El comentario del texto de hoy nos recuerda que Jehová está cerca de sus siervos.
Él nos ve cuando nos sentimos agobiados o cuando estamos desanimados.
Lo cierto es que Jehová puede ver todo lo que él desee ver y lo hace cuando él desea hacerlo.
Decimos que él decide qué es lo que quiere ver y en qué momento desea hacerlo porque no es esclavo de su propio poder; no es que no pueda controlarlo.
La Biblia dice que a veces él les encarga a los ángeles que le informen sobre ciertos asuntos.
Pero, sin importar cómo lo haga, Jehová siempre sabe lo que nos pasa a nosotros y también a toda su creación.
Jesús dijo que Jehová puede ver lo que le pasa a un solo gorrión.
Así que, con mucha más razón, él ve lo que nos pasa a nosotros y se encarga de cuidarnos.
Veamos otro ejemplo de lo que Jehová ve y analicemos el principio que hay detrás.
Está en Deuteronomio 22:6, 7.
Y, mientras lo leemos, trata de descubrir qué nos enseñan estos versículos sobre lo que Jehová ve.
Deuteronomio 22:6 empieza diciendo lo siguiente.
Es un mandato que se les dio a los israelitas.
Dice: “Si en un camino te encuentras un nido con polluelos o huevos, sea que esté en un árbol o en el suelo, y la madre está echada sobre los polluelos o los huevos, no te lleves a la madre y a los polluelos.
Puedes quedarte con los polluelos, pero asegúrate de soltar a la madre.
Hazlo así para que te vaya bien y vivas mucho tiempo”.
Bueno, entonces, ¿qué aprendemos?
¿Cuánto es capaz de ver Jehová?
El versículo nos enseña que Jehová puede ver lo que una persona hace cuando está sola, o “en un camino”, por así decirlo.
¿Cómo lo sabemos?
Por lo que dice el final del versículo 7: “Para que te vaya bien y vivas mucho tiempo”.
Estas palabras tienen mucho sentido para quienes tenemos fe.
A Jehová le importa lo que decidimos hacer, y el punto es que puede ver lo que hacemos.
Él no necesita cámaras de vigilancia.
Puede ver lo que hacemos.
Todos los días, cuando él quiera.
Él ve si somos razonables o comprensivos, y eso le gusta, pero también ve si somos irrazonables o insensibles en las cosas que hacemos.
Cuando elegimos hacer su voluntad, nuestra relación con él se hace más fuerte y nos asegura un buen futuro, según ese versículo.
Los principios y lecciones que aprendemos de versículos como estos les enseñarían a los israelitas sobre la personalidad de Jehová, pero solamente si les prestaban mucha atención.
El rey David seguro conocía esas palabras de Deuteronomio.
Piensa en esos versículos mientras leemos lo que David escribió en el Salmo 139:1-4.
El Salmo 139 es una oración y empieza diciendo lo siguiente: “Oh, Jehová, tú me has examinado a fondo, tú me conoces.
Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto.
De lejos percibes mis pensamientos.
Me observas cuando viajo [o cuando estoy “en el camino”] y cuando me acuesto; conoces bien todos mis caminos.
Todavía no ha llegado una sola palabra a mi lengua, pero resulta que tú, oh, Jehová, ya la conoces bien”.
Así que no importa si estamos en casa o si estamos viajando lejos, Jehová sabe lo que hacemos.
Incluso si es un ángel el que le informa sobre un asunto, Jehová puede ver lo que pasó.
Y, como tiene sabiduría infinita y puede leer los corazones, no necesita revisar una grabación.
Puede saberlo cuando quiera.
Las palabras de David contienen una lección y una advertencia para los siervos fieles de Dios.
Igual que David, queremos que cada vez que Jehová nos mire esté contento con lo que ve, que se alegre por las cosas que ve en nosotros.
Nunca queremos que nos vea desobedecer sus justos principios y normas.
Por ejemplo, ¿tendemos a enojarnos con facilidad cuando nadie nos mira?
Entonces hay que parar.
¿Nos pasamos con la comida o la bebida?
Entonces hay que parar.
¿Vemos cosas que son malas o inmorales?
Entonces hay que parar.
¿Hemos dejado de estudiar la Biblia y de meditar en ella?
Entonces hay que empezar.
Alegramos a Jehová cuando obedecemos sus justas normas.
Cuando tratamos de darle lo mejor a Jehová, nos sentimos con la libertad de pedirle ayuda.
Eso fue lo que dijo David en el Salmo 139:23, cuando le pidió a Jehová: “Examíname a fondo, oh, Dios, y conoce mi corazón.
Mira dentro de mí y conoce mis pensamientos angustiosos”.
David quería que Jehová viera dónde había estado y supiera lo que había hecho.
De hecho, David le pidió a Jehová que lo viera todo, ¿verdad?
Y, como dijimos, Jehová podía hacer eso cuando él quisiera.
Pero el hecho de que David se lo pidiera dice muchísimo de él.
Demostraba que tenía cosas muy buenas y, a pesar de los graves errores que David cometió, él quería mejorar.
No quería esconder nada.
Y eso Jehová lo vio.
Y es que es mucho mejor tener la libertad de hablarle a Jehová y pedirle que nos examine y nos ayude en vez de tratar de esconderle algo que hicimos.
Jehová sabe si nos llevamos a los polluelos con la madre, por decirlo así; ese es el punto.
Así que lo mejor es ser humildes y hacer las cosas a la manera de Jehová.
Y, al igual que Jehová, Jesús también puede ver lo que nos está pasando.
Incluso como ser humano, Jesús tenía una capacidad increíble para ver lo que otros no podían.
Por ejemplo, veamos el caso de Natanael, quien por lo visto es el apóstol conocido como Bartolomé.
Leamos lo que pasó en Juan 1:47-50.
Y, mientras lo leemos, tratemos de encontrar lo que Jesús vio —o lo que podía ver— en él.
Empecemos con el versículo 47: “Cuando Jesús vio a Natanael viniendo hacia él, dijo: ‘Miren, sin duda un israelita en quien no hay engaño’.
Natanael le preguntó: ‘¿Cómo es que me conoces?’.
Jesús le respondió: ‘Te vi cuando estabas debajo de la higuera, antes de que Felipe te llamara’.
Natanael le contestó: ‘Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel’.
Jesús le dijo: ‘¿Crees en mí porque te dije que te vi debajo de la higuera?
Verás cosas más grandes que estas’”.
Natanael se sorprendió de que Jesús supiera exactamente dónde había estado.
Pero había más.
¿Se fijaron en lo que Jesús le dijo a Natanael que podía ver?
Bueno, igual que su Padre, Jehová, Jesús podía ver el corazón.
Por eso dijo que Natanael era un hombre en quien no había engaño.
Eso es lo que queremos que Jehová y Jesús vean cuando estemos debajo del árbol, por decirlo así, cuando vean nuestro corazón: que no hay engaño.
Si eso es lo que ve, entonces Jehová estará cerca de nosotros cuando le pidamos ayuda.
Jesús también estará con nosotros; él nos apoyará en los momentos difíciles que tenemos por delante.
Confiemos en que será así.
Jesús siempre ha hecho lo que su Padre le ha pedido, y eso incluye estar pendiente y cuidar de sus discípulos.
Jesús dijo algo en su famosa oración registrada en Juan 17 que nos demuestra cuánto nos ama y que de verdad está atento a todo lo que nos pasa y nos ayuda.
Leamos entonces Juan 17:12.
A Jesús le quedaban solo unas horas de vida, pero en el versículo 12 pudo decir con total honestidad: “Cuando estaba con ellos, yo los cuidaba por causa de tu propio nombre, el que tú me diste; y los he protegido, y ninguno de ellos ha sido destruido, excepto el hijo de la destrucción, para que se cumplieran las Escrituras”.
“Yo los cuidaba […,] los he protegido, […] ninguno de ellos ha sido destruido”...
¡Lo dijo sin dudar!
Y Jesús tenía autoridad para decir esas cosas porque fue justo eso lo que hizo en la Tierra.
Nunca ha habido nadie que se preocupe tanto por la gente como Jesús.
Y sabemos que ahora, como nuestro Rey en los cielos, está pendiente de lo que nos pasa y quiere ayudarnos.
En resumen, queremos hacer felices a Jehová y a Jesús en todo momento, hasta cuando estamos solos.
Queremos que examinen todo lo que somos por dentro.
Ellos saben que no somos perfectos, igual que el rey David no era perfecto.
Pero, igual que hicieron con David y con Natanael, Jehová y su Hijo ven nuestros esfuerzos.
También ven cuánto deseamos adorar a Jehová sin engaño y ser leales hasta el fin.
Si eso es lo que ven, nos ayudarán, nos cuidarán y nos recompensarán pase lo que pase.