James Mantz: Aprovechemos al máximo nuestra capacidad mental (Deut. 6:7)

¿Qué pesa un kilo y medio, necesita 10 vatios de energía, realiza 10.000 billones de cálculos por segundo y tiene tal capacidad de almacenamiento que según algunos científicos ni siquiera puede medirse?

¿Se trata de la computadora más avanzada?

No.

Es el cerebro humano.

Y nuestro cerebro es una auténtica maravilla.

Cada una de sus 100.000 millones de neuronas tiene miles de conexiones a otras células.

Así que el cerebro no solo guarda información, también usa esa información para razonar y tomar decisiones.

El texto de hoy es del capítulo 6 de Deuteronomio.

Vamos a buscarlo y dejemos ahí un marcador porque volveremos a él unas cuantas veces.

El capítulo 6 de Deuteronomio habla de la capacidad que tiene nuestro cerebro de procesar y almacenar información.

Y también nos ayuda a mejorar la memoria.

El texto de hoy, el versículo 7, habla sobre la educación de los hijos.

Pero esa es solo una de las lecciones que tenemos en este capítulo.

Analicemos los versículos 1 a 3.

Mientras los leemos, imagina que estás allí, delante de Moisés, escuchando estas instrucciones.

Deuteronomio 6:1-3: “Estos son los mandamientos, las normas y las decisiones judiciales que Jehová su Dios me ha mandado enseñarles para que ustedes las obedezcan cuando crucen a la tierra que van a conquistar, para que todos los días de su vida ustedes, sus hijos y sus nietos teman a Jehová su Dios y obedezcan todos los estatutos y los mandamientos de él que yo les estoy mandando, y así vivan mucho tiempo.

Escucha, oh, Israel, y obedécelos al pie de la letra, para que te vaya bien y ustedes lleguen a ser muchísimos en la tierra que rebosa de leche y miel, tal como te ha prometido Jehová, el Dios de tus antepasados”.

Pensémoslo: los israelitas no podían seguir la lectura en su propia Biblia.

Tampoco podían tomar notas en papel o en una tablet. Tenían que usar el cerebro y toda la capacidad que Jehová les había dado.

Tenían que concentrarse en lo que se estaba diciendo, tomárselo en serio y luego recordar aquellos mandamientos, normas y decisiones judiciales.

Tenían que meditar en cómo influiría esa información en su amistad con Jehová, y entonces poner en práctica lo que habían oído y enseñárselo a sus hijos.

No era una tarea fácil.

¿Qué los ayudaría a recordar toda esa información?

Bueno, repasemos cómo funciona nuestra memoria.

Primero, nuestra memoria actúa de tres maneras: procesa, almacena y recuerda información.

Segundo, básicamente hay tres tipos de memoria: la memoria sensorial, la memoria a corto plazo y a largo plazo.

La memoria sensorial trabaja con la información que recibe de los sentidos.

Podemos recordar el olor de algo, su aspecto y su textura.

La memoria a corto plazo o memoria de trabajo nos ayuda a recordar poca cantidad de información por breves periodos de tiempo, como cuando alguien nos dice un número de teléfono.

Y la memoria a largo plazo retiene información por mucho más tiempo, indefinidamente.

En la ¡Despertad! de febrero de 2009 salió un artículo titulado “Cómo mejorar la memoria”.

Ahí se daban ocho recomendaciones para activar la memoria a largo plazo.

Puede que los israelitas pusieran en práctica cuatro de estas recomendaciones cuando escucharon a Moisés leer la Ley.

Y creo que también nos pueden ayudar a nosotros a recordar enseñanzas de la Biblia y a beneficiarnos de la capacitación que recibimos en Betel y en la congregación.

El primer punto es el interés.

Los israelitas tenían que pensar en las razones por las que querían recordar lo que Moisés les estaba diciendo.

Y una razón importante la tenemos aquí, en Deuteronomio 6:5, donde dice: “Ama a Jehová tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”.

Así que a los israelitas les interesaba escuchar lo que Jehová les decía si querían tener una amistad estrecha con él.

El segundo punto es la atención.

Un experto dijo: “La mayoría de los ‘lapsus de memoria’ se deben en realidad a la falta de atención”.

Por eso los israelitas tenían que escuchar con atención y no dejar que nada los distrajera.

El siguiente punto es la repetición, o sea, repetir las cosas en voz alta.

Eso refuerza las conexiones entre las neuronas.

Y es exactamente lo que nos dice que hagamos el texto de hoy.

Deuteronomio 6:7 dice que “tienes que inculcarlas en tus hijos y hablar de ellas”, o sea, repetirlas en diferentes ocasiones.

El cuarto punto es la visualización.

Esto implica hacerse una imagen mental de lo que queremos recordar.

Así que, cuando los israelitas escucharon las palabras del versículo 7, seguro que se pusieron a imaginar las oportunidades que tendrían de hablar con sus hijos de esas cosas.

Si pueden, échenle un vistazo a ese artículo de la ¡Despertad! para repasar las ocho recomendaciones y tratar de mejorar la memoria.

Vayamos ahora a Deuteronomio 6:8, 9.

Aquí se menciona otra ayuda para recordar lo que escuchamos.

Leamos Deuteronomio 6:8, 9: “Átalas en tu mano para que te sirvan de recordatorio; deben ser como una cinta en tu frente.

Escríbelas sobre los postes de las puertas de tu casa y en las puertas de tu ciudad”.

Así es, escribir algunas ideas, tomar notas, nos ayuda a recordar, pero no caigamos en el error de los líderes religiosos judíos.

Después de regresar del destierro en Babilonia, empezaron a tomarse estas palabras de manera muy literal.

Escribían partes de las Escrituras, las metían en cajitas de cuero y se ataban esas cajitas en los brazos y en la frente.

Pero hacían esto para que los vieran, para llamar la atención.

No entendieron las claras palabras de Deuteronomio 6:6, donde dice: “Estas palabras que te estoy mandando hoy tienen que estar en tu corazón”, no en tu brazo ni en tu frente.

O como dice Proverbios 7:3: “Escríbelos en la tablilla de tu corazón”.

Si guardamos lo que Dios nos dice en el corazón, permitiremos que sus leyes y sus principios nos guíen todo el tiempo.

Son nuestros actos, y no una cajita atada al cuerpo o un cartel que pongamos en la puerta, lo que demostrará si respetamos la Palabra de Dios y la ponemos en práctica nosotros y nuestra familia.

¿Significa eso que está mal que tengamos un texto en nuestra oficina o en la puerta de la nevera?

No; de hecho, ponemos el texto del año en los Salones del Reino.

En 1982, cuando los hermanos de Japón imprimieron la primera edición completa de la Traducción del Nuevo Mundo en japonés, pusieron el texto de Esdras 7:6 cerca de la imprenta.

Lo hicieron para recordar que estaban participando en una labor sagrada que había comenzado hacía miles de años: la de hacer copias de la Palabra inspirada de Dios.

Mientras las páginas de la Biblia pasaban por la máquina, los hermanos recordaban el ejemplo del copista Esdras y se esforzaban por dar lo mejor.

¿Por qué?

Según la nota de Esdras 7:6 en la Biblia revisada, Esdras no era solo un copista.

Dice que era “un copista hábil de” la Palabra de Dios.

Así que los hermanos de la imprenta se esforzaron por seguir su ejemplo.

Así que, cuando aprendamos algo de la Palabra de Dios o nos expliquen algo sobre nuestro servicio sagrado, pongamos en práctica las recomendaciones de Deuteronomio 6 para mejorar la memoria.

Pongamos a trabajar esos 100.000 millones de neuronas para procesar y almacenar esa información, y así fortaleceremos nuestra relación con Jehová y le daremos siempre lo mejor.



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