto que deslumbraba.
Y entonces aparecen Moisés y Elías y empiezan a hablar con Jesús, probablemente acerca de su muerte y resurrección.
Y, aunque ahora los discípulos están plenamente despiertos, puede que estén un poco confundidos.
En ese punto es que Pedro sugiere que se armen tres tiendas, una para cada uno de ellos.
Marcos dice que el apóstol Pedro “no sabía cómo actuar”.
Y Lucas añade que “no se daba cuenta de lo que decía”.
Luego los cubrió una nube brillante, y oyeron la voz de Jehová que decía: “Este es mi Hijo amado; él tiene mi aprobación.
Escúchenlo”.
Del susto, los apóstoles caen rostro a tierra.
¿Qué creen ustedes?
¿Recordarían este evento?
Sí, se acordaron.
Más de 60 años después, el apóstol Juan en su Evangelio probablemente se refiere a este episodio cuando dice en el capítulo 1, versículo 14, que vieron “su gloria” por adelantado.
Y Pedro ciertamente se refiere a la transfiguración cuando, 30 años después, dice lo siguiente.
Vayamos a la Biblia.
Abrámosla en 2 Pedro, capítulo 1.
Comenzaremos a leer en el versículo 16.
Esto es 30 años después, y Pedro dice: “No, nosotros no les dimos a conocer el poder y la presencia de nuestro Señor Jesucristo siguiendo cuentos falsos ingeniosamente elaborados, sino que fuimos testigos oculares de su esplendor.
Porque él recibió honra y gloria de parte de Dios el Padre cuando la espléndida gloria le transmitió palabras como estas: ‘Este es mi Hijo amado; él tiene mi aprobación’.
Sí, nosotros oímos estas palabras que venían del cielo mientras estábamos con él en la santa montaña”.
Pedro no lo olvidó.
¿Y qué efecto tuvo esto en él?
Leámoslo, en el versículo 19: “Así que tenemos más confirmada la palabra profética, y ustedes hacen bien en prestarle atención como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro”.
Sí, pudieron ver de antemano la gloria de Jesús como Rey celestial.
Y Pedro dijo: “Tenemos más confirmada la palabra profética”.
En otras palabras, la visión fortaleció su fe.
¿Y por qué Jesús les dio la visión?
¿Habrá notado que la fe de los discípulos estaba débil?
No. No hay razón para pensar eso.
Pero Jesús sabía que pronto vendrían tiempos muy difíciles y tendrían que fortalecer su fe.
Iban a necesitar una fe fuerte para enfrentarse a lo que les esperaba: la muerte de Jesús, su resurrección, la confusión que todo eso les iba a causar...
Y, aunque recibirían espíritu santo, también serían perseguidos, y luego vendría la apostasía.
Solo una fe fuerte los ayudaría a aguantar.
Bueno, podría decirse que hoy nuestra situación es muy parecida a la de Pedro, Santiago y Juan.
Sabemos que a nosotros también nos esperan tiempos difíciles y nos hará falta mucha fe.
Tal vez pensemos: “Si tan solo tuviéramos una experiencia como la de Pedro, Santiago y Juan —una visión en la noche, en la oscuridad, con ropas brillantes y una nube y una voz que nos hable del cielo—, sería algo que siempre recordaríamos.
Eso sí fortalecería nuestra fe.
Y seguramente nos ayudaría a aguantar cualquier prueba que venga en el futuro”.
Bueno, no hemos visto una visión así, pero sí hemos visto cosas que bien podrían describirse como milagros.
Pero, claro, con el tiempo nos acostumbramos a ellas y se nos olvidan.
Ahora bien, si lo pensamos, vemos que son muy especiales.
En ellas vemos la mano de Jehová.
Miren, les doy algunos ejemplos.
Vivimos en un mundo que está totalmente dividido.
La gente de hoy vive peleándose.
Hay muchas divisiones: la política, las fronteras, el color de la piel, ricos, pobres, viejos, jóvenes… Eso no sucede aquí.
Aunque hay Testigos en todas partes del planeta con distintos antecedentes y distintas culturas, disfrutamos de paz y de unidad en un mundo que no puede estar más dividido.
Ahí hemos visto la mano de Jehová.
¿Y qué hay de cuando alguien decide aceptar la verdad?
¿No es cierto que para hacer todos los cambios necesarios a veces se necesita un milagro?
Hacer cambios en nuestra propia vida no es una tarea sencilla.
¿Y es fácil motivar a otros para que hagan cambios?
No.
Pero eso es lo que hacemos.
Les enseñamos, y a veces hacen enormes cambios con tal de llegar a ser testigos de Jehová.
Y no porque los estemos presionando, sino porque entienden que es algo entre ellos y Jehová.
Otro milagro de Jehová.
También hemos visto cómo se han cumplido algunas profecías.
Mateo 24:14, la predicación de las buenas noticias.
¿Verdad que lo estamos haciendo?
Estamos predicando en todas las naciones y también estamos viendo los resultados.
Ya somos “una gran muchedumbre”.
Además, hay un pequeño grupo de cristianos ungidos.
Y, bueno, conocemos a algunos.
En Betel hay hermanos y hermanas que han sido ungidos por el espíritu santo de Jehová.
De alguna manera Jehová cambió la esperanza que ellos tienen para el futuro.
La mayoría esperamos vivir para siempre aquí en la Tierra.
Pero para ellos es distinto; ellos están seguros de que irán al cielo para estar con Jehová y con Jesús y gobernar como reyes y sacerdotes.
¿Y cómo nos sentimos?
¿Tenemos alguna duda de que esto sea posible?
No.
Para nosotros es algo muy real.
Muchos de nuestros hermanos alrededor del mundo también han tenido el privilegio de conocer a algún cristiano ungido, y otros jamás han podido tener esa oportunidad.
Pero quienes han formado parte de la familia Betel por décadas, tal vez aquí en la central mundial, con los años seguro que han conocido a muchos hermanos ungidos.
¿Y cómo nos sentimos?
¿Estamos convencidos de que hay un grupo de cristianos ungidos aquí en la Tierra?
Claro que sí.
Lo hemos visto con nuestros propios ojos.
Los conocemos, conocemos también su personalidad, su amor por la verdad, su amor por Jehová, su amor por el ministerio… No tenemos duda de que es cierto.
Son ungidos.
Ahí tenemos prueba de otro milagro de Jehová.
Así que nadie aquí ha visto una transfiguración.
Pero sí hemos visto las cosas maravillosas que Jehová está haciendo: la predicación mundial, la paz que nos une, la esperanza celestial...
Todas son cosas predichas en la Biblia, y las estamos viendo cumplirse de primera mano.
Es importante que las valoremos como lo que son: un milagro de Jehová.
Saberlo y recordarlo nos ayudará a aguantar cuando vengan tiempos difíciles.